martes, 31 de diciembre de 2019

Décimo año de este blog



Queridos lectores:

Como siempre por estas fechas, es la hora de hacer balance de cómo se ha desarrollado este blog durante el último año, y también como siempre he escogido una imagen significativa de los temas que hemos tratado. Este año he escogido una imagen de la alocución de Greta Thunger en la cumbre de Nueva York, el pasado mes de septiembre. Para bien o para mal, esta adolescente se ha convertido en el símbolo de una creciente conciencia con una parte de los problemas de sostenibilidad del capitalismo, y como además sé que le cae mal a mucha gente (podría usar el eufemismo "no deja a nadie indiferente") me parece una razón más para usarla como imagen de portada. Porque, al final, los temas de los que tratamos aquí son bastante antipáticos, no son precisamente para quedar bien; pero, al igual que con los que trata Greta, es necesario hablar de ellos.

Como es costumbre, analicemos el pasado, presente y futuro del blog.


Pasado:

Éste ha sido, en muchos sentidos, un año más de tránsito. El precio del petróleo ha oscilado, con varios períodos de crecimiento que acabaron con bajadas importantes, pero sin salir nunca de la franja de precios perfectamente aceptables para las economías occidentales (aunque sea desfavorable a las economías que dependen de la exportación de materias primas). La inestabilidad política crece en el Viejo Continente, y en Sudamérica, África y Asia son cada vez más numerosas las revueltas, aunque aquí no nos enteremos de todas.
 
Respecto al blog, contando éste el año se cerrará con 48 posts, uno más que el año pasado (47) y dos más que el mínimo de 2017. Parece que hemos conseguido estabilizar el número de posts, con 16 posts contribuidos por otros autores, a los que una vez más agradezco su generosidad y dedicación; una de las cifras más bajas de contribuciones ajenas, sin embargo. Sigo haciendo muchos viajes al año, me sigue faltando tiempo para leer, documentarme y poder escribir más posts (los lectores atentos habrán echado de menos "El ocaso del petróleo" de este año), pero seguimos ahí. The Oil Crash sigue siendo en un lugar de referencia donde buscar información sobre el peak oil en castellano, y afortunadamente cada vez hay más páginas donde se abordan este problema y otros conexos en nuestra lengua.


Probablemente, lo más destacado para este blog hayan sido dos posts, uno de principios de año, "Usted va a pagar el coche eléctrico, aunque nunca tenga uno", con 18.100 visualizaciónes, y otro de finales de año, "Duelo, tabú y capitalismo", con 13.500 visualizacions. Son dos posts de contenido más incisivo, el primero denunciando el absurdo del modelo de movilidad basado en el coche eléctrico, que va a favorecer solamente a las clases pudientes, y el segundo en el que básicamente se explica que dentro del capitalismo no existe ninguna solución a nuestros problemas de sostenibilidad, lo cual nos condena a la extinción mientras no cambiemos el paradigma.

Desde el punto de vista de la estadística, las discrepancias entre Google Analytics y el propio blogger son como siempre muy amplias en cifras absolutas, debido a la diferente manera que tienen de medir las visitas. Así, según Google Analytics hasta hoy ha habido 4.400.384 visitas y se han visualizado 11.259.588 páginas, mientras que según la contabilidad interna de blogger (de la que se nutre el contador que pueden ver aquí a la derecha) el número de páginas vistas (no hay estadísticas de las visitas) ha sido de 10.932.095. Como siempre, en lo que sigue usaré las estadísticas de Google Analytics, que son más detalladas, aceptando la incertidumbre en las cifras.

Desde el 31 de diciembre de 2018 al 30 de diciembre de 2019 el número de páginas vistas fue de 1.075.420, un 13,8% superior al del anterior período anual (
945.078). Al contrario de lo que pasó el año pasado, este año la afluencia ha sido más constante a lo largo del año, con un pequeño valle durante el verano. El número de visitantes únicos durante el último año fue de unos 148.000, que cuando se compara con los 168.000 del año pasado nos indica un descenso del 12%, lo que no deja de ser curioso teniendo en cuenta que ha habido más páginas vistas con prácticamente el mismo número de posts publicados a lo largo de este año que el anterior: lo que eso quiere decir es que los usuarios han visitado más posts - no solo de este año - que de costumbre. El número medio de páginas por visita baja ligeramente (2,34) y la duración media de las visitas sube con respecto al año anterior (2'06'' este año frente a los 1'55'' del año anterior). El 78,4% de los usuarios que han entrado este año son nuevos, que es un porcentaje muy semejante al de cada período anual. Si en años anteriories hablábamos de la madurez del blog y de la dificultad de ampliar la audiencia si no se escribían más posts, la experiencia demuestra que los posts que generan más audiencia son los más dirigidos y de manera más directa a los problemas más graves, diciendo claramente lo que en ningún medio de masas se podrá encontrar.

El blog sigue manteniendo una buena afluencia de público, que ha hecho que durante 2019 hayamos llegado al décimo millón de páginas vistas el 15 de febrero, a un ritmo semejante al de los últimos millones. A ritmos actuales lo previsible es que en algún momento de enero de 2020 el blog llegue a los once millones de páginas vistas, un poco más tarde de lo que se preveía el año pasado. Como ya se comentó en el post de los diez millones, a partir de ahora ya no haré un seguimiento de los pasos por los diversos millones, excepto, quizá, en cifras muy destacadas (por ejemplo, 15 o 20 millones).


En cuanto a la procedencia de los visitantes, durante 2019 España siguió ocupando el primer lugar con el 76,20% de los visitantes, seguida de México (3,33%), EE.UU. (2,81%), Argentina (2,37%),  Colombia (1,44%) y Chile (1,28%). La fuerte subida de México y la irrupción de Colombia y Chile han desplazado a Alemania a la séptima posición; de hecho, las últimas posiciones del ranking de 10 primeros la ocupan países europeos (Alemania, Italia, Francia y el Reino Unido, en ese orden). Se mantiene el interés en países de lengua no española entre los diez primeros de la lista (EE.UU., Alemania, Italia, Francia y Reino Unido), aunque lo más destacado es la aparicion de Colombia y Chile, probablemente debido a la irrupción de revueltas y problemas graves en esos países conectados con la temática que se discute en este blog.

En cuanto a la procedencia de los usuarios, destaca en primer lugar la gente que aterriza directamente en el blog, seguramente porque alguien le ha pasado un enlace a algún artículo (42,24%), los que vienen de búsquedas de Google o similares (27,38%), los que vienen de redes sociales - sobre todo Facebook, donde todos los artículos son publicitados - (25,87%) y los que vienen porque el artículo se ha enlazado en alguna otra página (4,41%).

En términos absolutos (contando desde enero del año 2010, inicio del blog), el número de visitantes únicos ha sido de 1.638.554, mientras que a 30 de diciembre de 2018 era de 1.496.682. Este dato confirma que se ha seguido produciendo reclutamiento de nuevos lectores. 

 
A día de hoy (estadísticas de blogger, en este caso; este año las cifras están redondeadas por el propio blogger) los 10 posts más vistos son "Un año sin verano" (2013), con 91.800 visualizaciones; "La España buena y la España mala" (2013), con 50.600; "Tus vecinos no se conformarán con un YA OS LO DIJE" (2015), con 46.600; "El pico del diésel" (2012), con 43.000 visualizaciones;
"Digamos alto y claro: esta crisis económica no acabará nunca" (2010), con 41.500; "Vidas low cost" (2017), con 41.500; "¿Trabaja usted en el sector del automóvil? Pues sepa que le están engañando" (2018), con 36.200; "La espiral" (2014), con 29.000;  "Sucedió en el Parlament" (2016), con 28.200 y "El coche eléctrico delante de los eventos inesperados" (2018), con 27.500. No hay ningún post de este año que entre en la lista de los 10 más vistos, ni siquiera entre los 20 más vistos, en parte por el largo recorrido de los posts anteriores y en parte porque este año los temas han sido más de continuidad.

Presente:

Lo más destacado acerca del blog este año es la llegada hasta los diez millones de páginas de vistas (y ya estamos a las puertas de los once) El número de posts sigue estable, sin subir ni bajar. Los comentarios siguen cerrados; ya saben que si quieren discutir sobre los temas aquí tratados y otros similares siempre pueden acudir al Foro Crash Oil.

Futuro:

En muchos sentidos, 2019 ha sido un año de transición. El blog ha conseguido mantener su nivel de audiencia, a pesar de que el número de posts sigue siendo bajo (poco menos de uno por semana) Teniendo en cuenta nuestras previsiones para 2020, es esperable que haya cada vez una mayor atención pública a la temática del blog. Si se cumplen mis peores augurios, seguramente recibiré más estímulos para realizar y publicar más análisis. Además, el año que viene espero publicar mi primer libro de divulgación, que confío en que ayude a esta tarea.

Que tengan Vds. una buena entrada de año y Feliz Año 2020.

Salu2.
AMT

Predicciones para 2020

 
Queridos lectores:

Como viene siendo tradicional, al acabar un año y estar a punto de comenzar el siguiente escribo un post formulando mis previsiones para el año que comienza, centrándome en aspectos económicos y sociales que tienen que ver con el alcance de la crisis energética en la que estamos inmersos.

