miércoles, 31 de octubre de 2012

¡Es la potencia, estúpido!

Imagen de http://www.holon.se/folke/kurs/Distans/Ekofys/fysbas/LOT/LOT.shtml


Queridos lectores,

En medio de la vorágine de compromisos y trabajo en la que estoy actualmente envuelto no tenía tiempo para pensar y escribir un post nuevo, y alguna cosa que tengo iniciada no está aún en una fase de estudio lo suficientemente madura como para lanzarme a publicarla. Así que estaba en un callejón sin salida. Y en esto viene mi colega Jordi Solé a mi despacho a intercambiar opiniones previas a un acto/debate en el que él iba en representación del OCO , y en medio de la conversación, comentando estrategias comunicativas para transmitir nuestro mensaje, surge un tema muy interesante y sobre el que merece mucho la pena discutir: la relación inversa que hay entre potencia y rendimiento, y por qué este fenómeno esconde principios profundos de la Física y en última instancia de lo absurdo de nuestro paradigma.

Este blog está dedicado a la crisis energética, comenzando por el peak oil, pasando por el pico de todo lo demás y acabando por la incapacidad de las renovables para cubrir el hueco que dejarán progresivamente todas las demás fuentes de energía no renovables. Solemos decir que el problema de la crisis energética viene causado por la falta de energía, pero en realidad tal descripción peca de inexacta. Del mismo modo que el problema del Peak Oil no es la falta de petróleo sino la incapacidad de extraerlo (o producir líquidos más o menos equivalentes) al ritmo creciente que necesitamos para mantener una economía basada en el crecimiento perpetuo, el problema de la crisis energética no es tanto el de tener suficiente energía disponible como el de no tener suficiente potencia disponible. Y es que en realidad lo que nos atormenta es poder mantener un flujo continuo de energía hacia nuestras actividades productivas, es decir, producir suficiente energía útil durante un período de tiempo concreto (extraer tantos millones de barriles al día, consumir tantos Exajulios de energía al año, etc). En suma, energía por cada unidad de tiempo. Por definición, potencia.

Hemos hablado varias veces aquí del Segundo Principio de la Termodinámica: lo enunciamos de una manera esquemática cuando discutimos el significado preciso del concepto "energía", e hicimos una discusión más específica sobre el concepto asociado de entropía. Si se acuerdan de aquella discusión, la entropía viene determinada por el peaje energético que tenemos que pagar en cualquier proceso de conversión de una fuente de energía en energía útil. Discutamos con un poco de detalle estos conceptos.

Según el Primer Principio de la Termodinámica, la energía de un sistema aislado se conserva, lo cual quiere decir que en última instancia la energía del Universo es constante (lo han oído mil veces, posiblemente sin entenderlo correctamente: "La energía ni se crea ni se destruye: solamente se transforma"). Pero, si la energía se conserva, ¿cómo es que hablamos de "fuentes de energia"? ¿Dónde va la energía de la gasolina, una vez la quemamos? Nosotros percibimos que la energía se pierde, de alguna manera, pero siempre nos han dicho que tal cosa no sucede, que la energía "se conserva". ¿Qué falla aquí?


En realidad, cuando hablamos de fuentes de energía nos falta añadir "útil para nosotros". Los abonados a las teorías de la conspiración suelen aducir que estamos rodeados de cantidades ingentes de energía, y en eso tienen toda la razón; en lo que se equivocan dramáticamente es en su presunción de que existen energías libres con aprovechamiento infinito. En realidad lo que llamamos "fuente de energía" es una "fuente de exergía". La exergía es la cantidad de energía de una determinada fuente que puede ser aprovechada para hacer trabajo útil, se sobreentiende que de acuerdo con nuestro criterio de utilidad. Cuando quemamos un litro de gasolina, conseguimos que su explosión accione un motor que hace que se mueva un coche o un camión y realiza un trabajo útil para nosotros (desplazarnos o desplazar mercancías). En el proceso, entre un 70 y un 80% de la energía que se libera en la combustión de gasolina se perderá directamente en forma de calor, es decir, se convertirá en movimiento aleatorio de partículas a escala atómica y molecular. La energía de los enlaces químicos que se han roto no se ha perdido pero se ha convertido en infinidad de movimientos moleculares, ahora más rápidos que antes gracias al aporte energético (y por eso percibimos que el motor está caliente, porque sus moléculas chocan a más velocidad, gracias al aporte energético extra de la combustión, con nuestra mano). Por otro lado, la energía mecánica que realmente se ha podido aprovechar para desplazar el coche se ha consumido en vencer el rozamiento del aire y de la fricción de las ruedas, en el esfuerzo por mantener el movimiento. Toda esa energía mecánica se ha perdido, por tanto, en acelerar movimientos caóticos en el aire, que en última instancia decaerán en movimientos de escala molecular (nuevamente, calor) y en acelerar las moléculas del asfalto y de la goma del neumático, lo que nuevamente es una transferencia de calor. Y así, en general, los procesos capaces de disipar la energía estructurada, de movimientos en la escala macroscópica que podemos ver con nuestros ojos, acaban reduciendo esos movimientos, sin pérdida de energía total, en calor y en subir la temperatura de los cuerpos.

