miércoles, 20 de abril de 2016

Distopía IX: El fin del dinero (I)



[Nota: Los personajes que aparecen en este relato son completamente ficticios, y no se refieren a ni están inspirados en personas reales actuales o pasadas]


- Quizá, después de todo, el sistema capitalista quería realmente suicidarse.

Rick Evergreen lo dijo así, con su habitual tono de autoconfianza, propio de un hombre fuerte, hecho a sí mismo. No en vano era el Consejero Delegado del United International Trade Bank. Bueno, o lo había sido hasta hacía unas horas. En realidad, en medio de la total confusión reinante, eso también estaba poco claro.


Los doce consejeros, sentados a lo largo de la gran mesa con forma de U en torno de Rick, le dedicaron una unánime mirada reprobatoria. La gravedad de los hechos que habían llevado al Sr. Evergreen a comparecer delante del Consejo de Administración no dejaba lugar ni a digresiones filosóficas ni a veleidades sarcásticas. La severidad de los rostros le hizo pensar a Rick en un tribunal de la Santa Inquisición española, y aparentemente él era el pecador que tenía que expiar y expurgar sus culpas delante de ellos. Reforzaba la analogía con la Inquisición que se dibujaba en su mente la docena larga de hombres armados - más de uno por consejero, pensó - que se disponían a lo largo de las paredes de la habitación. Sin duda, aquellos alguaciles armados y de aspecto imponente se harían cargo de sus despojos en cuanto acabase el auto de fe del siglo XXI en cuya ejecución se encontraba.
 

Pero Rick no era un hombre que se lamentase de los reveses de la fortuna, como tampoco lo era que se jactase de sus lances de suerte. Se dispuso, por tanto, a acabar con profesionalidad y pulcritud la tarea que tenía encomendada.


- Ya sé que mi afirmación les puede parecer fuera de tono - continuó el Sr. Evergreen - pero teniendo en cuenta cómo se han desarrollado los hechos, en una sucesión lógica a cada paso pero completamente absurda si se evalúa como un todo, no puede uno dejar de tener la sensación de que todo lo sucedido es una especie de autosabotaje. De que el sistema estaba, de algún modo, programado para autodestruirse.


- Por favor, Sr. Evergreen, déjese de filosofadas ridículas y vaya ya a la cuestión que se la ha pedido que aborde.


Rick se giró en la dirección de aquella voz áspera e irritante que le interpelaba. Era Koplack, el consejero más antiguo (y anciano) de aquel consejo, que representaba a una familia de banqueros. De todos los que ocupaban aquella mesa era probablemente el menos digno de sentarse en el consejo de la empresa más importante del mundo (en realidad, de la única empresa del mundo). Koplack estaba allí por ser él quien era, por ser de la familia de la cual era, la última superviviente de una lucha fatricida acabada ya hace muchos años, y no había tenido nunca que esforzarse para ocupar ese lugar. Al contrario que Rick y que el resto de los consejeros, que eran las mentes más brillantes de su generación, los hombres de negocios más perspicaces, los financieros más audaces. Rick no podía soportar a Koplack, nunca había podido soportarlo, y en aquel momento, en lo que sin duda sería su instante postrero, Rick decidió que, como mínimo, se iba a dar el gusto de decirle a aquel payaso niño de papá varias verdades que quizá jamás volvería a oír.

- Koplack, ¡por favor! - interrumpió una voz calmada, cargada de años y de la autoridad que da la experiencia - Por favor, Rick, disculpa a Koplack: todos estamos nerviosos hoy. Te ruego que prosigas.

Rick miró a Manuel. Manuel era el segundo consejero de mayor edad, pero por su criterio, su serenidad y firmeza de carácter era el hombre respetado por todos, incluso por el desagradable Koplack.  Manuel, como Rick, era un hombre que no le debía nada a nadie, y tenía el mérito enorme de haberse mantenido todos esos años en la cúpula del poder, del único poder real que hay - que había, ¡ay! - sobre la faz de la Tierra. Rick siempre había querido ser como Manuel; de hecho, fue pensando en ser algún día como Manuel que Rick aceptó ser nombrado consejero delegado, en vez de quedarse como director financiero.  

