martes, 8 de octubre de 2013
Mi colapso y yo: el CSIC, una muerte sin dignidad
Queridos lectores,
Es difícil en el momento de la muerte tener el temple para mirarla cara a cara. La muerte resume y pone el broche final a la vida, y a veces una vida ejemplar de un gran hombre o una gran mujer puede quedar un tanto empañada por un comprensible ataque de pánico, por un desfallecimiento llegado el postrer momento. Lo contrario también puede ser cierto, aunque sea muchísimo menos frecuente: lo normal es que si viviste como un gañán mueras como el gañán que siempre fuiste.
La institución de investigación científica más grande de España y para la cual yo trabajo, el Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC), agoniza desde hace meses, como hemos explicado desde estas mismas páginas. No volveremos otra vez a explicar las razones, las cuales se pueden sintetizar en una frase: en los últimos cuatro años el Estado ha reducido en términos reales alrededor de un 40% su aportación anual a esta institución. Mientras el CSIC pudo tirar de sus ahorros la cosa se aguantó mal que bien, pero los ahorros se acabaron en Noviembre pasado y desde entonces hemos entrado en barrena. El CSIC agoniza, incapaz de hacer frente a múltiples pagos y compromisos, y no hay ideas de cómo seguir adelante. Se sobrevive al día a día conteniendo gastos y aplazando pagos, endosando así su riesgo financiero a otros que indirectamente están financiando la insolvencia larvada del CSIC. Por ejemplo un compañero mío (del que una leyenda urbana dice que abandonó su blog sobre peak oil para irse al campo) ha decidido dejar de ir a congresos y reuniones después de haber puesto de su bolsillo los gastos de varios viajes y aún estar meses después esperando que le reembolsen (problema éste que me consta es ahora generalizado en la institución).
El CSIC necesitaba, como explicaba nuestro Presidente, 100 millones de euros adicionales para acabar este año 2013. El pasado mes de Junio, en el último minuto, el Estado español aprobó un crédito adicional por 25 millones, que nos dio el oxígeno justo para pasar el verano. Nuestro Presidente reclamaba con insistencia una ayuda adicional de 75 millones para evitar que nuestra actividad se viera seriamente afectada. La Secretaria de Estado de Investigación, Carmen Vela, prometió que "no nos iban a dejar caer" y que se concederían no 75 pero sí 50 millones de euros más antes de que acabara el mes de Septiembre, plazo perentorio puesto que según diversos cálculos y proyecciones si el dinero no llegaba entonces a mediados de Octubre los centros tendrían que detener su actividad y cerrar. Pero llegó el último viernes de Septiembre y el Consejo de Ministros no aprobó ningún rescate para el CSIC, para nuestra consternación. Al poco supimos que desde el Ministerio calculaban que aún podríamos aguantar hasta la tercera semana de Octubre gracias a unos ingresos adicionales que han efectuado algunos institutos (el mío entre ellos); pero lo cierto es que estos ingresos no se han repartido entre todos y por tanto los demás institutos se ven abocados a un cierre que en el momento de escribir este post parece inminente. Seguimos pendientes de que al final se apruebe ese mal llamado "rescate" financiero, aunque a estas alturas ya han anunciado que no será ni de los 75 millones que pedía nuestro Presidente ni de los 50 que prometía la Secretaria de Estado, sino de 25. Sólo 25 millones. Lo que en condiciones normales gasta el CSIC en un mes (excluyendo las partidas reservadas desde Enero). Nos prometieron también que el crédito que se aprobase este año se consolidaría en el Presupuesto del año que viene; luego dijeron que todo no, que sólo un 30% del crédito de este año. Eso supondría unos 15 millones de euros, lo que vendría a suponer un 2,5% de incremento presupuestario. Pero una vez más hasta eso se ha demostrado falso. La semana pasada salió el proyecto de Presupuestos Generales del Estado, que prevén un incremento del presupuesto del CSIC del 0,1%, lo cual supone congelarlo prácticamente en términos nominales y reducirlo en términos reales (esto es, cuando se tiene en cuenta la inflación). Y eso después de varias semanas de intensa movilización para alertar del grave problema que supone este continuo estrangulamiento de esta gran institución de investigación española y de todo el sistema de ciencia en general. De nada ha servido. Está claro que en la agenda del Gobierno español la Ciencia ocupa un lugar de muy baja prioridad.