Así pues, la energía en ningún momento se ha perdido. Pero esos movimientos anárquicos a escala molecular a nosotros no nos sirven de nada: no podemos convencer a esas moléculas que se mueven en todas direcciones a que de golpe se alineen todas en la misma dirección y que por tanto el cuerpo del que forman parte avance en la dirección que nos interesa. Así que la presencia de energía a nuestro alrededor, incluso de ingentes cantidades de energía (recuerden, e=mc2) no quiere decir que podamos poner toda esa energía a nuestro servicio. A "nuestro servicio" quiere decir extraer una cierta cantidad de energía y que pase algo que queremos (un pistón que se mueva, una palanca que se accione, etc). En suma, queremos extraer una cierta cantidad de exergía. Y así como el Primer Principio de la Termodinámica nos dicen que la energía se conserva, no dice nada sobre la exergía; la cual, por tanto, por lo que se refiere al Primer Principio tanto podría aumentar como disminuir, oscilar o hacer cualquier otra cosa. Sin embargo, la capacidad de extraer exergía de un medio energético sí que viene limitada por el Segundo Principio. Si queremos que una fuente de energía nos dé una cantidad máxima de exergía, tenemos que evitar al máximo todos los movimientos "parásitos" que se llevarán la energía a movimientos moleculares aleatorios y en última instancia a la producción de calor.


La situación de intentar maximizar la exergía producida por una fuente es similar a la de tomar un vaso de agua lleno hasta los topes e intentar pasar su contenido a otro vaso vacío volcando el primero cuidadosamente sobre el segundo. Si hacemos la operación de trasvase poco a poco, intentando evitar que el chorro sea demasiado rápido, evitaremos que el choque contra el fondo del vaso vacío y la agitación del líquido desemboque en derramar algo de agua. No obstante lo cual, por muy lenta y cuidadosamente que efectuemos la operación no podremos nunca evitar que parte del agua resbale por la parte exterior del primer vaso, debido a la tensión superficial del agua que hace que el agua se adhiera un poco a toda superficie, y acabe cayendo fuera; además, cuando el segundo vaso esté muy lleno el chorro de agua entrante generará oscilaciones de la superficie libre del agua que también favorecerán que se derrame por sus bordes. En suma, la imposibilidad de imponer un movimiento limitado a todas las partes del sistema (todas sus moléculas, para entendernos) hace que al movilizar todo el sistema igualmente una parte del movimiento se pierda en direcciones que no nos interesan; siempre va a haber una cierta pérdida. Eso es lo que dice, en suma, el Segundo Principio: en todo proceso de utilización de una fuente de energía para su conversión en exergía hay que pagar un peaje, una cierta cantidad de energía que se dispersa en movimientos aleatorios e inútiles. La cantidad de energía así dispersada será tanto mayor cuanto más libertad tenga el sistema para moverse al azar (que es lo que mide la entropía S), y cuanto mayor sea la energía aleatoria de partida (que es lo que mide la temperatura T). Así pues, el peaje de transformación viene dado por la variación del producto TS y a esta variación la llamaremos "calor".


La analogía del vaso de agua es útil porque ilustra dos puntos clave en los procesos de transformación de la energía. El primero es que, independientemente del tipo de fuente de energía y del proceso escogido para extraerle energía útil, habrá siempre un peaje a pagar, un "calor" a disipar. Últimamente he observado que algunos expertos locales en energía expresan sus reparos a que se aplique el Segundo Principio de la Termodinámica a máquinas no térmicas; más aún, parecen creer que el Segundo Principio es equivalente al Teorema de Carnot (teorema válido para máquinas térmicas, que fue discutido en profundidad por Luis Cosin). En realidad, el Segundo Principio se aplica a cualquier proceso de captación y transformación de energía, y tiene que ver con la falta de idealidad de los objetos reales en el mundo real: objetos cuyas superficies presentan fricción, cuyas moléculas se mueven a velocidades considerables (lo que denominamos temperatura) y cuyo comportamiento genérico macroscópico es sólo una buena aproximación a nuestra escala.



El otro punto clave que nos muestra la analogía del vaso de agua es que para conseguir la mayor transferencia de un vaso al otro, es decir, para conseguir maximizar la exergía, es necesario avanzar poco a poco. La razón para ello es bastante obvia: cada vez que yo perturbo la fuente para extraer exergía es como si yo abriera un grifo: si abro el grifo de golpe es más fácil que salpique; si voy abriendo  poco a poco, las salpicaduras serán mínimas. En un lenguaje más técnico, cuando se produce un gradiente o variación de la energía de la fuente hacia el exterior, tal aporte energético (que es lo único que podemos controlar) desencandenará todo tipo de reacciones en el medio externo; y estas reacciones será más violentas e impredecibles si inducimos un cambio más grande. Por tanto, la gradualidad es clave para conseguir que se pierda tan poca energía como sea posible. Esto es lo que en jerga termodinámica se denomina "proceso por sucesión de estados cuasiestáticos". Cuanto más suave y lento que vaya el proceso, mejor aprovechamiento y menor será el peaje de la entropía, como brillantemente ilustra el dibujo con el que se abre este post.

