jueves, 31 de diciembre de 2020

Undécimo año de este blog

 

Queridos lectores:

Como siempre por estas fechas, es la hora de hacer balance del desempeño de este blog durante el último año. Este año he escogido como imagen representativa la portada de mi libro "Petrocalipsis", que salió publicado el pasado mes de septiembre. Este libro representa un hito personal, porque con él espero llegar a un público al que generalmente no alcanzo. "Petrocalipsis" es un resumen estructurado de los temas tratados en el blog, presentados de una manera más sencilla y centrándose en unos pocos conceptos, los más contundentes, para explicar por qué esta crisis energética va a cambiar nuestras vidas y nuestra sociedad para siempre. Tres meses después de su publicación, el libro va ya por su tercera edición, y a pesar de que son ediciones muy cortas (de mil o dos mil ejemplares) no está del todo mal para un libro de estas características.


Como es costumbre, analicemos el pasado, presente y futuro del blog.


Pasado:

Éste año ha puesto nuestro mundo y nuestras seguridades patas arriba. La irrupción de la pandemia de CoVid-19 paró el mundo en seco durante unos meses, y, a pesar de los esfuerzos por recuperar una actividad más o menos normal, lo cierto es que la economía mundial acabará el año con un cierto retroceso. El precio del petróleo bajó radicalmente al principio de los períodos de confinamiento, pero después se ha mantenido bastante estable, entre los 40 y los 50 dólares por barril. Hay una creciente inestabilidad social en todo el mundo, debido a los conflictos sociales y económicos que genera la CoVid, y de otros conflictos que ya estaban presentes o latentes y que ahora afloran. Bueno, esto en la parte del mundo más desarrollada económicamente, porque en los países más pobres de África y Asia los problemas son muy diferentes a la CoVid (en África la incidencia de la CoVid es especialmente baja, de hecho).
 
Respecto al blog, nunca se había escrito tan poco como en 2020. Contando con éste, el año se cerrará con 36 posts, doce menos que el año pasado (48) y diez por debajo del anterior mínimo, que fue en 2017. También ha sido un año con muy pocas contribuciones ajenas: solo 8 posts contribuidos por otros autores, a los que una vez más agradezco su generosidad y dedicación. Solo en los principios del blog se habían visto tan pocas contribuciones ajenas. La pandemia ha sido un mazazo para todos, y compatibilizar la nueva situación con las múltiples obligaciones que todos tenemos no ha sido sencillo. Yo he pasado de hacer una veintena de viajes de trabajo al año, más otros diez o doce por actividades de divulgación, a no moverme de aquí en absoluto. Y sin embargo he tenido mucho menos tiempo libre, porque por razones personales he tenido que hacerme cargo de múltiples cargas familiares; además, las reuniones por teleconferencia no son ni de lejos tan eficientes como las presenciales, con lo que se pierde mucho más tiempo. Pero no obstante la afluencia ha continuado siendo buena, y The Oil Crash sigue siendo en un lugar de referencia donde buscar información sobre el peak oil en castellano.


Probablemente, lo más destacado de este año para este blog hayan sido tres posts, por tres razones diferentes. El primero es "Eres un pringado", un post de tono deliberadamente faltón que causó una gran impresión no solo por el tono sino también por su contenido (el ataque de los que defienden teorías conspiranoicas sobre la pandemia). Desafortunadamente, este post tuvo mucho éxito (con 47.200 visualizaciones es el segundo post más visto este año) que su post gemelo ("Agitación, propaganda y confusión"), de tono más sosegado y analítico, el cual pasó bastante más desapercibido (22.500 visualizaciones). El segundo post destacable es "La Tormenta Negra" (48.600 visualizaciones, el post más visto del año), donde por primera vez se anticipa el desastre al que vamos a precipitarnos en los próximos años por culpa de la aceleración de la CoVid (previsión que, por desgracia, parece confirmar el último informe anual de la Agencia Internacional de la Energía). Y el tercer post que querría destacar es "Por qué no hace falta preguntar cuándo será el Peak Oil", no por su éxito (sólo 10.800 visualizaciones), sino por la importancia de lo que en él se dice (que el peak oil ya pasó: fue en diciembre de 2018).

Desde el punto de vista de la estadística, las discrepancias entre Google Analytics y el propio blogger son como siempre muy amplias en cifras absolutas, debido a la diferente manera que tienen de medir las visitas. Así, según Google Analytics hasta hoy ha habido 5.068.280 visitas y se han visualizado 12.666.059 páginas, mientras que según la contabilidad interna de blogger (de la que se nutre el contador que pueden ver aquí a la derecha) el número de páginas vistas (no hay estadísticas de las visitas) ha sido de 12,501,814. Como siempre, en lo que sigue usaré las estadísticas de Google Analytics, que son más detalladas, aceptando la incertidumbre en las cifras.

Desde el 31 de diciembre de 2019 al 30 de diciembre de 2020 el número de páginas vistas fue de
1.409.445, un sorprendente 31% superior al del anterior período anual (1.075.420). La afluencia ha sido bastante constante a lo largo del año, aunque con un incremento notable durante los meses del primer confinamiento (marzo a mayo), coincidiendo con la publicación de la serie "Hoja de Ruta". El número de visitantes únicos durante el último año fue de unos 258.000, que comparado con los 148.000 del año pasado nos indica un impresionante aumento del 74%. Esta disparidad entre el enorme incremento de visitantes y páginas vistas, y el más que sensible descenso en el número de posts publicados indica que lo poco que se ha publicado ha tenido un gran impacto - supongo que algo ha ayudado el confinamiento, y también la creciente conciencia de que algo pasa con nuestra sostenibilidad (o falta de ella). El número medio de páginas por visita baja un poco (2,11), como también lo hace la duración media de las visitas  (1'52'' este año frente a los 2'06'' del año anterior). El 80,8% de los usuarios que han entrado este año son nuevos, que es un porcentaje ligeramente superior pero semejante al de cada período anual. Si en años anteriories hablábamos de la madurez del blog y de la dificultad de ampliar la audiencia si no se escribían más posts, la experiencia demuestra un año más que los posts que generan más audiencia son los más dirigidos y de manera más directa a los problemas más graves, diciendo claramente lo que en ningún medio de masas se podrá encontrar.

El blog sigue manteniendo una buena afluencia de público, que ha hecho que durante 2020 hayamos llegado a los doce millones y medio de páginas vistas. A ritmos actuales hacia finales de 2021 se llegaría a los catorce millones de páginas vistas.


En cuanto a la procedencia de los visitantes, durante 2020 España siguió ocupando el primer lugar con el 80,09% de los visitantes, seguida de EE.UU. (3,05%), México (2,53%), Argentina (1,86%), Chile (1,62%) y  Colombia (1,17%). Estos seis primeros puestos los ocupan los mismos países del año pasado, aunque con algunos cambios en el orden. Como suele pasar también, los últimos puestos del top 10 lo ocupan países que no son de habla hispana: en este orden, Francia, Alemania, Italia y el Reino Unido. A destacar que Chile y Colombia, que ascendieron al top 10 el año pasado, se mantienen allí.

En cuanto a la procedencia de los usuarios, destaca en primer lugar la gente que aterriza directamente en el blog, seguramente porque alguien le ha pasado un enlace a algún artículo (48,41%), los que vienen de búsquedas de Google o similares (18,81%), los que vienen de redes sociales - sobre todo Facebook, donde todos los artículos son publicitados - (13,15%) y los que vienen de algunas páginas concretas, como meneame.net o burbuja.info.

En términos absolutos (contando desde enero del año 2010, inicio del blog), el número de visitantes únicos ha sido de 1.895.096, mientras que a 30 de diciembre de 2019 era de 1.638.554. Este dato confirma que se ha seguido produciendo reclutamiento de nuevos lectores. 

 
A día de hoy (estadísticas de blogger, en este caso;  las cifras están redondeadas por el propio blogger) los 10 posts más vistos son "Un año sin verano" (2013), con 116.000 visualizaciones;
"Digamos alto y claro: esta crisis económica no acabará nunca" (2010), con 103.000; "El pico del diésel" (2012), con 72.200 visualizaciones; "La España buena y la España mala" (2013), con 66.700; "Tus vecinos no se conformarán con un YA OS LO DIJE" (2015), con 61.100; "La espiral" (2014), con 49.900; "Fracking: rentabilidad energética, económica y ecológica" (2013), con 49.900; "La Tormenta Negra" (2020), con 48.600; "Eres un pringado" (2020), con 47.200 y  "Vidas low cost" (2017), con 45.700. Por cierto que notarán que hay cambios muy notables tanto en el posicionamiento como en el número de visitas por post con respecto a la lista del año pasado (he comprobado que hay discrepancias entre la hoja de resumen global y específico de cada post que da blogger: el resumen global parece tomar solo los datos de los 12 meses siguientes a la publicación de cada post). Dos posts de este año entran en la lista de los 10 más vistos, y si vamos a los 20 más vistos entran un par de ellos más (ambos de la serie "Hoja de Ruta"), a pesar de competir con posts de muchos años de recorrido. Lo cual demuestra una vez más que este año se ha conseguido causar más impacto.

Presente:

Lo más destacado acerca del blog este año es la fuerte subida de la audiencia. Los comentarios siguen cerrados; ya saben que si quieren discutir sobre los temas aquí tratados y otros similares siempre pueden acudir al Foro Crash Oil.

