domingo, 31 de diciembre de 2023

Decimocuarto año de este blog


Queridos lectores:

Como es habitual en este blog, llegados al 31 de diciembre hacemos balance del desempeño de esta bitácora durante el año que hoy acaba. Este año tenía muchas imágenes representativas que podía haber escogido, pero he preferido la del meme de la reina Letizia hablando sobre decrecimiento en el Seminario de Lengua y Comunicación, en reconocimiento del gran favor que nos ha hecho a todos los que trabajamos para darle un enfoque diferente al estándar a los problemas de sostenibilidad (aparte de dar su apoyo implícito a grupos como Extinción o Rebelión, Rebelión Científica y Futuro Vegetal delante de la represión que sufren).

Como es habitual, analizaré el pasado, presente y futuro del blog.

Pasado:

El año 2023 ha sido un año de tensa calma en lo que se refiere a la crisis energética. El precio de la energía sigue siendo demasiado elevado para muchas actividades industriales, pero en vez del shock que supuso el año 2022, los precios actuales llevan a una sangría lenta de fábricas que van cerrando. Desde el punto de vista de la energía, una de las noticias más importantes es el estado crítico de Siemens Gamesa y el aviso para navegantes que supone para todo el sector de la eólica. Desde la perspectiva de la sostenibilidad en general, donde han saltado todas las alarmas es en el rápido incremento de la temperatura tanto de la atmósfera como de los océanos, lo que está llevando a una mayor recurrencia de eventos extremos; y lo más preocupante, no se ve un fin próximo a la actual tendencia creciente. Así las cosas, se anticipa un clima cada vez más extremo y violento si no se toman medidas drásticas de inmediato.

Respecto al blog, 2023 ha marcado un nuevo mínimo histórico en publicación de posts: 17, contando éste, el mismo número que en 2022. Después del parón forzoso de finales del año pasado, no fue hasta mayo que escribí mi primer post del año. Y aún tuve la suerte con contar con un montón de posts de Beamspot en la recámara (5 le publiqué este año), ya que si no la cosecha hubiera sido aún más magra.

Si el año ha sido parco en publicaciones en esta bitácora, no lo ha sido en mi esfuerzo de divulgación. Aparte de seguir contribuyendo en programas de radio y televisión, y algunos artículos y entrevistas en otros medios, de acuerdo con mi agenda este año he participado en 95 actos, más algunos que no tengo registrados en ella por motivos diversos. Una veintena de estos actos fueron realizados telemáticamente, pero el resto presencialmente, y aunque en su mayoría fueron en tierras catalanas y por tanto me implicaron menor desplazamiento, fuera de Cataluña este año he estado, entre otros sitios, en Málaga, Granada, Almería, Valencia, Mallorca, Pamplona, Vitoria, Bilbao, Portugalete, San Sebastián, Zumaia, Elgoibar, Azpeitia, Santander, Gijón, Oviedo, León, Salamanca, Madrid y Lugo. La mayoría de las charlas y actos han sido abiertas al público, pero muchas otras no. Y aparte de eso he tenido unos cuantos viajes relacionados con mi trabajo habitual, que en algunos casos he compaginado con las charlas de divulgación. En suma, ha sido un año intenso y agotador, como intensa y agotadora es la presión que se ejerce por todo el territorio de España para intentar imponer a machamartillo un modelo de transición energética que no funciona, solamente para poder cobrar los dichosos fondos NextGenerationEU.

El post más popular de este año, con algo más de 20.000 visualizaciones, ha sido "Si no es ahora, será después", por razones que son fáciles de entender.

En junio de 2023, Google acabó con el servicio estándar de Google Analytics y me pasó a un servicio más básico que se denomina G4, el cual no tiene registro de los datos anteriores. Por tanto, se ha perdido el registro histórico de las estadísticas del blog (o al menos yo no sé cómo tengo que hacer para acceder a ello y tampoco tengo demasiadas ganas de investigarlo). En realidad, casi es mejor así, puesto que simplifica enormemente la redacción de este post. Los únicos datos de los que dispongo ahora, por tanto, son los del propio blogger (mientras esta plataforma tire), que son harto más imprecisos. En particular, no tengo información sobre el número de usuarios únicos que acceden al blog. El año que viene, usando G4, podré ofrecer ese dato, aunque solamente sobre los años a partir de ahora.

De acuerdo con blogger, este año se han visualizado unas 645 mil páginas. El 66% de las mismas se han visualizado en España, seguido por el 6% de los EE.UU., el 5% de Alemania, 3% de Francia, el 1% de Argentina, Singapur (!!), Italia e Irlanda y ligeramente por debajo del 1% los Países Bajos y México. Sorprende la presencia de Singapur sobre todo y de los Países Bajos en esta lista, pero el resto es similar a lo que reportaban las estadísticas de Google Analytics, aunque España solía rondar el 80%.

En cuanto al modo de acceder al blog, las procedencias más habituales son a través del buscador de Google (12,6%), Twitter (4,6%) o Menáme (0,8%), y en algún caso a través de un enlace directo en algún diario o plataformas como Telegram.

En términos absolutos, contando desde el principio del blog en enero de 2010, blogger contabiliza 15,9 millones de páginas vistas.

A día de hoy los 10 posts más vistos son "Un año sin verano" (2013), con 121.000 visualizaciones; "Digamos alto y claro: esta crisis económica no acabará nunca" (2010), con 111.000; "El pico del diésel" (2012), con 82.600 visualizaciones; "La España buena y la España mala" (2013), con 69.900; "Tus vecinos no se conformarán con un YA OS LO DIJE" (2015), con 68.100; "El por qué de un llamamiento" (2022), con 57.500; "Eres un pringado" (2020), con 57.300; "La Tormenta Negra" (2020), con 55.000; "La espiral" (2014), con 54.500; y "Fracking: rentabilidad energética, económica y ecológica" (2013), con 52.100. Pocos cambios en esta lista con respecto a los últimos años, destacando solamente la entrada de "El por qué de un llamamiento", post de finales del año pasado escrito en un momento de mucha incertidumbre y con muy malos presagios (afortunadamente no consumados en ese momento, aunque eso no me libró de aguantar el martillo de herejes verificacionista). Cabe destacar también que se mantiene entre los diez primeros el veterano "El pico del diésel", y es destacable porque este post en concreto sufrió en mayo de este año un ataque por parte de la trollesfera, que consiguió que blogger lo eliminara durante un par de semanas bajo la acusación de contenido inapropiado. Como quiera que yo me encontraba viajando cuando esto ocurrió, no me di cuenta del email que me envió blogger avisando de que el post estaba en revisión, y me enteré unos diez días más tarde cuando los trolls me acusaban en las redes sociales de haber borrado ese post para ocultar lo que ellos denominaban "antiguas previsiones fallidas" mías. Obviamente, quien usaba ese argumento era el mismo que había denunciado el post, o alguien cercano a él, porque, ¿quién coño se da cuenta de que falta un post de 2012 en un blog que tiene cientos de entradas, y encima a los pocos días de desaparecer? Afortunadamente, blogger me dio la razón y restituyó el post, pero esto nos da una idea de cómo se las gastan los amigos, y lo obsesionados que están con un tío que no deja de ser un pringado, un científico que trabaja en un laboratorio en una esquinita de España y que intenta hacer divulgación sobre sostenibilidad.

Presente:

Lo más destacado del blog en este momento es que yo lo estoy retomando, después de unos meses bastante duros en lo personal y con muchísima actividad de divulgación. Para hacer comentarios, por desgracia el Foro Crashoil ha sido cerrado por no poder mantenerlo su administrador, además del tono muy abrupto que desarrollaban algunos foreros por allí. Siguen teniendo la opción de acudir al foro de Crisis Energética.

