Queridos lectores:
En esta entrega de "La lavadora de medianoche", Beamspot nos explica el efecto sobre el precio de la electricidad del topado del gas, que también se ha conocido como "la excepción ibérica". Recordemos que esta entrada fue originalmente escrita en agosto de 2022.
Les dejo con Beamspot.
Salu2.
AMT
(enlace a la 7ª entrega de la serie)
La Lavadora de Medianoche.
Una Colada con Sobrepeso.
Prólogo.
Al principio, una parte importante de esta entrada estaba junto a otra parte importante de la anterior, en un artículo con dos temáticas distintas.
Pero apareció precisamente la legislación de la que en este caso se habla, lo cual paralizó esa entrada que estaba ‘casi terminada’.
Se aprobó el real decreto, empezó a pasar el tiempo y a verse sus efectos, y una parte importante de lo que se pronosticó se ha cumplido, mientras otras ‘sorpresas’ se han ido sumando al carro.
Dado que el tema del precio de la electricidad es importante, y algunos de los temas que se tocan aquí son relevantes para otras cosas, mantengo mucho de lo que se escribió (de ahí que algunas partes hablen del ‘tope’ en futuro, mientras que otras no.
Sin embargo, con respecto a al tratamiento previo, se ha completado este artículo con bastantes más explicaciones sobre el tema precios de la electricidad y otros asuntos importantes muy relacionados, aprovechando que el tiempo va pasando inexorablemente, los quehaceres de los que por aquí escribimos aumentan rápidamente, y mantener el ritmo de publicación se hace difícil.
Sigamos pues con el asunto de los precios y la ‘excepcionalidad ibérica’.
El ‘tope’ del gas.
Desde que Rusia empezó la invasión de Ucrania, cada vez se habla más y más de los precios del gas y de la electricidad. También se han puesto una serie de sanciones que han ayudado mucho a que estos precios suban, cual ‘sanciones boomerang’ que hacen más daño al que las impone que al que las recibe.
Sin embargo, este punto de vista, que es el mayoritario en los medios de comunicación durante el otoño de 2022, fue incorrecto.
Llevamos desde finales de verano del 2021 y hasta finales de 2022 [cuando se escribió este post, nota de AMT], con los precios de la electricidad disparados y aún no había restricciones de gas ni guerra en Ucrania ni historias semejantes. Para entonces ya se batían récords de precios casi a diario y fue precisamente eso lo que me impulsó a escribir esta serie.
No una inexistente (entonces) guerra en Ucrania.
Desde el verano de 2021 que ya se habla de maneras de restringir el precio de la electricidad, se toman medidas para contenerlo (como bajar impuestos, por ejemplo), etc.
Medidas insuficientes que además han disparado el precio de la gasolina y el diésel, como veremos en otra entrada.
Y es precisamente en este entorno que se produjo una de las noticias importantes en este país: el ‘tope’ del gas (para producción eléctrica).
El asunto de controlar la economía es muy viejo. Cuando la economía se recalienta y se entra en una inflación desbocada o, peor aún, en una estanflación como la actual, tarde o temprano salta a la palestra el tema del control de precios.
Otro tema recurrente. Viejo.
Tan viejo, que hay documentada ya un caso de un tal Gaius Aurelius Valerius Diocletianus Augustus que intentó fijar un precio máximo de las cosas.
Estamos hablando del emperador romano Diocleciano, el fundador de la Tetrarquía, que en el año 301 (hace 1721 años) formuló su famoso Edicto de Precios Máximos.
La idea es simple, y todavía hoy se saca a menudo a colación, incluso se usó (en Junio de 2022). Se trata de fijar el precio máximo por el que se puede vender un bien.
Eso es lo que se conoce como ‘topar’ o poner un ‘tope máximo’ a los precios.
Es lo que en los medios de comunicación se dice que se pretende poner al precio de la electricidad producida con gas.
Sin embargo, la idea simple causa problemas complejos. Obvio: no se dirige a la complejidad subyacente, ‘escondida’.
Es la misma ‘idea’ que causó las revueltas del hambre más conocidas como ‘la Primavera Árabe’, y que también causó graves problemas a Diocleciano de forma obvia.
