sábado, 30 de abril de 2016
Distopía IX: El fin del dinero. Epílogo
[Este epílogo concluye el relato precedente: pueden leer aquí sus entregas: primera, segunda y tercera]
Como cada atardecer, Rafael subió a lo alto de la colina. Había acabado sus tareas e incluso había hecho (de cualquier manera, a decir verdad) los deberes de la escuela. Como cada atardecer, se quedó mirando embobado la ciudad amurallada, sus altas torres que brillaban mágicas bañadas por la luz del Sol poniente.
Su padre se acercó lentamente y se detuvo unos pasos por detrás del niño; no quiso perturbar inmediatamente ese momento íntimo de su hijo, ese ritual mágico. Al final, para romper el silencio más que nada, preguntó:
- Rafa, hijo, ¿has acabado ya las tareas? ¿El huerto, los animales?
- Sí, padre.
De la siguiente pregunta no tenía clara cuál sería la respuesta:
- ¿Y los deberes de la escuela? Piensa que sólo vas un día a la semana, así que no es tanto, hacer los deberes de un día.
- Sí, padre, ya los hice.
Íñigo se conformó con la respuesta de su hijo. Era un niño muy bueno y muy responsable, y si decía que los había hecho es que los había hecho.
Se quedaron en silencio los dos, mirando a aquella ciudad que representaba todo el poder y la riqueza del mundo.
- ¿Sabes, hijo? No hace tanto yo trabajaba en esa ciudad. Tú, de hecho, naciste allí. Yo era programador y mantenía muchos de los sistemas informáticos vitales.
Rafa no decía nada; escuchaba a su padre, pero no volvía el rostro, mirando siempre a la ciudad prodigiosa.
- Eso de programar es una cosa muy complicada, algún día ya te lo explicaré. Bueno, mejor no. Total, aquí no tiene sentido. Quizá nunca tuvo sentido, después de todo, tampoco allá... - y después se puso pensativo - Nunca entendí por qué nos echaron: siempre trabajé bien, nunca hice algo mal, nunca protesté...
- Se están quedando sin energía - dijo por fin Rafa.
Íñigo abrió mucho los ojos. ¿Qué era lo que estaba diciendo aquel rapaz?
- Se están quedando sin energía - dijo volviendo por fin el rostro a su padre, como intuyendo su perplejidad.
Íñigo no pudo evitar sonreírse, entre incrédulo y divertido, y alborotándole ligeramente el pelo a su hijo le dijo:
- ¿Y tú como puedes saber eso, mocoso? - y le retorció suavemente la nariz.
- La energía es lo que mueve las cosas, y lo que permite cambiarlas; tú me explicaste eso - dijo Rafa, volviéndose de nuevo hacia la ciudad - Llevo años ya mirando la ciudad cada día, desde esta colina. Ahora entran y salen menos camiones, se encienden menos luces, se mueven menos coches... Incluso, la ciudad se va haciendo más pequeña - y volviéndose de nuevo a su padre, le dijo: - Cada vez tienen menos energía, ¿no es evidente?.
Íñigo no dijo nada, delante de una lógica tan aplastante. Sí, era evidente.
- Vamos, hijo - digo por fin - Ya se hace de noche. Tu madre nos espera para cenar.
Bajaron la colina, mientras en la ciudad se apagaban las últimas luces.
(Dedicado a Rafa Íñiguez, reinterpretando su famosa analogía)
Antonio Turiel.