Antes de empezar, la tradicional nota de descargo. Un año es un período de tiempo demasiado corto como para poder describir con cierta precisión los cambios asociados al inevitable e inexorable declive de los recursos energéticos, y existen miles de factores imponderables que pueden acelerar o frenar los procesos en curso. El gran factor retardante que ha permitido mantener una cierta impresión de normalidad desde 2014 es la explotación de petróleo de fracking, que aún se mantiene, por razones políticas, a pesar de ser un negocio ruinoso. Este tipo de decisiones, desastrosas en el largo plazo pero que permiten aplazar los problemas unos pocos años, son comunes en el mundo real; y aunque en el largo plazo no se puede escapar de los dictados que marcan la Física y la Geología, cuando se intenta hacer una previsión a solo un año vista los resultados suelen dejar que desear, debido, justamente, a todos estos factores arbitrarios que distorsionan el corto plazo.


A pesar de ello, debido a la acumulación de muchas tensiones y dificultades de los últimos años, en muchos sentidos parece que el año 2020 será un año bastante crítico. Es por eso que me parece del máximo interés intentar realizar este ejercicio arriesgado de predicción para los próximos 12 meses.

Antes de comenzar con mis previsiones para el año 2020, analicemos lo acertadas o equivocadas que fueron las previsiones del año pasado.


  • Recesión, por fin: Pues no, la recesión no ha llegado. Bien es cierto que todo el mundo anticipa su llegada, pero la realidad es que aún no se ha manifestado. Considero esta previsión completamente equivocada.
  • El precio del petróleo se mantiene moderado-bajo durante todo el año: Cierto, inclusive una cierta tendencia al alza al final del año, aunque el máximo del año se marcó en abril. Considero esta previsión acertada.
  • El fracking se hunde: Este año se ha visto un aumento de empresas del fracking que han quebrado (50) y la más importante del sector, Cheasepeake, se salvó de la quiebra con una quita de último minuto. Argentina (el único país fuera de los EE.UU. que apostó fuerte al fracking) está intervenido por el FMI. En la previsión no se contaba con que se manifestase la caída de producción en 2019, como mucho hacia finales del año, así que considero esta previsión acertada.
  • El pico del diésel amenaza: No completamente acertada pero tampoco completamente equivocada: no se han tomado medidas adicionales contra el diésel, pero se están tomando bastantes iniciativas para reducir el uso del automóvil privado en general.
  • Nuevas guerras: Afortunadamente esta previsión fue equivocada, aunque ciertamente ha habido un crecimiento de la inestabilidad dentro de muchos países, con revueltas internas de bastante intensidad.
  • El marasmo político: Bastante acertada: Europa sigue empantanada con el Brexit, las protestas no cesan en Francia y en España se han encadenado dos elecciones legislativas que han llevado a un panorama bastante complejo.
  • España, rumbo al desastre: La radicalidad anticatalana es bastante constante, y continuamente se está acusando de traidor a quien se atreve a discrepar o proponer un punto de vista alternativo. No hay problemas aún evidentes en otras nacionalidades históricas, aunque viendo movimientos como el de Teruel Existe o los de mi patria chica, León, sí parece que hay un cierto resurgimiento regionalista. Tampoco se hacía ninguna predicción concreta, así que en general la previsión fue bastante acertada.
  • Cierre de este blog: No parecía probable y no ha sucedido, así que todo va según lo previsto.

En contraste con otros años, en los que mis previsiones fueron bastante malas, este año no han sido tan desastrosas, aunque también es cierto que me mojaba poco; además, no vi venir cosas importantes como la extensión de revueltas por medio mundo. 

En fin, después de este repaso veamos por fin qué eventos creo yo que marcarán el año que viene.  

  • La crisis económica, domesticada, pero...: Después de las lecciones aprendidas durante el bienio 2008-2009, los bancos centrales y los gobiernos están actuando para intentar prevenir cualquier crisis, y a pesar de que los indicadores avanzados indican un descenso de la producción se está produciendo un aterrizaje suave de la crisis, que quiere decir que nos saltamos sus síntomas primeros (caída de bolsas y cierre de empresas) pasamos directamente a sus consecuencias (depauperación de las clases medias); en esencia, se van endosando las deudas a los servicios públicos y al descenso de los salarios de manera paulatina para evitar desencadenar la crisis. De esta manera, durante el primer semestre de 2020 se mantendrá la crisis a raya, a pesar de que los indicadores seguirán mostrando un consumo débil y síntomas de recesión. Los que pronosticaban que no habría crisis cantarán victoria y llamarán agoreros a los que la anticipaban. Todo esto debería permitir acabar el año 2020 tranquilamente, de no ser por...
  • La Gran Crisis del Petróleo de 2020: Las múltiples tensiones financieras acumuladas en el sector del fracking y la general desinversión en el resto del sector de la producción de hidrocarburos líquidos harán que la producción de petróleo caiga por debajo de la demanda y que en 2020 se produzca el primero de los picos de precios que la Agencia Internacional de la Energía preveía hasta 2025. Lo más probable es que este pico de precios sobrevenga hacia julio o agosto, aunque no se puede descartar que se adelante o se atrase un poco. El precio del petróleo superará sin duda los 100$ por barril; si la caída de producción es muy acentuada se podría acabar rondando los 150$ antes de empezar a caer, aunque lo más probable es que no lleguemos a pasar de los 120$ pues la economía está bastante maltrecha. La caída del precio del petróleo ulterior al máximo se producirá, como siempre, debido al ciclo de destrucción de oferta - destrucción de demanda; pero dado que la producción de petróleo está también muy maltrecha es previsible que el precio no baje demasiado (o no por mucho tiempo) y acabemos el año con precios más cerca de los 80$ por barril que de los 40$.
  • Gran Depresión versión 2.0: El pico de precios del petróleo conllevará que las medidas de contención de la crisis que se estaban tomando dejen de ser efectivas y que por fin acabemos en una verdadera crisis económica; más aún, en una verdadera depresión económica que puede dejar pequeña la del 2008. Fábricas cerrando, despidos masivos, subida del paro... En España podríamos ver subir el paro de manera fulgurante y acercarnos peligrosamente al 20% hacia el final del año. Los que anticipaban la crisis dirán que al final se les ha dado la razón, pasando por alto que el mecanismo que habrá desencadenado la recesión al final haya sido otro, y tacharán a los que la negaban de ignorantes.
  • Extensión de las revueltas: La crisis económica mundial echará más leña al fuego de las revueltas actualmente en curso, y llevará a muchos otros países a la misma situación. Hacia finales de 2020 no sería nada extraño que hubiera más de 60 países con revueltas de cierta intensidad, inclusive alguno de Europa. En algún caso, las revueltas degenerarán en una auténtica guerra civil.
  • Guerra: Los problemas económicos globales, juntamente con otros problemas estructuralmente largamente larvados, pueden ocasionar un estallido bélico entre países, aunque lo más probable es la intervención de potencias occidentales en países considerados estratégicos por sus recursos. Países que están en la cuerda floja son Venezuela, Argelia, Libia e Irak, aunque no se puede descartar que se produzca la sorpresa en algún otro lugar.
  • Europa, en crisis (política): Dado que el Brexit es ya inevitable para enero, la Unión Europea seguirá con su plan de represalias económicas, justamente para enviar un mensaje al resto de socios que tengan la tentación de ser díscolos. La llegada de la crisis económica complicará mucho los planes y la UE se verá con escasísimo margen de maniobra y con una gran contestación interna, que puede llegar a poner el Reino Unido como ejemplo de cómo la soberanía permite gestionar mejor la crisis. La pérdida de legitimidad de la UE será probablemente un valor al alza en 2020.
  • España, huracán: Todo indica que al final ERC va a permitir que gobierne la coalición entre el PSOE y Podemos, para mayor agitación de los grandes partidos de la oposición. Pero este nuevo gobierno no está preparado para afrontar lo que viene a continuación; esperan una crisis económica, es cierto, pero no esta crisis económica. Su estrategia de simplemente aguantar y esperar a que pase el temporal puede ser suicida, porque los problemas se agravarán, las medidas de austeridad serán pronto invocadas y el descontento crecerá en las calles, descontento que será azuzado por los partidos de derecha. Las concesiones hechas a Cataluña complicarán aún más el curso al nuevo Gobierno, y aunque no es previsible que caiga durante este 2020 acabaré el año muy maltrecho y con muchos problemas de viabilidad a largo plazo.
  • Cierre de este blog: Aún es demasiado pronto para ello, pero si mis previsiones son acertadas este blog podría ganar más atención pública y eso lo acercaría a su final. En todo caso, no va a pasar este año.

En resumen, 2020 tiene todos los elementos para ser un año clave, que marque una transición abrupta. Dentro de 12 meses veremos en qué tenía razón y en qué me equivocaba.

Salu2.
AMT

lunes, 30 de diciembre de 2019

The Oil Crash: Año 14

Irónico, ¿no les parece?

Queridos lectores:

Como cada año por estas fechas, haré un breve resumen de los eventos más destacados que han sucedido durante el año que ahora se acaba, incidiendo en aquellos aspectos que tienen más que ver con los problemas de sostenibilidad que nos plantea el progresivo agotamiento de las materias primas no renovables, y más particularmente el agotamiento del petróleo. Dado que este año estoy más ocupado que de costumbre, este resumen será, también, más breve y más directo.