Futuro:

En muchos sentidos, 2020 ha sido un año clave, que ha marcado un punto de no retorno. El blog ha conseguido aumentar su nivel de audiencia, y eso a pesar del bajo número de posts (uno cada diez días) Teniendo en cuenta nuestras previsiones para 2021, es esperable que haya cada vez una mayor atención pública a la temática del blog, aunque lo más probable es que no se llegue al clímax hasta el 2022. Lo que sí que veo previsible es que continuaré teniendo poco tiempo para publicar, aunque haré un esfuerzo para mantener el nivel y la continuidad.
Que tengan Vds. una buena entrada de año y Feliz Año 2021.

Salu2.
AMT

miércoles, 30 de diciembre de 2020

Predicciones para 2021


Queridos lectores:


Una vez más, llegamos al post en el que presento mis previsiones sobre qué nos deparará el año que va a comenzar, centrándome en los aspectos económicos y sociales que tienen que ver con el alcance de la crisis energética en la que ya estamos inmersos y que se va a agravar en los próximos años.

Siempre comienzo estos posts con una nota de descargo (que por supuesto mis detractores ignoran por completo). Intentar anticipar qué va a pasar exactamente en los próximos años es algo harto complicado, porque si bien el descenso energético nos pone un límite a lo que podemos hacer (nos dice qué no podremos hacer), existe un margen amplísimo, prácticamente infinito, de cosas que sí se podrían hacer (incluyendo hacerlo peor que lo que los límites biofísicos imponen, ciertamente, pero también hacerlo mejor que lo que apuntan las tendencias actuales). Qué es lo que se hará y qué es lo que se dejará de hacer depende de decisiones que deben tomar los individuos y las instituciones, y estas decisiones son difíciles de predecir. Añádase que, precisamente, el objetivo de posts como éste es mostrar los caminos que estamos siguiendo para que quienes toman las decisiones abandonen aquéllos que no nos interesan: o sea, que el mayor éxito de este post sería que lo peor de lo que se anticipa como posible no se cumpla. Para acabar de complicar las cosas, las tendencias que se adivinan generalmente tienen una latencia de varios años, así que intentar anticipar qué va a pasar en tan solo un año es mucho más difícil, porque es un período de tiempo muy breve.

No obstante, debido a la aceleración de eventos debido a la CoVid y al estallido final de la bancarrota del fracking, es indudable que interesa, y mucho, intentar de nuevo este arriesgado ejercicio de prospectiva. Así pues, y aunque después se use para intentar desacreditarme, intentaré una vez más aventurar mis predicciones para el próximo año.

Pero antes de comenzar, hagamos un repaso de las previsiones que hicimos el año pasado y examinemos su grado de acierto o error.

  • La crisis económica, domesticada, pero...: Una previsión acertada, aunque por las razones equivocadas: el primer trimestre la crisis económica larvada se mantuvo a raya, pero después debutó con fuerza (la crisis en la que estamos ya inmersos), aunque la causa no fue el petróleo, sino la CoVid.
  • La Gran Crisis del Petróleo de 2020:  No se ha cumplido en absoluto: la CoVid ha causado una grave crisis de demanda de petróleo, que aún por estas fechas se mantiene en una caída de alrededor del 10% con respecto a los niveles de 2019. Así pues, el precio se ha mantenido estable y relativamente bajo. Eso sí, seguimos en la anticipada ruta del descenso de inversión en exploración y desarrollo de nuevos campos petrolíferos, y el fracking se ha acabado de hundir: por tanto, por razones no anticipadas, se sigue el camino previsto.
  • Gran Depresión versión 2.0: Aún es demasiado pronto para que se reconozca como tal, pero lo más probable es que la crisis económica que ha comportado la CoVid se convierta en una depresión económica en toda regla. Los síntomas esperados (fábricas cerrando, despidos masivos, subida del paro...) se están dando, y en España el paro registrado no llega al 20% que se anticipaba gracias al uso de los ERTEs, aunque actualmente ya supera el 16%. Considero que esta previsión seguramente ha sido acertada aunque no por las razones esperadas, y aún tendremos que esperar un año o así para que todo el mundo reconozca que estamos en medio de una depresión económica.
  • Extensión de las revueltas: Es difícil decir si esta previsión ha sido correcta o fallida. Hay mucha inestabilidad en numerosos países, y las revueltas han sido duras en lugares como Chile o, sorprendentemente, los Estados Unidos. En realidad, me temo que esta situación va a ser a partir de ahora la realidad de base.
  • Guerra: Afortunadamente, esta previsión ha sido fallida. Continúan en marcha diversos conflictos bélicos, pero no han estallado nuevos en los países enunciados.
  • Europa, en crisis (política): Una vez más, por las razones equivocadas se puede decir que esta previsión ha sido cierta. La crisis de la CoVid ha creado muchas tensiones internas dentro de la UE, por ejemplo con la aprobación del fondo de estímulo económico para la recuperación. Fuera de las instituciones, en muchas ciudades han surgido protestas contra las restricciones que se han impuesto con base a la crisis sanitaria, primero como reacción a las restricciones de las libertades individuales, más recientemente como queja por las consecuencias económicas del cierre forzado de negocios y actividades.
  • España, huracán: Previsión acertada con algunos matices.
  • Cierre de este blog: No se consideraba probable, y no ha sucedido.

En resumen, las previsiones han sido más acertadas de lo habitual (hay años que no doy ni una), aunque la razón de fondo ha sido la disrupción que ha causado la CoVid-19, no los problemas que se esperaban con el petróleo.

Pasemos, por fin, a hacer las previsiones para el año que viene.

  • La CoVid que no cesa: Es mucho más lo que no conocemos sobre la CoVid que lo que conocemos, a pesar del enorme esfuerzo de investigación que se ha hecho y todo lo que se ha avanzado. En el momento actual las esperanzas se centran en las vacunas experimentales que se están suministrando de manera masiva. Sin embargo, no ha habido materialmente tiempo para experimentar en profundidad con estas vacunas, y por tanto realmente no se conoce con precisión su efectividad (particularmente, el grado de protección contra el virus y la duración de esa protección). Por desconocer, se desconoce si pueden crear efectos adversos a largo plazo (por ejemplo, el Pandemrix podía - con poca probabilidad, eso es cierto - generar narcolepsia unos ocho meses después de suministrarse). Mi previsión es que la efectividad de las vacunas será limitada (cobertura relativamente baja y/o poca duración de la protección), y que por tanto continuará habiendo restricciones significativas. Esto originará un gran descontento social en muchos países, puesto que se han creado grandes expectativas con estas vacunas; la decepción de ver que a pesar del esfuerzo y dinero invertido no se consigue parar (al menos, no del todo) la pandemia llevará a mayor inestabilidad social y, por supuesto, económica. No obstante, es bastante probable que hacia el verano boreal la pandemia se reduzca enormemente en los países del Hemisferio Norte y eso dará un cierto respiro, hasta el siguiente repunte en otoño-invierno. (Incidentalmente, si me preguntan sobre cómo creo que acabará la epidemia, yo creo que al final la CoVid se integrará en el viroma humano como un virus más, como ya lo hizo la gripe A en su momento y otros virus anteriormente. La CoVid seguirá circulando, pero con mucha menos incidencia y en general menos letalidad y morbilidad. Eso sí, dentro de un año o dos).
  • La crisis económica se agudiza: Debido al daño económico ya causado este año, la pérdida de confianza en el futuro de los consumidores (muchos de ellos, en el paro o a punto de estarlo) y que no acabaremos de salir de la crisis sanitaria de la CoVid, la crisis económica se hará más profunda y se empezarán a notar consecuencias más drásticas que las que ya se han notado: cierre de grandes fábricas, despidos masivos y los primeros grandes recortes en prestaciones sociales en muchos países, en particular en España. 
  • La calma que precede la tormenta petrolera: El consumo en general bajará, y particularmente el consumo de petróleo se mantendrá o incluso descenderá ligeramente. Eso mantendrá el precio del petróleo moderado. Las malas perspectivas económicas harán que se mantenga la tendencia a la desinversión en búsqueda y exploración de nuevos yacimientos (tendencia que, recordemos, ya tiene 6 años de duración). En el contexto actual, un año más de desinversión tiene efectos gravísimos: incluso aunque en 2022 se quisiera hacer una inversión masiva (y prácticamente a fondo perdido) en el sector petrolero, el impacto de otro año perdido no se recupera ni en dos o tres años cambiando la tendencia. Y aunque en 2021 no vamos a ver que el precio del petróleo se dispare (podría suceder, quizá, a finales de año, sobre todo si la CoVid comienza a estar bajo control), en 2022 nos vamos a estrellar contra una crisis del petróleo con todas las de la ley.
  • La crisis energética, en las discusiones: Lo que ocurre con el petróleo y el resto de materias primas no está pasando desapercibido por parte de los Gobiernos y los grandes poderes económicos. Ésa es la razón de la sobreinsistencia en el Green New Deal como elemento central de las políticas de recuperación económica. Con el GND vienen muchas falsas soluciones, como la del hidrógeno verde, pero no es la única, y durante el año que comienza veremos un verdadero aluvión de "soluciones energéticas" para la "transición ecológica". Si una cosa tienen en común todas esas "soluciones energéticas" es que detrás solo hay un esquema para que muchas empresas (sobre todo las grandes) puedan captar subvenciones: la "transición ecológica" (algo necesario en realidad, si estuviera bien planteada) va a ser aprovechada como la última estafa masiva de los fondos públicos. Lo cual es muy peligroso, porque cuando pasen los años y los milagros no lleguen, sino que, al contrario, la gente cada vez lo pase peor, se generará una reacción contra "lo verde" y "lo ecológico".
  • Inestabilidad internacional: El año 2021 va a ser un año malo en términos globales. Muchos países cuya economía depende de la exportación de materias primas lo van a pasar muy mal, y tenemos que tener en cuenta que venimos de años muy malos. La posibilidad de disturbios y revueltas es alta y generalizada. Durante este 2021 veo probable que algún productor de petróleo importante acabe con revueltas de gran magnitud, o inclusive en guerra civil.
  • Inestabilidad europea: La pésima gestión del Brexit garantiza que el arranque del año sea bastante caótico y complicado, no pudiendo descartarse que haya problemas de suministro en el Reino Unido en los primeros meses. El interés de las instituciones europeas por demostrar que una salida de la Unión Europea es algo negativo favorece que las medidas que se tomen (y cómo se tomen) sean lo más incómodas posible para los británicos, aunque quizá no todos los socios de la UE estén de acuerdo con estas represalias encubiertas. Añádase a esto que la prolongación de la crisis de la CoVid incrementará las tensiones internas de la UE, sobre todo cuando se comiencen a discutir nuevas medidas de estímulo o incluso de rescate. Es de esperar un incremento de las protestas en la calle, por estos temas y en general por el malestar de las medidas contra la CoVid.
  • Inestabilidad española: Como se ha visto este 2020, el gobierno de coalición español ha sido duramente atacado, tanto dentro como fuera del parlamento, por sus errores en la gestión de la pandemia y en general por las políticas que se han seguido. En 2021, con el panora tan complicado que se nos dibuja, estos ataques se van a recrudecer, y no es evidente que el Gobierno sea capaz de remontar todas las críticas. Dado que el Gobierno se mantiene gracias a un acuerdo con muchos partidos, algunos de ellos abiertamente independentistas, el Gobierno tendrá que ir con sumo cuidado para no causar un incidente que le quite alguno de los precarios apoyos sobre los que se asienta. Todo ello favorece la confusión y la falta de eficacia; falta ver si serán capaces de gestionarlo correctamente. No sería de extrañar ver caer a este Gobierno, aunque mi impresión es que eso no va a ocurrir en este, por lo demás turbulento, 2021.
  • Calma chicha catalana: Por contraste, no espero que pase nada relevante en el otro escenario doméstico bastante agitado en los últimos años. A pesar de las soflamas de los más ultramuntanos, lo cierto es que los dos partidos principales del independentismo catalán están en una clara actitud de desescalada del conflicto y de gestionar el momento presente. Seguramente piensan en una  oportunidad futura para volver a plantear la independencia de Cataluña, pero ahora son conscientes de que no tienen la fuerza suficiente para salirse con la suya y que necesitan alargar los tempos. Independientemente de quién gane las elecciones autonómicas convocadas para el 14 de febrero (si la CoVid lo permite) y de los discursos encendidos, sinceramente creo que en Cataluña no va a pasar nada que reseñar.
  • Cierre de este blog: Aún es pronto para esto, así que no, tampoco será éste el año en el que bajemos la persiana.

