jueves, 16 de noviembre de 2023

Las porfías del pobre idiota


Queridos lectores:

Hace poco, participé en la presentación de un libro sobre psicología climática en una librería de Barcelona. Mi función en ese evento era hablar principalmente sobre el Cambio Climático y la Crisis Ambiental, con alguna pincelada sobre la Crisis Energética y de Recursos. Al acabar el acto se me acercó una persona, la cual literalmente me dijo que ahora que me había escuchado entendía mejor cuál era mi opinión. Como quiera que yo no entendiera a santo de qué venía esa frase, esta persona me dijo que ella pertenecía al Consell de la República (órgano extraparlamentario cuya función es asesorar a lo que debería ser la futura república independiente de Cataluña) y que yo, literalmente me dijo, "les había hecho sufrir". Capté en ese momento por dónde iba y le dije que la entendía, pero poco a poco fui llevando la conversación al punto que a mi me interesaba: "Bien, ahora que me ha escuchado se ha dado cuenta Vd. de que mi posición no es tan radical, ni tan infundada, como Vd. se pensaba. De hecho, esa versión caricaturesca de mi discurso que Vd. ha oído tan a menudo tiene más que ver con mi crítica al capitalismo que no con mi presunta posición antirrenovable". Al finalizar, le conminé a leer lo que yo he realmente escrito, en vez de quedarse con la versión de mi que otros dan.

Un par de días antes tuve que sufrir en las redes sociales el bastante maleducado acoso de un señor que parece ser trabaja para una de esas publicaciones de verificación de noticias. Su mensaje tenía un tono acusatorio inequívoco: "¿Cuándo va a pedir Antonio Turiel perdón?", y enlazaba y citaba frases de un post mío del año pasado, "El porqué de un llamamiento". Allí, entre otras muchas cosas, decía que el pasado invierno habría gente que moriría de frío y que seguramente se producirían apagones en Europa, aunque dejaba claro que en España era harto improbable que pasase tal cosa. En aquellos meses, yo estaba muy impresionado por los continuos anuncios de planes de contingencia frente apagones en el Reino Unido, en Francia, en Alemania, y me había estudiado el documento de ENTSO-E sobre cómo íbamos a sortear el invierno. Y después de la voladura del Nord Stream todo apuntaba en la peor de las direcciones.

Obviamente pasó el invierno y la cosa no fue ni de lejos tan grave, en parte por la fuerte disminución de la actividad industrial (que aún se profundiza) y en parte por un invierno anómalamente templado. Justamente le repliqué esto a mi inopinado interlocutor, pero cual martillo de herejes intentaba, siempre con modales sinceramente mejorables, desmontar cada cosa que yo decía como si fueran meros bulos. Así, si yo decía que en un momento la anomalía térmica en Centroeuropa llegó a ser de 15 grados, él me atizaba con una gráfica de las anomalías promedio mensuales de toda Europa (en sí muy considerables, por encima de un grado si recuerdo bien) y todo de este jaez. Al final me cansé del tono chulesco y le bloqueé. El bloqueo es una fantástica herramienta para que los pesados no vean qué escribes y también para no ver tú qué barbaridades ponen y así no te entren las ganas poco oportunas de responder.

Es cierto: en Europa no pasó lo que se temía. Para este señor, eso me hacía a mi acreedor de la obligación de disculparme, como si por culpa de mis palabras algo malo hubiera sucedido, y como si lo que yo decía fuera un auténtico disparate infundado. Por desgracia, los problemas estructurales que teníamos entonces no se han resuelto en absoluto, y la próxima vez que venga un invierno frío (con un poco de suerte éste que viene tampoco lo será) podría pasar lo peor. Por cierto que justo antes de bloquear a este energúmeno, trataba de porfiar acerca de qué es lo que entendía yo por invierno frío.

Este autoproclamado censor había comenzado a rondarnos, a Juan Bordera y a mi, unos días antes a resultas de un artículo que publicanos en Contexto y Acción. En él hablábamos de los fenómenos de intensificación climática actuales y en un momento osamos decir que los modelos climáticos del IPCC tienen dificultades en describir los puntos de transición, debido a su fuerte no linealidad. A este martillo de herejes, en su profunda ignorancia, debió sonarle nuestra afirmación a negacionismo climático del más rancio, e ipso facto comenzó a acosar a Juan por esa concreta frase. Juan se afanó en publicar referencias sobre esta cuestión, pero en el mundo de opciones binarizadas de este señor seguramente tales matices no entran. Lo cierto es que su furibunda diatriba no puede ser más necia: cualquiera que haya trabajado con modelos geofísicos sabe que, por el efecto de la discretización de las ecuaciones y de la integración de las mismas, se genera ruido numérico que el carácter no lineal de las ecuaciones de Navier Stokes amplifica descontroladamente y por ello se requiere introducir cierta viscosidad numérica que inevitablemente suaviza los resultados. Añádase que algunos modelos incorporan cierto grado de relajación a climatología, que la elección del esquema de clausura turbulenta también tiene mucho impacto y que muchos procesos, como la interacción con el hielo, están mal descritos porque están mal comprendidos, y así se entenderá mejor porque los modelos climáticos tienen sus limitaciones. Limitaciones que resultan caer, en todas las ocasiones, en el lado de subestimar la gravedad de los problemas, y nunca en el de sobrestimarla (todo es siempre peor de lo esperado). Lo que para el celote verificacionista es negacionismo es en realidad una aceptación de nuestras limitaciones y un aviso de que en realidad las cosas son peores de lo que nos pensamos.

Mientras contabilizaba la energía que Juan y yo hemos perdido con este auditor escogido por nadie, yo me preguntaba si usará ese mismo furor revisionista delante de quienes decían que el futuro era la gran eólica (ésa misma que está ahora mismo colapsando económicamente) o sobre los que por encima de toda evidencia técnica aún claman que el hidrógeno verde es el combustible del futuro. En particular, me pregunto si les habrá exigido, como hizo conmigo, que pidan perdón, lo cual estaría bastante más justificado, viendo la cantidad de millones que se están tirando a la basura. La pregunta es retórica: verificadores, sí, pero no imbéciles. Arrogantes con el débil y sumisos con el poderoso.

Siguiendo con las redes sociales, pocos días después tuve que aguantar una nueva ridícula murga acerca de un artículo que publiqué en Contexto y Acción hace un año, "El manifiesto que nadie pidió". Hice en ese artículo un par de afirmaciones que en su momento escocieron mucho y las cuales desde entonces ciertas personas intentan siempre refutar. La primera es que en la red eléctrica no cabe un kilovatio·hora más, así que poco se justifica instalar más y más sistemas masivos de producción de electricidad. Y eso es simplemente factual, es otra manera de decir que el consumo eléctrico cae desde 2008. Por supuesto, la caída del consumo no es una simple línea recta, sino que tiene cierta modulación, pero la tendencia decreciente es a todas luces innegable.


Contra este hecho irrefutable se han intentado oponer muchos argumentos de una banalidad infantil y unos pocos con algo de sentido. Entre los últimos se encontraría el hecho de que la caída del consumo se debe fundamentalmente al despegue del autoconsumo. Aunque hay pocos números sobre el autoconsumo, y aún aceptando que algo ha influido en la caída de la demanda observada en la red de alta tensión, un análisis rápido muestra que es imposible que la mayoría de la caída se corresponda con esto; aunque en realidad da igual, porque la clave es que no hay mucha justificación para los grandes proyectos, y más si verdaderamente el autoconsumo fuera tan floreciente. Entre los argumentos banales nos encontramos que ese año se ha instalado mucha energía renovable "¿y cómo va a ser que se instale si no se aprovecha?", el confundir los kW instalados con los kW·h generados, y en general hacer una loa a que las nuevas tecnologías de almacenamiento, de coches eléctricos y de hidrógeno verde van a permitir en un futuro "próximo" aumentar el consumo.

Más sutil es la porfía con el otro de mis argumentos en el artículo, en el que digo que a principios del siglo XXI se había instalado en España mucha energía renovable y que ahora simplemente no se puede integrar más. Aquí mis púgiles dialécticos me enseñan gráficas que muestran cómo se ha incrementado en los últimos diez años el consumo de electricidad específicamente renovable (con un notorio estancamiento en los dos últimos), demostrándose así, a su entender, que sí que se integrado más. En este caso, la palabra clave es "integrado". La integración de los sistemas renovables tiene que ver con el papel que desempeñan dentro del sistema eléctrico (algo que Beamspot nos ha explicado con mucho detalle), y no si en determinados años producen algo más o algo menos de energía. De nuevo, que se estén instalando cada vez más sistemas de energía renovable no demuestra que se estén integrando en la red, si la energía finalmente consumida que viene de las renovables ya podía producirse con lo que existía antes de la instalación de esos nuevos sistemas. En realidad, para probar que se está integrando más energía renovable se necesita demostrar que las nuevas instalaciones están proporcionando una energía que ahora se consume y que antes no estaba disponible, cosa que obviamente no ha pasado si nos fijamos solamente en los últimos años. Aquí, de nuevo, yo juego con la imprecisión temporal de los plazos (¿qué quiere decir exactamente "en los últimos años"), pero, a fin de cuentas, el artículo que tanto les desvela no deja de ser una pieza divulgativa y de opinión, y no un trabajo científico donde todo tiene que ser obsesivamente precisado. Y si les molesta tanto que no sea más preciso, entonces no deben ser capaces de abrir un periódico; o quizá deberían entender que más que mostrar de forma precisamente cuantificado algo, lo que se pretende es introducir de forma divulgativa un concepto. Mención aparte merece el hecho de que si en la suma de la energía renovable generada se introduce la hidroelectricidad (que también es renovable), la resultante es aún menos brillante por lo que ha sufrido la sequía de los últimos dos años esta fuente en particular.

