viernes, 23 de noviembre de 2018

¿Trabaja usted en el sector del automóvil? Pues sepa que le están engañando


Premisa:

Parece que el coche está en el centro del huracán, y ya hace algún tiempo. 

Primero fue el escándalo de los tests trucados de emisiones de los Volkswagen - que luego se vio que otros fabricantes también trucaban. 

Después se empezó a insistir en que los coches de diésel emiten muchas partículas contaminantes y que deberían de ser eliminados. 

A esto le siguieron anuncios de las diversas compañías automovilísticas, diciendo que ya no iban a seguir desarrollando nuevos motores de diésel. Desde ya prácticamente (2020).

Luego vino todo el tema de las viñetas ecológicas que deberían de llevar todos los coches, en función de su año de matriculación, y que se pueden usar para restringir el acceso a las grandes ciudades cuando haya mucha contaminación - aún tenemos que ver cómo se hará eso, y si con el tiempo la cosa se irá haciendo más restrictiva.


La última ha sido el anuncio del Gobierno de que, para cumplir con nuestros compromisos de lucha contra el cambio climático, se prohibirá la venta de coches de diésel, gasolina e híbridos a partir de 2040, y su circulación a partir de 2050. En España los coches solo podrán ser eléctricos dentro de 32 años; pero en Alemania y Francia será dentro de 12 años, y en Noruega en tan solo 7 años.

Este último anuncio ha levantado una gran polvareda. La patronal anuncia que se perderán muchos empleos, porque la mecánica de los coches eléctricos es más sencilla y requiere menos procesos en el montaje. Y también menos mantenimiento, menos reparaciones, menos de todo. Al mismo tiempo, han comenzado a aparecer análisis de todo tipo que nos dicen que los coches eléctricos no son tan buenos como los pintan. Por ejemplo, que no son tan baratos por kilómetro recorrido si el repostaje en vez de hacerlo en casa se hace en una electrolinera (de más potencia y por tanto más rápidas pero también mucho más caras). O que sus emisiones no son tan despreciables, si uno cuenta las de la fabricación del propio coche. O que puede haber problemas con el suministro de litio y cobalto, metales necesarios para la fabricación de coches eléctricos y cuyos precios se han disparado en los últimos meses. Y también que las emisiones de los coches de diésel no son tan grandes como se dice.

Y encima para rematar, hoy ha aparecido un informe de la organización Transport and Environment (Transporte y medio ambiente), que dice que en Europa no deberían circular coches que quemen ningún combustible fósil a partir de 2035.

Vamos, que la cosa está bastante revuelta. Y no cesa.

¿Qué está pasando?

Conclusión Obvia:

Hay bastante obsesión con los problemas ambientales que causa el coche, particularmente el de diésel. Ya se sabe: emisiones de partículas, óxidos de nitrógeno y esas cosas. Y está además el problema de las emisiones de CO2, que están causando un Cambio Climático cuyos efectos resultan cada vez más evidentes.

Así que la cosa está clara: hay que cambiar a coches más "limpios". Pero hay que hacer las cosas con cuidado.

En España, alrededor del 10% del PIB lo genera el sector del automóvil, y un poco más del 9% de la población activa trabaja en este sector. Y en la Unión Europea, al menos en los países grandes, la situación es muy parecida.

El sector del automóvil es demasiado grande para desaparecer, y tampoco se pueden hacer cambios demasiado bruscos. ¿Coches limpios? Sí, por supuesto, todos los queremos. Pero hay que hacer los cambios con orden. 

La décima parte de la riqueza del país depende del automóvil. Una de cada diez personas empleadas depende del automóvil. 

Así que calma y no hagamos tonterías. Vayamos introduciendo el coche eléctrico poco a poco, dejemos tiempo para que vaya mejorando la tecnología, y así nadie saldrá perjudicado.

¿Verdad?

La Verdad:

Quizá es usted ese uno de diez trabajadores que trabaja en algún negocio o actividad que depende del automóvil. No tengo duda de que al ver las noticias (lo que hemos comentado en la Premisa) se ha preocupado viendo el revuelo actual con el coche. Pero, teniendo en cuanta lo que se comenta siempre en esas mismas noticias, usted habrá seguramente llegado a la Conclusión Obvia que he escrito más arriba.

Si es así, sepa usted que le están engañando.

Y digo "engañando". No es que usted se haya "equivocado". 

No. A usted, como a la mayoría de la gente, le han engañado. Lo que pasa es que en su caso usted va a pagar con creces las consecuencias de ese engaño.

La primera cosa que tiene usted que saber es que la inquina de los últimos años contra el coche de diésel no tiene nada que ver con problemas ambientales. A ver, el coche de diésel es contaminante, por supuesto, y además emite CO2, por supuestísimo. Pero eso no es de ahora: todo eso hace décadas que se sabe. Y encima el coche de diésel no es ni lo más contaminante ni lo que más CO2 emite.

El problema es otro completamente diferente. El problema es que ya hemos llegado al pico del diésel. Eso quiere decir que la producción mundial de diésel ha comenzado a disminuir, irremisiblemente.


Para más información, consultar el post: "El pico del diésel: Edición de 2018"

Como se muestra en el gráfico, a mediados de 2015 se llegó al máximo de producción de diésel. La cosa intentó remontar en 2016, en vano, y ahora cae más rápido que nunca. Ya ha caído más de 1 Mb/d (Mb/d: millones de barriles diarios) desde el máximo de 2015, que fue de 26,3 Mb/d.

Pero, ¿por qué la producción de diésel ha comenzado a bajar, y por qué decimos que esta caída va a continuar de ahora en adelante?

Pues porque en el año 2005 la producción de petróleo crudo convencional llegó a su máximo histórico. Éste es un hecho tan conocido que hasta la Agencia Internacional de la Energía lo reconoció en 2010.

El petróleo crudo convencional es el petróleo de toda la vida, ése que sale de esos pozos que cabecean arriba y abajo mientras bombean el petróleo.




Ese petróleo crudo convencional es aún la mayoría del "petróleo" que se consume hoy en día, más del 70%, pero su producción está decayendo: en 2005 se producían unos 69,5 Mb/d; hoy en día, unos 67 Mb/d. Es decir, 2,5 Mb/d menos.

Este petróleo crudo convencional es el que es más fácil de extraer, y también el más versátil, el que sirve para hacer más cosas. En particular, es el más adecuado para refinar diésel.

Para compensar la caída de producción del petróleo crudo convencional, del petróleo de verdad, se han introducido varios sucedáneos del petróleo. Son cosas de lo más variopintas: biocombustibles, bitumen, petróleo ligero de roca compacta, líquidos del gas natural... Todos ellos tienen dos características en común: cuestan más de extraer y su producción está bastante limitada, no puede subir mucho. Además, la mayoría de estos "petróleos no convencionales" (así los llaman) no sirven para destilar diésel. Por eso tenemos los problemas que tenemos con el diésel. Y mientras más baje la producción de petróleo crudo convencional, más bajará la de diésel.

Pero, atención, que la cosa no se acaba con el diésel. Va a comenzar a bajar la producción de todos los combustibles y va a bajar bastante rápido en los próximos años. Hace unos días, la Agencia Internacional de la Energía publicó su informe anual, y en él enseñaba una gráfica muy preocupante.



