miércoles, 26 de octubre de 2016
Tomando aire antes de la inmersión
Queridos lectores,
Los lectores habituales de este blog se habrán dado cuenta de que el ritmo de publicación de posts de mi puño y letra es ahora bastante menor de lo que solía. No es la primera vez que sucede; aparte de los problemas de salud que tuve a mediados de 2014, ha habido otros momentos en la ya dilatada trayectoria de esta bitácora en los que he escrito sensiblemente menos, generalmente por una sobrecarga en mi trabajo habitual. Es nuevamente ésta la razón de mi relativo receso actual; durante las últimas semanas he realizado 6 viajes, sólo uno de ellos relacionado con la divulgación del peak oil, y eso ha afectado mucho a mi disponibilidad para escribir posts (fundamentalmente, por la falta de tiempo para estudiar los temas de los que quiero tratar).
Este repentino incremento de la frecuencia de mis viajes me parece sintomático de un problema que vengo observando desde hace tiempo en mi entorno próximo y que creo que también es trasladable a un contexto más general. En mi caso particular, la mayor cantidad de viajes responde, en parte, a la necesidad de buscar recursos (y principalmente dinero). En España las posibilidades de financiación de la investigación son todavía bastante considerables, pero si uno quiere mantener una estructura estable como es el Barcelona Expert Center se necesita bastante dinero. Aún no hace un año que tuve que desprenderme de la mayoría del personal, delante de la imposibilidad de conseguir dinero para renovarles los contratos; y las tres personas que aún continúan trabajando para el BEC suponen un gasto bastante considerable, el cual afortunadamente estoy pudiendo cubrir justamente complementando el dinero que consigo del Plan Nacional de Investigación y Desarrollo español (que aún es nuestra fuente de financiación fundamental) con el dinero que consigo implicándome en nuevos proyectos financiados con fondos públicos o consiguiendo nuevos contratos con empresas privadas, razón por la cual acabo teniendo una o dos reuniones de trabajo al mes. Si a esto se le une la necesidad de hacer difusión de los productos que estamos ofreciendo en congresos de especialistas, y la participación en foros en los que se están analizando las oportunidades estratégicas y se diseñan los servicios futuros, en algunos meses puedo tener cuatro o más viajes.
Si Vd. ha llegado a este blog sin saber que yo soy científico que trabajo en un centro público de investigación (y que además cometo la felonía de ser funcionario desde hace unos años), leyendo la frase anterior podría quizá creer que trabajo en una empresa; y desde luego las cosas que digo no tienen que ver con lo que uno se espera que sea el mundo de la investigación. Ciertamente, a medida que he ido progresando en mi carrera una parte cada vez más sustancial de mi trabajo ha derivado hacia la gestión, pero hay algo más profundo: la investigación científica, y no sólo en España, está cada vez más orientada hacia la investigación aplicada y a las soluciones industriales desde la perspectiva de la empresa. Incluso si uno trabaja en áreas, como la mía - medio ambiente-, que históricamente ha sido más de conocimiento básico.
Por ejemplo, un proyecto en el que he conseguido hace poco implicarme está encuadrado dentro de una convocatoria pública europea que pretende establecer "servicios climáticos" y explícitamente señala que nuestro objetivo debe ser establecer puentes con las empresas para que puedan sacar beneficio de los servicios que estamos diseñando y montando nosotros. Es una vuelta de tuerca que contiene varias perversiones intelectuales. El ciudadano europeo de a pie se sorprendería de saber hasta qué punto las autoridades europeas y nacionales son mucho más conscientes de la gravedad de los problemas ambientales de lo que muchos creen, y la profundidad terrible con la que todas estas cuestiones han sido ya discutidas tiempo, contabilizadas en frías hojas Excel, todas las conclusiones y consecuencias estimadas. A nivel de la Comisión Europea, la discusión sobre la existencia y extensión del cambio climático (ésa que algunos negacionistas a sueldo se empeñan aún en negar trolleando por internet) fue superada hace mucho, y ya ni siquiera se habla de mitigación de sus efectos, como se hacía hace 10 años, o de adaptación a los cambios, como más realistamente se apuntaba hace 5 años. Ahora de lo que se está hablando es de mejorar nuestros sistemas de predicción para evaluar las grandes transformaciones que inevitablemente se producirán en nuestro entorno en las próximas décadas, establecer servicios que de manera fidedigna anticipen los problemas y estragos que se irán produciendo... y que alguien haga negocio con eso,