Hasta aquí el cuadro macroscópico, los grandes números. Ahora les invito a que se acerquen a mi instituto, que se aloja en ese edificio de cristal y acero que se encuentra al final del Paseo Marítimo de la Barceloneta y al lado del Puerto Olímpico de Barcelona.
No les hablaré de las cuitas de todos los investigadores de mi centro, porque harían de este relato una relación inacabable. Para que se hagan simplemente una idea de qué está pasando les contaré sólo las cosas que nos están afectando a mi y a mi grupo.
Hace diez días reventaron dos discos de nuestro sistema de cálculo y distribución de datos de satélite, y un tercero empezó a enviar mensajes de que estaba cercano a expirar. Los discos que están fallando fueron comprados a la vez y se ve que su obsolescencia estaba muy bien programada puesto que comenzaban a fallar simultáneamente pasados ya los tres años de uso (intenso, se tiene que decir, puesto que son discos duros de gama servidor, nada que ver con un disco doméstico). En Junio habíamos solicitado la compra de una nueva cabina de discos con cargo a un proyecto que se acaba este año; cuando en Julio llegó la orden del Presidente de paralizar todo gasto menos el de los proyectos a punto de terminarse hicimos la justificación de por qué este gasto debía realizarse y el gasto fue aceptado y aprobado por la Organización Central del CSIC. Más de tres meses después tras inquirir un poco nos encontramos que la orden de compra se había traspapelado dentro de la vorágine que es ahora la gestión de mi centro y que el encargo no se había hecho aún; ahora ya se está tramitando, pero llevará meses que llegue, y nuestro sistema no aguantará tanto. Si el sistema se cayese de manera prolongada estaríamos incumpliendo nuestra obligación con diversas entidades españolas, europeas e internacionales de mantener el servicio, así que para evitar este problema fui a hablar con el gerente de mi centro para que de manera excepcional permitiese la compra inmediata de unos discos duros, por una cuantía total de 600 euros, para cubrir el agujero. Mientras llegaban esos discos mis informáticos mantuvieron el sistema con retales: un disco personal que uno de ellos trajo de su casa, algunas piezas sueltas desguazadas de aquí y allá... todo ello muy precario porque ese material no está pensado para soportar tal carga, pero que podrían aguantar los dos días necesarios para que llegaran los discos de reemplazo. Todo aguantó gracias también a la vigilancia continua de esas personas, y para cuando eran ya cinco los discos caídos los discos de reemplazo habían cubierto su función. Esta vez evitamos el desastre.
En Abril anunciamos la "inminente puesta en marcha" de un servicio de procesamiento de datos de satélite asociado a nuestro servidor, a lo que por cierto nos obliga el proyecto que yo gestiono. Para crear este servicio contratamos una pequeña empresa externa. La primera entrega fue realizada a finales de Mayo y al tiempo nos presentaron sus facturas. Facturas que, por diversas visicitudes, ahora, a principios de Octubre siguen pendientes de pago. Afortunadamente quien hizo el encargo es una persona de confianza que se ha hecho cargo de las dificultades del momento, pero también como es lógico ha dejado en suspenso futuras entregas a esperar que paguemos lo que le debemos. Lo cual es bastante doloroso para mi.
