Queridos lectores:
Ésta es la segunda parte del ensayo que Máximo Luffiego y Julio Soto tan generosamente nos han ofrecido (enlace a la primera parte). Espero que lo disfruten como yo lo he hecho al leerlo.
Salu2.
AMT
HASTA AQUÍ HEMOS LLEGADO (II)
Los primeros síntomas económicos
Nos proponemos explicar aquí cómo la extralimitación del límite económico II conduce a una escasez de recursos, especialmente de los combustibles fósiles, que comienza a tener ya consecuencias económicas decisivas, tanto en el sector productivo como financiero, que no son sino la punta de lanza del colapso económico.
Dependiendo de qué tipo de capital, financiero o productivo, domine en cada momento histórico, tendrá mayor o menor protagonismo en el desencadenamiento de las crisis. Desde el fin de la Gran Depresión del 29 hasta la década de los años 80 del siglo pasado, el capitalismo industrial ha dominado sobre el financiero. En ese período, el capitalismo financiero ha cumplido un papel fundamental apoyando al industrial. Pero en la actualidad, esta supremacía está cambiando. La tasa de ganancia empresarial sufrió una caída en esa década y al término de la misma comenzó la revolución neoliberal que acabó quebrando el Pacto social y socavando el Estado de bienestar. Los salarios comenzaron a declinar y el sistema financiero abrió el crédito a familias y empresas y, desde entonces, el fuerte endeudamiento ha implantado una situación de deflación por deuda que proporciona al sistema financiero una superioridad sobre el productivo al vampirizar parte de los beneficios de las empresas mediante los intereses de la deuda (13).
En este contexto de endeudamiento, tuvo lugar un hecho importante. En 2005, se alcanzó la máxima extracción de petróleo convencional, el Pico del petróleo (Peak Oil). Según la explicación peakoilera y, en general, ecologista, la crisis financiera del 2007 tuvo que ver con este hecho. El precio del petróleo se disparó al superar la demanda a la oferta y provocó una inflación generalizada en EE.UU., pues no hay mercancía que de una u otra manera no esté relacionada con el petróleo. Para controlar la inflación, la Fed (Sistema de Reserva Federal de EE.UU.) comenzó a subir los intereses de la deuda, a partir de 2005. Dos años después, en 2007, la crisis no se pudo evitar. Se desató una oleada de impagos de las hipotecas subprime que se extendió por las entidades financieras de Estados Unidos y luego de medio mundo. Lo demás es sabido. Se instaló tal desconfianza entre los bancos que provocó el corte del flujo de crédito a empresas y particulares, desatando la Gran Recesión y la crisis productiva.
La recesión produjo una disminución de la demanda de petróleo en los países importadores que arrastró el precio a la baja a niveles del siglo pasado, hasta algo más de 30 dólares el barril, perjudicando los beneficios de los países productores. En cambio, con estos precios, los países importadores dispusieron de unas circunstancias favorables para salir de la crisis, pero la situación deflacionaria que atravesaban imposibilitó que se recuperaran con rapidez ya que tuvieron que hacer frente a las deudas y entraron en una etapa de estancamiento económico. Esta secuencia de crisis en países importadores y exportadores de petróleo a causa de la destrucción alternante de la oferta y la demanda es lo que Turiel ha denominado la espiral de la energía (14), espiral que es cada vez más compleja porque las interacciones entre los sectores productivo y financiero y entre países exportadores e importadores también lo son, lo cual se manifiesta en una fuerte volatilidad del precio del petróleo.
Junto a esta volatilidad del precio del petróleo que fue la chispa que desató la Gran Recesión, hay otro mecanismo que delata la existencia de límites físicos, tanto de energía como de materiales.
En un contexto de recursos menguantes, los procesos productivos empiezan a declinar porque el mecanismo de endeudamiento comienza a tener problemas para sostener a la economía. El endeudamiento es un sistema que proporciona recursos al presente sustrayéndolos del futuro; la deuda no es sino una forma de invadir el futuro para hacer acopio de recursos que deberían pertenecer a otras generaciones. De esta manera, el sistema retrasa la llegada de la crisis proporcionando liquidez a las corporaciones que quieren invertir y producir, así como capacidad adquisitiva a las familias para consumir.
Sin embargo, cuando los recursos declinan se llega un punto en el que el mecanismo de la deuda se vuelve inoperante, es un mal negocio tanto para el acreedor como para el deudor y el futuro del crecimiento se torna inviable. Los recursos naturales constituyen el primer eslabón de todas las cadenas productivas pero el último aval del proceso productivo financiado. Esto es así porque la circulación del dinero en las cadenas productivas tiene un sentido inverso a la de los recursos naturales (15). En la medida en que se acelere el declive geológico, los rendimientos decrecientes impondrán su ley; aumentarán los costes y será cada vez más difícil conseguir financiación (16).
