domingo, 6 de abril de 2025

Crónicas de La Caída - Abril de 2025


Queridos lectores:

En vista del curso de los acontecimientos que se están sucediendo a escala global, inauguro con este post lo que me temo que acabará siendo una serie de ellos, con capítulos de regularidad seguramente arbitraria y que se irán extendiendo a lo largo de los próximos años. La temática de todos estos posts será ir haciendo un retrato de los procesos que van a llevar a nuestra sociedad al proceso irreversible de descenso energético y material que sabíamos que era inevitable por razones geológicas, pero que probablemente se va a ver acelerado en algunos momentos por las decisiones políticas. Para mi es muy difícil decir si acelerar el proceso de descenso energético y material es algo bueno o malo: por un lado, es positivo por la disminución de los problemas ambientales y porque deja disponibles recursos que pueden hacer más y mejor falta después; pero por el otro, acelerar el descenso va a comportar problemas sociales muy graves que si no son bien gestionados pueden acabar siendo peores aún, incluso causar el colapso de algunas sociedades. A este complejo proceso, en el que nos moveremos entre el colapso y la adaptación, es a lo que he denominado (a falta de mejor ingenio a estas horas del día) La Caída.

Pero vayamos con las cuestiones del momento.

La atención de los medios de comunicación occidentales está centrada en los nuevos aranceles que acaba de aprobar la administración Trump. Aranceles para los que Trump y los suyos han buscado grotescas e inverosímiles explicaciones, pero la realidad de los cuales es mucho más prosaica, como de hecho ha quedado claro en algunas declaraciones de miembros de su gabinete: el objetivo es reducir el déficit comercial de los EE.UU., idealmente hasta que sea cero. Es por eso que los aranceles son diferentes para cada país o región, ya que son proporcionales al déficit comercial que los EE.UU. tienen con cada uno de ellos si éste supera el 10%, y para los que están por debajo les impone un arancel mínimo del 10% (incluso a los países con los que tiene superávit). Hay algunas excepciones curiosas a estos aranceles universales, la más notable la de Rusia, con la excusa de que las sanciones aún en vigor han reducido el comercio estadounidense con los rusos a prácticamente cero - un ejercicio de hipocresía que muestra una vez más cómo Trump ha llegado a un acuerdo de mutua comprensión con Putin. Es también notable que en este cálculo se fijan solo en bienes tangibles, excluyendo los servicios, ya que estos últimos  arrojan una balanza positiva para los EE.UU. y diluirían los aranceles calculados.

Los efectos de esta aplicación universal de aranceles no se han hecho esperar. EE.UU. es el mayor importador (y también el segundo mayor exportador) de mercancías del mundo, por un valor de 3,2 billones de dólares el año 2024. Una cifra más que considerable, dado que el comercio mundial representa unos 33 billones de dólares, de los cuales unos 24 billones son importaciones  de bienes tangibles. Por tanto, las importaciones de los Estados Unidos representan el 13% de todas las importaciones del mundo, y por eso mismo el impacto de estos aranceles universales por ese país va a tener un efecto devastador sobre la economía mundial. Algunos analistas apuntan a unas pérdidas en el comercio de alrededor de 1,6 billones de dólares, que es aproximadamente el superávit comercial global; pero es demasiado pronto para saber con certeza el efecto final, porque obviamente a los aranceles impuestos por EE.UU. habrá una respuesta de magnitud similar por parte de los países afectados.

De manera inmediata, aparte de hundir las bolsas, los aranceles van a provocar una gran inflación en los EE.UU., por lo menos en los bienes de importación, y por diversos efectos dicha inflación podría contagiarse al resto del mundo. Al tiempo, va a producirse un descenso generalizado de la actividad económica en todo el mundo, y eso va a llevar a una considerable reducción del consumo de materias primas y, por tanto, caídas notables en el precio de las mismas y particularmente en el de la energía (como se está viendo ahora mismo con la caída del precio del petróleo). Sin embargo, la carestía de los bienes de consumo y la más que probable desinversión en nuevos yacimientos (o inclusive en mantenimiento de los actuales) van a originar que la producción de petróleo y otras materias primas que están empezando sus curvas de descenso (uranio, cobre, plata) aceleren su caída productiva. Eso quiere decir que en un plazo de unos meses, un par de años a lo sumo, lo que vamos a ver es lo contrario: que el precio de las materias primas repuntará con fuerza.

El objetivo para nada disimulado de estos aranceles que ha implantado Donald Trump es conseguir la relocalización en tierras estadounidenses de las fábricas que marcharon hacia la China y otros lugares con mano de obra más barata. Lo cual, como han señalado algunos analistas, es un poco absurdo, no solo por el tema de la competitividad económica, sino porque los EE.UU. pretenden ser una potencia exportadora y al mismo tiempo mantener al dólar como divisa de reserva (esto es, como moneda de uso obligatorio en todo el planeta para la adquisición de algunos bienes, como por ejemplo el petróleo). Obviamente, hacer las dos cosas  a la vez es claramente contradictorio: si los EE.UU. tuvieran superávit comercial, eso querría decir que sus compradores tendrían que gastar sus dólares para comprar los bienes americanos y por tanto no lo tendrían para la adquisición de materias primas que se denominan en dólares. Para los EE.UU., que el dólar sea moneda de reserva les beneficia porque les permite financiar sus déficits (simplemente imprimiendo más) y exportar la inflación. Pero el coste de esos privilegios es la desindustrialización y un déficit constante en la balanza comercial. A la administración Trump le preocupa sobre todo lo primero, porque hace su país más dependiente del exterior y con menos empleos de media y baja cualificación para mantener empleada a la masa de su clase media.

¿Cómo cuadrar entonces el círculo de querer reindustrializarse y al tiempo conservar el privilegio de contar con la divisa de reserva? La administración Trump ya ha pensado en eso también, pues son conscientes de la contradicción en términos: según dicen, estarían dispuestos a rebajar los aranceles si los beneficios comerciales de los otros países se utilizan en inversiones productivas en los EE.UU. Es una solución perfecta para los EE.UU., pero desgraciadamente desde el punto de vista del resto del mundo rima bastante bien con extorsión.

Obviamente el plan de Trump puede fracasar ya que  tiene enormes riesgos, entre otros que la nueva situación fuerce a los BRICS a acelerar su plan de establecer una divisa comercial alternativa, y también que el comercio mundial se reconfigure dejando bastante al margen a los EE.UU. Por lo pronto, eso sí, el Día de la Liberación Económica norteamericano nos envía a una recesión económica de caballo a nivel mundial. En la desorientada Europa, la combinación de la imposición americana con el inmoral y desnortado plan de rearme puede ser económicamente mortal. Europa corre un riesgo existencial y podría acabar disgregándose por culpa de la agitación social que puede emerger en medio de este caos. De esta caída. De La Caída.