Todos estos ejemplos tienen en mi opinión un denominador común: intentar demostrar que o bien me equivoco o que estoy proporcionando deliberadamente una información errónea. La posición de partida es ésta: simplemente, no puede ser que yo tenga razón. Porque si tengo razón, entonces el mundo, su mundo, se hunde. Ese mundo que han construido basándose bajo la hipótesis de que podremos mantener el mismo nivel de consumo actual, simplemente cambiando nuestras fuentes de energía. Y así no puede ser que los sistemas renovables tengan muchas y notorias limitaciones, que los recursos que se precisan sean no solo escasos sino insuficientes a tal fin, ni que los problemas de sostenibilidad (de recursos, ambientales, sociales, etc) exigen un cambio de rumbo inmediato.

Hay algo, empero, que es nuevo: el nivel de porfía, de empecinamiento. Esta gente está convirtiendo el intentar refutarme en una cuestión vital. En vez de pasar olímpicamente de mi (no nos engañemos, sigo siendo un don nadie y mis opiniones no tienen ningún impacto en ninguna toma de decisión relevante), se obsesionan conmigo. No es algo casual, creo. Estas últimas semanas han sido nefastas para el sector renovable: ahí están los anuncios de los sucesivos planes de rescate de la eólica, centrados fundamentalmente en Siemens Gamesa pero con el resto de empresas también afectadas en mayor o menor medida por los mismos problemas; o la creciente preocupación por los precios cero o negativos de la electricidad en el mercado mayorista, que preludian el estallido de la actual burbuja renovable al estilo del parón que se vive en Alemania desde 2016 con el frenazo de la Energiewende. Ahora más que nunca hay necesidad de contrarrestar las noticias negativas matando al mensajero y descalificando los datos que se dan, por más que sean eso, datos.

Justo antes de que se produzca una transición de fase, un sistema muestra síntomas crecientes de inestabilidad. Algunas variables críticas oscilan, y a medida que te acercas al fatídico punto de ruptura, estas oscilaciones se van haciendo más lentas pero al mismo tiempo de mayor amplitud. Así, hasta que algo se rompe y el sistema colapsa en su nuevo estado.

Toda esta creciente porfía insensata nos muestra esto, que nos estamos acercando a ese punto crítico, a ese momento de ruptura. Lo peor es que los que porfían descuidan lo que debería ser la sustancia real de la discusión: el mantenimiento del bienestar de los ciudadanos y la defensa del interés común. Sacrifican lo que son los asuntos de la polis, la política, por defender una tecnología concreta, unos conceptos abstractos concretos. No se ocupan ya de la polis. Son porfías idiotas, en el más propio sentido terminológico. Lástima que en este momento no tengamos tiempo que perder en discusiones espurias y desatinadas. Suerte del bendito botón de bloqueo...

Salu2.

AMT

martes, 31 de octubre de 2023

World Energy Outlook 2023: ¿Cómo vamos a bajar esos picos?


Queridos lectores:

Un año más, la Agencia Internacional de la Energía (AIE) ha publicado su informe anual, el World Energy Outlook (WEO). Como en los últimos años, esta edición está libremente disponible (pueden descargársela siguiendo este enlace). Ese año, además, tiene la particularidad de ser el informe más corto de los que yo haya analizado hasta la fecha: tan solo 355 páginas (del orden de la mitad de las que había llegado a tener otros años). Teniendo en cuenta que hay casi 100 páginas de anexos, es realmente un informe muy, muy breve. Da la impresión de que se está produciendo un cambio en la orientación que la AIE le quiere dar a los WEOs, centrándolos en cosas más concretas y dejando de perder el tiempo con múltiples cuestiones accesorias que sazonaban los informes de otros años. Lo cual en realidad es de agradecer, teniendo en cuenta las urgencias que tenemos.

Es interesante que en el prólogo se comenta que el mundo está haciendo frente a unas dificultades semejantes a las que hace 50 años llevaron a la creación de la propia AIE. Evidentemente, el discurso es que actualmente estamos más capacitados para capear estos problemas, sobre todo porque tenemos claro qué modelo de transición debemos hacer. Lo curioso es que explícitamente se menciona la actual crisis energética y se relaciona con la "energía verde" como su solución, dejando claro que en realidad la actual apuesta por el "todo renovable" tiene más que ver con la necesidad de cambiar el modelo energético porque el modelo fósil ya comienza a hacer aguas.

El breve WEO de este año está estructurado en 5 capítulos: Introducción, con los principales hallazgos; definición de escenarios (a los que en este WEO, interesantemente, le dedican todo un capítulo, en preparación de los informes que vendrán otros años); rutas para el mix energético; seguridad energética; y análisis regional. Yo seguiré el mismo esquema, pues aunque breve este WEO es más denso conceptualmente que los anteriores y es importante saber qué se dice en cada contexto; únicamente dejaré de lado el análisis por regiones, porque me parece de menos interés.

Comencemos, pues, el análisis del WEO.

1.- Introducción y hallazgos principales.

El resumen del capítulo pone el énfasis en que la economía fósil se ha vuelto inherentemente volátil y que por eso tenemos que hacer la transición a las energías renovables, ya que ellas van a garantizar la seguridad energética. Tal y como avanzábamos en los informes de otros años, a medida que transcurre el tiempo se va poniendo cada vez más énfasis en la seguridad energética y menos en la cuestión ambiental, aunque por supuesto ésta segunda siempre se pone de excusa para acelerar la transición.

Por supuesto que la noticia que ha hecho los titulares en la prensa generalista referente a la publicación del actual WEO es la llegada al pico de consumo de los combustibles fósiles, incluso en el escenario de referencia, el STEPS (en el capítulo 2 discutimos los escenarios).


La AIE insiste en su idea de que no se está produciendo ningún pico de oferta, sino lo que sucede es que hay un pico de demanda. En este WEO, la palabra "pico" y sus derivados, siempre en relación a una variable que llega a su máximo y después comienza a disminuir, se cita la friolera de 141 veces, posiblemente la vez en que el término se ha usado con mayor frecuencia. Sin embargo, la AIE
, en el caso del suministro energético, insiste siempre en que los picos que se producen son de demanda, nunca de oferta. Lo cual es un poco absurdo, porque si realmente lo que estuviera pasando es que la demanda está cayendo, lo que deberíamos de observar es que el precio baja, no que se mantiene alto y que en ocasiones se dispara. Naturalmente la AIE tiene lista toda una argumentación para explicar esto, y siempre tiene que ver con la instabilidad geopolítica, aunque cabe preguntarse qué es causa y qué es efecto. Por demás, llama la atención que incluso en el escenario STEPS, que es el más continuista y que por tanto contempla las bajadas más lentas en el consumo de petróleo y gas, el carbón se desploma rápidamente. En realidad, lo que cabe anticipar es exactamente lo contrario: el petróleo es lo que más rápido bajará, el gas seguirá un camino intermedio y el carbón seguirá un ritmo de caída bastante más lento, entre otras cosas porque su geología lo permite. Los datos actuales, con Alemania importando carbón de España en gran cantidad, avalan que de hecho se va a mantener el consumo de carbón tan alto como geológicamente sea posible; y si el petróleo al final cae será por la restricción geológica, la cual se manifiesta con fuerza en la pérdida de inversión que llevamos sufriendo desde 2014.

En ese sentido la gráfica de la evolución prevista en el escenario STEPS de la demanda de carbón por sectores es bastante reveladora:


La idea es que la caída principal en el consumo de carbón se va a producir en el sector de la generación eléctrica. Es un planteamiento lógico y consistente con el modelo de transición que se plantea, en el que las renovables van sustituyendo los sistemas tradicionales de producción de electricidad. Sin embargo, como elocuentemente ha explicado Beamspot a lo largo de la serie de posts "La lavadora de medianoche", esto es más fácil de decir que de hacer, y es que hay limitaciones técnicas muy serias a la integración masiva de electricidad de origen renovable en redes de alta tensión. En cualquier caso, esta gráfica podremos irla comparando en el curso de los próximos años con la realidad de lo que vaya pasando, y recuerden que este escenario es el que prevé la caída más moderada en el consumo de carbón.

