viernes, 27 de julio de 2018

El Discurso del Sistema: Tesis (I)

Queridos lectores:

Beamspot, en colaboración Rafael Romero, ha escrito esta primera pieza de un largo ensayo sobre una de las cuestiones fundamentales de toda la discusión que se realiza en estas páginas: cuál es el discurso dominante, a través del cual se nos quiere "vender" (hacer más digeribles) las necesidades de transformación de esta sociedad.

Les dejo con el maestro Beamspot.

Salu2.
AMT 


El discurso del sistema: Tesis (I)




Nota de Beamspot:
Como culpable de este desaguisado, todo viene a raíz de unos desafortunados e incendiarios comentarios que hice en el foro con respecto a un programa emitido en TV3, tanto sobre la emisora, como sobre el propio programa, en el cual aparecía AMT y todo un elenco de personas conocidas en la esfera del Peak Oil.


Mis comentarios iban en la línea del contenido, del mensaje que se estaba enviando, manipulado y tendencioso, perfectamente encuadrado en lo que di en llamar ‘el discurso del sistema’.


Pero, ¿cuál es ese discurso?, ¿cómo es ese discurso?, ¿es congruente, conveniente, para la narrativa que explicamos/ discutimos en este foro.....o, por el contrario, es un discurso equívoco, que va en la dirección contraria?


En el intercambio de ideas que se produjo en el hilo, empecé a describirlo brevemente como respuesta a una serie de exposiciones que hizo el compañero Rafael Romero, el otro perpetrador de este escrito.


Evidentemente, estas preguntas que surgieron en ese hilo, y que además entroncan con el discurso de John Michael Greer sobre el fracaso del ‘movimiento Peak Oil ’, creo que son merecedoras de su propio hilo de discusión.


Pero mi habitual incontinencia verbal se fue ampliando hasta convertirse en demasiado largo para ser contenido en un solo documento, y dada la estructura de la exposición, pareció más adecuado repartirlo en los clásicos cinco lados del triángulo: tesis, antítesis, síntesis, paréntesis y parálisis.


Aun así, las partes, a resultas de la grandísima, enorme aportación del compañero de desventuras, han acabado subdividiéndose en diferentes partes para hacer más amena su lectura, fácil su digestión, y estructurada su exposición. De esta manera, esto es una ‘serie’ de ‘cinco temporadas’.


Espero que partiendo de  mi limitada visión del asunto, muy adecuadamente complementada y ampliada por el compañero, surjan otras que aporten las luces y clarifiquen las sombras que mi enfoque profesional pueda distorsionar, al fin y al cabo, ‘soy de ciencias’, así que todo aquello ‘de letras’ como poco se me escapa.


Pasando ya a disparar, empecemos por el principio:  ¿Cuál es el ‘discurso del sistema’? O siendo más modesto, cuál es mi (nuestra) visión sobre lo que nos están haciendo tragar.


En este primer bloque o ‘temporada’, vamos a desarrollar la tesis que se nos explica, el mensaje más o menos público detallado en diferentes bloques.


EL MENSAJE:


La base sobre la cual se trabaja, la razón de trasfondo, la ‘excusa’, “allí donde señala el dedo”, es……  EL CAMBIO CLIMÁTICO.


No, no es el el Peak Oil.


Bajo este discurso o motivo, se nos indican varios caminos u objetivos para evitar, reducir o lidiar con este problema más o menos nebuloso, indefinido, intangible, y con plazos relativamente largos.


Pero lo más importante del mensaje no es la “excusa” sino cómo se justifica esa “excusa”. Pues el mensaje utiliza un valor moral y ético universal, globalizado, fácil de asumir con independencia de la clase social o religión.


Se utiliza la responsabilidad del legado hacia las generaciones futuras, nuestros hijos y nietos. Se habla siempre de plazos relativamente largos, alguno en concreto como 2020 o 2100, y una serie de medidas a tomar, como por ejemplo, la reducción de emisiones o la limitación de la subida de temperaturas, las prohibiciones de vehículos que emitan, etc.


Estos plazos se centran sobre las emisiones de CO2 (y sólo sobre éstas, aunque para ciertos casos que analizaremos, asumen otros contaminantes), y su vinculación con el aumento de temperaturas globales.


Para conseguir el objetivo de impedir la subida de 2ºC durante este siglo, sólo se plantea un camino que pasa por muchos hitos en diferentes ámbitos. El primero que voy a comentar, es la universalización de la electrificación, la idea del todo eléctrico como solución.


El primer paso en la universalización de la electrificación es la eliminación de los vehículos privados de combustibles fósiles, especialmente el diésel, que ya está siendo demonizado y castigado, al mismo tiempo que se promociona cada vez más los vehículos que utilizan “energías renovables” (híbridos o totalmente eléctricos).


Otro punto es la integración de sistemas eléctricos para el mal llamado autoconsumo, así como la gestión e integración de la demanda y la producción mediante sistemas ‘smart’. Básicamente, el uso extensivo e intensivo de la electrónica por todas partes.


Parejo a esta propuesta, está la situación, más evidente para aquellos interesados sobre estos temas, de ‘arreglar’ algunos puntos que son parcialmente obvios como es la intermitencia de las renovables.


Todos los ‘esfuerzos’ y ‘sacrificios’ a realizar serán justificados en aras de un bien común mayor, ‘legar un mundo mejor’ a nuestros hijos.