- El shale aún aguanta: Con 50 quiebras más durante este año 2019, y con Cheaspeake en la cuerda floja a pesar de haber conseguido un acuerdo de última hora para no quebrar, el shale oil continúa aguantando. ¿Por cuánto tiempo más? Teniendo en cuenta sus pésimos resultados económicos, hace años que el sector en su conjunto debería haber quebrado, así que es obvio que se mantiene en pie por consideraciones que no son exclusivamente financieras. Hay un interés que es político en que el shale oil continúe, y que no solo es de los EE.UU.: sin la contribución del petróleo de fracking, la producción total de petróleo del mundo llevaría ya unos años cayendo. Necesitamos el fracking para mantener la ficción de que nuestro estilo de vida se va a poder mantener; pero como el fracking es una ruina, alguien tiene que pagar el agujero económico que deja, y ese alguien son, por supuesto, las clases medias que se ven depauperadas a través de recortes sociales y salariales. Es difícil prever cuánto tiempo más se podrá aguantar este bombeo de rentas y, sobre todo, cuanto tiempo más la geología de los yacimientos de shale oil podrán seguir dando rendimiento, puesto que se agotan muy rápido y los mejores sitios ya han sido explotados. En eso estamos.

- La AIE disfraza sus previsiones: Así como en su informe anual del 2018 la Agencia Internacional de la Energía (AIE) fue muy clara sobre la inminente (2025) llegada de diversos picos de precios del petróleo debido a su falta, este año ha intentando disimular la realidad tanto como ha podido. La única gráfica que muestra que incluso contando con unas previsiones poco creíbles sobre el descubrimiento de nuevos yacimientos la producción de petróleo se estancaría está oculta en entre las 800 páginas largas del informe, y es la figura 3.5 que acompaña a estas líneas. El problema es inminente, pero en esta hora crítica la AIE ha decidido esconder la cabeza debajo del ala, al menos este año. Quizá el peor momento para ser cobarde.

- Aumenta la conciencia de la necesidad de reducir las emisiones de CO2: Durante este año, se ha hecho muchísima propaganda institucional sobre el grave problema ambiental que causan las emisiones desbocadas de CO2 asociadas a la actividad industrial. Es un tema que se he repetido hasta la saciedad, aumentando la conciencia sobre el problema en la sociedad occidental (pues no es esto un fenómeno global, contrariamente a lo que se pretende hacer creer aquí). Lo curioso es que se está insistiendo mucho en las actuaciones presentes y planes de futuro de las empresas para reducir sus emisiones, como si realmente estuvieran haciendo algo, y se pone el acento en los esfuerzos que tienen que hacer los ciudadanos. Se habla mucho de reducir el consumo, pero de manera muy particular el consumo de carne y la reducción de emisiones asociadas a la movilidad. Respecto a lo último este año, justamente, se han anunciado planes drásticos para reducir las emisiones en las grandes ciudades (Madrid Central, Zona de Bajas Emisiones de Barcelona...), que pretenden favorecer un tipo de movilidad que no es más sostenible pero sí más insolidario, y sospecho con la cuestión de la ingesta de carne pasa algo parecido. Es un despertar de la conciencia ecológica, sí, pero sesgado y dirigido en una dirección muy concreta y no necesariamente la mejor.

- Sin embargo, los Gobiernos son incapaces de llegar a algún acuerdo productivo sobres las emisiones de CO2: Este año ha tenido lugar la Vigésimo Quinta Conferencia de Partes en la Convención de Naciones Unidas sobre el Clima, la cual inicialmente debería haber tenido lugar en Chile pero que finalmente se celebró en Madrid. Había una gran expectativa creada en torno a esta conferencia eminentemente política, comenzando por la repetición de eslóganes ("Es tiempo de actuar") como por la conferencia preparatoria celebrada en septiembre en Nueva York. El hecho de que la conferencia se desplazara de Chile a España en tan breve plazo de tiempo provocó muchos desajustes y requirió de una alta capacidad de improvisación. Pero, a pesar de tantas expectativas y tantos esfuerzos, la conferencia acabó sin ningún acuerdo merecedor de tal nombre, tan vagos fueron los puntos acordados entre las partes. Quizá ejemplificó mejor que nada la distancia entre lo que se necesitaba y lo que se hizo la odisea de la activista Greta Thunberg, quien se encontraba en la otra punta de EE.UU., a punto de emprender un largo viaje en tren hasta Chile, cuando se enteró de que debía cruzar de nuevo al Atlántico en menos de un mes para poder llegar a tiempo a Madrid. Lo consiguió, pero obviamente fue en vano. A estas alturas, sabemos que para poder hacer algo útil tendríamos que afrontar una drástica reducción de la actividad industrial en un tiempo récord, cosa que los poderes económicos no van a aceptar.

- Los extremos climáticos se agudizan: Mientras nuestros líderes son incapaces de llegar a un acuerdo útil, los problemas ambientales se van agudizando. En particular, durante este año hemos vivido unos incendios terribles en California, Brasil y Australia. No se puede asegurar que estas calamidades estén per se asociadas al Cambio Climático, en primer lugar porque un incendio forestal no es en sí mismo un evento climático, aunque este tipo de desastres es favorecido por las condiciones meteorológicas adversas que se agravan justamente por el Cambio Climático. En todo caso, todo apunta a que, efectivamente, se está produciendo una aceleración de efectos que muy probablemente están asociados al Cambio Climático, y no tenemos tiempo para quedarnos mirando a ver si es así o no.

- Los poderes económicos reaccionan para evitar la crisis económica: Llevamos un año anticipando que se acerca una crisis económica, y sin embargo no acaba de estallar. No solo eso, sino que los últimos indicadores reflejan una ligera mejora de la situación. Y aunque los problemas estructurales persisten, está claro que se está haciendo lo imposible para evitar, o retrasar al máximo posible, la llegada de la crisis, tomando todas las medidas económicas y financieras que son precisas. Medidas que se están tomando a escala global, lo cual está llevando a muchos países al borde del estallido social, porque, obviamente, la carga se está distribuyendo de manera poco homogénea.

- Las revueltas estallan por medio mundo: Durante este año hemos vivido estallidos sociales de alta intensidad en Colombia, Bolivia, Perú, Ecuador, Chile, Irán, Irak... En otros países, como Venezuela o Argelia, se mantiene una situación de tensión e incertidumbre, de vacío de poder, que ya hace años que se prolonga. Otros muchos países, como Nigeria, Somalia, Sudán del Sur o Filipinas, sufren manifestaciones públicas y revueltas de mayor o menos intensidad haciendo raramente la portada en los diarios de los medios de comunicación occidentales. Un denominador común a todas estas revueltas es la protesta contra la degradación de la calidad de vida y las medidas de austeridad. Una situación que tiene mucho que ver con el progresivo descenso de la base material que sustenta la sociedad industrial; en particular, el aumento de la inestabilidad en América del Sur no tiene nada de extrañar si tenemos en cuenta que la región ha superado ya su máxima producción de energía y que ya no es capaz de satisfacer su consumo interno.

- El Brexit se hace inevitable: Saltando de continente y yendo a la rica Vieja Europa, una buena parte de las preocupaciones de este año se han centrado en la salida del Reino Unido de la Unión Europea. Una salida a la que al final la primera ministra Theresa May se veía abocada a su pesar; su avance hacia el Brexit arrastrando los pies le costó al final su cargo, siendo sustituida por el mucho más ultra Boris Johnson. Éste intentó toda una serie de maniobras para forzar una salida abrupta del Reino Unido y, siendo finalmente incapaz de salirse con la suya, convocó unas elecciones en las que logró una mayoría más que suficiente, lo cual ratifica que a pesar de todo lo que se ha dicho lo más probable es que la mayoría de la población del Reino Unido sí que quiere el Brexit, e inclusive una salida rápida, dando un portazo y sin cerrar todos los detalles de los acuerdo con la Unión Europea. Las consecuencias de esta salida, programada ya inexorablemente para el 31 de enero de 2020, son difíciles de prever, pero la Unión Europea ya se prepara para tomar todo tipo de represalias contra el Reino Unido, como escarmiento para que nunca más otro socio se decida a abandonar ese privado club.