La gráfica en cuestión nos dice que, si las petroleras siguen con su actual política de desinversión, en 2025 podrían llegar a faltar 34 Mb/d. Esa cifra es enorme: es como un tercio de todo lo que se produce y consume. Y por si no se había enterado, sí, es verdad, las compañías petroleras están retirándose lentamente del negocio del petróleo. Ya lo dijo Antonio Brufau, presidente de Repsol, hace poco más de un mes: ya no quedan yacimientos rentables. Repsol misma se está retirando lentamente del negocio del petróleo y metiéndose en el de la electricidad. Solo en EE.UU. están tan locos como para seguir invirtiendo en el petróleo no convencional de allí, el que se explota con el fracking, a pesar de que tras 8 años de fracking no ha dado nunca beneficios. Pero tienen fe y tienen a Trump, y siguen tirando el dinero mientras Wall Street se lo siga prestando. En el resto del mundo han comprendido mejor la situación y se está arrojando la toalla. Y con la caída de producción de petróleo en el resto del mundo EE.UU. no podrá compensar la caída.

Del resto de energías no renovables, mejor no hablar. El carbón parece también haber pasado su máximo de producción, el uranio probablemente también, y en cuando al gas natural aún no ha llegado a su límite pero le debe quedar menos de 10 años. Así que poca esperanza hay por aquí.

Están, claro está, las renovables, las que deberían de salvarnos. El problema es que las renovables tienen también muchas limitaciones, hasta el punto de que muchos creemos que solo podrán llegar a cubrir una fracción de toda la energía que se consume. Se necesitarían, además, décadas para montar un nuevo sistema basado en renovables, pero parece que no tenemos tanto tiempo.

Y luego está todo el rollo del coche eléctrico. De entrada, está la cuestión de que la electricidad que tiene que usar el coche eléctrico tiene que salir de algún sitio, es decir, se tiene que usar una fuente de energía para transformarla y sacar electricidad. Y si por lo que parece nos va a faltar energía, el hecho de que el coche sea eléctrico tampoco arregla ese problema. Pero es que además el coche eléctrico tiene multitud de pegas y de problemas. Si tiene ganas de leer artículos técnicos, aquí tiene el sumario a una serie de posts que escribió aquí un ingeniero que trabaja en el sector y lo conoce bien. La conclusión es simple: el coche eléctrico es una filfa y nunca será algo que se pueda vender masivamente.

Así que, resumiendo: toda la obsesión actual con los coches se debe a que comienzan a faltar combustibles. El diésel, el primero, pero los otros le seguirán de cerca. Y en cuanto al coche eléctrico, en primer lugar falta energía eléctrica para que haya muchos vehículos eléctricos, y además es un juguete caro y malo que no está al alcance de todo el mundo. 

Por tanto, lo que le va a quedar a la mayoría es ir a pie o como mucho en transporte público. Esto las compañías automovilísticas lo saben de sobra: por eso, entre sus escenarios de futuro contemplan la posibilidad de tener que reducir su producción en un 95% (sí, sí, que la producción sea 20 veces menor que en la actualidad). Eso significa también un cierre masivo de fábricas, por supuesto. Van a despedir a mucha gente, pero no porque la mecánica del coche eléctrico sea más simple. Les van a despedir porque va a faltar combustible y la gente no va poder permitirse tener coche, y lógicamente se van a vender muchos menos.



Las Consecuencias: 

¿Y cómo le afecta esto a usted que  trabaja en el sector del automóvil? 

Si trabaja en una fábrica de automóviles, pues ya se puede imaginar. Les contarán mil rollos, les dirán que están moviendo la producción de un lado a otro y que ahora traerán la nueva línea de coches eléctricos... Después les dirán que los coches no se han vendido como se esperaba y que tienen que reducir gastos, y una parte de los trabajadores se irá a la calle. Si a usted no le echan de ésa, no se preocupe que el ciclo se repetirá varias veces. Así las cosas, tiene dos opciones: o conseguir tener un perfil imprescindible para la empresa o empezar a buscarse otro trabajo. También puede unirse a movilizaciones diversas y presionar al Gobierno para que rescate la planta, ponga dinero público o yo que sé, pero eso no va a servir de nada: no va a hacer aparecer más combustible. Al final se va usted a la calle, no se deje engañar.

Si trabaja usted en un taller de reparaciones, lo tiene también bastante mal. Le dirán que se tiene que especializar, que ahora tendrá que reparar eléctricos y tiene que reciclarse. Tras invertir en formación y en aparatos se encontrará que no le entran suficientes coches como para subsistir. Le dirán que, claro, los coches eléctricos se averían menos. En parte es cierto, pero la clave es que cada vez habrá menos coches. Así que no se deje engañar y no invierta en nuevos equipos y demás: al final el negocio no va a ser rentable, o solamente lo será para unos pocos talleres.


Si trabaja usted en una ITV, pues su situación es parecida a la del taller. Yo por si acaso no invertiría mucho en nueva maquinaria: los coches eléctricos no vendrán de manera masiva, no se deje engañar.

Si trabaja usted en una estación de servicio, qué quiere que le diga. Si vende más de 5 millones de litros al año le obligarán a poner un punto de recarga de 22 Kw. Si se lo hacen pagar a usted, lo lleva claro, no lo va a amortizar en la vida. Además, como caerá el número de coches en general repostarán menos. La subida de precio de los carburantes hará que cada repostaje dé más dinero, pero los carburantes no subirán tanto como para compensar la caída en el número de coches que vendrán a la estación. Además, el repostaje eléctrico le resultará a pérdidas si no le subvencionan el precio de la electricidad. O sea que no se deje embaucar: si quiere durar en este negocio, intente vender menos de 5 millones de litros al año o si no que sean muchísimos mas.

Pero, esperen, que aún queda una buena lista de problemas para gente que trabaja en otras cosas que no son el automóvil pero que al final también están relacionadas.

Por ejemplo, si trabaja usted en una constructura, y en particular se dedica a la construcción y mantenimiento de carreteras y autopistas, sepa que el negocio va a caer y mucho en los próximos años. Va a haber muchos menos coches en las carreteras, e incluso menos camiones. ¿Y para qué se van a construir o incluso mantener carreteras vacías?

Si es usted transportista, sepa que el precio del diésel va ir subiendo los próximos años. No siempre: a veces bajará un poco, pero para después seguir subiendo y mucho más de lo que baje. Recuerde lo que pasó en 2008: vaya con cuidado con que los portes paguen el precio del combustible. Y además habrá menos trabajo en general. Intente tener pagado el camión y no se trague las bolas que van contando. ¿Va a haber camiones eléctricos, como anunciaba Tesla? Pues no, porque la batería ocuparía el 80% de la carga útil, es un auténtico despropósito. Mejor que se reserve el diésel para los vehículos profesionales, que va a hacer falta.

Y si es usted agricultor, esto también le va a afectar. Los tractores y el resto de maquinaria agrícola tampoco pueden ser eléctricos, por lo mismo que los camiones: porque la batería tendría que ser mucho más grande que el resto del vehículo. Va a tener que tirar de diésel, e incluso sacando a los coches del medio, para 2025 o 2030 va a comenzar a faltar para los tractores y el precio se va a disparar. ¿Lo va a poder pagar usted con esos precios tan ridículos para los productos agrícolas en origen?

Y si es usted un ciudadano de a pie, pues vaya mentalizándose de que va a ser exactamente eso: de a pie. No se gaste una millonada en un coche eléctrico que al final casi no podrá usar: no deje que le engañen, no le saldrá nunca a cuenta.


¿Y ahora qué?

Los problemas que he descrito se están viendo venir desde hace ya unos años. Encima, son bien conocidos, no es nada nuevo ni sorprendente. Los responsables políticos los conocen de sobra.

Se está desviando la atención con el problema ambiental (que sin duda es grave, pero que no es lo que ha motivado a movilizarse justo ahora) y se pretende hacer creer que se está haciendo algo cuando en realidad no se hace absolutamente nada. Se está haciendo lo de siempre, vaya: dejar que el problema se vaya resolviendo solo. Aunque eso machaque e incluso lleve a la ruina a muchos ciudadanos.