Futuro:

Yo este año tan crítico he hecho un gran esfuerzo por llegar a múltiple sitios en España, pero no voy a seguir al mismo ritmo con mis actividades de divulgación por múltiples motivos. En primer lugar, porque en este momento creo que es más importante que me centre en mis trabajos sobre oceanografía física, por razones que serán evidentes dentro de unos meses. En segundo lugar, porque creo que la mayor parte del trabajo está hecho y también es importante entender que la mayor sostenibilidad implica viajar menos. En tercer lugar, porque tengo la responsabilidad de garantizar la continuidad de mi equipo de investigación y eso implica garantizar la consecución y ejecución de proyectos, en los cuales yo tengo un papel importante. Y en cuarto lugar, porque mi multiplicidad puede acabar siendo contraproducente, tanto por hacerme blanco demasiado visible de los detractores de siempre como por inhibir que aparezcan nuevas personas, más jóvenes, que tomen el relevo. Eso no quiere decir que no participe en actos o no dé conferencias, pero de buen seguro no serán las más de 100 en las que he participado este año.

Además, creo que 2024 va a ser un año pródigo en noticias importantes en el ámbito de la sostenibilidad, o más bien evidenciando su falta en la mayoría de las actuaciones humanas, y por eso creo que será importante hacer el trabajo analítico que realizo en este blog. Y además mi nuevo libro me va a requerir cierto trabajo de investigación y documentación. Por tanto, mi intención es virtualizarme más este año. Seguiré estando por aquí, con mayor presencia que en 2023.

No quisiera acabar sin desearles a todos mis lectores una buena entrada de año y Feliz 2024.

Salu2.

AMT

viernes, 29 de diciembre de 2023

Predicciones para 2024


Queridos lectores.

Cada año a finales de diciembre enunciamos desde este blog las previsiones para el año siguiente. Es una cita a la que siempre he acudido excepto el año pasado por razones de fuerza mayor que me costó remontar bastantes más meses de lo que yo me pensaba. El caso es que ahora vuelvo a estar presente en el blog y quería, una vez más, enunciar las líneas maestras que yo creo que definirán el año que viene.

Como siempre (y posiblemente con mayor motivo que siempre, por razones que ahora explicaré), debo empezar con una nota de descargo. Como es obvio, resulta muy difícil saber qué pasará en un período tan relativamente corto como son 12 meses y fijándose solamente en los aspectos que conozco mejor, que son los que definen la crisis de sostenibilidad de nuestra civilización y particularmente la crisis energética. Existen multitud de factores, más allá de los meramente energéticos y materiales, que condicionan el devenir de los acontecimientos y más aún la desigual repartición de los recursos y los problemas; y aunque en líneas generales uno puede intuir la tendencia general que sigue la sociedad, es completamente imposible hacer una predicción precisa y menos a tan corto plazo. El único interés de hacer este ejercicio no es tanto acertar lo que finalmente va a pasar como imaginar escenarios de futuro que puedan corresponderse a esas tendencias, con el objetivo principal de reconocerlos y evitar así los más negativos. Por ello mismo, nunca cabe esperar que se sigan los peores pronósticos, e inclusive, haberlos trazado debería de servir de guía para evitarlos, o en su caso contrarrestar esa manida excusa de nuestros gobernantes, la de "nadie lo vio venir". Así pues, nadie espere encontrar aquí una respuesta clara y precisa a lo que de seguro va a pasar en los próximos 366 días, y sí el enunciado de los riesgos mayores que podríamos afrontar en el próximo año, fruto de nuestra conducta indolente pero no estando exentos de las veleidades del azar.

Esta nota de descargo es este año de tanto más pertinente que se está haciendo lugar común en la trollesfera acusarme a mi de hacer "predicciones fallidas", cuando en su mayoría este blog habla solo de tendencias y riesgos, no de certezas y vaticinios. En realidad, estos trolls son incapaces de sustanciar "en qué me he equivocado", y eso que de seguro hay muchas cosas que he dicho en estos 13 años de singladura que no son correctas. Como norma general, o dicen vaguedades que son tergiversaciones de mis afirmaciones reales, o bien aluden a un post concreto de principios de este blog, cuando yo solamente estaba empezando a interesarme en este tema, aún no manejaba las bases de datos estándar y simplemente comentaba sobre un artículo de un analista de materias primas llamado Jack Lifton y discutía sus implicaciones sobre un despliegue masivo de coches eléctricos. Lo más cómico del asunto es que ya en 2010 alguien me avisó de lo errado de los números de Lifton y yo escribí otro post, esta vez con datos del USGS, sin que las conclusiones fueran cambiadas en lo esencial, y ese nuevo post lo enlacé al final del que blanden los trolls, sin que nunca se hayan dignado a leerlo. 

En fin, esta obsesión en buscar mi descrédito tiene sin duda su origen en el hecho de que, por desgracia, muchas de las tendencias apuntadas en este blog desde hace años se están materializando y están complicando el panorama no solo energético, sino también social; y piensan esos necios que matando al mensajero matan el mensaje. 

Quede claro, por tanto y en resumen, que las predicciones que se enuncian en este post son de carácter especulativo y en modo alguno son precisas. Si después de todo esto decir aún viene un troll a acosarme con "errores" de lo que luego diré, estará claro que se trata de un completo gilipollas.

Antes de enunciar las previsiones para 2024, y como siempre, hagamos un repaso de las últimas previsiones que hice, en este caso en 2021 para el año 2022.

  • La CoVid, superada: Esta predicción resultó ser muy acertada. La CoVid sigue con nosotros, pero se ha convertido en un problema de mucha menor magnitud.
  • Los problemas de la cadena de suministros se recrudecen: En líneas generales, previsión acertada: si acaso, el precio de las materias primas no cayó tanto en 2022 como en 2023.
  • Crisis del petróleo: Muy acertada: el precio del barril llegó a 132 dólares y en los surtidores el diésel rozó los 2 euros. Incluso es acertada la previsión de que se pondría más el acento en la necesidad de descarbonizar el transporte.
  • Crisis del gas: Completamente acertada.
  • Crisis de la electricidad: Bastante acertada, aunque no se ha visto ningún corte de luz en algún país de Europa (sí en la China o en la India, como se indicaba).
  • Crisis económica: Previsión esencialmente errónea: no ha habido repunte del paro ni una crisis como tal, gracias sobre todo al influjo de los fondos NextGeneration. Lo que sí que hubo fue alta inflación.
  • Crisis alimentaria: Parcialmente correcta. Sí ha habido una crisis alimentaria global, y algunos esporádicos estallidos por falta de alimentos, pero la inflación alimentaria en España, importante como ha sido, no ha sido tan dramática.
  • Revueltas generalizadas: Sorprendentemente, previsión errónea. Ha habido revueltas y disturbios, pero no a un nivel que llamara la atención.
  • Eventos climáticos extremos: Bastante acertado (ya en 2022 sufrimos muchos eventos extremos) y sería aún más acertado si lo referimos a lo que ha pasado en 2023.
  • Inestabilidad estadounidense: La presidencia Biden es una presidencia débil, pero no se puede hablar de inestabilidad. Previsión errónea.
  • Inestabilidad europea: No es evidente para 2022, pero hay elementos de lo que se decía que sí se han observado en 2023, como el reatrincheramiento nacionalista. Esencialmente equivocada.
  • Inestabilidad española: Más o menos acertada. Y efectivamente Sánchez no adelantó las elecciones en 2022 y lo acabó haciendo en 2023.
  • Creciente confrontación académica: Por desgracia, esta previsión ha sido relativamente correcta aunque no por el lado que se preveía.
  • Cierre de este blog: No se preveía que lo fuera cerrar y obviamente no ha pasado. Se anticipaba que me costaría llevar el blog al día y así ha sido.