Y aquí llegamos al quiz de la cuestión. Porque si uno lo que requiere es potencia, entonces, como inexorable consecuencia del Segundo Principio de la Termodinámica, tendrá que aceptar una mayor perdida de exergía, es decir, una mayor pérdida de rendimiento. Esto es algo que cualquier conductor ha experimentado: a 140 Km/h un coche consume mucho más por kilómetro recorrido que yendo a 90 Km/h. Es decir, para hacer el mismo trabajo (recorrer unos kilómetros dados) el usar mayor potencia y acabar el trabajo antes implica también que se malgastará una mayor cantidad de energía que no será transformada en exergía y simplemente se perderá.


Nuestra sociedad, ya lo hemos dicho, necesita tener un consumo creciente para funcionar. Necesita que la producción de energía, y en realidad de cualquier otra cosa, crezca sin cesar. En suma, necesita que la potencia sea cada vez mayor. Por fuerza, esto implica que, llegado a un punto, el rendimiento sea inferior. Tal comportamiento se da a todas las escalas y en todo tipo de procesos. Si tratamos con cuidado un pozo petrolífero y vamos extrayendo el petróleo progresivamente, adaptándonos a las posibilidades del mismo, y sólo recurriendo a medidas drásticas como el bombeo de gas a presión por pozos secundarios cuando la producción baja demasiado, conseguiremos alargar su vida útil y extraer una mayor cantidad de petróleo del subsuelo; si, por el contrario, mi política de producción es muy agresiva y desde el principio fuerzo los pozos con métodos de recuperación mejorada, conseguiré que la producción suba muy rápidamente, pero degradaré rápidamente también la calidad del pozo y su desgaste, y el ritmo de decaimiento terminal será también muy rápido. Tenemos un buen ejemplo en las curvas de producción de petróleo del Reino Unido y de Noruega. Ambos países han explotado los campos del Mar del Norte, de donde sale el famoso Brent, pero con dos políticas bien dispares. El Reino Unido se lanzó a complacer al mercado, poniendo a su disposición tanto petróleo como quisiera. Noruega, por su parte, fue más conservadora en la producción de petróleo, fijando cuotas productivas de antemano en función de sus posibilidades de rentabilizar con inversiones diversificadas el dinero que ganasen con el petróleo y sin incentivar el despilfarro del oro negro en su propio país con las típicas políticas de combustible subsidiado para toda la población. Ambos países llegaron a sus respectivos Peak Oil prácticamente al mismo tiempo; sin embargo, sus gráficas de producción (como siempre, sacados de la web Flujos de Energía, que elabora estos gráficos con los datos del informe anual de BP) nos muestra un pasado y un futuro bien diferente para cada país:












¿Son mejores los campos de petróleo del lado noruego? No parece sensato pensar eso. No sólo el consumo del Reino Unido es mayor (es un país mucho más poblado que Noruega), sino que también su perfil de producción ha decaído muy rápido, casi el doble de rápido que el de los noruegos. Se ve, por tanto, que el incremento de potencia (energía producida al año) lleva no sólo a la pérdida de rendimiento energético actual sino también del del futuro.


Esta loca y suicida sociedad del consumo nos aboca a producir y producir sin reflexionar. Con esta consigna de producción a ultranza llega un momento en que se degradan rápidamente los recursos naturales, y no sólo los extractibles. La locura de producir sin parar es lo que ha llevado al desastre ecológico de la producción petrolífera a partir de las arenas bituminosas del Canadá y lo que está empujando por doquiera la locura del shale gas y el shale oil, apuntalados con la técnica brutal de la fractura hidráulica (hydrofracking o simplemente fracking). El rendimiento decreciente, muchas veces inexistente, de tales métodos es difícil de justificar, lo que es fácil de entender por lo expuesto arriba: aumento del ritmo de explotación implica una disminución de la ganancia de energía real, y por tanto de la económica. Estos métodos son un ejemplo más de la ley de los retornos decrecientes, y sólo dan escaso margen de tiempo al sistema productivo actual antes de que por fuerza tenga que colapsar. Lamentablemente, los daños causados por estos métodos son y serán mucho más duraderos.


Salu2,


AMT


P. Data: Cabe agradecerle a Jordi que me haya dejado "tomarle prestada" su idea, con la que seguro hará todavía un post interesante en su blog; imprescindible, por cierto, si saben Vds. catalán.