Estos ‘esfuerzos’ y ‘sacrificios’ no son claramente definidos, pero se insinúan dos frentes: 
  • el monetario: léase impuestos, gastos e inversiones personales, particulares, así como públicos o de empresas, aumento de gastos públicos y de costes, junto con algunos achuchones en varios cinturones económicos. 
  • el energético: es decir, gestión de la demanda, cambio de usos y costumbres, apretarse el cinturón en el consumo energético.
En este discurso, hay muchos elementos totalmente ciertos, incluso muchas medidas correctas, y una parte importante de las premisas de partida también son correctas.


Sin embargo, hay cosas importantes muy relacionadas que nunca se mencionan (como el Peak Oil, especialmente el pico del diésel), y otros problemas colaterales relacionados con el cambio climático (Ej.: los problemas de las pesquerías) que se eluden.


Pero también hay muchos errores, algunos más clamorosos, otros, quizás por más entronizados, más sutiles o desconocidos.


Más tarde analizaremos algunos de los problemas que se obvian, pero de momento empezaré por identificar los errores más clamorosos.




I - Energía (limpia) = electricidad.


Probablemente el más garrafal de los errores.


La peor parte de este error es que la conclusión que se deriva de la equivalencia es que todo lo que no es electricidad no es energía limpia.


Demoniza otros tipos de energía.


Pero por otra parte este error abunda en el analfabetismo energético, pues  ni los combustibles fósiles ni el uranio, ni la misma electricidad son energía.


La electricidad es potencia, no energía (y aquí hay una discusión filosófica que no viene a cuento), pero los combustibles fósiles tampoco son energía si no se usan para tales efectos. Por poner un ejemplo, nadie diría que el agua es energía, pero el agua de una presa, o la de un rio, sí tiene potencia energética, que puede ser acumulada, usada, transformada o liberada.


El problema técnico que yo veo aquí, y es fundamental porque evidencia la inversión del concepto, es que la forma de energía de uso mayoritario no es la electricidad, es el calor.


En mi casa entre el 75 y el 80% de energía usada es en forma de calor, no electricidad. Y una parte de esa electricidad es usada para la nevera, que es otro tipo de calor.


Hay algunos diagramas de Sankey por ahí (como el de la figura que precede) que analizan los usos energéticos, que cifran el uso de calor en el orden del 50%, con la electricidad en el orden del 20%.


Y ese 20% de energía eléctrica consume casi el 50% de energía primaria (¿y eso es eficiencia?), y sin contar las pérdidas en las renovables…



II - Electricidad = Eficiencia.


 













Esto es totalmente incorrecto, por mucho que digan lo contrario.


La realidad es que ciertos usos de la electricidad son más eficientes que otros. Entre ellos, por ejemplo, un uso con mucho valor añadido es la iluminación, pero hay más, como por ejemplo, el uso de motores eléctricos, de sobras conocidos, y que lo que hacen es convertir la potencia eléctrica en energía mecánica (huy, no, que no existe eso de ‘energía mecánica’).


Incluso hay usos irreemplazables de la electricidad, como son las tecnologías de la información y las comunicaciones. Internet, la tele, la radio, el móvil, las páginas web, el ordenador, etc. Y éstas son de elevado valor añadido. Indiscutible este punto.


Pero hay otro uso en particular difícilmente equiparable por sistemas no eléctricos: EL CONTROL de procesos y sistemas.


Es un ámbito muy poco conocido, pero que probablemente sea uno de los puntos más importantes de la electrónica, y que veremos de nuevo más adelante.


Por poner un ejemplo, me refiero a la centralita de inyección de un coche, un PLC de una línea de producción o incluso un simple termostato electrónico.


Sin este tipo de sistemas de control de procesos, muchas cosas simplemente no serían posibles hoy en día. Cosas tan transparentes para el ciudadano de a pie como muchos sistemas de fabricación industrial moderna, como por ejemplo las impresoras 3D,  el control de vuelo de aviones (que son intrínsecamente inestables, como el Harrier), los sistemas de guiado de cohetes (y misiles, ya puesto, pero cuya base es la que hace funcionar el GPS), o (OJO al dato) la red eléctrica.


Sin embargo, el uso de la electricidad para producir calor es MUY ineficiente. Por ejemplo, uno de los usos más habituales del calor de origen eléctrico es uno de los MÁS ineficientes: las cocinas eléctricas.


De hecho, si se tuviera en cuenta la eficiencia en la producción de la electricidad y su transporte, cosa que se obvia, resulta que cocinar con electricidad (cualquier otra transformación de electricidad en calor que no sea el uso de bombas de calor) tiene un rendimiento menor que cocinar de cualquier otra manera.


Por ejemplo, una cocina solar mediante espejos concentradores es más eficiente que cualquier contrapartida eléctrica.


Con 46 años ya en esta Tierra, el Sol me ha dado mucho calor, calores, y hasta quemaduras, así que deduzco de forma muy banal, que el Sol es particularmente bueno calentando cosas.


Sin embargo, nunca me ha electrocutado, así que mucho me temo que obtener electricidad del Sol es mucho más ineficiente que obtener calor (insisto, el tipo de energía que más gastamos).


A las pruebas me remito: la fotovoltaica que podemos ver en la vida real apenas alcanza el 20% de rendimiento mientras que el ACS se puede encontrar con rendimientos del 80% (ambos en condiciones óptimas, que tienen un margen estrecho).


Y ahí, el mundo académico ayuda, desgraciadamente, sin ni siquiera pensarlo. Para empezar, ¿Cuántos estudios de energías renovables se han hecho en los que la generación NO es eléctrica, como por ejemplo, el ACS?


Hablando de calor, hay que recordar que la mal llamada revolución industrial en realidad sale al amparo del descubrimiento de que el calor es una forma de energía, y su uso, mediante la termodinámica, es el germen de nuestra sociedad actual, de nuestra civilización.

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