Eso quiere decir que nos cuentan milongas sobre el coche eléctrico, electrolineras, hidrógeno y no sé cuantas cosas más, pero nada de eso va a funcionar, por lo menos, no así como se pretende - o se dice pretender - que se haga.

El problema es muy grave y es hora de dejar de mentir y explicar las cosas como son. No somos niños y tenemos derecho la verdad. Discutamos las cosas en serio y organicémonos para afrontar esto de la mejor manera posible. 

Hay muchas maneras de salir de esta situación, esto no es el apocalipsis ni estamos condenados. Pero sí que hace falta que todos podamos participar en esta discusión, no que decidan un grupo de señores con corbata que no ha tocado una máquina en su vida y que por lo visto tienen unos planes de mierda para hacer frente a un problema tan grave. A lo mejor si dejan de intentar engañarnos y nos escuchan, se sorprenderán de ver que la gente puede proponer soluciones muy válidas.



Antonio Turiel
Noviembre de 2018

miércoles, 21 de noviembre de 2018

El pico del diésel: edición de 2018


Queridos lectores,

Hace seis años comentábamos en este mismo blog que, de todos los combustibles que se derivan del petróleo, el diésel era el que probablemente vería declinar su producción antes. La razón por la cual la producción de diésel iba probablemente a recular antes que la de, por ejemplo, la gasolina tenía que ver con la caída de la producción de petróleo crudo convencional desde 2005 y el peso creciente de los mal llamados "petróleos no convencionales", malos sucedáneos que no siempre son aptos para producir diésel. Con los datos de aquel 2012 escribí "El pico del diésel". En aquel momento se observaba un cierto estancamiento de la producción de diésel, pero parecía pronto para aventurar si era definitiva o si aún podría remontar. Revisité la cuestión en 2015, en el post "El pico del diésel: Edición de 2015". Los nuevos datos de 2015 nos mostraban que en 2012 realmente no se había tocado techo, aunque la producción de diésel había crecido con menos fuerza desde entonces si la comparábamos con el ritmo histórico, e incluso los últimos 18 meses del período estudiado en aquel momento mostraban un cierto estancamiento. Ahora han pasado otros tres años, y es un buen momento para mirar los datos con un poquito de perspectiva y comprobar qué ha pasado.

Antes de comenzar, he de agradecer a Rafael Fernández Díez el haber tenido la paciencia de descargar los datos de JODI, de haber elaborado las gráficas que muestro aquí ligeramente retocadas, y de haberme hecho notar el problema que se está planteando con el refinado de gasóleos (veremos más abajo). Él no ha tenido tiempo de acabar este post y por eso soy yo quien lo escribo, pero lo que sigue es en realidad su trabajo.

Como en las dos veces anteriores, usaremos la base de datos de la Joint Oil Data Initiative (JODI). Esta base de datos aporta información de la mayoría de los productores de petróleo y productos refinados del mundo, pero no de todos. Los países no incluidos son países con serios problemas internos y con una gran falta de transparencia, ya sea a causa de guerras o bien por que se trata de dictaduras muy cerradas. Por ese motivo, las cifras que mostraré son alrededor de un 10% inferiores a las que deberían ser si se contabilizasen las de todo el mundo. Sin embargo, dadas las características de los países que no se contabilizan lo más probable es que sus datos no cambiasen las tendencias observadas, sino más bien el monto total de las cantidades referidas.

Todos los gráficos que enseñaré están desestacionalizados, es decir, se toma siempre el promedio de los 12 meses previos. De esa manera, se evita los efectos de variación a causa de la estación, el gráfico es menos ruidoso y se ven mejor las tendencias. Las gráficas se expresarán siempre en millones de barriles diarios (Mb/d).

En primer lugar, les muestro la gráfica de la evolución de la producción de gasoil y diésel durante los últimos años (para simplificar, etiqueto estos datos como "diésel"):

 
Como se ve en el gráfico, el año 2015 ha marcado el máximo hasta el momento. No se había producido una caída tan marcada de producción desde la crisis de 2008-2009, pero en el caso de la caída de 2015 nos encontramos con que 1) no se ha producido una grave recesión económica global; 2) la bajada está durando más tiempo y 3) los niveles de producción de diésel no presentan ningún signo de irse a recuperar. Aunque aún es un poco pronto para asegurar que se haya producido el pico del diésel, el estancamiento - incluso caída - se está empezando a prolongar demasiado.

Mirando los datos de JODI se observan otras dos cosas muy interesantes. Por un lado, si uno analiza la producción de todo el fuel oil que no es gasóleo o diésel se encuentra que su producción se encuentra en franca decadencia desde hace años.


Como nos muestra la gráfica, desde 2007 (y por tanto desde antes del inicio oficial de la crisis económica) la producción de otros fuelóleos está en declive y además parece perfectamente consolidado. La interpretación economicista habitual es la de considerar que simplemente no hay demanda para estos combustibles (que aunque de la misma familia son más pesados que el diésel). Cuando se refina el petróleo, se le somete a un proceso denominado craqueo, en el que básicamente se van rompiendo (mediante calor y otros procesos) las largas cadenas moleculares presentes en el petróleo para después ir separando las moléculas por sus diferentes propiedades de fluidez y densidad. El caso es que si se han hecho cambios en las refinerías para craquear más las moléculas de petróleo y obtener otros productos más livianos (y que por eso se producen menos fuelóleos pesado), esas moléculas que antes iban al fuelóleo pesado deberían ir ahora a otros productos. Por lógica, teniendo en cuenta el valor añadido de los combustibles con moléculas más largas, lo normal es que estos fuelóleos pesados se están craqueando sobre todo para generar diésel y posiblemente algo más de keroseno para aviones y eventualmente algo más de gasolina. No debemos olvidar que a partir de 2010 el fracking en los EE.UU. empieza a despegar con fuerza y se inunda el mercado con petróleo ligero, que no vale para refinar diésel. Es por tanto bastante probable que las refinerías se han adaptado para convertir una cantidad creciente de fuelóleo pesado en fuelóleo ligero (gasoil y diésel). Refuerza esta idea que, si sumamos los volúmenes de las dos gráficas anteriores, tenemos que hay una cierta compensación de la pequeña subida del gasoil y diésel con la bajada del resto de fuelóleos.


Lo que nos muestra esta figura es que, después del bache de 2008-2009, ha costado mucho hacer subir la producción total de fuelóleos, que habría tocado techo en el año 2014 y allí se habría mantenido durante casi un año; y en la actualidad está sufriendo una caída bastante estrepitosa (unos 2,5 Mb/d desde los niveles de 2014).

Esta última observación es bastante relevante, porque si como se intuye se está craqueando menos fueloil pesado para garantizar que la producción de diésel no baje ya, la rápida caída del fueloil pesado va a arrastrar rápidamente al diésel. De hecho, la gráfica muestra que, después de caer en 2015 y 2016, en 2017 se consiguió estabilizar la producción de todos los fuelóleos, pero se ve también que en los últimos meses su caída es bastante rápida. Seguramente, en ese faltante de gasóleo se están empezando a notar esos 2,5 Mb/d menos de petróleo convencional (más versátil para el refinado y por tanto más apto para la producción de fuelóleo), según nos contaba la Agencia Internacional de la Energía en su último informe anual. Esto explica la  urgencia por desembarazarse del diésel que últimamente sacude a las cancillerías de Europa: se escudan en problemas ambientales reales (que siempre ha causado el diésel, pero que siempre importaron un pito) para intentar hacer una adaptación rápida a una situación de escasez. Escasez que puede ser brutal por no haber prevenido una situación que hace tiempo que se veía venir.