Muchas otras cosas están teniendo lugar, al margen de las maquinaciones y evoluciones de Trump y los suyos. En este momento hay una profunda crisis de combustibles que está afectando a América Latina y a África. ¿La razón? La dificultad de mantener la producción de diésel, como sabemos. A la espera de la nueva edición del tradicional post sobre el pico del diésel, he tomado los datos de la Joint Oil Data Initiative y replicado la gráfica de los valores mensuales de diésel y gasoil producido por las refinerías del mundo (a partir de abril de 2023 no hay datos de Rusia, así que uso como valor constante 1,7 millones de barriles diarios para ese país, que está en la franja alta de variación de su producción en los últimos años). La gráfica resultante (hasta diciembre de 2024) es la siguiente:

 


Como pueden comprobar, después del bache de la COVID la gráfica recupera la tendencia decreciente que comenzó ya en 2018, con fuertes variaciones mensuales pero con un comportamiento tendencial fuertemente decreciente, situándose en la actualidad alrededor de un 12% por debajo de los máximo de producción del período meseta que se extendió de 2015 a 2017. Este faltante de diésel no se está distribuyendo homogéneamente entre todos los países del planeta, y así, mientas en la UE no falta diésel, su escasez es particularmente aguda ahora mismo en Bolivia, y en ese país está afectando gravemente al transporte por carretera y a la minería, y en última instancia a la producción y distribución de alimentos: los problemas de desabastecimiento son tan graves en ciertos departamentos que han llevado a muchas personas a emigrar a Perú. No solo es Bolivia: los problemas de carestía e incluso escasez de van repitiendo por toda la región, con mayor o menor intensidad: Colombia, Venezuela, Cuba e incluso en algunos momentos en Argentina. El problema también es bastante grave y generalizado en África: Nigeria, Níger, Sudáfrica, Malawi, Zambia, Mozambique... En muchos casos, la escasez de combustible se ve acompañada con cortes del suministro eléctrico, por el recurso que se hace en algunos países a la electricidad generada consumiendo diésel y fueloil. Por si todo lo anterior fuera poco, la recurrencia de eventos extremos, con intensidades y frecuencias de repetición nunca antes vistas, está asolando medio mundo y exacerbando la penuria de zonas ya afectadas por los otros problemas (por ejemplo, las lluvias torrenciales en Bolivia). Rara es la semana en la que no se produce un gran evento de ámbito regional, desde la cadena de tornados que sacude en este momento los estados centrales de EE.UU. o las inundaciones récord en el centro del país, hasta las olas de calor (en Brasil o en Rusia, por ejemplo), pasando por la formación de borrascas completamente anómalas. Ahora mismo, por ejemplo, el vórtice polar amenaza con desplazarse a Europa Oriental y podría matar a los árboles que están comenzando su floración primaveral. El clima está entrando en una situación caótica, mientras la temperatura media del planeta no baja de los +1,7ºC con respecto a la media preindustrial. Pero nadie habla de este caos, ya que todo la atención está centrada en las decisiones de unos pocos hombres al otro lado del Atlántico. De hecho, muchas de estas otras noticias, que pueden desencadenar procesos de escasez que marcarán los próximos años, están pasando completamente desapercibidos. Y, lo que es peor, no se toman medidas efectivas para adaptarnos a ellos o mitigarlos.

La gran ironía de la situación actual es que el plan arancelario de Trump, con su efecto devastador sobre el comercio mundial, va a originar sin duda una disminución de la degradación ambiental, comenzando por una reducción del consumo de combustibles fósiles. Ésas son las paradojas de La Caída. 

En todo caso, prepárense, porque las próximas semanas y meses prometen ser moviditos. Nos veremos por aquí.

Salu2.

AMT

viernes, 28 de marzo de 2025

La amenaza fantasma

 

Queridos lectores:

Un fantasma recorre Europa. Después de décadas de placidez (o al menos así la han descrito los medios), hemos entrado en un estado de pánico, espantados (según nos cuentan) por una inminente invasión desde Rusia - importando a estas tierras aquella máxima atribuida apócrifamente a Kissinger, "El pueblo americano tiene solo dos estados: autocomplacencia y pánico". Desde Bruselas se exhorta a los ciudadanos de la UE a preparar un "kit de emergencia" para sobrevivir 72 horas delante de riesgos de lo más variado, pero entre los que se enumera el de la guerra. Entretanto, Europa lanza su nuevo programa de defensa, denominado "ReARM Europe" (siguiendo con esa práctica, cara a las instancias europeas, de enumerar sus planes en imperativo porque, supongo, lo ven más interpelativo - una colega siempre hace comentarios jocosos sobre esta práctica: "levántate", "dúchate", "desayuna"..., como una madre en día de colegio). En España, el presidente Pedro Sánchez anuncia que el presupuesto de defensa subirá hasta el 2% del PIB (lo cual, teniendo en cuenta que los Presupuestos Generales del Estado (PGE) español son aproximadamente la cuarta parte del PIB, quiere decir que supondrá el 8% de los PGE), y eso lo hará, según él dice, sin afectar a las otras partidas presupuestarias (cosa que todos sabemos que es mentira, pero es igual, seguimos como si tal cosa). Europa quiere avanzar rápidamente al rearmamento porque, según parece, las tropas rusas ya asoman por Helsinki, Praga, Budapest y Varsovia. Hay prisa, prisa, prisa... ¿No ven el riesgo existencial para Europa?

Obviamente, no existe tal cosa como la amenaza rusa. Rusia no se va a lanzar a conquista de Europa y arriesgarse a desencadenar una respuesta de los Estados Unidos. Además, dos países europeos poseen armas nucleares (Francia y el Reino Unido), lo cual es un riesgo excesivo. Y para acabar, hay un problema meramente de aritmética poblacional: aunque el territorio ruso es enorme, Rusia posee solo 140 millones de habitantes, mientras la UE son 450 millones. De hecho, para Rusia ya sería un reto logístico intentar ocupar permanentemente Ucrania, con sus casi 40 millones de habitantes - y es que es muy diferente defenderte en tu territorio que ocupar uno ajeno.

Eso no quiere decir que Rusia sea un corderito, pero obviamente el escenario que se nos plantea no tiene ningún viso, en absoluto, de realidad. Un enfrentamiento con Rusia sería para los eslavos agotador y costosísimo, incluso si no contemplara la ocupación del territorio. Y, total, ¿para qué querría hacer eso Rusia? Europa es, aún hoy tras las quiméricas sanciones europeas, su principal comprador de materias primas. Y hay no pocas personas, no solo en Moscú sino en Frankfurt y en París, que están deseando que las conversaciones entre Putin y Trump sobre Ucrania lleguen a buen puerto (sin contar con la opinión de los ucranianos, por cierto) para reestrablecer el flujo de materias primas a buen precio a los que Rusia nos tenía acostumbrados.

No. El movimiento rearmamentísitico y militarista europeo tiene otro objetivo y otra razón, y hay que entenderlo en el contexto del resto de decretos y directivas que están firmándose en Bruselas en las últimas semanas, como una desesperada respuesta a los cambios geopolíticos telúricos que ha supuesto el Segundo Advenimiento de Trump. Ya comentamos en el post anterior sobre la legislación Ómnibus y sus consecuencias en el plano ambiental. Pero la máquina legislativa europea no se detiene, y así hace unos días nos enteramos de que la UE ha calificado como estratégicos, y por tanto subvencionables, 47 proyectos para la extracción de materiales críticos, 7 de ellos en España (liderados por grandes empresas, muchas con pleitos en materia medioambiental). Estamos hablando, en la mayoría de los casos, de depósitos de escaso tamaño y por tanto de potencial producción, o bien muy dañinos ambientalmente. Si Europa se lanza a acelerar estos proyectos es porque percibe una necesidad desesperada de acelerar. Y es que la crisis energética y de recursos avanza inexorablemente. Mientras algunos necios se entretienen en discutir sobre los galgos y podencos de cuándo será el peak oil, dando entender que "nunca", los CEOs de las principales compañías que explotan el fracking en los EE.UU. (lo único que mantiene la producción mínimamente estable, aunque por debajo de los niveles de 2018) tienen claro que el peak oil es "ahora". En este momento, en Colombia y en Bolivia la situación es bastante complicada (por decirlo de manera suave) por la falta de diésel, un problema que se va extendiendo a toda Latinoamérica y a África (con Nigeria, principal proveedor de petróleo de España) a la cabeza. Lo único que mantiene a Europa protegida de la escasez de diésel es la fuerte recesión industrial alemana, pero eso no durará para siempre - ni tampoco es deseable para nadie. Al tiempo, los problemas que su escasez están originando en zonas críticas para el suministro de ciertos materiales auguran que los problemas de la cadena de suministros de hace unos años podrían ser una broma por comparación con lo que se viene ahora

Europa necesita energía, necesita materiales, y los necesita ya. La tan cacareada transición renovable, el REI, ha fracasado y se está hundiendo, y Europa no dispone de grandes recursos naturales. ¿De dónde sacaremos la energía que necesitamos? La respuesta la podemos encontrar en la primera de las tres preguntas que formulamos hace 9 años

Europa va a invadir el Norte de África.  

