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Queridos lectores,
Estados Unidos se apresta para ir a la guerra contra Siria por razones humanitarias, después de muchos meses de dejar pudrirse la situación en aquel país. Seguramente el país americano prefería que la cosa se resolviese a una escala mucho menor, forzando la caída de la tiranía de Al Assad con un discreto apoyo a los insurgentes sirios, cuya legitimidad y motivos tampoco son revisados de manera demasiado escrupulosa. Pero de repente hay mucha prisa, y algunos analistas apuntan a la razón de fondo: el petróleo. El precio del petróleo comienza a subir rápidamente mientras resuenan los tambores de guerra, y su alza, se admite abiertamente, puede impedir la recuperación económica de la que tan necesitada está Occidente.
Justamente para saber más sobre esa misma escalada de precios hace unos días, mientras estaba visitando a la familia, me llamaron de la emisora de radio RAC1. Querían hacerme unas preguntas sobre la evolución del precio del petróleo y su relación, en ese caso, con las revueltas en Egipto. Quizá porque yo estaba un poco desconectado de los medios en esos días la breve entrevista fue un tanto confusa: a mi interlocutora le sorprendían mis respuestas y a mi sus preguntas. Comprendí durante la entrevista que el leit motiv de la misma era mostrar que el precio del petróleo subía por culpa de las revueltas en el país árabe, mientras que yo le explicaba que el precio del petróleo llevaba subiendo unas seis semanas, un par de dólares por semana; ella me hablaba de precios de futuros mientras que yo me refería a precios spot o inmediatos... En fin, un desastre de comunicación. Una cosa curiosa de aquella entrevista fue que me preguntaron si yo creía que lo que estaba pasando en Egipto podría llevar a una crisis del petróleo como las de los años 70. Yo les contesté que el mayor problema era, obviamente, el Canal de Suez y todo el petróleo que pasa por allí, que la necesidad de hacerlo pasar por otras rutas podría crear problemas a algunas naciones y que ningún país estaba en condiciones de suplir el posible faltante que se originara. Y una vez más surgió la cuestión de si al subir los precios del petróleo la recuperación económica (inexistente en realidad en España) se podría ir al traste, delante de lo cual mi respuesta fue un categórico "sí".
Los problemas sobre el terreno que se mencionan más arriba efectivamente son reales. Siria es un verdadero avispero: es importante por el proyecto de gasoducto que controla Rusia (y que EE.UU., que ha fallado en sus alternativas, tiene interés en controlar) y muchos países tienen allí intereses cruzados (EE.UU., Rusia, la Unión Europea, Arabia Saudita, Irán, China...). En el caso de Egipto, por otro lado, el cierre del Canal de Suez y del oleducto SUMED tendría un gran impacto ya sólo en el mercado del petróleo (por no hablar del comercio en general) dado que unos 3,8 millones de barriles de petróleo pasan por allí cada día. Lo cual, comparado con los 90 Mb/d en total que consume el mundo puede parecer poca cosa (un 4,2% del total) pero esos 3,8 Mb/d en realidad representa más del 8% del petróleo disponible a la exportación, y que en el caso de algunos países (como la China) el tráfico por Egipto llega a suponer el 25% del petróleo que importa. Y obviamente, si en cualquiera de esos dos lugares (o en los dos) se da el peor escenario posible el precio del barril de petróleo subiría mucho como consecuencia directa. Sin embargo, no es eso lo que está empujando al alza el precio del petróleo en este preciso momento (como no lo hicieron los problemas de Occidente con Irán que según los medios parecían tan graves el años pasado); al contrario, nos estamos pasando por alto que el precio del barril hace semanas que sube y nos damos estas explicaciones ramplonas para eludir la razón de fondo.
Es verdad que durante las últimas décadas de manera continua ha habido problemas, inconvenientes e inestabilidad asociados a los países productores de petróleo. De alguna manera, ya se paga una cierta prima en el precio del barril - menor de lo que muchos se piensan - por ese motivo. En algunos casos concretos (embargo árabe de 1973, revolución islámica en Irán en 1978, guerra Irak-Irán en 1979, colapso de la URSS en 1991) el precio del barril ha registrado un aumento considerable de precio debido a los problemas geopolíticos, pero en contra de lo que se suele presentar en los medios (ya discutimos algo de eso cuando hablamos sobre el futuro de la OPEP) el precio del barril no ha sido, hasta el año 2008, excesivamente volátil, y el impacto de sus relativamente pequeñas variaciones sobre la economía ha sido bastante limitado (con ciertas excepciones). En la época pre-2008 el trauma de los años 70 hacía que con mucha frecuencia se hayan usado las subidas del precio del petróleo como excuse du jour (excusa del día) para justificar el mal comportamiento de la economía; en esta época post-2008, en el que realmente el precio del petróleo se mantiene continuamente a un precio muy elevado para lo que nuestra economía se puede permitir (de acuerdo con el umbral de Hamilton que ya discutimos) se sigue citando el precio del petróleo como factor amenazante para la economía mundial pero se magnifica la importancia de las variaciones de un momento determinado como el actual sin ver que el proceso de subida tiene ya semanas de recorrido, y se las relaciona inmediatamente y sin reflexión a factores geopolíticos coyunturales. En suma, que el problema que ocupa la centralidad mediática del momento se convierte a su vez en la excusa del día para justificar que el precio del petróleo está caro (abusando del hecho de que la mayoría de los ciudadanos no van siguiendo la evolución del precio y no sabe a cuánto está el petróleo si los medios no lo destacan).