Vds. se preguntarán: ¿y qué hago yo en ese mejunje? Pues estoy allí porque es donde está el dinero, tengo tres contratos laborales que mantener y unas líneas de investigación que creo que serán útiles para la Humanidad y que me gustaría desarrollar. Así que vendo parte de mi tiempo por el dinero que me dan desarrollando esas cosas, siempre con una cierta congoja de no estar muy seguro del uso que se les dará. Y lo que me pasa a mi no es ninguna excepción: cada vez más, esto es la norma. Si uno quiere seguir haciendo un trabajo que merezca la pena, si uno quiere poder tener dinero para desarrollar su trabajo, cada vez más tiene que pasar por esta retorcida lógica que todo lo convierte en activos y pasivos, en costes y beneficios, en pérdidas y ganancias.... Hablando con miembros de mi familia, con amigos, con colegas, con conocidos, observo un cierto patrón repetido: en muchas ocasiones, aquéllos que aún tienen la suerte de trabajar están sufriendo un perceptible aumento de la carga que tienen que soportar, en muchos casos acompañada por la (presumiblemente optmizadora) implementación de nuevos estándares de calidad, de nuevos parámetros de medición de la efectividad y la productividad, de un incremento de la valoración meramente económica de cualquiera actividad de la que se trate. Ya no es sólo algo que le pase a aquellos que trabajan en empresas; pasa también en la educación pública, en la sanidad pública, en los ayuntamientos, la policía, los bomberos, los inspectores de Hacienda, los jueces.... en prácticamente cualquier ámbito. Esto está llevando a un incremento del estrés de los que aún trabajan, que notan que las viejas praxis son desdeñadas aunque toda la evidencia muestra que son mejores para los fines que presuntamente se buscaban, en tanto que se imponen otros modos de hacer que de hecho degradan la calidad y hace más difícil la consecución de esos fines, pero que responden mejor a una política de optimización de costes. Y el primer coste a optimizar es el laboral, con lo cual los que aún trabajan son menos y tienen que asumir todo o más del trabajo que había antes. Y eso por no hablar de los que ya no pueden trabajar, que sufren una especie de imagen reflejada y burlona de todos estos problemas.
Si Vd., querido lector, se reconoce en las frases precedentes, déjeme que le diga que éste es un buen momento para detenerse un momento, calmar la agitación que diariamente nos conmueve y respirar profundamente. Si vive Vd. en España, será sin duda consciente de que con la inminente toma de posesión de un Gobierno en plenas funciones (después de casi un año con el anterior interino) será inevitable la aplicación de una amplia serie de fuertes recortes y subida de impuestos. A una escala más europea, las crecientes dificultades de algunas grandes empresas, con varios bancos de bandera a la cabeza, no podrá ser capeada indefinidamente con las medidas de alivio cuantitativo y compra de títulos que lleva ejecutando el Banco Central Europeo a través de sus filiales. A escala global, los malos datos del comercio internacional, los descensos de las exportaciones de grandes productores industriales como China o Japón, la tensión sobre el mercado de materias primas y las dificultades de muchos países demasiado dependientes de las rentas de su exportación (con más de una bancarrota petrolífera en ciernes) plantean un futuro muy incierto para los próximos meses. Con todo, uno de los problemas más graves a medio plazo es el que se deriva de la brusquísima desinversión en el sector de los hidrocarburos, que nos puede llevar a confrontarnos con cuestiones muy difíciles.
Así que, querido lector, ahora es el momento de tomar aire, antes de la inmersion.
Salu2,
AMT
Post Data: Varios contribuyentes habituales me han ofrecido una serie de posts que iré distribuyendo durante las próximas semanas; además de la serie ya comenzada por Javier Pérez sobre Los escenarios peligrosos, Beamspot volverá a la carga ampliando su documentada y excepcional serie sobre el coche eléctrico. Además, como saben la época final del año se caracteriza por una serie de posts habituales de gran alcance, comenzando por el que dedicaré a la publicación del informe anual de la Agencia Internacional de la Energía, el World Energy Outlook 2016, a mediados de noviembre, el cual este año promete traer importantes novedades. Permanezcan en sintonía.
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