domingo, 24 de enero de 2021

Renovables vs nucleares vs combustibles fósiles

Queridos lectores:

JotaEleEne me ha enviado un ensayo sobre el potencial comparado de las fuentes de energía renovable, las centrales nucleares y los combustibles fósiles y su eficiencia relativa. Por su general interés, creo conveniente reproducirlo en el blog.

Les dejo con JotaEleEne.

Salu2.

AMT


Renovables vs Nucleares vs Combustibles fósiles

En este trabajo vamos a reflejar el crecimiento de las distintas energías en el tiempo, según la capacidad y posibilidad de integración que han tenido y que tienen en el actual mix energético mundial.

Lo deseable sin duda es que las renovables  sean las que tomen el relevo de las otras energías, ya que a medida que pasa el tiempo cada vez se está más próximo al declive de los combustibles fósiles. Además si se quiere controlar las emisiones de gases de efecto invernadero, la mejor solución actualmente es cambiar la producción de energía hacia  fuentes renovables.

Antes de pasar a ver la evolución de las tres familias energéticas vamos a ver algunos conceptos esenciales para comprender la capacidad de desarrollo y comportamiento que tienen las distintas energías.


Pérdidas en generación eléctrica

Debido a la segunda ley de la termodinámica, la generación eléctrica tiene unas pérdidas considerables ya que toda conversión de energía arrastra consigo pérdidas. La generación con biocombustibles es la que más pérdidas produce, seguido por la energía nuclear y luego la generación con carbón. 

La siguiente gráfica refleja la energía producida en un año por cada tecnología de generación. También refleja la energía que fue útil y la que se disipo en pérdidas.

Gráfica 1: Pérdidas en generación eléctrica. Datos de AIE en mtep.
 

Si nos fijamos en la magnitud de las pérdidas, es el carbón el que más tiene ya que es la energía más usada para generación eléctrica; seguido por la nuclear y luego el gas natural.

Las pérdidas en generación eléctrica suponen el 54% de todas las pérdidas, y si a esto le añadimos las pérdidas de cogeneración entonces serían un 65%.

Algo que se observa en la gráfica es que la generación eléctrica por transformación de calor en electricidad tiene muchas pérdidas; en cambio, la generación directa de electricidad apenas tiene pérdidas.

Las pérdidas además que suponen un derroche de energía producen contaminación cuando provienen del consumo de combustibles fósiles. 


Eficiencia   

En física, la eficiencia o rendimiento de un proceso o de un dispositivo es la relación entre la energía útil y la energía invertida. En el caso del sistema energético, la energía final representaría la energía útil, es decir, la energía de la que se sirve el mundo para funcionar como puedan ser la electricidad, la gasolina, el queroseno, etc. La energía primaria representaría toda la energía, o sea, la final más las perdidas. Ya que el balance de la AIE nos da tanto la energía primaria como la energía final, vamos a sacar la gráfica de la eficiencia.

 

Gráfica 2: Consumo de energía primaria, final y eficiencia correspondiente. Datos de AIE en mtep

Toda esa diferencia que vemos en aumento entre la energía primaria y final son pérdidas. De toda esa energía que se va en pérdidas, la generación de energía eléctrica supone el 65% de todas las pérdidas, seguida por la energía gastada en la extracción de combustibles fósiles  e industrias de transformación, con un 19%.

En cuanto a la eficiencia, decir que si aumenta el porcentaje de energía primaria sobre la energía final, baja la eficiencia y si aumenta el porcentaje de la energía final sobre la primaria sube la eficiencia. 

Atendiendo a la Gráfica 1 en cuanto a las pérdidas de generación eléctrica, si la generación eléctrica aumenta con combustibles fósiles o nucleares la eficiencia eléctrica bajará, y si aumenta con renovables subirá. Si se sustituye una energía de más pérdidas por una de menos pérdidas, la eficiencia subirá; por ejemplo, si se sustituye generación eléctrica de carbón por generación eléctrica de gas. 


Factor de planta

También llamado factor de carga o factor de capacidad de una central eléctrica. En la definición de la wikipedia es el cociente entre la energía real generada por la central eléctrica durante un período (generalmente anual) y la energía generada si hubiera trabajado a plena carga durante ese mismo período.

Vamos a representar el factor de planta en una gráfica formada con datos de producción y potencia instalada proporcionados por REE correspondientes al año 2018.

 

Gráfica 3: Factor de planta de centrales eléctricas renovables y nucleares. Datos de REE.

El factor de planta más bajo corresponde a la generación con biocombustibles y residuos, seguido por la solar fotovoltaica, la solar termoeléctrica, la eólica y la hidráulica con igual magnitud; y por último en el otro extremo la nuclear, con el valor más alto de todas las energías. No tiene sentido representar el factor de planta de los combustibles fósiles puesto que en España actualmente ya están de respaldo para complementar la demanda que no pueden satisfacer las renovables y la nuclear. Los datos en la gráfica en este caso no nos llevarían a ninguna conclusión. Pero de usarse de forma continua tendrían un factor de carga un poco inferior a las nucleares.


Porcentajes de consumo de energía primaria 

Gráfica 4: Evolución del porcentaje de consumo mundial de energía primaria por energías. Datos de AIE. 

En este período de tiempo de consumo creciente de energía de casi treinta años, la energía primaria ha crecido un 63%; y dentro de esta energía primaria, las tres renovables han crecido del 13% al 14%, la nuclear ha pasado del 6% al 5%, el gas natural ha pasado del 19% al 23%, el petróleo ha pasado del 37% al 32% y el carbón ha pasado del 25% al 27%.