- El laberinto español: En el caso concreto de España, la situación política ha sido alambicada durante este año y actualmente es bastante complicada. Comenzó el año con un Gobierno socialista con carácter bastante interino, nacido de una moción de censura contra el anterior gobierno conservador en la que se aliaron una gran diversidad de partidos para desbancar a los conservadores, acosados por multitud de escándalos de corrupción. En abril, el Partido Socialistas consiguió un buen resultado, aunque aún se quedaba lejos de la mayoría absoluta, y no le pareció conveniente cerrar un pacto con el más izquierdista Podemos, mientras que las opciones de pacto por su derecha eran más complicadas. Esas elecciones parecieron certificar el desastre del conservador Partido Popular y el irresistible ascenso del liberal Ciudadanos, mientras que la ultraderecha entraba por primera vez en el parlamento español de la mano de Vox. Las elecciones municipales y autonómicas de un mes más tarde mostraron que el Partido Socialista no podía aflojar su discurso españolista, ya que los partidos de derecha recuperaron parte del terreno perdido y consiguieron algunas alcaldías y comunidades autónomas importantes. Al final, después de meses de negociaciones infructuosas España se vio abocada a unas nuevas elecciones, en noviembre, en las que la dura sentencia para los líderes catalanes que promovieron el referéndum independentista se proyectaba ominosamente. Al final, el Partido Socialista se quedó prácticamente igual, Podemos retrocedió, el Partido Popular recuperó terreno, Ciudadanos se estrelló y Vox culminó su irresistible ascenso hasta la tercera fuerza del país. En este caso, el Partido Socialista sí que quiere pactar con Podemos, pero ahora se quedan más cortos que en abril y necesitan llegar a acuerdos con más partidos, y en particular con los partidos independentistas, si quieren evitar pactar con la derecha. Con los líderes independentistas condenados ya a prisión firme, la actitud de los partidos independentistas es más agresiva y piden concesiones importantes, mientras que los partidos de derecha cierran la pinza con una retórica inflamada. Y para complicar la situación, la reciente sentencia del Tribunal de Justicia de la Unión Europea ha permitido al antiguo president de la Generalitat de Catalunya, Carles Puigdemont, conseguir la condición de eurodiputado y con ella la inmunidad parlamentaria; además, es posible que el líder del otro gran partido independentista, Oriol Jonqueras, actualmente en prisión, pueda ser liberado en fechas próximas, complicando aún más la ecuación. El próximo curso político promete ser escarpado.


Y así terminamos el repaso de las noticias de este año. En breve, formularé mis predicciones para el año que viene.


Salu2.
AMT

martes, 17 de diciembre de 2019

Duelo, tabú y capitalismo



Queridos lectores:

La vigésimo quinta Conferencia de Partes, también conocida como COP25 o Cumbre del Clima de Chile-Madrid, ha fracasado estrepitosamente.

¿Por qué?

Respuesta simple y breve:

Dentro del capitalismo es imposible dar una solución a la crisis climática, porque es el capitalismo quien la genera, necesariamente. 

Ampliando un poco la respuesta:

La situación es ya tan apurada que ni siquiera se puede intentar maquillar. En esta cumbre, al contrario de las anteriores, no se ha podido hacer ver que se hace algo cuando en realidad no se hace nada. Ya estamos en el tiempo de descuento, y ya está claro que no hay manera. Cualquier medida estructural de las que se tienen que tomar ya atenta directamente contra el capitalismo, así que al final no se toma ninguna medida.

Pero si sigue el capitalismo, no seguirá el clima. No seguirá la civilización. No seguirá la Humanidad. Y, obviamente, tampoco seguirá el propio capitalismo, pero para cuando eso pase ya será demasiado tarde.

Como ven, la cosa es muy simple. Hemos fracasado porque con el planteamiento que había era imposible triunfar. Si no empezamos por el abandono del capitalismo no hay absolutamente nada que hacer. En la lucha contra el Cambio Climático ése debe ser el primer y principal paso. Cualquier otra estrategia está condenada al fracaso.

La pregunta clave ahora es:

¿Cómo se siente Vd. después de leer esto?

Si es Vd. un lector asiduo de este blog, nada de lo que he escrito arriba le habrá sorprendido. Ya hemos presentado a lo largo y ancho de estas páginas sobradamente datos para hacer comprender que no hay ninguna solución a nuestros problemas de sostenibilidad (de los cuales la crisis ambiental solo es una parte) que no pase por el abandono del capitalismo.

Pero si es Vd. un lector casual o accidental, seguramente se siente ahora mismo... incómodo. Incómodo, sí, porque he entrado directo a decir, sin paños calientes, que hay que abandonar el capitalismo. 

Si Vd. no me conoce, pensará quizá que soy un idealista, o un ingenuo, o un radical con una fuerte agenda política, o un loco con ansias destructivas, o qué se yo. Pero en realidad soy un científico, y he llegado a esta conclusión simplemente analizando los datos.

Si ha llegado hasta aquí, estará planteándose dejar de leer. Alguien que critica así al capitalismo no sabe de lo que habla, por más científico que diga ser, así que todo lo que haya escrito debajo debe ser absurdo. 

En ese caso, tengo otra pregunta para Vd.

¿Por qué le molesta que se critique al capitalismo?

Al fin y al cabo, tenemos libertad de expresión, ¿no?, así que podemos hablar de todo, siempre que se haga de una manera respetuosa y razonable. Además, Vd. mismo sabe de sobras que hay cosas que no funcionan bien en el capitalismo, no es un simple ni un fanático. Quizá esté Vd. pensando que, bueno, el capitalismo ha demostrado ser un sistema que funciona, y si lo abandonásemos, como digo yo, sería el desastre, habría desempleo, hambre, revueltas... No hay otros sistemas alternativos, el comunismo demostró ser mucho peor y mucho más autoritario. ¿Qué estoy proponiendo yo, entonces? ¿Pretendo colar un discurso marxista haciéndolo pasar por ecologista, aprovechándome de los males del planeta para colarla bien gorda? ¿Qué alternativas estoy dando yo? Además, se tendría que preguntar a la gente, no intentar imponerle nada a nadie, por más científico que sea.

Y aquí de nuevo se estará planteando dejar de leer.

Tranquilícese. Yo no he venido a proponer una alternativa, porque los sistemas sociales se tienen que construir por consenso. En particular, yo no vengo a venderle el comunismo, porque el sistema comunista, tal y como ha funcionado en la Tierra, es capitalismo de estado y por tanto adolece exactamente de los mismos problemas en materia de sostenibilidad, con el agravante de que encima es represivo y no democrático.

Yo solo he venido a explicarle por qué el capitalismo ya no funciona. Por qué, a pesar de sus logros del pasado, solo va traer sufrimiento y eventualmente nuestra destrucción en el futuro. Por qué tenemos que abandonarlo.

Yo solo soy el doctor que viene a darle el diagnóstico. Lo que haya que construir después es una cosa que tendremos que hablarla entre todos. Pero lo primero es entender por qué el capitalismo es el problema.

Y por qué Vd., si aún se atreve a seguir leyendo, se siente tan incómodo.

Por qué el capitalismo es insostenible.

Por algo muy sencillo.

El capitalismo necesita del crecimiento exponencial.

Le pongo un ejemplo sencillo. Coja una calculadora y sígame.

Hemos oído miles de veces que para que España cree empleo neto, el PIB tiene que crecer como mínimo un 2,2% anual. Que por debajo del 2% de crecimiento en España se destruye empleo.

Vamos a suponer que en España el Productor Interior Bruto anual o PIB (valor monetario de todos los bienes y servicios producidos en un territorio durante un período de tiempo) creciera siempre un 2% de media.

Crecer un 2% anual significa multiplicar por 1,02 cada año. Si multiplicamos ese 1,02 anual 25 veces, para saber que nos da al cabo de 25 años, nos sale 1,64. En suma, que el PIB tendría que crecer un 64% cada 25 años. Y si lo miramos a 100 años vista (es decir, multiplicamos 4 veces por 1,64) nos da 7,24 o, lo que es lo mismo, aumentar el PIB un 624 %. 

Fíjense bien lo que estamos diciendo: cada siglo, para que no aumente el paro, tendríamos que multiplicar el PIB por más de 7. Si Vd. no está habituado a trabajar con números quizá no vea la enormidad de esto, pero realmente es algo grave. Para producir tanto PIB España tendría que incrementar varias veces (no 7, pero fácilmente 4 o 5 veces) su consumo de energía y materiales. A veces se explica el cuento de que se puede incrementar el PIB disminuyendo el consumo de energía, pero no es verdad y no ha pasado (de manera consistente) en ningún país del mundo. Encima, la mejor manera de hacer crecer el PIB es aumentando la población. ¿Vd. se imaginan una España con 5 veces más población dentro de un siglo, es decir, con unos 250 millones de habitantes? Y lo peor es que al siglo siguiente debería volver a multiplicarse por 4, hasta los 1250 millones, y en un siglo más ya sería de 6.250 millones, como cuatro veces y media la población actual de la India y el 80% de la población del planeta. Y cada siglo subiendo exponencialmente, de esa manera.

Es obvio que eso no es posible en un planeta finito. Al principio, cuando comenzó la Revolución Industrial, era fácil crecer tanto: éramos pocos, no teníamos de nada, y además disponíamos de muchísimos combustibles fósiles y minerales fáciles de extraer. Pero a medida que la población ha ido creciendo y nos hemos ido desarrollando la cosa se ha ido poniendo cada vez más complicada. Hasta el punto que se está volviendo imposible. Los combustibles fósiles ya no son capaces de seguir nuestro ritmo y, al contrario, su producción empieza a bajar. Los gases resultantes de su quema hacen que el planeta retenga más radiación y se caliente. Hemos contaminado todos los mares, arrasado la mayoría de las pesquerías, polucionado el mismo aire que respiramos. Y ahora tendríamos que multiplicar todo eso por 5 en el próximo siglo. No vamos a poder. No hay recursos suficientes, y el planeta no puede absorber más residuos. Y este planeta es todo lo que tenemos: deje de soñar con colonizar otros planetas.