Abril de 2016.
jueves, 28 de abril de 2016
Distopía IX: El fin del dinero (y III)
[Nota: Los personajes que aparecen en este relato son completamente ficticios, y no se refieren a ni están inspirados en personas reales actuales o pasadas]
[Enlace a la primera parte y a la segunda parte de este relato]
Era evidente que Rick Evergreen tenía necesidad de explicar su historia, la historia real de lo que había pasado durante los últimos años, más allá del discurso oficial en el que también él había creído hasta hacía poco. Los consejeros, que habían llegado a aquella sala pensando que podrían solucionar la crisis en curso pidiendo la cabeza del consejero delegado, entendían por fin que la situación debía ser mucho peor de lo esperado cuando resultaba que el mismísimo Manuel Fernández de Córdoba parecía estar colaborando estrechamente con Evergreen. Manuel era un consejero muy veterano, y si había sobrevivido a mil batallas y fusiones había sido gracias a su habilidad para mantenerse a flote. Si Manuel estaba involucrado quería decir que ése era el bando ganador, si es que había algún bando ganador. Ni siquiera Koplack parecía tener ganas de discutir, después de ver la reacción de su viejo amigo.
- Esta bien, Sr. Evergreen. Parece que Vd. y el Sr. Fernández de Córdoba tienen algo importante que contarnos - dijo Koplack Shund muy pausadamente - Ahora tienen toda nuestra atención: somos todo oídos.
Rick Evergreen miró un momento a Manuel, quien asintió con un leve cabeceo y guiñando ambos ojos.
- De acuerdo, señores - dijo Rick, y tomó aire para continuar - Lo que ahora les contaré es la historia real de la evolución económica de la Humanidad durante las últimas décadas. No tiene nada que ver con lo que les acabo de contar, porque toma una perspectiva completamente diferente: en vez de fijarnos en la evolución de United (indiscutiblemente espléndida hasta 2040) me fijaré en la evolución de todo el mundo.
- Todos los datos que Rick presentará han sido recopilados exhaustivamente por un equipo multidisciplinar durante más de un año de duro trabajo, y han sido corroborados por diversos métodos, hasta tres veces - la voz de Manuel sonó ronca y profunda - No lo duden ni un momento: ésta es la verdad.
Rick miró un momento a Manuel, asintió levemente y retomó su discurso:
- Como han visto en la primera parte de mi presentación, el poderío de los holdings fue ascendiendo en paralelo a su concentración, hasta culminar en la fusión de los dos últimos holdings, el de United y el del National, en 2039. Si Vd. miran la evolución económica del United, ésta siempre ha seguido una curva ascendente (hasta, justamente, el comiendo del Lustro Negro en 2040); sin embargo - dijo Rick, señalando imperiosamente los otros gráficos - el resto de compañías evolucionaron de manera menos brillante. De hecho, si comparan su evolución con la fecha de su fusión o absorción podrán ver que todas las compañías llevaban entre 2 y 5 años de pérdidas en el momento de desaparecer.
- Es un juego sólo para ganadores; aquellos que no se adaptan deben desaparecer - dijo Koplack.
- Es un juego no de suma cero, sino de suma negativa, Koplack - dijo Manuel - Si se mira lo que han hecho todas las compañías a la vez, se ve que su evolución conjunta lleva siendo negativa desde 2022, quizá desde antes: es difícil de saber debido a que antes de esa fecha había muchas más compañías.
- De hecho, el balance del United fue creciente hasta 2039 básicamente porque compraba a bajo precio - apostilló Rick - En la práctica, cada proceso de compra, absorción o fusión permitía regularizar la situación de pérdidas acumuladas, evaporando una parte de la deuda e incrementando los activos de United, aunque disminuyeran los del mundo en su conjunto. A United le benefició la política de la compañía de no asumir nunca ninguna deuda: United siempre exigió la liquidación de la deuda como paso previo a comprar una compañía; la razón, como saben, es que la mayoría de las compañías no tenían grandes deudas con United y United no quería adquirir obligaciones con terceros. Pero las otras compañías no fueron tan cuidadosas. En la mayoría de los casos, la absorción de una compañía pequeña por parte de otra mayor se efectuaba a cambio de una condonación de la deuda que la primera tenía contraída principalmente con la segunda. Muy frecuentemente, la deuda pendiente era superior al valor real de los activos adquiridos, y el desfase hacía tanto daño en el balance contable de la segunda compañía que la desestabilizaba a su vez, y acababa siendo absorbida por una tercera aún mayor, y así sucesivamente. Estas cascadas de absorciones y fusiones, producidas por la regularización forzada de la deuda, es lo que llamamos los "Excitantes años 30", cuando en realidad lo deberíamos haber llamado los "Agonizantes años 30".
