lunes, 28 de septiembre de 2020

Visual Thinking: Explicando el Peak Oil de manera sencilla

De manera completamente altruista y desinteresada, Edgar Sanjuán y el equipo de Visual Books han desarrollado el siguiente vídeo, basado en mi post "Explicando el Peak Oil de manera sencilla" (si no puede ver el vídeo que está encajado en las líneas de abajo, puede ir directamente a YouTube siguiendo este enlace).

 


 


El resultado es simplemente espectacular,  y solamente puedo expresar mi agradecimiento a Edgar y Visual Books por un trabajo de tanta calidad (como mínimo reconocimiento, no puedo dejar de recomendar su canal de YouTube, Visual Books; también se les puede seguir en Twitter e Instagram).

En esta época de mensajes de consumo rápido, una ayuda visual como la que ha creado Edgar permite mejorar la difusión de un mensaje fundamental en tiempos tan complicados.

AMT



miércoles, 23 de septiembre de 2020

Sale a la venta "Petrocalipsis".


Hoy, día 23 de septiembre de 2020, ha salido a la venta mi libro "Petrocalipsis: Crisis energética global y cómo (no) vamos a solucionarla". Ha sido publicado por la editorial Alfabeto, y quiero aprovechar estas líneas para agradecerles a todo el equipo de la editorial, y en especial a Miguel Salazar, su apoyo y entusiasmo en la aventura que para mi ha sido escribir este libro.

"Petrocalipsis" es un libro de ensayo, en el que he querido condensar las ideas más importantes de lo que se explica a lo largo y ancho de este blog. Dado que ya existe el blog, donde se ha explicado con gran profusión de datos y detalles técnicos los diversos vericuetos de nuestra crisis energética, "Petrocalipsis" tiene una orientación muy diferente. Mi objetivo al escribir el libro ha sido centrarme en los conceptos clave, y hacer fácilmente comprensible por qué las diversas alternativas energéticas que se han propuesto durante las últimas décadas no funcionan ni funcionarán, al menos no de la manera como hoy en día se las publicita. Por este motivo, es un libro parco en cifras, y en la medida de lo posible las cantidades se han referido de manera relativa unas de otras, para que sea más fácil comprender cuáles son importantes y cuáles no lo son.

La mayor parte del libro está dedicado al petróleo y a explicar por qué no sabemos dejarlo y por qué él nos va a dejar a nosotros, por más sustitutos que le hayamos intentado buscar. Este foco preferente en el oro negro es lógico porque el petróleo es la principal fuente de energía que se utiliza hoy en el mundo, difícil de sustituir en muchas aplicaciones y la primera de las materias primas energéticas no renovables en mostrar síntomas de agotamiento. En el libro también se explica por qué el petrocalipsis, es decir, la debacle que puede causar una rápida disminución de la producción de petróleo, es nuestro destino natural si no tomamos medidas inmediatas para contrarrestarlo.

El libro estaba terminado en enero de 2020, y la revisión acabada en marzo, pero la irrupción de la CoVid retrasó los planes de su lanzamiento. Eso tuvo un aspecto positivo para el libro, y es que pude escribir un capítulo adicional, explicando cómo la crisis de la CoVid está interactuando con la crisis energética y cómo está agravando una situación ya de por sí complicada, hasta el punto de acortarnos el plazo hasta el petrocalipsis e incrementar la urgencia del momento.

La cuestión de la crisis energética es muy compleja y llena de muchos matices, por lo que es completamente imposible abarcar ni siquiera una mínima parte de todos ellos en un librito de 200 páginas. Por tanto, en la discusión de cada propuesta de  solución energética o tecnológica que se aborda en "Petrocalipsis" me he centrado en unos pocos aspectos, generalmente dos o tres, que son los que más claramente muestran la imposibilidad de que las cosas vayan "según lo previsto". No se espere nadie, por tanto, encontrar en "Petrocalipsis" una discusión sobre las TREs de las diferentes fuentes o sobre la Paradoja de Jevons, o temas semejantes. Eso le quita profundidad al análisis realizado, pero seguramente le añade lectores.

Porque el objetivo de "Petrocalipsis" es llegar al lector que no lee este blog, haciéndole más cercanos conceptos un poco esquivos. De ahí el esfuerzo en hacer el tema un poco más divulgativo, de adoptar un enfoque más simple y conceptual. No ha sido una tarea fácil, y solo el tiempo dirá si el resultado final ha merecido la pena.

Tras muchos capítulos explicando machaconamente por qué no funciona esto y por qué tampoco funciona aquello, los últimos capítulos se dedican a poner la crisis energética en la perspectiva más amplia de la crisis de sostenibilidad (con el mayor foco en la crisis ambiental), y a proponer un marco diferente para el desafío de la crisis energética, alejado de las falacias del Green New Deal o del posibilismo tecnológico. Un nuevo marco de debate que sinceramente creo imprescindible y que espero que este libro haya contribuido a favorecer.