La gráfica muestra también en el otro eje la eficiencia correspondiente. Baja en prácticamente todo el periodo salvo en el final de la gráfica, que sube coincidiendo con la bajada nuclear de Fukushima y la bajada del porcentaje del carbón posterior. La renovables de área eléctrica aumentan también al final de la gráfica, que sin duda también influyen algo en la subida de la eficiencia.


Renovables

Las renovables en el 2018 a nivel mundial supusieron el 14% de toda la energía primaria. De esta energía primaria, el 37% fue usado para generación eléctrica. Esta generación eléctrica renovable ha crecido un 212% desde 1990 y el resto ha crecido un 39%. A pesar de este enorme crecimiento, se encuentran todavía muy lejos de las otras renovables como podemos ver en la Gráfica 4. 

Poco más decir de las otras renovables que no son de área eléctrica. En el 2006 la AIE atribuía 724 mtep de consumo de uso tradicional (calefacción y cocina) , consumo en ocasiones de supervivencia y muchas veces sin planificación sostenible. Este consumo supondría aproximadamente la mitad del consumo en biocombustibles en el 2018.

La solar térmica supuso un 0,49% de la energía final y los biocombustibles un 10% de la energía final, casi todo el consumo de ambas en el sector residencial. Creciendo posteriormente en el sector del transporte los biocombustibles desde el 2005; pero de forma minoritaria, solo hasta el 3%. 


Renovables de área eléctrica

Hoy por hoy es la única posibilidad disponible para sustituir gran cantidad de combustibles fósiles por energía limpia y de forma rentable. Sin embargo, como veremos a continuación, sufren de limitaciones que hacen que el relevo se esté efectuando de forma muy lenta. A pesar de su gigantesco desarrollo, solo han hecho crecer las renovables en un 1%, como hemos visto en la gráfica cuatro.

Su limitación principal es su bajo factor de planta, esto hace que para sustituir cantidades significativas de energía hace falta que tengan una potencia instalada muy alta, es decir, tiene que haber muchos parques eólicos y fotovoltaicos para producir a la larga poca energía. Se ve perfectamente en la Gráfica 3, en la comparación de todas las renovables frente a la nuclear. Si la energía nuclear tuviera la misma potencia instalada que la eólica, España sería abastecida de energía eléctrica solamente con la energía nuclear y sobrarían todavía 42.000 GWh para exportar.

Este bajo factor de planta de las renovables es evidente, ya que las eólicas producen energía según el viento que haya, las solares producen energía según el sol que haya y las hidráulicas dependen del agua de lluvia que se dispone según las lluvias acaecidas. A esto se le llama intermitencia.

Hay otro problema con las renovables. Al tener que aumentar constantemente la potencia instalada, esto hace que llegue un momento en que, por ejemplo en periodos de fuerte viento, la producción eléctrica eólica sature toda la demanda, teniendo que mantener parte de la producción apagada, lo que se llaman vertidos. 

Para minimizar este problema, la red renovable debe de estar muy bien interconectada tanto a nivel regional como a nivel nacional y a nivel internacional para evitar que se pierdan los excedentes energéticos que el sistema produce en momentos de gran generación. Esto hace que junto al crecimiento del parque de producción renovable tenga que también crecer y mejorar la red de interconexión. En países desarrollados esto no suele ser un problema muy grande a nivel nacional, puesto que se dispone ya de una red desplegada. Solo hay que ampliarla un poco y mejorarla.  En este sentido Europa es el mayor sistema eléctrico del mundo, aunque algunos países con dificultades orográficas como España todavía se encuentran muy por debajo del límite de interconexión establecido por la UE.

Otra forma de minimizar el problema de los vertidos sería el almacenamiento de energía cuando hay picos máximos de renovables. Para ello se cuenta con centrales hidroeléctricas de bombeo y recientemente con baterías.  

A pesar de estos problemas, las renovables de área eléctrica están creciendo. Lo podemos ver en la siguiente gráfica que representa una estimación del porcentaje de cada tecnología energética dentro de la energía final de generación eléctrica y su eficiencia  correspondiente. La estimación está formada con los datos de las energías utilizadas para la producción eléctrica de energía primaria y aplicando después unos factores de conversión para cada distinta tecnología. A la gráfica se le ha añadido también en otra escala la eficiencia correspondiente de la conversión eléctrica.

Gráfica 5. Evolución del porcentaje de energía final en generación eléctrica y eficiencia. Datos de AIE.
 

Gracias a la conversión se puede ver reflejado más claramente la aportación a la energía final eléctrica de cada tecnología. Está claro que la eficiencia sube por el menor carbón, menos nuclear y por  el aumento en el mix energético del gas natural y de las renovables de área eléctrica.

La hidráulica está limitada en su crecimiento ya que depende de la limitada construcción de embalses en grandes cuencas. Los países de la OCDE hace ya dos décadas que su producción hidroeléctrica apenas sube porque ya están copadas todas las grandes cuencas, quedando por desarrollar cuencas en Sudamérica, Asia y sobre todo en África. Así que con el tiempo solamente serán la eólica y las solares las encargadas de sustituir al resto de la energía proveniente de los combustibles fósiles y las viejas nucleares. 

Como vemos la cosa va lenta: teniendo en cuenta un crecimiento exponencial al menos les quedan tres décadas para sustituir la mayor parte del mix energético, sobre todo si el consumo de energía eléctrica sigue creciendo, lo cual es el impedimento principal que evita que crezcan más rápido.

