miércoles, 11 de julio de 2018

Energía en Latinoamérica: cada vez menos para más personas

Queridos lectores:

Una vez más, Demián Morassi, Erasmo Calzadilla y Aníbal Hernández han elaborado un análisis regional sobre el estado de la energía en Latinoamérica utilizando los datos de la reciente edición del anuario estadístico de BP. Un análisis que muestra como el déficit energético se profundiza en el continente, y que creo que será del máximo interés de los lectores de The Oil Crash, especialmente de los que nos leen al otro lado del Atlántico.


Les dejo con Demián, Erasmo y Aníbal.

Salu2.
AMT



Energía en Latinoamérica: cada vez menos para más personas



PREFACIO
Por cuarto año presentamos nuestra revisión sobre el estado energético en la región*. En los tres anteriores pasamos por los picos de producción y consumo de las principales fuentes de energía y entramos a una meseta del consumo energético total. Este hecho es todo un hito que pone fin a más de 200 años de historia poscolonial, donde en cada década se agregaban nuevas fuentes de energía y modos de mejorar su eficiencia.
Nuestra fuente principal es el BP Statistical Review of World Energy, que si bien no es la única entidad que hace estos balances, es la que proporciona de manera abierta la mayor cantidad de datos para trabajar.

El primer año [1], con los números de 2014 alertábamos acerca de un inminente pico de consumo de petróleo debido a que se estaban encontrando el aumento de consumo con la caída de la producción.

Al siguiente [2], con los números de 2015, nos percatábamos de que nuestro pronóstico era atinado; de hecho, 2014 se ha convertido en el pico de consumo de petróleo en Latinoamérica y El Caribe. Era hora de una nueva pregunta ¿Habremos llegado al pico de consumo energético total?

Los números de 2016 [3] mostraron que se había llegado a una meseta. En ese año subrayamos el declive de la producción de las tres energías fósiles (el petróleo venía cayendo desde 2006, el gas y carbón siguen sin superar el pico de 2014), y lo difícil que sería para las "renovables", aún creciendo vertiginosamente, contrarrestar la caída de las anteriores.

Como nuestros pasos parecen ir en la dirección correcta y cada año que pasa nuestros informes son republicados en más medios de comunicación [4], nos animamos a esta nueva cruzada contra los optimismos económicos cantados por nuestros dirigentes y la totalidad de los medios masivos de comunicación. Y lo hacemos con un análisis más largo de lo habitual dividido en dos partes. La primera es una breve introducción al contexto  político económico en el que se produce el declive energético de la región dividida en tres partes: México y El Caribe, la Zona Sur y la Zona Andina. La segunda parte incluye los datos de producción de todas las fuentes energéticas primarias, tanto fósiles como renovables que son básicamente una actualización de los datos que presentamos cada año.


INTRODUCCIÓN: LATINOAMÉRICA POR ÁREAS


México
Una de los acontecimientos energéticos del 2017 en Latinoamérica y El Caribe fue la clausura oficial del portentoso yacimiento Cantarell. Descubierto en los 70 y explotado hasta el agotamiento ya no hay mucho que hacer con él.
Pero Cantarell no es la excepción sino el mejor ejemplo de lo que viene ocurriendo a lo largo y ancho del país. En 2004 México llegó a producir 3.830 mbd de petróleo; hoy solo extrae del suelo el 58% de dicho volumen. Se trata de una caída muy similar a la que sufre Venezuela. ¿Por qué entonces uno de estos países ya colapsa mientras el otro resiste? Una de los argumentos más fuertes es que para Venezuela los hidrocarburos representan más del 90% de los ingresos por exportaciones, mientras que en México la cifra ronda el 10%.
El cierre oficial de Cantarell fue la razón expuesta por Peña Nieto para un alza en el precio de la gasolina y el diésel entre 14% y 20%, provocando una ola de protestas a nivel nacional. Tanto el gobierno de derecha en México como el supuesto izquierdista de Venezuela se han visto obligados a subir los precios de los combustible. Es que el problema que estamos tratando trasciende los diversos sistemas de organización política.
Muere Cantarell pero nace Zama-1. Desde 2015 México viene subastando bloques petrolíferos offshore a compañías privadas. Dos años después tenemos la primera buena noticia: un consorcio con sede en Texas descubrió un “gran” pozo con un volumen de entre mil y dos mil millones de barriles de crudo ligero (clasificados en la categoría de Reserva). De esta cantidad solo un 22 a 30% puede ser extraído [5].
Partiendo de los datos y estimaciones más abultadas (2 mil millones de volumen inicial, 30% recuperable) una sencilla regla de tres arroja 600 millones de barriles a extraer en toda la vida útil de Zama-1, equivalente a unos 7 días del consumo mundial. Se nos fue el gigante Cantarell, que dio la hora durante tres décadas, y entre bombos y platillos aparece este enano que no le llega a los tobillos [6].