Antonio Turiel

Septiembre de 2020

lunes, 14 de septiembre de 2020

Nadie al timón

  

Queridos lectores:

Se acerca el final del verano en el hemisferio septentrional, y esta efemérides astronómica va a marcar muchos cambios en este agitado año 2020.

Las inquietudes de muchos están centradas en el impacto que el cambio de estación tendrá sobre la propagación de la CoVid en los países del norte (y también se dilucidará si, con suerte, la llegada de la primavera austral supone una mejora de la situación en los países del sur). La pandemia de este nuevo virus ha puesto patas arriba nuestro mundo, agravando la crisis económica que de todos modos tenía que sobrevenir. La angustia personal de las personas económicamente más vulnerables y la inseguridad que ha generado este evento inesperado han favorecido el afloramiento de discursos simplistas y falaces de escasa base científica y contraproducentes para lidiar con las dificultades del momento.

Pero mientras se discute intensamente sobre los galgos y los podencos de la CoVid, muchos otros fenómenos de impacto telúrico sobre nuestro mundo tienen lugar de manera bastante acallada.

Tenemos, por un lado, las quiebras masivas de compañías petrolíferas de mediano (y no tan mediano) tamaño. Solo en EE.UU., las quiebras de este año representaban, a principios de agosto, un pasivo de 55.000 millones de dólares.


La caída del sector petrolífero estadounidense es muy relevante porque, como comentábamos recientemente, la producción de petróleo de todo el resto del mundo lleva estancada desde 2015. Pero ni siquiera se puede echar la culpa de todo este hundimiento económico a la CoVid: lo cierto es que en EE.UU. las quiebras de compañías petroleras son muy onerosas desde al menos 2015, aunque bajaron desde 2016 gracias al apoyo de la Administración Trump.

Y ahora que el fracking muerde el polvo se empieza a hablar más alto y claro de las consecuencias del frenesí de la última década, y en particular el envenenamiento masivo de las aguas subterráneas. Pero ahora ya es tarde para lamentarse. 

La debacle no acaba aquí. Con la actual crisis económica y caída de la demanda, la degradación del sector petrolero está tomando una aceleración que va mucho más allá del ruinoso fracking estadounidense. A mediados de agosto quebró Valaris, la mayor compañía del mundo en operaciones de pozos de petróleo en el mar. La mayor compañía mundial de servicios al sector petrolíferos, Schlumberger, despide 21.000 personas y reduce drásticamente sus actividades. Y una de las grandes compañías petrolíferas del mundo, Exxon, se ha visto expulsada del Dow Jones después de un siglo formando parte de ese selectivo índice bursátil. Los días de gloria de la industria del petróleo quedan atrás, y no volverán. Y con la caída de la industria del petróleo, no hay esperanza para la recuperación de la economía.

Tan grave es la situación del sector del petróleo, y tan incierto el mercado de la energía, que la Agencia Internacional de la Energía (AIE) ha tomado dos decisiones sin precedentes con respecto a su próximo informe anual, el World Energy Outlook 2020. Por una parte, adelante su publicación un mes (saldrá el 13 de octubre). Por la otra, aunque mantengan la proyección temporal de sus escenarios de previsión en los próximos 25 años, el foco de la discusión se centrará en los próximos 10; más aún, ofrecerán datos detallados de esos escenarios (que yo analizaré gustoso cuando llegue el momento). Tal cambio de perspectiva en la predicción es un claro indicio de que estamos en un punto de transición: en cualquier sistema físico, un cambio de fase significa un límite en el horizonte predictivo. La nueva estrategia de la AIE es un reconocimiento implícito de que, llegando al peak oil, no se pueden hacer predicciones a largo plazo. Forzada por las circunstancias, la AIE reconoce, a su manera, que estamos en el umbral de un cambio de grandes dimensiones.

Y si mala es la situación en el sector de la energía, que alimenta a tantos otros, ¿qué decir del resto de actividades económicas? En España el tráfico áereo se ha reducido a menos del 10% de lo que llegó a ser (sí, una caída del 90%), y en el mundo en su conjunto se le estima una caída de alrededor del 60%, en consonancia con la caída del turismo mundial. El sector del automóvil (principal manufactura de los países más desarrollados) registra un hundimiento de más del 95% en Europa y del 90% en EE.UU. Y todo así. Se intenta mantener una apariencia de normalidad, pero cuando en octubre se proyecten los balances anuales, muchas compañías de todos los sectores económicos y de todos los países quebrarán, con consecuencias funestas. Estamos en medio de una crisis económica que hará palidecer a la del 2008.