Por el contrario, en los países que disminuyen el consumo energético o con índices de la energía per cápita más bajos, su porcentaje de energía primaria renovable ya es mayor. En la UE, y considerando países de más de 17 millones de habitantes, algunos con índices de energía per cápita bajos tienen valores más altos de energía primaria renovable como es el caso de Rumanía, Italia y España. Mención aparte el caso de Alemania, que con 83 millones de habitantes y uno de los consumos de energía per cápita más altos está entre los índices más altos de porcentaje renovable; en este caso también está disminuyendo su consumo de energía, está considerado como el país más eficiente del mundo en energía. 

Podemos suponer que dándoles el tiempo que necesiten, más largo que corto probablemente, las renovables conseguirán acaparar la mayor parte de la demanda de electricidad mundial; lo cual será un logro, pero será un logro  insuficiente ya que con datos del 2018, la electricidad supone solo el 19% de toda la energía final, lo que implica que si queremos crecer con renovables tenemos que sustituir el consumo de combustibles fósiles en energía final por consumo de electricidad.

Dentro de los sectores más grandes de consumo de la energía final, la electricidad supone el 28% de la energía de la industria, el 24% en el sector residencial, 51% en los servicios públicos, y lo que es peor, el 1% en el transporte, ya que el transporte es el sector mayoritario en la energía final y el que más se resiste a la electricidad. En la siguiente gráfica vemos el porcentaje de la evolución de las diferentes energías en la energía final. 

Gráfica 6: Porcentaje de energías en la energía final. Datos de AIE.
 

En la gráfica la energía final ha crecido un 59%, y la electricidad ha crecido desde un 13% hasta un 19% en todo el periodo, crecimiento compensando un poco el declive del resto de las renovables en la energía final. De nuevo vemos una progresión demasiado lenta; también en este sentido el crecimiento de la demanda mundial hace que la sustitución de electricidad por combustibles fósiles sea más lenta.

El lento crecimiento eléctrico renovable y la menguante proporción de las renovables no eléctricas en la energía final hacen que globalmente el crecimiento total renovable solo aumente un 1% como veíamos en la gráfica cuatro.

Un crecimiento por ahora claramente insuficiente si tenemos que considerar el crecimiento de la concentración de CO2 en la atmósfera y el agotamiento de los combustibles fósiles.


Nucleares

La energía nuclear supone el 11% de la electricidad mundial, cuota actualmente en descenso, pues llegó a un máximo de 17% en el 1990 (ver gráfica 5). Las consecuencias del descenso son debidas al aumento del consumo eléctrico mundial y al estancamiento de la potencia instalada nuclear a finales de la década de los ochenta y primeros de los noventa, poco después del accidente nuclear de Chernobil. Hay otro punto de inflexión a partir del 2011 con el accidente nuclear de  Fukushima que trajo el parón nuclear de Japón con el posterior desmantelamiento de 19 reactores, y con Alemania anunciando su intención de cerrar su generación nuclear en una década. 

Como se puede ver, la única causa del ocaso actual de la generación nuclear es su peligrosidad. La seguridad de los reactores nucleares se basa en conocer y evitar los posibles riesgos con medidas pasivas y activas. Cualquier riesgo desconocido, inesperado y no contemplado puede producir un desastre como pasó en Fukushima.

Otro problema de la energía nuclear es su escasa expectativa de evolución hacia algún otro tipo de reactores. El 67% de los reactores son del tipo PWR, y de los nuevos reactores serán el 81% también PWR. Este tipo de reactor es más estable, y se ve que la industria nuclear no se quiere arriesgar más de lo necesario con la seguridad. La única opción a largo plazo que queda es la fusión nuclear, si es que llega a hacerse realidad alguna vez, ya que llevan 70 años intentándolo; y como ya va siendo costumbre, todavía le quedan 30 años.

A pesar de todo esto, la tecnología nuclear se resiste a desaparecer. Hay 53 nuevos reactores en construcción liderados por China, India, Rusia, Eslovaquia, Corea del Sur y Emiratos Árabes con 33 reactores. Y en cuanto a los ya existentes la tendencia que está marcando EEUU es la continuidad de sus centrales con autorizaciones  para operar de forma segura, 60 e incluso 80 años. Bajo mi punto de vista sorprendente, ya que  alargando el periodo de vida de las centrales se da más oportunidad de que ocurra un evento inesperado que pueda causar un desastre.

Actualmente las renovables son un éxito y muy probablemente sean más rentables que las nucleares. ¿Por qué entonces China y EEUU, líderes destacados en cuota de producción renovable mundial, se empeñan en construir nuevas centrales y mantener las antiguas?. Sin duda por la lenta penetración renovable en el mix energético de ambos países. Las nucleares, en este caso con su alto factor de planta y su nula contaminación atmosférica, evitan emisiones de CO2  que producirían las térmicas de combustibles fósiles mientras van llegando las renovables.

La energía nuclear produce energía eléctrica transformando calor en electricidad al igual que los combustibles fósiles. Esto produce muchas pérdidas. Como las nucleares generan más calor que las demás, pues tienen más pérdidas (gráfica 1). Sin embargo esta generación de calor no produce contaminación en el aire como en el caso de los combustibles fósiles. 