La semana pasada, después de un largo y penoso proceso selectivo uno de nuestros informáticos firmó su nuevo contrato con nosotros, después de estar varias semanas en el paro. Hoy mismo nos ha llegado un mensaje desde la Organización Central avisándonos de que aprueban provisionalmente el contrato por tres meses, a la espera de la resolución de la comisión de homologación de títulos del Ministerio de Educación. Resulta que esta persona es argentina, y su titulación también, y para poder trabajar en España su título tiene que estar homologado. El trámite de homologación tiene una concepción completamente decimonónica. En ningún lugar de Europa excepto en España se pide tal cosa como "homologar" un título universitario a uno "equivalente español"; a la gente en Europa se la contrata en función de su valía demostrada y al que no vale se le echa a la calle y punto. Aquí también se puede echar a una persona a la calle si no vale para el trabajo, pero además, para trabajar para una administración española, el título debe estar "homologado". La homologación consiste en un penoso, largo y caro proceso según el cual el solicitante presenta copias de los programas de las asignaturas que cursó y solicita que su título se le equipare a uno existente en España. Lo cual nunca sucede, puesto que es prácticamente imposible que se impartan exactamente las mismas asignaturas en otro lugar del mundo; y así nos podemos encontrar con que después de tres o cuatro años de papeleo y gastos (cada papel traducido desde un idioma extranjero tiene que estar visado por un traductor jurado, que cobra a tanto la palabra) a un físico que estudió en una universidad técnica de París o en La Sapienza de Roma, gente que recibió clases de Premios Nobel, se le exija pasar exámenes de Electromagnetismo, Óptica y Termodinámica para acreditar sus conocimientos (esto último, tal cual, le pasó a un amigo mío italiano).
Dada la arbitrariedad e irracionalidad del procedimiento de homologación, que en la práctica imposibilitaría la contratación del mejor personal extranjero, hasta ahora el CSIC se limitaba a asegurarse de que el investigador extranjero había solicitado la homologación de su título en el momento de firmar el contrato. Pero ahora alguien ha dado la orden de revisar los contratos de gente con título pendiente de homologación, y de que se notifique inmediatamente la resolución del Ministerio. Resolución que siempre en primera instancia es una denegacion; luego se recurre, se aporta nueva documentación, se insiste, se llama por teléfono y por último, tras varios años de toma y daca, se hacen los exámenes en materias que arbitrariamente fijan nuestros "expertos" locales. Pues bien, está claro que con esa primera denegación el servicio de recursos humanos del CSIC cancelará el contrato en vigor y echará a esa persona a la calle. De hecho, el mensaje que ha llegado desde Madrid es bastante claro: desde Recursos Humanos han llamado al Ministerio para enterarse de cuándo se espera la primera resolución sobre la solicitud de mi informático (de aquí a tres meses), le han hecho el contrato en consecuencia por tres meses y le han advertido de la obligatoriedad de enviarles la resolución en cuanto llegue. Lo peor es que hablando con nuestra administración he podido confirmar que este criterio es ahora de implantación general; tal medida afectará, estimo yo, a no menos del 10% de nuestro personal contratado y supongo que en similar medida a todo el CSIC. Y casi todos ellos (todos menos aquellos que, por llevar mucho tiempo aquí y por intereses personales, hayan llevado el procedimiento de homologación hasta el final) acabarán yéndose a la calle en unos pocos meses. Peor aún: con este sistema no tiene sentido que intentemos contratar ya nunca más extranjeros, puesto que solicitarían la homologación para poder ser contratados, pero en cuando llegase la primera comunicación (de tres a seis meses) y ser ésta cual suele negativa serían despedidos y sin posibilidad de ser contratados de nuevo.
A mi no me cabe la menor duda de que este cambio de criterio obedece a un intento desesperado de reducir gasto. A algunos españoles desinformados les parecerá bien esta medida por lo que supone de "proteger el trabajo para los españoles", sin saber que muchos perfiles técnicos que se solicitan no los tienen ningún español y que contratando a estas personas justamente ayudamos a formar a gente de aquí con ese perfil. Por otro lado, esta artimaña supone una traba disimulada a la libre circulación de profesionales europeos a la que obligan las directivas de la Comisión Europea. Para terminarlo de agravar, algunas de las personas afectadas tienen títulos universitarios acogidos al marco del Plan Bolonia de reconocimiento mutuo de títulos universitarios en el espacio europeo, con lo que la ilegalidad de estas prácticas es aún más flagrante.