Tampoco quería dejar pasar el día de hoy, precisamente el día de hoy, sin rendir un sencillo homenaje a un buen amigo, y repetir su única pero genial aportación a este blog:

A Peak Oil Ideogram

sPeaking out
Hi.
Peak oil.
Peak everything.
Nobody wants to know.
It's quite simple though.
You start with a pristine planet.
Life outgrows itself eon after eon.
The Sun keeps shining. The rain keeps falling.
The plants keep growing, as do the animals, and dying.
Huge deposits of organic matter keep forming. Minerals just rest wherever.
Huge amounts of energy and chemical elements just lie there, buried for bilions of years.
The deposits of dead biomass turn soil first, then oil and gas under the immense pressure of the Earth's crust.
Then one day appears an ape, who learns to run on its legs first, then on wood, then on coal, then on oil and gas and uranium.
That's how we started to run out of things without any regard for them as they where so plentiful and we needed to outgrow ourselves - didn't we?
That's how enormous forests disappeared as did many species of animals, and that's how we managed to multiply in spite of killing each other.
We are still in the process of increasing our number while we can still burn wood, coal, oil, gas, uranium and hopes of growth.
But we face an inevitable prospect of decline as we run out of all known types of fuel and other materials we dig out.
There is absolutely no way at all that "renewable" sources of energy can substitute for fossile fuels and uranium.
The sheer amount of energy on which we depend nowadays, and the rarefying chemicals, can't be substituted for.
There are no technologies in sight of whatever kind that could substitute for a half of present needs.
Solar energy, wind farms, hydraulic power stations etc. combined can only supply a third of it.
On top of that most alternative, renewable technologies, depend on rarefying raw materials.
That's how the biggest bubble of all will burst sometime: that of human population.
The so-called global and sectorial crises and regional conflicts will worsen.
Countries are starting to run out of resources and labour.
Hardship, poverty, hunger and disease will ensue.
Unrest will spread from poorer to richer areas.
Energy supply will trail demand forever.
Same thing for minerals and foodstuff.
We may run ahead competing.
But then we are doomed.
We need to change.
We need less.
To survive.
Help us.
Bye.

jueves, 25 de octubre de 2012

¿Son la energía nuclear y la de origen renovable meras extensiones de los combustibles fósiles?



Queridos lectores,

Desde el principio existe cierto debate en los foros de divulgación de la crisis energética sobre cuál es el verdadero papel de las fuentes de energía que actualmente se consideran como alternativas a los combustibles fósiles. Nominalmente estas fuentes de energía (nuclear por un lado y renovables en general por el otro) se presentan como los salvadores de nuestra sociedad industrial y de consumo, y sus potenciales problemas se suelen presentar bajo media luz, lo que lleva después a debates muy enconados (a mi me han llegado a decir que soy un defensor de la nuclear y que soy un defensor de las renovables, en el mismo día). En este blog hemos hecho ya muy extensa revisión de algunos de los problemas de la energía nuclear y de algunas de las diferentes opciones renovables más en boga hoy en día, habiendo dedicado a cado uno de estos dos bloques no menos de seis artículos (hay una barra de búsqueda en el lado derecho de este blog, que puede ser útil al lector sobrevenido). Hay, sin embargo, un tema que aquí sólo se ha discutido muy tangencialmente: ¿son viables las alternativas energéticas si cesa el subsidio fósil?

Hay autores, como Gail Tverberg, que afirman que nuestros métodos de explotación de la energía renovable convierte a estas fuentes en extensiones de los combustibles fósiles (fossil fuel extenders, en inglés). Es decir, tales fuentes de energía son sólo viables mientras se dispone de energías fósiles para su construcción, mantenimiento, operación y eventual desmantelamiento. Sólo en tal caso serían capaces de comportarse como verdaderas fuentes de energía, aportando por tanto más energía de la que consumen, lo cual se traduce en Tasas de Retorno Energético (TRE) mayores que 1 (y que en el caso de la eólica estarían en un más que digno valor de 20; en el caso de la fotovoltaica, como ya discutimos, sería más comprometido). Sin embargo, tales TRE serían sólo alcanzables con medios fósiles, y sin ellos estas fuentes de hoy se revelarían como verdaderos sumideros energéticos (TRE más pequeña que 1) y por tanto inasumibles.

La cuestión no es ni mucho menos baladí: en su momento, a cuenta de la discusión de cuál sería la TRE de una sociedad plenamente eléctrica, mostrábamos que el valor de la TRE depende lógicamente del conjunto de fuentes de energía que tienes al alcance; y que si tus posibilidades de elección son menores puedes verte obligado a escoger fuentes menos eficientes para las tareas que precisas y que por tanto tu TRE baje y mucho. De hecho, tal cuestión le lleva a Gail Tverberg a plantear que no hay futuro renovable más allá de los combustibles fósiles, y que las fuentes renovables son sólo extensiones de los mismos.