Vayamos, pues, con las previsiones para este año:

  • Precios planos del petróleo: A pesar de que el descenso de la producción de petróleo se va a acentuar durante el 2024, el más que previsible descenso de la actividad y la exclusión parcial por la vía de facto de cada vez más países del mercado mundial de petróleo van a hacer que la franja de oscilación del precio del petróleo durante la mayoría de 2024 sea relativamente estrecha, entre los 70 y 100 dólares por barril aproximadamente. Solamente hacia finales de 2024 se podrá observar una aceleración del precio debido a que la caída de la producción de petróleo va a empezar a superar al descenso de consumo. En EE.UU. la producción de petróleo de fracking se mantendrá relativamente estable, sin crecer ni descender mucho, pero la poductividad seguirá cayendo, anticipando que a partir de 2025 el descenso de la producción de fracking va a ser muy acelerado. Pero eso, para las predicciones del año que viene...
  • Crisis del gas: En un plano opuesto se sitúa el gas natural. Su logística se ha vuelto mucho más complicada a nivel mundial sobre todo por los problemas de Europa, cortados los canales directos con Rusia. El precio del gas se va a mantener caro y encima en 2024 estaremos ya muy cerca del máximo histórico de producción de gas natural, lo cual va a complicar aún más las cosas aunque sobre todo a partir de 2026.
  • La producción de carbón continúa a buen ritmo: Durante 2024 se va a manener un nivel alto de extracción de carbón, el más contaminante de los combustibles fósiles, e inclusive se intentará incrementar aún su producción un poco más. No se trata solo de países muy carboníferos como India y China: incluso EE.UU. y Alemania recurrirán más al carbón.
  • La producción de uranio se desploma: Por el contrario, la geología muy desfavorable del uranio va a acentuar la actual caída de su extracción: en 2022 la extracción anual de uranio fue un 23% inferior al máximo de 2016, y es previsible que cuando conozcamos los datos de 2023 tengamos alrededor de un 4% adicional de caída. En 2024 no se van a producir mejoras sustanciales en la extracción de uranio y, peor aún, la delicada situación de la extracción en el primer productor mundial, Kazajistán, donde ya están recurriendo a la lixiviación in situ (básicamente, el método de último recurso para intentar rebañar el fondo de la olla) anticipa que en 2024 se puede producir otra gran caída de la producción mundial de uranio (aunque esos datos no los tendremos hasta junio de 2025). En este contexto, el futuro de las centrales nucleares en España parece estar bastante sellado.
  • Revueltas por escasez de combustibles: Los faltante de combustible son ahora moneda común en muchos países de Latinoamérica y África. Durante 2024 estos problemas se van a extender a más países y se van a agravar en los que ya están presentes. Esto va a crear una creciente inestabilidad política global y encima va a favorecer una mayor inflación en ciertas materias primas y problemas de aprovisionamiento en la cadena de suministros. Aunque no es previsible que falte combustible aún en Europa, sí que puede haber problemas de escasez de algunas materias primas, particularmente metales y alimentos.
  • Nuevas guerras: La creciente escasez global favorecerá el estallido de guerras civiles más o menos abiertas, y verdaderos conflictos a gran escala entre países. Esto puede ser particularmente grave, y llevar a situaciones de tipo Cisne Negro si algún actor importante en el sector energético se ve implicado. Se tiene que prestar una especial atención a Argelia y Nigeria por ese motivo. Combinado con las revueltas antes mencionadas, estos conflictos tienen el potencial de detener algunas cadenas de suministros globales.
  • Fin de la guerra en Ucrania: En un clima de agotamiento económico, material y moral, la guerra de Ucrania llegará probablemente a su fin durante este 2024, e incluso me atrevería a decir que durante los primeros meses del año. Nadie gana realmente en una guerra, pero en este contexto se podrá considerar que la victoria es rusa. En realidad, más que una victoria rusa es una derrota europea. Y en cierto modo es también una victoria estadounidense. El fin de la guerra abrirá el camino para un reestablecimiento paulatino de las relaciones de Europa con Rusia, pero ya nada podrá ser como antes. Europa queda más aislada y más desvalida.
  • Recesión económica profunda en Europa: El precio de la energía y de las materias primas continúa siendo un lastre para la economía europea. Encima, los planes de reindustrialización (con el Green New Deal como bandera) no están funcionando como estaba previsto. Por todo ello, los países más potentes industrialmente (Alemania y Francia) van a ir renqueando durante ese año. Técnicamente no tendremos recesión todos los trimestres, pero los crecimientos serán exiguos y las caídas más pronunciadas. En general, habrá más paro y menos renta disponible. En España, se comenzará a notar el problema en la campaña de verano, cuando vengan menos turistas europeos y gasten menos en general, pero mientras siga llegando el chorro de dinero de los fondos Next Generation (teóricamente, hasta junio de 2026) el impacto va a ser más pequeño (pensemos que el total de los fondos asignados a España equivalen al 10% de su PIB).
  • Crisis de desindustrialización: Con todo, lo más grave de lo que está pasando en Europa a nivel productivo es el proceso de desindustrialización, con cierres masivos de fábricas. Europa está perdiendo la capacidad de hacer. Y todo el músculo industrial que pierda ahora costará mucho recuperarlo después. El problema de fondo es que se sigue apostando por un modelo desarrollista y crecentista, que es suicida e inviable. Se está viendo sobre todo en el sector de la automoción, en el que la transición al coche eléctrico no está funcionando en Europa y las marcas europeas pierden pie delante de modelos más baratos (y sin duda peores) venidos de China. Pero afecta también a la matelurgia, a la química, a los plásticos... En el año 2024 este proceso de agudizará, así como el malestar del sector industrial europeo por la falta de propuestas efectivas por parte de los estados. El recurso a lanzar más dinero parece estar cerrándose ya, con la retirada progresiva de los diversos paquetes de estímulo, simplemente porque se duda de su efectividad en un período de inflación estructural causada no por el recalentamiento económico, sino por la verdadera escasez. Al mundo político le faltan ideas y al industrial tiempo. Preveo muchas tensiones en 2024 e inclusive algún anuncio drástico, del tipo que una gran empresa europea abandona el Viejo Continente.
  • La eólica da un paso (o dos) atrás: Con el principio del año 2024 tendremos forzosamente que ir al desenlace del drama de Siemens Gamesa. Es muy difícil saber qué va a pasar exactamente, pero la tendencia más clara ahora mismo es la reducción del gasto público, precisamente por el fantasma de la alta inflación. Así pues, es complicado que haya un gran rescate de Gamesa: puede haber alguna ayuda, pero no a la altura de lo realmente necesario. Es previsible que haya despidos masivos e inclusive el cierre de alguna o algunas factorías. En un escenario catastrófico, que yo veo poco probable en 2024, la liquidación de Gamesa (pero atención a eso, porque si sucediese sería un auténtico Cisne Negro para el sector, con consecuencias de largo alcance). En todo caso, incluso en escenarios más moderados (y más probables), todo el sector va ir al ralentí. Nadie quiere pisar arenas movedizas y acabar como Gamesa. La rentabilidad de la eólica está ahora mismo en entredicho. Así que probablemente vamos a ver una ralentización en la ejecución de los proyectos. Un asunto sobre el que conviene estar muy pendientes es ver qué pasa con los proyectos en los que se prevé la instalación de aerogeneradores gigantes (de 9 MW y más). Mi previsión es que mayoritariamente van a ir más despacio que el resto y es posible que más de uno sea finalmente cancelado.
  • Dificultades crecientes en la gestión de la red eléctrica: Faltando la eólica y expandiéndose la solar, con un gas cada vez más caro y con nubarrones de problemas de suministro en los próximos años (aunque no propiamente en 2024), la gestión de la red eléctrica va a ser cada vez más compleja. En 2024 sigo viendo riesgo de apagones en Europa, sobre todo en los meses de invierno a principios y finales de año, y durante el verano. En España el riesgo sigue siendo muy bajo, aunque con tendencia a emperorar con los años (sobre todo cuando empiecen a cerrar las centrales nucleares, pero nada de eso pasará en 2024).
  • El declive de las TICs: Comenzará como un rumor sordo, algo casi imperceptible. Primero fueron los móviles y ordenadores reacondicionados, después será los tiempos de entrega cada vez más largos, después la descatalogación repentina de algunos modelos. Los servicios por internet se irán haciendo más básicos y más caros. Es un proceso muy largo, que llevará años, y que probablemente aún pase bastante desapercibido durante 2024, pero que poco a poco se irá notando más. Bueno, eso en Occidente: en la periferia global es un proceso cada vez más notable. No haré ninguna previsión específica sobre este tema, pues como digo es un proceso lento, pero quizá se empiece a hablar de ello en algunos círculos especializados. Félix Moreno lleva años estudiándolo y ha escrito una buena colección de libros sobre el tema que quizá les interese consultar.
  • Inestabilidad política: en 2024 hay elecciones presidenciales en los EE.UU., en un escenario que se antoja muy abierto. La presidencia de Joe Biden ha sido muy anodina, y eso favorece a los republicanos, dependiendo también de qué lider propongan. Por inverosímil que pueda parecer, si éste fuera Donald Trump creo que arrasarían. Para los demócratas, su mejor baza sería buscar un reemplazo eficaz para Biden, pero por cortesía política eso no se suele hacer. En todo caso, el año electoral en los EE.UU. seguramente provocará que EE.UU. se centre más en sus problemas domésticos, que no son pocos, sobre todo con la rampante inflación y la pobreza creciente. En cuanto a Europa, el mayor problema es el ascenso del nacionalismo más radical y los grupos de extrema derecha. En junio se celebrarán elecciones al Parlamento Europeo, y no se puede descartar de que se produzca un fuerte reposicionamiento de fuerzas en el sentido más radical, haciendo la UE en su conjunto más ingobernable y más errática en la práctica. En España, a pesar de la turbulenta investidura de este año, no es previsible que pase nada de importancia. En los asuntos de estado, como ya se ha visto en la reciente votación de la ampliación del puerto de Valencia, PSOE y PP votarán juntos. En resumen, 2024 no será un año tranquilo pero no es esperable que haga ningún gran evento a nivel político.
  • El desastre climático: Sin embargo, todo apunta a que el caos climático no va a dar tregua este 2024. Al contrario, mi impresión es que la situación va a empeorar sensiblemente durante este año. La última vez que se produjo un fenómeno de El Niño (2015-2016) la Tierra empezó a derivar a un nuevo estado climático, con marcados cambios en muchas variables. Ahora estamos en el punto álgido del siguiente Niño, el de 2023-2024, y mi temor es que este nuevo empujón incremente aún más esta tendencia acelerada de inestabilización. Si la temperatura de la superficie del mar y la del aire a 2 metros sigue subiendo al ritmo que va, 2024 va acabar trayéndonos alguna gran catástrofe climática. No es que no las haya habiado en 2023 o los años anteriores, pero en este caso es cada vez más probable que un país occidental sea quien reciba el castigo. Mi previsión es que en 2024 habrá una sucesión prácticamente continua de eventos extremos con alto potencial destructivo por todo el mundo, y que se pueden producir dos o tres eventos de gran destrucción en zonas concretas, uno de los cuales podría afectar a EE.UU. o a Europa (España incluida).
  • Cierre de este blog: Veo poco probable que suceda este año. Al contrario, dado que pretendo reducir mis viajes, creo que le dedicaré algo más de tiempo del que le he dedicado estos dos últimos años. Lo que sí que anticipo es que crecerá aún más la mala leche y peor educación que algunos me prodigan, sobre todo en las redes, cabreados como están porque las cosas no salen como querrían y como si eso fuera culpa mía.