Los adeptos a esa religión que se llama liberalismo económico insistirán a todo pulmón en que lo que se está observando aquí es un pico de demanda, esa vieja falacia argumentativa que no se sostiene con los datos (¿quién se cree que alguien esté dejando de consumir petróleo porque quiere, porque tiene mejores alternativas?). Argumentarán que hay una menor demanda de diésel y por eso la producción se estanca, y que la de producción de fuelóleos baja porque, como son combustibles más contaminantes, las nuevas regulaciones ambientales no permiten su uso. Es un poco el viejo problema de quién fue primero, la gallina o el huevo. Con respecto a que la demanda de diésel no suba, influye en ello bastante su precio: es así como en una economía de mercado se regula la escasez. Y en cuando a los motivos ambientales, la producción de gasóleos pesados cae desde 2007, cuando tampoco había tanto interés regulatorio como parece haberlo ahora. Hay un aspecto de la nueva reglamentación que creo interesante destacar aquí: a partir de 2020 todos los barcos deberán usar combustible con menor contenido de azufre. Como típicamente los grandes cargueros usaban fuelóleos muy pesados, esa exigencia, dicen, hace temer que se vaya a producir una escasez de diésel. En realidad, por lo que hemos discutido en este post, lo que parece estar pasando es que los fuelóleos pesados están decayendo muy deprisa y a los barcos no les va a quedar más remedio que pasarse al diésel. Que esto va a originar problemas de escasez de diésel es más que evidente. Es un problema inminente, aún más que el de los picos de precios del petróleo que, según nos anuncia la AIE, se van a producir de aquí a 2025.

La segunda de las cosas interesantes que nos enseña los datos del JODI es como ha evolucionado el volumen producido de todos los productos derivados del petróleo.



El volumen ha podido seguir aumentando durante estos años gracias a la subvención energética que le está haciendo los EE.UU. al mundo a través del fracking. Sin embargo, el petróleo de fracking sólo sirve para hacer gasolina y por eso no alivian el problema del diésel. Pero es que además el final de la gráfica que hay sobre estas líneas acaba de la misma manera que la de producción de diésel, con una caída de más de 2 Mb/d. ¿Qué significa eso? Que la aportación del fracking a todo el volumen está también tocando techo, ya no consigue subir más. Es un indicio más de que ya estamos llegando al peak oil de todos los líquidos del petróleo.

Por eso, querido lector, cuando le anuncien que le van a subir de una manera brutal los impuestos a su coche de diésel, ahora ya sabrá por qué. Porque se prefiere ajustar estos desequilibrios con un mecanismo que parezca de mercado (aunque éste en realidad sea cada vez menos libre y más intervenido) a explicar la verdad. El hecho es que a partir de ahora lo que cabe esperar es una verdadera persecución contra el coche con motor de combustión interna (la gasolina seguirá unos pocos años después al diésel). No diga que no se le avisó (y ni siquiera fui yo el primero en hacerlo en este blog). Y si no le parece bien, quizá lo que debería hacer es exigirle a sus representantes que expliquen la verdad.

Salu2.
AMT

viernes, 16 de noviembre de 2018

World Energy Outlook 2018: Alguien gritó "peak oil"



Queridos lectores:

Como cada año por estas fechas, la Agencia Internacional de la Energía (AIE) ha publicado su informe anual, el World Energy Outlook (WEO). En esta ocasión, un WEO un poco más corto de lo habitual ("solo" 661 páginas), con algunas novedades. La más útil para el que esto escribe es que en esta ocasión la AIE da la opción de descargar las figuras del informe como ficheros PNG, lo que me ahorraría la farragosa tarea de extraerlas del documento PDF... de no ser porque la calidad es tan baja que he preferido seguir extrayéndolas del documento original de la misma manera de siempre. Otra cosa de agradecer es la mejora de la tabulación de datos en un Excel descargable, el cual me ayudará sin duda para ciertos análisis futuros. Como siempre, he intentado hacer un resumen de los aspectos más interesantes a mi entender de lo que contiene este informe, reservándome la posibilidad de ampliar el análisis sobre aspectos concretos del mismo en ulteriores posts.

Como saben, cada año la AIE publica sus previsiones para la evolución de la demanda y el suministro de energía para las próximas décadas, basándose en sus modelos y bajo distintos escenarios, los más importantes de los cuales se denominan Políticas Actuales (continuar como hasta ahora), Nuevas Políticas (adaptaciones en las líneas que han anunciado los gobiernos) y Desarrollo Sostenible (escenario que fue introducido hace un par de años, y que aboga por mantener el crecimiento pero sin incrementar la presión ambiental y sobre los recursos, algo que sabemos que es imposible). El escenario de referencia siempre es el de Nuevas Políticas, y si no se dice explícitamente se asume que nos estamos refiriendo a éste.

Como cada año, la primera cosa que he hecho es buscar la expresión "peak oil" en el documento. Sorpresa relativa: Aparece dos veces en el documento. No es la primera vez que la expresión "peak oil" aparece en un WEO, aunque lo más habitual es que aparezca asociada a la expresión "demand", para introducir el concepto del cenit de demanda de petróleo (es decir, que se dejará de producir petróleo porque se dejará de demandar), falacia lógica que ya desmontamos aquí. Y, como era de esperar, una de las veces que aparece la expresión es "peak oil demand", en la página 63. Sin embargo, la otra vez que se usa la expresión "peak oil" es en la página 56 y en esa ocasión está asociada a "supply", en un párrafo bastante esclarecedor:

"En la medida que el crecimiento de la demanda futura siga los patrones del pasado, el escenario parece preparado para el retorno de las tradicionales tensiones del sistema, especialmente en los mercados del petróleo. Desde el año 2015, la demanda ha crecido a un ritmo bastante por encima de 1 Mb/d [Millones de barriles diarios]: el escenario Políticas Actuales prevé una continuación de esto y el mundo volviéndose muy dependiente de volúmenes sin precedentes provenientes de los principales poseedores de este recurso en Oriente Medio, y eso a pesar de que los altos precios animarán la producción de los países no OPEP. La producción en Arabia Saudita subirá hasta los 15 Mb/d en 2040, e Irán e Irak producirán cada uno 7 Mb/d. Este escenario nos recuerda que, aunque eclipsado hoy en día por otras preocupaciones, puede que no hayamos aún oído el final del debate sobre el cenit de producción de petróleo [negrita mía]."

Este párrafo es bastante significativo, porque es una de las veces que la AIE ha estado más cerca de reconocer que, efectivamente, hay un problema real con el suministro de petróleo. Está claro que intentan no reconocer la existencia de tal cuestión, pero al mismo tiempo quieren cubrirse las espaldas (cuando se les exija responsabilidades) delante de un problema que no solo es inminente, sino que probablemente se va a declarar de una forma muy agravada debido a la fortísima desinversión de las compañías petroleras. Llama la atención, además, que prevén problemas a pesar de asumir hipótesis completamente irrazonables sobre la producción futura de Arabia Saudita, Irán e Irak, lo cual nos hace intuir que el problema va a ser seguramente mucho peor de lo que prevé la AIE.

Pero dejémonos de anticiparnos a la discusión de su contenido y volvamos al análisis pormenorizado del informe. Como vamos a ver, este informe tiene muchos puntos que son absolutamente fundamentales para el futuro de la energía, así que en vez de comentar la multitud de detalles que contiene el informe en muchos aspectos laterales, en esta ocasión me voy a concentrar sobre esos aspectos que a mi juicio son más cruciales.

El informe tiene tres grandes partes:  Tendencias globales en energía; Análisis en profundidad de la electricidad; y el WEO insight, que es una sección dedicada a mirar un tema prospectivo con detalle y que en este caso se dedica a la posibilidad de extraer petróleo y gas "de una manera limpia" (!!).

El resumen ejecutivo tiene una estructura bastante anodina y no parece anticipar nada interesante en este WEO. Hay algunos lugares comunes, como que el petróleo de fracking va a continuar creciendo en los EE.UU. y que la electricidad es el futuro, y poca cosa más a reseñar.