 
Manuel había sin duda adivinado las intenciones de Rick, y por eso le detuvo antes de que el acosado consejero delegado dijera una serie de palabras que, una vez dichas, impedirían volver atrás. Rick no podía replicar a Manuel y calló por tanto los venablos que quería lanzarle a Koplack. La reacción de Manuel también tranquilizó en parte a Rick
, teniendo en cuenta el papel que Koplack y Manuel desempeñaban en aquel consejo, y que él había visto en acción durante tantos años. Se podría decir que si Koplack era la carga negativa del consejo, Manuel era la positiva; se balanceaban y, de alguna manera, se necesitaban el uno al otro: Koplack necesitaba que alguien cortara sus excesos y sólo se lo permitía a Manuel, y Manuel necesitaba que alguien echara las broncas por él sin minar su imagen de persona dialogante y reflexiva. Vamos, el viejo binomio poli bueno - poli malo. El caso es que si Manuel había decidido cortar ahí es porque el Consejo no quería que Rick cortase todos los puentes y quemase todas las naves. El Consejo aún esperaba algo de Rick, aún tenía cierta esperanza en Rick, y eso hacía que el propio Rick albergase aún alguna esperanza.

- Gracias, Manuel - dijo Rick; y adoptando una prosodia más profesional, prosiguió - Señores, la situación actual, aunque sencilla y lógica dados los pasos que hemos dado hasta llegar hasta aquí (todos ellos impecables desde un punto de vista financiero) es bastante compleja desde un punto de vista global; y para entender cómo hemos llegado hasta aquí y, lo que sin duda les importa más, dónde estamos, necesitaría darles una explicación bastante larga y detallada.

- Tómese su tiempo y explíquenoslo como si fuéramos niños de 5 años, Sr. Evergreen - dijo con su suave acento francés Nicolas Hollande, el consejero de la división euroasiática - Al fin y al cabo, tenemos todo el tiempo del mundo. Según parece, Vd. nos lo ha procurado.

- Yo sólo he procurado lo que el mandato de este Consejo me había ordenado, y de hecho lo he ejecutado plena y correctamente - dijo con tono ligeramente irritado Rick Evergreen. A pesar de reconocer el mérito y valía de Nicolas, no soportaba demasiado a la gente que provenía del viejo estamento político (lo cual equivalía a decir que no soportaba a la mitad del consejo). Con todo, Nicolas era algo más soportable que los demás, con esas buenas maneras hipócritas tan características de la vieja diplomacia francesa


- Y todos te reconocemos el mérito, Rick - terció Manuel - Y ahora te agradeceríamos todos que nos expliques con detalle la situación, y ruego a los presentes - Manuel miraba a todo el Consejo - que reduzcamos las interrupciones al mínimo mientras el Sr. Evergreen nos ofrece su presentación.

- Gracias de nuevo, Manuel - quizá era el tono de Rick un punto más cálido de lo debido en esta ocasión, pero en seguida volvió a recuperar su empaque habitual - Como iba diciendo, hace falta remontarse unas décadas para comprender cómo la estrategia empresarial decidida hace mucho tiempo tenía que llevar por lógica a este desenlace.

Las luces de la habitación - encendidas gracias al grupo electrógeno de emergencia del sótano - disminuyeron ligeramente su intensidad y Rick comenzó a pasar sus transparencias en el gran monitor de la pared opuesta a la mesa del Consejo.

- Como saben - dijo Rick - hace 27 años el mundo atravesaba una crisis económica y financiera de primera magnitud.  En los años anteriores al 2016 había habido varios avisos de que las cosas iban mal: el rally alcista de las materias de principios del siglo XXI, el estallido de la burbuja de las punto com, la crisis de las hipotecas basura, la crisis de la deuda soberana, la emergencia de nuevos movimientos políticos no controlados por el estamento económico... En 2014 el precio de las materias primas empezó a hundirse y hubo muchos que se alegraron, pensado que la bajada de precios era el signo del final de un ciclo de sobreinversión y que las materias primas se mantendrían a bajo precio durante al menos una década, relanzando otros diez años de bonanza económica en Occidente (que es como denominaban entonces, aclaro para los consejeros más jóvenes, a los países con economías más desarrolladas, ya que entonces había diferencias muy pronunciadas entre un país y otro). El caso es que Occidente era muy dependendiente de las materias primas y poder comprarlas a bajo precio permitiría a su economía volver a crecer, como así había pasado en otros momentos semejantes de las décadas anteriores. Eso era lo que entonces se pensaba.