La energía nuclear es la energía con mayor factor de planta (ver gráfica 3), ya que se hace una carga de combustible nuclear cada doce o dieciocho meses y funciona el resto del tiempo a plena carga. Esto hace que con poca potencia instalada, en el caso de España 7 reactores nucleares y habiendo cerrado uno en el 2012, dominen desde hace una década el mix energético del país Salvo en el 2013 que la eólica superó por muy poco a la nuclear (España se convirtió en el primer país del mundo en que la eólica superó en un año a la nuclear). Teniendo en cuenta que la potencia instalada eólica ha crecido en esta década en seis años y no se ha repetido el evento, nos da un buen ejemplo de la intermitencia que sufren las renovables de área eléctrica. 

Por lo demás las nucleares tienen la misma limitación que las renovables de área eléctrica, solo el 19% de la energía final es electricidad. En el post “Pérdidas crecientes en el sistema de abastecimiento energético mundialveíamos como Francia el país más nuclearizado del mundo, tenía en comparación con otros países similar o incluso inferior proporción de electricidad en la energía final que otros países desarrollados.


Combustibles fósiles

Las renovables y la nuclear suponen el 19% del consumo de energía primaria, así que son los combustibles fósiles los que se encargan de abastecer todo el resto del consumo mundial de energía. 

Los combustibles fósiles son energía pura, con simples máquinas termodinámicas se extrae energía y trabajo fácilmente de ellos. Han favorecido el crecimiento económico mundial y con ello el progreso del mundo, hasta el punto de que incluso un solo combustible, el carbón, ha sido en las últimas dos décadas el impulsor del PIB mundial. En la siguiente gráfica lo podemos ver. 

Gráfica 7: Comparativa del crecimiento del PIB mundial con el consumo mundial del carbón. Datos de BP.  

Si se compara el crecimiento del PIB con cualquier otra energía e incluso con el total del consumo de energía primaria, las gráficas serían muy diferentes; en cambio, si se compara con el consumo de carbón, vemos que en los últimos 25 años son muy similares, hasta en las pendientes. Parece claro que en los últimos 25 años ha sido el crecimiento del carbón el que ha liderado la economía mundial a través de  China e India, ya que estos dos países consumen el 64% del carbón mundial, liderando China con un 52%. 

Antes del carbón fue el petróleo el que lideró el crecimiento de la economía, pero después de las dos crisis del petróleo del siglo pasado en el 73 y el 79, el petróleo fue quedando aislado en solo dos sectores, el transporte y los usos no energéticos. 

Cuando son fáciles de extraer, los combustibles fósiles son baratos y su crecimiento se puede adaptar perfectamente a fuertes incrementos del consumo. Lo hemos visto con el crecimiento del carbón en China. Y también en Japón, que en solo tres años el gas natural sustituyó todos los reactores nucleares parados a raíz del accidente de Fukushima, mientras que Alemania lleva diez años sustituyendo sus reactores nucleares por renovables. 

Los combustibles fósiles fueron el motor de crecimiento de los países desarrollados en el siglo pasado y actualmente son el motor de crecimiento de los países emergentes, como podemos deducir de la anterior gráfica.

El problema de los combustibles fósiles es que aunque son abundantes, con el uso masivo de estos cada vez se está más cerca de llegar a su agotamiento y posterior declive. De hecho, la AIE ha reconocido que el petróleo convencional llegó a su cenit en el 2006. Hoy la producción de petróleo consigue mantenerse gracias a la aportación de petróleos no convencionales como el fracking o las arenas asfálticas de nula o menor rentabilidad, ya que se trata de petróleos más difíciles de extraer.

Las reservas de combustibles fósiles más abundantes son las de carbón, precisamente el combustible fósil que más CO2 emite. Intentando evitar el calentamiento global, la mayoría de países están evitando el uso del carbón, salvo algunos pocos países liderados por China e India que siguen aumentando el uso del carbón. China está consiguiendo reducir el uso del carbón en su industria; sin embargo, para producción eléctrica sigue incrementando su uso a pesar de ser el líder en instalación de renovables de área eléctrica y nucleares. El brutal crecimiento energético de China hace pequeño el crecimiento renovable y nuclear, teniendo todavía que recurrir al carbón masivamente para generación eléctrica. Y la India está siguiendo iguales parámetros de crecimiento que China.

Las mayores reservas de carbón del mundo las tiene EE.UU. Actualmente EE.UU. está reduciendo mucho la aportación de carbón en generación eléctrica gracias al gas natural extraído por fracking. Las renovables de área eléctrica también están aportando, pero en mucha menos proporción que el gas natural. ¿Qué pasará cuando se agote el fracking, muy posiblemente en esta década? ¿EEUU importará gas natural de otros países o volverá a su barato y abundante carbón? Me da que lo segundo.



Conclusiones

Tarde o temprano habrá que sustituir los combustibles fósiles, bien por motivos medioambientales, bien por agotamiento. El problema es que solo se dispone para ello de renovables de área eléctrica con un desarrollo a nivel global muy lento, y lo que es peor, hay que desviar el 70% de la energía final hacia la electricidad.

Semejante reto parece imposible de afrontarse si no es con cambios profundos en el modo de vida de las sociedades modernas y desarrolladas.

Estamos en las primeras fases del cambio, pero si no se consigue en el tiempo apropiado, con el agotamiento del petróleo y el gas natural, existe el peligro de volver de forma masiva al contaminante carbón y a las peligrosas nucleares.