El análisis sectorial de la evolución del consumo de gas y petróleo en el escenario STEPS es menos interesante: en el caso del petróleo, básicamente viene mediado por el descenso del consumo moderado de coches con motor de combustión interna (supuestamente substituidos por coches eléctricos, pero a un ritmo más bien lento),


en tanto que en el caso del gas la moderación viene por la ligera disminución del consumo de gas en la generación de electricidad (parece que la AIE es consciente de que los ciclos combinados seguirán siendo necesarios para garantizar la estabilidad y disponibilidad de la red eléctrica).

A continuación, el WEO constata una obviedad: quien más peso tiene en las tendencias en energía hoy en día es China, y por tanto, si en ese país se produce una ralentización económica eso se traducirá en una ralentización del consumo energético. Obviamente, pretenden anticipar una situación en la que la gigantesca crisis inmobiliaria en el país asiático degenera en una crisis económica (y por tanto de consumo energético) de grandes proporciones, aunque también tienen en cuenta que el frenazo demográfico que está experimentando China puede llevar a una más que sensible disminución de sus consumo energético.

Después nos encontramos con una loa a la expansión de la producción de paneles fotovoltaicos (ahora que comenzamos a verles las orejas al lobo con los problemas de la industria eólica). La AIE está dispuesta a agarrarse a cualquier clavo ardiente que encuentre, y el aumento vertiginoso de la capacidad productiva de paneles es en ese sentido una noticia excelente.


Lo que resulta muy interesante de este gráfico es que nos muestra la capacidad productiva de las fábricas de paneles fotovoltaicos, que se ha multiplicado por 10 desde 2010, y los aumentos previsto hasta 2030. Sin embargo, en el escenario STEPS la instalación de paneles no seguiría un aumento tan rápido y eso lleva a una caída del grado de ocupación de esas fábricas (el porcentaje de lo que producen con respecto al máximo que podrían producir). En vez de ver eso como un problema (compromete la viabilidad económica de esas fábricas), la AIE lo valora como una bendición, porque eso debería de ayudar a que se acabase instalando más potencia fotovoltaica de la prevista. Ya veremos qué pasa. Y, de nuevo, recordemos que una cosa es instalar potencia fotovoltaica y otra cosa es cuánta energía efectivamente producida y consumida se ha generado.

Posteriormente, la AIE nos dice que el camino hacia un calentamiento que no supere los 1,5ºC respecto a la temperatura preindustrial es duro pero todavía es posible. Nos los dice en un momento en que la probabilidad de que acabemos este año con un promedio anual por encima de 1,5ºC es de más del 90%, en el que el promedio de los 12 últimos meses está ya 1,54ºC por encima del promedio preindustrial, y en el que el promedio mensual en lo que llevamos de octubre está 1,9ºC por encima del promedio de octubre pre-industrial.


Es decir, cuando probablemente los acuerdos de París son ya papel mojado, cuando la situación ya es crítica y no se ha hecho nada efectivo para evitar lo peor, nos dice que aún podemos evitar lo que ya ha sucedido. Si algo ilustra mejor que nada la total desconexión de la AIE y sus propuestas de la cruda realidad, es este perfecto acto fallido. Y atención a las "cuatro razones para la esperanza" de que no pasaremos de los 1,5ºC (cuando ya lo hemos hecho) que da la AIE: las políticas de fomento de la "energía limpia" (término mentiroso donde los haya) están avanzando, el despliegue estas energías se está acelerando, tenemos herramientas para ir mucho más rápido y el mundo está encontrando respuestas innovativas. Es decir, tecnooptimismo y fe en que más tecnología nos sacará del atolladero en el que nos ha metido nuestra sobreconfianza en la tecnología. Por supuesto aquí los problemas de la escasez de materiales no se mencionan, aunque hablaremos de ello más tarde.

El resto del capítulo comenta diversas cuestiones, como por ejemplo la asequibilidad de la energía en los nuevos escenarios, los cambios en inversión en energía o una discusión somera de las necesidades de materiales críticos en los modelos de electrificación "limpia", pero no lo comentaré aquí por parecerme en general de poco interés. Les dejo aquí, eso sí, una tabla que describe los riesgos asociados a la "electrificación limpia", que creo que es bastante autoexplicativa (y eso que es muy, muy optimista).


2.- Definición de los escenarios:

El segundo capítulo está centrado en la presentación de los tres escenarios considerados por la AIE. Estos son los mismos de los últimos años:

- Escenario cero neto en 2050 (NZE): Un escenario en el que se pretende seguir una reducción de las emisiones netas de CO2 tal que permita cumplir con los acuerdos de París y así conseguir con un 50% de probabilidad que el aumento de la temperatura en el año 2100 no supere los 1,5ºC, aunque por poco - de acuerdo con la AIE, se quedaría en un calentamiento de 1,4ºC. Teniendo en cuenta lo que está pasando, es mejor olvidarse de estos objetivos y simplemente decir que ese escenario persigue que para el año 2050 las emisiones de CO2 estén balanceadas, de manera que la concentración de CO2 en la atmósfera deje de aumentar.

- Escenario de compromisos anunciados (APS): Es el escenario que tendríamos si los gobiernos cumpliesen con sus compromisos y las políticas que llevan tiempo anunciando. Este escenario, nos dice la AIE, nos llevaría a un calentamiento de 1,7ºC (en realidad, ésa es la mediana, es decir, que habría un 50% de probabilidad de estar por encima y un 50% de estar por debajo).

- Escenario de políticas establecidas (STEPS): Es el escenario más realista, en la que se proyecta una continuidad con las políticas actuales y con el nivel de cumplimiento al que estamos acostumbrados. En este escenario nos iríamos a un calentamiento de +2,4ºC (en mediana) en el 2100.

Una cosa interesante es que, contrariamente a lo que se hacía en WEOs anteriores, los escenarios se presentan precisamente en ese orden, es decir, comenzando por el NZE y acabando por el STEPS. Lo cual no deja de ser curioso, si STEPS es el escenario de referencia. Se ve una tendencia en los últimos años, por parte de la AIE, a irle dando un carácter cada vez más central a NZE, seguramente porque es lo que se va ir pareciendo más al curso real de los acontecimientos (excepto por la implantación masiva de renovables).

El resto del capítulo son detalles técnicos sobre las implementaciones de los tres escenarios (por ejemplo, los escenarios de crecimiento del PIB, que asumen como un dato externo, al margen de la realidad física de nuestro mundo). Llama la atención que en el primer capítulo se hace mención un subescenario de NZE en el que se le da todo el peso a la solar (NZE Solar) pero aquí no se dedica tiempo a presentarlo, lo cual refuerza la impresión de que hay cierta improvisación en la definición de los escenarios, adaptándose a una realidad más complicada y poco favorable (la AIE está apostando por darle mucho más peso relativo a la solar, ahora que ve que el futuro de la eólica es cada vez más turbulento - por cierto, intentaré comentar en un post próximo las consecuencias del rescate a la industria eólica aprobado por la Comisión Europea justo el mismo día de la publicación de este WEO).

Destacaría algunas gráficas interesantes de este capítulo. Para comenzar, la evolución de las inversiones en los distintos elementos energéticos, que muestra quee las inversiones en renovable han superado a las del petróleo.


Es interesante que nos muestran la evolución solo desde 2015, y esa elección de fecha no es casual. En 2014, la inversión en petróleo tocó su máximo histórico, en unos 900.000 millones de dólares  y desde entonces ha caído más que considerablemente: los casi 500.000 millones actuales suponen una caída de más del 44%, y eso que el último año ha habido una considerable remontada (aunque en términos productivos no es asimilable a un cambio de tendencia en la inversión en la capacidad de extracción de petróleo, debido al aumento de costes que supone la inflación). Que actualmente se invierte mucho en el conjunto de sistemas de energía renovable, más que en cualquier otra fuente individual, es algo evidente, pero eso no significa que estén sustituyendo en una proporción significativa el consumo de combustibles fósiles, en parte porque potencia instalada no es potencia producida, en parte porque el rendimiento energético de la inversión es inferior al de los fósiles (por más que se den estadísticas sobre costes nivelados específicamente para la generación eléctrica) y en parte porque lo que está pasando es que la inversión en combustibles fósiles cae debido al rendimiento decreciente de esos recursos por agotamiento extractivo, lo cual no augura nada bueno.

Otra gráfica interesante de esta capítulo es la que nos muestra cómo ha hecho frente la UE a la falta de gas ruso y en general sus problemas de abastecimiento


Si se fijan en los factores, hay dos que tienen que ver con usar otros combustibles posiblemente más contaminantes (carbón en el caso de la generación eléctrica, y otro combustibles en maquinaria y calefacción), y varios tienen que ver con la caída de la demanda por factores diversos, desde un invierno bastante templado a reducciones en la industria y en el consumo eléctrico en general. El mensaje es que se le ha podido hacer frente, sí, pero a qué coste.