Esta hecatombe económica, tan profunda y tan rápida, obviamente está creando una oleada de pobreza y riesgo de exclusión. La tensión social va a ir creciendo, inevitablemente, en los próximos meses, y si no se gestiona correctamente se pueden crear nuevos problemas de inseguridad ciudadana, sobre todo en aquellos países con menores sistemas de protección social...

Entre tanto, la crisis ambiental no da tregua. Este agosto vimos un fenómeno inusual: dos huracanes entraron simultáneamente en el Golfo de México. Entre tanto, los incendios en la Amazonia son aún mayores que el año pasado (aunque los medios no lo publiciten tanto) y en California la extensión de los fuegos forestales es tal que las estampas de San Francisco recuerdan a la película Blade Runner 2049.

 

Y en el Ártico, la evolución de la extensión del hielo marino ese año se ha parecido mucho a la del 2012, año que marcó el mínimo por culpa de una tormenta persistente que destrozó grandes extensiones de hielo (circunstancia que no ha concurrido este 2020).



Y así todo; las noticias ambientales tampoco dan un respiro.

Como ven, el mundo parece ir de mal en peor, en un proceso que no acaba de comenzar, sino que lleva ya años e incluso décadas de desarrollo.

Delante de este caos creciente (y recientemente acelerado), no es raro encontrarse con dos posiciones extremas, opuestas pero paradójicamente con un nexo común. Una de esta posturas es la habitual entre los neoliberales y anarcocapitalistas: lo que sucede es normal y todo se autorregulará, típicamente gracias al mercado y al ingenio humano. La otra postura es más del gusto de los amantes de las teorías de la conspiración: todo lo que sucede es fruto de un plan malvado, ideado por odiosas corporaciones.

Ambas ideas pecan de simplistas, de negar la existencia del caos en el orden establecido. En ambos casos existe la ilusión del control, la idea infundada de que alguien está al cargo y, o bien ya se encargará de arreglarlo todo (según los primeros), o bien es el culpable de que todo haya ido mal (según los segundos). En ambos casos la idea de que hay cierto control es reconfortante, incluso en el segundo: es preferible creer que todo esto es orquestado, porque así habría alguna posibilidad de re
conducir la situación. Alimenta esta segunda posición el hecho cierto de que los grandes poderes económicos se aprovechan de situaciones como ésta para aumentar su riqueza y su poder; pero de ahí a creer que todo es un plan perfectamente preparado media un abismo total. Por ejemplo, en el caso de la actual pandemia de CoVid-19, pensar que el virus fue preparado en un laboratorio para causar la situación actual no tiene ni pies ni cabeza: como arma biológica es una auténtica birria, con su baja mortalidad; como mecanismo de extorsión económica tampoco es muy eficaz, porque al final acaba afectando a todos los países y no puedes evitar infectarte tú mismo. Y sin embargo hay un montón de gente que insiste en que todo responde a un plan, porque en el fondo les da mucho más miedo que no haya un plan y que en realidad lo que tenemos son las limitaciones que nos imponen el mundo físico y la cutrez gestionando las crisis habituales al género humano.
 

Nadie está dirigiendo la desbandada de las compañías petrolíferas. No hay un plan para rentabilizar el hundimiento de la industria automovilística. No se están consiguiendo beneficios con el parón de los aeropuertos. Nadie gana con el desastre ambiental. 

No hay nadie al timón. En primer lugar tenemos que entender esto. No para cambiar el rumbo, sino para tener uno. 

Salu2.

AMT



martes, 8 de septiembre de 2020

Por qué me voy de Facebook

 

Queridos lectores:

Después de 10 años haciendo divulgación a través de Facebook, he decidido cerrar mi perfil público en esta red social. Facebook ha sido una herramienta muy útil para entrar en contacto con otras personas, para compartir contenidos de interés común (incluyendo posts de este blog) e incluso para recabar información. Ha sido una etapa provechosa, pero que ahora debe llegar a su fin.

Facebook es una red social que pertenece a una empresa privada, que como es lógico pretende conseguir beneficios económicos con su actividad. Eso hace que la red tenga ciertos sesgos, algunos de los cuales llevaba tiempo observando. Por ejemplo, no siempre te notifica las cosas que más te interesan, sino aquéllas que le interesan a Facebook según sus propios algoritmos (que combinan información de tu perfil con elementos de su propio interés comercial - publicidad, más que nada). También es reseñable el límite de 5000 contactos para los perfiles gratuitos (los que tenemos la mayoría), que hacen que a medida que te acercas a ese límite algunas personas que te incluyeron como "amigo" dejen de manera silenciosa y automática de serlo, sobre todo si Facebook se da cuenta de que no interactuáis frecuentemente. Por otro parte, es conocido que Facebook genera un cierto efecto pecera: uno tiene la impresión de estar llegando a mucha y muy diversa gente cuando en realidad se mueve en círculos muy pequeños y muy alineados ideológicamente.