Pero el capitalismo necesita del crecimiento económico. Entienda esto: lo necesita. Lo define. Sin crecimiento económico no hay capitalismo; habrá otra cosa, pero no será capitalismo.

El capitalismo se caracteriza porque el capital tiene derecho a una remuneración.

En las sociedades precapitalistas, se pagaba por un trabajo, por un servicio. A veces el servicio era impuesto, como la protección que daba el señor feudal a sus vasallos, pero en todo caso se pagaba de lo que había, de lo que se producía. No había necesidad de crecer.

En el capitalismo, al capital que se invierte se le paga un interés. Fíjese bien: el interés es un porcentaje. Yo te dejo el dinero y tú me lo devuelves y además me das un 2% adicional, o el interés que se haya estipulado. Es decir, tú has de trabajar para producir por tanto como te he dejado más un 2% adicional. Has de multiplicar la producción por 1,02 al menos, si quieres devolverme la deuda. Y si el año que viene te vuelvo a dejar dinero para mantener tu actual producción, que ya es un 2% más grande que la del primer año, tendrás que volver a multiplicar por 1,02 para poderme pagar. Y así todo el rato, en 25 años tu producción habrá crecido un 64%, y en un siglo se habrá multiplicado por 7,24, y así todo el rato. Hasta que algo reviente. Las crisis recurrentes del capitalismo, les dicen: hay un momento que algo se rompe, algo no puede seguir creciendo. Entonces se hace borrón y cuenta nueva, y volvemos a comenzar.

Por eso necesitamos crecer siempre: porque los capitalistas necesitan colocar su dinero en múltiples inversiones y que les den rendimiento. Pero el mundo está ya saturado, agotado. No da más de sí. Y los síntomas de este agotamiento se multiplican. Los ríos envenenados, el clima desestabilizado, los recursos agotándose... El capitalismo está llegando a su fin, porque no puede seguir, porque físicamente es imposible seguir. Hasta aquí lo hizo más o menos bien, al menos desde la óptica de los países más desarrollados, pero ya está, estamos llegando al final del trayecto.

Y no se equivoque: los primeros que saben esto son los propios capitalistas. El gran capital internacional es perfectamente consciente de que hemos llegado al final del camino.

El Duelo.

El capital está de luto. Está pasando un proceso de duelo. La doctora Kübler-Ross hizo un modelo para describir las fases típicas por las que se pasa en un proceso de duelo, es decir, las reacciones psicológicas cuando te comunican una noticia grave, y son por estas fases por las que ahora mismo están pasando los principales agentes económicos del mundo, a los que por simplificar llamaremos los capitalistas.
 
  • Negación. En esta fase se encuentran, aún, los pequeños capitalistas. Es propia de gente de ya cierta edad, que ya poco tienen que perder -piensan-, y de algunas personas muy cerriles. También de algunos políticos de poco fuste. Consiste en negar que esté pasando nada malo. Esta postura es cada vez más minoritaria porque la evidencia la contradice.
    No hay cambio climático: el clima de la Tierra siempre ha variado. No se está agotando el diésel: los motores son cada vez más eficientes y necesitan menos. No hay problema con las materias primas no renovables: la innovación hace que se puedan explotar nuevas materias. La contaminación no es para tanto, y la innovación tecnológica la remediará. Nadie va a renunciar a sus privilegios. Todo va bien.

  • Rabia. En esta fase se encuentran la mayoría de los analistas económicos y cuadros medios. Consiste en actuar con despecho delante de los problemas que ya no se pueden ocultar, echando la culpa a otros o alegando que otros sistemas económicos tampoco lo harían mejor.
    El comunismo mató a millones y tuvo mucho peor impacto ambiental. ¿Y tú, qué pretendes, que volvamos a las cavernas? Si no eres capaz de dar soluciones, ¿para qué hablas? Lo que deberías hacer es volver a la escuela y dejar a los verdaderos profesionales encargarse de esto. No sabes lo que es llevar un negocio de verdad, nunca has arriesgado tu dinero.
  • Negociación. En esta fase se encuentra la mayoría del gran capital. Saben que el problema es de verdad, pero en vez de asumirlo y actuar en consecuencia, lo que pretenden es poner pequeños parches sin cambiar nada de lo sustancial. Sus gran propuesta fue el Capitalismo Verde y ahora lo apuestan todo al Green New Deal.
    El cambio climático
    es en realidad una gran oportunidad de negocio. Con sistemas de compensación de emisiones podemos hacer una descarbonización ordenada; el libre mercado lo puede regular. Podemos descarbonizarnos a un ritmo del 7,6% anual a base de sustituir energía fósil por renovable y ser más eficientes.
  • Depresión. Ésta es la posición de la gente más rica, de los ricos entre los ricos. Ellos cuentan con la mejor información y comprenden mejor que nadie que no hay solución dentro del capitalismo. En lo único que están pensando es en difrutar estos últimos años (o décadas) del capitalismo y prepararse un retiro a salvo del colapso de la civilización, el cual consideran inevitable. Si no lo conocen, les recomiendo que lean el artículo de Douglas Rushkoff, "Survival of the richest" (traducido por CTXT como "Supervivencia de los más ricos", busquen por Google, yo no pongo enlaces a diarios españoles).
  • Aceptación: En algún momento, los capitalistas comprenderán que no existe salvación si no es colectiva, que no podrán mantener el control en cualquier paraíso artificial que quieran construir, y que hay que buscar una solución para todos o al menos para la mayoría. Una solución en la que puedan preservar la mayoría de sus privilegios, pero que implique el abandono del capitalismo. No sé si hay alguien en esa fase, posiblemente sí, pero seguramente es gente discreta.
Y mientras el capital tiene su Duelo, el resto de los mortales tenemos el Tabú. El Tabú de no poder decir que el capitalismo no es bueno. 


El Tabú.

Todos nosotros, desde muy jóvenes, hemos sido adoctrinados en el discurso del capitalismo. Asumimos de manera natural ciertos aspectos del capitalismo que atribuimos a la naturaleza humana, aunque no sea cierto. Aunque el capitalismo per se sea una cosa relativamente nueva en la historia de la humanidad (no llega a los dos siglos de vida), no queda nadie vivo que pueda recordar ninguna otra cosa, y eso se utiliza para fijar esta idea que los valores del capitalismo (individualismo, egoísmo, competición, obsesión por el consumo y el dinero, despreocupación por las generaciones posteriores...) son realmente sustanciales a los humanos desde siempre.

A esas ideas más o menos concretas y a escala humana, se le une otra idea más abstracta y a una escala social, que es la del crecimiento. Todos tenemos inculcada la idea de que el crecimiento es bueno, porque identificamos crecimiento con bienestar, desarrollo, mejora de las condiciones de vida, libertad... Sin embargo, el crecimiento por sí mismo no significa nada de eso; y resulta obvio que un exceso de crecimiento puede ser negativo (por ejemplo, intentando meter más cosas en un espacio ya lleno, o también si pensamos en una enfermedad o en un tumor). Sin embargo, todos sabemos (porque se nos ha repetido mil veces) que cuando no hay crecimiento nos va mal: hay desempleo, pobreza, crimen, hambre... Se asocia la idea de Crecimiento con la idea de Progreso (la cual es también una idea travestida, porque se asocia el Progreso con la Mejora).

El capitalismo está tan infiltrado en todos los aspectos de la vida que criticarlo nos hace sentirnos incómodos. Todos sabemos que los anticapitalistas son gente marginal, inadaptados, destructivos e incluso parásitos. A quien ataca directamente al capitalismo se le suele criticar que sus hábitos de consumo son posibles gracias al capitalismo, inclusive en aquéllos que se creen más desconectados del mismo, y que eso evidencia la hipocresía de los anticapitalistas. La idea subyacente es que realmente no hay nada fuera del capitalismo, incluso entre los que se empeñan en lo contrario; que el anticapitalismo no deja de ser una excentricidad y un lujo que solo se pueden permitir los que viven en una sociedad capitalista, y que si quisieran ser coherentes deberían irse a vivir a las cavernas y vestirse con taparrabos. Por todo esto, criticar el capitalismo implica superar la vergüenza de la estigmatización, de tener un comportamiento socialmente inaceptable.

Se podría discutir en extenso cuál es el origen de este tabú, y cómo la aparición de la socialdemocracia consolidó la legitimidad del capitalismo ya que la izquierda renunció a intentar superar el capitalismo a cambio del mantenimiento de un Estado del Bienestar (renuncia que por cierto ahora se le paga considerando "radicales de izquierda" a partidos que defienden posiciones socialdemócratas mientras que a un tiempo se va desmantelando el Estado del Bienestar). Lo cierto es que el capitalismo ha conseguido la Hegemonía del Discurso, de modo que actualmente es muy difícil ser tomado en serio cuando se critican las bases mismas del capitalismo (por ejemplo, cada vez que se habla de hacer ciertas reformas que suenan muy radicales hay que aclarar rápidamente que mediante renovables o tecnología en general se va a poder mantener la competitividad y el crecimiento). Quien se sale del guión marcado es criticado con dureza (por ejemplo, a los que hablan de redistribuir la riqueza se les dice que en realidad quieren redistribuir la pobreza) y así todos aprendemos que hay cosas que no podemos decir porque no son de buen tono en las reuniones sociales. Nadie nos ha dicho que no podamos hablar de estos temas, supuestamente tenemos libertad de expresión, pero la Hegemonía del Discurso del capitalismo es tal que nos autocensuramos cuando detectamos que nos vamos a dar de bruces con algunos de los límites impuestos. Y así, aceptando esas convenciones sociales no escritas,  vivimos nuestras vidas, esperando ser sujetos productivos y dichosos y no meternos en líos innecesarios.