- No veo cuál es el problema en ello - repuso Nicolas - United ha sido capaz de detener el proceso de quiebras en cascada en todas sus adquisiciones. De hecho, mirando los gráficos que presentas, se ve que United es el punto final de todas esas cascadas: nunca nadie fue capaz de desestabilizar United hasta el punto de hacerlo quebrar. El balance de United siempre fue sobradamente saneado.
- ¿Y nunca te has preguntado por qué, Nicolas? - dijo Manuel, la cabeza hundida en los hombros; y antes de que Nicolas pudiera decir lo previsible, añadió - Y no me salgas con la vieja y manida excusa, "United efectuó una mejor gestión". ¿En qué, concretamente, se distinguió la gestión de United de la de los otros holdings? ¿En qué, por ejemplo, de la del National, que al final tuvo que ser rescatado - sí, Nicolas, no me pongas esa cara de ofendido - por United en una operación generosamente disfrazada de fusión? Tú estuviste en el National: ¿qué crees que hizo el National peor que el United?
- Bueno, no sé... - empezó a hablar Nicolas, y a cada cosa que decía Manuel le espetaba un cada vez más sonoro "¡No!" - el National tomó demasiados préstamos con riesgo... invirtió en actividades que al final no resultaron tan productivas... gestionó peor la productividad de sus trabajadores... o no les supo dar incentivos... no consiguió penetrar con sus marcas tan bien en el mercado... - al final, ya harto, Nicolas se dio por vencido - Bueno, Manuel, ¡no lo sé!
- Eso es, Nicolas. No lo sabes. - dijo Manuel - No lo sabes y eso que tú estuviste en el National... ¿cuánto, 20 años? 18 años. Y no es una crítica, Nicolas: tú hiciste correctamente tu trabajo: lo ejecutaste según los parámetros que te habían indicado. Lo que sucede es que esos parámetros de actuación eran erróneos. Suponían que se podía crecer siempre cuando el mundo estaba ya decreciendo.
En condiciones normales al menos media docena de consejeros hubieran protestado por esa mención al tema tabú, el decrecimiento; pero el aplomo de Manuel y lo inquietante de la situación - de la calle llegaba esporádicamente el sonido de algunos disparos de las fuerzas de seguridad - hizo que nadie osara abrir la boca, ni siquiera Koplack, cuyo semblante parecía cada vez más sombrío a medida que iba comprendiendo la gravedad de la verdad que Manuel y Rick habían traído a esa sala.
- La verdadera razón del éxito de United es ésta: - dijo Rick, retomando su presentación; en la transparencia se veía una foto de una máquina enorme que formaba una especie de aro gigante - Señoras y señores, les presento el Núcleo.
Las miradas de los consejeros reflejaban su extrañeza; ¿pensaba el consejero delegado perderse en la discusión de detalles tecnológicos?
- Ya sé lo que están pensando: Vds. son macroeconomistas, no tecnólogos. - dijo Rick, anticipándose a los comentarios - Quizá, después de todo, ésa es una buen parte del problema: de todos los que nos encontramos aquí, sólo hay una persona con conocimientos de ingeniería, Manuel Fernández de Córdoba.
- El Núcleo - dijo Manuel - es un sistema informático de altas prestaciones que es el corazón de nuestro sistema monetario. Dotado de múltiples sistemas de protección y de encriptación, fue creado para garantizar la estabilidad del sistema monetario electrónico: todas las transacciones del mundo son mediadas por esta instalación. Se podría decir que todo el dinero del mundo, todo él, está allí. O mejor dicho: estaba...