O, al menos, ésta es la intención no confesada de nuestros líderes (y aplaudida por empresas como Volkswagen, que ve no solo materia prima barata sino la posibilidad de reconvertirse a la industria militar). Es para eso que quieren las armas, es para eso que quieren militarizar las conciencias, es para eso que necesitan acallar los discursos críticos hasta que ya sea demasiado tarde.

Hablamos de defensa y de rearmamento, pero es un ejemplo claro de doble lenguaje al estilo de 1984, la novela  (en su momento de crítica contemporánea pero cada vez más anticipatoria) de George Orwell. En realidad hablamos de agresión y de preparación para la guerra.

Ni que decir tiene que la propuesta es profundamente inmoral. Europa, en vez de seguir por una vez en su Historia un camino de evolución y trascendencia, quiere volver a escoger lo peor de su pasado - del cual nunca se desentendió, como demuestran tantos episodios vergonzantes en África en las últimas décadas. Pero esta vez las cosas van a ser probablemente muy diferentes.

Europa no puede conseguir la sociedad guerrera que nuestros líderes quieren, al menos no en unas cuantas décadas - pero no tienen décadas para esperar. No tenemos capacidad técnica ni experiencia, ni nuestros jóvenes tienen ese patrioterismo chovinista propio de otros lares que les hacen prácticamente desear morir por la patria. Peor aún, los pocos sentimientos colectivos que podrían ir en una dirección parecida son de corte nacionalista, y para nada paneuropeo: yo no veo a un español, un italiano, un griego o un húngaro yendo a morir "por Europa". De hecho, creo que tampoco encontraríamos en esa trinchera alemanes ni franceses...

Pero es que Europa es un continente, hoy en día, avejentado y sin recursos, y con una juventud desencantada y profundamente enfadada porque la gente de mi generación les ha robado el futuro. ¿Qué alternativas de vida se les está dando a la gente que tiene ahora menos de 30 años - o quizá 40 años?

Por otro lado, los procedimientos profundamente burocráticos que son moneda común en el hacer de la Unión Europea implican que se gastarán muchísimos recursos en informes, evaluaciones, reuniones, etc completamente inútiles pero de los que en modo alguno van a prescindir porque son los que la casta gerencial europea usa para enriquecerse, aparte de para justificar su existencia. Es decir, la manera de funcionar de Europa garantiza la ineficacia absoluta de este esfuerzo bélico.

En realidad, el esfuerzo de guerra, con los 800.000 millones de euros comprometidos para ello, pueden suponer tal sobreesfuerzo y tales pérdidas en el ya relativamente tenue estado del bienestar que Europa podría llegar a implosionar, a colapsar socialmente, como aquellas personas ya de cierta edad que se empeñan en hacer esfuerzos que décadas atrás podían hacer con sencillez y que hoy en día les podrían matar. Es algo repetido en la Historia de la Humanidad: grandes imperios que, en una época de profunda crisis, deciden intentar recuperar la gloria militar del pasado y sucumben ante el peso del gasto militar y la acumulación de problemas internos.

En realidad, deberíamos estar pensando en cosas radicalmente diferentes. En la recuperación de tecnologías humildes, en la relocalización de la actividad, en la regeneración y en la renaturalización, y en la consolidación de la comunidad como unidad de base social. Sobre esto último, es significativo el llamamiento para que los ciudadanos dispongan de su "kit de supervivencia individual de 72 horas". ¿Y por qué 3 días y no 7, o dos semanas? En realidad, dada la complejidad de los riesgos que realmente nos amenazan - que son principalmente ambientales y climáticos - seguramente reforzar tu comunidad, tu grupo local, constituye una respuesta más segura, flexible, adaptable y resiliente. 

Acabo ya. Estamos en una línea roja. Una que no debemos cruzar por un imperativo ético, pero también lógico: la guerra tiene muy mala TRE.

Queridos lectores: éste es uno de esos momentos en los que uno no se puede permitir el lujo de mirar al otro lado. Es el momento de plantar el pie a tierra y decir clara y firmemente: No.

Yo no quiero que maten a mis hijos en una sucia trinchera en medio del desierto para intentar mantener la rueda de esta sociedad insostenible rodando tres o cuatro años más. ¿Y Vd.?


 

NO A LA GUERRA.

Salu2.

AMT

lunes, 10 de marzo de 2025

Abandonad toda esperanza

 

Queridos lectores:

Durante los últimas semanas, se han producido cambios de gran calado en el mundo, sobre todo a raíz de la llegada de Donald Trump a la presidencia de Estados Unidos. Desde su toma de posesión, el Sr. Trump se ha lanzado a una frenética actividad de firma de decretos que ponen patas arriba todo el estado norteamericano y por ende el mundo entero. Las medidas más impactantes han sido el despido masivo de trabajadores públicos en numerosas agencias estatales dando igual la importancia de la tarea que estuvieran desarrollando, la salida de los EE.UU. de organizaciones como la OMS o tratados internacionales como el Tratado de París, la fuerte disminución de la ayuda internacional americana y la aplicación de aranceles a la práctica mayoría de las naciones con las que los EE.UU. tienen actividad comercial.

Entre las múltiples áreas afectadas, están todas las relacionadas con la transición renovable. Particularmente, el Sr. Trump no tiene absolutamente ninguna fe en la capacidad de la Renovable Eléctrica Industrial (REI) para mantener la competitividad de la economía americana, y por el contrario se ha decidido a extraer todo el combustible fósil extraíble, y quemar todo lo quemable. En paralelo, la fuerte reducción de personal decidida para la NASA y la NOAA garantizan una pérdida de la capacidad de los EE.UU. no solo para seguir estudiando e intentar disminuir el impacto del Cambio Climático, sino que hasta su capacidad para hacer previsión meteorológica a corto plazo se va a ver afectada.

Hay una cierta tendencia a decir que el Sr. Trump es un loco o un extremista, y que no entiende lo que está haciendo; más aún, que todo lo que está haciendo acabará volviéndosele en contra. Por el contrario, yo creo que Donald Trump entiende bastante bien lo que hace y, peor aún, aunque sea inmoral sus acciones tienen una lógica que pueden proporcionarle un beneficio a corto plazo (aunque a largo plazo nos condene a todos).

Ya hemos hablado aquí con frecuencia de por qué el modelo REI no funciona, al menos no a la escala que se pretende implantar. Yo no creo que Donald Trump haya hecho un análisis tan detallado, pero seguro que sabe - porque es muy evidente - que la producción de energía renovable no es económicamente competitiva, ni probablemente lo será nunca, con respecto a los combustibles fósiles. Pero los miembros de la administración Trump no son unos ceporros que no sean conscientes de lo que implica la quema de combustibles fósiles; por ejemplo, el propio Elon Musk afirmaba en 2016 que "el Cambio Climático es el mayor riesgo que afronta la Humanidad en este siglo". Entonces, ¿cómo puede ser que Musk esté ahora aceptando que se recorten los subsidios a la instalación de nuevos puntos de carga, lo que va en contra de los intereses de su empresa Tesla? La clave es simple: a estas alturas, ya saben que no hay futuro en el REI. El REI fue una apuesta por una revolución tecnológica pero ha resultado fallida. Y el nuevo gobierno de los EE.UU. está pasando página. El propio Musk está pasando página: sabe que Tesla será una compañía de vehículos para ricos con una producción limitada. Del mismo modo que saben que en un futuro nada lejano la mayoría de la población no poseerá coche propio...