A estas previsiones querría añadirle otras dos de índole más personal, y es que sacaré dos nuevos libros el año que viene. El primero, "El final de las estaciones", es un compendio de artículos escritos por Juan Bordera, Fernando Valladares y un servidor y ya publicados en la revista Contexto y Acción. Lo publicará Escritos Contextatarios y saldrá a principios de año. El segundo, en solitario y de título aún por cerrar, versará sobre el debate urgente sobre la reindustrialización de Europa desde una perspectiva decrecentista. Lo edita Destino y se publicará a finales de 2024.

Salu2.

AMT

jueves, 28 de diciembre de 2023

The Oil Crash: Año 18


Queridos lectores:
 
Llegamos una vez más a ese momento en el que hacemos un repaso de lo que ha sido este último año en los temas que son de interés para este blog. Un año caracterizado por muchísimas noticias importantes tanto en el terreno de la sostenibilidad en general como en el de la crisis energética y de recursos en particular. Un año que probablemente marque un punto de inflexión en nuestro inexorable declive energético y material y, si no le podemos remedio, de civilización. Un año tan lleno de noticias que es inevitable que algunos temas los deje en el tintero, pero intentaré al menos dar una visión general de lo que ha supuesto 2023. Comencemos, pues, con el resumen.

- La crisis energética no cesa: A pesar de que se repiten anuncios absurdos sobre la abundancia petrolera, no tienen ningún sentido. Hace poco, Art Berman publicaba la gráfica que acompaña a estas líneas, basada en datos hasta mayo de este año del Departamento de Energía de los EE.UU. Como se ve, la máxima producción de todos los líquidos de petróleo fue en noviembre de 2018, con 102,3 millones de barriles diarios (Mb/d), y en mayo era 1,1 Mb/d inferior (una caída del 1,1%). Si nos fijamos en la categoría "Crudo+condensado" (que es lo que puede usarse para hacer combustible líquido), de nuevo el máximo fue en noviembre de 2018 en 84,6 Mb/d y hasta mayo había caído un 3,9% (un 4,6% menos). Y a pesar de tantas tonterías como se dicen, la inversión en búsqueda y puesta en explotación de nuevos yacimientos continúa siendo un 50% inferior a lo que se invertía en 2014. Todavía no sabemos cómo vamos a acabar el año, pero es bastante probable que la caída de producción sea mayor de un 5% con respecto a los niveles de 2018. Lo malo es que todo indica que esta caída se acentuará fuertemente en los próximos años.

Esta caída se está reflejando en una escasez mundial de combustibles, que no afecta de momento a Europa y los EE.UU., pero que sí que hace estragos en Latinoamérica, África y partes de Asia. En algunos momentos de este año la producción de diésel llegó a ser un 20% inferior a los niveles del período 2015-2018 (Rafael Fernández publicará próximamente en este blog su análisis sobre el pico del diésel). Esto está llevando a problemas crecientes en toda la cadena de suministros global, ya que diésel es maquinaria (incluyendo de minería y agrícola) y camiones.

Mientras tanto, el gas natural se mantiene en precios relativamente elevados: no tan caros como llego a ser el año pasado, pero no baratos en todo caso. La producción de carbón toca máximos históricos, pero resulta difícil incrementarla de manera significativa. Al mundo le falta energía, y todo apunta a que cada vez le va a faltar más.