Éstas son mis previsiones. Dentro de 365 días comprobaremos hasta qué punto fueron acertadas o no.




Salu2.

AMT

viernes, 25 de diciembre de 2020

The Oil Crash: Año 15

 

Queridos lectores:

Llegamos a estas fechas en las que toca hacer resumen y balance de lo que ha sido el año, centrándonos sobre todo en la temática de este blog (la insostenibilidad de nuestra sociedad). Un año que sin duda ha estado marcado a fuego por la pandemia de la CoVid-19. Sin embargo, no he escogido la típica imagen de la bola coronada del virus para abrir este post, o alguna otra imagen al uso, sino que he preferido comenzar nuestro repaso con una imagen bien diferente: la del puente ferroviario reconstruido sobre el río Tordera, el cual ha sido re-inaugurado hace unos pocos días. Esta imagen, más que ninguna otra, representa el signo del año 2020, y de la Humanidad al fin: éste es el tipo de respuesta que damos a los problemas que se nos plantean. Es decir, pretendemos no cambiar nada porque queremos que todo siga igual. Solo que no sigue igual.

Vamos, pues, con el resumen del 2020:

 

- El temporal Gloria golpea fuerte: En un evento inesperado por su fuerza, después de haber pasado por otra gran tempestad tan solo un par de meses antes, el temporal Gloria azotó España causando 13 muertos y grandes destrozos, sobre todo en la costa oriental, para después ir a cobrarse su peaje de destrucción y vidas en Francia e Italia. Infraestructuras construidas en otro tiempo en el que este tipo de eventos no parecían posibles o probables fueron destruidas por la fuerza de la tempestad (ver en la foto el estado del mismo puente ferroviario sobre el Tordera que comentamos antes y del de la carretera adyacente tras el paso del Gloria). Millones de euros se han invertido en reparar esos paseos marítimos, carreteras, vías férreas y urbanizaciones que volverán a ser barridos del mapa con la siguiente tempestad de este calibre, quién sabe si el año que viene, quién sabe si dentro de dos, pero seguramente antes de que pase una década.

 

- La CoVid llegó de repente para cambiarlo todo...: Un nuevo virus surgido en la ciudad china de Wuhan hacia noviembre de 2019 pero que solo tomó proporciones pandémicas a partir de febrero de 2020 ha causado la mayor crisis sanitaria global que se recuerda en muchas décadas. Un virus con una relativa baja mortalidad global (aunque bastante alta en personas mayores y grupos de riesgo), pero con una morbilidad bastante considerable, que ha sometido a los sistemas sanitarios de muchos países a un esfuerzo considerable - sobre todo después de tantos años de recortes. De repente, delante de la emergencia más grave de nuestras vidas, nos hemos dado cuenta de que los trabajadores verdaderamente esenciales son quizá aquéllos que no reciben la mejor consideración de la sociedad, pero que son realidad la gente a la que necesitamos.

- ... y 9 meses después aún sigue aquí: La pandemia no cesa, 9 meses después de comenzada. El verano boreal dio un cierto respiro a los países occidentales, pero la enfermedad nunca se fue del todo, y al llegar el otoño rebrotó con fuerza desigual en los diversos países, aunque a estas alturas del invierno media Europa está cerrada y temiendo escenarios peores; Estados Unidos cuenta los infectados por millones y los muertos por cientos de miles, y la enfermedad se desboca en tantos otros países. La pesadilla está lejos de acabar.

- La crisis económica del 2020: En los primeros embates de la pandemia, las órdenes de  confinamiento más o menos estrictas impuestas en muchos países causaron una caída drástica de la actividad económica. España es de los países europeos peor parados, con uno de los confinamientos más severos durante la primera ola epidémica que no le sirvieron para tener un verano tranquilo (absolutamente necesario para un país cuya principal industria es el turismo), y un rebrote fuerte y temprano en otoño. Las consecuencias económicas se ven terribles: el tráfico aéreo global caerá este año más de un 60%, las ventas de coches en Europa llegaron a caer un 95% en julio, se calcula que el 20% de los bares y restaurantes de España no sobrevivirán a las actuales restricciones, quiebran cines, teatros, salas de fiesta, discotecas... Tan solo está empezando, pero la crisis del 2020 va a dejar muy pequeña a la del 2008.

- El mercado del petróleo ha cambiado para siempre: En abril de 2020, la demanda mundial de petróleo cayó más del 30% con respecto a abril de 2019, y en el conjunto del año 2020 se espera una caída de consumo de al menos el 10% con respecto a 2019. Las quiebras en el sector del fracking de los EE.UU. son tan numerosas y abultadas que se da por descontado que el sector ya no se repondrá en muchos años por la desconfianza de los inversores que han perdido muchísimo dinero. Conviene recordar que 2020 simplemente ha supuesto un cierto acelerón con respecto a una tendencia que se había consolidado desde 2014. La inversión cae en picado mientras los precios se mantienen relativamente bajos.

 

- Viendo el peak oil desde el retrovisor: Siempre se ha dicho que no se podrá reconocer que se ha pasado el peak oil hasta que lo veamos por el retrovisor. Por desgracia, ya estamos en ese punto. Las compañías petroleras llevan reduciendo su inversión en su propio sector desde 2014 (Repsol anunció hace unos días, en la presentación de su plan estratégico 2021-2025, que invertirá en la búsqueda de petróleo 150 millones de euros anuales, menos del 10% de lo que invertía en 2014). Dada la falta de inversión en búsqueda y desarrollo de nuevos yacimientos, está garantizada una caída rápida de la producción de petróleo en los próximos pocos años: nuestro escenario de referencia está entre los dos peores que mostraba la Agencia Internacional de la Energía en su informe de este año (gráfica que acompaña estas líneas). El peak oil fue en diciembre de 2018, y nunca más recuperaremos ese nivel de producción. Algo que han empezado a reconocer a regañadientes BP o el ministro ruso de finanzas, aunque pretendan disfrazarlo de la vieja falacia del "pico de demanda".