Centroamérica y El Caribe
Con una economía menos dependiente del mermante oro negro, la situación energética de Centroamérica y el Caribe no es tan crítica como la de sus vecinos productores y exportadores.
En el peor caso está la isla caribeña Trinidad Y Tobago, cuyos ingresos por exportación de petróleo y gas representan el 34% del PIB. La producción de hidrocarburos declina de manera lineal y estable desde hace más de 10 años (repuntando levemente en 2017). pero -mundo de locos- el consumo continúa la cuesta arriba como en sus mejores momentos. No por mucho tiempo; a ritmo de caída actual Trinidad Y Tobago dejará de exportar crudo hacia mediados de la próxima década, y de producirlo a principio de los años 30. Lo mismo para el gas.
En 2017 se hicieron algunos descubrimientos de envergadura en la región. Exxon-Mobil encontró un yacimiento de unos 500 millones de barriles de petróleo en la cuenca Guyana-Surinam y BP pinchó un hoyo al que se le calculan nos 57 mil millones de metros cúbicos de gas (menos de seis días del consumo mundial) en las cercanías de Trinidad y Tobago. Desde entonces la exploración ha cobrado intensidad en el área del Caribe. 
El resto de los países caribeños han sufrido un leve recorte en su consumo de petróleo con respecto al 2007 (-1.6%). En el caso especial de Cuba, ahora recurre a la Federación Rusa y países africanos para compensar lo que Venezuela ha dejado de enviar.


Centroamérica y el Caribe tuvieron en 2017 un ascenso relativamente minúsculo, pero porcentualmente importante, en su producción y consumo de energía renovable.