- Poco antes de los "Excitantes años 30" - la voz de Rick casi sonó cantarina - United se adjudicó el contrato de mantenimiento del Núcleo, lo cual incluía tanto la reposición del hardware como la mediación de las transacciones electrónicas, cuyo volumen era ya descomunal y requería muchos recursos; todo ello, a cambio de una minúscula comisión por cada gestión. En aquella época los otros holdings prácticamente se rieron de United por hacerse cargo de un negocio tan minorista - la sonrisa de Nicolas confirmó este extremo - Al haberse de emplear tan a fondo en la gestión del Núcleo, United redujo enormemente su actividad en otras áreas del negocio y dejó el campo expedito para el resto de holdings.
- Nadie tuvo demasiado interés en adquirir United porque todo el mundo desdeñaba el negocio minorista del dinero y nadie quería cargar con él - continuó Manuel - Necios. Resultó que el único negocio rentable en un mundo en decrecimiento forzado por la escasez de recursos, desde el petróleo hasta el carbón, el gas y el uranio, y donde la degradación ambiental ha menoscabado durante décadas el rendimiento económico, el único negocio rentable a la larga era el cobro de comisiones por cada transacción.
- Así es - remachó Rick - Si uno mira la rentabilidad media durante los últimos 25 años de todo tipo de inversiones y actividades se ve que es negativa en todos los sectores excepto en el de la intermediación monetaria. Quizá por un golpe de genio o por un golpe de suerte, el caso es que United poseía el único negocio que podía tener una rentabilidad duradera mientras el mundo se iba haciendo más pequeño.
Hizo una pausa mientras bebía agua para mirar a los consejeros, los cuales iban con cierta resistencia aceptando que las cosas eran como les exponía Rick. Que si United había prosperado era porque se había dedicado a recoger los céntimos de cada pago millonario, siempre sin tener deuda de otros, siempre sin aceptar deuda como pago, siempre cobrando al contado, en el único negocio que, a la postre se vio, podía prosperar en un mundo en decrecimiento.
- En esa lucha diaria de los grandes holdings por mantener su rentabilidad - continuó Rick - se tomaron muchas decisiones que tenían sentido en las décadas previas a los años 20 pero que eran completamente contraproducentes en la nueva situación. Y cuando United se hizo con todos los activos que habían sido de los holdings y no tuvo a quién cobrarles sus comisiones, tuvo que seguir en esa misma lucha. Ese estancamiento económico de United es lo que llamamos el Lustro Negro: cinco años seguidos que rompen la tendencia creciente histórica de United. Ante este parón, todos los consejeros recibimos de nuestros accionistas el mandato de incrementar a toda costa la productividad, ¡y vaya si lo hicimos! Hubo despidos masivos de trabajadores por baja productividad, y se exprimieron al máximo los recursos de la Tierra, recurriendo a técnicas muy avanzadas pero también muy agresivas.
- Básicamente, lo quemamos todo; - dijo Manuel - quemamos las personas y también la propia Tierra. Los trabajadores despedidos dejaban de tener la posibilidad de cubrir sus necesidades básicas, que antes les proporcionaba la empresa, y se convirtieron en auténticos parias. Hubo muchos choques violentos con las fuerzas de seguridad que tuvieron que ser reprimidos en enfrentamientos a sangre y fuego, sin piedad: yo mismo ordené varios. Los supervivientes se morían de hambre y comidos por las enfermedades en las calles, hasta el siguiente estallido violento, alimentado por las nuevas masas de desposeídos. Al final, hace cosa de un par de años, al principio unos pocos y luego la mayoría, los despedidos comenzaron a huir a los Territorios Perdidos.
- Como saben - dijo Rick con tono profesional, y pasando la transparencia correspondiente - los Territorios Perdidos son aquellas zonas del planeta donde la degradación ambiental debida a las actividades industriales hacen desaconsejable la permanencia de seres humanos, y que fueron abandonadas por los holdings cuando su rentabilidad se volvió negativa. La mayoría de los Territorios Perdidos son tan inhóspitos que han hecho el trabajo de acabar con los excluidos mejor que los cuerpos de seguridad, - Rick no pudo evitar mirar de reojo al capitán del retén que, impasible, se mantenía al lado de la pared - pero en algunos de ellos la Naturaleza ha sido capaz de regenerar el daño ambiental lo suficiente como para permitir la vida a pequeños campamentos de excluidos.