Intentándolo

Con el acuerdo de París, la UE se compromete a lograr una reducción de las emisiones de gases de efecto invernadero de al menos un 40 %, también el seguir reduciendo la eficiencia energética y alcanzar un 32% de energía renovable para el 2030. Con este acuerdo también se pretenderá aumentar la seguridad energética, es decir, mejorar las interconexiones entre los países de la UE, y la disminución de importaciones de petróleo y gas. 

Y por último,  se pretenderá la implicación de los consumidores como productores, almacenadores y responsables en el consumo de energía.

Será interesante ver la evolución de la UE en general y de España en particular, ver desde donde se parte y hasta donde se puede llegar.

Pero eso será en otros post.

Saludos.

JotaEleEne 

sábado, 16 de enero de 2021

Cuadernos de energía naranja: los combustibles sintéticos de Repsol

Esquema de producción de combustibles sintéticos, según la propia página de Repsol.

Queridos lectores:

Inauguro con este post una nueva sección del blog, que denominaré "Cuadernos de energía naranja". Los posts de esta sección estarán destinados a desmontar, con un cierto nivel de detalle, algunas de las falsas soluciones energéticas que se van a ir proponiendo en los próximos años, con un foco especial en aquéllas que se promuevan por profesionales con cierto impacto mediático, para beneficio de grandes empresas, o directamente por esas grandes empresas. Ese tipo de comunicaciones tienen el potencial de llegar a muchas personas, debido al poder económico de estas empresas, y justamente en el momento tan crítico que ya estamos viviendo interesa y mucho tratar de contrarrestar estas piezas de desinformación, que el único objetivo que descaradamente tienen es la caza de la subvención pública. Hablo, en estos casos, de "energía naranja", porque se trata de soluciones que se venden como "verdes", cuando en realidad son todo lo opuesto (y, como saben, el naranja es el color opuesto al verde).

En este primer post hablaré de los combustibles sintéticos que nos ofrece la compañía española Repsol, como nos muestran en el siguiente vídeo publicitario (pueden encontrar más detalles, mientras mantengan la página, siguiendo este enlace).


En el vídeo nos explican que Repsol "apuesta" (no sabemos bien de qué modo) por una vía para producir combustibles sintéticos. Estos combustibles sintéticos se conseguirían mediante la síntesis de dióxido de carbono (CO2, que vendría de una refinería) con hidrógeno (H2, que vendría de la electrólisis del agua, alimentada con electricidad renovable o algo así), para producir cadenas de hidrocarburos (HC).

Las ventajas de estos combustibles sintéticos, según nos cuenta el vídeo promocional, son que tienen una huella de carbono cero y que además pueden usarse directamente en los vehículos existentes. Por tanto,  estos combustibles serían una tecnología adicional a las otras tecnologías verdes de movilidad (se alude directamente al coche eléctrico).

¿Qué es lo que está mal de todo esto? Muchas cosas, en realidad.

Comencemos por lo más básico: el CO2 que se usa en el proceso de fabricación de estos combustibles. Se nos dice que proviene de una refinería. En una refinería, por los diferentes procesos que tienen lugar en ella, se emite cierta cantidad de CO2. Pero, obviamente, este CO2 es de origen fósil: proviene del procesamiento del petróleo que se está refinando. Así que captar este CO2 para juntarlo con el H2 de la electrólisis lo único que hace es retardar un poco el tiempo que el CO2 fósil llegará a la atmósfera: en vez de ser emitido directamente por la refinería, primero se convierte en combustible que será quemado después en un coche y, allí sí, el nuevo CO2 resultante de quemar la gasolina, con su carbono de origen fósil, se irá a la atmósfera. Así que de combustible de huella de carbono cero, nada de nada. Esta falacia se alimenta de una afirmación que se ha hecho frecuentemente sobre los biocombustibles: si los biocombustibles se obtienen de plantas y el CO2 que se produce al quemarlos vuelve a ser absorbido por las plantas, se cierra el ciclo y así la cantidad de CO2 que hay en la atmósfera no aumenta. Si este razonamiento ya tiene aspectos discutibles en el caso de los biocombustibles, en el caso de los combustibles sintéticos de Repsol es completamente absurdo.

Pero, sigamos, que hay más cosas.

De acuerdo con lo que se nos dice, podemos coger el H2 de la electrólisis y el CO2 de la refinería, y producir el combustible HC. Nos lo cuenta de una manera que parece tan fácil como coger dos piezas de Lego y unirlas. Nada más lejos de la realidad.