El problema comienza cuando, investigando, uno encuentra alguno de los múltiples síntomas de que el capitalismo se está estrellando con los límites biofísicos del planeta, y que no va a ser posible seguir manteniéndolo; más aún, que si no paramos el capitalismo cuanto antes van a sobrevenir grandes calamidades a la humanidad. Puede ser por el cambio climático, puede ser por la crisis energética, puede ser por la contaminación de los mares, o por la polución atmosférica, la pérdida de biodiversidad, el envenamiento por plásticos o metales pesados, la disminución de la cantidad de agua potable, la Sexta Extinción, la degradación de las condiciones laborales, el drama de la emigración masiva, la desertización... Y así mil temas mas. Escoja cualquiera, profundice y la misma verdad emergerá: no podemos seguir de la misma manera. Y cuando intente entender por qué seguimos de la misma manera, por qué seguimos emitiendo CO2 y tirando plástico, por qué no nos anticipamos a la crisis energética o a la de desposesión, llegará inevitablemente a la cuestión de que hace falta decrecer. No decrecer para siempre, claro está: decrecer lo justo y necesario para tener un nivel adecuado para todo el mundo y estable, y entonces mantenerlo. Porque, al final, ¿para qué uno quiere crecer siempre?

Es entonces cuando se produce otra manifestación de la Hegemonía del Discurso del capitalismo, conocida como TINA (There is no alternative, No hay alternativa). El convencimiento de la Hegemonía del capitalismo es tal que la mayoría gente cree que, efectivamente, no hay alternativa al capitalismo. Este mensaje, TINA, es repetido frecuentemente en los medios de comunicación, y particularmente cuando los costurones por los que está reventando el capitalismo se hacen más evidentes. TINA tiene un importante efecto desmovilizador: es habitual oír decir que no hay nada que podamos hacer, que no podemos cambiar las cosas, que de nada sirven las pequeñas acciones individuales o colectivas. No es cierto en absoluto, y en la historia de la humanidad un grupo de personas que se decide a levantarse y actuar son capaces de arrastrar a una gran masa que no se atrevía a actuar pero que tenía las mismas motivaciones. Sin embargo, cuesta mucho luchar contra TINA, y requiere mucha pedagogía y paciencia.

Otra de las características de la Hegemonía del Discurso es la del establecimiento de un marco conceptual erróneo. Es común ver en definiciones del capitalismo que se trata de un sistema basado en la propiedad privada de los bienes de producción y en el libre mercado, cosas que son ciertas e importantes para el capitalismo, pero que no lo definen en absoluto ya que tales cosas han existido antes que el capitalismo y seguramente seguirán existiendo una vez el capitalismo desaparezca. La característica verdaderamente distintiva y definitoria del capitalismo es que el capital tiene derecho a recibir una remuneración, que es proporcional a su propio tamaño. Estos errores de planteamiento llevan a una gran confusión en la discusiones: no será la primera vez que me encuentre a alguien a quien no le gusta que yo "ataque el capitalismo" (en realidad, yo critico o más bien expongo sus inconsistencias) porque estoy "atacando" (en el sentido de "querer acabar con") el libre mercado o la propiedad privada. En realidad, el mantenimiento del libre mercado o la propiedad privada es una cuestión de discusión política, pertinente sin duda, pero en realidad independiente (en bastante extensión) de la viabilidad o no del capitalismo, y en todo caso es un tema en el que yo no entro.

También es común encontrarse con quien cree que lo opuesto al capitalismo es el comunismo, y que si uno critica al capitalismo defiende el comunismo. El eje capitalismo-comunismo no tiene nada que ver con el problema de la inviabilidad del capitalismo, entre otras cosas porque el comunismo es también inviable; esa visión es por tanto otro ejemplo más de la reducción de la discusión a única dimensión que es en realidad ajena a la del verdadero problema. Ítem más cuando el paradigma de lo que muchos consideran hoy en día un país comunista es China, que es donde se fabrican los objetos que se consumen en todo el mundo capitalista. A decir verdad, China es hoy en día un sistema de capitalismo de Estado, en el que el Estado detenta la propiedad de todos los medios de producción y ésta se dirige a la acumulación de capital (¿o es que alguien cree que el estado chino dedica sus recursos a satisfacer las necesidades de sus ciudadanos?); la diferencia principal de China con las democracias occidentales es que China es una dictadura, lo cual le hace ser, paradójicamente (o no), más eficiente desde el punto de vista de la producción y la acumulación de capital.

El Tabú del Capitalismo, que como hemos visto va desde la autocensura hasta el derrotismo, pasando  por la confusión conceptual, lleva a la futilidad de tantas acciones. Hace poco participé en un grupo donde se discutía hacer un comunicado para denunciar el fracaso de la COP25. En un momento dado, se convino eliminar de él la palabra "capitalismo" porque, según alguien dijo, "los sistemas comunistas también están agravando el problema y particularmente China es el mayor emisor de CO2 del mundo". De modo que al final se descafeinó completamente el comunicado por mor de una absurda linearización del problema, que no entiende que es a través de las otras dimensiones que quedan completamente inexploradas que se debe buscar la solución.


Estar a estas alturas del problema intentando contemporizar con el capitalismo y no llamar a las cosas por su nombres nos lleva, básicamente, a perder un tiempo que ya no tenemos. No hay negociación posible con y en el capitalismo, y en particular con eso que se ha dado en llamar neoliberalismo. No hay ninguna posibilidad de éxito sin salirse previamente de ese marco conceptual. Seamos un poco menos arrogantes: no somos los primeros que hemos intentado "humanizar" el capitalismo. ¿Por qué no íbamos a fracasar como hicieron nuestros mayores? Tendríamos que leer un poquito la Historia y comprender que por esa vía no vamos a ningún lado, no estamos yendo a ningún lado. 

La Salida:

Hay que superar el capitalismo. No hay que destruirlo: hay que salir de su trampa lógica. Explicar, mostrar, demostrar y comprender por qué seguir en la línea de progresión que nos marca el capitalismo solo nos va llevar a nuestra destrucción, a nuestra extinción.

Necesitamos comprenderlo para poder pasar página, para empezar a articular una respuesta que merezca la pena. No podemos seguir escribiendo y (limitadamente) divulgando más comunicados que son rápidamente ignorados, ahogados en el fragor de la propaganda que no cesa. ¿De qué sirve que salga mi compañero Jordi Solé diciendo aquello de que "la fiesta se acabado" si a continuación, en la misma tele, en el mismo telediario, te asaltan con el anuncio de una marca de agua, colonia o coche? Y es que, como dice Marcel Coderch, la publicidad debería ser considerada delito de incitación al consumo y completamente prohibida.

Hay que movilizar a la gente, sí, a la ciudadanía. Y se le tiene que hacer comprender que con "el sistema" no se puede negociar. Porque lo que deseamos, porque lo que necesitamos, aunque no lo entendamos, supondría su muerte. ¿Qué podemos negociar, entonces?

Tenemos además el problema de que nuestros representantes no nos representan. Delante del grave problema ambiental, de recursos, de sostenibilidad en suma, que tenemos nuestros representantes se embarcan en discusiones aparentemente técnicas que tras el fárragos de articulados, disposiciones y leyes lo único que procuran es la distracción y la inacción. Todos los términos de la discusión política actual son completamente erróneos: no vamos a solucionar el problema con coches eléctricos, ni con renovables, ni con centrales nucleares, ni con gas natural como combustible de transición, ni con captura y secuestro de carbono, ni con fusión nuclear, ni con eficiencia y ahorro, ni con grafeno, ni con hidrógeno, ni con helio 3 de la Luna, ni con combustibles artificiales, ni con biocombustibles, ni con fracking, ni con carbón limpio, ni con smart grids, ni con el 5G, ni con nada de nada de todo lo que se está oyendo hablar. Solo hay una opción real: decrecer. El decrecimiento es la única salida del atolladero. Y es la única que no se discute seriamente. Nuestros representantes políticos lo saben, pero no quieren llevar la discusión a los términos lógicos, los únicos razonables, los únicos posibles. No se atreven a transitar ese camino, por miedo a la incomprensión ciudadana, sí, pero también y sobre todo por miedo al rechazo y hostilidad del mundo económico. Y, por tanto, no nos representan. No están haciendo aquello para lo que los elegimos, que es buscar nuestro bien. No lo buscan. Únicamente evitan meterse en problemas ellos, al menos durante los 4 años que estén en el cargo.

No podemos negociar con "el sistema", ni podemos esperar que nuestros representantes nos representen. Solo nos tenemos a nosotros mismos para intentar sobrevivir.