Otra gráfica interesante es la de la evolución reciente del precio de ciertas tecnologías relacionadas con la transición renovable.



Se ve que, siguiendo la tendencia de hace años, el precio iba progresivamente reduciéndose pero ahora parece estar tocando suelo. Esto es algo que tiene perfectamente sentido ya desde el punto de vista de la evolución tecnológica normal, llega un momento que se entra en la fase de retornos decrecientes, como pasa con cualquier tecnología o desarrollo humano, en realidad. Pero es que además seguramente se está comenzando a notar el impacto de la escasez de diésel y otros combustibles, siguiendo el proceso de agotamiento de las fuentes energéticas principales en nuestro mundo. De hecho, estas gráficas deberían ser una llamada de atención a aquellos que pretenden extrapolar las tendencias de los últimos 20 años y asumir que los costes seguirán abaratándose. Por el contrario, los problemas crecientes con el abastecimiento de materias primas parece apuntar en sentido contrario. En los próximos años veremos qué tendencia es la que se consolida.

3.- Rutas para conseguir el mix energético.

Lo primero que llama la atención de este capítulo es el subtítulo: "Una vista con un pico". Así, dando a entender que de picos va la cosa...

Y precisamente de eso va la primera gráfica, comparativa de la evolución de las diferentes fuentes de energía según los tres escenarios.



En todos los escenarios se ve que se llega un máximo de la producción de petróleo, gas y carbón antes del 2030, pero, como siempre, los ritmos de declive asignados no parecen del todo realistas. Centrándonos en el que nominalmente es el escenario de referencia, STEPS, se asume que la producción de petróleo aún puede aumentar un poco y luego comenzará un suave descenso. Esto no es para nada realista, teniendo en cuenta la fuerte desinversión de los últimos años, pero, como siempre, el truco está en incluir la difusa categoría de "Líquidos del gas natural", que, como sabemos, no son líquidos, sino en un 90% una mezcla de butano y propano, los cuales no pueden usarse como combustibles líquidos pero ahorran algo de petróleo en las refinerías en la producción de plásticos. Este truco contable es muy gracioso, porque permite añadir un subproducto del gas natural, cuya producción ciertamente aún no ha llegado a su máximo, para disimular la caída del petróleo - ¿por qué contabilizar una mezcla de butano y propano que se obtiene junto con el gas natural dentro del epígrafe de "otros líquidos de petróleo" si no se puede hacer ningún carburante líquido con ellos? Mucho más atinados parecen los ritmos de caída en APS y NZE. En cuanto a la producción de gas natural, su ritmo de caída en STEPS tampoco parece demasiado realista y de nuevo parecen mucho más lógicos los que se observan en APS y NZE. Y en el caso del carbón, de nuevo los ritmos de caída no parecen realistas, pero sobre todo porque por razones geológicas el carbón puede caer mucho más lento que en el escenario STEPS, el de caída más lenta. Y, por supuesto y para que quede claro de que no hay ningún problema con la oferta de energía, nos añaden este año en la misma figura el crecimiento simpar de la energía renovable y nuclear, que por supuesto lo compensa todo.

Por cierto que hablando de la energía nuclear, éste WEO es uno de ésos en los que la palabra "uranio" no está escrita ni una sola vez. La AIE renuncia, una vez más, a hacer cualquier análisis del combustible utilizado por una de las fuentes de energía que describe en el WEO, y lo hace cuando, como sabemos, la extracción mundial de uranio ha caído un 23% desde el máximo de 2016, y los recientes acontecimientos en Níger anticipan una situación cada vez más complicada para esta tecnología (la mala leche que están gastándose algunos conocidos proponentes de la nuclear en España es un buen indicio de lo mal que están las cosas). En todo caso, resulta vergonzoso que la AIE deliberadamente decida no hacer ninguna proyección sobre la extracción de uranio, y dada la importancia de la AIE en el asesoramiento del los gobiernos de la OCDE lo lógico sería que alguno de ellos le pidiese las correspondientes explicaciones (puesto que está creando un enorme punto ciego).

El resto del capítulo me resulta de escasísimo interés, con discusiones muy específicas en por ejemplo como se puede conseguir una alta electrificación en la industria o en el transporte, que sinceramente me parecen palabrería hueca simplemente viendo cómo en el mundo real estas cosas están resultando mucho más difíciles de lo que se plantea sobre el papel.

Y entonces llegamos a la figura en la cual se nos muestra cómo tendrá que evolucionar en cada escenario la potencia instalada según la tecnología. Sí, el eje vertical está en miles de gigavatios, o sea, en teravatios.


Para darse cuenta de la aberración que está proponiendo la AIE, fíjense en qué nivel está la hidroeléctrica, fuente que globalmente está proporcionando alrededor del 17% de toda la electricidad que se consume hoy en día en el mundo y que lógicamente no esperan que cambie mucho en los próximos años (porque ya está muy explotada). Ahora compárenlo con lo que se espera sobre todo de la fotovoltaica. El argumento es, por supuesto, que hace falta instalar más fotovoltaica porque tiene menos factor de planta que otras tecnologías. Y llama mucho la atención que en el WEO del año pasado se asumía una capacidad instalada para la fotovoltaica sensiblemente menor: así, si este año se rozan los 20 TW instalados en 2050 según el escenario NZE, el año pasado se asumía que se llegarían a 15 TW (que ya era decir).

 

¿A qué se debe este bandazo este año? Posiblemente, al pinchazo de la eólica, ejemplificado con el desastre de Siemens Gamesa de estos días. Si la eólica no va a subir tanto, la AIE tiene que buscar una tecnología de reemplazo y la única opción es la fotovoltaica, la cual es incluso peor que la eólica para la gestión de sus producción en una red de alta tensión. Eso explica la mención en el primer capítulo al escenario NZE - Solar, el cual no se llega luego a volver a mencionar, ni siquiera cuando se presenta los escenarios: es evidente que esto ha sido una modificación de último minuto, y al final el NZE - Solar pasó a ser el único NZE.

Donde la cosa se empieza a poner interesante es cuando se describe uno por uno los diversos combustibles. Es así que llegamos a una tabla bastante detallada sobre los tipos de petróleo que se esperan producir según los diversos escenarios, por desgracia en solo dos fechas dadas (2030 y 2050).


Siguiendo con esas cosas raras que hace la AIE sin explicarlas, parece que los biocombustibles se computan ahora aparte y sirven para sumarse a la demanda, pero no a la oferta. Es un artificio contable nuevo al cual, sinceramente, no sé darle explicación. En los años futuros, si se fijan, la demanda de "petróleo" está compensada con la oferta de los diversos tipos que aparecen, que excluyen los biocombustibles. En 2022, sin embargo, la demanda de petróleo habrá sido de 96,5 millones de barriles diarios (Mb/d), y la oferta fue de 97,1 Mb/d, es decir, hubo un sobrante de 0,6 Mb/d (quizá en parte debido a los redondeos).

Los líquidos del gas natural representaron en 2022 19 Mb/d, que en su mayoría son consumidos de manera no energética por la industria para hacer plásticos y probablemente por los otros sectores. La inclusión de esta categoría de hidrocarburos aquí solo sirve a la confusión y el enmascaramiento de la verdad. Fíjense que sin los líquidos del gas natural, la producción total de petróleo en 2010 fue de 70,4 Mb/d y en 2022 fue de 75,8 Mb/d; por desgracia, no se muestra el año 2018, que sin duda fue el del máximo.

Otro tema curioso: En el anterior WEO comentamos que el petróleo crudo convencional había caído desde los 70 Mb/d de los años 2005 y 2006 hasta los 60 Mb/d del año 2021. En esta edición, vemos que en 2022 había remontado hasta los 62,8 Mb/d (cifra pasajera pues ya se ve que ni en STEPS es capaz de mantenerse). En todo caso, esa cifra representa un gran hito, pues implica que se ha hecho un gran esfuerzo por incrementar el crudo convencional, probablemente para hacerle frente a la crisis del diésel.

Un poco más adelante nos encontramos con las gráficas que la AIE nos lleva presentando desde 2018, con los escenarios de oferta y los escenarios de demanda de petróleo, solo que en esta ocasión le ha dado una nueva vuelta de maquillaje.


Aquí nos separan los escenarios en dos regiones: OPEP+ (es decir, OPEP y Rusia) y el resto del mundo. Se ve cómo el escenario NZE es tal que coincide con que se invierta solo en mantener los pozos existentes. El escenario STEPS es tal que coincide con que se abran todos los pozos nuevos posibles, a un ritmo absolutamente absurdo teniendo en cuenta que cada vez se encuentran menos barriles cada año (mientras que cada año se consumen unos 36.000 millones de barriles de petróleo, en 2010 se encontraban tan solo unos 10.000 millones, y en la actualidad solo 5.000 millones). Lo interesante es con qué coincide el escenario APS. Sobre todo, cómo lo dividen entre las dos regiones.