Sobre los problemas que genera la producción y manejo del "hidrógeno verde" Beamspot se ha explayado aquí recientemente. Baste recordar aquí que se trata de un proceso que consume energía y que es muy ineficiente (pérdidas energéticas alrededor del 50%), aparte del impacto ambiental que causa tanto si se usa agua dulce o salada. En cuanto a la producción de CO2 en la refinería, resulta que el CO2 es solo uno más de los gases que se emiten: no es CO2 puro lo que sale por las chimeneas de las refinerías, sino una mezcla donde la componente predominante es la de nuestra atmósfera, el nitrógeno, aparte de vapor de agua, otros gases minoritarios y partículas sólidas en suspensión. Esta mezcla de gases no puede ser utilizada tal cual para producir hidrocarburos, sino que se requiere purificar el CO2, cosa bastante complicada porque la separación de mezclas de gases no se puede realizar de manera mecánica y, o se recurre a procesos de condensación (refrigerando mucho la mezcla, con alto consumo de energía) o se recurre a procesos químicos (que requieren reactivos y pueden dejar muchos subproductos). Aunque el CO2 ya se produce para muchos usos industriales (entre otros, la producción de cerveza), no todas las refinerías están adaptadas para su producción, lo cual requiere una gran inversión. Y, sea como fuere, la producción de CO2 purificado siempre requerirá consumir grandes cantidades de energía. Por último, la síntesis de los hidrocarburos, que nuestro presentador muestra como juntar dos partes de un puzzle, H2 y CO2, es algo también harto complicado. No, por supuesto, si lo que uno quiere producir es metano (CH4), que es el hidrocarburo más simple que se puede producir; pero si se quiere producir hidrocarburos de cadena más larga (los más largos en la gasolina son los octanos, C8H18) la cosa se complica sobremanera, tanto que en la práctica el coste energético y la complejidad del procesamiento hacen que sea prácticamente inabordable. Por supuesto que ni nos plantemos producir algo parecido al diésel, que con cadenas típicamente de 12 carbonos y que además tienen mayor complejidad estructural por la mayor presencia de hidrocarburos aromáticos. Así pues, lo que realmente es asequible plantearse es juntar H2 y CO2 para producir CH4, metano, es decir, gas natural. Los coches de gasolina pueden funcionar con metano tras, eso sí, hacérseles algunas adaptaciones - y por lo tanto la afirmación de que pueden usarse directamente en los coches actuales es falsa; y por supuesto no se puede usar en los motores diésel de muchos coches y toda la maquinaria pesada, incluyendo camiones. Cabe por último añadir que en todos estos procesos se va a consumir mucha energía y previsiblemente se producirá una gran cantidad de CO2 adicional.

Así que, en resumen, estos combustibles sintéticos que se nos ofrecen:

- No son neutros en emisiones de CO2.

- Implican un enorme desperdicio de energía, por lo que forzosamente serán muy caros.

- Solo valen para motores de gasolina, y solo después de hacerles adaptaciones.

Todo esto son las (enormes) pegas evidentes a esta propuesta, sin entrar en los detalles más técnicos. Entonces, ¿por qué nos lo propone Repsol? Fundamentalmente, porque es su respuesta a la actual fiebre del hidrógeno verde, una manera de integrar la locura y desenfreno del hidrógeno dentro de su modelo de negocio actual (eso sí, si el erario público costea el dispendio). Pero Repsol no va a arriesgar su dinero en algo que saben que no va a ningún lado; por eso nos dicen que apuesta por ello, pero no hablan de que haya ninguna planta piloto en marcha o proyectada. En el vídeo se nos dice que esta tecnología puede "escalarse en poco tiempo", porque las soluciones tecnológicas ya están ahí y solo hace falta montar el tinglado. Pero claramente no son ellos los que quieren pagar, así que dejan ahí el anzuelo y si al final cae algo de dinero montará una planta piloto y se tirarán unos años jugando con ella hasta que al final la lógica se imponga, después de haberse malgastado unos cuantos millones.

Una nota final: quien presenta el vídeo es Jaime Martín Juez, director de Tecnología de Repsol. Coincidí con este caballero en un programa de televisión que se rodó en septiembre de 2019 y que fue emitido unas semanas más tarde. Al margen de las cuestiones que fueron discutidas durante el programa, antes de entrar tuvimos la ocasión de conversar durante un rato. Fue una conversación un tanto agresiva, aunque nunca perdimos el buen tono ni la educación. Me quedó la impresión de que me iba tanteando para ver hasta dónde llegaban mis conocimientos (un momento ciertamente cómico fue la improvisada "carrera de títulos" que cada uno poseíamos: "Yo soy físico", dije al poner él en duda mi capacidad de comprender ciertos conceptos. "Yo también", dijo él. "También soy matemático", dije yo. "Yo soy doctor en químicas", me dijo él. "Y yo soy doctor en física teórica, e investigador del CSIC con 20 años de experiencia postdoctoral", y así acabó la exhibición de longitud genital). A partir de aquí, la conversación fue tornándose en un rápido intercambio de datos y, en un momento, al decir yo que el fracking era una ruina y que las empresas estaban quebrando, él se rió de mi, y repuso como suelen hacer los más falaces economistas (tiene un MBA), hablando de un ejemplo concreto de un campo en concreto, como si el caso particular pudiese tomarse por el general. Hace ya algún tiempo que he comprendido que cuando alguien hace ese tipo de cosas es porque sabe la verdad, pero que construye un discurso sofista para proteger su negocio (pues necesitan inversores, persuadir a gobiernos y a veces simplemente evitar que los despidan). Han pasado 16 meses, y en EE.UU. el fracking se ha ido definitivamente al guano con las últimas quiebras; y el director de Tecnología de Repsol ya se ha ido a pastar a otros prados y seguramente ya no piensa en aquel pringado que osó discutirle la rentabilidad del fracking.

Salu2.

AMT

viernes, 8 de enero de 2021

Se acerca el invierno


Queridos lectores:

El día de Reyes de este 2021 asistimos al bochornoso espectáculo de ver a una turba de manifestantes estadounidenses que no aceptan los resultados de las últimas elecciones presidenciales en ese país, y que intentaban detener el proceso de validación que tenía lugar en su Congreso por la fuerza. La continua apelación por parte del presidente saliente Donald Trump a un supuesto fraude electoral ha acabado de espolear a sus seguidores, que finalmente han decidido tomarse la justicia por su mano.