Los andinos del norte
En la zona andina todas las miradas están puestas en Venezuela, donde se desarrolla otro de los escenarios energéticos más relevantes de la región. Este país tiene las reservas más abundantes de petróleo del mundo (aunque las cifras son muy controvertidas) y en 2015 era el principal productor de América Latina. Ahora su producción cae a ritmos del 10% anual y de seguir así pronto dejará de ser un país exportador. Maduro ha conseguido mantenerse en el gobierno ganando elección tras elección, pero lo que no ha conseguido es enderezar una economía en caída libre. En los últimos cuatro años el PIB ha caído más de un 30%, un 9,5% solo en 2017. La inflación no baja del 300% [CEPAL] desde hace dos años (algunos hablan de más de 40.000% en la actualidad [7]) y la empresa más importante del país, PDVSA ha perdido entre 2014 y 2016 el 60% de sus ingresos. Los beneficios de un incremento del precio del petróleo en este último año han permitido compensar la caída en la producción pero no alcanzaron para aprovechar las imponentes reservas de un costos crudo extrapesado que necesita de la cada vez mayor importación de crudo ligero. Durante el segundo semestre de 2017 esa importación se tuvo que suspender por las deudas de PDVSA [8].  
En Colombia, cuarto productor de la región, la producción de petróleo se está estabilizando alrededor de los 850 mbd, muy por debajo de los 1035 mbd de su pico productivo en 2013. Una proporción cada vez mayor es de petróleos pesados y extrapesados. Si bien el consumo se ha mantenido a raya, la caída de la producción ha afectado también a las exportaciones lo cual a su vez ha perjudicado la balanza de pagos y el déficit comercial del país. El estancamiento de la producción de carbón y del gas desde hace ya unos años tampoco ayuda. El presidente recién elegido ha hecho de la exploración y explotación de petróleo uno de los ejes de su campaña, así que extractivismo sin complejos es lo que se puede esperar (a diferencia de lo que habría hecho el candidato derrotado: extractivismo igualmente, pero pintado de verde). Económicamente la tasa de crecimiento del PIB se desacelera cayendo un par de décimas hasta el 1,8% en 2017. 
En Ecuador, el otro miembro latinoamericano de la OPEP, la economía se recuperó de una corta crisis y volvió a crecer alrededor de un 1%. La producción de petróleo superó su segundo pico de producción a finales de 2014, luego se mantuvo relativamente estable pero en 2017 la caída se aceleró y parece que en 2018 continuará.
La economía de Perú se ha resentido en este año con el PIB creciendo menos y una deuda pública que si bien se mantiene baja, aumenta. La producción de combustibles fósiles es reducida en Perú y se mantiene estable desde hace casi un lustro. Sin embargo el consumo energético, especialmente el de gas y petróleo, anda disparado debido a un ciclo de crecimiento económico bastante robusto desde finales de 2015 que puede estarse agotando.


El sur de la región
Brasil se convirtió este año en el principal productor de petróleo de la región gracias a sus yacimientos de aguas profundas, Argentina cuenta con las reservas de Shale gas más suculentas del mundo en relación a su consumo, Uruguay pasó a ser un ejemplo en materia eólica y Chile en solar. Cuando se revisan en detalle cada uno de estos modos de acceder a la energía lo que vemos es que son alternativas mucho más costosas que la simple extracción o compra del crudo convencional, gas o carbón que tenían tan solo una década atrás. Los nuevos valores de la energía obligan a buscar alternativas. 
En el caso de Argentina, la extracción mediante fracking ya cubre el 26% del consumo de gas del país pero con más de un lustro de trabajo las compañías aún no han podido demostrar un balance económico positivo sino que se han mantenido mediante subsidios. En Brasil, durante este mes hemos visto la huelga de patrones de camiones por los aumentos del precio del diésel que terminó con la salida del presidente de Petrobras y otra huelga en Electrobrás por el intento de privatización de Temer. En Paraguay (principal exportador de electricidad) hubo en 2017 grandes manifestaciones contra los tarifazos, y en Argentina se cortó con los subsidios al consumo de gas y electricidad, elevando el precio a cerca del 1297% el gas y 1490% la electricidad en solo dos años [9], lo cuál no solo generó grandes manifestaciones sino que logró reunir a toda la oposición contra el gobierno para retrotraer los aumentos. 
Al igual que en México, en Brasil y Argentina hay una marcada tendencia hacia la privatización de la producción y distribución de la energía, comenzando con la desregulación de los precios (en Argentina se puso fin en 2017 al “barril criollo”, un precio propio que apenas variaba con respecto al mercado internacional).
Los cambios de gobierno se enfocaron en tratar de seducir al gran capital pero están devolviendo a los sectores medios y bajos a los niveles de inseguridad económica de principio de siglo.
Bolivia y Paraguay, las dos economías más chicas, son las de mayor crecimiento en medio de la debacle de los grandes. En el caso de Bolivia hay que tener en cuenta que la producción de gas, su recurso estrella, tocó techo en 2014 y viene en caída permanente.


ESTADÍSTICAS ENERGÉTICAS


Una vez introducido el panorama político-económico general de la región pasamos a revisar los datos totales de producción y consumo de las principales fuentes energéticas partiendo del informe de BP de junio de 2018.