En realidad no estamos viviendo ningún episodio de delirante nacionalismo universitario español, aunque en algún momento si esto sale a luz se intente enarbolar esa ridícula bandera ("¡Vamos a protegernos de gente que ha estudiado con Premios Nobel! ¡Santiago y cierra España!"). La realidad es bastante más chusca y estúpida: los que trabajamos aquí y conocemos el medio sabemos que lo que se pretende en realidad es echar al mayor número de personas en el menor tiempo posible, y ser tan estricto con estas reglas absurdas es el mejor medio legal que permite al CSIC deshacerse rápidamente de una buena parte de sus trabajadores. Como medida de adelgazamiento del CSIC es bastante absurda, ya que todos esos trabajadores están contratados con dinero de proyectos y contratos con la industria, dinero que sólo se puede usar para ese fin y que si no se tiene que devolver. El ERE camuflado que así está lanzando el CSIC solamente retrasará unos meses el uso de ese dinero, hasta que los responsables de los proyectos culminen un nuevo proceso selectivo y contraten nuevos trabajadores que les reemplacen (aunque en muchos casos encontrar un reemplazo será bastante difícil). Sin embargo, se ve que alguien ha pensado que ese retraso en el gasto merece la pena de cara a alargar la agonía del CSIC.
Como plan de viabilidad, el acoso a los trabajadores extranjeros no puede ser más corto de miras, más miserable, más cutre... Se recortarán con él unos pocos millones, pero tras unos meses los responsables de proyecto entenderán que con las nuevas reglas del juego sólo se puede contratar españoles aunque no sean los más competentes para el trabajo y el dinero se gastará igual, y si no, como dije arriba, de todos modos se tendrá que devolver. Entre medias se causará mucho malestar en los equipos de investigación, que verán perderse algunos de sus mejores activos, y se desencadenará una guerra interna en la institución, con argumentos que prometen ser de lo más peregrino. La tan cacareada internacionalización del CSIC saltará por los aires, y la mala impresión que dejará en los trabajadores repudiados acabará de hundir la reputación de la institución a nivel internacional.
Dada la crítica situación del CSIC se hubiera debido actuar con grandeza de miras, tomando medidas a la altura de la situación, en vez de estas medidas que parecen los castigos de los padres mercedarios en el patio del colegio. Qué sentido tiene prolongar sin sentido una agonía financiera, sin un plan real de viabilidad que afronte el crudo presente y el previsiblemente peor futuro. Al contrario, se tendría que comenzar por tomar los gastos e ingresos actuales y trazar una línea sobre cómo evolucionarán en el futuro, a la baja, a partir de información que ya se tiene y no sobre ilusorios escenarios de crecimiento o aumento de inversión. A partir de ahí, trazar un escenario de viabilidad: esto se va a poder mantener, aquello no... intentando ser justo y abriendo el debate a los institutos, con unos plazos realistas para proponer los planes de ajuste. Fusionar algunos centros, hacer desaparecer otros, recolocar el personal (que es siempre lo más complicado). Aceptar que si va a haber dificultades con las nóminas éstas tienen que ser para todo el mundo, sin hacer lo que se hace ahora de separar dos categorías (funcionarios y no funcionarios); socializando la carga se es más justo y se consigue que todo el mundo sea consciente de lo que pasa. Apoyar decididamente la captación de recursos del exterior, al tiempo que se denuncia la actitud del Ministerio de crear un problema sin proponer no ya soluciones sino una hoja de ruta. Y así un largo etcétera.
Pero no. En vez de eso se trabaja con previsiones inverosímiles y cuando ya no hay más remedio, cuando la realidad se nos cae encima, se toman medidas autoritarias, precipitadas, no dialogadas y contraproducentes. Molesta tener que explicar por qué se hace lo que se hace, molesta que la gente proteste, molesta que las cosas no vayan mejorando. No hay plan, sólo se improvisa. Del mismo modo que cuando el dinero abundaba y el presupuesto subía cada año no hubo una planificación coherente y una definición de política científica, tampoco ahora hay una planificación de un descenso que a pesar de su gran magnitud y durar ya cuatro años no se quiere asimilar como el nuevo estado natural de las cosas.