Obvia porque si yo vendo un producto y el precio de las materias primas y mano de obra es mayor, o mucho mayor que el precio tope que se me ha impuesto, pues entro en quiebras, en pérdidas… y ninguna empresa puede aguantar eso mucho tiempo.
Así que simplemente, dejo de producir.
El topar los precios simplemente hace desaparecer aquellos productos topados del mercado cuando el precio no cubre los costes ni a beneficio 0.
Eso es lo que pasó a Diocleciano. Los productos desaparecieron, y floreció un mercado negro (‘en B’) de esos mismos productos, mucho más caros, pero libres de impuestos (o sea, quizás al mismo precio o incluso inferior que el topado).
En las revueltas de la Primavera Árabe, lo que pasó es que dejó de haber pan y otros alimentos simplemente por la misma razón. Eso produjo hambre.
No se hacen revoluciones con el estómago lleno.
En el caso que nos ocupa, no se está topando el precio del gas.
La ministra actual del ramo, Doña Teresa Ribera, no es tonta en absoluto. De hecho, algunos comentarios bien suyos bien de allegados en el sector dan que pensar que se ha encontrado con un percal más complicado de lo previsto, pero que algo sabe, o mejor dicho, algo está aprendiendo correctamente sobre el tema.
Sin embargo, esos comentarios han sido bastante criticados por ‘salirse del guion’.
El tema político es sumamente complejo, y esta parte va a ocupar las siguientes entradas, así que de momento nos vamos a conformar con un breve estudio del caso a mano, el mal llamado ‘tope del gas’.
Saben muchos políticos metidos en el tema que no pueden topar el precio del gas sin más. No pueden limitar el precio de la electricidad generada con gas (en los ciclos combinados, básicamente) porque en ningún momento se ha parado la generación por gas por las razones esgrimidas en las entradas anteriores: sin gas no hay estabilidad eléctrica.
Cuantas más renovables, más necesidad de sistemas despachables rápidos, a saber, hidro y gas. Ya sabemos que la hidro, en realidad, no es trigo limpio (y eso que es renovable), lo que nos conduce a lo obvio: la dependencia del gas es más elevada que nunca, y no queda otra.
Esas eléctricas son ireemplazables, somos cada vez más dependientes de ellas… y lo saben.
Así que si se les limita el precio, y dicen que no les sale a cuenta (y es fácil el calcular el coste mínimo, además), pues amenazan con simplemente no generar.
O sea, con dejarnos a todos sin luz, por mucho autoconsumo que tengas.
Por tanto, la ley en ningún momento ‘topa’ el precio de la electricidad generada con gas.
Que los medios de comunicación sigan insistiendo en que se ha puesto un tope al precio no es sólo impreciso, es falso rotundamente. Confusión convenientemente cultivada por el ejecutivo, todo hay que decirlo.
Por supuesto, en una semana ya ha salido a la palestra que en realidad, eso del tope es meramente una frase ‘cosmética’, con su ‘gancho comercial’. Y otra tomadura de pelo (ojo, los mismos medios que atacan el problema son los que antes ya decían sin tapujos que se iba a ‘topar el gas’).
Con la ley hemos topado.
Pues eso, que la ley no topa el gas en ningún momento.
Es interesante leer la ley. Es difícil leer la ley por parte de aquellos que no somos abogados, aunque la experiencia puede ayudar.
Sin embargo, la ley es confusa no por naturaleza, sino por intención.
Me refiero a la ley en general, y esta no es una excepción.
Como la mayoría, es un documento con bastantes ambigüedades sujetas a interpretación.
La idea de la ley, es que aquellos que produzcan electricidad con gas, van a recibir un pago para que, en el fondo, el gas les salga a 40€/MWh (de gas). La diferencia les será abonada.
Si el gas estuviese a ese precio, el coste mínimo de generación en los ciclos combinados sería de unos 73€ el mismo MWh. Por debajo de eso, serían quiebras.
A efectos prácticos, si el gas está a 40€, tienen que vender la electricidad a un mínimo absoluto de 80€, probablemente en el rango de 80 a 90€.