Parte A: Tendencias globales:

En la sección de resumen de los principales hallazgos del WEO nos encontramos con la siguiente gráfica para empezar:




No es nada nuevo, ya lo hemos visto en varios WEOs anteriores: la AIE anticipa un descenso energético bastante marcado para Europa, algo menor para Japón y un práctico estancamiento para los EE.UU. durante los próximos 22 años. También nos dicen que, a pesar de que la demanda de electricidad se va incrementar un 60%, el 90% de ese incremento se va a materializar en los países en desarrollo.

Se van comentando diversos ítems, nos informan de que la demanda de petróleo se va a incrementar otros 11,5 Mb/d pero, de nuevo, solo en países en desarrollo, cuando de repente hay el primer grito de alarma camuflado en este WEO:

"La inversión en nuevos proyectos de petróleo convencional se encuentra bastante por debajo de lo que se requeriría para satisfacer la demanda en el escenario de Nuevas Políticas. La divergencia de tendencias entre un aumento fuerte de la demanda y una inversión débil en nueva oferta, si se mantiene, apunta a picos de precio del petróleo dañinos durante la década de los 20. Sería arriesgado confiar en que la producción del petróleo ligero de roca compacta de los EE.UU. se vaya a triplicar desde los niveles actuales hacia 2025 para compensar la ausencia de nuevos proyectos de petróleo convencional." Dado que la producción de LTO americano se encuentra ya alrededor de los 5,5 Mb/d, triplicarse significa que se tendrían que añadir otros 11 Mb/d más para compensar la caída de la inversión en petróleo convencional. Es completamente ilusorio pensarse que el LTO americano va a llegar a alcanzar esas cifras de producción cuando es un negocio ruinoso desde el principio y cuando las posibilidades de que siga aumentando en una cantidad significativa son simplemente nulas. Pero es que además la AIE nos está diciendo cuánto cree que va a caer la producción convencional: unos 11 Mb/d de aquí a 2025 (más tarde veremos que en realidad estiman este déficit en unos 13 Mb/d). Lo peor del caso es que parecen no entender por qué las compañías desinvierten en la búsqueda de nuevo petróleo no convencional: es que simplemente no queda nada rentable, como dijo hace cosa de un mes Antonio Brufau, presidente de la española Repsol. Simplemente, estamos en la fase descendente de la espiral de destrucción de oferta - destrucción de demanda, pero la AIE sigue sin darse por enterada. Lo que sí anticipan es el shock de precios que se nos viene encima, y lo gracioso es que no comprenden que tales shocks, como son comportamientos no lineales, hacen que los modelos dejen de ser válidos: no es posible predecir qué pasa después de un cambio abrupto. Por ese motivo el WEO 2007 no podía predecir qué iba a pasar a partir de 2008, y por eso este WEO no tiene capacidad de predecir qué va a pasar después del primero de los shocks petroleros que anuncian, porque la economía sufrirá, la demanda de todo bajará y a partir de aquí se desencadenarán muchos procesos que no sabemos en qué van a desembocar.

No solo el petróleo está comprometido: en el resumen ejecutivo se afirma que no se va a poder producir electricidad suficiente para 650 millones de personas, y en torno a 2.000 millones seguirán cocinando con sistemas ineficientes y que generan humos tóxicos.

Yendo ya al contenido de la parte A, se comienza por los puntos positivos: la cuarta parte de toda la electricidad producida en el mundo ya es de origen renovable y los sistemas de energía fotovoltaica son más baratos que nunca. Con respecto a lo primero, conviene recordar que la electricidad es solo el 16% de toda la energía final consumida en el mundo, con lo cual de toda la energía final global la renovable es solo el 4% - lo que está bien, pero es obvio que es largamente insuficiente. En cuanto al precio de los paneles fotovoltaicos cabe recordar que son solo uno más de los costes de una instalación solar y que su rentabilidad en general sigue siendo baja, en cuanto se tienen en cuenta el resto de elementos del sistema (inversor, sistema de almacenamiento, etc).

Se presentan la evolución prevista para la demanda de las diversas fuentes de energía, sin novedades destacables, y tampoco hay sorpresas en lo que se refiere a las previsiones de generación de energía eléctrica. Conviene destacar la siguiente gráfica, que contiene la evolución prevista por regiones para la generación de energía "baja en carbono" (término equívoco y que por eso se usa aquí) y, más interesante, el consumo de los diversos combustibles. Destaca el descenso del consumo de petróleo en las economías avanzadas, y de carbón tanto en éstas como en China. Es interesante, porque pasando los años podremos comparar la evolución real con la prevista, particularmente por lo que se refiere al consumo de carbón, recurso del que estas economías aún disponen de recursos apreciables.




Tras varias discusiones sobre la generación de electricidad, llegamos a un punto crucial del WEO. En la página 45 se afirma: "La producción de petróleo crudo convencional llegó a su pico máximo en 2008, en 69,5 Mb/d, y desde entonces ha caído aproximadamente en 2,5 Mb/d. En el escenario de Nuevas Políticas, cae un 3 Mb/d adicional entre 2017 y 2040, y su proporción sobre el suministro global de petróleo decae de manera estable del 72% hoy hasta el 62% en 2040. El nivel de recursos convencionales aprobada para ser desarrollados en los últimos años está muy por debajo de los requerimientos de demanda en el escenario de Nuevas Políticas, creando el riesgo de un tensionamiento en el mercado en la década del 2020". La gráfica que acompaña esas líneas muestra la evolución que esperan para las distintas regiones.



Algunas sorpresas relativas en esta gráfica: la producción de petróleo y gas de los EE.UU. llegaría a a su máximo a principios de la década de los 20, y eso a pesar del fracking. Rusia también llegará a sus máximos de producción hacia los mismos años, y por lo que respecta a Arabia Saudita se espera un incremento que en realidad es modesto, porque recordemos que esta gráfica mezcla petróleo y gas. A pesar de que se intenta transmitir un mensaje tranquilizador, es bastante evidente que aquí hay muchas cosas que no acaban de cuadrar.

El grueso de lo que sigue se destina, una vez más, a hablar de electricidad, durante muchas páginas. Parece que la AIE quiere hablar de electricidad para no tener que hablar de otras cosas, con un montón de gráficas y discusiones cuya interpretación en muchos casos es mixta, con aspectos positivos y otros que no lo parecen tanto. Por ejemplo, se identifica que puede haber problemas significativos con la producción (e incluso con los recursos) de litio y de cobalto.





Justo después, se nos habla que una de las grandes preocupaciones para el período que viene es la alta volatilidad del precio del petróleo, aunque tal "volatilidad" la ilustran con unas gráficas con sus estimaciones del gasto según el tipo de combustible que, aunque reveladoras, no explican toda la historia.


Y es que "volatilidad" no significa "precios altos todo el tiempo", sino "precios rápidamente oscilantes", es decir, a veces bajos y a veces altos. Con precios permanentemente altos los consumidores sufren, pero los productores están relativamente blindados en frente de los problemas. Sin embargo, con precios oscilantes todos sufren, según el momento del ciclo en que nos encontremos: los productores, cuando los precios son bajos, y los consumidores, cuando los precios son altos. Eso es, básicamente, la espiral de destrucción de oferta - destrucción de demanda tantas veces comentada. De nuevo, es un proceso fuertemente no lineal, pero la AIE no quiere entrar en eso.