No supimos vivir y crecer con nobleza, ¿cómo podía esperarse entonces que muriéramos con una dignidad que nunca tuvimos?
Salu2,
AMT
El Gobierno aprueba por fin un rescate por 70 millones de euros para el CSIC..
ResponderEliminarLa noticia merece algunos comentarios. Con tal cantidad se equilibran al fin las cuentas de este año, con lo que deberíamos poder acabar el año con holgura. Sin embargo, dadas las fechas y la estrechez del flujo de caja podría pasar que no se pueda ejecutar todo el gasto pendiente en proyectos de este año ya que el día 2 de Diciembre se cierra el ejercicio contable hasta principios de Febrero de 2014. Eso le viene bien financieramente a la institución porque se recapitaliza, pero le creará problemas cuando esos proyectos acaben para justificar el uso de ese dinero (que si no tendrá que ser devuelto a las instituciones de origen). El problema debería irse resolviendo el año que viene.
Respecto al año que viene, si bien el presupuesto del CSIC se queda en los poco más de 600 millones que comenta este post, lo cierto es que el Estado aumenta en 50 millones su contribución, que presupuestariamente se ve compensada por un descenso de 50 millones que el CSIC captará en proyectos. Este descenso es muy realista si se tiene en cuenta que la última convocatoria del Plan Nacional, que tenía que haber salido en Diciembre de 2012, aún no ha salido hoy, 19 de Octubre de 2013; por tanto, los ingresos que le vienen al CSIC del Plan Nacional disminuirán un tercio durante los próximos 3 años (que es lo que duran estos proyectos). Esto es menos grave financieramente, ya que los proyectos sólo generan un 20% de ingresos netos, siendo el otro 80% gasto de la ejecución del propio proyecto: no se ingresa pero no se gasta. El descenso sólo redunda en el agravamiento del declive del personal, que en el Peak CSIC de 2009 llegó a los casi 15.000 trabajadores y que ahora supera a penas los 11.500.
Con los 70 millones ahora aprobados el CSIC equilibra sus cuentas de este año, aunque al finalizar el año pasado le quedaban 82 millones de euros remanentes en caja (dinero ingresado de proyectos que se iban a ejecutar posteriormente y por tanto no sobrante) y este años el remanente será de 0 euros de manera neta (seguramente quedará dinero en caja porque no se podrá ejecutar todo el gasto, como decíamos más arriba, pero el gasto quedará pendiente). Eso indica que la deuda neta del CSIC debe estar en algún sitio no muy lejos de esos 82 millones. Deuda que costaría bastantes años disipar.
El ingreso de 50 millones más directamente de la subvención del Estado disminuye el déficit neto anual del CSIC de 100 a 50 millones, con los números de 2013. Con la previsible continuación del descenso de personal y algunas medidas más de ahorro seguramente la institución podrá pasar 2014 sin necesitar rescate o uno de unos 25 millones hacia finales de 2014.
El problema es el declive de personal; con menos personal se captan menos recursos, lo que agrava el déficit, lo que lleva a más medidas de contención del gasto y más sangría de recursos humanos. El CSIC ha entrado en una espiral decrecentista de la que es difícil salir. Además, el 2014 será un oasis relativo, pero es de esperar que los problemas financieros se recrudezcan en 2015....
Salu2
Todo era mentira. No había en realidad 70 millones para rescatar al CSIC, sólo 27. Teóricamente 70, sí, eso aprobó el Consejo de Ministros, pero la disponibilidad de gasto hasta final de año que nos asigna el Anexo IV de la resolución del Presidente del CSIC enviada a los institutos hoy deja claro que sólo se podrá disponer de 27 millones.
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