¿Son viables las fuentes de energía alternativa sin el subsidio fósil? Planteando la cuestión de modo más técnico, ¿sin los combustibles fósiles las energías renovables y la nuclear se podrían si quiera explotar? No existe una respuesta clara a esta pregunta por un motivo fundamental: no tenemos una sociedad eléctrica, ni siquiera electrificada en un porcentaje suficiente como para poder extrapolar. Para saber cuál es la TRE de una sociedad basada en estas otras fuentes necesitaríamos tener una prueba de concepto en el que todo estuviera electrificado, ya que nuclear y renovables -excepto biomasa y biocombustibles- generan electricidad. Electrificar todo el ciclo de vida es complejo: no se trata solamente de que las máquinas que se usen para construir, mantener y operar estas centrales sean completamente eléctricas: todo el proceso debería serlo, desde la extracción de los minerales en las minas o en plantas de reciclaje, hasta la fabricación del cemento o el horneado y forjado de algunos materiales. Obviamente tal cosa hoy en día no se hace porque no hay ningún incentivo económico para hacerlo. Sin embargo, esa última observación nos debería poner en guardia: no hay incentivo económico. Si no hay incentivo económico, probablemente es debido a que los métodos alternativos a los usados hoy en día -respaldados por combustibles fósiles- son demasiado caros, y que sean más caros es síntoma -aunque no prueba- de que seguramente son menos eficientes energéticamente. Por tanto, que no se implanten las grúas y excavadoras eléctricas u hornos cerámicos con electricidad se debe, posiblemente, a que esos métodos desperdician más energía. De ser así, queda claro que con el estado actual del desarrollo tecnológico la sociedad alternativa tendría una bajada de la TRE importante en sus fuentes alternativas. Un punto a favor de la visión de las renovables como extensiones de los combustibles fósiles.

Se puede alegar que no podemos dar por descontado que la TRE de las energías alternativas a las fósiles bajará cuando las últimas no estén presentes, ya que el desarrollo tecnológico futuro introducirá mejoras que nos llevarán a mejorar la TRE. Si bien este argumento es atractivo y en sintonía con el discurso del progreso, no evita el hecho de que el momento de la transición es ahora y no podemos fiarla todo a un posible avance aún por venir. Pero es que además la evidencia histórica niega que la tecnología haya mejorado nunca la TRE, porque todo el esfuerzo de investigación energética se ha puesto en aumentar la producción bruta de energía pero no el margen de la neta, como ya discutimos. Y aunque parece posible hacer progresos en ese campo, el cambio de metodología es tan importante que el proceso llevaría seguramente los suficientes años como para no fiar demasiado a tal expectativa. Esto desmonta un argumento caro a ciertas agrupaciones ecologistas, que sueñan con un futuro 100% renovable sobre la base de unas hipótesis de mejora de eficiencia energética en las que sólo se fijan en una parte del ciclo de vida (por ejemplo, mejora en la eficiencia de conversión fotovoltaica de ciertas placas) sin tener en cuenta que tales mejoras muchas veces se consiguen agravando el coste energético de otras fases del ciclo de vida (por ejemplo, requiriendo la incorporación de tierras raras muy costosas energéticamente o de producción limitada) y que mirando todo en conjunto en realidad la TRE disminuye.

El fenómeno de la dependencia fósil no es privativo de las fuentes de energía renovable sino un viejo conocido de la energía nuclear. De este exhaustivo análisis (bastante negativo, por cierto) de la rentabilidad de la energía nuclear he extraído la siguiente gráfica sobre la evolución de la capacidad nuclear instalada por año durante las últimas décadas:


 Si se fijan bien, después de una fase creciente que llegó a su apogeo a principios de los setenta verán que hay una caída muy marcada de la instalación de nuevas centrales nucleares en 1975. Oficialmente y de acuerdo con el lobby nuclear, el estancamiento de la instalación nuclear es fruto del accidente de Three Mile Island y las restrictivas leyes que se pusieron desde entonces. Sin embargo, el accidente de Three Mile Island tuvo lugar en 1979, año que ciertamente marca el mínimo de instalación, pero la tendencia comienza claramente antes, hacia 1975. Nótese además que hay un desfase importante entre cuándo se encarga una central nuclear y cuándo entra en funcionamiento; y aunque un incidente concreto puede paralizar las obras difícilmente parará una central que ya está completa (puesto que la presión por recuperar la inversión será en ese caso fortísima). Parece más bien que la instalación de las centrales estuvo más influida por la crisis petrolera de 1973 y no por Three Mile Island en 1979. Tal explicación se ajusta mejor al hecho de que justamente después de 1979 es cuando se producen las mayores tasas de instalación, coincidiendo como por casualidad con el final de la crisis del petróleo de los años 70.

Tal correlación entre instalación nuclear y precio del petróleo sugiere que efectivamente la energía nuclear es poco más que una extensión fósil. El hecho, reconocido por el lobby nuclear, de que la inversión en una central no se recupera hasta que pasan varias décadas (a veces, toda la vida útil de la central, con lo que sólo puede ser explotada si hay subsidios estatales) nos lleva también a la conclusión de que la TRE de la energía nuclear (y sin tener en cuenta el drama de la gestión de sus residuos) debe ser bastante pequeña ya de partida y probablemente con alta reactividad a cambios asociados a la carencia de petróleo. Por tanto, aquéllos que apuestan sus cartas a la energía nuclear como energía de salvación deberían de revisar con cautela sus hipótesis (máxime si añadimos a esta discusión el pico del uranio y lo lejano que está en el horizonte disponer de un reactor de fusión).