No es éste un llamado per se a la desobediencia, pero si a la exigencia. Tenemos que explicar, tenemos que hacer entender, y tenemos que reaccionar ya. Si la ciudadanía no entiende los términos exactos de lo que está pasando y por qué está pasando, seguiremos como los burros dando vueltas a la noria que extrae la vida del planeta.

Salu2.
AMT


miércoles, 11 de diciembre de 2019

Escondida y a la vista de todos


Queridos lectores:

Como muchos de Vds. sabrán, estos días he estado en la COP 25. Bueno, en realidad no he asistido propiamente a la presente edición de la Convención de Naciones Unidas sobre el Clima (que eso propiamente es la COP 25), sino a un evento paralelo que ha montado el Gobierno de España en el mismo recinto ferial donde estaba la cumbre real. Este evento paralelo (albergado en lo que han denominado "zona verde") es un espacio financiado y ocupado en su mayoría por empresas. Yo he pasado unos días en el stand del CSIC, ubicado en esa "zona verde" de libre acceso al público general, mientras la verdadera cumbre tenía lugar en la "zona azul", a la que no se podía acceder sin acreditación tramitada por la ONU. Mi trabajo estos días ha consistido en atender al público general y a medios de comunicación que se acercaba al stand, explicándoles que el CSIC es el mayor organismo de investigación de España, con más de 120 centros y 11.500 trabajadores (la mayoría de la gente desconoce esto, e inclusive que en el CSIC se realiza investigación de muy alto nivel), explicándoles también mi propio trabajo y contestando preguntas sobre el Cambio Global. Eso, en un stand pequeñito, compartido con otros Organismos Públicos de Investigación españoles (el stand era del Ministerio, no del CSIC) y en un lugar un tanto arrinconado de la zona verde (tanto que pasó Greta Thunberg con todo su revuelo por la zona verde y ni me enteré). La mayor parte de la zona verde estaba ocupado por grandes empresas, sobre todo españolas, en cuyos mostradores contaban a todo quien les quisiera escuchar cómo se están esforzando ya en disminuir sus emisiones y lo mucho más que las van a disminuir en los próximos años.





El camino desde el metro hasta el pabellón de la zona verde no es que fuera mucho mejor, en cuestión de hipocresía empresarial.








El resto del espacio estaba organizado en diversos auditorios más o menos separados, donde se efectuaban mesas redondas y charlas, algunas de las cuales eran ligeramente interesantes; por desgracia, dado que el pabellón era un espacio diáfano, sin tabiques, la acústica era horrorosa y en algunos momentos de mayor afluencia el simple rumor de los visitantes hacía difícil inclusive hablar de tú a tú en nuestro stand (no digamos ya seguir las ponencias de los auditorios). A las 6 de la tarde comenzaban los ensayos de los conciertos que se retransmitían por Radio Nacional desde el auditorio central, y a partir de esa hora ya no tenía sentido continuar allí, en parte porque ya no pasaba nadie y en parte por el estruendo.

En suma: una feria en la que las grandes empresas han intentado convencer al gran público de que están haciendo realmente algo para hacer frente a la crisis climática, y en la que los que realmente trabajamos en estos temas fuimos arrinconados y ninguneados. Teniendo en cuenta que para el público general ésta era la única parte accesible, no sé qué impresión se habrán llevado de lo que es una COP. Para mi, el mejor resumen de lo absurdo que era todo es la imagen que COTEC había puesto justo en frente de mi stand.



Para quien no conozca la historia de esa foto, se denomina "pálido punto azul", y es una imagen captada por la sonda espacial Voyager 1 a 6.000 millones de kilómetros de distancia de la Tierra. Se le dio la orden a la sonda de girarse y transmitirnos esa imagen justo cuando estaba a punto de abandonar el Sistema Solar. A esa distancia, la Tierra se ve como un punto de color azul pálido, casi imperceptible (la imagen se ha mejorado para resaltarlo). Esta imagen, una de las más emblemáticas de la exploración espacial, dio lugar a una famosa reflexión de Carl Sagan que si desconocen les recomiendo leer (en el enlace de la Wikipedia, por ejemplo). Todo el texto es imprescindible, pero quiero rescatar aquí las frases finales: 

"Se ha dicho que la astronomía es una formadora de humildad y carácter. Tal vez no hay mejor demostración de la locura de los conceptos humanos que esta distante imagen de nuestro minúsculo mundo. Para mí, subraya nuestra responsabilidad de tratarnos mejor los unos a los otros, y de preservar y querer ese punto azul pálido, el único hogar que siempre hemos conocido".

Después de leer esto, relean el mensaje que el "creativo" ha puesto al lado de tan emblemática imagen. Sinceramente, no sé si reír o llorar. En todo caso, creo que la absoluta disfuncionalidad comunicativa de ese cartel ilustra perfectamente qué ha sido la zona verde de la COP.

¿Y qué pasa con la zona azul, la verdadera COP25? Pues de momento poca cosa, aunque las sesiones durarán aún hasta el viernes. La discusión está centrada en farragosas cuestiones "técnicas", entendidas como tales las componendas y chalaneos de las partes negociadoras sobre aspectos que se nos presentan como fundamentales cuando son en realidad accesorios y que no abordan el fondo de la cuestión: que si cuáles son los plazos para la comprobación de los objetivos, que cuáles son los mecanismos para la compra y venta de derechos de emisiones, etc. En esencia lo que se está haciendo es cerrar aspectos legales de cuestiones que quedaron en el aire en el Acuerdo de París (que ya tiene bemoles que estén aún abiertos, cuatro años después). En suma: no cabe esperar nada realmente útil de esta COP25.

Y sin embargo es obvio que algo se mueve, y mucho. En la opinión pública, es cierto, gracias a figuras como Greta Thunberg entre otras; pero sobre todo entre los grandes agentes económicos y políticos. Al fin y al cabo, la opinión pública es fuertemente influenciable a través de los medios de comunicación de masas, y es muy destacable la campaña continua que están haciendo los medios para poner por fin de relieve la gravedad de la crisis climática. En sí, tal énfasis no me parece mal: hace años que digo que el problema del Cambio Climático (así como el del Peak Oil, pero eso es harina de otro costal) es tan grave que debería ser noticia de portada cada día en los noticieros. Y justamente eso está pasando ahora mismo: exacerbado estos días con la cumbre de Madrid "capital de Chile" (Pedro Sánchez dixit), por supuesto; pero que en realidad se ha venido fraguando desde hace ya unos cuantos meses, y presumiblemente va a continuar, aunque sea con menor intensidad, en el futuro. Lo que para mi es importante es que la opinión mayoritaria ahora en el mundo empresarial (principalmente el español, que es el que conozco de primera mano, aunque sé que pasa también internacionalmente) es que el cambio climático es cierto. Este cambio de posición es muy significativo, porque ese mundo empresarial ha mayoritariamente defendido hasta hace poco justo lo contrario, y ahí están los voceros de la intoxicación y desinformación climática, bien pagados por esas mismas empresas, aún gritando sus mentiras  (los más avispados ya han plegado velas, mientras que los más cerriles, por falta de agilidad mental o mera estulticia, perseveran contumazmente en lo que estaban, sin comprender que sus amos ya no ven con buenos ojos lo que hacen y que ya no les van a pagar el estipendio por unos servicios que ya no desean).

Lo que se ve claramente, en todo caso, es que hay un reposicionamiento del gran capital, que aspira a convertir el cambio climático en una nueva "oportunidad de negocio". No lo digo yo: esa misma expresión se ha podido encontrar en muchas de las "mesas de debate", tanto en la zona verde como en la azul de la COP25. Al mismo tiempo, veo en los medios un masivo bombardeo a la ciudadanía de ciertas consignas, y particularmente que va a hacer falta hacer "sacrificios", "hacer cambios importantes en nuestro estilo de vida", "priorizar la protección del planeta al bienestar" y otras ideas-fuerza del mismo jaez. Es decir, que los empresarios están pensando en la "oportunidad de negocio", mientras que a los ciudadanos se les pide "sacrificios". Y como guinda de este pastel, una idea que cada vez se repite con mayor fuerza: el Green New Deal.

El Green New Deal se ha convertido en poco tiempo en la bandera bajo la cual se quiere agrupar a todo el mundo, es la respuesta a nuestros problemas que todo el mundo parece aceptar. La última sesión de la COP25, este viernes, está dedicada al Green New Deal. No casualmente, el Parlamento Europeo, a instancias de la nueva Presidenta de la Comisión Europea, va a debatir hoy mismo un Green New Deal para Europa. El Green New Deal es el Plan A, es la tabla de salvación, es la gran solución a nuestros problemas, es el programa de futuro al cual todos debemos adherirnos.

Solo hay un problema.

El Green New Deal es un fiasco total. No tiene ningún sentido, no aborda en absoluto los problemas reales que tenemos. El documento original es de una vaciedad hiriente. La falta de contenido real, siquiera de comprensión de la situación general, hace que esas palabras, Green New Deal, realmente no signifiquen nada en absoluto. O en realidad sí. Porque el planteamiento que de una manera cada vez más o menos abierta se está haciendo del Green New Deal es una idea ya conocida y en su momento denostada porque no iba a la raíz del problema y en realidad lo agravaba: el Capitalismo Verde. El Green New Deal es, ciertamente, el Capitalismo Verde versión 2.0; pero incorpora algunas ideas nuevas que son muy preocupantes. Así, si en el Capitalismo Verde versión 1.0 el planteamiento era que podíamos mantener tal cual el capitalismo (a pesar de que la finitud del planeta contradice por completo un sistema económico basado en el crecimiento perpetuo), simplemente substituyendo las energías fósiles por energías renovables, el planteamiento del Green New Deal es que no basta con esa substitución, sino que además va a hacer falta algunos sacrificios, sobre todo a corto plazo. Sacrificios que se le están pidiendo a la ciudadanía, porque sobre todo lo que no se puede comprometer es el crecimiento económico.