Si el gas estuviese a 80, entonces se sumarían 73€ al precio de la electricidad, es decir, como mucho 163€.
Analizaremos la estructura de costes y quienes se benefician más adelante, aquí simplemente se constatan unos valores para hacer un cálculo.
La ley, básicamente, y de forma clara, dice que si el gas está a 80€, las centrales de ciclo combinado van a cobrar 40€ por ese mismo MWh de gas. Lo que deja el coste de producción a esos 90€ máximos el megavatio.
Hasta ahí, relativamente claro. Más claro aún el término plazos: esa limitación fue inicialmente de 6 meses desde que entre en vigor, para luego ir subiendo el precio de límite en 5€ al mes durante un máximo de 6 meses más.
Pero, pase lo que pase, la ley deja de estar en vigor el 31 de Mayo de 2023, con lo que dado que se aprobó como el 12 de Junio, no llegará al año. [Posteriormente fue prorrogado hasta diciembre de este año, con una subida progresiva del precio a pagar por el gas, nota de AMT].
Pero ahora, como siempre, es cuando viene la confusión (interesada).
Si los ciclos combinados reciben dinero, ¿quién lo paga?
Ahí hay dos opciones: la primera, cargo al erario público (o sea, impuestos, deuda pública, etc). Va a ser que no, obviamente. Obvio no sólo porque eso es contraproducente. Obvio porque hay un problema de deuda pública.
Así pues, se ha aplicado la segunda opción: que paguen ‘otros’.
En este caso, la ‘otrorización’ se aplica a TODAS las eléctricas.
Se reparten el gasto ‘a escote’, es decir, todos por igual (por megavatio).
Todos es todos. Empezando por las mismas empresas que reciben la compensación.
Y ahí es dónde está el punto principal de confusión en el texto.
¿Quienes?
Hemos dicho a todas, así que parece obvio, ¿verdad?
Falso.
De nuevo, nos podemos encontrar con dos opciones.
El reparto diario (por ‘energía’) o el reparto horario (por ‘potencia’).
Dada la relevancia del detalle, vamos a analizar ambos casos.
Reparto horario.
En este caso, los costes de compensación de la producción se computan y se imputan por cada franja horaria, por hora, por la necesidad de compensación y la producción total durante esa misma hora.
Como ya se ha dicho en repetidas ocasiones, el caso más sangrante es justo tras la puesta del sol, momento en que la fotovoltaica ya produce cero, y además se suma el pico de demanda diario.
Eso nos da mínimo de producción renovable (diario) y máximo de producción despachable (diario) durante esa hora (y alrededores, como ya explicamos en la segunda entrada).
Suele ser el momento del día en que más gas se utiliza, y también en el que menos renovables hay, con la excepción de la hidroeléctrica, dependiendo de la época del año y de la situación de estrés hídrico (y de los ‘caprichos’ de las hidroeléctricas que ‘juegan’ con los desembalses de agua según ‘los caprichos de la dirección meteorología’).
Esa es la hora de pico de precio de forma casi constante. Y deja a pocos sistemas de generación sobre los que repartir, mientras que se produce el máximo de consumo de gas, y por tanto, de compensación.
El resultado es que la compensación crece mucho, ya que tenemos los ciclos combinados, la cogeneración (otros que van con gas), y el carbón (que también recibe compensación, aunque no se detalla la cuantía) que afortunadamente es poco, y como añadido, la hidro y la nuclear. Algún día si eso, eólica.
Si el viento no se muestra, como suele pasar a finales de verano y principios de otoño (o según le dé, que la volatilidad de la veleta es legendaria), entonces resulta que el gasto de compensación se reparte entre los que lo generan (CC, carbón), y la hidro (escasa también a finales de verano, y más con sequía y su extensivo uso para bajar precios de la electricidad) y la nuclear.
O sea, la mayoría tienen que recibir compensación, que se va a pagar entre esa mayoría más la nuclear.
Te invito a comer, siempre que pagues tú.
Por supuesto, algo va a bajar la factura en esa hora, puesto que pasan parte (parte, sólo una parte dependiendo de los megavatios generados por cada uno) a la nuclear, que tampoco es la más barata, según dicen los pro-renovables.