En 2014, muchas empresas petrolíferas fueron a la quiebra y otras se retiraron del negocio petrolero desinvirtiendo en exploración y desarrollo de nuevos yacimientos. En 2017, el banco central noruego desaconsejó al gobierno la inversión del fondo soberano en la industria del petróleo y del gas (17).
No es de extrañar entonces que el sector financiero busque otros filones de beneficio desviando inversiones hacia actividades improductivas como la de los negocios de seguros y de adquisición de bienes raíces que, junto a los intereses de la deuda del sector productivo, le aseguran unas rentas anuales sin riesgo alguno (18) y que también prefiera hacerlo en la economía de casino antes de embarcarse en negocios ruinosos.
En este contexto de declive de recursos, especialmente energéticos, el futuro de las empresas productivas se verá comprometido también por las dificultades para salir de una crisis. En caso de que puedan acceder a una financiación para la adquisición de máquinas con el fin de aumentar la productividad, mejorar la tasa de ganancia y salir de la crisis, como hasta ahora se ha venido haciendo, no lo podrán hacer si cada vez tienen más dificultades para adquirir energía que las haga funcionar (19).
En un mundo “vacío” de recursos y “lleno” de consumidores, el capitalismo dispone cada vez de menos espacio territorial y tiempo futuro para continuar creciendo.
Más problemas económicos y sociales
Tan graves como los problemas de extracción y producción son los de transporte del comercio global. Por los mismos motivos anteriormente expresados, los negocios relacionados con el comercio y el transporte de mercancías a un lado y otro del planeta, se verán mermados tanto por las crisis económicas que rebajarán el consumo, como por los problemas de las empresas con la disponibilidad de energía y crédito. Así lo atestigua el Economic Cicle Research Institute (20): a partir del 2011 las tasas de crecimiento interanual del comercio mundial son insignificantes hasta 2016. Las previsiones de la OMC para 2017 y 2018 son de una leve recuperación en la medida que mejore la economía (21).
Con el declive de la producción de petróleo, las redes de transporte mundial se deshilacharán lo cual tendrá consecuencias críticas, tanto para la economía de los países como para la alimentación de sus poblaciones.
Para oscurecer aún más el panorama futuro, los picos de otras fuentes energéticas no renovables, como los del gas natural, carbón y uranio tendrán lugar entre el 2015 y el 2030. Junto con el petróleo, estas fuentes constituyen algo más del 90% de la energía primaria que sostiene nuestra economía y modo de vida. De cualquier manera, el verdadero límite planetario de la energía acontecerá cuando la energía neta total mundial entre en declive, hecho que posiblemente ocurrirá alrededor del 2020, si no lo ha empezado a hacer ya. No parece posible encontrar sustitutos de estas fuentes en la cantidad y versatilidad suficientes como para evitar el colapso.
Si el problema del Pico del petróleo es grave para el suministro de energía exosomática a la economía, la escasez de esta sustancia junto con la de agua, será más grave aún para el suministro de alimento (energía endosomática) a la población mundial. Por una parte, el petróleo es el insumo de energía más importante de la agricultura y ganadería industriales y, por otra, el agua es el nutriente y el medio nutritivo esencial para las plantaciones agrícolas y las sociedades humanas. La sobreexplotación de este recurso, las sequías y la contaminación amenazan la alimentación humana mientras que los problemas de provisión de agua potable y las condiciones sanitarias amenazan su salud.
Hoy en día ningún país es autosuficiente. Cuando las relaciones comerciales se diluyan, y parece que las tendencias proteccionistas actuales (22) constituyen sus primeros síntomas, la biocapacidad de los distintos países, antes compartida gracias al comercio global, se verá mermada para sostener a sus respectivas poblaciones (23). Y de la misma manera que el comercio sirve para eludir los límites locales y regionales, después estos límites volverán a reinar en cada uno de los territorios. Es de esperar entonces que, en un intento de conservar el nivel de vida, la presión sobre los territorios respectivos se intensifique y se erosione rápidamente la biocapacidad de los mismos. Sería conveniente prepararse para afrontar situaciones de este tipo, empezando a adoptar políticas encauzadas hacia la soberanía alimentaria con el fin de aumentar la resiliencia y evitar así las trágicas consecuencias de llegar a situaciones extremas. Pero los obstáculos para hacerlo son enormes, pues mientras que una economía ecológica y social plantearía el comercio en términos de biocapacidad y sostenibilidad, el capitalismo lo hace en términos de negocio y de crecimiento económico.
La catástrofe ecológica
De mucha mayor enjundia es el límite ecológico; si la extralimitación del límite económico pone en jaque esta civilización, la del límite ecológico pone en riesgo además la viabilidad de la especie.