Ese discurso del "sacrificio necesario" obviamente no es muy estimulante y por supuesto genera contestación social, que probablemente se irá haciendo más fuerte a medida que se vaya implementando este plan. Está claro que es algo que se ha intentado evitar tanto como se ha podido, pero ya estamos en una situación de emergencia y no va a quedar más remedio que tomar medidas drásticas, duras e impopulares. Pero la emergencia no es la climática (ésa es una urgencia, pero no es algo realmente inesperado). La verdadera emergencia es el peak oil.

Recordemos los hechos clave.

La Agencia Internacional de la Energía lo avisó claramente en el informe anual de 2018 (aunque este año lo hayan disimulado): de aquí a 2025 la producción de petróleo podría llegar a caer de tal manera que no cubriese hasta el 32% de la demanda en el peor de los casos. Según la propia AIE, se espera que se produzcan diversos picos de precios antes de 2025 y puede haber problemas de suministro en algunos países.



De hecho, si las petroleras continúan su desinversión creciente la situación de la producción de petróleo para 2040 podría ser catastrófica.



Conviene no olvidar que el petróleo representa un tercio de toda la energía primaria consumida en el mundo, que el carbón (segunda fuente en importancia, con casi el 30%) también está en retroceso, que exactamente lo mismo le pasa al uranio y que el gas natural llegará a su máximo probablemente la década que viene. Las fuentes de energía que nos proporcionan el 90% de toda la energía que se consume hoy en día están tocando su máximo producción, y en las próximas décadas irán dándonos cada vez menos energía, en una caída que a veces será más paulatina y otras veces será más rápida. Y a pesar de tantas exageraciones publicitadas en los medios, las energías renovables no están en disposición de producir tanta energía, y mucho menos en tan breve plazo.

El hecho es que las compañías petroleras están retirándose del negocio del petróleo, pero no por conciencia ecológica, sino simplemente porque no hay negocio. Las fuentes de hidrocarburos líquidos que nos quedan son cada vez más caras y poco rentables (no solo económicamente, también energéticamente). Ya lo dijo Antonio Brufau, presidente de Repsol, en unas declaraciones al Financial Times el año pasado: Repsol ya no va a invertir en buscar nuevos yacimientos porque no son rentables. Y cuando hace unos días Jon Josu Imaz, Consejero Delegado de Repsol, anunció que van a provisionar casi 5.000 millones de euros este mismo año (lo que les mete en pérdidas) para cubrir la devaluación de sus activos (yacimientos de gas y petróleo) no es por su objetivo de ser "neutrales en carbono" para 2050, como anuncian, sino porque simplemente saben que en realidad la mayoría de ese gas y petróleo no es producible porque no es rentable ni energética ni económicamente.

La situación es, en realidad, muy apurada. Al inminente (si no se ha producido ya) peak oil del mundo le acompaña la situación aún más grave del diésel: la producción de diésel lleva ya cuatro años estancada y probablemente ha comenzado ya su declive, anticipándose por tanto al declive del petróleo.



Ese declive más temprano del diésel es debido a que los petróleos no convencionales, introducidos en los últimos años para compensar la caída del petróleo crudo convencional (recordemos que el petróleo crudo convencional ha caído desde su máximo de 70 millones de barriles diarios -Mb/d- en 2005 a menos de 67 Mb/d actualmente), no son tan buenos para producir diésel. Por eso la producción de diésel cae antes. Y recordemos las graves consecuencias económicas que tiene ya y va tener el retroceso del diésel.

Ésta es la situación, y ésta es la verdadera emergencia, el problema que pasa desapercibido al común de la ciudadanía: nos estamos quedando sin energía fósil y las renovables no pueden, ni de lejos, cubrir un vacío tan grande. Un problema que, si se entendiera de verdad, explica por qué el Green New Deal es solo una capa de maquillaje para evitar abordar el problema de fondo, a saber, que no se puede mantener el capitalismo tal y como lo hemos entendido en las últimas décadas. Porque si se aceptase que en realidad hemos empezado el inevitable declive energético, entonces se tendría que empezar a hablar sobre cómo afrontar el postcapitalismo, en qué vamos a hacer a partir de ahora. Y en ese caso seguramente el esfuerzo a hacer se tendría que repartir de otra manera, porque ya no valdría el argumento de que se tiene que proteger a las empresas para mantener el crecimiento económico, ya que solo con crecimiento económico se pueden resolver problemas como el paro o las desigualdades sociales. En un mundo en decrecimiento energético, el decrecimiento económico es inevitable: ésta es la realidad física inexorable. Por tanto, si el crecimiento económico ya no será posible (no de manera duradera), el debate cambia de raíz, y el foco se tendría que poner en el replanteamiento del sistema productivo, económico y social; en cómo garantizar el bienestar y los derechos a la mayoría de los ciudadanos. Porque mientras que el foco se ponga en favorecer la actividad económica y a las empresas para poder tener ese crecimiento económico ya imposible, lo que va a suceder es que se van a reducir ese bienestar e incluso esos derechos; encima, a pesar de ello y de todas maneras, sobrevendrá el decrecimiento económico.

Ése es el debate que se hurta de todas las miradas aunque sus signos sean evidentes, a plena luz del Sol. El decrecimiento es inevitable, pero se intenta disfrazar de otra cosa para no cambiar las estructuras de poder, para no tener que hablar de cómo distribuir esta carga de una manera más equitativa. Por eso se dicen las cosas que se dicen, para disfrazar los síntomas de nuestro inevitable declive. Por eso se anuncia el pico de la demanda de petróleo y en general de energía, porque "los consumidores, concienciados, pretenden disminuir las emisiones de sus coches", cuando en realidad el grueso de las emisiones lo produce el transporte y no el vehículo privado. Se pretende hacer creer que los ciudadanos se van a pasar a la quimera imposible del coche eléctrico, cuando en realidad lo que va a pasar es que no van a poder permitirse tener un coche propio (excepto los ricos, claro, que esos sí que van a tener coche que alimentarán con placas fotovoltaicas subvencionadas por todos nosotros). Se nos dice que la conciencia ciudadana va a hacer que en las grandes ciudades se utilice más el transporte público, sin explicar que ya está saturado y que es insuficiente para cubrir las necesidades de tanta gente que viven en ciudades dormitorio y urbanizaciones crecidas al calor de la pasada abundancia energética. En suma, se hace creer a la ciudadanía de que se van a poder hacer ajustes para mantener el sistema capitalista tal cual, cuando en realidad éste está tocado de muerte y si nos empeñamos en mantenerlo va a causar mucho más dolor y sufrimiento, y pondrá en peligro hasta el concepto mismo de democracia.

Como colofón de mi implicación en los actos que el CSIC ha organizado con motivo de la COP25, ayer participé en una mesa redonda celebrada en la Residencia de Estudiantes, en la que un grupo de científicos proponíamos a los políticos medidas concretas para luchar contra el Cambio Climático (en realidad, yo siempre voy más allá y hablo de Crisis de Sostenibilidad, que incluye todos los problemas ambientales - no solo el Cambio Climático - y también el problema de la escasez de recursos, de biodiversidad, de acceso al agua, de salud, de equidad, y así un largo etcétera). 

Yo incidí en un dato que me parece preocupante: unos días antes de la COP25 la ONU anunció que para tener un 66% de no superar el peligroso umbral de 1,5ºC de calentamiento respecto a la temperatura de la época preindustrial se necesitaba que de 2020 a 2030 las emisiones de CO2 se redujeran un 7,6% anual. Eso quiere decir que de aquí a 2030 tendríamos que reducir las emisiones un 55%. Como comenté, con la tecnología que tenemos hoy en día y en tan breve lapso de tiempo, eso no es posible si no va acompañado de una disminución del consumo de energía de un tamaño semejante, quizá no del 55% pero desde luego no lejos del 40%. Piensen que la Gran Recesión supuso una caída (momentánea) del consumo de energía global del orden del 8%; aquí estamos hablando de 5 veces más y además con carácter permanente. Es difícil imaginar la magnitud de la contracción de la actividad económica que sería necesaria para conseguir tal objetivo, pero eso es a lo que deberíamos de aspirar. Eso solo tiene un nombre, por más que se quiera ocultar: Decrecimiento. Una periodista asistente quiso que cada uno de los miembros de la mesa (éramos 8) dijéramos qué, concretamente, propondríamos a los políticos para hacer frente a esta crisis de sostenibilidad. 6 de nosotros lo dijimos con toda claridad: Decrecimiento. Ésa es la realidad, no solo necesaria pero inevitable. Ésa es la verdad que se esconde cuando está a la vista de todos.

Salu2.
AMT