No me entretendré en la fotovoltaica dado lo bajo de su TRE, y de todas las otras renovables sólo discutiré brevemente la eólica. Cuando pensamos en energía eólica tendemos a tener una visión bucólica, de estilizados molinos extrayendo su energía de forma no contaminante. Sin embargo, y como a menudo hace notar el maestro Pedro Prieto, la industria que rodea a la explotación eólica hoy en día es verdadera industria pesada. Ciertamente, sin el apoyo de grandes excavadoras y grúas, y en ocasiones helicópteros, sería imposible construir monstruos con mástiles de 80 metros y aspas de 40 (y éstos son de los pequeños). A pesar del muy favorable retorno de esa inversión fósil (TREs del orden de 20) la duda sobre su rentabilidad energética en un mundo no fósil parece muy pertinente, sobre todo si se tiene en cuenta que justamente uno de los grandes insumos de la éolica viene del uso de maquinaria pesada, sector para el cual no existen a día de hoy alternativas eléctricas razonables y para las cuales se tendrá que recurrir forzosamente a los biocombustibles y a la biomasa. Sin embargo, últimamente dos estudios del mismo autor, Kees le Pair, centrados en el caso particular del ahorro de combustible en los Países Bajos por el uso de parques eólicos, proyectan serias dudas sobre la verdadera TRE de la eólica, al menos cuando se explota esa zona del planeta. El primero de esos estudios muestra que incluso usando las estadísticas oficiales el ahorro de combustible fósil es bastante magro; en el segundo se hace un análisis más pormenorizado de la cuestión y llega a la conclusión de que si se tiene en cuenta todo lo que realmente se necesita para poder explotar la energía eólica (incluyendo las centrales de gas de respaldo) los aerogeneradores no sólo no permiten ahorrar combustible sino que inducen a consumir más.

El trabajo de Kees le Pair no permite deducir directamente la TRE dado que incluso si, como él dice, se consume más energía fósil eso no implica que no se esté produciendo bastante más energía total. Lo que sí que pone de manifiesto es que la dependencia fósil de los aerogeneradores es muy grande, al menos con el modelo de explotación que se está utilizando en Holanda y con sus condiciones físicas. De nuevo, sería fundamental hacer un estudio con un sistema piloto 100% eléctrico para saber qué fuentes son viables en un futuro 100% renovable, puesto que extrapolar a partir de los datos actuales no es razonable: sobre el papel, un julio eléctrico es igual que un julio fósil, pero en la práctica las peculiaridades de uno u otro son tan diferentes  y los requerimientos de ingeniería tan complejos que es difícil anticipar si el modelo funcionaría o no. Más aún: tal experiencia piloto serviría para mejorar algunas tecnologías e incluso desarrollar algunas nuevas, avanzando en el que tiene que ser el verdadero modelo alternativo. Una parte importante del esfuerzo de investigación en renovables debería ir por tanto a este estudio de ciclo de vida integral alimentado al 100% por energía renovable; desgraciadamente, hasta ahora nada de eso se ha hecho, y esto nos deja al albur de lo que nos depare el destino. Bueno quizá, malo posiblemente, a buen seguro incierto.


Todos los indicios que tenemos son, pues, indirectos. Sin embargo, los indicios que tenemos no son demasiado halagüeños, y posiblemente por eso los poderes económicos ven con recelo la implantación del modelo de producción energética renovable. Se ha de pensar que históricamente, cuando ha aparecido una nueva fuente de energía, nunca ha desplazado a las anteriores, sino que siempre se ha apilado con lo que ya había, sumándose en vez de substituir. La substitución viene generalmente de la mano de la eficiencia económica: si una central de gas de ciclo combinado es más rentable económicamente que una de carbón, se cerrará la de carbón y se sustituirá por una de gas, en el momento en que la inversión de la de carbón esté debidamente amortizada y rentabilizada, por supuesto. Pero lo cierto y verdad es que tenemos todo acumulado: hidroeléctrica, carbón -en España es más testimonial, pero en países con importantes reservas de carbón como EE.UU. o China es la fuente más importante para la generación eléctrica-, gas, nuclear y, al final de todo, renovables. Todo se ha ido acumulando en nuestra precipitada carrera hacia el progreso, en alas de una demanda que crecía año a año. Ahora acumulamos varios años de caídas de consumo eléctrico y todo se cuestiona; los Estados presionan para que se invierta en un sector estratégico como el renovable pero luego desisten al ver que los números no salen y teniendo en cuenta la crisis económica y la presión de los grandes grupos; las organizaciones ambientalistas y el lobby del sector renovable saca informes asegurando lo muy rentable que sería su explotación masiva, pero los recelos son grandes. Lo cierto es que esos números de rentabilidad económica increíble son bastante dudosos: fíjense en el caso del carbón. Es una fuente de energía a desterrar por lo contaminante que es y por ser el peor combustible en términos de emisiones de CO2 por Kw·h producido (y Kyoto obliga), y sin embargo sigue siendo la fuente preferida en EE.UU. y China. ¿No creen que si las renovables fueran tan rentables, al menos tanto como el carbón, no sería necesario presionar a los grupos económicos para que inviertan forzosamente en ellas? El argumento económico corto placista es sin duda erróneo y, a la vista de los resultados, un mal argumento, porque a veces se dice que las renovables son muy rentables y a continuación se dice que con el progreso tecnológico esperable (tecnooptimismo) los costes bajarán y la rentabilidad mejorará - en suma, que no son rentables ahora pero que esperan que lo sean en un futuro no muy lejano. Yo creo que es un error de estrategia plantear las cosas así. Yo veo más sensato plantear la cuestión como un tema de seguridad nacional, de garantía de suministro o algo semejante. El problema es que en tiempos de escasez económica resulta complicado desviar una cantidad significativa de recursos a tal fin, si no es mediando una guerra. Algo de lo que ya comentaremos con más detalle otro día.
 