La capacidad de absorción planetaria de los múltiples impactos provocados por el crecimiento económico y demográfico está siendo desbordada desde hace décadas con la consiguiente degeneración de la dinámica de los sistemas naturales.
La globalización de la economía ha tenido nefastos impactos sobre el medio ambiente. La tecnología y el comercio han impulsado el trasiego de mercancías de un punto a otro del planeta con un gran derroche de energía no renovable, violando algunas dinámicas ecológicas. Tal es el caso del sentido vertical del reciclado de nutrientes que se establece en los ecosistemas que con el comercio pasa a ser horizontal con la consiguiente dispersión y pérdida de nutrientes y la aceleración del cénit de algunos factores limitantes, como el fósforo. Por otra parte, la globalización ha producido circuitos comerciales cada vez más amplios, lo cual, junto a la descomunal actividad industrial, ha consumido ingentes cantidades de petróleo y de materiales que ha repercutido en el equilibrio de ciclos bioqeoquímicos del carbono, nitrógeno y fósforo. Así se ha originado tal contaminación que ha derivado en problemas tan graves como el cambio climático, la acidificación de los océanos o la eutrofización de aguas embalsadas.
El auge de la economía global también ha alentado el productivismo modificando la distribución del flujo de energía renovable de los ecosistemas en favor de la especie humana. Un trabajo pionero de Vitouseck y otros autores de 1986 (24) concluía que los seres humanos se apropiaban del 20% de la biomasa, tanto de ecosistemas terrestres como marinos, producida anualmente en el planeta por las actividades agrícolas, pesqueras y deforestación, principalmente. En esa fecha la población humana era de unos 5000 millones de personas; hoy somos 2.500 millones más y con una actividad económica más intensa y voluminosa. No es de extrañar que esta sea la causa principal que está detrás del declive y homogeneización de la biodiversidad.
La huida hacia adelante que ha supuesto el crecimiento no solamente ha dañado los recursos renovables sino también los sumideros planetarios desbordando la biocapacidad del planeta. Así lo pone de relieve la huella ecológica de la Humanidad que, desde la década de 1970 a 1980, ha superado a la biocapacidad planetaria. Se puede decir que, a partir de esa fecha, el mundo entró en déficit ecológico; en otras palabras, comenzó la sobrexplotación generalizada de los recursos renovables y la saturación de los sumideros de contaminación. De seguir así, en unos años, necesitaremos un planeta más para sostener nuestro ritmo de consumo y, que se sepa, no hay mercado que nos lo pueda proporcionar. Literalmente, estamos dilapidando el “capital natural” acumulado durante años, siglos y milenios.
Otros trabajos como el de Rockström y colaboradores (25) destacan que ya se han superado 3 de los 8 límites estudiados: el cambio climático, el desequilibrio del ciclo de nitrógeno y la pérdida de biodiversidad. La extinción de especies es la transformación más alarmante que el crecimiento de las sociedades humanas está produciendo porque, además de ser irreversible, desconocemos en qué grado se está desarrollando y cuáles serán las alteraciones sufridas como secuela de la miríada de interacciones que tienen lugar entre los organismos, así como sus consecuencias sobre la funcionalidad de los ecosistemas y de la Biosfera.
El resultado de este crecimiento exponencial de la economía y población humanas es una alteración profunda a escala planetaria que nadie sabe dónde se detendrá, pero que, con toda probabilidad, significará un antes y un después en la historia de la civilización humana y del planeta. A esta época que nos ha tocado vivir se le ha dado en llamar antropoceno y también, quizá más apropiadamente, capitaloceno.
Hacia un colapso económico o/y ecológico
Quince mil científicos de más de 180 países (26) han advertido, por segunda vez en 25 años, de los daños graves e irreversibles infligidos a los sistemas naturales que son evidencias de que nuestro desarrollo es insostenible.
Descartado un cambio ordenado a escala mundial del sistema económico vigente, se abriría, no obstante, una luz de esperanza para la Humanidad si el hundimiento del sistema económico capitalista precediera al colapso climático y ecológico. A pesar del desorden que desataría, provocado por el reencuentro con los límites locales y regionales, tal colapso salvaría en cierta medida ecosistemas esenciales para el mantenimiento de una civilización sostenible con un nivel de vida digno.
Economistas de la talla de Daly sostienen que el capitalismo es compatible con un estado estacionario de la economía. En nuestra modesta opinión, no creemos que sea posible (27); el capitalismo defiende y necesita el crecimiento continuo. Pero con un decrecimiento impuesto por la naturaleza quedará deslegitimado ante la sociedad dado que este hecho refutaría su máxima principal: el aumento de riqueza de la sociedad como consecuencia de la suma de las iniciativas y actividades egoístas de los individuos. El indicador de esta riqueza es el PIB; si el PIB comenzara a estancarse y a decrecer inexorablemente, este principio quedaría impugnado y, con él, el capitalismo, con lo cual se darían las condiciones para que se abriera paso otra alternativa económica.