Pero la razón profundad de esta carestía es simple: muy probablemente la cantidad de energía neta que nos está dando el petróleo ya está disminuyendo. Explicamos esta cuestión con profundidad en el post "El ocaso del petróleo" hace unos meses y a él me remito para la discusión a fondo, pero querría traer aquí las dos gráficas de ese post que mejor definen qué es lo que pasa. Por un lado, la evolución que seguiría la energía neta que nos proporciona el petróleo según el propio escenario de referencia de la Agencia Internacional de la Energía publicado en su último World Energy Outlook:
Las diferentes franjas de color representan los diferentes tipos de petróleo según su procedencia, tal y como se explicaba en aquel artículo. Como se ve, tan pronto como se expresan los valores en términos de energía neta, y no de volúmenes brutos producidos, se observa que ya estaríamos en una situación de estancamiento con un próximo declive de la energía procedente del petróleo que le va a quedar disponible a la sociedad. Pero es que si además corregimos tan sólo el maquillaje más burdo de este escenario (esencialmente descontando la injustificada dulcificación de la tasa de declive de los campos actualmente en explotación respecto al valor usado en previos informes y substituyendo los valores irrazonablemente altos de aprovechamiento de algunas fuentes por otros aún optimistas pero físicamente alcanzables) lo que se obtiene tiene aún peor aspecto.
Misma gráfica pero con las correcciones indicadas en el texto, corresponde a un escenario más realista sobre la evolución de la energía neta proveniente de todos los líquidos del petróleo. |
Éste declive de la energía neta procedente del petróleo que ya está en marcha, y cuya primera manifestación es la disminución del volumen de petróleo crudo producido que hasta la propia Agencia Internacional de la Energía reconoce, es lo que está llevando el precio del petróleo a un alza sostenida que sólo acabará cuando la recesión se instale en un número suficiente de países. Es justamente debido a la reactivación de la economía en varias potencias que la demanda de petróleo ha subido pero la producción neta (no la total, sino la que realmente llega al mercado) no consigue aumentar porque ya es físicamente imposible hacerlo, lo cual empuja el precio hacia arriba y "amenaza la recuperación". También por razón de lo justo de la oferta actual el precio del petróleo sigue un patrón estacional, siendo más elevado en las épocas de mayor demanda (sobre todo verano y también algo en invierno) y menor en las de demanda más baja (aunque nadie parece darse cuenta de esta variación a lo largo del año y prefieren ir sacando cada año excusas: el año pasado y el anterior era Irán). Al final, la escasez de petróleo es la causa última y no la coyuntura geopolítica, la cual efectivamente puede cambiar este estado de cosas pero sólo en una dirección: a peor.
Este autoengaño sobre las verdaderas causas de la escasez creciente de hidrocarburos opera también a escala más local con excusas del día más locales. Por ejemplo, las empresas petroleras que operan a Nigeria advierten a las autoridades de ese país que si siguen adelante con su plan de subir los impuestos la producción de ese país caerá un 25% "debido a la falta de inversión" (y no porque Nigeria ya esté llegando a su propio peak oil). Mientras, al otro lado del Atlántico México se enfrenta a una caída vertiginosa de su producción de petróleo con anuncios de que se buscan inversores extranjeros para sacar una gran rentabilidad con el previsto "incremento de la producción" en los próximos años; semejante estrategia de negación de su realidad la podemos encontrar también en Argentina, donde las exportaciones de petróleo prácticamente se han desvanecido mientras se hacen continuos y a veces contradictorios anuncios sobre la inversión extranjera en sus yacimientos de petróleo no convencional (como dice Pedro Prieto, cuando los países que tenían sus recursos nacionalizados se abren así a la inversión extranjera es que ya queda poco más por arañar). En otros lugares, como en Polonia, se apunta a los problemas de regulación para justificar que el gas de esquisto no fluye (como en esta noticia que más parece publicidad engañosa) en vez de al hecho conocido de que las reservas de gas esquisto de Polonia sólo son marginalmente explotables. Y así podrían encontrar un sinfín de noticias similares en países donde su producción de hidrocarburos lleva ya algún tiempo disminuyendo. Pero no deja de ser verdad que con más inversión y menos regulación se puede conseguir más petróleo y más gas. Un petróleo y un gas más caros, tanto energética como económicamente. Los que los explotan se dan cuenta de que sus costes marginales crecen sin que haya un aumento de la producción, con lo que su beneficio baja. La ceguera de 150 años de producción de petróleo barato y la necesidad de amortizar la maquinaria lleva a continuar explotando recursos cada vez peores con beneficio bruto tendiendo a cero. Pero las pequeñas excusas del día que se citan en cada caso no dejan ver una realidad global de escasez de recursos y de recursos de peor calidad, con TREs cada vez más pequeñas.
A medida que los recursos escasean crece la crispación. Los problemas de hoy en Egipto y en Siria y los que se desencadenen en un futuro en otros países son realmente guerras por los recursos. En el caso de Egipto se trata de una bomba malthusiana, mientras que Siria es un productor menor de petróleo (menos de 0,2 Mb/d, muy por debajo de su peak oil que fue en 2002 con algo más de 0,6 Mb/d) pero que es estratégico para que los rusos puedan aumentar su exportación de gas. Mientras las grandes potencias libran en estos tableros prestados sus partidas actúan como si los problemas fueran coyunturales, pasajeros, cuando en realidad son estructurales, permanentes. La crisis de recursos no se va a resolver, la crisis económica no acabará nunca. No aceptar estas verdades simples puede provocar que la lucha soterrada por los recursos acabe siendo no tan soterrada, con consecuencias imprevisibles pero seguro que nada favorables.
Salu2,
AMT
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