Pero eso no quiere decir que el gobierno de los EE.UU. no se dé cuenta de que el Cambio Climático es un riesgo existencial. Su apuesta, al final, es muy sencilla. Los EE.UU. tienen una cantidad considerable de recursos en su propio territorio, y una población seriamente amenazada por la pobreza: aunque la estadística oficial dice que solo el 11% de los estadounidenses viven por debajo de la línea de la pobreza, alrededor del 40% no pueden hacer frente a un gasto imprevisto. El gran problema para una gran parte de la población con poca o nula cualificación es la deslocalización de las fábricas que se viene verificando en las últimas décadas. Ergo, lo que interesa es relocalizar la producción. Para ello, EE.UU. se ha embarcado en un proceso de poco disimulado de desmantelamiento del sistema de comercio mundial, imponiendo aranceles de manera masiva. De esa manera, consigue que las fábricas vuelvan a los EE.UU. y consigue un empobrecimiento generalizado de todo el mundo (también en su país al principio), con lo que las emisiones globales de CO2 disminuyen. EE.UU. contaminará más, pero los demás contaminarán menos, y al final compensarán por los excesos del país del dólar. Hasta los recortes masivos del gasto estatal tienen perfecto sentido en este plan: al fin y al cabo, la apuesta energética de los EE.UU. implica explotar fuentes con baja Tasa de Retorno Energético (TRE), y por tanto en la situación de la tercera de mis famosas tres preguntas. Solo sacrificando partes del Estado del Bienestar se pueden explotar estas fuentes, cosa que en Argentina están experimentando con intensidad (lo cual será tema de un próximo post).

Hay, por supuesto, numerosas objeciones no solo morales sino también técnicas a este plan, y es dudoso que pueda funcionar en el largo plazo por las cuestiones que se han discutido a lo largo y ancho de esta bitácora - mayormente, la creciente escasez de recursos y particularmente de los combustibles fósiles. Pero no se puede negar que el plan tiene su lógica, e inclusive es probable que en el corto plazo pueda surtir los resultados deseados por sus promotores. El mensaje del "Make America Great Again" vendría por tanto a ser: "Dado que no se va a poder implantar el REI, que al menos nosotros podamos prosperar (por un tiempo) mientras vosotros os sumís en la miseria".

Quien ha quedado muy mal colocada en este nuevo escenario es la UE. Sin recursos, con una población avejentada y con una desindustrialización galopante, Europa se enfrenta a una nueva situación en la que el "amigo americano" nos ha dicho que nos apañemos por nuestra cuenta y que cada palo aguante su vela (de paso, que si queremos defender Ucrania, que nos encarguemos nosotros solitos). Da toda la impresión de que EE.UU. está soltando lastre con Europa. A fin de cuentas, es lógico: Europa no tiene recursos que aportar, y sí que tiene un gran nivel de consumo que a los EE.UU. no le reporta ningún beneficio. Así que para los EE.UU., de una manera cínica, lo mejor es dejar que Europa se vaya empobreciendo.

Delante de este panorama, y con la crítica situación industrial de Alemania (caída del 20% de la industria de 2020 a 2024, después de haber caído un 20% desde principios de siglo hasta 2020), a la UE no le ha quedado más remedio que reaccionar a la desesperada para intentar recuperar competitividad. En enero se aprobó la denominada "Brújula de la Competitividad", que teóricamente mantiene la descarbonización en el centro de las políticas, pero que al tiempo apuesta por la "simplificación administrativa" para facilitar la competitividad económica. Ya después de las elecciones de Alemania (con el miedo de ayudar a la ultraderecha si la reculada en el frente renovable se evidenciaba antes de tiempo), la nueva regulación Ómnibus - en particular la simplificación administrativa - conlleva una reducción de la exigencia en materia ambiental y de respeto a los derechos humanos. Se anuncian también moratorias para el destierro final de los coches con motor de combustión interna, mientras las compañías europeas siguen manteniendo el coche eléctrico en el congelador y algunas, como Stellantis, apuestan para simplificarse (eliminando marcas) para sobrevivir.

Europa está desubicada, hace ya tiempo que lo está, pero el mundo no va a esperar a que la UE reevalúe su posición en el mundo y decida la nueva dirección que quiera tomar. Los grandes fondos de inversión se están retirando aceleradamente de la inversión verde, y hasta el fondo Kanou Capital LLP, que hace un año promovía inversiones 100% verdes, considera que el mercado está muerto "por ahora". Éstos y otros indicios indican que estamos llegando al final de la primera burbuja renovable, es decir, al final de la apuesta por el REI. Mientras se mantengan los fondos NextGeneration seguirán tirando adelante algunos proyectos, y de tanto en tanto veremos planes de rescate encubiertos (como los 1.200 millones de euros anunciados por el presidente Pedro Sánchez para el cada vez más arrinconado hidrógeno verde), pero cada vez habrá menos fuelle. Ciertamente nunca se reconocerá que el REI fue un fracaso, pero progresivamente se irá hablando menos de él, poniendo de vez en cuando excusas de acuerdo con la coyuntura para justificar por qué no acaba de tomar impulso, hasta que por fin dentro de 5 ó 10 años se reconocerá por primera vez que no era viable - no a la escala que se pretendía.

No espero que los (no tan numerosos pero sí bastante ruidosos) adalides del industrialismo reconozcan jamás que se equivocaron. No espero que aquellos que defendieron y promovieron desde instancias públicas la falacia del Green New Deal asuman la responsabilidad por los dineros públicos malgastados y, sobre todo, por el coste de oportunidad de poner tanto empeño en un camino errado, destructivo y colonizador. Sé que durante un tiempo negarán que esto está pasando, que el Green New Deal se va por el desagüe de la historia, que los macroparques renovables no valen para nada, que el REI ha muerto, que no habrá ni coches eléctricos a mansalva ni hidrógeno verde hasta en la sopa; y cuanto más evidente sea el final de esta burbuja, más lo negarán. En su crispada exasperación, espero que más que nunca nos señalen a aquéllos que alertamos de todas las contradicciones técnicas de estos proyectos, que nos acusen a los que pusimos sobre la mesa su inviabilidad energética, económica y ecológica. Llegarán a decir, estoy seguro, de que todo esto es culpa nuestra. Cualquier cosa antes de aceptar que en realidad ha sido ellos y solo ellos la causa de este fracaso estrepitoso, cuya onda expansiva va a perjudicar al ambientalismo durante muchos años. Porque, por desgracia, es más que previsible que, en una Europa dominada por el discurso del populismo, se aprovechará el fracaso de estas políticas verdes (en realidad, industrialistas) para decir que el Cambio Climático y el resto de problemas ambientales son falsos, y fruto de una conspiración de izquierdosos camuflados. Cuando, por desgracia, la crisis ambiental no solo es real, sino que está llegando a un estado crítico

Vendrá entonces el llanto y el rechinar de dientes. Y nos tocará a todos los que estamos intentando concienciar de los problemas ambientales hacer nuestro descenso al infierno social. Malos tiempos para la lucha contra el Cambio Climático, algo que sinceramente me desazona, viendo la gravedad de la situación actual, viendo cómo podemos descender a un infierno literal por culpa de la codicia y el ego de unos pocos. "Abandonad toda esperanza, los que entréis aquí".

Mientras tanto, la rueda de la Historia sigue dando vueltas, ajena a nuestras pequeñas y mezquinas disputas. La reunión entre Trump y Putin para discutir el final de la guerra en Ucrania (sin contar con la propia Ucrania, no digamos ya con la UE) ha dejado claro que entramos en una nueva fase del declive de nuestra civilización, que estamos ya en los primeros compases de la partida final del descenso energético. Mientras que en América Latina y partes de África se empieza a hacer evidente que falta diésel (espero sacar pronto la última edición de nuestra serie "El pico del diésel") y los apagones se multiplican, EE.UU. y Rusia se están repartiendo sus áreas de influencia en un mundo donde habrá menos recursos y solo unos pocos actores tendrán acceso a ellos. 