Obviamente, estas otras tecnologías van a subir el precio para hacer frente al aumento del gasto en forma de compensación.
Dado que la compensación se hace dentro del mismo tramo horario, el resultado es que a la hora en que siempre es más caro, sigue siendo el más caro. Y la segunda más cara, sigue siendo la segunda más cara. El impacto es mínimo.
Reparto diario.
La otra opción es repartir el coste de la compensación entre toda la generación durante el día, independientemente del tramo horario. Eso trasvasaría los costes de las horas más caras a las horas ‘más baratas’, reduciendo el pico de precios y ‘aplanando la curva’.
En este caso, además, el pico de la demanda y por tanto de la compensación, se diluiría entre el resto de horas, entre todas las tecnologías con menos discriminación y durante un período más largo de tiempo, reduciendo aún más el impacto de esta compensación sobre el precio.
En este caso, tanto el precio como la compensación se repartiría de forma muchísimo más parecida a esa que se analizaba en la primera entrada de esta serie: por energía total producida durante el día.
Ahí sí que tendríamos un ahorro mucho mayor, con un impacto mucho más efectivo de la misma medida, simplemente cambiando este ‘pequeño (y confuso) detalle’.
Pero claro, eso tiene un efecto secundario: maximiza el impacto de la medida sobre las renovables eléctricas e intermitentes, muy especialmente sobre la fotovoltaica: como produce miseria o nada durante las horas caras, queda prácticamente exenta de pagar ningún tipo de compensación si se aplica el método anterior, mientras que en este caso, le toca pagar (la curva d)el pato. Le toca hacerse cargo de un problema que ella misma genera y que de momento pagamos otros.
El dato.
¿Hace falta decir cuál de las dos opciones se ha elegido e implementado en esa ley?
Como de costumbre, los intereses de los ciudadanos pasan a segundo plano. De cara a la galería se cubre el expediente de que ‘algo se ha hecho’, pero de cara a los intereses de otros y a los auténticos culpables del desaguisado, nada cambia, no les afecta, se les libra de las responsabilidades.
Veamos datos concretos:
Esta es una captura de la estructura de producción del 16/06/2022, con los datos de la hora pico típica, las 22:00.
Podría ser peor: el mismo día a las 5:45, justo a la hora que suena mi despertador.
Sin el mecanismo de compensación, la electricidad hubiese estado en los 275€/MWh.
8,9€ de ‘ahorro’, un 3,3%.
Lo dicho, el sistema funciona. Consigue un ahorro.
Pero el impacto es mínimo.
Claro que la cosa tiene truco: en realidad el sistema funciona sólo cuando el consumo de gas es mínimo.
Matemáticas puras, lógica bastante básica.
Y sin embargo, tiene algunos efectos secundarios.
El principal, es que la cogeneración NO recibe las bonificaciones, pero las tiene que pagar. Y como se ha comentado ya, el resultado neto es que están parando este tipo de centrales. Esa generación que se pierde es suplida, cómo no, por las centrales de ciclo combinado, aumentando por tanto el precio de la luz de nuevo.
No me extraña que Bruselas haya aprobado el plan con tan pocas reticencias: apenas sirve de nada, y, de paso, se cumple la máxima exigida de minimizar el impacto sobre las renovables eléctricas intermitentes (las que nos obligan a depender del gas), tanto en cuanto a costes indirectos como a beneficios.
También es cierto que Francia (que hace lo que le da la gana al margen de la UE) ahora nos compra a nosotros por ser más baratos, algo que la Comisión Europea había dicho que no. Eso, de nuevo, aumenta la demanda de energía, y por tanto sube los precios.
Claro que favorece que algunos se ‘inventen’ eso del 100% renovable.
Ojo, otro elemento que forma parte del timo, es la comunicación del precio.
En el ejemplo puesto, el precio ‘oficial’, el comunicado, el que ‘consta en acta’ es de 177,9 €/MWh. Sin embargo, el precio real es más elevado puesto que hay que sumar la compensación, 88,2€.