- Desindustrialización en Europa: Mientras en España se saca pecho porque se cerrará el año 2023 con una subida del 2% del PIB, lo cierto es que Europa está entrando en recesión, sobre todo Alemania y Francia. El mayor problema es la fuerte parada industrial. Con precios de la energía excesivamente caros y problemas con el suministro de materias primas (caras y escasas) muchas empresas están cerrando. Especialmente grave es la crisis en el sector de la automoción, donde, aunque nadie lo quiera reconocer, la transición al vehículo eléctrico está fracasando y suponiendo onerosas pérdidas a todo el sector en Europa.

La crisis industrial de Europa anticipa muchos problemas: falta de maquinaria, falta de repuestos, falta de reactivos químicos. De momento, un problema recurrente está siendo la falta de medicamentos, y otro grave problema en el horizonte va a ser la escasez de fertilizantes.

- Crisis de Gamesa: El año 2023 pasará a los libros de Historia por el principio del fin del delirio megalomaníaco de la macroeólica. Lentas décadas de desarrollo habían conseguido llegar a modelos funcionales de aerogeneradores de hasta unos 3 MW de potencia. Sin embargo, el desembarco de nuevas personas con nuevas ideas en el sector llevo a la locura de pensarse que en pocos años se podría incrementar la potencia de esos aerogeneradores a 5, 7, 9, 12, 15 MW... Hasta el infinito y más allá. Solo era cuestión de hacer aerogeneradores cada vez más grandes. Las consecuencias de esta carrera hacia ninguna parte ya les hemos comentado con detalle en el caso de Siemens Gamesa. Los problemas seguirán persistiendo, porque la dificultad estriba en construir aerogeneradores cada vez más grandes a un precio que se considere competitivo. Al final, o se acepta que el precio de la electricidad tiene que subir, o que la producción eléctrica es un servicio público asumido total o parcialmente por el Estado, o bien iremos a un abandono masivo de la eólica. El año que viene veremos exactamente hacia dónde vamos.

Mientras tanto, el fantasma de los curtailments (electricidad que no se aprovecha, ni por tanto se paga) a las renovables sigue creciendo en España. Estos excesos de electricidad inaprovechable llevan a momentos en los que el precio de la electricidad mayorista es nulo o incluso negativo. Un problema por el que ya pasó Alemania en 2016 y Australia en 2020, y que en ambos casos supuso un parón de su despliegue renovable. Es un síntoma adicional de los problemas que tiene intentar mantener a ultranza un modelo de hiperelectrificación de la sociedad sin tener realmente las soluciones tecnológicas requeridas.

- Inacción climática: La COP28, celebrada este año, ha sido absolutamente decepcionante, incluso para los que no esperábamos realmente nada de ella. Para intentar poner en valor el completo fracaso de esta cumbre de Naciones Unidas sobre Cambio Climático, se dice que por primera vez se ha reconocido que los combustibles fósiles causan el Cambio Climático. Por lo demás, ningún compromiso concreto para la reducción de su uso, mientras el planeta camina desbocado a una alteración climática profunda y las emisiones de CO2 de este año llegarán a máximos históricos. Los gobiernos de los países occidentales señalan como culpables de la falta de un compromiso sobre la eliminación de los combustibles fósiles a los países productores, intentando soslayar que para acabar con el comercio de los combustibles fósiles se puede, sí, actuar a nivel del vendedor (ellos), pero también a nivel del comprador (nosotros). Por otra parte, ¿qué solución tecnológica estamos ofreciendo para la transición? En realidad, ninguna. La única solución realista pasa por la reducción del consumo. Pero, ¿cómo vamos a querer que ellos abandonen los combustibles fósiles si no damos nosotros primero ejemplo de austeridad en su uso? En fin, todo es un despropósito.

- El clima del planeta entra en terreno desconocido, incierto y angustioso: Con una probabilidad de más del 99%, este año cerrará con una temperatura 1,5ºC por encima de los niveles preindustriales, que era el objetivo a no rebasar el año 2100 en  el Acuerdo de París. Aún no se puede dar por perdido el objetivo de no sobrepasar el +1,5ºC, ya que seguramente parte del calentamiento observado este año sea de carácter temporal (en particular, por ser un año El Niño). Sin embargo, mirando la evolución de los últimos años da la impresión de que se está produciendo una aceleración del calentamiento y por eso mismo científicos como James Hansen consideran probable llegar a un calentamiento persistentemente por encima de +2ºC para el año 2050. A mi, sin embargo, la gráfica que más me preocupa es la de la enorme subida de la temperatura de la superficie del mar.

El mar es la componente lenta del sistema climático, y ahora mismo sube a un ritmo sin precedentes (para quien le interesen los detalles numéricos, la curva de este año está a más de 6 desviaciones estándar de la media del período de referencia, 1982-2011, los 30 primeros años en los que tuvimos temperatura medida por satélite - y quién sepa de estadística entenderá por qué eso es tan alarmante). Peor aún: el comportamiento de la temperatura superficial del mar indica que está en una tendencia creciente que no parece querer abandonar. A mi personalmente me quita el sueño, por muchos motivos. Entre otros, porque el mar, siendo como es un gran reservorio de energía, favorece la formación de tempestades cada vez más violentas y otros fenómenos extremos.

- Proliferación de eventos extremos: Escojan lo que quieran, que el año ha sido prolijo. Masivos incendios en Canadá, la tormenta Daniel arrasando primero Grecia y luego Libia, el huracán Otis destruyendo Acapulco, y así un largo etc con tragedias no tan grandes, como Cirian, Domingos, la dana de Madrid, las inundaciones en Oriente Medio o los tornados en diciembre en las islas británicas. España ha salido relativamente bien parada del desastre que asuela medio mundo, aunque aquí la sequía no cesa y puede acabar volviendo inhabitable la costa mediterránea y particularmente el lugar donde yo vivo. Mientras los cuñados se ensueñan con memeces acerca de manipulación climática y chemtrails (un mito de más de 20 años de antigüedad e interpretación mutable: hace 12 años era que se usaban para la manipulación mental), en el mundo real tenemos 29 grados en Málaga en diciembre y la avena que ha sembrado mi suegro (y tanta otra gente en España y en buena parte de Europa) no crece. Todo normal y bien.

- Masacre de Gaza: No bastando con el matadero ucraniano y de las otras 17 guerras que asuelan el planeta y de las que nadie habla, una salvajada indiscriminada del grupo armado palestino Hamás ha servido para desencadenar una salvajada indiscriminada aún mayor por parte del Estado de Israel. Se destruye pública y sistemáticamente la Franja de Gaza y de manera menos pública pero igualmente sistemática Cisjordania, mientras la mayoría de la opinión pública internacional mira perpleja, pero nadie reacciona. Nadie, salvo la facción hutí de uno de esos conflictos olvidados, la guerra de Yemen (otro genocidio, en realidad). Ya me quedan pocas palabras para explicar la náusea y el desaliento que me embargan.

- Más problemas para la cadena de suministros: A las dificultades de abastecimiento asociadas fundamentalmente a la escasez de diésel se le están uniendo las limitaciones de los dos pasos marítimos más importantes para el comercio mundial: el canal de Suez y el canal de Panamá. En el caso del primero, las milicias hutíes de Yemen han decidido atacar todos los barcos que tengan como origen y destino Israel. Esto ha generado un considerable caos y la decisión de grandes navieras como Maerks, o petroleras como BP, de suspender temporalmente su tránsito por el mar Rojo y por tanto por el Canal de Suez (y una oportuna respuesta militar coordinada por los EE.UU. quien de facto gana el control de esta crítica área). Esto está originando unos sobrecostes muy importantes en el transporte marítimo, ya que la alternativa para comunicar Asia con Europa es rodear África, como se hacía hasta el siglo XIX. El otro canal importante, el de Panamá, está sufriendo severas limitaciones de tránsito debido a la escasez de agua, y es que a pesar de ser Panamá un país tropical, estos años está lloviendo menos y con la ampliación del canal éste requiere más agua para el rellenado y vaciado de esclusas. En este caso, la manera de comunicar marítimamente el Pacífico Oriental con el Atlántico Occidental implican rodear América del Sur, incrementando enormemente la longitud de los trayectos y, de nuevo, su coste. La combinación de las dos crisis del transporte marítimo, junto con la escasez general de combustibles, garantiza un repunte importante de la inflación y mayores problemas en la cadena de suministros a los observados hasta ahora.