¿Dónde deja eso a Europa? En realidad, en una exclusión que muchos otros países llevan décadas sufriendo pero que la engreída Europa cree no merecer. Delante de estos retos, la respuesta de la UE es una absurda y autodestructiva militarización, blandiendo la amenaza fantasma de una posible invasión rusa. Pero es éste un tema demasiado extenso y por eso lo discutiremos en el próximo post.

Salu2.

AMT

viernes, 10 de enero de 2025

Decimoquinto año de este blog


Queridos lectores:

Como es habitual en este blog al acabar un año, haré un balance del desempeño de esta bitácora, aunque será más breve que en otras ocasiones. Como imagen representativa de este año, en un año trufado de eventos de gran impacto donde sobran imágenes representativas, he decidido poner la portada de mi último libro ya que este post está dedicado a mi trabajo de divulgación en el contexto de esta página web, pero también en general.

Como siempre, analizaré el pasado, presente y futuro de este blog.

Pasado:

El año 2024 ha sido un año de calma relativa en términos energéticos, pero bastante agitado en cuanto a los problemas ambientales y sociales. La escasez de energía se está manifestando con cada vez más fuerza en países sobre todo de Latinoamérica y África, pero poco a poco sus efectos se dejan sentir en la confiada Europa, por medio de los problemas de la cadena de suministros y el encarecimiento de todo tipo de materias primas. Además, 2024 ha sido un año pródigo en eventos extremos, con fuertes inundaciones, tempestades, sequías, incendios y catástrofes ambientales de todo signo, mientras crece la preocupación por la rápida subida de las temperaturas de la atmósfera y de los océanos, y se acrecienta el temor a que se produzca el paso de algún punto de no retorno climático. Por último, la creciente inestabilidad geopolítica, las guerras y la represión armada de todo tipo, y la conflictividad social están favoreciendo la emergencia con fuerza de opciones políticas radicales, represivas y autoritarias.

La carga de trabajo, algunos cambios importantes en mi dinámica familiar, la intensa actividad de divulgación - inferior a la de 2023 pero aún así bastante grande - y la escritura y presentación de mi nuevo libro han hecho que este año le haya dedicado sensiblemente menos tiempo a este blog, y en particular originó un considerable retraso en el análisis del World Energy Outlook, lo cual en cascada empujó a que los posts que típicamente se publicaban a finales de año no los haya sacado hasta ahora, a principios de enero, y haya dejado por publicar un par de posts sobre temas que merecen cierto análisis extra (como el espectacular incremento de la extracción de petróleo de fracking en Argentina o las previsiones para la producción mundial de petróleo que se deducen del WEO 2024), posts que espero sacar en las próximas semanas.

Todo esto ha llevado a que en 2024 haya publicado el mínimo histórico de posts: tan solo 11, menor que el anterior récord de 17 (incluso si los tres posts de finales de año hubieran salido a tiempo, seguiría siendo el mínimo histórico). Una situación que me gustaría evitar que se repitiese en los próximos años, dado que al final este blog es mi primer canal de divulgación y el que me permite tener material ordenado que la gente puede consultar libremente. Este año no hay contribuciones de otros autores, entre otras cosas porque Beamspot ha decidido continuar con su propio substack (cosa que me parece bien, porque además yo tardaba mucho en sacar sus posts).

De los posts publicados en el último año, el más popular ha sido  "Si nuestra supervivencia fuera importante", con unas 26.000 visualizaciones, siguiendo la tónica del año pasado, en la que el post más visto fue "Si no es ahora, será después". La inquietud por una posible detención de la AMOC es grande y eso explica el interés de ambos artículos.

Durante el último año se han visualizado unas 718.000 páginas de este blog, lo cual es un más que sensible incremento con respecto a las 645.000 del año pasado, la cual cosa muestra que mi trabajo es más conocido, a pesar de haber escrito menos artículos nuevos. El 53% de las visitas se originaron en España, un 8% desde EE.UU., un 6% en Hong Kong (sí, yo también me he sorprendido), 4% en Francia, 3% Singapur (!!) y también Alemania, 2% Rusia (!), y 1% Argentina y Países Bajos, respectivamente. La presencia de Singapur y de Hong Kong hace pensar en bots, pero el resto es probable que sí que sea representativo. De países de habla hispana solo vemos a España y Argentina, llamativo en un blog que está escrito en español.

En cuanto a la procedencia, este año son muy dispersas: 14% desde Google, 4% de X, y 1% Menéame; el resto son (81%) son "Otros".

En términos absolutos, contando desde el principio del blog en enero de 2010, blogger contabiliza 16,7 millones de páginas vistas, es decir, 800.000 más que el año pasado.

A día de hoy los 10 posts más vistos son "Un año sin verano" (2013), con 122.000 visualizaciones; "Digamos alto y claro: esta crisis económica no acabará nunca" (2010), con 113.000; "El pico del diésel" (2012), con 84.400 visualizaciones; "La España buena y la España mala" (2013), con 70.500; "Tus vecinos no se conformarán con un YA OS LO DIJE" (2015), con 69.300; "El por qué de un llamamiento" (2022), con 58.400; "Eres un pringado" (2020), con 58.200; "La Tormenta Negra" (2020), con 55.500; "La espiral" (2014), con 55.100; y "Fracking: rentabilidad energética, económica y ecológica" (2013), con 52.900. Es el mismo ránking que el año pasado, y eso significa también que no ha entrado ningún post de este año, cosa lógica dada la madurez del blog, que hace que los posts antiguos acumulen muchas visitas y que los nuevos solo podrán entrar cuando acumulen más de un año de visitas.

Presente.

Destaca sobre todo mi escasa presencia en el blog, y la desaparición de los canales para que los lectores puedan discutir. Abandonamos Facebook hace años, el Foro Crashoil fue cerrado hace ya un par de años, el foro de telegram tuve que cerrarlo dado el tono de las discusiones y las temáticas que se estaban empezando a tratar (poco apropiadas a mi entender y que podrían llegar a salpicarme legalmente como administrador) y el ambiente en X aka Twitter cada vez más enrarecido y con la anomalía de que su propietario tiene establecido un sistema que nos va drenando de manera perceptible de seguidores (todos los días me notifican que tengo una buena treintena de nuevos seguidores y aún así pierdo más que eso cada día). Por si eso fuera poco, los insultos y amenazas hacia científicos que hablamos de temas ambientales y de sostenibilidad se han recrudecido en los últimos tiempos. Malos tiempos para la lírica y para la discusión pública.

Futuro.

Por mi parte, mi intención es retomar cierta actividad en el blog. No volveremos a los niveles de los primeros años, pero mi objetivo es sacar un par de artículos al mes - a ver si lo consigo.

Por el lado de mi trabajo de investigación, tengo varias iniciativas en marcha en temas de oceanografía que espero que salgan a la luz en los próximos meses, con algunas potenciales noticias de alto impacto. Veremos.

Aparte, seguirá mi tarea de divulgación, teniendo ya apalabrados unos 30 actos para este año y solo estamos a 10 de enero. Como objetivo relevante, quiero empezar a relegar X aka Twitter como canal de difusión, visto la política que tiene Elon Musk: no lo abandonaré, pero intentaré explotar la difusión a través de Mastodon y Bluesky.

2025 promete ser un año pródigo en noticias relevantes relacionadas con los problemas de sostenibilidad de nuestra sociedad, e inclusive uno de relativa aceleración de estos problemas. Permanezcan en sintonía.