La siguiente tabla interesante es la del gas natural. Bueno, de todos los gases, ya que incluye hidrógeno.

Lo más interesante de la tabla es que en 2022 hubo un déficit de 21 bcm. Da la impresión de que es poco importante, porque en 2010 hubo un superávit de 48 bcm.

Las caídas en el consumo de gas natural se darían principalmente en el consumo de edificios (calefacción) y en la generación de electricidad.

Por último tenemos la tabla del carbón:



En este caso, la reducción de consumo está asociada principalmente a la producción de electricidad.


El resto del capítulo se dedica a otras fuentes, como el biometano o el hidrógeno, que considero de poco interés.

4.- Seguridad energética.

Éste es seguramente el capítulo más importante, porque, como ya se ha comprobado, hay cada vez más riesgos en el suministro de energía. Nominalmente el capítulo se dedica no solo al problema que realmente preocupa (la seguridad del suministro) sino también a asegurar que no llegamos al 1,5ºC de calentamiento (cosa que sabemos que es ya imposible) y que además sea una transición justa con las personas. Toda la parte de emisiones de CO2 me la voy a saltar porque me parece completamente absurda.

Y de cosas absurdas este capítulo está lleno. Por ejemplo, este gráfico sobre el comercio mundial de hidrógeno en el escenario APS (las cifras por supuesto son mucho peores en el NZE):

Teniendo en cuenta que la tempera de licuefacción del hidrógeno es de -252ºC, ¿cómo se supone que vamos a transportar ese hidrógeno sobre largas distancias? Es una cuestión que realmente nadie sabe responder; todas las alternativas usualmente comentadas (amoníaco, metanol, en matrices metálicas) implican tales pérdidas energéticas que son un absoluto despropósito. Por supuesto, la idea implícita es que en 2050 la tecnología habrá progresado tanto que permitirá hacer lo imposible, una vez más una muestra de fe en el Mito del Progreso.

Mención aparte merece la cuestión de la flexibilidad en la generación eléctrica, tema introducido el año pasado. En la siguiente gráfica nos muestra qué factores intervenían tanto para crear necesidad de flexibilidad como para cubrir esa necesidad en 2022 y cuánto tendrían que incrementarse relativamente en 2030 y en 2050, y nos lo indican tanto para las necesidades de corto plazo (imagino que diarias) como estacionales. Nos lo muestran solo para el escenario APS, porque lógicamente en el NZE es para saltar directamente por la ventana.

 

Como podemos ver en el gráfico, en el año 2022 había dos factores fundamentales que explicaban la necesidad de flexibilidad de la red en las escalas cortas de tiempo: las variaciones de demanda (a lo largo del día, sobre todo) y el carácter caprichoso de la producción solar. En 2022, la respuesta a esas necesidades se hacía con sistemas síncronos despachables: centrales térmicas e hidroeléctricas. Fíjense cómo evoluciona la cosa, sobre todo en 2050: en 2050, las necesidades de potencia eléctrica flexible se tendrían que multiplicar por 4,5 respecto a ahora, y de eso casi 3,5 es por el carácter caprichoso de la solar. Pero como en 2050 nos vamos a quitar de encima las centrales térmicas, dicen, y la hidroeléctrica no va a poder subir, ¿cómo nos proponen compensarlo? Pues con dos categorías fundamentales: un despliegue monumental de baterías (que no hay quien se crea, debido al coste y la escasez de materiales) y, atención, "respuesta de la demanda". Es decir, reducción del consumo. Es decir, racionamiento. Brillante futuro que se propone a golpe de gráfica. Y, atención, hay una categoría adicional, menor en peso relativo pero no despreciable, de la que cada vez se hablará más: curtailment. Por lo que respecta a la flexibilidad estacional, la estructura de la respuesta es muy similar, y de hecho la necesidad de flexibilidad no se incrementa tanto en términos relativos (pero, atención, no nos dan la cifra absoluta de gigavatios·hora que se necesitan, solo el factor relativo al 2022, así que las necesidades estacionales podrían ser en realidad mucho mayores que las de corto plazo). En suma, el modelo eléctrico que nos proponen en el escenario moderado (APS) es uno de poner una cantidad imposible de baterías y el resto básicamente limitar el acceso a la electricidad; y como baterías no habrá, pues todo será básicamente cortes y apagones. Richard Duncan estaría orgulloso.

Para demostrar que esta barbaridad se puede hacer, nos muestran un ejemplo práctico de una curva diaria, de nuevo en el escenario APS, para la India. Cómo era en 2022 y cómo debería ser en 2050. Fíjense que el eje vertical es 6 veces más grande en 2050 que en 2022. La demanda es como 4 veces mayor (recordemos que se asume que se está electrificando todo el consumo de energía), pero dada la variabilidad de la solar (un día de verano, que es lo que se representa aquí) hace falta añadir muchísima cantidad adicional de generación.

Así que ya lo ven, la India pasará de producir el 70% de su electricidad con carbón, que es como está ahora mismo, a prácticamente erradicarlo, y eso lo logrará sobre todo con muchísima solar, viento y baterías. Y, por supuesto, con cambios en la demanda, en este caso aumentando mucho el consumo en las horas centrales del día y disminuyéndolo durante la tarde-noche.

El WEO nos proporciona también datos de una situación bastante más desfavorable: cómo varían las necesidades de flexibilidad en una región temperada como es Europa, a lo largo del año, en el escenario moderado APS y solamente en 2030. Como ven, la variabilidad es simplemente abrumadora (como ya nos contaba Beamspot en la serie "La lavadora de medianoche").

En este capítulo tenemos también una cierta discusión sobre el problema evidente de la necesidad de materiales críticos necesarios para hacer la transición renovable. Según la AIE no va a haber problemas. Bueno, o prácticamente no los va a haber. Bueno, en las previsiones hasta 2030. Y en el escenario APS. Y si los proyectos de nuevas minas llegan a tiempo (que por ejemplo en el caso del litio suponen más del 50% de lo que se necesita). Vamos, lo que se dice un plan sin fisuras.


Por demás, la AIE constata la obviedad de que la extracción de estos minerales está muy concentrada en unos pocos países.

Por la parte de la seguridad para las personas, no haré ningún comentario, solo les dejo aquí esta gráfica sobre la reducción de consumo esperable per cápita en las economías avanzadas y en desarrollo, y una tabla que resume en qué consisten esas medidas, para que Vds. saquen sus propias conclusiones.





***********************************

En conclusión, hay poca chicha en este WEO, pero también hay pocas, cada vez menos, alternativas. Dado que la eólica no va a seguir con su desarrollo rampante, se apuesta cada vez más fuerte a la solar... la cual también tiene sus problemas y limitaciones. Mientras tanto, el declive de los combustibles fósiles (y del omitido uranio) sigue su curso, y eso hará sin duda que en los próximos WEOs hablemos cada vez más de seguridad energética. ¿Cómo vamos a bajar estos picos?

Salu2.

AMT

martes, 29 de agosto de 2023

La lavadora de medianoche (VIII)

Queridos lectores:

En esta entrega de "La lavadora de medianoche", Beamspot nos explica el efecto sobre el precio de la electricidad del topado del gas, que también se ha conocido como "la excepción ibérica". Recordemos que esta entrada fue originalmente escrita en agosto de 2022.

Les dejo con Beamspot.

Salu2.

AMT

(enlace a la 7ª entrega de la serie)

 

La Lavadora de Medianoche.

Una Colada con Sobrepeso.

 

Prólogo.


Al principio, una parte importante de esta entrada estaba junto a otra parte importante de la anterior, en un artículo con dos temáticas distintas.


Pero apareció precisamente la legislación de la que en este caso se habla, lo cual paralizó esa entrada que estaba ‘casi terminada’.


Se aprobó el real decreto, empezó a pasar el tiempo y a verse sus efectos, y una parte importante de lo que se pronosticó se ha cumplido, mientras otras ‘sorpresas’ se han ido sumando al carro.


Dado que el tema del precio de la electricidad es importante, y algunos de los temas que se tocan aquí son relevantes para otras cosas, mantengo mucho de lo que se escribió (de ahí que algunas partes hablen del ‘tope’ en futuro, mientras que otras no.


Sin embargo, con respecto a al tratamiento previo, se ha completado este artículo con bastantes más explicaciones sobre el tema precios de la electricidad y otros asuntos importantes muy relacionados, aprovechando que el tiempo va pasando inexorablemente, los quehaceres de los que por aquí escribimos aumentan rápidamente, y mantener el ritmo de publicación se hace difícil.


Sigamos pues con el asunto de los precios y la ‘excepcionalidad ibérica’.



El ‘tope’ del gas.