Este tipo de engaño mediante el ‘desvío informativo’ de partidas de la factura a otros ítems del desglose es de lo más común en el tema de las renovables.
Eso explica cómo el ‘precio de la electricidad’ ha bajado un 14% pero la factura ha subido un 10%.
Es el truco típico que usan los magos, ilusionistas o prestidigitadores en sus trucos de magia: centrar la atención del público en un punto, mientras fuera del foco de atención hacen todo lo que les plazca. En este caso, el foco es sobre el precio del MWh ‘oficial’, pero en la factura eso es sólo una parte. Ojo, porque la compensación, otra parte, tampoco es suficiente. Está el ‘término fijo’ por potencia contratada, impuestos, etc.
Y es que en el fondo, quienes pagamos la compensación, en realidad, somos nosotros, los usuarios, los consumidores, el último mono. Las productoras de electricidad simplemente nos facturarán todo.
No sólo eso. Francia y Marruecos se están aprovechando y comprando nuestra electricidad a precio de electricidad… sin la compensación, que la continuamos pagando los ciudadanos peninsulares.
Es más, parece ser, aunque ese otro RD no lo he revisado, que también hay una limitación en el precio del gas para consumo doméstico en lo que se llama Tarifa de Último Recurso (TUR). Y ahí si que parece que lo que dejen de facturar a los consumidores domésticos irá a costa del erario público.
Tempus fugit.
Hasta aquí lo que había escrito a finales de Junio de este 2022. Ahora, finales de Agosto, podemos echar la vista atrás y valorar el resultado.
No hace falta echarla mucho atrás para poder hacer una buena valoración. Hasta podemos encontrar gráficas interesantes. Por ejemplo:
En esta gráfica se puede ver los precios que tenemos en total, sin la compensación, y el supuesto precio que tendría si no hubiese el ‘tope’ puesto.
El ahorro no es enorme, pero es significativo, y ha habido casos puntuales en que ha sido bastante elevado, y casos en que ha sido nulo. Más de lo primero que de lo segundo.
Sin embargo, se observa que a finales de Agosto, el precio ha seguido subiendo, incluso batiendo récords de precio.
Así que muchos se preguntan si ha servido de algo esta ley.
Y la respuesta es, presumiblemente, que sí. Desde luego, y sin lugar a ningún tipo de dudas, el precio mayorista ha sido mejorado, aunque haya batido récords.
Sobre todo, si lo comparamos con el resto de Europa, queda en evidencia que estamos pagando el precio de mayorista marcadamente inferior al resto, mientras que antes estábamos a la par o incluso por encima.
En ese aspecto, la medida ha funcionado.
Recordemos que Francia, con tanta nuclear (falso: tienen mucha nuclear instalada… pero mucha parada [en 2022, nota de AMT]), supera los 1000€/MWh mientras que el récord aquí está en 365 o incluso más de 400 (depende del día que uno mire).
Liberté, egalité, fraternité.
Es indudable que la medida ha bajado el precio mayorista del pool en comparación con los otros países que utilizan no tienen esta medida, y bla bla bla.
Falso.
Eso, de nuevo, es sólo la mitad de la historia, como de costumbre. El truco del prestidigitador, centrar el foco de atención del público lejos de la acción.
La medida, que en realidad funciona, sólo es parte de esa diferencia con el resto de Europa. Sólo es la mitad de la diferencia.
La otra ‘medida’, sin embargo, aunque está a la vista de todos, es poco conocida y encima ‘totalmente accidental’.
Empecemos por el ‘accidente’.
Durante el ‘boom’ inmobiliario y la posterior crisis de 2008, en la península se construyeron varias plantas regasificadoras de gas licuado como parte de ese boom. Plantas que han estado muy infrautilizadas hasta ahora.
Formaba parte de esa ‘inversión’ desmesurada en obras públicas de dudosa utilidad, junto a aeropuertos vacíos, estaciones de AVE en medio de la nada, urbanizaciones fantasma lejos de todo, etc.
Sin embargo, ante la crisis desatada por pegarnos un tiro en cada pie, por no decir en el hígado, de golpe y porrazo pasaron a ser ‘interesantes’, ya que permitían que Europa comprase el excedente de gas de fracking, ese atentado medioambiental USAmericano.