Y por si acaso no se lo había dicho ya, les deseo un Feliz 2025 y que personalmente sea un año venturoso para Vds.

Salu2.

AMT

jueves, 9 de enero de 2025

Predicciones para 2025


 

Queridos lectores:

Aunque sea con unos días de retraso respecto al calendario habitual, ha llegado por fin el momento de hacer las previsiones para el año que empieza, centradas en los problemas de sostenibilidad que aquejan al mundo y que van paulatinamente agravándose por la falta de reconocimiento de su gravedad y de aceptación de las verdaderas medidas a tomar. Al final, todos estos problemas de sostenibilidad acaban traduciéndose en efectos catastróficos para la economía, la sociedad y la geopolítica, que es en lo que se suelen centrar estos ejercicios de prospección que escribo en estas páginas.

Como siempre, debo empezar con la consabida nota de descargo. Como es obvio, resulta muy difícil saber qué pasará en un período tan relativamente corto como son 12 meses y fijándose solamente en los aspectos que conozco mejor, que son los que definen la crisis de sostenibilidad de nuestra civilización y particularmente la crisis energética. Existen multitud de factores, más allá de los meramente energéticos y materiales, que condicionan el devenir de los acontecimientos y más aún la desigual repartición de los recursos y los problemas; y aunque en líneas generales uno puede intuir la tendencia general que sigue la sociedad, es completamente imposible hacer una predicción precisa y menos a tan corto plazo. El único interés de hacer este ejercicio no es tanto acertar lo que finalmente va a pasar como imaginar escenarios de futuro que puedan corresponderse a esas tendencias, con el objetivo principal de reconocerlos y evitar así los más negativos. Por ello mismo, nunca cabe esperar que se sigan los peores pronósticos; pero más aún: el mismo hecho de haber mostrado qué es lo peor que podría pasar debería de servir de guía para evitarlo, o en su caso contrarrestar esa manida excusa de nuestros gobernantes, ya saben, la de "nadie lo vio venir". Así pues, nadie espere encontrar aquí una respuesta clara y precisa a lo que de seguro va a pasar en los próximos 365 días, y sí el enunciado de los riesgos mayores que podríamos afrontar en este año, fruto de nuestra conducta indolente, pero no estando exento el curso final de los acontecimientos de las veleidades del azar.

Esta nota de descargo es en los últimos años muy pertinente ya que, a falta de mejores y más fundados argumentos, es lugar común en la trollesfera acusarme a mi de hacer "predicciones fallidas", cuando en su mayoría este blog habla solo de tendencias y riesgos, no de certezas y vaticinios. En realidad, estos trolls son incapaces de sustanciar "en qué me he equivocado", y eso que de seguro hay muchas cosas que he dicho en ya 15 años de singladura que no son correctas. Como norma general, o dicen vaguedades que son tergiversaciones de mis afirmaciones reales, o bien aluden a un post concreto de principios de este blog, cuando yo solamente estaba empezando a interesarme en este tema, aún no manejaba las bases de datos estándar y simplemente comentaba sobre un artículo de un analista de materias primas llamado Jack Lifton y discutía sus implicaciones sobre un despliegue masivo de coches eléctricos. Lo más cómico del asunto es que ya en 2010 alguien me avisó de lo errado de los números de Lifton y yo escribí otro post, esta vez con datos del USGS, sin que las conclusiones fueran cambiadas en lo esencial, y ese nuevo post lo enlacé al final del que blanden los trolls, sin que nunca se hayan dignado a leerlo. Lo triste es que aún hoy en día de vez en cuando algún troll me argumenta mostrándome capturas de pantalla de aquel post, por supuesto fuera de contexto y obviamente omitiendo que todo el asunto ya fue discutido hace casi 15 años. Y ya está, porque obviamente no tienen nada más en qué basarse, y ni eso es una predicción mía.

En fin, esta obsesión en buscar mi descrédito tiene sin duda su origen en el hecho de que, por desgracia, muchas de las tendencias apuntadas en este blog desde hace años se están materializando y están complicando el panorama no solo energético, sino también social; y piensan esos necios que matando al mensajero matan el mensaje. Y también, no nos engañemos, están los que sirven a su señor, el gran capital, al cual no interesa que nadie ponga en peligro sus negocios y prebendas.

Quede claro, por tanto y en resumen, que las predicciones que se enuncian en este post son de carácter especulativo y en modo alguno son precisas. Si después de decir todo esto decir todavía viene un troll a acosarme con "vaticinios fallidos" por lo que luego diré, estará claro que se tratará de un completo gilipollas.

Antes de enunciar las previsiones para 2025, y como siempre, hagamos un repaso de las previsiones que hice hace un año para el 2024.

  • Precios planos del petróleo: Previsión completamente acertada, el precio se ha mantenido todo el año en la franja de los 70 a los 90 dólares.
  • Crisis del gas: Parcialmente acertada, ya que a final de año hemos visto un fuerte incremento de su precio en Europa y problemas crecientes en su distribución debido al cierre de los gasoductos que atraviesan Ucrania.
  • La producción de carbón sigue a buen ritmo: Cierto, se han cumplido las previsiones.
  • La producción de uranio se desploma: No se puede saber con certeza ya que la Organización Nuclear Mundial no está dando los datos del 2023, y los indicios que tenemos son contradictorios.
  • Revueltas por escasez de combustible: Más o menos acertada, sobre todo en Latinoamérica y África, como comentábamos en el post anterior.
  • Fin de la guerra de Ucrania: Por desgracia, previsión incorrecta, ya que la guerra en Ucrania sigue llevándose numerosas vidas por delante.
  • Recesión económica profunda en Europa: Más o menos acertada: Alemania suma ya dos años de recesión y en Francia el crecimiento es anémico; y como se preveía, en España el impacto ha sido más pequeño.
  • Crisis de desindustrialización: Completamente acertada, viendo los recientes anuncios de BASF, Siemens o Volkswagen, y las protestas en Alemania.
  • La eólica da un paso (o dos) atrás: Completamente acertada, los proyectos han ido al ralentí y la situación de Gamesa cada vez es peor.
  • Dificultades crecientes en la gestión de la red eléctrica: Completamente acertada, como atestiguan los 5 incidentes ya de activación del mecanismo SRAD de manera masiva y prolongada en España.
  • El declive de las TICs: Más o menos acertado, aunque no había ninguna previsión concreta.
  • Inestabilidad política: Completamente acertado.
  • El desastre climático: Por desgracia, completamente acertado, habiendo sido España uno de los países afectados gravemente en el episodio de la DANA de Valencia.
  • Cierre de este blog: Acertado, puesto que se veía poco probable pero lo que sí que ha pasado es la creciente mala leche.