De acuerdo, por una vez, con Friedman (28): “Cuando esa crisis tiene lugar, las acciones que se llevan a cabo dependen de las ideas que flotan en el ambiente”. Por eso, la construcción de una alternativa económica es perentoria e inaplazable. No obstante, la elaboración y puesta en práctica de esta alternativa no es nada sencilla. El capitalismo ha desarrollado un sistema de dominación que no tiene un carácter represor sino cautivador, el ciudadano se siente libre y es este sentimiento el que aborta cualquier tipo de protesta (29). Además, en el contexto de un colapso global, no todos los países se verán afectados de la misma manera; mientras algunos países, seguramente los más desarrollados y ricos en recursos, sobrevivirán durante años o décadas manteniendo el modelo capitalista, la gran mayoría experimentará un decrecimiento de sus economías. Por otra parte, no será fácil que una ciudadanía acostumbrada a consumir abrace una nueva teoría que necesariamente debe ofrecerle austeridad. Las propias dificultades de elaborar una nueva teoría económica que funcione no son desdeñables ya que ha de dar respuesta a los dos grandes problemas que nos deja en herencia el capitalismo en su fase terminal: la necesaria adaptación de nuestras sociedades a los ecosistemas y a la Biosfera en su conjunto y la mitigación de la tragedia humana en ciernes. Finalmente, cualquier alternativa ha de resolver los problemas planetarios y no disponemos de un gobierno mundial que lo haga.
Lograr una alternativa de este tipo que, desde nuestro punto de vista no puede ser otra que ecosocialista, constituye un reto de organización económica y social y de puesta a punto de nuevas tecnologías de carácter adaptativo o sostenible a los límites locales y regionales.
De no lograrlo, el capitalismo podría continuar siendo dominante en muchos países durante décadas, con grandes desórdenes sociales y geopolíticos culminados por guerras por los recursos, guerras por el petróleo y el gas que, como estamos comprobando, han comenzado ya en Oriente Medio.
Un escenario más peligroso todavía sería aquel en el que el capitalismo encontrara la forma de eludir el límite económico II, quizá gracias a la puesta a punto de reactores de fusión viables (30) y de las minerías de fondo oceánico y de asteroides. Esta posibilidad, lejos de ser tranquilizadora, es muy inquietante. Sin duda se evitaría el colapso económico, pero la Humanidad seguiría expandiéndose agravando la mayoría de los problemas globales y encaminándose hacia un colapso ecológico por extralimitación de los límites planetarios que acabaría también con cualquier tipo de economía.
¿Puede la economía capitalista compensar los primeros síntomas de choque con los límites planetarios?
Además de la deslocalización de empresas a territorios de abundantes recursos y mano de obra barata, la creación de conflictos bélicos para hacerse con los mismos y el acceso al crédito, el sistema capitalista viene intentándolo llegando a acuerdos internacionales y adoptando una serie de medidas con el fin de sortear los primeros síntomas de esta extralimitación.
Acuerdos internacionales:
El Protocolo de Montreal de 1987 fue un acuerdo aceptado por los Estados para proteger y regenerar la capa de ozono que ha tenido un éxito indudable y que se tomó como modelo de compromiso de los países.
Sin embargo, el Protocolo de Kioto es un acuerdo logrado en 1997 que no ha resultado ser tan efectivo como el de Montreal, seguramente porque pone en cuestión el motor de esta economía de crecimiento continuo: los combustibles fósiles. Tras 21 Conferencias celebradas para establecer qué medidas tomar, no se ha logrado detener el anunciado Cambio Climático. En 2015, tuvo lugar la última de ellas, la XXI Conferencia sobre el cambio climático, donde se alcanzó el Acuerdo de París sobre el cambio climático con un consenso hasta entonces nunca conseguido, aunque sin compromisos efectivos. Este Acuerdo ha sufrido un duro golpe tras desvincularse del mismo EE.UU. bajo la égida del presidente Trump. El Acuerdo de París sobre el cambio climático establece medidas para la reducción de las emisiones de gases de efecto invernadero de diversa índole en base a tres objetivos: mitigación, adaptación y resiliencia de los ecosistemas.
Mutación financiera
En las condiciones de unos recursos menguantes, las empresas productivas son reticentes a invertir y las financieras remisas a exponer su crédito. El capital financiero prefiere entonces jugar con el dinero invirtiéndolo en activos y derivados financieros y en “vivir y crecer de rentas” antes que destinarlo a la inversión productiva. Esta mutación del capitalismo financiero hacia operaciones especulativas y rentistas puede ser considerada una preadaptación a un mundo con recursos naturales menguantes, tal como ya sugerimos en un trabajo anterior (31).
