domingo, 23 de octubre de 2016

Los escenarios peligrosos: Nigeria

Queridos lectores,

Javier Pérez nos ofrece una nueva entrega de sus análisis sobre la situación de países en los cuales las actuales turbulencias en el mercado de petróleo y su propia idiosincrasia productiva les está llevando a problemas graves. Esta semana, el país analizado es Nigeria.

Les dejo con Javier.

Salu2,
AMT


Los escenarios peligrosos: Nigeria

 

    Siguiendo con mi recorrido por las casillas más peligrosas del tablero mundial, hoy quiero acercarme a la situación de Nigeria.
Antes de nada, y con perdón, vamos a poner un par de mapas del país, porque aunque la mayoría (cof, cof…) sepan dónde está, nunca viene mal situar geográficamente el centro de atención de lo que se dice.
Luego, si nos acercamos un poco, nos encontramos ante este otro mapa:
Aunque, con diferencia, el más complicado es este tercero que voy a insertar, que señala las lenguas y grupos étnicos del país:
Lo de la multiculturalidad de los países suena muy bien, muy cosmopolita y muy plural, pero en la práctica genera toda una gama de problemas que ya iremos abordando, y con buen cuidado de no salirnos de Nigeria ni entrar a ver cual es la Nigeria buena y cual la Nigeria mala. Por prudencia, más que nada…
Visto, pues, un pequeño esbozo geográfico del país del que hablamos, vayamos a su historia para ponernos en antecedentes:
A finales del siglo XV, llegó a las costas nigerianas la expedición del portugués  Joao Alfonso De Aveiro, que introdujo en el país las primeras armas de fuego y las primeras semillas de coco, aunque su intención era dedicarse al tráfico de esclavos, una actividad que alcanzó tal importancia que  toda la costa nigeriana, y de parte del resto del golfo de Guinea, se llegó a conocer como “Costa de los esclavos”. Ya entonces comenzó la rivalidad entre los Yoruba, los Fausa y los Igbo, intentando todos ellos controlar el tráfico de esclavos, pues eran las propias autoridades del país las que cazaban a los seres humanos para venderlos a los europeos, sin que estos se aventurasen casi nunca a hacerlo por su cuenta. Así surgieron varios centros económicos de importancia. La organización consistía fundamentalmente en ciudades Estado, entre las que destacó Oyo, en el siglo XVII, que detuvo los avances musulmanes y se impuso a sus vecinos al ser capaz de organizar un ejército con fuerzas de caballería, especialmente en las praderas libres de mosca tse-tsé.
Entre 1500 y 1800, buena parte de su economía giró en torno a la captura y comercio de esclavos. De hecho, gran parte de las frecuentes guerras que sacudieron la zona se explican por la necesidad de capturar prisioneros que poder vender en los florecientes mercados, sin que importase gran cosa la razón por la que comenzaban las guerras para las que, en ocasiones, ni siquiera se buscaba pretexto alguno. Simplemente se iba a cazar personas para venderlas a los europeos y a los tratantes musulmanes del Norte de África.
La situación prosiguió de este modo hasta la gran crisis que supuso la abolición de la esclavitud. El rey de Bonny, Opubu el Grande (1790-1830) reconvirtió la economía del país hacia la producción de aceite de palma. Los británicos se interesaron entonces por la zona, lanzaron a sus exploradores y en 1861, con la excusa de detener una de las innumerables guerras entre los pueblos africanos, atacaron la ciudad de Lagos y la convirtieron en colonia británica.
La gran depresión económica de 1873 a 1895 marca el comienzo de la crisis del aceite de palma, al reducirse su precio a la mitad. Entonces, los británicos se lanzan hacia el interior del país, compitiendo con franceses y alemanes, que trataban de extenderse desde el interior de África, y enfrentándose a los señores de la guerra locales, que al ver reducidos los ingresos del aceite de palma, se habían lanzado de nuevo al tráfico clandestino de esclavos, el cobro indiscriminado de tributos y el vasallaje y saqueo de amplias zonas del interior agrícola.
    Tras largas y complejas vicisitudes y guerras entre franceses, británicos,  líderes  locales y compañías privadas europeas, el 1 de enero de 1900, los británicos establecen oficialmente el protectorado sobre el Norte de Nigeria. Este protectorado combate enérgicamente el tráfico de esclavos, que aún en el siglo XX había sido retomado por los fulani y consigue imponer cierto orden en el país. En el sur se establece otro protectorado, que se fusiona a Benín. Posteriormente, ambos protectorados se unen, bajo la norma de que los europeos no puedan poseer tierras, los líderes locales musulmanes controlen el orden en el norte, y los cristianos en el sur.
    En 1920, tras la derrota alemana en la I guerra Mundial, Camerún es anexionada a Nigeria. En esta época se hace sentir de nuevo la inmensa diversidad o división cultural, étnica y religiosa, de la que finalmente salen fortalecidos los igbos, que se convierten en élite intelectual, por ser más propensos a asistir a las escuelas y enviar a sus hijos a formarse en Europa, ya que tenían contactos desde hacía cuatro siglos con los misioneros cristianos, mientras los musulmanes rechazaban la influencia de Occidente. Nnamdi Azikiwe, un igbo educado en Pennsylvania, sería el primer gran líder político del país y el impulsor del movimiento de independencia, que finalmente se verificaría el 1 de octubre de 1960.
    En 1962 se declararon las primeras hostilidades entre los musulmanes del norte y los cristianos del sur y en los años siguientes se sucedieron diversas tensiones políticas, tanto entre norteños y sureños como entre los partidarios de la federación y quienes preferían partir el país en multitud de estados que reflejasen mejor la diversidad lingüística y étnica de Nigeria, para crear así estados más homogéneos. En 1966 hubo revueltas y un intento de golpe de Estado por estos mismos motivos, lo cual desembocó en la guerra civil de 1967 a 1970, conocida también como guerra de Biafra, que causó algo más de un millón de muertos.
    Posteriormente, entre 1975 y 1990, hubo al menos media docena de golpes de estado de todo signo, que no tenemos espacio para detallar aquí. De hecho, los golpes de Estado se sucedieron también en 1993, 1995 y el vacío de poder de 1998. Desde entonces, y para resumir, no ha cesado el caos político, la violencia étnica ni los enfrentamientos entre distintas facciones.
    Los gobernadores de los estados del norte impusieron en 2003 la sharia o ley islámica, obligando a su cumplimiento también a los no musulmanes. Por todo el país  se extendió la creación de milicias y ejércitos privados, ya fuese con base étnica, religiosa, o como grupos armados para asegurar la explotación de recursos y las rutas comerciales. Algunos de estos grupos, como el integrista musulmán Boko Haram (que significa “la educación occidental es pecado”) se han hecho tristemente famosos por sus ataques y secuestros de niñas.
    Sin embargo, desde 2011, a pesar de la corrupción rampante y de la violencia sectaria, se aprecia cierta mejoría, ya que por primera vez en la historia del país ninguno de los partidos políticos contendientes en las elecciones acusó de fraude a sus adversarios.