Todos estos problemas y limitaciones hace tiempo que los conocemos, y a pesar de eso, valorando pros y contras, yo, al igual que muchos otros, decidí que merecía la pena seguir en Facebook.

Pero ya no.

La gota que ha hecho colmar el vaso ha sido la censura implacable que Facebook le ha aplicado al blog "Usted no se lo cree", de Ferran Puig Vilar. Hoy hace justamente un mes que Facebook bloquea cualquier intento de enlazar cualquier artículo de ese blog. Se da la circunstancia de que "Usted no se lo cree" es uno de las mejores páginas web sobre cambio climático en castellano, con un nivel de documentación y rigor científico que para sí quisieran muchas. Este blog recibió en 2010 el premio de comunicación de su categoría de la Fundación Biodiversidad, que le fue entregado al propio Puig Vilar de manos de la actual ministra de Transición Ecológica y Vicepresidenta del Gobierno, Teresa Ribera. En cuanto a su autor, Ferran Puig Vilar, ingeniero de formación, ex presidente de la Asociación de Prensa Profesional, es un ejemplo de tesón, decoro y pulcritud informativa a un nivel que, de nuevo, ya desearían muchos alcanzar.

Durante este mes, numerosas personas se han interesado por intentar comprender las razones de Facebook para bloquear de manera completa este blog. Se han escrito numerosas reclamaciones a Facebook (incluso yo mismo escribí una), preguntando sobre los motivos de la censura, y nunca hemos obtenido respuesta. Encima, para añadir infamia al daño, cuando alguien intenta enlazar la web en cuestión desde Facebook, un mensaje te advierte que no es posible porque esa página "no cumple los estándares de la comunidad", aunque en otras ocasiones alega que "difunde información falsa" o bien "es spam". A cualquier usuario de Facebook ajeno al contexto de esta censura le parecerá que la página de Ferran tiene algo de dudoso, de ilícito. Facebook, sin decirlo explícitamente, sin haber aclarado nunca por qué bloquea "Usted no se lo cree", da a entender que hay algo oscuro e inadecuado con esa página. El daño, por tanto, es doble, porque no solo no se le permite a Ferran continuar haciendo divulgación sobre el Cambio Climático en Facebook, sino que veladamente se le acusa de fraude. Es la calumnia perfecta, porque no se formula explícitamente pero consigue crear la duda. 

Para añadir una nota inquietante, estas últimas semanas se han observado ciertos problemas cada vez que se discutía de este tema, con la ralentización de la publicación de comentarios y, en algunos casos, su desaparición (a mi me han desaparecido varios).

Hace ya algún tiempo que Facebook muestra una cierta y peligrosa deriva, una escora sumisa a los intereses económicos de terceros. Ya no estamos hablando de rentabilizar los perfiles o de sesgar contenidos para instilar publicidad; hablamos, ya, de desterrar ciertos contenidos y primar otros, con inconfesables objetivos. Que Facebook ose vetar una página sobre un tema tan sensible como es el Cambio Climático solo pone en evidencia los derroteros que ha tomado la red social. 

No sé cuales son las razones profundas. No sé si es un exceso de confianza en los algoritmos automáticos y el desprecio general a los usuarios (que hace que se ignoren las solicitudes de reparación). No sé si esta censura es un síntoma más de la deriva de nuestra sociedad, a medida que la crisis existencial que afrontamos se va asentando. No lo sé, y la verdad es que no me importa. Me son absolutamente igual las excusas: ya he tenido bastante de esto y no quiero más, gracias.

Es hora de escapar de ese ambiente viciado.

Me voy de Facebook por dignidad, porque no puedo tolerar que le pase esto a Ferran, un buen amigo, y que yo no haga nada.

Me voy de Facebook, también, mientras me quede dignidad, porque no quiero que se me aplique la famosa frase de Martin Niemöller; y antes de que vengan a por mi (que acabarán viniendo: la verdad no genera negocio) prefiero irme yo.

Soy consciente de que posiblemente algún día esto mismo pasará con blogger, la plataforma que aloja este blog. Ese día, también, recogeré los bártulos y me iré a buscar otros vientos, a respirar aire fresco.

De momento, aquéllos a los que les interese pueden unirse al canal de Telegram de The Oil Crash, o al foro asociado. La página de Facebook de The Oil Crash también seguirá activa (hasta que la censuren), aunque ya no la gestionaré yo, sino otras personas a cuyas competentes manos la he confiado.

Y eso es todo.

A la medianoche del día de hoy, 8 de septiembre de 2020, borraré mi perfil público de Facebook, y empezaré una nueva etapa en mi actividad de divulgación.

Salu2.

AMT