Ha sido 2024 un año inusual, dado que prácticamente todas las previsiones han sido bastante acertadas (excepto la de la guerra en Ucrania). Vayamos por fin con las previsiones para 2025:

  • Pico de precios del petróleo: El fracking empieza a renquear, pero el plan de Trump es incrementar su producción, igual que hizo en su primera presidencia, así que al final a los EE.UU. les interesará que se produzca una elevación del precio que incentive una mayor inversión. Únase a eso los fuertes declives en importantes productores como México, Venezuela o Nigeria, y las crecientes dificultades en Arabia Saudita. A pesar de que la recesión mundial probablemente debutará este año, haciendo caer la demanda y empujando el precio a la baja, la presión por tener precios altos del petróleo va a ser muy grande y por eso me parece probable que para el verano veamos un nuevo pico de precios, superando con cierta holgura la barrera de los 100 dólares y acentuando la recesión económica.
  • Problemas con el gas: La producción de gas natural del mundo está ya muy cerca de su máximo. Todo apunta a que los pozos de fracking de los EE.UU. están entrando ya en su proceso de declive inexorable, no importa a qué ritmo se excaven nuevos pozos. Europa tiene dificultades crecientes para suministrarse gas, y en ese sentido puede haber precios muy elevados en el Viejo Continente durante los primeros meses de 2025 y también en los últimos del año. Esto va a suponer un freno aún mayor a la economía.
  • El carbón como última salvación: fallando todo lo demás, el carbón se perfila como la única fuente de energía fósil aún fiable, y aunque no le quedan tantos años para llegar a su pico de producción es probable que en lo que resta de década aún pueda aumentar un poco su producción, y en todo caso su caída sería más lenta que la del gas y el petróleo (lo cual no es nada bueno, pues su quema es más contaminante y lo conveniente sería que bajara más rápido). En 2025 espero que la producción de carbón aún aumente respecto a los años anteriores, impulsado entre otras cosas por la falta de alternativas para garantizar el suministro eléctrico, sobre todo en ciertos países.
  • Apagones: La red eléctrica de muchos países del mundo está experimentando apagones repetidos, que de momento se están cebando en Latinoamérica y África. Sin embargo, las dificultades con el gas y el exceso de confianza está llevando a aceptar riesgos técnicos evitables en Europa y los EE.UU.. Veo una cierta probabilidad de que se produzcan uno o dos incidentes de apagón bastante serios en algún país europeo durante este 2025.
  • Recesión mundial: A estas alturas es bastante difícil de disimular que Europa está echando fuertemente el freno, sobre todo por los problemas de Alemania. Pero la mal resuelta crisis inmobiliaria en China y los problemas internos de los EE.UU., junto con el obvio fracaso de la nueva renovable, cada vez más patente, y los riesgos en el sector del automóvil, entre otras manufacturas, hacen previsible que en 2025 nos precipitemos en otra oleada recesiva importante a nivel mundial. Una de la que nos va a costar más salir. Y es que a pesar de la contracción económica preveo que la inflación sea relativamente elevada - no desbocada pero sí significativa - lo cual incrementará el malestar de la población.
  • Fin de la guerra de Ucrania: A Trump no le interesa tener dos frentes bélicos abiertos con tanta implicación de los EE.UU. (Ucrania e Israel) tan lejos de casa, y Ucrania está costando demasiado caro. Creo que de las primeras medidas que tomará Trump es favorecer un alto el fuego en Ucrania, y empezar una negociación. El problema es que con el estado actual del frente, las concesiones que tendría que hacer Ucrania serían muy onerosas y Rusia se erigiría como la vencedora de esta guerra; mala combinación con la que el nuevo presidente tendrá que lidiar. Pero me temo que lo hará.
  • Ascenso de la ultraderecha en Europa: las elecciones en Alemania en febrero darán sin duda un nuevo empuje a Alternativa por Alemania, del mismo modo que las elecciones europeas de 2024 consolidaron el bloque de ultraderecha en el Parlamento Europeo. Con cada vez más países escorados a posiciones populistas y autoritarios, le costará más al resto mantener gobiernos de otro signo o no influidos por los partidos ultras. Preveo un escoramiento significativo de las políticas europeas hacia los postulados de la ultraderecha, que en materia de energía supondrá una apuesta (al menos verbal) por la nuclear y las centrales de carbón, y en general un desprecio a la investigación en Cambio Climático y en los problemas de sostenibilidad. Podemos observar movimientos muy negativos respecto al trato al mundo de la investigación, pero como en general habrá un retroceso en cuestión de libertades individuales el ciudadano de a pie tendrá otros muchos problemas de los cuales preocuparse.
  • Protestas generalizadas en Europa y represión: La mala situación económica, el aumento del paro, la inflación, el encarecimiento de la vivienda... todo junto va a provocar un año mucho más tumultuoso en lo que a protestas sociales se refiere, y eso que el 2024 fue pródigo en ellas. Dada su mayor frecuencia e intensidad, y el ascenso de formaciones más autoritarias al poder, es previsible que comience a haber una oleada de represión policial, que no se limitará al uso de antidisturbios en cualquier tipo de manifestación, sino una verdadera persecución policial de las personas más significadas en este tipo de protestas, llegándose incluso a arrestos de mayor o menor duración.
  • El sector automovilístico entra en una fuerte contracción: La única salida a la situación de ventas débiles y problemas económicos estructurales es profundizar en el proceso de concentración empresarial que ha vivido el sector durante los últimos años, y me temo que eso es lo que vamos a ver en 2025, nuevos anuncios de fusión, de reducción de producción y de ERTEs, cuando no EREs.
  • Problemas con internet: Por primera vez en Europa se va a empezar a ser consciente de que hay algún problema de sostenibilidad con internet. Algunos servicios se cancelarán, se harán más caros o disminuirán su calidad y prestaciones. No hablo de una carestía como la que sufrirá toda la economía, sino de un fenómeno particular que la gente percibirá como un deterioro significativo de servicios en internet. Obviamente se utilizarán las excusas al uso, incluyendo que hace falta reforzar la red eléctrica para conectar más centros de datos para poder dar suficiente soporte a un sector emergente y clave de la futura economía. Todo menos aceptar que internet tal y como lo conocemos está topando con un muro y que a partir de aquí lo que le espera es una cuesta abajo, con pequeñas subidas alternando con las bajadas pero tendencialmente decreciente, en los próximos años.
  • España en crisis económica y política: La llegada de la crisis económica a España, con retraso respecto a Europa, lo hará con más fuerza que en el resto del continente, debido a la fuerte dependencia de los servicios, en particular del turismo. Esto, unido a los importantes problemas sociales actuales (fundamentalmente, la destrucción de la clase media por el encarecimiento general y de la vivienda en particular) y la fragilidad del gobierno español hará que 2025 sea probablemente un año agitado en lo político, sin que se pueda descartar, si las turbulencias son grandes, que acabe cayendo el gobierno y se convoquen elecciones anticipadas.
  • El desastre climático, nueva entrega: Por desgracia, la DANA de Valencia no es un evento raro sino que, dada las condiciones actuales, es algo que se va a repetir. No de la misma manera y no con la misma virulencia, pero por desgracia en 2025 vamos a ver en el mundo algunos nuevos episodios de eventos extremos completamente inauditos en los registros históricos, y alguno de ellos afectará seriamente a España. Esperemos que esta vez no cause tantos daños.
  • Cierre de este blog: Siempre se ha visto poco probable, y tampoco lo veo muy posible en 2025, aunque estoy convencido de que la hostilidad contra mi persona subirá unos cuantos enteros por culpa de los problemas tan serios que nos aquejan. Un temor creciente es la inquina al alza contra los científicos que nos dedicamos a estos temas. No cerrarán el blog, pero es probable que empiece a haber un acoso mayor, que inclusive podría empezar a partir de algunas instituciones.

A finales de 2025 repasaremos esta lista para ver cuánto de cierto (o de errado) ha habido en estas proyecciones a corto plazo. Entre tanto, cuídense.

Salu2.

AMT

miércoles, 8 de enero de 2025

The Oil Crash: Año 19

 


Queridos lectores:

Con un retraso de unos días, les presento el resumen de los hechos más destacados del año 2024 en materia de sostenibilidad, y particularmente tanto en los aspectos ambientales.

Como suele pasar, este año ha estado cargado de muchas noticias y en general el tenor, en cuestiones de sostenibilidad, ha sido considerablemente peor que el de años precedentes. De hecho, hay tantas noticias que es completamente imposible glosarlas aquí todas, así que discúlpenme si algo muy notorio acaba quedándose en el tintero.