Situación actual:
Tras este recorrido, no sé si demasiado corto o demasiado largo, por la historia de Nigeria, echamos un vistazo a su situación actual y la evolución de sus datos.
Lo primero, para mí, es su evolución demográfica.  Nigeria es el país más poblado de África y el séptimo del mundo en esta magnitud. Aunque los datos varían de unas fuentes a otras, cuenta con alrededor de 180 millones de habitantes y una densidad de 190 habitantes por kilómetro cuadrado (923.000 Km2). Lo impresionante del asunto es que, en 1960, en el momento de obtener su independencia, contaba con apenas 40 millones de habitantes y la tendencia, como se ve en la gráfica, aún no ha comenzado a moderarse.
En cuanto a creencias religiosas, la población se divide en un 50% de musulmanes, un 40% de cristianos y un 10% que siguen los cultos tradicionales.   
    El crecimiento económico, basado en el petróleo, la industria del cine, la telefonía móvil y una curiosa mezcla de economía de subsistencia y sectores punteros, es de más del 8% anual, lo que no impide que el PIB per cápita se siga situando  en menos de 2500$, con un 40% de la población viviendo en la pobreza extrema, con menos de 1 dólar al día.
    Como dato favorable, su deuda es solamente el 11% del PIB, pero la extremada corrupción hace que el país ocupe uno de los últimos lugares en todos los índices de desarrollo, dificultando la inversión y cerrando las opciones de negocio a una inmensa mayoría, tanto de población local como de empresas extranjeras.
    El gasto público apenas alcanza el 10% del PIB, con lo que los servicios son en general muy deficientes. Aún así, más del 10% del gasto público se destina a defensa, ante la necesidad de combatir a las distintas facciones armadas, especialmente a Boko Haram, que en los últimos años ha causado más de 15.000 muertos, decenas de miles de secuestrados y casi un millón de desplazados.
    En cuanto a la energía, las exportaciones de crudo de Nigeria han sufrido una triple merma: por una parte, al reducirse la producción, por otra, al reducirse los precios y, por último, al incrementarse el consumo interno, razón por la cual el Gobierno trató de reducir las subvenciones a los carburantes, lo que desembocó en importantes disturbios a mediados de este mismo años:
Su consumo energético, por otra parte, sigue siendo limitado y procedente de fuentes tradicionales:
Lo que ha conseguido mantener el volumen de sus exportaciones:
Nigeria es un país importador de alimentos, pero la importante extensión del país, de casi un millón de kilómetros cuadrados, y la fertilidad de sus tierras, fuera de la zona desértica, le permitiría autoabastecer sin problemas a la población, siempre que el crecimiento demográfico se moderase y se acometieran a fondo la lucha contra la corrupción y viejas costumbres que frenan este apartado. A día de hoy, casi la mitad de la extensión cultivable del país se dedica a plantaciones de caco, un producto más orientado al mercado internacional que a la alimentación de la población local.
Uno de los mayores problemas del país es el abastecimiento de agua, especialmente en las grandes urbes. Lagos, la antigua capital, es una megaurbe que engloba otras poblaciones hasta sumar cerca de 22 millones de habitantes, y las autoridades no han conseguido siquiera el acceso universal al agua potable. La contaminación en algunas zonas del país, el cambio climático, y la ausencia de inversión en infraestructuras básicas agudizan cada día este problema.
La foto de abajo no muestra un atasco, sino un día cualquier en Lagos.