 

- Mientras tanto, ahí fuera siguen pasando cosas: Comenzamos el año que aún ardía Australia y este año ha vuelto a haber incendios de gran extensión en la Amazonia. Se han producido grandes inundaciones en Indonesia. La plaga de langosta asuela África y agrava la hambruna. Siguen ahogándose inmigrantes que intentan pasar desde África hacia Europa. La malaria y otras enfermedades evitables siguen matando a centenares de miles de personas cada año. La concentración de CO2 sigue subiendo en la atmósfera, y en todo caso no se reduce. El mundo sigue girando, aunque nosotros no lo miremos.

 

- Mientras el autoritarismo crece, la contestación social también: Al calor de la crisis sanitaria que plantea la CoVid, muchos países van tomando cada vez medidas más duras que restringen las libertades individuales, no siempre justificadas por la necesidad de luchar contra la pandemia. En muchos sentidos, el problema real de la CoVid se está utilizando para continuar deslizándonos por esa peligrosa pendiente que nos lleva al autoritarismo. Paralelamente, grupos de ciudadanos, espontáneamente organizados o no, han comenzado a tomar las calles, denunciando lo que a su juicio es un plan para arrebatarnos las libertades. Desafortunadamente, los argumentos aducidos por estos grupos son, demasiadas veces, bastante temerarios, por no decir directamente absurdos. Teniendo en cuenta las graves dificultades que nos encontraremos adelante, la absoluta desorientación de la ciudadanía y la tendencia de nuestros gobernantes a meter los tornillos a martillazos, se anticipan años muy turbulentos.

 

- Año de transición en lo político: Este año ha visto el final del mandato de Donald Trump, la agonía de la indefinición del Brexit, el bloqueo en Europa de los fondos para la recuperación y el estímulo de la economía, y, yendo a la escala doméstica, los vaivenes del Gobierno de coalición en España y la destitución final de Quim Torra como president de la Generalitat de Catalunya. Todos estos problemas han sido tormentas en un vaso de agua, amenazas de algo que podía haber sido peor pero que de momento se ha quedado en nada. Sin embargo, todas estas cuestiones anticipan problemas que se van a producir en los próximos años. Se está sembrando los vientos hoy que degenerarán en tempestades mañana, regadas por el descenso energético que propiciará el peak oil.


- Sale a la venta "Petrocalipsis": Para mi también ha sido un año importante, porque se ha publicado mi primer libro de ensayo "Petrocalipsis: Crisis energética global y cómo (no) vamos a solucionarla". Un libro en el que repaso, de manera más divulgativa que en este blog, las distintas alternativas a ese petróleo que ya nos comienza a escasear, simplemente para mostrar que no hay ninguna solución sencilla al alcance, y que la única salida de esta crisis no es cambiar de fuentes de energía, sino de sistema.


En el siguiente post, como también viene siendo tradicional, abordaré mis previsiones para el año que comienza en una semana. Permanezcan en sintonía.


Salu2.

AMT

P. Data: Les deseo una Feliz Navidad y que pasen las mejores fiestas posibles.

domingo, 6 de diciembre de 2020

La Fiebre del Hidrógeno 2.0 (y III)

Queridos lectores:

Esta semana, Beamspot nos ofrece la tercera y (por el momento) última entrega de su análisis sobre la reciente fiebre por el hidrógeno verde que se ha desatado en las cancillerías de los Gobiernos y en los despachos de las grandes corporaciones. Agárrense la cartera y lean este último ensayo.

Salu2,

AMT

La Fiebre del Hidrógeno 2.0

Y parte III.

 

 

En las dos entradas anteriores se abordaron dos usos del hidrógeno que se promueven desde esa institución no democrática que es la Unión Europea (¿alguien ha votado a Úrsula Von der Leyen en unas elecciones?).


Vimos que una era a todas luces una tomadura de pelo, básicamente una confirmación que las baterías no daban de sí para alimentar camiones de gran tonelaje y largas distancias, o al menos así parece ser que piensan nuestros preclaros líderes, pero el hidrógeno tampoco arregla nada. Hasta Volkswagen soporta esta tesis.


La otra parecía, a primera vista, más ventajosa y lógica, aunque como se explicó, en base al truco de ocultar gastos, si bien no se entró en mucho detalle es este último punto.


Hoy veremos algo más sobre las consecuencias de ambas aplicaciones, así como el uso de la opción estática usando la infraestructura existente, para la gestión de la intermitencia y variabilidad que no se abordó anteriormente.



Gestión de la intermitencia.

Uno de los usos importantes que propone la Unión Europea para el Hidrógeno a medio plazo, ‘cuando haya capacidad de almacenamiento’ suficiente, es para la gestión de la intermitencia de las renovables, es decir, un paso más allá de la ‘simple’ gestión de la inestabilidad (que es la manifestación a corto plazo del mismo problema).


La idea es almacenar hidrógeno cuando las renovables, que deberían estar sobredimensionadas, generen energía de ‘sobras’, para luego gastarlo durante los picos de consumo en que las renovables no pueden cubrir la demanda.


Ya hemos visto que, incluso con penetraciones relativamente bajas, hay que recortar su producción debido a los problemas de inestabilidad que generan, pero esa producción sigue siendo ‘relativamente pequeña’. Esa es, en un principio, la energía que quieren utilizar para esta aplicación.


Luego, esa sobreproducción que se ha almacenado en alguna parte se devuelve a la red. Invariablemente, mediante centrales ‘convencionales’, léase turbinas de gas. Bien pueden ser de ciclo combinado, más lentas en arrancar, bien sean ‘peakers’, mucho más rápidas y pensadas para arrancar y parar y hacerlo rápido, a costa de un rendimiento más bajo (del 50% de las de ciclo combinado a un 40% en el mejor de los casos para las peakers).


Dada la situación de inestabilidad, lo más probable es que algunas de estas centrales ‘convencionales’ estén en funcionamiento incluso mientras las renovables ‘sobreproducen’, para aportar más estabilidad.


Con ese concepto en mente, y obviando las pérdidas por compresión, distribución, fugas, etc, podemos hacer un cálculo simple.


Si la hidrólisis tiene un rendimiento del 60%, y las centrales de ciclo combinado del 50%, tenemos que el rendimiento final entre la energía ‘sobreproducida’ y la ‘reutilizada’ es del 30%. Si vamos a un ‘peaker’, bajamos al 25%.


¿Y eso qué quiere decir?


Pues que por cada kWh que gastemos de electricidad hecha con hidrógeno verde, se han tenido que ‘sobreproducir’ antes 3 o 4 kWh, una energía que las renovables van a querer cobrar.


Eso significa que el kWh consumido de almacenamiento va a costar 4 o 5 veces lo que el kWh de renovables en los momentos en que éstas sobreproducen. Y el hecho que sea en diferido complica las cosas ¿van a producir cuando produzcan, pero van a cobrar cuando no? ¿O cómo va eso?


Por mucho que digan que esa electricidad ‘sobrante’ es ‘gratis’, no conozco yo ninguna empresa de generación, renovable, fósil o de galletas ya puestos, que haga nada de gratis ni por el amor al prójimo.


Esa electricidad se va a pagar sí o sí. De hecho, ahora mismo Alemania está pagando a Dinamarca para que NO produzca. Claro que no queda claro >>exactamente quién<< está pagando, así que o bien cae en la factura de la luz de los alemanes, o bien sobre impuestos a los alemanes… lo cual significa que lo paga el pueblo alemán de una forma u otra.


Pero de ‘gratis’ nada de nada.


Eso de ‘gratis’ es un cuento comercial muy viejo y muy manido y que en el caso de la electricidad se puede ver no sólo en los precios expuestos en el anterior artículo, sino en el clásico ejemplo que ‘los cochepilas son más baratos de consumo’, e incluso, ‘Tesla regala la electricidad’. La verdad, ahora que ya empieza a haber cochepilas por ahí rondando, es que un Tesla cuesta más en electricidad por Km que un BMW gasolina.


¿O acaso nos pensamos que las decenas de millones de € en impuestos a los combustibles que recauda el gobierno van a dejar que desaparezcan?


En esa tesitura, es obvio entonces que la electricidad va a subir, y que encima lo va a hacer de forma más acusada según la situación meteorológica. O sea, tremendamente variable.


Veamos algunos ejemplos.


Para empezar, iremos a por lo más rápido, es decir, las variaciones en el corto plazo, en términos de milisegundos a segundos.


Este tipo de variaciones tienen dos fuentes: la generación fotovoltaica por un lado, y la causada por líneas de transmisión largas sobre las que la potencia no está perfectamente controlada.


Dada la extensión y complejidad de esta última que ya hemos comentado superficialmente, ahora nos centraremos en la primera. Pongamos un gráfico de una instalación fotovoltaica fija, producción real en un día soleado (línea azul) y en un día con nubosidad variable (violeta).

 

Producción real de un mismo panel fotovoltaico en dos días diferentes. Ojo con las horas.


  

Los defensores de la fotovoltaica se jactan de la previsibilidad de la misma. A la vista está, en esta gráfica que, de eso nada, monada. Si el día sale bien, soleado, se puede conseguir lo que se prevé, más o menos, pero como haya nubes, nada de nada, mucho menos.

Peor aún: la tremenda variabilidad de esa producción tiene que ser compensada de forma rápida, eso implica que como esté nublado necesitas tener en todo momento una energía de respaldo controlable, despachable aunque haga sol!


Esta es probablemente la mejor forma de ver de forma fácil porqué se pretende hacer ‘hidrógeno verde’: mientras se consume energía estable (¿producida con?), la energía inestable de las renovables es más conveniente que sea absorbida de forma variable, según se produzca, por la hidrólisis


Eso, este tipo de problema de intermitencia implica una producción variable también, cosa que ni los electrodomésticos ni las grandes fábricas (ni la mayoría de los accesorios eléctricos) lleva bien, de ahí que se tenga que ‘gastar’ en cosas que sí lo permitan.