Fuera como fuera, el caso de la fuerte dependencia fósil y presumible menor ganancia energética de los aerogeneradores en Holanda es bastante interesante. El viento sopla fuerte y constante la mayoría del año en los Países Bajos debido a sus características geográficas (país llano, latitud muy norteña, no lejos del jet stream). De hecho Holanda tiene un largo historial de aprovechamiento de la energía eólica, como ya saben.




Al margen del mayor aprovechamiento energético asociado a la mejor conversión energética, se tiene que tener en cuenta que producción y TRE suelen tener comportamientos opuestos: incrementar mucho la producción implica bajar la TRE y viceversa. Es bastante lógico: si producimos menos energía podemos usar las fuentes más eficientes, de mejor TRE; si queremos producir más y más tenemos que ir recurriendo a fuentes menos eficientes, e incluso explotar lo que hay en un régimen no óptimo por la premura de producir y producir. Lo cual un nuevo debate: ¿realmente necesitamos producir tanta energía? ¿realmente necesitamos consumir tanta energía? Quizá, si comenzamos a estudiar correctamente la auto-sostenibilidad de sistemas de generación alternativos a los fósiles podremos encontrar dónde está el correcto punto de equilibrio que haría sostenible nuestra sociedad.



Salu2,
AMT

sábado, 20 de octubre de 2012

La rarefacción de los metales

Queridos lectores,

Hace unos meses, un/a amable lector/a me hizo llegar vía Facebook la traducción de un interesante artículo de Matthieu Auzanneau aparecido inicialmente en su blog Oil Man. Lamentablemente y por algún motivo que desconozco, muchas veces no soy consciente de haber recibido mensajes por algún problema con el sistema de notificación de Facebook en mi ordenador; y así pueden pasar meses antes de que, por casualidad, vea un mensaje que se me envió tiempo ha. Ésta traducción la encontré tiempo después de que su autor/a me la enviara, y aún han pasado otros meses desde entonces... ¡¡y ya no recuerdo quién fue su autor o autora!! Con todo el tema es interesante aunque no nuevo: esencialmente, peak everything, pero aquí es analizado desde la perspectiva geológica, y creo que será ilustrativo para lectores recientes; por ello he decidido sacarlo ahora. Cuando aparezca el autor de la traducción, por favor que me lo haga saber para acreditar su desinteresado trabajo como es debido.

Salu2,
AMT


por Matthieu Auzanneau, 8 de Mayo de 2012. Blog Oil Man.
Gracias al editor de la revista Science & Vie (ciencia y vida), que este mes propone una investigación sobre un tema esencial, que me desesperaba por encontrar el tiempo para tratar: el declive de las reservas mundiales de metales (preciosos o no).
Efectivamente, el petróleo no es la única materia prima que amenaza al prurito de la sociedad de consumo.
El cobre, el zinc, el oro y el uranio figuran entre los principales metales cuyas reservas mundiales parecen en vía de agotamiento.

Una mina de cobre moderna, en los EE.UU. De entre los grandes yacimientos agotados, Science & Vie da el ejemplo de la "fabulosa" mina sueca de Stora Kopparberg, "que alimentó toda Europa desde el siglo XV al XVII", cerrada en 1992.