Conclusión:
-Nigeria cuenta con recursos, tanto naturales como humanos, para ser una superpotencia. Según los últimos datos ha superado ya ha Suráfrica y es la primera potencia del continente africano.
-Desde el punto de vista energético, su producción sigue siendo alta, pero al mantenerse limitado el desarrollo humano, y con una población rural muy elevada, el consumo energético per cápita es bajo aún, con lo que no me parece probable un colapso energético de este país.
-Casi el 90% de las exportaciones de Nigeria son petróleo. Si los precios se mantienen a la baja durante mucho tiempo (cosa bastante esperable), la economía del país se resentirá sin remedio. Los intentos de diversificación han conseguido sólo resultados limitados, lo que supone un riesgo muy elevado.
-Nigeria es una verdadera bomba demográfica. El paso, en 50 años, de 40 a 180 millones de habitantes, supone una sobreexplotación de recursos y un conjunto de tensiones que fragilizan enormemente el país.
-A mi juicio, los principales riesgos de este país son económicos, políticos y climáticos.
Por una parte, en un país con más de cien millones de personas al borde de la economía de subsistencia, cualquier pequeño recorte presupuestario puede tener consecuencias devastadoras, y los precios de los recursos naturales, principal riqueza del país, no llevan al optimismo. Los disturbios relacionados con la reducción de subsidios a los combustibles son un buen ejemplo de esta inestabilidad.
Los enfrentamientos sectarios y la persistencia de milicias integristas como Boko Haram son un riesgo permanente que se puede agudizar en cualquier momento con una crisis económica. El separatismo, que pretendía dividir el país en decenas de pequeños países más homogéneos, parece de momento superado, pero cualquier enfrentamiento por los recursos puede reavivarlo en cualquier momento, con consecuencias imprevisibles si se mezclan con cuestiones étnicas y religiosas.
El cambio climático está acelerando la desertización de todo el norte del país, y por su escasez de infraestructuras y la sobreexplotación de las selvas del sur del país, cualquier episodio climático agudo podría suponer una catástrofe de proporciones descomunales, máxime en un país con un deficiente acceso al agua y una población tan elevada.
A mi juicio, Nigeria es un país muy fuerte, pero terriblemente frágil, expuesto a cualquier contratiempo agudo, ya sea en lo económico, lo político, o lo climático. Su situación, en condiciones normales, no es tan grave como la de Egipto, pero en caso de que apareciese cualquier cambio inesperado, uno de los famosos cisnes negros, creo que su deterioro sería mucho más rápido y grave que el que pudiera padecer país de los faraones. La carga demográfica del momento actual hace que, a mi parecer, este posible evento no fuese comparable a los sufridos por el país en otros momentos de su convulsa historia.
Como en el caso anterior, cuando hablamos de Egipto, confiemos en su demostrada resiliencia.

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