Desde que Rusia empezó la invasión de Ucrania, cada vez se habla más y más de los precios del gas y de la electricidad. También se han puesto una serie de sanciones que han ayudado mucho a que estos precios suban, cual ‘sanciones boomerang’ que hacen más daño al que las impone que al que las recibe.


Sin embargo, este punto de vista, que es el mayoritario en los medios de comunicación durante el otoño de 2022, fue incorrecto.


Llevamos desde finales de verano del 2021 y hasta finales de 2022 [cuando se escribió este post, nota de AMT], con los precios de la electricidad disparados y aún no había restricciones de gas ni guerra en Ucrania ni historias semejantes. Para entonces ya se batían récords de precios casi a diario y fue precisamente eso lo que me impulsó a escribir esta serie.


No una inexistente (entonces) guerra en Ucrania.


Desde el verano de 2021 que ya se habla de maneras de restringir el precio de la electricidad, se toman medidas para contenerlo (como bajar impuestos, por ejemplo), etc.


Medidas insuficientes que además han disparado el precio de la gasolina y el diésel, como veremos en otra entrada.


Y es precisamente en este entorno que se produjo una de las noticias importantes en este país: el ‘tope’ del gas (para producción eléctrica).

El asunto de controlar la economía es muy viejo. Cuando la economía se recalienta y se entra en una inflación desbocada o, peor aún, en una estanflación como la actual, tarde o temprano salta a la palestra el tema del control de precios.


Otro tema recurrente. Viejo.


Tan viejo, que hay documentada ya un caso de un tal Gaius Aurelius Valerius Diocletianus Augustus que intentó fijar un precio máximo de las cosas.


Estamos hablando del emperador romano Diocleciano, el fundador de la Tetrarquía, que en el año 301 (hace 1721 años) formuló su famoso Edicto de Precios Máximos.


La idea es simple, y todavía hoy se saca a menudo a colación, incluso se usó (en Junio de 2022). Se trata de fijar el precio máximo por el que se puede vender un bien.


Eso es lo que se conoce como ‘topar’ o poner un ‘tope máximo’ a los precios.


Es lo que en los medios de comunicación se dice que se pretende poner al precio de la electricidad producida con gas.


Sin embargo, la idea simple causa problemas complejos. Obvio: no se dirige a la complejidad subyacente, ‘escondida’.


Es la misma ‘idea’ que causó las revueltas del hambre más conocidas como ‘la Primavera Árabe’, y que también causó graves problemas a Diocleciano de forma obvia.


Obvia porque si yo vendo un producto y el precio de las materias primas y mano de obra es mayor, o mucho mayor que el precio tope que se me ha impuesto, pues entro en quiebras, en pérdidas… y ninguna empresa puede aguantar eso mucho tiempo.


Así que simplemente, dejo de producir.


El topar los precios simplemente hace desaparecer aquellos productos topados del mercado cuando el precio no cubre los costes ni a beneficio 0.


Eso es lo que pasó a Diocleciano. Los productos desaparecieron, y floreció un mercado negro (‘en B’) de esos mismos productos, mucho más caros, pero libres de impuestos (o sea, quizás al mismo precio o incluso inferior que el topado).


En las revueltas de la Primavera Árabe, lo que pasó es que dejó de haber pan y otros alimentos simplemente por la misma razón. Eso produjo hambre.


No se hacen revoluciones con el estómago lleno.


En el caso que nos ocupa, no se está topando el precio del gas.


La ministra actual del ramo, Doña Teresa Ribera, no es tonta en absoluto. De hecho, algunos comentarios bien suyos bien de allegados en el sector dan que pensar que se ha encontrado con un percal más complicado de lo previsto, pero que algo sabe, o mejor dicho, algo está aprendiendo correctamente sobre el tema.


Sin embargo, esos comentarios han sido bastante criticados por ‘salirse del guion’.


El tema político es sumamente complejo, y esta parte va a ocupar las siguientes entradas, así que de momento nos vamos a conformar con un breve estudio del caso a mano, el mal llamado ‘tope del gas’.


Saben muchos políticos metidos en el tema que no pueden topar el precio del gas sin más. No pueden limitar el precio de la electricidad generada con gas (en los ciclos combinados, básicamente) porque en ningún momento se ha parado la generación por gas por las razones esgrimidas en las entradas anteriores: sin gas no hay estabilidad eléctrica.


Cuantas más renovables, más necesidad de sistemas despachables rápidos, a saber, hidro y gas. Ya sabemos que la hidro, en realidad, no es trigo limpio (y eso que es renovable), lo que nos conduce a lo obvio: la dependencia del gas es más elevada que nunca, y no queda otra.


Esas eléctricas son ireemplazables, somos cada vez más dependientes de ellas… y lo saben.


Así que si se les limita el precio, y dicen que no les sale a cuenta (y es fácil el calcular el coste mínimo, además), pues amenazan con simplemente no generar.


O sea, con dejarnos a todos sin luz, por mucho autoconsumo que tengas.


Por tanto, la ley en ningún momento ‘topa’ el precio de la electricidad generada con gas.


Que los medios de comunicación sigan insistiendo en que se ha puesto un tope al precio no es sólo impreciso, es falso rotundamente. Confusión convenientemente cultivada por el ejecutivo, todo hay que decirlo.


Por supuesto, en una semana ya ha salido a la palestra que en realidad, eso del tope es meramente una frase ‘cosmética’, con su ‘gancho comercial’. Y otra tomadura de pelo (ojo, los mismos medios que atacan el problema son los que antes ya decían sin tapujos que se iba a ‘topar el gas’).


Con la ley hemos topado.


Pues eso, que la ley no topa el gas en ningún momento.


Es interesante leer la ley. Es difícil leer la ley por parte de aquellos que no somos abogados, aunque la experiencia puede ayudar.


Sin embargo, la ley es confusa no por naturaleza, sino por intención.


Me refiero a la ley en general, y esta no es una excepción.


Como la mayoría, es un documento con bastantes ambigüedades sujetas a interpretación.


La idea de la ley, es que aquellos que produzcan electricidad con gas, van a recibir un pago para que, en el fondo, el gas les salga a 40€/MWh (de gas). La diferencia les será abonada.


Si el gas estuviese a ese precio, el coste mínimo de generación en los ciclos combinados sería de unos 73€ el mismo MWh. Por debajo de eso, serían quiebras.


A efectos prácticos, si el gas está a 40€, tienen que vender la electricidad a un mínimo absoluto de 80€, probablemente en el rango de 80 a 90€.


Si el gas estuviese a 80, entonces se sumarían 73€ al precio de la electricidad, es decir, como mucho 163€.


Analizaremos la estructura de costes y quienes se benefician más adelante, aquí simplemente se constatan unos valores para hacer un cálculo.


La ley, básicamente, y de forma clara, dice que si el gas está a 80€, las centrales de ciclo combinado van a cobrar 40€ por ese mismo MWh de gas. Lo que deja el coste de producción a esos 90€ máximos el megavatio.


Hasta ahí, relativamente claro. Más claro aún el término plazos: esa limitación fue inicialmente de 6 meses desde que entre en vigor, para luego ir subiendo el precio de límite en 5€ al mes durante un máximo de 6 meses más.


Pero, pase lo que pase, la ley deja de estar en vigor el 31 de Mayo de 2023, con lo que dado que se aprobó como el 12 de Junio, no llegará al año. [Posteriormente fue prorrogado hasta diciembre de este año, con una subida progresiva del precio a pagar por el gas, nota de AMT].


Pero ahora, como siempre, es cuando viene la confusión (interesada).


Si los ciclos combinados reciben dinero, ¿quién lo paga?


Ahí hay dos opciones: la primera, cargo al erario público (o sea, impuestos, deuda pública, etc). Va a ser que no, obviamente. Obvio no sólo porque eso es contraproducente. Obvio porque hay un problema de deuda pública.


Así pues, se ha aplicado la segunda opción: que paguen ‘otros’.


En este caso, la ‘otrorización’ se aplica a TODAS las eléctricas.


Se reparten el gasto ‘a escote’, es decir, todos por igual (por megavatio).


Todos es todos. Empezando por las mismas empresas que reciben la compensación.


Y ahí es dónde está el punto principal de confusión en el texto.


¿Quienes?


Hemos dicho a todas, así que parece obvio, ¿verdad?


Falso.

De nuevo, nos podemos encontrar con dos opciones.


El reparto diario (por ‘energía’) o el reparto horario (por ‘potencia’).


Dada la relevancia del detalle, vamos a analizar ambos casos.


Reparto horario.


En este caso, los costes de compensación de la producción se computan y se imputan por cada franja horaria, por hora, por la necesidad de compensación y la producción total durante esa misma hora.


Como ya se ha dicho en repetidas ocasiones, el caso más sangrante es justo tras la puesta del sol, momento en que la fotovoltaica ya produce cero, y además se suma el pico de demanda diario.


Eso nos da mínimo de producción renovable (diario) y máximo de producción despachable (diario) durante esa hora (y alrededores, como ya explicamos en la segunda entrada).