Obviamente, a los gringos les parecía de perlas que ahora Europa pasase a depender de sus excedentes de ese gas en lugar de depender de Rusia.
Mmm. Un pensamiento: si antes teníamos cuatro proveedores de gas natural (mayormente Rusia, pero también Argelia… y EE.UU.), ahora tenemos uno menos, ahora somos más dependientes de los que quedan, no?
Pero aunque el gas iba barato en los USA, el problema y la razón por la que el gas tiene precios que dependen mucho de la geografía, es por la dificultad de su transporte. Los gasoductos están muy bien y facilitan/abaratan la cosa, pero son rígidos.
Las flotas metaneras son mucho más flexibles aunque estén limitadas a moverse por el mar. Por eso las plantas de regasificación se sitúan en puertos a los que llega algún gasoducto importante del país, ya que en Europa todos los países tenemos gasoductos, y encima estamos ‘algo’ interconectados.
Así pues, ante el corte de suministro de gas ruso (que curiosamente puede desviar el gas que venía a Europa redirigiéndolo hacia China y el Este a través del nuevo gasoducto Power Of Siberia), la geoestrategia de los que mandan fue:
Que Europa compre gas al amo USA, y que ‘rediversifique’ sus consumos. Dado que Alemania es la más ‘importante’ en la economía europea, tiene que llevarse el gas de Argelia, y dado que España tiene regasificadoras (y Alemania tiene muchas menos), pues había que hacer que el gas argelino llegase a Alemania (a través de Italia), y que España sustituyese ese gas por el importado de los USA.
Así pues, ‘nos peleamos’ (convenientemente) con Argelia (en base a bajarnos los pantalones al regalar el Sáhara a Marruecos), y pusimos en marcha las regasificadoras.
Obviamente, el gas que llegaba aquí no puede pasar hacia el norte porque somos una Isla Energética. Sobre todo porque para nuestros vecinos y amigos del Norte, La France, consideran que África empieza en los Pirineos y no puede ser que un país subdesarrollado como l'Espagne tenga semejante poder, así que hacen lo posible e imposible para que nosotros podamos suministrar nada del interés de sus otros vecinos, esos de los que también son ‘grandes amigos’, los alemanes.
Así que no quedaba otra que hacer que el gas argelino llegase a Alemania a través de Italia.
Ojo, que la condescendencia de los franceses para con los españoles no es nada comparado con el interés que tienen estos mismos en dificultar las cosas para los ‘superiores übermenschen’ alemanes.
Con amigos así ¿quién quiere enemigos?
Pues la verdad es que Monsieur Macron y su política de aislamiento de España nos está haciendo un favor.
Dado que los americanos básicamente sólo nos pueden exportar a nosotros, y aunque el gas licuado es caro debido al coste energético de licuarlo y posteriormente regasificarlo, resulta que aquí tenemos bastante gas, al menos en comparación con Europa.
Y el aislamiento no se queda ahí. Obviamente al estar aislados, también lo están los mercados del gas, de forma que en España tenemos un mercado propio, el MIBGAS (Mercado Ibérico del Gas).
El resto de Europa, sin embargo, tiene otro mercado diferente, el Power-next, también conocido como el Hub Holandés Dutch TTF.
Puesto que el gas licuado se queda aquí, o incluso es exportado a Marruecos (bien ahí, haciendo amistad con Argelia), no llega a Europa, y con Italia de por medio, una situación mala para los franceses, y los alemanes en modo ‘prepper’ como nunca (es decir, ahorrando y almacenando como nunca, tanto gas como biomasa, como si no hubiese gas mañana), resulta que el caro gas regasificado, que está muy caro, no está tan caro como el gas europeo.
En el momento de coger estos datos, 29 de Agosto de 2022, el precio del gas ‘spot’ en el MIBGAS estaba a 227,83 €/MWh, mientras que en el mercado europeo estaba a 319,902 €/MWh, un 40% más caro.