Tras muchas otras discusiones sobre electricidad y eficiencia (la estructura del informe no sigue un hilo lógico para las discusiones que yo creo que se deberían de dar), hay una pequeña sección destinada a discutir el renovado interés en el hidrógeno - a mi modo de ver, bastante absurda, aunque al menos tiene la decencia de reconocer que la producción mundial actual de hidrógeno se deriva del procesamiento de hidrocarburos. Algunas loas a la investigación y una vuelta tuerca más a una idea ya hace mucho desacreditada pero que aún colea.

Y por fin llegamos a la sección que estábamos intuyendo y esperando, en la que se habla del efecto de la caída en inversión que se observa actualmente en todos los campos de la energía, desde la energía renovable - aviso a navegantes - a las fuentes de energía más tradicional. Y aquí, como un iceberg flotando a la deriva en las postrimerías del mar de la autocomplacencia nos encontramos la siguiente gráfica sobre la evolución prevista para la producción de petróleo, atención al dato, durante los próximos 7 años (sí, solamente 7 años).


¿Cómo se interpreta esta alarmante gráfica? De acuerdo con el texto, la franja de color granate es lo que denominan "declive natural" y corresponde a cómo disminuiría la producción de petróleo si las compañías ni siquiera invirtieran en mantener los pozos actuales; como se explica en el informe, es del 8% anual. La franja de color claro corresponde al "declive observado" y es lo que la AIE infiere que decaerá en realidad la producción si las compañías por lo menos invierten lo que se necesita para el correcto mantenimiento de los yacimientos actuales (lo cual no se cumplirá en todos los casos, cabe decir). Este declive corresponde a un 4% anual. Si no fueran a entrar en línea nuevos yacimientos, en tan solo 7 años a partir de ahora nos encontraríamos que la producción estaría 34 Mb/d por debajo de donde se espera que debería estar la demanda con el escenario de Nuevas Políticas, o unos 25 Mb/d por debajo de la demanda mucho más moderada del escenario de Desarrollo Sostenible. Es un agujero enorme, de más del 35% de todo el petróleo que se produce hoy en día.

En el texto, la AIE nos advierte que no hay nada de particular con esta gráfica tan terrorífica porque se aprobará la explotación de nuevos yacimientos que cubrirán en buena medida ese agujero. Sin embargo, nos advierten, para evitar todo ese agujero nos haría falta aprobar yacimientos con recursos alrededor de 16 mil millones de barriles cada año, cuando se están aprobando con recursos de 8 mil millones cada año que ha pasado desde 2014. A este ritmo, estima la AIE, nos vamos a encontrar con un déficit de 13 Mb/d en el año 2025. En suma: la AIE está asumiendo, sin mostrarlo simple y abiertamente en una gráfica, que la producción en 2025 será inferior a la de hoy en día. En esencia, el peak oil.

No es la primera vez que la AIE muestra una producción de petróleo declinante desde prácticamente ahora mismo; ya en el WEO 2016 nos mostró una gráfica muy similar (también cortada en 2025, para no asustar demasiado).



La gran diferencia entre la gráfica de 2016 y la de 2018 es el tamaño del agujero de suministro. Y es que la gráfica de 2016 tampoco incluía la producción de los proyectos pendientes de aprobación, y mientras entonces el agujero se extendía unos 20 Mb/d en 2025, actualmente ese agujero puede llegar hasta los 34 Mb/d. Lo cual muestra a las claras que la situación ha ido a peor.

No es ningún misterio: fuera de los EE.UU., las compañías están replegando velas de manera cada vez más decidida. Ya comentamos que la española Repsol ya no invertirá en buscar nuevos yacimientos de petróleo y solo mantendrá lo que ya tiene en marcha; y como ella están haciendo muchas otras compañías, que tras gastar muchísimo dinero en exploración y desarrollo desde comienzos del siglo XXI ya hace 5 años decidieron que no invertirían más, sino cada vez menos. Es el colapso de la producción que anticipábamos que iba a producirse, que se veía como algo inevitable hace dos años y del cual la AIE nos lleva avisando en los últimos meses. Ya está aquí.

A la AIE ya solo le queda una bala en la recámara: el fracking de los EE.UU. Como de manera fáctica los EE.UU. están financiando (con grandes perdidas) el consumo de petróleo del resto del mundo y es el único país donde la inversión en petróleo sube, la AIE quiere creer que serán ellos los que podrán compensar este faltante. Lo que pasa es que la cantidad a compensar es simplemente desorbitante. El propio escenario de la AIE contempla que la producción de fracking en los EE.UU. llegue a su máximo en 2025, con 9 Mb/d, cuando debería ser por lo menos 15 Mb/d para evitar problemas, y en el propio WEO se reconoce que el recurso base estimado para el fracking no da para eso.

Es un grito de desesperación. Es un último esfuerzo de la AIE para negarse a aceptar que va a pasar lo que inevitablemente va a pasar, lo que hace años que sabíamos que inevitablemente había de pasar. Ahora ya lo tenemos encima.

La cosa no queda aquí. Nos avisan que por culpa de cambios normativos, como el que obliga a que los barcos usen gasóleos con menor contenido de azufre, habrá un encarecimiento y posible pico de precios específico para el diésel (nota relevante: en fechas próximas haré una actualización sobre el problema del pico del diésel, el cual mostrará la gravedad de la situación actual de la producción de diésel y que es obviamente la causa real de esos problemas que refiere el WEO).

Después de estas cuñas tan inquietantes, el WEO se va por otros derroteros, insistiendo de nuevo en la importancia de la electrificación, de la universalización del acceso a la electricidad y relacionándola mucho con los objetivos de desarrollo sostenible de las Naciones Unidas. De toda esa larga discusión me parece interesante resaltar una gráfica que nos da una idea de las proyecciones que hace la AIE sobre cuáles serán en el futuro la participación absoluta y relativa de las diferentes fuentes de energía en la generación de electricidad.



Las proyecciones de la AIE están asumiendo que desde los reducidos porcentajes de generación eólica y fotovoltaica actuales vamos a llegar más de la tercera parte del total con esas dos fuentes, y también que el consumo de carbón caerá drásticamente, un poco compensado por los fabulosos y nunca rentables sistemas de captura de carbono (ahora denominados sistemas de captura, utilización y almacenamiento de carbono).

En las siguientes páginas se discute mucho sobre las emisiones de CO2 según el combustible y muchos otros aspectos relacionado con las previsibles curvas de emisiones,  y también sobre cómo conseguir cumplir con los objetivos de desarrollo sostenible de la ONU. Son temas muy interesantes, y particularmente el de los objetivos de sostenibilidad (de los cuales se va a hablar mucho en el futuro) pero que por el momento obviaré para concentrarme en los aspectos que me parecen más críticos, particularmente las cuestiones de seguridad de suministro.

Llegamos por fin al capítulo específicamente dedicado al petróleo (pues todo lo que habíamos visto hasta ahora eran solo consideraciones genéricas sobre la situación de esta materia prima). Aquí se dan muchos más detalles, con discusiones pormenorizadas por países, consumo de petróleo por sectores, etcétera. Cuando se habla del más que posible pico de precios que nos espera, nos encontramos con la siguiente gráfica que nos muestra cómo se espera que evolucione la producción de petróleo de fracking en los EE.UU. (como comentábamos, la última esperanza) en el escenario de Nuevas Políticas.



La curva de producción esperada asume que se van a abrir nuevos pozos como si no hubiera mañana (cada franja representa la evolución de los pozos que comenzaron a producir en un determinado período). Como se ve, la producción decae muy rápidamente en pocos años y para compensarla se han de introducir nuevos pozos, en un número creciente no solo para compensar el decaimiento de todo lo que había antes, sino también porque los pozos que se van explotando cada vez son peores. Solo con un esfuerzo titánico (y multiplicando varias veces las pérdidas económicas actuales) podría EE.UU. seguir la curva de producción que aquí se indica, que se debe entender por tanto como lo mejor de lo mejor que se podría hacer. Y aún así se queda lejos de los 15 Mb/d que la AIE dice precisar.