El problema es similar al del pico del petróleo. Peor, las dos cuestiones tienen todas papeletas de terminar tarde o temprano, por enredarse en un círculo vicioso vertiginoso e intrincado.
Philippe Bihouix y Benoit de Guillebon, autores de la obra francesa de referencia sobre el tema ( Quel futur pour les métaux? (¿qué futuro para los metales?), EDP Sciences, 2010, 39E), explican:
A lo largo de la historia, el hombre ha tenido la tendencia de primero explotar los minerales más concentrados (hemos visto que nuestros ancestros han comenzado explotando los elementos nativos, es decir, los concentrados al 100%...). Con menos descubrimientos geológicos mayores, la tendencia ha sido entonces a una bajada en la concentración media de los minerales.
A modo de ejemplo, la concentración media de los minerales de cobre explotados ha pasado así de 1.8% (55 toneladas de mineral por una tonelada de metal) en los años 1930 a 0.8% hoy día (125 toneladas de mineral por una tonelada de metal). La concentración de las minas de oro en Australia y Sudáfrica, dos de los principales países productores, ha pasado de más de 20 gramos por tonelada de mineral a menos de 5 gramos en el transcurso de un siglo.
Para la gran mayoría de los elementos, las reservas se sitúan entre 39 y 60 años. (…)
Los problemas llegan más deprisa que el número teórico de años de reserva, porque toda reserva limitada pasa por un pico de producción; es el caso del petróleo. (…) El oro ha pasado ya su pico de producción mundial, pero esto ha pasado desapercibido debido al hecho de que tiene un rol muy específico.
¡Las inversiones (en exploración minera) han pasado de 2 a 10 mil millones de dólares entre 2002 y 2007! No obstante, estos esfuerzos no han aportado prácticamente nuevos yacimientos.
¿En qué están ligados el pico del petróleo y los picos de los metales?
Simplemente porque para cavar, las minas necesitan energía. Mucha energía. Hoy, entre el 8 y el 10% de la energía primaria es consagrada a la extracción y refinamiento de los recursos metálicos, especialmente para el acero y el aluminio, indican Philippe Bihouix y Benoit de Guillebon, los dos antiguos alumnos de la Escuela Central.
Habéis comprendido ya la ligera preocupación: como los minerales son cada vez menos concentrados en metales, hará falta cada vez más energía para extraerlos, ahora bien, las extracciones de las principales fuentes de energía parecen también al borde del declive…
Por supuesto, al contrario que el petróleo, los metales pueden ser reciclados. Pero Bihouix y de Guillebon subrayan que las soluciones están frecuentemente limitadas, especialmente, una vez más, a causa de su coste energético.
Las energías renovables, en particular la eólica y la solar, son muy dependientes de metales raros para los cuales, el acceso podría convertirse en cada vez más incierto, con mayor razón si estas formas de energía deben ser desarrolladas masivamente. Por ejemplo: el disprosio y el neodimio, dos tierras raras producidas casi exclusivamente en China, la cual ha hecho saber que a partir de ahora sus yacimientos actuales están en declive. ¡Un coche híbrido contiene un kilogramo de neodimio, un aerogenerador casi una tonelada! Science & Vie cita un estudio de la MIT según la cual haría falta multiplicar por 26 de aquí a 2035 las extracciones de disprosio ( del griego dysprositos, que significa “difícil de obtener”) para hacer frente a la apuesta del cambio climático…
Para la nuclear, Science & Vie dice que en 2035, las necesidades de uranio deberían atender cien mil toneladas por año, “ o sea, el doble de lo que las minas de uranio han producido en 2010”, sabiendo que “ningún descubrimiento reciente significativo se ha hecho fuera de la extensión de los yacimientos ya conocidos”, según Marc Delpech, del Comisariado para la energía atómica.
Bihouix y de Guillebon, los autores de Quel futur pour les métaux?, afirman:
Al apostar a “cualquier tecnología” en la optimización de nuestro consumo energético y la lucha contra el cambio climático, recurriremos en mayor medida a las materias primas raras que no sabemos (sabremos) reciclar, y cuya disminución podría convertirse en un problema energético”
Philippe Bihouix y Benoit de Guillebon recuerdan cómo, gracias a su ordenanza de 1669, Colbert salva los bosques franceses amenazados por la necesidad constante de la industria y de la construcción naval:
Así, en el siglo 17, cuando la edad del mundo estaba evaluada en menos de seis mil años (la historia bíblica), nuestra sociedad- en efecto, poco democrática!- ha sido capaz de proyectarse, con sus decisiones, más allá del siglo. Sabemos ahora que la edad del universo es de más de 15 mil millones de años, pero no podemos tomar nuestras decisiones más allá de algunos años: midamos de paso la formidable regresión intelectual.”
Hay más de un susto en este análisis. Podemos percibir una cierta cólera con respecto de las promesas y de los efectos de anuncio de los industriales y de los políticos en el transcurso de los últimos años:
No, un vehículo, incluso eléctrico, nunca será limpio. No, un teléfono móvil no es ecológico, incluso si su carcasa esté hecha de fibra de bambú! Y quién puede creer que una eco-tasa de algunos euros sobre los productos electrónicos compensa los daños medioambientales de su fabricación!!”
La conclusión llama a un cambio de paradigma:
Ciertamente, uno puede esperar aún mucho de los avances técnicos y de las innovaciones. Pero para volver nuestras sociedades realmente sostenibles, al menos desde el punto de vista de nuestro consumo metálico, hará falta orientarlas seriamante hacia la economía de recursos a medio plazo, en lugar de buscar beneficios a corto plazo. Estamos todavía muy lejos de conseguirlo.
Para terminar, Bihouix y de Guillebon han colocado la siguiente cita, que señalan el pecado original de la ciencia económica, aquel es aún practicado y enseñado hoy en día:
Las reservas naturales son inagotables, porque sino nosotros no las obtendríamos gratuitamente. No pueden ser ni multiplicadas, ni agotadas, no son el objeto de las ciencias económicas.”- Jean-Baptiste Say, Cours d'économie politique pratique, 1815.