Rick Evergreen pasó otra transparencia.

- El caso es - prosiguió Rick - que por aquel entonces las economías occidentales dependían en buena medida de los servicios financieros, y uno de sus principales clientes eran las compañías y los países productores de materias primas, particularmente de petróleo. Con la llegada del peak oil en 2015...

- Perdone, pero eso del peak oil no es más que una teoría - interrumpió ásperamente Koplack.

Antes de que Rick pudiera contestar a tan estúpida intervención, Manuel terció:

- Sr. Shund, le recuerdo que desde 2022 este banco ha emitido informes anuales sobre el peak oil. Al margen de cómo lo quiera Vd. definir (si como una falta de capacidad productiva de petróleo, o como una insuficiencia de demanda competitiva para un petróleo al precio adecuado) lo cierto es que la oferta económica de petróleo está disminuyendo desde hace casi 28 años, cosa que ninguno de los presentes discute y me consta que Vd. tampoco. Cuando el Sr. Evergreen habla de "peak oil" es a eso a lo que se refiere; y todos en la sala lo sabemos. - y volviéndose al Consejo, por no cargar todas las tintas sobre Koplack Shund, dijo - Señores, se lo ruego, mantengamos las interrupciones al mínimo.

- Gracias por tercera vez, Manuel - dijo con una leve inclinación de cabeza Rick Evergreen, y prosiguió - Como decía, después de la llegada del peak oil en 2015 - Koplack gruñó, pero no dijo nada - el mundo había entrado en una fase económica completamente diferente, caracterizada por una inestabilización creciente de la oferta y demanda de petróleo, que algunos denominan "La Espiral".

El Consejo en pleno aguantó la respiración, como si las doce gargantas estuvieran a punto de decir algo, pero los doce hombre y mujeres prefirieron callar, por así decirlo, al unísono. No haber cambiado el término "peak oil" por "oferta económica de petróleo", como le había sugerido Manuel Fernández de Córdoba, había sido una pequeña puya a Koplack, un jalón más en una larga disputa entre los dos hombres a propósito de una cuestión más semántica que de fondo, el cual ambos compartían. Pero atreverse a mencionar "La Espiral" era llevar la osadía varios grados por encima. Hablar de "La Espiral" era casi una invitación a hablar de "Los límites al Crecimiento" y eso sí que no se podía consentir, y mucho menos en la sede del Banco (se podría decir "el mayor banco del mundo" pero tal expresión era un tanto inútil e insuficiente, pues el United International Trade Bank era ya el único banco del mundo). Manuel estuvo a punto de decir algo, abrió la boca pero la cerró en seguida y con un gesto de la mano, un poco imperioso, le pidió seguir. Rick comprendió que estaba forzando demasiado la máquina. Pero sólo estaba comenzando, en realidad. Si esos consejeros no querían oír la verdad, no podrían comprender cómo habían destruído el mundo.

- Como iba diciendo - prosiguió lentamente Rick Evergreen, sopesando sus palabras - la industria financiera occidental tenía una gran dependencia en el dinero fácil que le proporcionaba los créditos a los grandes compañías petrolíferas. Todo el mundo daba por hecho que la demanda de petróleo se mantendría fuerte porque, ¿quién puede prescindir del petróleo? Así que estos créditos, además de tener un volumen interesante para el gran capital, eran muy seguros. Por ese motivo, cuando el precio de las materias primas se desplomó el sector financiero empezó a sufrir también.

Al oír este análisis más cercano a los parámetros convencionales, los consejeros, que se habían mantenido un poco en suspenso después de la última boutade de Evergreen, volvieron a apoyar sus espaldas sobre los respaldos de sus cómodas butacas. Sólo Manuel y Koplack se mantuvieron alerta: Koplack Shund, estúpida y arrogantemente erguido en su asiento, todos sus músculos en tensión, los ojos a punto de salírsele de las órbitas; Manuel Fernández de Córdoba, los codos apoyados sobre la mesa y el mentón sobre las manos cruzadas, con una mirada entre evaluadora y desconfiada. A Rick le pareció una amenaza más certera el lenguaje corporal de su ídolo que el del niño de papá. 
  