Que en el país que se considera así mismo como referente universal de la democracia se den este tipo de sucesos, más propios de democracias menos consolidadas, es hasta cierto punto sorprendente. No se puede decir que sea una sorpresa completa, porque los cuatro años que ha durado la presidencia de Donald Trump se han caracterizado por el populismo, la difusión de noticias falsas y las astracanadas. Para cualquiera que haya seguido la situación política y social de los EE.UU. era evidente que una gran masa de seguidores de Trump le ven como un mesías salvador, el cual les liberará de la opresión de una cábala demoníaca de líderes políticos y económicos corrupots, y les llevará a una tierra de promisión, en la que América será grande otra vez. Lo que quizá haya sorprendido a algunos es que el delirio y el desatino llevara a una muchedumbre a intentar derribar la democracia mientras creían que estaban intentando salvarla.

Se ha escrito mucho sobre la disociación de la realidad que tienen los seguidores de Trump, y de cómo su fanatismo los está empujando a una radicalidad que pueden acabar llevando al país a una guerra civil. Una tendencia repetida en esos análisis es la de mirar a los seguidores de Trump como una panda de lunáticos, gañanes ignorantes que se dejan embaucar por cualquiera. Sin embargo, tales visiones tienen una considerable falta de autocrítica y por eso mismo no resultan útiles ni para entender el momento actual ni para proponer soluciones válidas. Porque, si bien los partidarios de Trump viven engañados, creyendo en un mundo pasado idealizado al que quieren regresar, ¿viven menos engañados los partidarios de Joe Biden, el nuevo presidente electo? Es decir, ¿creen que Joe Biden va a hacer algo realmente efectivo con alguno de los graves problemas que aquejan a su país? Por ejemplo, ¿va a conseguir reindustrializar su país y que las clases bajas recuperen los salarios dignos de los que disfrutaban hace 40 años? ¿Va a tomar medidas efectivas para la mejora del medio ambiente en general, y particularmente en la lucha contra el Cambio Climático? ¿Va a reducir la conflictividad internacional en aquellos escenarios donde EE.UU. tiene mucho que decir? ¿Pondrá Joe Biden coto a las aspiraciones de las grandes compañías de controlar y esquilmar cada vez más a sus ciudadanos y a los de otros países? Cualquiera que examine la historia reciente de los EE.UU. y la trayectoria del nuevo presidente con un poco de objetividad verá en seguida que nada de eso es de esperar. Habrá, quizá, algunas mejoras en términos de derechos sociales, y algunos gestos significativos en alguno de los temas arriba mencionados, pero poco más. Y, que sea efectivo, no podrá o no sabrá hacer nada realmente efectivo.

Ya lo explicábamos hace cuatro años, cuando Trump salió escogido. Los seguidores de Trump saben que nadie les representa en realidad, y por eso creen, necesitan creer, en que Trump les hará mejorar. Creen en él porque Trump no era el preferido del establishment, era un verso libre, una bala perdida. Con su discurso radical, sin tapujos, faltón e irrespetuoso, diciendo "verdades como puños", Trump se presentaba, para los que están desesperados al ver cómo se están hundiendo, como su última opción. Y por eso se agarran a él con desesperación. ¿Se equivocan acaso los votantes de Trump al pensar que Biden no hará nada por ellos? Pues probablemente no. ¿Quiere eso decir que Trump hará algo útil por ellos? Pues tampoco; en realidad, aparte de sus boutades, durante estos cuatro años no ha hecho ningún cambio sustancial en su país, excepto radicalizar a su electorado con mentiras e insidias (triste legado). Pero a pesar de todo, seguramente muchos de los votantes de Trump se engañan con respecto a su líder menos que los de Biden.

La discusión entre Trump y Biden, entre republicanos y demócratas, es en realidad una discusión vacía de contenido. No es entre estas dos opciones que encontraremos una solución real de los problemas que tenemos. Es la metáfora de la hormiga que nota el olor de una manzana que pende sobre su cabeza pero que no es capaz de llegar a ella porque se mueve en dos dimensiones inútiles cuando debería moverse en la tercera para llegar a la manzana. Es por ese motivo que la sociedad se divide en partes prácticamente iguales entre las dos opciones, porque las dos son igualmente inútiles para resolver el problema y, en el fondo, la elección propuesta es aleatoria, independiente del problema a abordar. Toda la discusión política, en EE.UU. pero también en el resto de los países del mundo, es completamente inútil porque se mueve en las dimensiones inútiles del problema, como si para abordar cómo apagar un incendio discutiéramos si las llamas son rojas o amarillas.

Pero el conglomerado pro-Trump tiene un rasgo crucial: lo que unifica la gran diversidad de opiniones dentro del campo trumpista es su componente fuertemente reaccionaria. En un país con una fuerte tradición cristiana, muchos trumpistas se declaran personas devotas y atribuyen los problemas actuales de EE.UU. a que el país ha dado la espalda a Dios (es siguiendo esa lógica que no es difícil concluir que los demócratas deben ser una banda criminal de adoradores de Satanás, pedófilos y Dios sabe qué más barbaridades, tal y como proponen una de las teorías de la conspiración con más predicamento, la de QAnon). Pero, sin necesidad de llegar tan lejos en la alucinación, lo cierto es que los trumpistas quieren volver a esos tiempos de antaño en que todo era más fácil y uno se podía ganar bien la vida con un trabajo decente. Y resulta evidente que algo se ha torcido durante las últimas décadas; en realidad, todos podemos estar de acuerdo con que algo ha ido horriblemente mal: la inestabilidad económica, el riesgo del desempleo, la creciente inseguridad doméstica e internacional... No sirve de nada negar lo que es evidente: en los países desarrollados hemos ido a peor en los últimos 20 años. Las políticas que se emprendieron, la globalización, la liberalización, etc, nos han llevado a un sitio peor. ¿Qué recetas proponen los demócratas estadounidenses? En el fondo, profundizar en esa vía, la que enfáticamente se denomina la vía del Progreso. Por eso los votantes de Trump consideran que hace falta reaccionar, y no se equivocan en eso: no podemos seguir por esa misma vía porque es una vía muerta. 