Suele ser el momento del día en que más gas se utiliza, y también en el que menos renovables hay, con la excepción de la hidroeléctrica, dependiendo de la época del año y de la situación de estrés hídrico (y de los ‘caprichos’ de las hidroeléctricas que ‘juegan’ con los desembalses de agua según ‘los caprichos de la dirección meteorología’).


Esa es la hora de pico de precio de forma casi constante. Y deja a pocos sistemas de generación sobre los que repartir, mientras que se produce el máximo de consumo de gas, y por tanto, de compensación.


El resultado es que la compensación crece mucho, ya que tenemos los ciclos combinados, la cogeneración (otros que van con gas), y el carbón (que también recibe compensación, aunque no se detalla la cuantía) que afortunadamente es poco, y como añadido, la hidro y la nuclear. Algún día si eso, eólica.


Si el viento no se muestra, como suele pasar a finales de verano y principios de otoño (o según le dé, que la volatilidad de la veleta es legendaria), entonces resulta que el gasto de compensación se reparte entre los que lo generan (CC, carbón), y la hidro (escasa también a finales de verano, y más con sequía y su extensivo uso para bajar precios de la electricidad) y la nuclear.


O sea, la mayoría tienen que recibir compensación, que se va a pagar entre esa mayoría más la nuclear.


Te invito a comer, siempre que pagues tú.


Por supuesto, algo va a bajar la factura en esa hora, puesto que pasan parte (parte, sólo una parte dependiendo de los megavatios generados por cada uno) a la nuclear, que tampoco es la más barata, según dicen los pro-renovables.


Obviamente, estas otras tecnologías van a subir el precio para hacer frente al aumento del gasto en forma de compensación.


Dado que la compensación se hace dentro del mismo tramo horario, el resultado es que a la hora en que siempre es más caro, sigue siendo el más caro. Y la segunda más cara, sigue siendo la segunda más cara. El impacto es mínimo.


Reparto diario.


La otra opción es repartir el coste de la compensación entre toda la generación durante el día, independientemente del tramo horario. Eso trasvasaría los costes de las horas más caras a las horas ‘más baratas’, reduciendo el pico de precios y ‘aplanando la curva’.


En este caso, además, el pico de la demanda y por tanto de la compensación, se diluiría entre el resto de horas, entre todas las tecnologías con menos discriminación y durante un período más largo  de tiempo, reduciendo aún más el impacto de esta compensación sobre el precio.


En este caso, tanto el precio como la compensación se repartiría de forma muchísimo más parecida a esa que se analizaba en la primera entrada de esta serie: por energía total producida durante el día.


Ahí sí que tendríamos un ahorro mucho mayor, con un impacto mucho más efectivo de la misma medida, simplemente cambiando este ‘pequeño (y confuso) detalle’.


Pero claro, eso tiene un efecto secundario: maximiza el impacto de la medida sobre las renovables eléctricas e intermitentes, muy especialmente sobre la fotovoltaica: como produce miseria o nada durante las horas caras, queda prácticamente exenta de pagar ningún tipo de compensación si se aplica el método anterior, mientras que en este caso, le toca pagar (la curva d)el pato. Le toca hacerse cargo de un problema que ella misma genera y que de momento pagamos otros.


El dato.


¿Hace falta decir cuál de las dos opciones se ha elegido e implementado en esa ley?


Como de costumbre, los intereses de los ciudadanos pasan a segundo plano. De cara a la galería se cubre el expediente de que ‘algo se ha hecho’, pero de cara a los intereses de otros y a los auténticos culpables del desaguisado, nada cambia, no les afecta, se les libra de las responsabilidades.


Veamos datos concretos:


 


Esta es una captura de la estructura de producción del 16/06/2022, con los datos de la hora pico típica, las 22:00.

 

Podría ser peor: el mismo día a las 5:45, justo a la hora que suena mi despertador.


Ese día el precio de la electricidad estaba a 266,1€/MWh, de los cuales 177,9 eran de precio propiamente dicho de luz, más 88,2 de compensación.


Sin el mecanismo de compensación, la electricidad hubiese estado en los 275€/MWh. 


8,9€ de ‘ahorro’, un 3,3%.


Lo dicho, el sistema funciona. Consigue un ahorro.


Pero el impacto es mínimo.


Claro que la cosa tiene truco: en realidad el sistema funciona sólo cuando el consumo de gas es mínimo.


Matemáticas puras, lógica bastante básica.


Y sin embargo, tiene algunos efectos secundarios.


El principal, es que la cogeneración NO recibe las bonificaciones, pero las tiene que pagar. Y como se ha comentado ya, el resultado neto es que están parando este tipo de centrales. Esa generación que se pierde es suplida, cómo no, por las centrales de ciclo combinado, aumentando por tanto el precio de la luz de nuevo.


No me extraña que Bruselas haya aprobado el plan con tan pocas reticencias: apenas sirve de nada, y, de paso, se cumple la máxima exigida de minimizar el impacto sobre las renovables eléctricas intermitentes (las que nos obligan a depender del gas), tanto en cuanto a costes indirectos como a beneficios.


También es cierto que Francia (que hace lo que le da la gana al margen de la UE) ahora nos compra a nosotros por ser más baratos, algo que la Comisión Europea había dicho que no. Eso, de nuevo, aumenta la demanda de energía, y por tanto sube los precios. 


Claro que favorece que algunos se ‘inventen’ eso del 100% renovable.


Ojo, otro elemento que forma parte del timo, es la comunicación del precio.


En el ejemplo puesto, el precio ‘oficial’, el comunicado, el que ‘consta en acta’ es de 177,9 €/MWh. Sin embargo, el precio real es más elevado puesto que hay que sumar la compensación, 88,2€.


Este tipo de engaño mediante el ‘desvío informativo’ de partidas de la factura a otros ítems del desglose es de lo más común en el tema de las renovables.


Eso explica cómo el ‘precio de la electricidad’ ha bajado un 14% pero la factura ha subido un 10%.


Es el truco típico que usan los magos, ilusionistas o prestidigitadores en sus trucos de magia: centrar la atención del público en un punto, mientras fuera del foco de atención hacen todo lo que les plazca. En este caso, el foco es sobre el precio del MWh ‘oficial’, pero en la factura eso es sólo una parte. Ojo, porque la compensación, otra parte, tampoco es suficiente. Está el ‘término fijo’ por potencia contratada, impuestos, etc.


Y es que en el fondo, quienes pagamos la compensación, en realidad, somos nosotros, los usuarios, los consumidores, el último mono. Las productoras de electricidad simplemente nos facturarán todo.


No sólo eso. Francia y Marruecos se están aprovechando y comprando nuestra electricidad a precio de electricidad… sin la compensación, que la continuamos pagando los ciudadanos peninsulares.


Es más, parece ser, aunque ese otro RD no lo he revisado, que también hay una limitación en el precio del gas para consumo doméstico en lo que se llama Tarifa de Último Recurso (TUR). Y ahí si que parece que lo que dejen de facturar a los consumidores domésticos irá a costa del erario público.


Tempus fugit.


Hasta aquí lo que había escrito a finales de Junio de este 2022. Ahora, finales de Agosto, podemos echar la vista atrás y valorar el resultado.


No hace falta echarla mucho atrás para poder hacer una buena valoración. Hasta podemos encontrar gráficas interesantes. Por ejemplo:



En esta gráfica se puede ver los precios que tenemos en total, sin la compensación, y el supuesto precio que tendría si no hubiese el ‘tope’ puesto.


El ahorro no es enorme, pero es significativo, y ha habido casos puntuales en que ha sido bastante elevado, y casos en que ha sido nulo. Más de lo primero que de lo segundo.


Sin embargo, se observa que a finales de Agosto, el precio ha seguido subiendo, incluso batiendo récords de precio.


Así que muchos se preguntan si ha servido de algo esta ley.


Y la respuesta es, presumiblemente, que sí. Desde luego, y sin lugar a ningún tipo de dudas, el precio mayorista ha sido mejorado, aunque haya batido récords.


Sobre todo, si lo comparamos con el resto de Europa, queda en evidencia que estamos pagando el precio de mayorista marcadamente inferior al resto, mientras que antes estábamos a la par o incluso por encima.


En ese aspecto, la medida ha funcionado.


Recordemos que Francia, con tanta nuclear (falso: tienen mucha nuclear instalada… pero mucha parada [en 2022, nota de AMT]), supera los 1000€/MWh mientras que el récord aquí está en 365 o incluso más de 400 (depende del día que uno mire).


Liberté, egalité, fraternité.


Es indudable que la medida ha bajado el precio mayorista del pool en comparación con los otros países que utilizan no tienen esta medida, y bla bla bla.


Falso.


Eso, de nuevo, es sólo la mitad de la historia, como de costumbre. El truco del prestidigitador, centrar el foco de atención del público lejos de la acción.


La medida, que en realidad funciona, sólo es parte de esa diferencia con el resto de Europa. Sólo es la mitad de la diferencia.