Nuevas tecnologías
La tecnología del fracking prácticamente solo se utiliza en EE.UU. No exenta de críticas, parecía que, tras la caída de precios del petróleo, tendría dificultades para sobrevivir (en 2014, muchas empresas del fracking fueron a la bancarrota en este país). En círculos financieros y de la Administración de EE.UU., se afirma que una mejora tecnológica, denominada fracking 2.0, ha hecho competitivos los costes de extracción y producción y convertido a EE.UU. en el primer productor de petróleo del mundo. Sin embargo, más que de un milagro tecnológico, esta segunda ola del fracking parece consistir en un milagro financiero pues las ayudas de la Administración norteamericana actual en forma de exenciones fiscales y rebajas de tasas han conseguido reflotar un negocio ruinoso (32) pero necesario para mantener a este país como primera potencia mundial. Con una producción mundial de petróleo por encima de los 95 millones de barriles diarios, el mundo vuelve a disponer de la suficiente energía para encauzar la economía por la senda del crecimiento. No obstante, algunos autores no son tan optimistas. Estiman que la Tasa de Retorno Energético está descendiendo, lo que implica que la energía neta disponible no es tan elevada como parece indicar la cifra anterior.
La teoría de la desmaterialización de la economía sostiene que, a medida que hay crecimiento, las economías se van desvinculando de su base física, lo que significa una menor presión sobre los recursos y menor emisión de contaminación. Esta desmaterialización se produciría gracias a las innovaciones tecnológicas que aumentan la eficiencia energética, así como a la terciarización de la economía y a una mayor conciencia ambiental. Tal optimismo desmaterializador parece que no ha llegado a materializarse, ya que la correlación entre crecimiento y consumo energético se mantiene tan elevada, como en años anteriores (33).
Por otra parte, es sumamente grave, por ser irreversible, la disminución de la ley de mineral de numerosos yacimientos, lo que significa un mayor costo en energía y capital invertidos en su extracción y una cantidad de ganga removida cada vez mayor (34). Muchos de ellos además han alcanzado sus respectivos picos de producción o están a punto de hacerlo, tanto es así que Heinberg (35) ha denominado a esta situación Peak everything. No es de extrañar que, en una economía con un crecimiento exponencial mantenido durante casi dos siglos aparezcan simultáneamente varios picos de producción; de continuar con ese crecimiento en pocas décadas casi todos los minerales de interés industrial alcanzarán de manera coincidente sus picos respectivos. La solución de los partidarios del crecimiento consiste en la adopción de dos medidas compensatorias: el reciclado y la sustitución. Ninguna de las dos puede hacer frente a una economía con un crecimiento exponencial.
¿Estamos ante el fin de la historia?
Cuando se alcanzan los límites planetarios, los sistemas de compensación y de mitigación no solo comienzan a ser ineficaces sino que funcionan como un bálsamo para ocultar las consecuencias negativas y mantener el objetivo principal de las políticas de todos los países, sean neoliberales, postkeynesianas o socialistas: el crecimiento del PIB. Todos los organismos económicos mundiales, Banco Mundial, Fondo Monetario Internacional, G7, G20, etc. realizan sus análisis y fijan sus objetivos para impulsar el crecimiento, como si el crecimiento fuera conveniente y bueno per se. Todos los gobiernos del mundo diseñan sus presupuestos con el mismo objetivo.
El fin de la historia, pronosticado por Francis Fukuyama, podría llegar a cumplirse pero en un sentido bien distinto al que él defendió: la idea de la superioridad y el triunfo del capitalismo frente a otras ideologías. Con años de antelación, el Club de Roma fue mucho más riguroso y certero en su estudio acerca del devenir de la Humanidad, al advertir del riesgo de colapso de la civilización industrial de continuar creciendo demográfica y económicamente. Estudios con datos actuales cotejados con las predicciones del Club de Roma muestran que las tendencias predichas se están cumpliendo con pequeñas desviaciones.
Casi con toda seguridad, ya no podrá ser evitado el colapso de esta civilización, pero el modo en que se produzca será determinante para el futuro de la Humanidad. Según el análisis histórico de Wright, la recuperación tras los colapsos producidos por motivos políticos y económicos es más rápida que la causada por desastres ecológicos (36).
En un epígrafe anterior, hemos visto que si el colapso económico precediera al ecológico, parte de los ecosistemas y de la biosfera se salvarían, pero si se llegara a un punto en el que la dinámica hacia un colapso ecológico fuera irreversible, los sistemas vitales quedarían tan dañados y las funciones y servicios que realizan tan empobrecidos que tanto la civilización como la especie humana tendrían el futuro comprometido.