En este punto, la AIE introduce una gráfica aún más espectacular que todas las anteriores: cómo evolucionaría la producción de petróleo si cesase de golpe la inversión desde 2018.



El ritmo de decaimiento que se observa en este caso es absolutamente salvaje, impresión que se ve aún más agravada porque, en este caso sí, la AIE nos muestra la evolución hasta 2040. Éste seria un escenario de pesadilla. ¿Cuál es el objeto de poner aquí esta gráfica? La intencionalidad más plausible es mostrar de una manera clara y tajante qué nos podría pasar si las compañías petrolíferas tomaran su decisión más drástica. Este escenario solo sería realista si el fracking de los EE.UU. se desmoronara, simplemente porque el sector financiero aceptara ya que la deuda que tienen es impagable, y que en el resto del mundo las urgencias y necesidades de las empresas petroleras hiciera que se concentraran en conseguir tanta liquidez como les fuera posible. Esta gráfica es, básicamente, un aviso a navegantes delante de un escenario que la AIE considera posible (aunque no necesariamente probable). Por otro lado, los lectores más añejos de este blog habrán observado cómo se parece la curva que nos muestra la AIE a las que yo obtengo cuando estimo la evolución posible de la energía neta del petróleo, por ejemplo en el post "El ocaso del petróleo: Edición de 2017".



La similitud de aspecto no es una coincidencia: en mi gráfica estimo cuál es la cantidad real de energía que podemos sacar del petróleo, mientras que en la gráfica de la AIE estiman básicamente que es lo que nos va a dar el petróleo si no malgastamos más dinero en intentar extraer más. Con todo, la gráfica de la AIE es aún peor que la que yo obtenía, pero eso es lógico porque los ritmos de decaimiento que yo usé eran del 6% anual, mientras que según parece el decaimiento natural está más bien cerca del 8% anual.

Abundando más en la idea de buscar la salvación en el fracking de los EE.UU., nos encontramos con la siguiente gráfica sobre cómo tendría que evolucionar la producción del shale oil en ese país según el nuevo volumen de reservas de petróleo se aprueben cada año en el resto del mundo.



Como ven, el sobreesfuerzo a hacer por la ya muy endeudada industria americana es mayúsculo. La insistencia de la AIE en recurrir al shale solo se puede entender porque probablemente la AIE considera que solo en los EE.UU. están tan locos como para seguir explotando algo que es ruinoso, mientras que el resto del mundo está arrojando la toalla. Ya es bastante poco realista pensar que los EE.UU. puedan duplicar su producción actual de petróleo de fracking, como considera el escenario de Nuevas Políticas; lo que se propone aquí es que tendría que incluso triplicarlo.

El siguiente capítulo está dedicado al gas natural. Pocas sorpresas aquí: aún estamos a unos años (aunque seguramente menos de una década) del pico del gas, y por tanto todo son vino y rosas para la AIE, que asume que la producción de gas va a aumentar el 60% en los próximos 22 años. No sorprendentemente, para la AIE el gas natural se va a volver la fuente de energía principal del mundo - simplemente, porque no son capaces de anticipar su pico (como no anticiparon el peak oil: ¡si aún están intentando asimilarlo!). Sí que llama la atención que el incremento de precio esperado para la UE, EE.UU., y Japón es bastante considerable, especialmente para la primera (un 50% de subida para los dos primeros, aunque en EE.UU. sea mucho más barato que en Europa), lo cual posiblemente también es excesivamente caro para no tener efectos económicos concretos (léase recesión económica). Una vez más, la AIE es incapaz de entender que se puedan desencadenar fenómenos no lineales.



Prosigue una exhaustiva discusión sobre el comercio del gas (cuestión clave, porque el gas no es algo fácil de transportar), su uso por regiones y por sectores económicos. Sobre lo último quisiera destacar la siguiente gráfica:


La categoría "autoconsumo para producción energética" es muy interesante: es una franja nada despreciable, que representa poco menos del 10% del total. Aunque seguramente los procesos contabilizados no se refieren solamente al gas natural (una parte de ellos, por ejemplo, probablemente tienen que ver con el uso del gas para extraer el bitumen de las arenas bituminosas y su ulterior mejorado en las refinerías), el porcentaje es una indicación de que la Tasa de Retorno Energético (TRE) del gas natural debe estar bastante cerca de 10, un valor crítico: una rentabilidad energética (y por tanto económica) del gas natural tan baja anticipa cambios drásticos en su explotación, y probablemente preludia la llegada al pico del gas.

Otro indicio de que las cosas no son tanto del color de rosa en el gas natural es la comparativa que se hace entre la capacidad de licuefación de gas natural (para su exportación en buques metaneros) y los requerimientos que implicaría cumplir con las previsiones del escenario central.



El caso es que se necesita que los proyectos aprobados pero aún no ejecutados comiencen a entrar en operación para evitar problemas tan pronto como ahora, e incluso con eso, con lo que se ha aprobado hasta hoy habría falta de capacidad para atender la demanda tan pronto como en 2025. Ciertamente en el futuro se podrían ampliar los proyectos de licuefación y que por tanto el faltante que se muestra en ese gráfico no llegue a suceder, pero también es cierto que en un futuro económicamente incierto (máxime si se materializan los picos de precios del petróleo de los que hablábamos más arriba) lo más probable es que justamente se restrinja la inversión y que por tanto falte capacidad de licuefación para llevar el gas natural al mercado, aún cuando se pueda producir. En todo caso, esta gráfica es de nuevo un aviso a navegantes que envía la AIE, puesto que en sus modelos de previsión no deben tener tan claro que se acaben aprobando nuevos proyectos de licuefación (máxime cuando son proyectos costosos y que requieren años para su ejecución).

También significativa es la gráfica en la que se analizan las dificultades que tendrá la UE para abastecerse de gas natural en los próximos años (como se muestra en la parte de la izquierda de la siguiente figura), y de dónde considera la AIE que podrían venir ese gas que falta (básicamente, pagando más de lo estipulado y de otros puntos a través del mar Caspio, es decir, de nuevos exportadores de Oriente Medio). Cabe añadir que en el texto la AIE reconoce que la producción de Noruega y Rusia va a decaer en los próximos años.



Como anticipándose a lo que pueda pasar, este WEO analiza dos subescenarios, dentro del de Nuevas Políticas y dirigidos específicamente a la cuestión del gas en Europa, uno denominado "Unión energética", en el que todos los países de la UE colaboran para garantizar el flujo de gas por todos los países, y otro denominado "Contrafactual", caracterizado por la falta de compromisos y contratos y la escasa colaboración entre países de la UE. Lógicamente, el segundo es mucho más problemático e incierto que el primero.

El siguiente capítulo está dedicado al carbón. Bastante al comienzo vemos una gráfica sobre la producción futura, bastante similar a la que ya vimos en el WEO de 2014:


Como en 2014, lo que se muestra en una caída de la producción de carbón en los años venideros, que solo podrá ser compensada si las minas proyectadas pero que aún no ha comenzado la ejecución (las "greenfield mines") entran en operación. Como indica el gráfico, si no llegan pronto al rescate hacia 2025 (año muy crítico, por lo que se ve) la caída de la producción de carbón será muy precipitada. Pero la gráfica del WEO de este año tiene dos importantes diferencias con respecto a la de 2014. En primer lugar, el eje temporal está cortado: no se muestra qué pasó antes de 2015. Si se mostrara ese rango temporal (ver el gráfico de 2014 debajo de estas líneas), se vería que antes la producción crecía, y que en realidad ya hemos pasado el máximo de producción (en 2014 creían que en 2040 la producción de carbón sería superior a los 6.000 millones de toneladas equivalentes a petróleo, mientras que en este WEO asumen que en 2040 será de poco más de 5.000 millones, similar a la producción de 2015).