La otra ‘medida’, sin embargo, aunque está a la vista de todos, es poco conocida y encima ‘totalmente accidental’.


Empecemos por el ‘accidente’.


Durante el ‘boom’ inmobiliario y la posterior crisis de 2008, en la península se construyeron varias plantas regasificadoras de gas licuado como parte de ese boom. Plantas que han estado muy infrautilizadas hasta ahora.


Formaba parte de esa ‘inversión’ desmesurada en obras públicas de dudosa utilidad, junto a aeropuertos vacíos, estaciones de AVE en medio de la nada, urbanizaciones fantasma lejos de todo, etc.


Sin embargo, ante la crisis desatada por pegarnos un tiro en cada pie, por no decir en el hígado, de golpe y porrazo pasaron a ser ‘interesantes’, ya que permitían que Europa comprase el excedente de gas de fracking, ese atentado medioambiental USAmericano.


Obviamente, a los gringos les parecía de perlas que ahora Europa pasase a depender de sus excedentes de ese gas en lugar de depender de Rusia.


Mmm. Un pensamiento: si antes teníamos cuatro proveedores de gas natural (mayormente Rusia, pero también Argelia… y EE.UU.), ahora tenemos uno menos,  ahora somos más dependientes de los que quedan, no?


Pero aunque el gas iba barato en los USA, el problema y la razón por la que el gas tiene precios que dependen mucho de la geografía, es por la dificultad de su transporte. Los gasoductos están muy bien y facilitan/abaratan la cosa, pero son rígidos.


Las flotas metaneras son mucho más flexibles aunque estén limitadas a moverse por el mar. Por eso las plantas de regasificación se sitúan en puertos a los que llega algún gasoducto importante del país, ya que en Europa todos los países tenemos gasoductos, y encima estamos ‘algo’ interconectados.


Así pues, ante el corte de suministro de gas ruso (que curiosamente puede desviar el gas que venía a Europa redirigiéndolo hacia China y el Este a través del nuevo gasoducto Power Of Siberia), la geoestrategia de los que mandan fue:


Que Europa compre gas al amo USA, y que ‘rediversifique’ sus consumos. Dado que Alemania es la más ‘importante’ en la economía europea, tiene que llevarse el gas de Argelia, y dado que España tiene regasificadoras (y Alemania tiene muchas menos), pues había que hacer que el gas argelino llegase a Alemania (a través de Italia), y que España sustituyese ese gas por el importado de los USA.


Así pues, ‘nos peleamos’ (convenientemente) con Argelia (en base a bajarnos los pantalones al regalar el Sáhara a Marruecos), y pusimos en marcha las regasificadoras.


Obviamente, el gas que llegaba aquí no puede pasar hacia el norte porque somos una Isla Energética. Sobre todo porque para nuestros vecinos y amigos del Norte, La France, consideran que África empieza en los Pirineos y no puede ser que un país subdesarrollado como l'Espagne tenga semejante poder, así que hacen lo posible e imposible para que nosotros podamos suministrar nada del interés de sus otros vecinos, esos de los que también son ‘grandes amigos’, los alemanes.


Así que no quedaba otra que hacer que el gas argelino llegase a Alemania a través de Italia.


Ojo, que la condescendencia de los franceses para con los españoles no es nada comparado con el interés que tienen estos mismos en dificultar las cosas para los ‘superiores übermenschen’ alemanes.


Con amigos así ¿quién quiere enemigos?


Pues la verdad es que Monsieur Macron y su política de aislamiento de España nos está haciendo un favor.


Dado que los americanos básicamente sólo nos pueden exportar a nosotros, y aunque el gas licuado es caro debido al coste energético de licuarlo y posteriormente regasificarlo, resulta que aquí tenemos bastante gas, al menos en comparación con Europa.


Y el aislamiento no se queda ahí. Obviamente al estar aislados, también lo están los mercados del gas, de forma que en España tenemos un mercado propio, el MIBGAS (Mercado Ibérico del Gas).


El resto de Europa, sin embargo, tiene otro mercado diferente, el Power-next, también conocido como el Hub Holandés Dutch TTF.

 

Puesto que el gas licuado se queda aquí, o incluso es exportado a Marruecos (bien ahí, haciendo amistad con Argelia), no llega a Europa, y con Italia de por medio, una situación mala para los franceses, y los alemanes en modo ‘prepper’ como nunca (es decir, ahorrando y almacenando como nunca, tanto gas como biomasa, como si no hubiese gas mañana), resulta que el caro gas regasificado, que está muy caro, no está tan caro como el gas europeo.


En el momento de coger estos datos, 29 de Agosto de 2022, el precio del gas ‘spot’ en el MIBGAS estaba a 227,83 €/MWh, mientras que en el mercado europeo estaba a 319,902 €/MWh, un 40% más caro.


Así que las diferencias de precio por MWh de la electricidad con respecto a Europa, una vez contada la compensación (que está en el mismo orden que el ‘precio de la electricidad’, incluso por encima), resultan ser debido más a la diferencia de precio del gas que no a la medida del gobierno central.


Ahí, de nuevo, se pueden ver las ventajas de ser una ‘isla energética’, junto al hecho de limitar las inestabilidades exportadas por otros.


Merci beaucop, Monsieur Macron.


Para que luego digan que Europa está más unida que nunca.


Schadenfreude.


Por cierto, como nota al margen.


Últimamente se está criticando mucho a los alemanes por haber adoptado una política de dependencia extrema del gas ruso. Decisión, según dicen por todas partes, no sólo política, sino que obviamente equivocada (ojo, eso mismo dijo ya Trump en una reunión que sentó muy mal a mucha gente, causando las risas entre la delegación germana).


Por supuesto, el blanco de las críticas es el hecho que no alarguen la vida de las nucleares, y que la apuesta por el gas es ‘incongruente’.


Eso es un grave error de bulto.


Sí, hay un fallo político. Pero no es el que dicen las lenguas que se alegran del mal que ahora azota a los alemanes, esas que se regocijan y regodean en el Schadenfreude. El fallo resulta que es el mismo que afecta a los que lo critican: el apostar (políticamente) por las renovables eléctricas intermitentes y descontroladas que nos obligan a utilizar y depender del gas, especialmente cuando nos azota la sequía, la pertinaz sequía, que seguramente será más presente gracias al cambio climático a la vez que aumentamos el abuso de la misma para producir electricidad.


Los alemanes se quitan de encima nuclear y carbón en la medida de lo posible por las razones esgrimidas ya antes en esta misma serie: son muy malas para estabilizar las renovables hasta el punto que hace tiempo que recortan producción renovable, el famoso curtailment.


ESA es la razón por la que se apuesta todo por el gas: no hay alternativa si queremos tirar de renovables, ya que no tenemos renovables eléctricas despachables ni almacenamiento masivo al nivel requerido, ni se ve posible ni factible en un futuro próximo (ni lejano, de hecho).


Por eso los Verdes, que son los primeros que quieren erradicar el carbón, han admitido el uso del combustible fósil más ‘sucio’ en contra de sus principios, puesto que aún es más flexible que no las viejas nucleares alemanas (que son modelos de hace muchas décadas pensados para trabajar como baseload, a todo trapo sin parar ni variar su potencia, sin capacidad de regulación).


Saben que es contraproducente electoralmente, pero allí la población está mucho más hecha a la idea de las limitaciones de unas renovables que no nos dan lo que necesitamos, debido no sólo al curtailment, también al evidente hecho que en invierno muchos paneles fotovoltaicos están enterrados en nieve y no producen un carajo justo cuando más energía se necesita… para combatir el frío por falta de Sol.


Queremos renovables eléctricas intermitentes y descontroladas, pero exigimos electricidad continua y controlada. Y los ingenieros (¿y de qué fama gozan los teutones?) que utilizamos la electricidad sabemos que sólo queda una forma de ‘casar’ ambos requerimientos, y pasa forzosamente por el gas, por un montón de gas.


ESE es el fallo. Pero los que ahora critican a Alemania no pueden admitirlo, ya que ellos han cometido el mismo fallo, el de apostar por unas renovables que no nos dan lo que necesitamos, error que no quieren, no queremos ver.


La ‘simpatía’ por los alemanes, evidentemente, tiene bastante que ver con este comportamiento, habida cuenta de las reiteradas críticas que nos han hecho en muchas ocasiones totalmente sin sentido. Me gustaría verlos trabajando en el campo en Agosto en Andalucía a las 15:00...


Pero aunque deje este tema por ahora, vamos a ver cosas mucho más interesantes respecto de las ‘amistades peligrosas’ europeas, y de paso, americanas, que tienen mucho más que ver con la problemática que no estos nimios detalles.


En la próxima entrada entraremos al trapo: análisis de los precios de la electricidad que pagamos los usuarios (poco que ver con el precio de la energía que pagan las distribuidoras).


Bis bald.


Beamspot.