- Represión ecologista: Este año se ha caracterizado en los países occidentales por un considerable incremento de la represión de los movimientos ecologistas que abogan por la protesta no violenta. En Francia, el gobierno ilegalizó el movimiento Les Soulèvements de la Terre en mayo, motejándolo de "ecoterrorista", una decisión que fue revocada por su Tribunal Constitucional unas semanas más tarde. En España ha habido varios eventos destacados: la apertura del juicio oral contra 15 activistas de la Rebelión Científica, con petición de penas de cárcel por haber pringado las escalinatas del Congreso de los Diputados con un líquido biodegradable conocido bajo el alias de "zumo de remolacha"; el informe anual de la Fiscalía General del Estado, que en su primera versión consideraba Rebelión o Extinción y Futuro Vegetal como grupos "ecoterroristas" (después enmendada en medio del escándalo que suscitó tal calificación) y en las últimas semanas la detención masiva de casi una treintena de miembros de Futuro Vegetal bajo la acusación de formar parte de una organización criminal (después puestos en libertad pero con cargos). En el Reino Unido, la represión ha subido varios puntos con el encarcelamiento de diversos activistas por acciones tan disruptivas como desplegar una pancarta o filmar a activistas mientras ejecutaban una acción de protesta pacífica. En Alemania, varios activistas (algunos españoles) han sido condenados a fuertes multas por protagonizar un acto de protesta en un concesionario de coches. En medio del verano más caótico en lo que a eventos climáticos en Europa se refiere, el acento se está poniendo en acallar a los grupos que de forma no violenta denuncian la gravedad de la actual inacción.

- El decrecimiento en el debate público: En mayo, se celebró en la sede del Parlamento Europeo un congreso sobre decrecimiento y post-crecimiento, con discurso inaugural de la presidenta del Parlamento y de la presidenta de la Comisión Europea, con una asistencia de 1.600 científicos y activistas de toda Europa. Un evento de gran importancia que fue sistemáticamente silenciado por los grandes medios de comunicación. Y es que hablar de decrecimiento aún incomoda a las instancias oficiales, a los poderes económicos y a quienes las representan. A pesar de lo cual, para sorpresa de todos, la reina Letizia decidió sacar el tema, y muchos otros de gran calado en la discusión de nuestros problemas de sostenibilidad, en un seminario sobre periodismo y comunicación que ella presidía. Un gran hito en la normalización del inevitable debate sobre el decrecimiento.

 

Este año fue también el del acoso sistemático por parte de un partido político español a los académicos que hemos osado hablar del decrecimiento, tabarra en la que afortunadamente han decidido de momento cesar, pero éste es un tema del que prometí no volver a hablar.

Y con esto concluyo el repaso de este intenso 2023. En el siguiente post hablaremos de las previsiones para 2024.

Salu2.

AMT

domingo, 3 de diciembre de 2023

Preocupaciones reales


Queridos lectores:

El viernes 24 de noviembre se clausuró el XVI Seminario Internacional de Lengua y Periodismo celebrado en San Millán de la Cogolla, que en esta ocasión versaba sobre la comunicación del Cambio Climático. Dándole realce y postín, presidía la sesión la reina de España, doña Letizia Ortiz Rocasolano. Seguramente, los expertos y autoridades académicas allí reunidos no esperaban de la esposa del Jefe de Estado de España que interviniera más que para dirigir a los selectos asistentes unas breves palabras de apertura y de clausura. Sin embargo, no fue así. La reina preguntó y repreguntó sobre cuestiones muy incisivas que causaron un visible malestar e incomodidad en los presentes. Preguntó sobre decrecimiento (llegando a citarme a mi), comentó sobre el juicio que actualmente se desarrolla contra 15 compañeras y compañeros de la Rebelión Científica por tirar agua de remolacha delante de las puertas del Congreso de los Diputados en abril de 2021, y comentó también sobre su preocupación por la actual debacle de la energía eólica (tema sobre el que ya escribimos en el blog, aunque tengo previsto volver sobre ello pronto) y cómo puede perjudicar a la percepción pública de la energía eólica y por extensión del Cambio Climático. Preguntas y reflexiones todas ellas muy pertinentes en el contexto actual. Adjunto aquí el vídeo de la jornada de clausura del seminario.

 



Sobre lo que pasó ese día se han escrito varios artículos poniendo los hechos en perspectiva. Destacaré solamente dos de ellos: el que escribimos Juan Bordera y yo para Contexto y Acción, y el magnífico análisis de Manuel Casal Lodeiro para la revista 15/15\15. Por tanto, no quiero volver a incidir en las cuestiones que abordó la reina y prefiero analizar lo que ha sucedido desde una perspectiva más amplia.

Probablemente fui yo el primero, o uno de los primeros, en darle publicidad, a través de las redes, a lo que había sucedido. El acto de clausura había tenido lugar esa misma mañana. A las 15:02 salió publicada una reseña en la web de un revista especializada en el público femenino (en un cierto tipo de público femenino, diría yo). Habiendo aparecido en ese tipo de medio, lo más normal es que nunca hubiéramos sabido de ello. Sin embargo, alguien puso particular interés en que a mi me llegara esa reseña, la cual me envió a las 18:35. Yo estaba a punto de dar una conferencia en Vitoria y no pude ver el mensaje hasta las 22:35. Lo cierto es que cuando me enteré me quedé en estado de shock, particularmente al ver que mi nombre era de hecho uno de los pocos citados por la reina. "Tierra, trágame", pensé. No sabía qué hacer, si compartir esta información o simplemente ignorarla. Se lo envié a varios amigos y al final decidí que esto era demasiado bueno como para no utilizarlo. De este modo, en menos de 24 horas las palabras de la reina comenzaron a difundirse masivamente.

Durante esta última semana, numerosos medios de comunicación (sobre todo radio y televisión) se han hecho eco de las palabras de la reina, siempre en bloques breves y en muchos casos con un análisis muy simple y ramplón de los conceptos en discusión. Se puede decir que ha tenido cierto impacto, pero bastante moderado.

Desde el principio, una de las cosas que más me ha llamado la atención es el tono generalizado de condescendencia y desdén, cuando no desprecio, con el que muchas personas han tratado a la reina, ya en el mismo seminario, ya después en las noticias aparecidas. No es que yo sea precisamente muy fan de una institución de origen medieval como es la monarquía, pero eso no es óbice para reconocer que en nuestro ordenamiento jurídico y social la reina de España ejerce un importante papel de representación institucional como consorte del actual Jefe de Estado. Precisamente por ese papel que desempeña, me parece que lo juicioso sería, cómo mínimo, tratarla con el especial respeto que merece su cargo. Se puede discrepar con ella sin necesidad ser grosero, se le puede replicar sin tratarle de boba. Yo no sería tan maleducado con nadie, y me parece que con menos que con nadie lo sería con la reina.