Todavía hay otra posibilidad más peligrosa. Sería el caso de que una crisis o un colapso económicos derivaran bruscamente en un colapso ecológico, posibilidad que se produciría si las guerras convencionales por los recursos dieran paso a una guerra nuclear mundial. Si esto sucediera, el contexto de una guerra ya no sería apropiado para salir de una crisis económica tras recuperar la tasa de ganancia, sino que desembocaría en una hecatombe planetaria, en un genocidio y ecocidio inimaginables. Además de la pérdida de vidas humanas y de la destrucción de ciudades enteras, se produciría un invierno nuclear causado por la reducción de una parte de la radiación solar en la superficie por partículas de polvo y hollín suspendidas en la troposfera y estratosfera. Durante meses o años, la fotosíntesis disminuiría en un porcentaje significativo, se simplificarían las redes tróficas de los ecosistemas y colapsarían la agricultura y la ganadería. La radiactividad residual dañaría, tanto de manera directa como indirecta, a los seres vivos durante cientos de años a causa de la contaminación de aire, suelos y agua y de la introducción de elementos radiactivos en las cadenas tróficas. La civilización actual dejaría de existir, el patrimonio genético de la especie sufriría alteraciones y, quizá, Homo sapiens acabaría extinguiéndose junto a otras muchas especies más.
Por increíble que parezca esta posibilidad no cabe descartarla. Los expertos del Boletín de los Científicos Atómicos de Estados Unidos han situado en enero de 2018 el reloj (Doomsday Clock) a dos minutos del apocalipsis nuclear.
La razón fundamental de que pueda desencadenarse una guerra nuclear es que el riesgo mismo de una guerra de este tipo, que hasta ahora ha funcionado como un límite disuasorio, puede ser interpretado por algún dirigente como un freno al crecimiento de su país mayor que el de la guerra misma, especialmente si este país comenzara a sufrir los efectos del decrecimiento. Mientras las guerras convencionales son efectivas para hacerse con los recursos de países sin armas nucleares, como está sucediendo en Oriente Medio, no lo son, sin embargo, para países como Rusia, ricos en recursos y con armas nucleares. Esto puede suponer un freno a la reproducción del capital, controlada por EE.UU. y otros países capitalistas occidentales. En escenarios de competencia económica y geoestratégica, con crecimientos débiles o negativos, los dirigentes de alguna nación con capacidad nuclear podrían apostar por alcanzar una ventaja relativa asestando el primer golpe, creyendo evitar así la destrucción mutua asegurada. Esta posibilidad es mayor ahora que durante la crisis de los misiles de Cuba. Entonces se dirimían cuestiones geopolíticas; ahora, además de éstas, se zanjan asuntos energéticos. Como expresa el responsable del presupuesto del Pentágono, Norsquist (37): “La gran competencia por la energía, no el terrorismo, se ha convertido en el principal reto para la seguridad y la prosperidad de Estados Unidos”.
La ONU, como organismo mundial creado tras la Segunda Guerra Mundial con la función de dirimir diferencias y evitar choques bélicos, ha sido despojada de autoridad a raíz de la invasión de Irak por EE.UU. Hoy en día asistimos a un incremento de las tensiones en Siria, en las fronteras europeas de Rusia y en las aguas del Mar de China; la diplomacia y las relaciones comerciales están dejando paso a la expulsión de diplomáticos, a las sanciones económicas, al proteccionismo y guerras comerciales, a una nueva guerra fría con incrementos presupuestarios desorbitantes y, lo que es más grave, a la rotura de acuerdos, como el acuerdo nuclear con Irán por parte de EE.UU., que no hacen otra cosa que invitar a otros países a hacerse cuanto antes con el arma nuclear. Este desplome de la arquitectura diplomática y del comercio mundiales aumenta los escenarios de enfrentamiento lo que, en cualquier momento, podría hacer saltar la chispa que nos arrastre al abismo.
A través de los siglos, la ciencia de occidente ha permitido a la Humanidad tomar conciencia de que la Tierra no es ni mucho menos el centro del universo. Pero al mismo tiempo, a diferencia de las culturas denominadas primitivas, el progreso experimentado nos ha alejado de la naturaleza, olvidando conocimientos elementales, como nuestra dependencia absoluta de la vida organizada en ecosistemas (Ecocentrismo). Tanto es así que algunos científicos de la talla de Hawking no ven futuro para la especie humana en este planeta y abogan por colonizar planetas extrasolares, olvidando que existen límites cosmológicos insuperables como el de las enormes distancias que nos separan de estos sistemas extrasolares y el de la velocidad de la luz. Y es que la hybris tecnológica anula la razón.