Resumen de este ejemplo: cuando hay variabilidad en la producción (porque es incontrolable) a corto plazo, conviene que la energía suministrada a la red sea estable (mediante generación controlada, despachable), mientras que la renovable afectada se dedica prácticamente en exclusiva, a generar hidrógeno, puesto que este proceso permite y ‘absorbe’ la variabilidad (con las pérdidas de rendimiento en la producción de hidrógeno asociadas).


‘Al menos no se pierde’, dirán unos. ‘Al menos ahora se cobra’, diremos otros.


Sigamos con el siguiente paso temporal, el del orden de minutos. Esta vez, va de una mezcla, fotovoltaica y eólica.


Cuando por encima de un inmenso parque fotovoltaico pasa una gran nube, al mediodía o en un momento de mucho sol, la variación de potencia es más lenta (son más placas, y la nube tarda un tiempo en cubrirlas todas), pero también de más MW.


Cuando hace mucho, mucho viento, los parques eólicos se paran para evitar dañar los aerogeneradores. Eso, de nuevo, implica para un parque grande, que se pasa del 100% de potencia nominal al 0% en cuestión de minutos. Y dado que, como veremos más adelante, el viento fuerte tiende a soplar en grandes áreas, se verán afectados varios parques, especialmente si se intenta sobredimensionar la eólica para cubrirlo todo con renovables.


En ambos casos, estamos hablando de la pérdida de centenares de MW en el orden de 5 a 10 minutos.


Una planta de gas tarda mucho más en arrancar. En una de ciclo combinado, la turbina de gas tarda del orden de una hora o algo más, mientras que la etapa de vapor se retrasa todavía unos 30 – 40 minutos tras la entrada de la turbina de gas (con el consiguiente consumo de gas para esa operación que no contabilizan los pro renovables).


Eso es ya un problema muy grande. Y este, junto con el orden inferior de tiempo, son los dos únicos problemas reales que solucionan las baterías estacionarias como la famosa de Tesla en Australia: 100MW de potencia durante unos 80 minutos… que es el tiempo que tarda en arrancar una central de gas de ciclo combinado.


Pero 100MW es poco, muy poco. La potencia de generación instalada es del orden de los GW, entre uno y tres órdenes de magnitud más grandes.


En Corea del sur también pusieron baterías, coreanas. Más de 20 plantas de este tipo ardieron en un año.


Y sin embargo, este problema de que caigan centenares de MW, GW en muchos casos, en menos de 10 minutos, es algo común que pasa varias veces al año. De hecho, este problema ya ha hecho ‘saltar’ la luz bastantes veces en Australia, hasta el punto que para apaciguar el cabreo del pueblo, los australianos pusieron la megabatería de Tesla famosa (como a unos 700$/kWh, nada barata). Lo cual fue una demostración más de los límites de integración de las renovables.


No sólo eso. Si toda la energía que consume el mundo fuese eléctrica, e hiciésemos una batería con todo el litio que se estima que existe… dicha batería podría almacenar el consumo de unas 4 horas. Sin dedicar nada ni a cochepilas ni a móviles ni otro tipo de equipamiento. Si añadiésemos baterías de plomo… estaríamos en una hora más.


Sólo para hacerse una idea.


Por eso surge de nuevo el mismo planteamiento que para el caso anterior: cuando se vea viento tan fuerte (la previsión meteorológica en este sentido es de fiar), se pone en marcha energía despachable, y toda la producción eólica afectada se desvía a hacer hidrógeno. Y eso puede ser mucho, varias veces al año.


Pasemos ahora al siguiente caso en la escala temporal. La variación diaria, intradía como dirían los corredores de bolsa. O, de forma más evidente, el ciclo día/noche que, obviamente, afecta de forma muy previsible a la fotovoltaica.


Y aquí es donde aparece la ‘curva del pato’ (y los apagones inevitables de California).

 

 

Cuac cuac. El ‘cuerpo’ del pato, a la naranja, es la producción fotovoltaica. La línea superior, el consumo, y la línea inferior, la producción despachable o controlable, en un día de primavera/otoño. Nótese la cabeza, a la derecha.



El nombre de la curva hace justicia a su forma. Hay dos o tres puntos destacables. El primero, la bajada enorme de producción en las horas centrales del día. El segundo, la enooorme y empinada cuesta de entrada en servicio de la energía despachable.


El tercero… que el pico de consumo es de noche, tras la puesta del sol. Invariablemente, cuando la gente vuelve del trabajo, y tiene que encender las luces, cocinar (recordemos que no sólo se promociona la cocina eléctrica, es que en San Francisco ya tienen prohibidas las de gas, igual que las calefacciones que no sean eléctricas) la cena, etc. Suele ser el momento de mayor consumo doméstico, además de ser, simplemente, el de mayor consumo.


El consumo es complementario con la producción solar…


¿Adivinan Uds. A que hora es, sistemáticamente, más cara la electricidad?


Bien. ¿Cuáles son los problemas de esta curva? Con números, plis.



Aunque no se ve muy bien, el mínimo está en los 11 GW, y el máximo en los 25 GW. Eso significa que entre las 8:00 y las 10:00 tienen que retirarse como 4 GW, de 10:00 a 14:00 otros 2 GW… para luego, de 16:00 a 19:00, en tres horas… subir 14 GW. Eso implica tener 14 GW que van entrando y saliendo, y que, en teoría, sólo facturan durante unas horas. A las que le tienen que añadir el sobre coste de arranque y parada que generalmente no se contemplaba (las centrales eléctricas no suelen estar diseñadas para parar y arrancar cada día, eso son sólo los ‘peakers’), sin contar las pérdidas por ineficiencia. Un ciclo combinado puede dar del orden del 52% de rendimiento… en el punto óptimo. A la primera que lo sacas de ahí, baja. Además, ya hemos dicho que hay que arrancarlos como una hora y media o más antes de que entreguen toda la potencia.

Todo eso implica que hay que sincronizar unas cuantas centrales de ciclo combinado y ‘peakers’ (creo que en California no hay ninguna: ‘compran’ esa electricidad a los estados colindantes, cosa que, por la distancia, aumenta la inestabilidad y limita la capacidad de compra a las cercanías de los estados limítrofes), que tienen que entrar todas de forma muy controlada en un período de tiempo muy controlado… y que se puede descontrolar por la simple aparición de una nube.


Por supuesto, hay bastantes más problemas, que se exacerban a medida que va aumentando la penetración. Uno de ellos, por ejemplo, es la pérdida de rentabilidad de las centrales que funcionan de forma intermitente (al funcionar menos horas además del sobrecostes de unos arranques que no estaban previstos en su momento), lo cual hace que se retiren, se cierren… y se pierda la capacidad luego de estabilizar y suministrar la energía.


Eso limita la capacidad de rampa (Limited Ramping Capacity, en la gráfica). Y entonces hay que optar por varias soluciones.


La primera, recortar entrega de energía (la de la izquierda). O sea, apagones (que en verano, que es cuando más energía da la fotovoltaica, son generalizados en California desde hace años).


La segunda opción, recortar renovables, con lo que hay más centrales de ciclo combinado (o carbón, o nuclear, que son más lentas, pudiendo tardar días en arrancar) funcionando en todo momento. Esto reduce inestabilidad y otros problemas.


Esa segunda opción es algo que sabemos que se está haciendo desde hace tiempo en muchas partes, empezando por Alemania con su ‘ejemplar’ Energiewende (que es la primera que no sólo recortó, sino que hizo parón en nuevas instalaciones, al comprobar que se disparaba el coste).


Insisto: esto es una demostración fehaciente de las limitaciones de las renovables, que hace tiempo que están con nosotros.


Por supuesto, ahora se trata de poner sobre la mesa, una tercera opción para ‘allanar la curva’. El almacenamiento de esos excedentes que ahora se ‘recortan’ (y que, en algunos casos, se pagan). La propuesta de la Unión Europea.


En esta curva del pato ‘rellena’ se puede ver la energía que se almacena durante las horas de mayor producción fotovoltaica, cosa que permite mantener 15 GW de generación ‘convencional’ (de combustibles fósiles), para luego verterla durante el pico de demanda, cosa que limitaría la necesidad de potencia ‘convencional’ a menos de 22 GW.


Eso sería una ‘buena opción’ por ambas partes.

 

La curva del pato ‘relleno’. Se trata de almacenar energía de 10:30 a 16:30, para luego verterla de nuevo a la red durante el pico de consumo.

 
Excepto que… ¿cómo se ‘devuelve’ esa energía almacenada? Porque la red sigue demandando 26 GW (según esa gráfica, que es algo vieja, del 2013). Eso es algo que no explica la gráfica, pero que en realidad sería mediante ‘peakers’ de hidrógeno (recordemos, esas turbinas de gas específicas que fabrica Siemens). 


Algo más de 5 GW de ‘peakers’.