La otra importante diferencia con respecto a 2014 es que, como muestra la figura, hubo ya una caída de producción de carbón de 2015 a 2016, ligeramente remontada en 2017 pero que aún nos sitúa en niveles inferiores a los de 2015. Sin la aportación de las "greenfield mines", la tendencia inevitable sería a la caída de producción, así que esta gráfica sería un nuevo indicio de la llegada del pico del carbón (aunque en este caso se produciría no solo por factores geológicos). Lo que es significativo también de este WEO es que en el texto se reconoce que los precios no han cubierto costes y por eso ha habido muchas compañías que han quebrado, y que se observa algo parecido a lo que pasa con el petróleo, esto es, se están planteando pocos proyectos de minas nuevas. Es nuevamente un reconocimiento tácito del pico del carbón.

El resto del capítulo transcurre por los derroteros habituales: producción por regiones, uso por sectores económicos, comercio... Es gracioso ver cómo se da por hecho que en las próximas décadas el carbón irá perdiendo peso relativo en la generación de electricidad en favor de las renovables. Aunque es cierto que así ha sido durante los últimos años, la experiencia de Alemania durante la Energiewende nos hace albergar más que fundadas sospechas de que la tendencia se puede quebrar (y máxime ahora que China anunció el pasado 1 de junio que congelaba toda nueva inversión en energía fotovoltaica). Para acabar, la parte final del capítulo discute sobre la capacidad de las centrales térmicas de carbón de aportar flexibilidad (capacidad de suplir electricidad cuando las renovables no pueden), sus emisiones de CO2 y el disparate de los sistemas de captura y secuestro de carbono.

El siguiente capítulo está destinado a la discusión sobre energías renovables y eficiencia. Es curioso que liguen ambos conceptos, mucho más que en las mucho menos eficientes fuentes de energía no renovable, pero también es lógico: sin un aumento increíble (e inverosímil) de la eficiencia sería imposible que la energía que podremos producir cubra todas las expectativas económicas. Para cubrir la demanda prevista en el escenario de referencia hasta 2040, la producción de energía renovable debería multiplicarse casi por 3, para lo cual sería preciso multiplicar por dos los subsidios anuales que ahora recibe. Cifras ambiciosas pero que no suenan a descabelladas. Sin embargo, esas cifras globales están un poco maquilladas ya que contienen la hidráulica, mucho más importante hoy por hoy que las demás renovables. Descontando la generación de hidroelectricidad, el resto de producción renovable tendría que multiplicarse con 5, un objetivo sin duda ambicioso pero que parece perfectamente planteable si hay una verdadera voluntad política detrás. Cabe decir que la mitad de todo lo no hidráulico es biomasa para generación de calor y combustibles, y que descontado eso el incremento que deberían hacer las otras renovables es todavía mayor.

Dado que se comienza a ver que el gran caballo de batalla será el uso de energía renovable para el transporte, en este WEO se le concede mucha importancia a los biocombustibles (que cuando nos da la gana los contamos también con el petróleo, lo cual hace que las cifras totales estén un poco desvirtuadas por culpa de esta doble contabilidad). Es risible la insistencia en que la producción de biocombustibles no causa problemas a la producción de alimentos para consumo humano y del ganado, a pesar de la numerosa evidencia en sentido contrario.

El tema de la eficiencia es también muy llamativo: fíjense en la siguiente gráfica cuál es el nivel de demanda que se asume nos vamos a poder ahorrar gracias a las ganancias en eficiencia en el transporte (incidentalmente, observen también la escasa aportación de las renovables):



El discurso sobre la eficiencia sigue con una discusión sobre las viviendas con un consumo casi nulo de energía, lo que proponen como una solución perfecta especialmente para Europa (recordemos que a nosotros nos toca un descenso energético bastante fuerte, de acuerdo con el WEO). Por supuesto, la digitalización es un aspecto clave en ese proceso de desmaterialización energética de Europa. No hace falta decir que hay mucho brindis al Sol y poco realismo en todos esos planteamientos.

La segunda parte del WEO es específicamente sobre electricidad. No voy a comentar demasiado de esta parte. Sí que mostraré una gráfica en la que se muestra cómo han caído en los últimos años los costes de producción eléctrica de diversos sistemas renovables, porque ése es el argumento fundamental que usan los defensores de un modelo 100% renovable continuista respecto al modelo actual; será interesante observar cómo evolucionan estos costes en los años venideros.



Hay muchas otras cuestiones interesantes, como la gestionabilidad de las fuentes de energía renovable, pero no aportan realmente nada nuevo a las discusiones de siempre. Simplemente, hacer notar que para la AIE la electrificación de todo es al solución a los problemas tan serios que tenemos planteados con la escasez de petróleo y de carbón.

La última parte del WEO está dedicado al análisis en profundidad de un tema, en este caso el petróleo y gas "limpios". Es una parte principalmente centrada en cuestiones ambientales (emisiones de todo tipo implicadas por todos los aspectos de ambas industrias) y no pensaba detenerme demasiado en ella, aunque he encontrado algo muy interesante allí: las proyecciones sobre la evolución de la TRE del petróleo que hace la AIE:


Dejando al margen que los valores de TRE que reporta la AIE (que no sabemos de dónde los saca) son demasiado elevados comparados con los que se suelen reportar en la literatura científica, es muy positivo que la AIE comience a incorporar aspectos termodinámicos en la discusión de la futura disponibilidad de los recursos. De hecho, en el apartado donde se encuentra esta gráfica se discute correctamente que al quedar cada vez menos recursos y ser éstos de peor calidad, el rendimiento energético baja. Es un poco triste que una discusión tan fundamental haya ido a caer a una sección donde este aspecto es marginal, en vez de ocupar un lugar más central en la discusión del petróleo, pero ésta es la manera que tiene la AIE de decir las cosas que no es correcto decir en público: decirlas, sí, pero escondiéndolas en el fárrago de páginas del WEO. Así, en el futuro, nadie podrá acusar a los oficiales de la AIE de no haber dicho las cosas, y al mismo tiempo evitan susceptibilidades actuales.


Conclusiones:

En muchos aspectos, este WEO marca un nuevo punto de inflexión en la complicada trayectoria de la AIE. Ha habido varios hitos importantes en este proceso de difícil equilibrio entre la negación a aceptar una realidad desagradable y la obligación de servir responsablemente a sus administrados: en 2010 reconocieron que la producción de petróleo crudo convencional había tocado techo; en 2014 mostraron varias gráficas que anticipaban picos de producción (por cierto que en este WEO ni se menciona al uranio); y en 2016 mostraron por primera vez una gráfica en la que la producción de petróleo no podría cubrir la demanda. Este año, sin embargo, el mensaje es aún más contundente: va a faltar petróleo, va a faltar mucho y va a faltar ya. De aquí a 2025 tenemos 13 Mb/d como mínimo que no se van a poder cubrir, y la cantidad total podría llegar a ser de 34 Mb/d. 34 Mb/d es el 37% de todo el petróleo que se consume hoy en día, y este faltante sobrevendría en 7 años, en el peor de los escenarios posibles. Sin duda, al final las cosas no irán de esta manera tan horrible, pero lo que parece inevitable, según las propias palabras de la AIE, es que se produzcan picos (en plural) de precios del petróleo en los próximos años (y eso solo hablando de petróleo, pues el carbón tampoco está mucho mejor). Alguien en la AIE ha gritado "peak oil". En realidad no es alguien: es todas las personas que participaron en la elaboración de este informe, que entienden perfectamente de qué están hablando. El mensaje ha sido claro. Ahora falta saber si alguien quiere escuchar.


Salu2.
AMT