Me parece particularmente grave la mala baba que le ha sido dispensada a la reina cuando cualquiera un poco avispado puede darse cuenta de que lo que ha pasado no es fruto del azar. Ella no soltó ocurrencias que le vinieron a la cabeza en el momento, sino que claramente traída preparadas las cuestiones que suscitó. De hecho, interrumpió a quien hablaba e introdujo estos temas, sin que estuvieran relacionados con lo que se estaba comentando. Y más aún, a pesar de que claramente se le invitaba implícita y explícitamente a callar, ella no se arredró sino que dijo todo lo que quería decir. Seguramente, lo que había venido a decir.

Porque para mi ésa es la cuestión clave. Es muy necia esa manera de tratar a la reina como a una especie de niña malcriada que va soltando lo primero que se le pasa por la cabeza. Se vio que lo tenía pensado, preparado y estructurado; no siempre los conceptos fueron completamente precisos, pero el hilo conductor era muy consistente.

Yo no creo en las coincidencias. Todo parece muy preparado, aunque seguramente nunca lo llegaremos a saber. En cualquier caso, yo no descartaría que todo sea simplemente un acto de comunicación promovido por la propia Casa Real, sin darle una gran publicidad pero asegurándose que el tema es difundido por los canales que han creído más oportunos para que el mensaje llegue. No podían usar al rey, porque entonces el impacto mediático hubiera sido descomunal; han utilizado a la reina y así el impacto ha sido más moderado y contenido, y ya han conseguido poner un pie en estos temas.

Quien ha promovido esto, quien ha ideado y orquestado esto, lo ha hecho con una cierta intención. El caso es que ahora la Casa Real ha dado un primer paso y ha hecho un primer posicionamiento delante de un debate que será crucial en los próximos años. Y por eso mismo, quienes se han enfrentado a la reina no solo han hecho el ridículo por la endeblez de sus argumentos (particularmente penoso ha sido el papel del ministro Escrivá), sino que encima han cometido la osadía de enmendarle la plana a la Casa Real.

Si no voy desencaminado, este tipo de pronunciamientos volverán a repetirse en los próximos meses. Por otros cauces, de otras maneras, con otras intenciones, pero se repetirán. De ese modo, la Casa Real no solo abre el debate, sino que se posiciona muy claramente en su seno.

Siendo realistas, yo no tengo muy buenas sensaciones con toda esta historia. El tipo de decrecimiento en el que yo estoy pensando seguramente tiene poco o nada que ver con el que se está pensando en las altas esferas. El riesgo de ser manipulados y tergiversados para promover su agenda es enorme (de hecho, esta semana ya he visto varias veces cómo mi discurso real era tergiversado en algunos aspectos fundamentales).

Lo que sí tengo claro es que las preocupaciones por el futuro de la Humanidad en España ya son reales, en el sentido de ligadas a la realeza. Ahora solo nos hace falta llegar hasta las preocupaciones reales de la gente.

Salu2.

AMT

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jueves, 16 de noviembre de 2023

Las porfías del pobre idiota


Queridos lectores:

Hace poco, participé en la presentación de un libro sobre psicología climática en una librería de Barcelona. Mi función en ese evento era hablar principalmente sobre el Cambio Climático y la Crisis Ambiental, con alguna pincelada sobre la Crisis Energética y de Recursos. Al acabar el acto se me acercó una persona, la cual literalmente me dijo que ahora que me había escuchado entendía mejor cuál era mi opinión. Como quiera que yo no entendiera a santo de qué venía esa frase, esta persona me dijo que ella pertenecía al Consell de la República (órgano extraparlamentario cuya función es asesorar a lo que debería ser la futura república independiente de Cataluña) y que yo, literalmente me dijo, "les había hecho sufrir". Capté en ese momento por dónde iba y le dije que la entendía, pero poco a poco fui llevando la conversación al punto que a mi me interesaba: "Bien, ahora que me ha escuchado se ha dado cuenta Vd. de que mi posición no es tan radical, ni tan infundada, como Vd. se pensaba. De hecho, esa versión caricaturesca de mi discurso que Vd. ha oído tan a menudo tiene más que ver con mi crítica al capitalismo que no con mi presunta posición antirrenovable". Al finalizar, le conminé a leer lo que yo he realmente escrito, en vez de quedarse con la versión de mi que otros dan.

Un par de días antes tuve que sufrir en las redes sociales el bastante maleducado acoso de un señor que parece ser trabaja para una de esas publicaciones de verificación de noticias. Su mensaje tenía un tono acusatorio inequívoco: "¿Cuándo va a pedir Antonio Turiel perdón?", y enlazaba y citaba frases de un post mío del año pasado, "El porqué de un llamamiento". Allí, entre otras muchas cosas, decía que el pasado invierno habría gente que moriría de frío y que seguramente se producirían apagones en Europa, aunque dejaba claro que en España era harto improbable que pasase tal cosa. En aquellos meses, yo estaba muy impresionado por los continuos anuncios de planes de contingencia frente apagones en el Reino Unido, en Francia, en Alemania, y me había estudiado el documento de ENTSO-E sobre cómo íbamos a sortear el invierno. Y después de la voladura del Nord Stream todo apuntaba en la peor de las direcciones.

Obviamente pasó el invierno y la cosa no fue ni de lejos tan grave, en parte por la fuerte disminución de la actividad industrial (que aún se profundiza) y en parte por un invierno anómalamente templado. Justamente le repliqué esto a mi inopinado interlocutor, pero cual martillo de herejes intentaba, siempre con modales sinceramente mejorables, desmontar cada cosa que yo decía como si fueran meros bulos. Así, si yo decía que en un momento la anomalía térmica en Centroeuropa llegó a ser de 15 grados, él me atizaba con una gráfica de las anomalías promedio mensuales de toda Europa (en sí muy considerables, por encima de un grado si recuerdo bien) y todo de este jaez. Al final me cansé del tono chulesco y le bloqueé. El bloqueo es una fantástica herramienta para que los pesados no vean qué escribes y también para no ver tú qué barbaridades ponen y así no te entren las ganas poco oportunas de responder.

Es cierto: en Europa no pasó lo que se temía. Para este señor, eso me hacía a mi acreedor de la obligación de disculparme, como si por culpa de mis palabras algo malo hubiera sucedido, y como si lo que yo decía fuera un auténtico disparate infundado. Por desgracia, los problemas estructurales que teníamos entonces no se han resuelto en absoluto, y la próxima vez que venga un invierno frío (con un poco de suerte éste que viene tampoco lo será) podría pasar lo peor. Por cierto que justo antes de bloquear a este energúmeno, trataba de porfiar acerca de qué es lo que entendía yo por invierno frío.

Este autoproclamado censor había comenzado a rondarnos, a Juan Bordera y a mi, unos días antes a resultas de un artículo que publicanos en Contexto y Acción. En él hablábamos de los fenómenos de intensificación climática actuales y en un momento osamos decir que los modelos climáticos del IPCC tienen dificultades en describir los puntos de transición, debido a su fuerte no linealidad. A este martillo de herejes, en su profunda ignorancia, debió sonarle nuestra afirmación a negacionismo climático del más rancio, e ipso facto comenzó a acosar a Juan por esa concreta frase. Juan se afanó en publicar referencias sobre esta cuestión, pero en el mundo de opciones binarizadas de este señor seguramente tales matices no entran. Lo cierto es que su furibunda diatriba no puede ser más necia: cualquiera que haya trabajado con modelos geofísicos sabe que, por el efecto de la discretización de las ecuaciones y de la integración de las mismas, se genera ruido numérico que el carácter no lineal de las ecuaciones de Navier Stokes amplifica descontroladamente y por ello se requiere introducir cierta viscosidad numérica que inevitablemente suaviza los resultados. Añádase que algunos modelos incorporan cierto grado de relajación a climatología, que la elección del esquema de clausura turbulenta también tiene mucho impacto y que muchos procesos, como la interacción con el hielo, están mal descritos porque están mal comprendidos, y así se entenderá mejor porque los modelos climáticos tienen sus limitaciones. Limitaciones que resultan caer, en todas las ocasiones, en el lado de subestimar la gravedad de los problemas, y nunca en el de sobrestimarla (todo es siempre peor de lo esperado). Lo que para el celote verificacionista es negacionismo es en realidad una aceptación de nuestras limitaciones y un aviso de que en realidad las cosas son peores de lo que nos pensamos.