Por otra parte… a ojímetro, estamos hablando de unos 15 GWh. O sea, como unas 120 baterías como la Tesla australiana. Suponiendo una eficiencia del 100% (en realidad estaría sobre el 80%, y por tanto, harían falta 150 baterías)


Sin embargo… si lo hacemos con hidrógeno… y resulta que tenemos que producir 45 GWh de electricidad para generar el hidrógeno necesario para luego poder devolver 15 GWh… suponiendo centrales de ciclo combinado. De ser con ‘peakers’, estaríamos hablando de más de 60 GWh, ya que habría que añadir el gas necesario para irlas arrancando antes, sin producir electricidad en absoluto. O sea, como 70 GWh invertidos.


Sin embargo, en la gráfica, se recortan sólo 15 GWh.


Para añadir 55 GWh de energía, en las aproximadamente 8 horas que produce la solar… necesitaríamos añadir una producción media de unos 6.8 GW. Es decir, durante las horas de producción fotovoltaica, necesitaríamos consumir una media de 21.8 GW para generar el hidrógeno necesario para cubrir el pico.


Eso es lo mismo que todo lo que produce, según esa gráfica, la fotovoltaica, cosa que implicaría que la producción ‘convencional’ se mantuviese estable durante las 24 horas, más o menos.


Para eso, tendríamos que almacenar como 37.5 GWh de hidrógeno, es decir, alrededor de 1000 toneladas de hidrógeno, unos 14000 millones de litros, 14 millones de m3, en condiciones normales. Para que nos hagamos una idea, un barco metanero tiene una capacidad del orden de ¼ de millón de m3


Hidrógeno obtenido a partir de 9000 toneladas de agua, unas tres piscinas olímpicas.


9000 toneladas de agua consumida, vaporizada. Recordemos que eso hace efecto invernadero. Y no hablamos de sosa cáustica ni cloro ni nada, ya que se supone que sería agua potable (que deja residuos no potables).


Cada día.


Recordemos: haría falta dedicar toda la producción fotovoltaica actual sólo para suplir el pico de la noche.


No nos ahorramos nada, y encima tenemos que gastarnos toda la infraestructura (amén de la fotovoltaica). Y ese coste total, incluyendo lo que ahora se paga por la fotovoltaica, se concentraría sólo en las horas de picomientras el resto se paga igual. 


Dicho de otra manera, el precio de la electricidad se dispararía. Es decir, si la electricidad en California se pagaba (en 2017) a 16.2 centavos el kWh, dado que hacen falta tres kWh como mínimo para hacer el hidrógeno que luego se producirá durante el pico, tenemos que éste no sería rentable por debajo de 48,6 centavos. Si contamos que la central del ‘peaker’ y todo el tema de almacenamiento energético también se tiene que pagar, algo tienen que cobrar, de algo tienen que vivir (¿de verdad cree alguien que van a gastar el dinero de gratis?), durante el pico, ese kWh se tendría que pagar a más de 50, o mucho más probablemente, 60 o 70 centavos (4x precio kWh para generar el hidrógeno, más el coste del ‘peaker’ – que recordemos que tiene menor rendimiento – y el almacenamiento, que además debería ser más grande).


Obviamente, lo que se puede hacer, de hecho, parece ser que es lo que se hacen en California, es diluir el coste del pico entre el resto, así que, en lugar de tener tarifas diferentes, lo que tendremos es un incremento medio del precio de 16.2 a unos 22 centavos el kWh.


De ahí se demuestra que el precio de la electricidad, lejos de bajar, va a subir. Por mucho que nos manipulen, nos engañen diciendo que la electricidad renovable es ‘gratis’. No existe ni la electricidad gratis ni ninguna empresa que regale nada (sin obtener beneficio por otra parte… o quebrar).


Y eso que California no es precisamente el estado con la electricidad más barata de los USA. O sea, a saber a cuánto les saldría la broma si se aplicase esta solución.


Y eso sólo para cubrir un pico de demanda.


Si cogemos una media de consumo de unos 21 GW, eso son 504 GWh al día. Unas 7.2 veces la producción solar diaria. Lo que implica que con un almacenamiento efectivo al 100%, ‘sólo’ tendríamos que multiplicar la capacidad instalada por 7.2.


Dado que la producción podría cubrir una tercera parte de forma directa, sólo se tendría que cubrir con almacenamiento el resto, es decir, unos 330 GWh, que como ya hemos visto implica alrededor de 1000 – 1300 GWh de producción extra.


Por tanto, la capacidad de producción necesaria para cubrir ese día (sin nubes) totalmente con solar y almacenamiento por hidrógeno significa una producción real de unos 1500 GWh, tres veces el consumo. Y una capacidad fotovoltaica 20 veces superior a la del gráfico (más o menos la actual de 2020).


Y una producción y almacenamiento de hidrógeno de más de 7 veces la calculada para el pico.


Grosso modo, a ojímetro, pero sirve para hacerse una idea de lo que significa la intermitencia diaria fotovoltaica en un día ‘normal’ en una ubicación con buena exposición solar, y sin nubes.


Dado que hay que cubrir dos terceras partes con energía almacenada durante el día, y a la gran necesidad de sobreproducción eléctrica por la ineficiencia eléctrica de esta opción, podemos hacernos una idea del precio que va a tener la electricidad. Más o menos, más del cuádruple del actual. Sólo contando la producción, y con el precio actual, descontando todo el tema inversiones y mantenimiento de la parte de almacenamiento.


Eso sí, ni la parte de infraestructura de distribución y control de electricidad, ni los generadores eléctricos en base a hidrógeno, etc se tiene en cuenta.


Lo dicho, de gratis, nada de nada.


Como se puede ver, ya en este punto pensar que la electricidad de origen fotovoltaico va a ser más barata que lo que ya tenemos es tener mucha FÉ.


Obviamente, pensar con estos datos que el precio de la electricidad va a bajar es absurdo.


Con la termosolar de concentración (como la central de Ivanpah) con almacenamiento (térmico), todo eso se suaviza mucho, además de ser bastante más controlable. Y sin embargo, los precios actuales de la electricidad en California apenas dan para que salga rentable. Otra similar, Crescent Dunes, ya ha fracasado incluso antes de entrar en funcionamiento.


Probablemente, el sistema de contabilidad tenga mucho que ver con todo esto.


Por otra parte, la mayor producción renovable no controlable es la eólica (en algunos países, es la hidroeléctrica produce mucho más, como Noruega, pero esa es controlable, en otros, es el ‘sistema de control de las nucleares’). Invariablemente, la producción eólica está en manos de grandes empresas, la particular (la ‘democrática’ del ‘autoconsumo’) es despreciable.


En este caso, hay variación también del orden de horas, días, pero es ‘más variable’, y claramente más imprevisible.


Veamos cómo va eso en función del día en Europa, con datos reales.

 

Producción eólica total de Europa. Alemania destaca debido a que tiene mucha eólica instalada, seguida de España. Con estos datos no se termina de ver el panorama.


 
Producción eólica de Europa normalizada por país (es decir, como si todos tuviesen instalada la misma capacidad). Nótese que cuando sopla el viento, sopla en todas partes, y que cuando no sopla, no sopla en ninguna (casos numerados, 1, 2, 3, 4) que es cuando se debe consumir el excedente. La conclusión es que una mayor integración de la red eléctrica europea no arreglaría

 


Lo primero que salta a la vista de estos datos reales (y más aún, de su normalización) de septiembre y octubre de 2015, es que o el viento sopla según le dé, caprichosamente, ‘aleatoriamente’, no de forma ‘controlada’, ni mucho menos previsible.


Es obvio que la cosa va ‘a rachas’, y encima… las rachas se superponen en todos los países europeos, con lo que la interconexión e ‘integración’ de las redes eléctricas no serviría de gran cosa.


En el caso de la gráfica normalizada, hay que mirar el caso 4, que es un período de alrededor de tres días de ‘calma chicha’ en todo el continente (días 18 a 21 de octubre), precedido de unas semanas con producción más bien escasa y variable, tras otro período de calma chicha de un par de días (9 y 10), justo tras un gran pico de producción (6 – 7 – 8).


Para ese caso, para el momento de calma nº 4, apenas quedaría nada acumulado (y recordemos, que sólo se recupera 1/3 a ¼ de la energía sobrante de los picos) que quemar. La situación del período de calma nº 3 no es muy diferente.


Eso implica que hace falta una gran capacidad de sobreproducción y almacenamiento, especialmente si lo comparamos con la intermitencia diaria (aquí habría que cubrir, claramente, más de una semana).


Pero también implica que esos días, de forma imprevisible e inesperada, la factura de la luz se iba a disparar. O alternativamente, el precio medio subiría mucho.


Y eso si a nadie se le ocurre quemar el gas para la calefacción en unos meses en que en el centro de Europa ya empieza a pasar frío.


Pero si de estas gráficas alguien saca conclusiones pensando mal… pues ahí van un par más.

 

Producción real en kWh de una instalación fija sobre tejado para autoconsumo, durante tres años consecutivos, comparados con la estimación (en lila) que da un programa de ‘cálculo’ de producción fotovoltaica. Ojo los datos de Mayo.


 
Esta es de un sistema fotovoltaico fijo. Se observa que la distribución real a lo largo del año es bastante aproximada, pero casi siempre por debajo de lo teórico calculado, además de una variación de año a año, que en el caso de Mayo llega al 50%.


Sin embargo, lo que importa aquí es la estacionalidad. Obviamente, en invierno hace frío… porque no hace sol (de los datos se ve que en Enero se obtiene como una quinta parte de la energía que se obtiene en Junio, es decir, una relación 1:5) Pero precisamente es entonces cuando ponemos la calefacción (a gas?). Eso implica que hay que almacenar en verano para el invierno.