- El caso es - prosiguió Rick - que la cosa acabó de una manera lógicamente inevitable: con un gran crack financiero que dejó pequeño al de 2008, y con una gran afectación de la economía general.

- Gracias por la lección de Historia que nos ha ofrecido, Sr. Evergreen - dijo venenosamente Koplack Shund.

Rick decidió ignorar por completo a Koplack y seguir con su relato: 

- A los analistas de la época les costó un tiempo comprender que más que un exceso de oferta lo que había era un déficit de demanda; y sin demanda no hay consumo de materias primas ni productos elaborados, y sin ellos todo el entramado financiero se desmoronaba. Lo cierto era que, y cito del informe anual de 2018 del United, "los años anteriores a la gran crisis de 2016-2017 han supuesto un continuo drenaje de renta de las clases medias, que no podían continuar manteniendo su nivel de consumo basándose en un crédito cada vez más caro y más escaso. La estrategia de fomento del consumo por medio del crédito que se había iniciado en los años 80 del siglo XX, en paralelo con la disminución de la retribución media de las clases asalariadas, ha llegado a su final. Es necesario, por tanto, buscar nuevas estrategias."

Rick Evergreen había sido muy prudente al hacer constar que se trataba de un extracto de un informe del propio Banco: sin el entrecomillado, el párrafo que había leído Rick podría haber parecido muy subversivo: tanto había cambiado la sensibilidad en menos de 30 años. Manuel se relajó un poco y, como si fuera la señal convenida, Koplack también.
 
Rick bebió un poco de agua embotellada. La botellita no era de la marca habitual, sino de una más barata, como las que toman los cargos intermedios del Banco, de las de a 20 dólares. A Rick le pareció un poco indigno, pero dadas las dificultades logísticas de las últimas horas decidió transigir. Por lo demás, el agua barata no tenía un gusto especialmente malo; de hecho, no tenía ningún gusto, como tampoco lo tenía su agua de lujo habitual. Respiró un poco más hondo y continuó:

- Fue así como se decidió que se tenía que tomar las medidas que fueran necesarias para garantizar, a toda costa, las adecuadas ganancias en el sector financiero. Había un grave problema, sin embargo: las sucesivas crisis habían acendrado la desconfianza de la menguante clase media, que tendía a patrimonializar todo su ahorro disponible sin permitir que fuera invertido en nada y escapándose de manera creciente del circuito financiero. Durante años esto no había sido un problema, pero con las crecientes tensiones financieras y las dificultades de acceder a nuevas oportunidades de negocio, tales comportamientos improductivos necesitaban ser corregidos. Fue así como se llegó a la conclusión de que era necesario dar un paso histórico y llegar a una meta largamente soñada: el fin del dinero.

Todos los consejeros le miraron con curiosidad, esperando a ver por dónde iba a salir ahora. 

- Por supuesto me refiero a la desaparición del dinero físico, del cual los consejeros más jóvenes seguramente conservan un tenue recuerdo. En aquel tiempo el dinero era físico; consistía en títulos monetarios anónimos en forma de billetes y monedas. Era preciso hacer desaparecer el dinero físico de la circulación y convertirlo en dinero electrónico. De esa manera, todas las transacciones monetarias y hasta su mera tenencia tendría que estar mediada por un banco. La substitución del dinero físico por dinero electrónico fue relativamente rápida pero un tanto costosa: hubo que invertir grandes cantidades de dinero para que algunos Gobiernos menos favorables cambiaran su posición, y en algunos casos, en los que nos encontramos con personas poco razonables, - Rick no podía evitar evocar ciertos encargos que recibió sus primeros años en el United - favorecer cambios de Gobierno para contar con personas más, digamos, fiables.

- Ciertamente costó un poco la implantación de esta medida, - dijo uno de los consejeros de mayor edad, que también tenía recuerdos de aquella época, pero con la distancia que le daba no haberse encontrado en la desagradable primera línea de fuego donde Rick luchaba en aquellos días - pero hay que reconocer que fue todo un éxito.

- Sí, y como consecuencia lógica de aquel éxito de entonces nos encontramos en la irremisible derrota de ahora - dijo Rick.

Doce pares de ojos miraban a Rick con atención. Era evidente que nadie en aquella habitación comprendía la situación, excepto Rick. Y quizá también los hombres armados. 


Antonio Turiel
Abril de 2016


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