En medios académicos de Estados Unidos relacionados con el Breaktrought Institute, circula un Manifiesto Ecomodernista (38) cuya filosofía consiste en un nuevo negacionismo, esta vez, de la catástrofe ecológica, fundamentado en el desacoplamiento entre el bienestar humano y el impacto ambiental y en las supuestas dotes “milagrosas” de la tecnociencia para identificar y promover soluciones tecnológicas a los problemas ecológicos y sociales. Así, se afirma que “Los humanos fueron hechos por la Tierra y la Tierra es reformada por los humanos”, para más adelante concretar que “Un buen antropoceno exige que los humanos empleen sus crecientes poderes sociales, económicos y tecnológicos para mejorar la vida de la gente, estabilizar el clima y proteger a la naturaleza”. Los seguidores de este nuevo negacionismo parecen olvidar cómo acabó el experimento de Biosfera 2 (39) y desconocer la no linealidad que preside las interacciones entre los subsistemas planetarios, al pretender embarcarnos en un experimento global de un riesgo inasumible.
¿No sería más inteligente reconocer nuestra dependencia de los ecosistemas, autolimitarnos y apostar por un futuro sostenible ligado al Sol en nuestro planeta? ¿No sería más prudente que, en lugar de que la naturaleza nos obligue a adoptar medidas de adaptación al cambio climático, lo hagamos nosotros previamente para evitar su intensificación?
Es suicida seguir creciendo. Ya no es posible inventar nuevos mecanismos de compensación que superen los límites planetarios, antes bien hay que recuperar e inventar sistemas de adaptación sensu lato o de sostenibilidad con el fin de respetar los límites locales y globales de la biosfera.
Hay una serpiente que habita en la cordillera del Himalaya a una altitud de 4.350 m. En tales condiciones climáticas parece imposible que pueda sobrevivir un animal de sangre fría. Afortunadamente para esta especie, hay un rincón donde lo puede hacer en un medio tan hostil. Se trata de unas pozas termales que dan el nombre genérico a esta especie: Thermophis baileyi o serpiente del Himalaya de aguas termales. Su paraíso son las pozas termales pero también su prisión.
Referencias y Notas
- La capacidad de carga se define como la población de una especie determinada que un ecosistema puede mantener sin ser deteriorado de manera permanente. Sin embargo, la especie humana es singular porque no todas las personas producen el mismo impacto. Entonces, más que cuánta población podría sostener un ecosistema, la pregunta que hay que hacerse en el caso humano es ¿cuánto territorio “verde” es necesario para mantener y absorber el dióxido de carbono emitido por una población humana indefinidamente y con el consumo actual? La respuesta a esta pregunta determina la huella ecológica de esa población. La biocapacidad es el territorio “verde” de una región o un Estado, puesto que de él depende la capacidad para producir recursos renovables y de absorber dióxido de carbono. Se mide en unidades de superficie (Km2 o Hectáreas).
- Altares, G. Esta sí fue una auténtica revolución. https://elpais.com/elpais/2018/04/20/ciencia/1524219983_369281.html
- Los factores que precisa la producción económica son: recursos naturales, trabajo, capital y tecnología.
- Bardi, U. Los límites del crecimiento retomados. Los libros La Catarata. Madrid. 2014
- Catton, W. La industrialización, preludio de colapso. Capítulo extraído del libro Overshoot, The Ecological Basis of Revolutionary Change. 1982. Illinois https://www.crisisenergetica.org/staticpages/index.php?page=20031130185100909
- Chang, Ha-Joon. Del proteccionismo al libre-cambismo. http://monde-diplomatique.es/2003/06/chang/html
- Jagdish, B. ¿El libre comercio daña el ambiente? En defensa del libre comercio. Investigación y Ciencia, nº 208. 1994
- Daly, H. ¿El libre comercio daña el ambiente? Los peligros del libre comercio. Investigación y Ciencia, nº 208. 1994
- Daly, H. Three limits to Growth. http://www.steadystate.org/three-limits-to-growth/
- Para los recursos no renovables, este límite económico II precede al límite geológico. Si se trata del petróleo, el límite económico tendrá lugar en torno a una Tasa de Retorno Energético (TRE) de 10, mientras que el límite energético se define cuando la TRE es igual a 1, momento en el que la extracción de 1 barril de petróleo supone el consumo energético de 1 barril de petróleo. Con los recursos naturales no renovables e insustituibles o difícilmente sustituibles en declive (como el petróleo, fósforo, cobre, litio, etc.), entraremos de lleno en la era del decrecimiento impuesto por la naturaleza.
