domingo, 20 de octubre de 2013
Reseña de "El Oráculo de Gaia"
La última vez que estuve en Valladolid cayó en mis manos un libro, El Oráculo de Gaia. En la portada no figura el nombre de su autor, ni en ninguna página interior. Todo lo que sabemos de él es que fue publicado por Bubok Publishing en 2011 (de hecho, puede encontrarse en el catálogo de esta casa editorial) y que en las primeras páginas alguien que dice llamarse Érawan Aerlín, nombre de resonancias élficas, dice haber copiado este libro de otro más antiguo, o en realidad acaso el libro proviene del futuro. De hecho, a medida que avanza la lectura el lector tienen la impresión de que el propio libro que sostiene entre las manos atraviesa el tiempo adelante y atrás, sin que al final uno sea capaz de distinguir con nitidez presente, pasado y futuro.
El Oráculo de Gaia es una novela ingeniosa y tremendamente novedosa en su planteamiento, y por ello muy arriesgada conceptualmente; quizá por ello su autor se esconde en un cierto anonimato aunque cualquier persona del mundo del peak oil que relacione su procedencia con el discurso ambientalista del libro caerá en la cuenta de quién es el autor. El texto, al igual que los motivos célticos de la portada, está estructurado en círculos que giran en espiral, con cinco historias que se desarrollan paralelamente en las páginas aunque no así en el tiempo, y el continuo ir y venir adelante y detrás consigue crear una indescriptible atmósfera mágica. Para ayudar al lector a situarse en la línea argumental que se está siguiendo en cada momento el texto está redactado con una fuente de letra diferente dependiendo de cuál de los cinco relatos esté tratándose en cada caso. Algunos de los relatos hablan de elfos y de criaturas con capacidades mágicas, mientras que otros son mucho más mundanos y cercanos a nuestra experiencia cotidiana, con lo que al comienzo no se ve qué posible conexión pueden tener textos tan dispares. Y, sin embargo, a medida que avanza el libro se va intuyendo una convergencia que, de manera asombrosa, es total en las páginas finales del libro y le dan un sentido único a todo el texto; al igual que la triple espiral celta que es un motivo recurrente del libro, lo que es pasado se encuentra con el futuro para explicarnos el presente de manera tan perfecta que al acabar uno piensa que las cosas tenían que ser así necesariamente y dan a este libro un valor único.
La historia tiene dos elementos vertebradores fundamentales. Por una parte, el libro, el propio libro que lee el lector y que parece tener una existencia transtemporal y también transdimensional puesto que entra en ese plano mágico de criaturas en apariencia sobrenaturales. Pero el verdadero protagonista de la historia, o sus verdaderos protagonistas, son los árboles. Quien ha escrito estas páginas tiene un verdadero amor por la Naturaleza, un amor que nace de una comprensión rara y profunda de lo que es la Naturaleza y el ser humano. Un amor, también, que hará difícil de seguir el libro a mucha gente alienada por esta sociedad sobreindustrial en la que vivimos, y la suspensión de credulidad que puede sobrevenir les hará abandonar el libro mucho antes del épico desenlace, del eterno retorno que da sentido al libro y a mucho más que el libro.
Y es que El Oráculo de Gaia no es un texto fácil. No por lo que contradice de nuestros prejuicios bien arraigados, no por la perspectiva distópica que ofrece sobre lo que bien podría ser nuestro futuro, y no por los elementos mágicos introducidos por los relatos célticos y élficos que se entrelazan en todo el texto. No todo el mundo entenderá qué es este libro y su verdadero valor. Yo mismo empecé a leerlo en mi viaje de regreso de Valladolid, sintiéndome un poco obligado por el respeto y aprecio que tengo a la persona que me lo dio, y al comienzo su extraña estructura y el exceso de elementos mágicos - aunque fuesen referidos a la literatura de Tolkien que devoré cuando era un adolescente y en los primeros años de la Universidad - me hacía tomar el libro con cierta distancia, teniendo yo más interés por las partes referidas a la historia de César Borgia - envidiable el conocimiento histórico del autor - y en menor medida por la del refugio post-apocalíptico post-industrial post-cambio climático un poco "Cenital style" y bautizado con cierta sorna Ávalon por sus moradores, que por las partes que explican la expedición élfica desde Baobaal o la historia de amor entre un humano y una elfa. Y, sin embargo, al avanzar en el texto, por ese ansia humana de conocer cómo acaban las historias, fui metiéndome más en los cinco relatos, hasta el punto de que en el siguiente viaje largo me terminé de devorar las 400 páginas del libro, y aún sentí que la historia no se extendiese más (cosa por otro lado imposible cuando la perfecta convergencia de las espirales ya ha tenido lugar).
Desde el punto de vista estilístico impresiona la gran documentación histórica de muchos pasajes del texto tanto como la detallada discusión científica de los aspectos astronómicos y climáticos, a veces quizá demasiado académica o docente, deformación profesional y vocacional del autor, muy bregado también en la divulgación de los problemas de sostenibilidad de nuestra especie. Algunos pasajes del libro pecan quizá de ser a veces demasiado redundantes y a veces demasiado directos, y el desenlace da una impresión de ser ligeramente precipitado, quizá porque el autor se dio cuenta de que ya había escrito demasiadas páginas. La prosa, sin ser parca, no es pródiga en florituras, pero el libro se hace ameno de leer una vez que uno abre su mente y supera ciertos prejuicios contra la componente mágica de su discurso. Aunque en general la modulación temporal y el desarrollo argumental es sobresaliente, algunos giros argumentales en particular parecen un poco forzados, cosa que podría resolverse dando el debido tempo al desarrollo estos pasajes. Y el discurso de fondo es impecable; incluso más: extraordinario.
Un libro muy interesante para mentes abiertas.
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