Como los lectores de este blog conocen, la verdadera razón de esta creciente penuria, de esta rampante Gran Exclusión, es la escasez de energía. El máximo de producción de petróleo, o peak oil, fue en diciembre de 2018; y debido a que el petróleo más versátil, el petróleo crudo convencional, está en declive desde 2006, el pico de producción del diésel (la verdadera sangre del sistema, porque se necesita para camiones y maquinaria pesada incluyendo tractores) fue en 2015. Años antes de llegar a estos picos ya teníamos problemas porque cada vez costaba más aumentar la producción de petróleo, pero desde que los hemos superado no dejamos de dar bandazos (como los que ha habido con las prohibiciones sobre los coches de diésel). Básicamente, todo lo que llevamos de siglo XXI ha sido una cuesta arriba de dificultades crecientes para mantener en marcha un sistema económico que necesita del crecimiento ilimitado y acelerado para poder seguir adelante. Un sistema que necesitaba un suministro de energía igualmente ilimitado y creciente pero que ha empezado a fallar. Por eso faltaban oportunidades de inversión y crecimiento, por eso florecieron las hipotecas subprime y otros artilugios financieros sin fundamento: porque el mundo real, el mundo físico, no daba para más. Ahora, la ilusión de que podríamos mantener vivo este sistema se están desvaneciendo rápidamente; peor aún, el haber estirado su duración unos años más con dudosos parches nos aboca a una caída más precipitada de lo que debería ser. Y todos lo sabemos: nadie vela por los intereses de los ciudadanos de a pie, que se sienten engañados y machacados por el poder. Por eso tampoco es de extrañar que la gente desconfíe de los cantos de sirena sobre la Transición Ecológica hacia el "paraíso renovable", porque ya intuye que en realidad las renovables tienen sus límites aunque no se hable de ellos, que en muchos casos sirven para transferir más dinero de los pobres a los ricos, y que toda la actual fanfarria sobre el hidrógeno verde solo oculta una estafa a gran escala.

En lo que se equivocan los seguidores de Trump es en cómo reaccionar. Ellos representan el movimiento reaccionario (la Reacción), que busca volver a algo anterior que, en realidad, tampoco es alcanzable (de hecho, lo idealizan y tampoco es tan deseable, pero ésa es ya otra discusión). Además, la Reacción incluye no solo un retorno a modos antiguos en la producción, sino que de matute se quieren colar retrocesos sociales (sobre todo, pérdida de derechos de minorías) que en realidad no son necesarios para los fines que se dicen perseguir. Como ya explicamos en su día, no se necesita la Reacción como oposición al deletéreo Progreso, sino el Conservacionismo. Pero hay una cosa en la que sí que acierta la Reacción: en superar el eje izquierda-derecha, que no lleva a ningún lado.

El día 20 de enero de 2021, Joe Biden Jr. jurará su cargo como Presidente de los EE.UU. Le esperan cuatro dificilísimos años, en los que tendrá que hacer frente a una peligrosamente rápida caída de la producción global de petróleo, propiciada por la fuerte desinversión de los últimos 7 años. No hay ningún Gobierno de ningún país del mundo que esté preparado para este reto, y Biden, con un país dividido y radicalizado después de Trump, está probablemente en una peor situación que muchos otros países. Cuando la situación económica de los EE.UU. sea un completo desastre y con la definitiva desaparición del fracking se agrave la profunda crisis industrial de los estados del medio Oeste, crecerá el descontento. ¿Qué hará ese white trash que se ve abandonado por el establishment y que verá confirmados sus prejuicios? ¿Qué haran los ex-trumpistas cuando vean que un presidente que consideran deslegitimado en origen les está hundiendo aún más en la miseria? Las revueltas serán el menor de los males; lo duro vendrá cuando en algunos estados aparezcan movimientos secesionistas. ¿Guerra civil en EE.UU. antes de 2030? Hace años plantear la posibilidad parecía un disparate; hoy en día, quién sabe...

¿Y aquí? ¿Cómo estaremos en España? Viendo el tono actual de la discusión política en España, no se puede decir que estemos mucho mejor. La crisis de la CoVid (o, mejor dicho, las medidas que se toman para hacerle frente) están haciendo polvo a los pequeños negocios. Encima, comienzan a menudear los jetas y caraduras, eso sí, de grandes corporaciones; corporaciones que, por ejemplo, serán las grandes beneficiarias del fondo europeo de recuperación económica (por cierto que pronto dedicaré varios posts a hablar de las estafas que vienen en el mundo de la energía). La falta de capacidad real del Gobierno de España de hacerle frente a lo que se viene (recuerden: en 2025 la producción mundial de petróleo podría ser la mitad de la actual) y la penuria de los pequeños empresarios, comerciantes y autónomos y de sus trabajadores levantará cada vez más indignación colectiva contra un Gobierno precario en sus apoyos políticos y en sus ideas de gobierno. Cómo acabará esto, nadie lo sabe, pero bien no parece.

Empieza a hacer cada vez más frío. Se acerca el invierno.

Salu2.

AMT