- Hudson, M. Las previsiones de Marx y la paradoja de la industrialización financiarizada. Sin Permiso. 29-11-2015 http://www.sinpermiso.info/textos/las-previsiones-de-marx-y-la-paradoja-de-la-industrializacion-financiarizada-de-nuestro-tiempo
- Turiel, A. La espiral. 2-10-2014 http://crashoil.blogspot.com.es/2014/10/la-espiral.html
- Odum, H.T. y Odum, E.C. Hombre y naturaleza. Bases energéticas. Ed. Omega. Barcelona. 1981
- Blog Knownuthing. Deuda y petróleo: los límites al crecimiento. 5-2-2015 https://www.rankia.com/blog/game-over/2649574-deuda-petroleo-limites-crecimiento
- Mora, V. El superfondo del petróleo de Noruega se recomienda a sí mismo no invertir más en petroleras y gasistas. 16-11-2017 http://www.bolsamania.com/noticias/mercados/el-superfondo-del-petroleo-de-noruega-se-recomienda-a-si-mismo-no-invertir-mas-en-petroleras-y-gasistas--2978447.html
- Hudson, M. Cómo los banqueros se convirtieron en los mayores explotadores. Entrevista. Sin Permiso 29-3-2017 http://www.sinpermiso.info/textos/como-los-banqueros-se-convirtieron-en-los-mayores-explotadores-entrevista
- Fernández Durán, R. y González Reyes, L. En la espiral de la energía. Libros en Acción y Baladre. 20018
- Economic Cicle Research Institute. Comercio Internacional: el tamaño de la tarta es cada vez más pequeño. Sin Permiso 30-8-2015 http://www.sinpermiso.info/textos/comercio-internacional-el-tamao-de-la-tarta-es-cada-vez-ms-pequeo
- OMC. Se prevé una recuperación del comercio en 2017 y 2018. https://www.wto.org/spanish/news_s/pres17_s/pr791_s.htm
- La guerra proteccionista iniciada por el presidente Trump puede ser el inicio de la explosión de la globalización y comercio mundiales. La huida de capital estadounidense hacia China y otros países asiáticos, a mediados de los 90 del siglo pasado, para recuperar los beneficios a costa de salarios de miseria, recursos más baratos y externalidades ambientales negativas, trajo consigo la desindustrialización del Medio Oeste norteamericano y el empobrecimiento de la clase media. Aquí es donde Trump ha encontrado el principal caladero de votos para ganar las elecciones. Su política proteccionista es un intento de devolver a estas zonas empobrecidas el auge perdido mediante políticas de reindustrialización a costa de la industria china y europea, principalmente. No obstante es dudoso que lo logre: muchas de estas industrias se robotizarán para aumentar la tasa de ganancia. (http://www.rebelion.org/noticia.php?id=244240 ).
- Catton, W. La industrialización, preludio de colapso. Capítulo extraído del libro Overshoot, The Ecological Basis of Revolutionary Change. 1982. Illinois https://www.crisisenergetica.org/staticpages/index.php?page=20031130185100909
- Vitousek, P, Ehrlich, P, Ehrlich, A.H. y Matson, P.A. Human appropiation of the product of pfotosyinthesis. Biosciencie, 34. 1986
- Rockström, J. Bounding the Planetary Future. Why we need a Great Transition? http://www.resilience.org/stories/2015-04-23/bounding-the-planetary-future-why-we-need-a-great-transition
- El País. Más de 15.000 lanzan una alerta para salvar el planeta. https://elpais.com/elpais/2017/11/14/ciencia/1510643865_954182.html
- Luffiego, M. ¡Adiós crisis! ¡Hola colapso! http://www.rebelion.org/noticias/2018/1/236161.pdf
- Byung-Chul Han. ¿Por qué no hoy no es posible la revolución? https://elpais.com/elpais/2014/09/22/opinion/1411396771_691913.html
- G.C. Adiós al petróleo. El MIT está “a punto” de lograr que la fusión nuclear sea una realidad. https://www.elconfidencial.com/tecnologia/ciencia/2018-03-12/energia-nuclear-fusion-mit_1534401/
- Luffiego, M. ¡Adiós crisis! ¡Hola colapso! http://www.rebelion.org/noticias/2018/1/236161.pdf
- Turiel, A. Eppur peak oil. http://crashoil.blogspot.com/2018/05/
- Valero, A. Límites a la disponibilidad de minerales. http://www.ecologistasenaccion.org/article10664.html
- Heinberg, R. Peak Everything 2007 http://richardheinberg.com/bookshelf/peak-everything
- Wright, R. Breve historia del progreso. Ed. Urano. Barcelona. 2008
- Klare, M.T. La nueva Guerra Fría y el Pentágono. Sin Permiso, 4-4-2018. http://www.sinpermiso.info/textos/la-nueva-guerra-fria-y-el-pentagono
- Un Manifiesto Ecomodernista. http://www.ecomodernism.org/espanol/
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