Y aquí viene la segunda gráfica al caso: el consumo energético de mi pisito según el año, desglosado en electricidad (cocina, luz, lavadoras, aire acondicionado y bomba de calor, nevera) y gas (calefacción y agua caliente sanitaria). Se puede observar el consumo energético como es prácticamente complementario al de producción fotovoltaica, siendo la calefacción el principal consumidor en los meses en que NO hay Sol. Y eso que el pisito este es bastante caliente en invierno por orientación y efecto invernadero…

Gasto energético del piso del autor. Total en verde, gas (calefacción y ACS) en rojo, y electricidad, en azul. Apenas perceptible, se gasta más electricidad en invierno.


Este caso es similar al que veíamos de intermitencia diaria para la fotovoltaica con dos salvedades: una, menor, que el pico de demanda se sitúa a la izquierda, y la mayor, que esto es en meses, no horas.


También se observa la complementariedad entre la producción y el consumo energético que ya se comentó con el caso de la intermitencia diaria.


Y eso que estamos en un país cálido (España) donde los inviernos son suaves, y en verano hay sol a raudales. Que, si nos vamos a Alemania, la situación empeora con una menor exposición solar, inviernos con cielos plomizos durante semanas, nieve que se acumula y hay que limpiar de encima de los paneles, y una variación invierno/verano mucho más acentuada incluso sin nubes (del orden de 1:6 o más), y un consumo en calefacción en invierno mucho mayor, aún a pesar de estar más bien protegidas y aisladas las viviendas.


Si para tener bajo mano la intermitencia diaria (en un día medio, primavera u otoño, en que no hace falta ni rellenar almacenamiento estacional, ni tirar de él) vimos cómo el precio se disparaba, al tratar con la variación estacional (sin contar con la variabilidad interanual), la cosa se multiplica, pasamos de horas a meses (con más pérdidas), y el gasto, especialmente en el apartado de almacenamiento, se va totalmente de madre


Al hablar de sustituir horas por meses, estamos aumentando la necesidad de sobreproducción y almacenamiento más de dos órdenes de magnitud. Más de 250 veces más.


Es lo que tiene la energía no controlable. Igual que los barcos a la deriva, que tienen prioridad absoluta de circulación puesto que no pueden controlar el rumbo ni la velocidad, las renovables eléctricas intermitentes también tienen prioridad absoluta.


Pero no se puede llenar el mar de barcos a la deriva, porque nada llegaría a puerto. Si encima se pretende que los barcos que aún son controlables los arrastren y remolquen, lo único cabe esperar es que se hunda totalmente el comercio internacional, lo que terminaría con los viajes en barco, a la deriva o no.


Un ejemplo claro de cómo esto afecta ya (es decir, de nuevo límites de las renovables eléctricas intermitentes contra los que estamos chocando cada vez más), es lo que ha pasado con la presa de Peñitas, en México, en la zona de Tabasco, dónde el exceso de acumulación de aguas en temporada de lluvias debido a priorizar la electricidad no controlable (eólica y fotovoltaica) ha terminado forzando a desembalsar agua al estar ésta presa al 102%... y por tanto, causar inundaciones y daños mayores en la población.


Todo un desastre anunciado que ninguno de los adalides de las renovables no quiere ni prever ni aceptar.


Y es que públicamente sólo se sacan las cosas buenas de las renovables, haciendo cábalas basándose sólo en esa parte, mientras se ningunea la parte oculta, la cara sucia de las mal llamadas energías limpias.


Se trata exactamente de la misma mentalidad que ninguneaba las emisiones de los vehículos (y que sigue haciéndolo con los eléctricos), y que nos ha traído hasta aquí.


Implicaciones directas e indirectas.

 

Las implicaciones de todo esto son varias, y más amplias que no sólo los números de potencia instalada, energía consumida, capacidad de producción y almacenamiento, etc.


Hemos visto que la primera de ellas es que las renovables eléctricas intermitentes generan una inestabilidad en la red eléctrica que implica un cambio, ampliación y remodelación de la red de distribución muy costoso, y aún así, eso es insuficiente.

 

Desarrollo o instalación eólica en Alemania, desglosada por tipo y con previsión para 2020. Hay que destacar que buena parte son repotenciaciones de instalaciones ‘viejas’.


 

Los problemas eléctricos que generan en el corto plazo (inestabilidad del orden de milisegundos a minutos) han saltado también en el corto plazo, antes que los otros grandes problemas que ya se han comentado en otras partes, empezando por el archiconocido de la intermitencia diaria.


Ante este problema, Alemania y su Energiewende han pegado un frenazo en la instalación de nueva energía eólica, como se aprecia en la gráfica adjunta. No sólo eso. Una parte cada vez más importante (en %) de las instalaciones no son ‘nuevas’ sino repotenciaciones (aumento de potencia mediante la sustitución de unos aerogeneradores ‘viejos’ por otros nuevos de mayor potencia).


El frenazo de 2018 es más que evidente. Y encima, esta publicación (nada sospechosa de ser anti renovables) ya lo preveía en 2017. Además, una de las causas que aduce es precisamente los problemas de congestión de la red de distribución, de tal manera que el Bundestag restringe las instalaciones (incluso repotenciaciones) en las áreas dónde se genera mucho y consume poco frente a las que consumen mucho y producen poco.


También habla de la resistencia entre la gente ante los problemas cada vez más evidentes de este tipo de instalaciones, su impacto ambiental, social y estético.


No sólo eso. El hecho que la red de distribución sea el factor limitante principal, y que, por tanto, su expansión norte-sur sea prioritaria para poder ampliar la penetración de renovables, la gente también se opone a dicha instalación.

 

Inversiones en renovables 2000 a 2016 en Alemania desglosadas.

 


No sólo eso. Si miramos las siguientes gráficas, extraídas de los mismos artículos enlazados, vemos que la inversión en fotovoltaica sufrió lo mismo en 2012 (franjas en naranja).


Por esas fechas, empezó a ser obvio que Alemania había perdido ‘la guerra fotovoltaica’ con China. De la misma forma, se comprobó que ‘la guerra eólica’ con los asiáticos seguía siendo favorable a los teutones, ya que se disparó la inversión en eólica, tanto onshore (en tierra firme) como offshore (en el mar).


El siguiente paso, será un aumento, de nuevo, de eólica offshore, ya que esta no presenta las quejas del público, aunque consume más tierras raras como el neodimio y el disprosio al utilizar este tipo de elementos para el generador. También son más costosas, su impacto ambiental es mayor, su mantenimiento es más caro, y su acceso más difícil, aunque suelen generar más, de forma más constante… y no ‘molestan a la vista’ (ojos que no ven, corazón que no siente y por tanto, menor resistencia pública).


Dicho de otra manera: la inversión en fotovoltaica se ha ido al garete (al perder esa batalla). La eólica terrestre se ha encontrado con un problema de congestión de la red de distribución, además de resistencia pública, así que la única vía de crecimiento de renovables para cubrir las expectativas sólo tiene una posible salida: la eólica offshore.

 

Distribución de los ahorros de CO2, equiparables a la energía producida por renovables, desglosado por sector y tipo de energía.


 


Pero para eso, necesitan solucionar el tema de la red de distribución eléctrica… y el tema del hidrógeno (a ser posible, marino) se presenta como una ‘patada hacia adelante’ interesante que cubre varios frentes.


Sin embargo, de esta otra gráfica, se puede ver algo curioso: a pesar de que la fotovoltaica instalada es casi igual a la eólica (41.3GW frente a 55.6GW), la producción renovable está encabezada por… la biomasa, seguida de la eólica, y sólo en tercer lugar, de lejos, la fotovoltaica, con escasa ventaja sobre la hidroeléctrica. 

Hay que notar que la biomasa se usa para tres sectores: electricidad (la más ‘ecológica’ en cuanto a emisiones ahorradas de CO2), calefacción y transporte, siendo prácticamente la totalidad de esos dos últimos sectores. Una demostración de la ineficiencia de la fotovoltaica (que también sufre grandes recortes de producción, del orden del 30% en verano)… y de la incapacidad de usar las renovables eléctricas intermitentes para otros sectores, especialmente, transporte.


De todo esto, lo que se deduce es obvio: que las renovables están llegando a límites que muchos hace tiempo que avisamos, y que muchos más no sólo niegan públicamente, sino también se aceptan a negar personalmente, a pesar que los hechos aquí apuntados lo corroboran.


Otro ejemplo que detrás de estos temas hay más ‘fe religiosa’ que no ciencia.


Y sin embargo, esa es sólo una de las implicaciones: la de la limitación.


La segunda, ya demostrada con anterioridad, es el incremento real del precio de la electricidad.


En esta otra gráfica, una vez más sin salirse de publicaciones que en el mejor de los casos tiene sesgo pro renovable, es la de recargo del precio por renovables, además desglosado no sólo por años, sino por tipo de renovable.

Evolución del recargo en el precio de la electricidad por cada tecnología renovable.

No sólo se puede ver cómo el coste de la electricidad va subiendo con la introducción de las renovables y su aumento en la penetración. Es que, tal y cómo se ha comentado antes, el coste de la fotovoltaica se dispara si se compara con la eólica y la biomasa, siendo el mayor contribuyente a la subida de la factura, a pesar de aportar menos energía que la eólica (tercera en coste) o la biomasa. Ojo, porque la offshore también crece con fuerza a pesar de aportar relativamente poco, debido, como se ha comentado, a unos costes mayores tanto de instalación como de operación y mantenimiento.