+ Creciente caos climático: El año 2024 ha estado caracterizado por una enorme cantidad de eventos extremos, con lluvias y vientos anómalos en todos los continentes, en ocasiones con efectos muy destructivos. Lo más preocupante es la ocurrencia de estos fenómenos en lugares donde no hay constancia en décadas, a veces incluso en siglos, de nada parecido. Desde inundaciones en Arabia Saudita a nieve en Marruecos. Puestos a destacar eventos particularmente destructivos, señalaríamos el huracán John en Acapulco (por segunda vez en 11 meses se produce un huracán en esa zona que sufre una intensificación explosiva hasta categoría 5 en menos de 24 horas), el huracán Helene en los EE.UU. (que trajo la devastación a estados hasta ese momento considerados seguros, como Carolina del Norte), las catastróficas inundaciones en Katmandú (más de 200 muertos), las inundaciones en Polonia, Hungría y Austria de septiembre y las repetidas inundaciones de Turquía (cada pocos meses se producen nuevas) y, en el caso de España, la DANA de Valencia.

+ Preocupación creciente con los puntos de no retorno climáticos: Durante el 2024 ha vuelto con fuerza la discusión sobre una posible ralentización e inclusive eventual detención del brazo atlántico de la Corriente Meridional del Lazo (Atlantic Meridional Overturning Current o AMOC), a partir de diversas publicaciones que, analizando datos recientes, ponen de relieve que el peligro puede ser más cercano de lo que nos pensamos (escribí un post sobre uno de esos artículos). Los hallazgos que se han ido publicando con posterioridad durante 2024 y la investigación en curso empujaron a 44 científicos a escribir una carta al Concilio Nórdico alertando sobre el peligro para sus países de una parada abrupta de la AMOC. Por desgracia, una eventual parada de la AMOC es solo uno más de los puntos de no retorno que podríamos cruzar en los próximos años, los cuales incluyen también la sabanización de la Amazonia o el deshielo de la capa de hielo continental de la Antártida Occidental, entre otros, y encima todos ellos tienen dependencias mutuas, así que sobrepasar uno puede empujar a otro, pudiéndose producir una cascada de puntos de no retorno. Por cierto que un punto de no retorno del que no se habla porque no ha sido catalogado como tal, a pesar de que parece estar en peor estado que los anteriormente mencionados, es el colapso de la SMOC (Southern Ocean Meridional Overturning Current, a veces designado también por SOOC), aunque probablemente se empiece a hablar mucho próximamente (a lo que espero que nuestro propio trabajo de investigación aporte su granito de arena).

+ Desestabilización geopolítica masiva: Durante el año 2024 ha continuado la guerra en Ucrania, pero también se recrudeció la masacre en Gaza y Cisjordania que comenzó a finales de 2023; ambos conflictos representan un grave problema para los países occidentales y particularmente para Europa, por motivos diferentes: en el caso del primero, porque el temor existencial a un conflicto en suelo europeo está empujando a una creciente militarización del Viejo Continente, pero también a un creciente rechazo a que se destinen más recursos en una Europa donde cada vez escasean más; en el caso del segundo, por el rechazo expresado por la ciudadanía europea a la masacre indiscriminada de la población civil, lo cual compromete el discurso de superioridad moral que es tan del gusto europeo. Al tiempo, el golpe de estado en Níger en 2023 ha puesto en jaque la hegemonía de Francia en el Sahel, sobre todo al fracasar la coalición de países africanos con la que Francia quería recuperar el control al producirse sendos golpes en Malí y Burkina Faso. Ahora, los países díscolos se proponen salir de esa agrupación cooptada por Francia, la ECOWAS, lo cual está debilitando aún más el poder francés en esta parte de África. La última gran noticia a nivel geopolítico del año de 2024 es el colapso de Siria bajo la ofensiva de un grupo islamista radical, un suceso tan turbio (del que rápidamente han intentado sacar provecho tanto Turquía como Israel) que daría para hablar durante años. Se publicará en breve un programa de Radioactividad con David Feria y un servidor donde se abordan éste y otros temas.

+ Problemas con el acceso a los combustibles: El 2024 se ha caracterizado por problemas crecientes en el abastecimiento de combustibles, sobre todo en África y América Latina, con algunos países de Asia afectados como Pakistán. Algunos eventos de 2024 asociados con las dificultades para mantener el abastecimiento de combustibles derivados del petróleo fueron el paro de camioneros en Colombia, la escasez en Venezuela, en Bolivia, en Ecuador, en Perú y en Argentina, pérdidas en la agricultura en Bolivia, protestas por la falta y encarecimiento de los combustibles en Nigeria, y problemas en muchos países africanos: Malawi, Egipto, Burundi, Tanzania, Sudáfrica, ... El problema empieza a estar tan extendido que parece ridículo que algunos nieguen que hay un problema global con el petróleo, simplemente porque no les afecta a ellos (aún).

 + La recesión se afianza en Alemania: Desde 2020 hasta 2024, el 20% de la industria pesada alemana ha desaparecido, y las perspectivas no pintan demasiado bien. Se anuncian despidos y reducción de actividad en multitud de empresas sistémicas, como BASF, Siemens o Volkswagen. La incapacidad de tener materias primas y energía a un precio adecuado para la industria alemana está provocando la destrucción económica del país, y tiene una buena parte de responsabilidad en la caída del Gobierno alemán. El problema es que Francia y otros países de la UE tampoco están en una situación muy boyante, excepto España.

+ Retroceso democrático en Occidente: El ascenso de los partidos radicales en Europa es innegable: la ultraderecha gobierna en Italia, en Hungría, en Polonia o en los Países Bajos, y podría dar un gran salto adelante en las elecciones alemanas de febrero de 2025 o en las presidenciales francesas de 2027. La fuerte represión de las protestas por la matanza en Gaza (hasta el punto de detener a gente por exhibir banderas palestinas, aparte del uso indiscriminado de antidisturbios), la persecución a los grupos ambientalistas y, en general, la crispación y las amenazas en las redes sociales, junto con un control cada vez más sesgado de la información que se difunde, van lentamente llevando a Europa hacia una nueva pesadilla totalitaria. En EE.UU., la victoria de Donald Trump augura cuatro años de retroceso en las libertades a nivel doméstico y una política populista y radicalizada.

+ El "oasis" español: En medio de la debacle económica y de la agitación política de Europa, España es actualmente una especie de oasis tanto en lo político como en lo económico (hasta el punto locomotora económica). En lo económico, España aportó el 40% del exiguo crecimiento del 0,8% de la Eurozona durante el 2024 (lo que es más una muestra de la debilidad económica europea que de la fortaleza de España). En lo político, el acuerdo con casi todos los partidos del arco parlamentario excluyendo la derecha nacional continúa apuntalando al Gobierno de coalición entre PSOE y Sumar, a pesar de los múltiples bandazos y anuncios de abandono, y que el propio Sumar perdió a su coordinadora, Yolanda Díaz, dimitida después de los malos resultados en las europeas, y la mala noticia de que uno de sus socios principales, Más País, haya perdido a su miembro más carismático y fundador, Íñigo Errejón (cosa que, dada la política de acoso de ese particular partido contra los académicos españoles, solo puedo contemplar con cierto alivio). Contra viento y marea, España es aún un país económicamente solvente y políticamente... bien, no diremos que estable, pero sí más afianzado que otros de nuestro entorno. Ahora bien, viendo lo que se avecina para los próximos meses (motivo del siguiente post) veremos cuánto dura esto.


En una nota más personal, este año ha visto la publicación de mi quinto libro de ensayo, el tercero que publico en solitario: "El futuro de Europa". En él recojo tanto un análisis de los problemas de sostenibilidad que nos aquejan cómo de la inviabilidad del modelo de Renovable Eléctrica Industrial, pero también (y ésta es la parte más extensa del libro) discuto sobre soluciones y aproximaciones técnicas para conseguir mejorar nuestro aprovechamiento de la energía y acercarnos a un modelo verdaderamente sostenible.

Volvemos en breve con la previsión para 2025. Permanezcan en sintonía.

Salu2.

AMT