- Por concluir - dijo Manuel - todas esas medidas que tomamos expeditivamente para mejorar la productividad de United hicieron justamente lo contrario: hacer caer más rápidamente el balance de United: con menos consumidores y menos lugares de donde extraer recursos, la producción era cada vez más cara y menos gente se la podía permitir. De manera progresiva, los que aún trabajamos para United nos hemos ido confinando en áreas cada vez más pequeñas, en ciudades-fortaleza donde hemos vivido aislados de todo el caos y la destrucción que nos rodeaba. Caos que iniciamos hace décadas y que fue creado por los inútiles intentos de crecer en un mundo que ya no daba para más. Pero no somos conscientes de él porque hemos aceptado como cosa natural restringir nuestros movimientos e ir solamente de un lugar que consideramos seguro a otro similar, sin tener ya la curiosidad de mirar qué hay más allá de la valla. Pues es eso que les muestra Rick: miren, señores, en qué se ha convertido nuestro planeta; más bien, en qué lo hemos convertido.
Mientras Manuel iba hablando Rick iba pasando transparencias de imágenes de satélite. Cada transparencia mostraba las principales conurbaciones del planeta y cómo habían evolucionado en los últimos 60 años: creciendo exponencialmente hasta 2020, decreciendo después hasta convertirse en las fortalezas que comentaba Manuel. También mostraba imágenes de la evolución de bosques, praderas, montañas, lagos, ríos... Dios mío, Rick no se podía creer todo lo que estaba viendo y eso que era él mismo (guiado por la mano de Manuel) quien había preparado la presentación. ¿Cómo podía haber estado tan ciego¿ ¿Cómo podía ser que el consejero delegado de United hubiera sido tan ignorante y tan necio? Dios mío, si la cosa ya era completamente evidente 30 años antes. ¿Por qué no habían hecho nada ya entonces? ¿Por qué nadie había actuado ya desde aquel momento de principios del siglo XXI, delante de esas verdades evidentes?
El mar Aral |
El lago Chad |
Bosque amazónico |
Groenlandia |
Cráter en el permafrost siberiano, julio de 2015 |
Explotación de arenas bituminosas en Alberta, Canadá |
El río Colorado, en los EE.UU., década de los 10. |
Saltaba a la vista que los consejeros se sentían sobrecogidos con lo que estaban viendo; parecía que para muchos de ellos era su primer contacto con la realidad que habían creado o como mínimo contribuido a mantener. Rick creyó ver en algunos una cierta mirada de culpabilidad, un sentimiento de íntima vergüenza. Aquellos hombres y mujeres, que se creían que eran semidioses ,resultaban ser en realidad unos vándalos que lo habían destruido casi todo... En realidad ya todo, a tenor de lo pasado en las últimas horas.
El primero en reaccionar fue Koplack. Era evidente que para el viejo banquero nada de lo que estaba enseñando Rick era realmente una noticia. Además, al fin y al cabo, recordó Rick, provenía de una larga estirpe de banqueros que, por la fama que tenían, más valía calificar de usureros; y por eso mismo no le debía ver tan de mal al hecho de cargárselo todo.
- De acuerdo, hemos hecho cosas horribles. Pero ahora somos los amos de todo, de todo lo que todavía tiene algún valor en este planeta - dijo Koplack - Todo en este mundo es propiedad de United. ¿Por qué no disfrutamos simplemente de lo que tenemos? - y haciendo un esfuerzo para vencer la repugnancia que le causaban aquellas palabras añadió - Incluso si es cierto que ya no se puede crecer...