Por tanto, no sólo son causantes de la subida de la factura de la luz (en unos momentos en que la bajada de los precios de las energías fósiles compensa dicha subida). También hay un componente político nefario en todo este asunto.


Y es que, en Alemania, los sobrecostes de las renovables se cargan, en casi su totalidad, sobre el pueblo llano, los consumidores domésticos, para evitar que unos precios elevados ya de por sí y encima al alza, afecten a la competitividad de su todopoderosa industria.


Obviamente, solución muy democrática, los gastos para todos (el eslabón más débil), mientras que los ‘beneficios’, para unos poco.

 

 

Pero no sólo eso. En Alemania el sistema funciona de tal manera que los grandes consumidores pueden ir (van, de hecho) a la ‘subasta’ o al mercado de producción eléctrica, pudiendo comprar directamente allí la electricidad, que suele ser más barata que la que pagan los usuarios domésticos. Eso implica que a la gente le sube la factura de la luz de forma aún más desproporcionada, tal y cómo se ve en el gráfico anterior.


Así que, por decisión político-económica, las empresas alemanas están beneficiadas por partida doble. Como veremos más adelante, de hecho, beneficio triple.

 

Distribución de producción y consumo en España en pseudorelieve.


La situación en España es diferente. Para empezar, la distribución consumo/producción está mucho mejor que no en Alemania. Pero sobre todo, porque la capacidad de producción aquí está muy, pero que muy sobredimensionada. Más de 108Gw instalados para picos de demanda del orden de 45.


Por eso, el parón de instalaciones eólicas de la década 2010-2020 se debe más a decisiones pragmáticas… y políticas, igual que el reciente incremento de nuevas instalaciones.


Como se puede ver, la política, al menos la alemana (que suele dictar mucho sobre las políticas en el resto de Europa), dicta que los consumidores domésticos, el público en general, el ‘pueblo llano’ debe hacer frente a los costes de las renovables y pagar más, mientras que las empresas salen beneficiadas.

 

Potencia eólica instalada en España. Se observa como de 2012 a 2018 se mantiene plana.

 

 

El claro ejemplo de que Pedro (el pueblo) la paga las facturas a Pablo (grandes empresas, estado).

Obviamente, hay más detrás de todo esto que no sólo la política. Está el tema financiero… que de nuevo está dirigido por la política.


Desde el punto de vista financiero, no sólo estamos hablando de subvencionar entre todos unas aventuras empresariales grandes y ‘nuevas’ (vamos, que entre todos les estamos montando el negocio a unas grandes empresas del sector energético, sobre todo eléctricas y gasistas, que muchas veces son lo mismo, y que no se gastan un duro en inversión, que para esto ya estamos los tontos), sino de otro tema algo más opaco.


Y es que no sólo los ciudadanos subvencionaremos las inversiones necesarias a las grandes empresas a fondo perdido. Otras financieras invertirán mucho dinero también, pero con grandes y jugosos retornos garantizados por los gobiernos (a costa de los ciudadanos). 


Dicho de otra manera. Una planta de estas, pongamos por ejemplo, cuesta 1.000M€. 500 los pagamos entre todos, y no vemos un duro, es decir, los regalamos. Los otros 500M€ los ponen financieras, pero los beneficios de la empresa sólo van a pagar jugosos intereses a estas financieras (que se obtienen sobre 1000, no sobre 500), a las que encima les devolverá el dinero. Dinero que saldrá de unas facturas a los ciudadanos que ya hemos visto que se van a disparar.


Negocio redondo y asegurado.


Eso hace que la planta sólo tenga que amortizar 500M€, aunque page lo mismo de intereses (en total) que pagaría por los 1.000, sólo que a un pequeño grupo de inversores ‘selectos’. Lo que equivale aun un interés del doble.




Además, el negocio está asegurado, ya que los consumidores pagaremos lo que se nos diga, aunque sea más caro y/o menos transparente. Y sino, ya se hará cargo el gobierno (es decir, unos pocos decidirán que el resto pagaremos el pato mientras ellos se suben el sueldo por su ‘maravillosa gestión’) impuestos mediante. Con eso se asegurarán el negocio rentable.




De hecho, muchas de estas eólicas no salían tan rentables como preveían. Esa es otra de las razones de todo este invento. Algunas, para que fuesen rentables, cobraban por no generar la electricidad incluso más que lo hubiesen ganado si la hubiesen generado. Otras, no cobraban nada, pero tenían o tienen facilidades para vender lo que podían (prioridad) o para retornar los intereses (es decir, el gobierno decidía que los presupuestos cubrían el déficit, como se puede ver en el desglose de la factura de la luz).


Ese dinero que ya sabemos cómo se maneja y que no se va a arreglar en el futuro, más bien al contrario, es el que nos venden ahora que ‘nos ahorraremos’, puesto que ahora sí que generarán esa electricidad, sólo que nos la cobrarán como gas (probablemente encarecido), y a un precio superior.


De esa manera, se asegurarán de que las financieras se llevan su interés muy por encima del interés de mercado, que en algunos casos es negativo.


Como algunos habrán notado, el capítulo de financieras sale especialmente beneficiado, pero de forma solapada.


Algunos habrán pensado enseguida en los bancos y grandes entidades de este estilo, como, por ejemplo, Goldman Sachs.


Por supuesto, éstos están interesados de primera fila, pero hay algo más. Hay fondos de inversión ‘verdes’ especializados en este tipo de productos financieros. Muchos bancos están metidos y participan en estos fondos especializados. Sin embargo, hay que destacar algunos fondos muy particulares que los políticos priorizan dada su ‘sensibilidad’, y a que son fondos muy regulados que obligadamente deben invertir en cosas muy rentables, como los bonos del estado… y los bonos verdes que son la figura que también se considera en este ‘European Green New Deal’.


Un viejo consejo muy eficaz para sacar el entramado de este tipo de cosas es ‘seguir el rastro del dinero’. Y en este caso, además, está íntimamente ligado con política y políticos.


A pesar de que ahí es donde se encuentras bastantes de las razones de esta ‘fiebre del Hidrógeno’ (la 2.0 porque ya hubo otras antes, empezando por la crisis del petróleo de los 70), un análisis de todo este asunto no cabe en esta serie. Ese enfoque político, económico, financiero, electoral, y, sobre todo, sus repercusiones sociales, mejor se analizan en otro artículo posterior.


El objetivo de esta serie era establecer que la ‘presunta solución’ que, una vez más nos venden, ni es solución ni va a ofrecer los resultados que se nos dicen.


Conclusiones.


De todo lo expuesto, se pueden sacar una serie de conclusiones que deberíamos tener claras:

  • Las renovables eléctricas intermitentes (o sea, eólica y fotovoltaica) han llegado a su límite de penetración sin inversiones en infraestructura muy grandes.

  • Esas inversiones en infraestructura son bastante apresuradas, un ‘plan B’, debido a que las alternativas habituales hasta ahora no cubren las necesidades.

  • El Hidrógeno es un ‘plan B’ por dos razones: una de las soluciones, la integración de la red es costosa y no tiene apoyo popular, y la otra, que el límite de integración de las renovables ha llegado antes de lo que muchos ‘expertos’ iban diciendo (al público, sobre todo, razón de más para la resistencia a la integración de la red).

  • En el caso concreto de la tecnología actual, lo que no cubre ni el precio ni la potencia, ni el peso, son las baterías.

  • El hidrógeno que nos pretenden vender cubre hipotéticamente dos puntos que lo hacen atractivo como ‘plan B’: el suministro de gases para la industria y la calefacción, y el del transporte pesado de larga distancia.

  • La primera vertiente, implica el fracaso en la electrificación de ciertos usos industriales, como el ya mencionado del trabajo del vidrio o el de la calefacción eléctrica.

  • El segundo, implica el doble fracaso en la electrificación del transporte: por un lado, el transporte por carretera mencionado, y por el otro, el fracaso en cambiar el modelo de transporte por carretera a un modelo ya electrificado de transporte ferroviario.

  • Estas inversiones están para evitar la caída de los últimos bastiones que le quedan a la industria europea. Ante la ya inevitable caída de la automoción, y a la ya hace tiempo difunta industria fotovoltaica, ahora pretenden defender la eólica y de turbinas de gas a la par que dan cabida a una nueva puerta industrial para esas mismas grandes empresas en base a la hidrólisis de agua.

  • Estas inversiones, también están para rescatar encubiertamente tres sectores: el de las eléctricas que invierten o han invertido mucho en eólica, el bancario, y el de los fondos de pensiones.

  • Nada de esto es democrático: ni las renovables (casi todo en mano de grandes empresas), ni la elección de los políticos que han tomado la decisión.

  • En el fondo, estamos ante lo de siempre: una bomba de riqueza que bombea dinero de unas clases pobres cada vez más empobrecidas y que cada vez ven más laminado su poder adquisitivo (de 2010 a 2019 los españoles hemos perdido un 7.1% del mismo), favoreciendo a los grandes conglomerados industriales (que también están empezando a demostrar que estamos ante el fin de la civilización industrial, y que en España están desapareciendo).

  • Todo esto, en el fondo, es una especie de resistencia numantina de mantener la civilización industrial, y con ella, la esperanza del crecimiento en base a la tecnología. Algo que es totalmente imposible, y que empieza a calar entre el imaginario colectivo.


Un saludo,


Beamspot.