Petróleo, gas, carbón y “renovables”
La principal fuente energética en la región sigue siendo (aunque cada vez un poco menos), el petróleo. 
De los tres gigantes Brasil es el único que no ha llegado al pico. México (campeón hasta 2014) y Venezuela (líder en 2015) están en franca caída. El otro dato a señalar es que la meseta de producción que duró nueve años con valores entre 10,8 y 10,2 millones de barriles diarios (mb/d) se rompió definitivamente en 2016, perdiendo medio millón de barriles ese año y otro tanto el siguiente para quedar en 9,4 mb/d.
El declive de la producción en una región netamente exportadora, al mismo tiempo que se desplomaba el precio en los mercados internacionales, incidió negativamente en las arcas de los Estados. A finales de 2017, con la nueva subida del barril, se ve una pequeña reactivación, aunque es claro que la debacle es irreversible.
La disminución en la producción, junto al estancamiento económico arrastra a una caída en el consumo.


En caso de mantenerse estos altos precios en 2018 es posible que los países exportadores puedan mejorar económicamente, lo cual redundaría en un aumento del consumo y a los importadores les sucedería lo contrario.
La producción de gas solo aumentó en Brasil y Trinidad y Tobago, aunque aún no compensa la caída de los grandes productores como México y Venezuela. Argentina, que supo ser el principal productor hasta 2005, se está recuperando de una caída de diez años pero para lograrlo las empresas mudaron sus inversiones de las cuencas eminentemente petroleras hacia el shale gas de Vaca Muerta.

Los datos de BP para el gas fueron revisados hacia abajo en 2015 y hacia arriba en 2016. Por ahora no podemos saber cuál es o será el pico de consumo. Lo que es claro es que cada vez más, el gas viene jugando un papel importante en la sustitución de una parte del petróleo y el carbón de la matriz energética de la región aunque el techo lo está poniendo la caída en la producción. Si no hay grandes revisiones quedará 2016 como el pico histórico de consumo de gas en Latinoamérica y Caribe.


En cuanto al carbón, Colombia va quedando cada vez más sola como productora de esta histórica fuente de energía que aún sirve como fuente de generación eléctrica a diversas naciones. Los descensos más fuertes tuvieron lugar en México (-8.5%) y Venezuela (-52.4%), que no casualmente sufren la caídas más importantes en la producción de petróleo. Esto es un ejemplo de cómo el declive en la extracción de una de las fósiles puede arrastrar al abismo a sus “hermanas”. Y es lo que tememos ocurrirá pronto con las renovables.




Las “renovables” siguen creciendo. La hidroeléctrica está recuperando los valores más altos alcanzados en 2011, aumentando en casi todos los países. El aporte de las “Otras Renovables” (44,5 mtep) ya se aproxima a la producida por medio del carbón (45,8 mtep) [10]. Brasil es la que más contribuye por lejos en el desarrollo de estas energías.

Energía total y cuánto queda para cada uno
La producción de energía total tocó techo en 2014 al darse al mismo tiempo el pico del gas y el carbón, mientras el petróleo se mantenía en leve declive desde 2006. El consumo total de energía ha logrado mantenerse en una especie de meseta cuyo pico es en 2016 (aunque pueda ser modificado en las revisiones futuras). Lo que se vislumbra claramente es una caída en la energía per cápita para una población, que continua aumentando, aunque la tasa es menor cada año.