- Porque no somos amos de todo - dijo Manuel - No somos amos del Destino, y no podemos cambiar la naturaleza de las cosas. Como dijo Rick al principio, la suma de cada una de nuestras decisiones, racionales cada una de ellas, nos han llevado a nuestra autodestrucción. En nuestra necedad sin límites hemos destruido la base de nuestra riqueza. Se podría decir que le hemos prendido fuego al banco donde guardábamos nuestros ahorros. Por mor de seguir con esa estúpida busca de un crecimiento que ya no era posible hemos destruido, de manera perfecta y completa, el dinero.
Koplack le miraba perlejo, sobre todo por el crescendo de excitación con el que Manuel iba pronunciando sus palabras. Rick intervino:
- Permíteme, Manuel - dijo Rick - Lo que Manuel quiere transmitiros es que por culpa de nuestros errores colectivos hemos destruido lo que era la base de nuestra riqueza. Por culpa de errores concretos que han sido cometidos por todas y cada una de las personas que se sientan en esta mesa hemos permitido la destrucción del Núcleo.
- ¿El Núcleo está destruido? - preguntó, alterado, el consejero encargado de la dirección de finanzas - Entonces, no podré autorizar nuevos gastos...
- Ni pagar salarios, ni hacer reparaciones, ni comprar comida... ni tú ni nadie, muchacho - dijo Manuel.
- Pero, ¿por qué está destruido? - preguntó Nicolas.
- Porque tú, como consejero del área de suministros energéticos - le espetó Manuel a la cara - consideraste que no era primordial la reparación y mejora de la red eléctrica de la Región Norte-Occidental, dado que el número de trabajadores premium en aquella zona es mucho menor actualmente y sus necesidades podían ser cubiertas con la red actual, "aún cuando se produzcan a veces algunas pequeñas interrupciones temporales", me dijiste literalmente. Lamentablemente, y eso que te lo advertí, el Núcleo, al igual que otras instalaciones críticas que ahora no vienen al caso, está justamente en esa región; y tras el último apagón de 3 horas los sistemas de alimentación ininterrumpida no pudieron soportar más la carga y estallaron.
- Eso es ridículo; - dijo el jovencísimo consejero de infraestructuras - un sistema de alimentación ininterrumpida puede soportar más de 3 horas y no debería, en ningún caso estallar.
- Quizá es así sobre el papel o en tu tabla Excel, pero en el mundo real los sistemas de alimentación ininterrumpida pueden estallar, y estallan, si no están bien mantenidos. Y éstos no lo estaban. Lo cual, por cierto, es culpa tuya - dijo Manuel, con evidente desdén - Tú ordenaste reducir la dotación de ingenieros del Núcleo porque la considerabas excesiva, y redujiste los suministros de hardware a la cuarta parte.
- ¡El análisis de costes mostraba que había un elevado grado de redundancia, del todo ineficiente! - se justificó el joven.
- ¡¡Por supuesto que era redundante!! ¡¡Te lo he explicado mil veces y nunca lo entendiste!! ¡¡No sabes nada de ingeniería ni de gestión de sistemas críticos, y aún así ignoras las peticiones de los que sí sabemos!! Contempla ahora las consecuencias... - gritó Manuel, perdiendo por un momento los nervios - Pero, claro, tú no eres ingeniero. Estudiaste Macroeconómicas, que es prácticamente lo único que se estudia, los pocos que lo hacen, hoy en día. Y estás aquí porque tu padre se cansó de trabajar, cobró todos sus pluses y te metió aquí para bregarte y convertirte en un hombre, mientras él disfruta de unas vacaciones perpetuas en el Nuevo Caribe. Y lo único que has hecho aquí es seguir como un lelo las cuatro consignas que te dio tu viejo, que como mínimo sí que sabía lo que era un tornillo, por el amor de Dios. Qué narices os deben enseñar en la facultad..
- Manuel, los planes de formación de la Universidad de United están perfectamente homologados y cumplen sobradamente con los criterios de calidad reconocidos - dijo la consejera de capacitación.