Así que las diferencias de precio por MWh de la electricidad con respecto a Europa, una vez contada la compensación (que está en el mismo orden que el ‘precio de la electricidad’, incluso por encima), resultan ser debido más a la diferencia de precio del gas que no a la medida del gobierno central.
Ahí, de nuevo, se pueden ver las ventajas de ser una ‘isla energética’, junto al hecho de limitar las inestabilidades exportadas por otros.
Merci beaucop, Monsieur Macron.
Para que luego digan que Europa está más unida que nunca.
Schadenfreude.
Por cierto, como nota al margen.
Últimamente se está criticando mucho a los alemanes por haber adoptado una política de dependencia extrema del gas ruso. Decisión, según dicen por todas partes, no sólo política, sino que obviamente equivocada (ojo, eso mismo dijo ya Trump en una reunión que sentó muy mal a mucha gente, causando las risas entre la delegación germana).
Por supuesto, el blanco de las críticas es el hecho que no alarguen la vida de las nucleares, y que la apuesta por el gas es ‘incongruente’.
Eso es un grave error de bulto.
Sí, hay un fallo político. Pero no es el que dicen las lenguas que se alegran del mal que ahora azota a los alemanes, esas que se regocijan y regodean en el Schadenfreude. El fallo resulta que es el mismo que afecta a los que lo critican: el apostar (políticamente) por las renovables eléctricas intermitentes y descontroladas que nos obligan a utilizar y depender del gas, especialmente cuando nos azota la sequía, la pertinaz sequía, que seguramente será más presente gracias al cambio climático a la vez que aumentamos el abuso de la misma para producir electricidad.
Los alemanes se quitan de encima nuclear y carbón en la medida de lo posible por las razones esgrimidas ya antes en esta misma serie: son muy malas para estabilizar las renovables hasta el punto que hace tiempo que recortan producción renovable, el famoso curtailment.
ESA es la razón por la que se apuesta todo por el gas: no hay alternativa si queremos tirar de renovables, ya que no tenemos renovables eléctricas despachables ni almacenamiento masivo al nivel requerido, ni se ve posible ni factible en un futuro próximo (ni lejano, de hecho).
Por eso los Verdes, que son los primeros que quieren erradicar el carbón, han admitido el uso del combustible fósil más ‘sucio’ en contra de sus principios, puesto que aún es más flexible que no las viejas nucleares alemanas (que son modelos de hace muchas décadas pensados para trabajar como baseload, a todo trapo sin parar ni variar su potencia, sin capacidad de regulación).
Saben que es contraproducente electoralmente, pero allí la población está mucho más hecha a la idea de las limitaciones de unas renovables que no nos dan lo que necesitamos, debido no sólo al curtailment, también al evidente hecho que en invierno muchos paneles fotovoltaicos están enterrados en nieve y no producen un carajo justo cuando más energía se necesita… para combatir el frío por falta de Sol.
Queremos renovables eléctricas intermitentes y descontroladas, pero exigimos electricidad continua y controlada. Y los ingenieros (¿y de qué fama gozan los teutones?) que utilizamos la electricidad sabemos que sólo queda una forma de ‘casar’ ambos requerimientos, y pasa forzosamente por el gas, por un montón de gas.
ESE es el fallo. Pero los que ahora critican a Alemania no pueden admitirlo, ya que ellos han cometido el mismo fallo, el de apostar por unas renovables que no nos dan lo que necesitamos, error que no quieren, no queremos ver.
La ‘simpatía’ por los alemanes, evidentemente, tiene bastante que ver con este comportamiento, habida cuenta de las reiteradas críticas que nos han hecho en muchas ocasiones totalmente sin sentido. Me gustaría verlos trabajando en el campo en Agosto en Andalucía a las 15:00...
Pero aunque deje este tema por ahora, vamos a ver cosas mucho más interesantes respecto de las ‘amistades peligrosas’ europeas, y de paso, americanas, que tienen mucho más que ver con la problemática que no estos nimios detalles.
En la próxima entrada entraremos al trapo: análisis de los precios de la electricidad que pagamos los usuarios (poco que ver con el precio de la energía que pagan las distribuidoras).
Bis bald.
Beamspot.
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