CONCLUSIONES
Si bien, estos datos pueden verse revisados en los años venideros podemos sacar algunas conclusiones parciales:
  1. Se consolida la retirada de las tres fósiles, producción, refinería y consumo, arrastrando hacia abajo a la energía total producida en Latinoamérica.
  2. Continúa el crecimiento constante según BP del mix “renovable” formado por la eólica, solar y geo-biomasa a la vez que hay un repunte de la energía hidroeléctrica. Sin embargo están lejos de compensar la pérdida de energía proveniente de fuentes fósiles.
  3. Los conflictos directamente relacionados con la escasez energética comienzan a provocar terremotos en el escenario político. Protestas en Venezuela, Paraguay, Haití, Argentina, México y Brasil (en estos tres últimos por la desregulación del precio de las tarifas o los combustibles), inflación constante en Argentina e hiperinflación en Venezuela. En este último caso se consolida un colapso social estrechamente relacionado con el declive de la producción de energía.
Reflexiones finales
Mientras continuamos oyendo hablar en forma optimista sobre el crecimiento de la economía tanto en partidos de corte neoliberal como socialistas o progresistas, nuestra lectura muestra que cada vez estamos más cerca del fin del crecimiento económico en la región, se registra un estancamiento de tres años en el PIB y para revertirlo de manera sólida es necesario un crecimiento industrial que exige mayor consumo energético lo cual se choca de frente con nuestro análisis.


El efecto de haber pasado el, por ahora, pico de consumo de energía per cápita y PIB per cápita, incluso con un incremento poblacional muy bajo, está conectado con un deterioro en el nivel de vida de los sectores medios y bajos. El aumento en la deuda externa de la región [11] puede invisibilizar el faltante en las arcas de los Estados pero augura una mayor inseguridad en el futuro (a la falta de ingresos habrá que sumar el pago de las deudas).
La electrificación creciente está dando un respaldo a las renovables (especialmente a las que están en constante ascenso como la eólica, solar y geo-biomasa) pero aún no sabemos qué lugar ocuparán en el mediano plazo. Una extrapolación de las tendencias actuales de caída de las energías fósiles y del crecimiento de las renovables demuestra que ni siquiera manteniendo el crecimiento exponencial de la solar, la eólica y la geo-biomasa durante más de 30 años se llegaría a superar el aporte energético de las fósiles de hoy y por lo tanto no se superaría el pico actual de producción de energía primaria. Esto sin tener en cuenta que no son directamente sustituibles unas por otras.
Tampoco sabemos qué lugar ocupará Latinoamérica y el Caribe en la geopolítica de esta tendencia al tener las reservas más grandes de litio del mundo, fundamentales para las baterías.
Dejar de quemar combustibles fósiles es una buena noticia ambiental pero solo puede ser presentado como positivo desde un punto de vista social si el reparto de los beneficios de su uso es más veloz que la caída de los miles de barrilles per cápita perdidos año a año. Hoy está pasando justo lo contrario y aportar estos datos es nuestra manera de hacer ver la imposibilidad de un “derrame” como el que se pudo dar en otros momentos históricos con modelos económicos semejantes a los actuales.

REFERENCIAS
* Al hablar de “la región” haremos referencia a Latinoamérica y el Caribe (incluidas Puerto Rico e islas dependientes de naciones europeas). Si bien no es un sistema cerrado, ya que se podría importar aún más petróleo, gas y carbón para mantener el nivel de consumo como hacen los países más ricos una vez superado su pico de producción, hay que tener en cuenta que los resortes económicos internos dan cuenta que el comportamiento, a grandes rasgos es el de un sistema cerrado: Cae la producción y arrastra al consumo.
[4] Medios que han republicado nuestros reportes: Rebelion.org, NODAL, Question digital,  Sur y Sur, OPSur, Energía Sur, Tiempo de crisis, Hondudiario, Les ciencies en bloc, Blog del proyecto Lemu, con modificaciones, en Havana Times, La izquierda diario y en inglés en Peak Oil News.
[10] BP agrupa a estas energías como “otras renovables” (para diferenciarlas de la energía hidroeléctrica y nuclear)
[11] Fuente: http://estadisticas.cepal.org/cepalstat/Portada.html. Según la CEPAL, el PIB total de Latinoamérica y el Caribe para 2016 es de 5.585.580 millones de dólares y 8.826 dólares per cápita.
[12] La deuda externa como porcentaje del PIB viene aumentando desde el 2008 (representaba el 20,1%) pero acaba de tener un especial incremento entre 2015 (29,3%) y 2016 (37,2%). Fuente: CEPAL.

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