- Para ti Sr. Fernández de Córdoba, preciosa - dijo Manuel con desprecio y poco disimulado machismo - ¿Y tú que vas a saber, si estudiaste con esos mismos planes, si estás aquí porque también tu padre se cansó de trabajar? ¡Si la mitad de los que estáis aquí nos sabéis hacer la 'o' con un canuto! ¡Si no habéis tenido que trabajar en serio un sólo puñetero día de vuestras vidas, y os permitís el lujo de cuestionar el trabajo de tanta gente que se ha dejado literalmente la piel para sacar esto adelante!
El consejero de finanzas, que era un poco más viejo y un poco más sabio (o al menos prudente) que sus compañeros, carraspeó para llamar la atención de Manuel
- ¿Sería posible arreglar el Núcleo para recuperar las pérdidas? ¿O construir uno nuevo? - dijo.
- No tenemos ingenieros preparados - dijo lentamente Manuel, prácticamente deletreando cada palabra - El Núcleo se construyó hace décadas, y ahora ya no hay nadie con la preparación adecuada para repararlo o reprogramarlo, no digamos ya construir uno nuevo. Durante todos estos años no se ha planificado cuáles servicios eran críticos, y por tanto no ha habido incentivos para animar a la gente a formarse como ingeniero: es una carrera dura y sacrificada, y el trabajo de campo no lo es menos. La consejería de capacitación no tomó cartas en el asunto, a pesar de las decenas de informes que le envié sobre la cuestión - dijo casi gritando la última frase, mirando a la humillada consejera - En el fondo, desde el punto de visto de la consejera formar más ingenieros para luego mantenerlos en nómina era un gasto más en la columna del Excel que iba en detrimento de la productividad global, y nunca había pasado nada que justificase tener ese ejército de ingenieros de reserva. Total, si a United ya le iban bien las cosas con el modelo actual. Nadie pensó que podría haber problemas con la sustitución programada de hardware;
no digamos ya replicar un sistema como ése, con ese software tan complejo.
- Lo cierto es - dijo Rick - que con el Núcleo fallando ya no es posible hacer ninguna transacción económica más. La cuentas de todo el mundo, inclusive la de United, se han esfumado: se han quedado todas a cero dólares - y antes de que el consejero de finanzas pudiera articular la siguiente frase, dijo - Y aunque ya hayamos reparado el sistema de alimentación, se han perdido los backups - también deficientemente mantenidos - y no tenemos a nadie con los conocimientos adecuados para hackear el sistema, rompiendo el encriptamiento, y reestableciendo el saldo de United. Créanme: llevamos meses trabajando sobre este escenario, buscando cómo remediarlo cuando se produjera lo inevitable, porque la situación actual se veía venir. Hemos intentado convencerles a todos Vds. de que era necesario invertir más en los servicios críticos: el Núcleo era uno de ellos, pero podía haber fallado otro, qué más da. Pero, no, todos Vds. ignoraron nuestros requerimientos, los de Manuel y los míos, porque lo único que importaba eran los balances trimestrales, y sólo han pensando en recortar gastos. Pues bien, ya está: finalmente hemos llegado a donde nos dirigíamos. Se acabó. Básicamente, nos hemos quedado a cero: no valemos nada. Por eso los trabajadores no pueden adquirir ningún bien con sus bonos de United: porque no valen nada. Y por eso han comenzando las revueltas en la calle.
- Perdone, pero, ¿ha dicho que los bonos de United ya no valen nada?
Todo el mundo se giró al oír aquella voz, que no pertenecía a ninguno de los consejeros.
Rick miró al capitán del cuerpo de seguridad y dijo:
- Efectivamente. No valen nada. No podemos pagarles, ni a Vds. ni a nadie. Peor aún: no se puede comprar en los supermercados ni en ninguna parte. Ya no hay dinero. Es el fin del dinero.
El capitán miró a sus hombres y ellos a él, y sin decir nada todos ellos abandonaron la sala.
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- ¿Y ahora qué? - dijo Koplack.
- Ahora... - dijo Rick, y tras un segundo de titubeo, añadió - Ahora nada.
Antonio Turiel
Abril de 2016