lunes, 26 de diciembre de 2022

Intermisión


Queridos lectores:

Como habrán notado, este blog está bastante abandonado desde hace un par de meses. Eso ha afectado a diversos posts que generalmente publico en esta parte del año, en particular el análisis detallado del informe anual de la Agencia Internacional de la Energía (World Energy Outlook, WEO) y la actualización del pico del diésel. Y por las fechas que estamos, debería estar ya publicando o preparando los posts del balance del año 2022, las previsiones para el 2023 y el balance del blog este año.

La razón del prolongado receso en este blog (no tanto así en mis apariciones en medios de comunicación) es la repetina enfermedad y el posterior fallecimiento de mi madre. Durante el mes y pico que estuvo enferma, viajé en varias ocasiones a mi León natal para estar con ella, y después de su muerte me quedé aún algunos días para acompañar a mi padre y a mi tía. A mi regreso al trabajo tenía más de 6.200 emails pendientes de leer (recibo unos 200 al día) y entre eso y otras perentorias obligaciones no he podido dedicarle tiempo a concluir el análisis del WEO 2022, que ya tenía comenzando, y así se quedó el blog.

Durante estos días de zozobra y de dolor, con muchos viajes (a León, pero también para cumplir con diversos compromisos laborales) he paseado por media España, y he tenido mucho tiempo para pensar. Pensar en toda esa gente que me critica por ser tan negativo en mis valoraciones, por no ser capaz de ver ese futuro esplendoroso que nos espera, por boicotear con mi actitud las soluciones que se nos están vendiendo... Yo he examinado una y otra vez mis datos y mis análisis y sigo encontrando enormes lagunas y deficiencias en el modelo de Renovable Eléctrica Industrial que se nos quiere imponer a machamartillo, deficiencias a las que nadie responde si no es con ataques personales, nunca con datos. También me he preguntado numerosas veces si no me estoy equivocando, si no sería mejor dejarlo estar, que siga otra persona, que por qué tengo que hacerlo yo. Que si no se aprecia el trabajo que con mucho esfuerzo hago (mientras mantengo todo el resto de obligaciones que tengo), quizá debería dejarlo. Continuamente energúmenos en Twitter me cuestionan acerca de mis motivaciones, buscando razones torticeras e interesadas por mi parte. Y aunque sean críticas absurdas y falaces, sí que me hacen cuestionarme por qué hago lo que hago.

Eso mismo pensaba el otro día cuando me bajé del autobús que me había llevado de Pamplona a Tudela. Como me habían indicado, al llegar a Tudela llamé al número del teletaxi que me habían dado para pedir uno que me llevara hasta Ejea de los Caballeros, donde tenía un acto organizado por el Departamento de Comunicación del CSIC. Pero los pocos taxis de Tudela estaban ocupados y me dijeron que tendría que esperar. Ninguna cafetería a la vista, me quedé allí y me dediqué a hacer algunas llamadas y a pasear la vista. Entonces vi a un matrimonio de mediana edad, que se habían bajado del mismo autobús que yo. Llevaban dos maletones enormes. Les acompañaba su hijo, que no tendrían más de 12 años, más o menos de la edad del mío, con otra maleta voluminosa para el tamaño del chaval. Era obvio que venían para pasar una buena temporada. La cara del padre, posiblemente de origen latinoamericano, era la de una persona curtida en el trabajo, y mostraba preocupación. La madre, posiblemente española, también parecía preocupada, pero lo disimulaba cada vez que hablaba con el hijo. El chaval, despreocupado, jugaba con una pelota de fútbol imaginaria, quizá soñando que algún día será un campeón y vivirá una vida rodeada de la admiración de los demás. Cuando mi taxi por fin llegó, ellos seguían allí, en esa plaza, esperando a alguien que debía venir a recogerles pero que por algún motivo no había podido venir aún. Vi la pesadumbre del padre, vi la mezcla de inquietud y dulzura de la madre, pero sobre todo vi la inocencia con fecha de caducidad temprana del hijo. Vi, en suma, por qué tengo que seguir haciendo lo que estoy haciendo.

Estaré de vacaciones durante los próximos días e intentaré ponerme al día. No será sencillo y quizá no logre acabar antes de que acabe este año. Es posible que alguno de los artículos que querría escribir sean más simples que en otras ocasiones para poder cumplir mi objetivo de despacharlo todo. Pero lo haré. Es lo que mi madre querría. Ella, mujer trabajadora, que todo lo consiguió con su esfuerzo sin pedir favores a nadie, huérfana desde los 14 años, que trabajó durante 55 años, que se sacó la carrera después de haber parido a 9 hijos... Ella se guardaría sus lágrimas y seguiría para adelante. Y yo soy su hijo y haré lo mismo.

Permanezcan en sintonía. Y cuídense mucho.

Salu2.

AMT