Mientras contabilizaba la energía que Juan y yo hemos perdido con este auditor escogido por nadie, yo me preguntaba si usará ese mismo furor revisionista delante de quienes decían que el futuro era la gran eólica (ésa misma que está ahora mismo colapsando económicamente) o sobre los que por encima de toda evidencia técnica aún claman que el hidrógeno verde es el combustible del futuro. En particular, me pregunto si les habrá exigido, como hizo conmigo, que pidan perdón, lo cual estaría bastante más justificado, viendo la cantidad de millones que se están tirando a la basura. La pregunta es retórica: verificadores, sí, pero no imbéciles. Arrogantes con el débil y sumisos con el poderoso.

Siguiendo con las redes sociales, pocos días después tuve que aguantar una nueva ridícula murga acerca de un artículo que publiqué en Contexto y Acción hace un año, "El manifiesto que nadie pidió". Hice en ese artículo un par de afirmaciones que en su momento escocieron mucho y las cuales desde entonces ciertas personas intentan siempre refutar. La primera es que en la red eléctrica no cabe un kilovatio·hora más, así que poco se justifica instalar más y más sistemas masivos de producción de electricidad. Y eso es simplemente factual, es otra manera de decir que el consumo eléctrico cae desde 2008. Por supuesto, la caída del consumo no es una simple línea recta, sino que tiene cierta modulación, pero la tendencia decreciente es a todas luces innegable.


Contra este hecho irrefutable se han intentado oponer muchos argumentos de una banalidad infantil y unos pocos con algo de sentido. Entre los últimos se encontraría el hecho de que la caída del consumo se debe fundamentalmente al despegue del autoconsumo. Aunque hay pocos números sobre el autoconsumo, y aún aceptando que algo ha influido en la caída de la demanda observada en la red de alta tensión, un análisis rápido muestra que es imposible que la mayoría de la caída se corresponda con esto; aunque en realidad da igual, porque la clave es que no hay mucha justificación para los grandes proyectos, y más si verdaderamente el autoconsumo fuera tan floreciente. Entre los argumentos banales nos encontramos que ese año se ha instalado mucha energía renovable "¿y cómo va a ser que se instale si no se aprovecha?", el confundir los kW instalados con los kW·h generados, y en general hacer una loa a que las nuevas tecnologías de almacenamiento, de coches eléctricos y de hidrógeno verde van a permitir en un futuro "próximo" aumentar el consumo.

Más sutil es la porfía con el otro de mis argumentos en el artículo, en el que digo que a principios del siglo XXI se había instalado en España mucha energía renovable y que ahora simplemente no se puede integrar más. Aquí mis púgiles dialécticos me enseñan gráficas que muestran cómo se ha incrementado en los últimos diez años el consumo de electricidad específicamente renovable (con un notorio estancamiento en los dos últimos), demostrándose así, a su entender, que sí que se integrado más. En este caso, la palabra clave es "integrado". La integración de los sistemas renovables tiene que ver con el papel que desempeñan dentro del sistema eléctrico (algo que Beamspot nos ha explicado con mucho detalle), y no si en determinados años producen algo más o algo menos de energía. De nuevo, que se estén instalando cada vez más sistemas de energía renovable no demuestra que se estén integrando en la red, si la energía finalmente consumida que viene de las renovables ya podía producirse con lo que existía antes de la instalación de esos nuevos sistemas. En realidad, para probar que se está integrando más energía renovable se necesita demostrar que las nuevas instalaciones están proporcionando una energía que ahora se consume y que antes no estaba disponible, cosa que obviamente no ha pasado si nos fijamos solamente en los últimos años. Aquí, de nuevo, yo juego con la imprecisión temporal de los plazos (¿qué quiere decir exactamente "en los últimos años"), pero, a fin de cuentas, el artículo que tanto les desvela no deja de ser una pieza divulgativa y de opinión, y no un trabajo científico donde todo tiene que ser obsesivamente precisado. Y si les molesta tanto que no sea más preciso, entonces no deben ser capaces de abrir un periódico; o quizá deberían entender que más que mostrar de forma precisamente cuantificado algo, lo que se pretende es introducir de forma divulgativa un concepto. Mención aparte merece el hecho de que si en la suma de la energía renovable generada se introduce la hidroelectricidad (que también es renovable), la resultante es aún menos brillante por lo que ha sufrido la sequía de los últimos dos años esta fuente en particular.

Todos estos ejemplos tienen en mi opinión un denominador común: intentar demostrar que o bien me equivoco o que estoy proporcionando deliberadamente una información errónea. La posición de partida es ésta: simplemente, no puede ser que yo tenga razón. Porque si tengo razón, entonces el mundo, su mundo, se hunde. Ese mundo que han construido basándose bajo la hipótesis de que podremos mantener el mismo nivel de consumo actual, simplemente cambiando nuestras fuentes de energía. Y así no puede ser que los sistemas renovables tengan muchas y notorias limitaciones, que los recursos que se precisan sean no solo escasos sino insuficientes a tal fin, ni que los problemas de sostenibilidad (de recursos, ambientales, sociales, etc) exigen un cambio de rumbo inmediato.

Hay algo, empero, que es nuevo: el nivel de porfía, de empecinamiento. Esta gente está convirtiendo el intentar refutarme en una cuestión vital. En vez de pasar olímpicamente de mi (no nos engañemos, sigo siendo un don nadie y mis opiniones no tienen ningún impacto en ninguna toma de decisión relevante), se obsesionan conmigo. No es algo casual, creo. Estas últimas semanas han sido nefastas para el sector renovable: ahí están los anuncios de los sucesivos planes de rescate de la eólica, centrados fundamentalmente en Siemens Gamesa pero con el resto de empresas también afectadas en mayor o menor medida por los mismos problemas; o la creciente preocupación por los precios cero o negativos de la electricidad en el mercado mayorista, que preludian el estallido de la actual burbuja renovable al estilo del parón que se vive en Alemania desde 2016 con el frenazo de la Energiewende. Ahora más que nunca hay necesidad de contrarrestar las noticias negativas matando al mensajero y descalificando los datos que se dan, por más que sean eso, datos.

Justo antes de que se produzca una transición de fase, un sistema muestra síntomas crecientes de inestabilidad. Algunas variables críticas oscilan, y a medida que te acercas al fatídico punto de ruptura, estas oscilaciones se van haciendo más lentas pero al mismo tiempo de mayor amplitud. Así, hasta que algo se rompe y el sistema colapsa en su nuevo estado.

Toda esta creciente porfía insensata nos muestra esto, que nos estamos acercando a ese punto crítico, a ese momento de ruptura. Lo peor es que los que porfían descuidan lo que debería ser la sustancia real de la discusión: el mantenimiento del bienestar de los ciudadanos y la defensa del interés común. Sacrifican lo que son los asuntos de la polis, la política, por defender una tecnología concreta, unos conceptos abstractos concretos. No se ocupan ya de la polis. Son porfías idiotas, en el más propio sentido terminológico. Lástima que en este momento no tengamos tiempo que perder en discusiones espurias y desatinadas. Suerte del bendito botón de bloqueo...

Salu2.

AMT