Javier Pérez aborda esta semana la curiosa cuestión de la economía del fracking, o cómo es posible que un negocio ruinoso pueda seguir en auge después que en estos 8 años haya quedado acreditado que no se gana dinero con él. La cuestión de fondo, como explica Javier, tiene que ver con la función de moneda de reserva del dólar, que permite aplicar una redistribución interna de unos bienes impropiamente adquiridos. En añadidura a que la fiesta estadounidense la esté pagando el resto del mundo, la explotación del fracking acaba generando un pago también para sus nacionales, mediante un proceso de devaluación interna causado por la baja TRE de este recurso, como planteaba en la tercera de las famosas preguntas.
Javier hace un planteamiento muy simple, casi podríamos decir simplista, de la cuestión, que tiene el mérito, con su trazo grueso, de hacer la cuestión más comprensible para el público general. Ése es siempre el gran acierto de Javier, que sabe cómo llegar a una audiencia más amplia.
Les dejo en sus manos.
Salu2.
AMT
La diferencia entre precio económico y precio político. El corazón del fracking.
A ver, amigos… Estos conceptos los he sacado de gente un poco caduca y no del todo bien vista, pero como parece que la Historia va a ser de veras circular, como decía el amigo Nietzsche, y como parece que los conceptos se nos están echando encima, no está de más darles un repaso.
El precio económico de algo es aquel por el que podemos conseguir una mercancía o un servicio, en el lugar en el que se demanda. Lo fija el mercado, con todas sus imperfecciones.
Por ejemplo, hoy, se puede conseguir un barril de petróleo por alrededor de 66$. Lo del transporte ya tiene sus sobrecostes, pero de momento es cosa razonable, alrededor de los 2$ el barril, si no me han informado mal, aunque sé que este coste varía mucho según las circunstancias.
El precio político, en cambio, es lo que de veras, realmente, nos costaría obtener ese barril aquí y el esfuerzo nacional que nos supondría conseguirlo. En el Caso de España, tenemos dos opciones: o lo sacamos de dónde no lo hay, que siempre es una opción a juzgar por los programas de nuestros partidos políticos, o lo fabricamos por el método de Fischer-Tropsch, cocinando carbón. Que es carísimo. Mal asunto.
¿Pero qué pasa con los EEUU? Vamos a verlo, porque podría tener su gracia y a lo mejor descubrimos por qué el fracking es rentable y puede serlo durante una temporada.
Supongamos que alguien en EEUU demanda un barril de petróleo. Hay dos opciones: o se trae de Arabia Saudita por 66$ la unidad o se produce en casa, por fracking, por alrededor de 90€ la unidad. En principio, parece que está claro que es mejor traerlo de fuera. Pero entonces llega un abuelo de la vieja escuela y dice: traerlo de Arabia Saudita saca 66$ del país, que van a manos de un jeque. ¿Y cómo se distribuirían los 90$del coste del barril nacional? Porque ese coste tiene seguramente una estructura de costes, ¿no?
No es mi intención ser exhaustivo con la estructura de costes del fracking, pero creo que se parece bastante a la siguiente, poniéndome en el escenario más pesimista.
-40$ de mano de obra.
-25$ de maquinaria y trabajos.
-15$ de transporte
-5 $ de costes de prospección.
-5€ de gastos medioambientales, porque nos la sopla todo.
Los 40$ de mano de obra dan trabajo a la gente de aquí, y recuperamos de media un 40% a través de la presión fiscal. Coste directo, 24$, más lo que nos ahorramos de bonos de comida, subsidios al desempleo y demás. Coste real, 20$. Y los tenemos contentos, que el rédito electoral también suma aunque no lleve cifra.
Los 25$ de maquinaria, combustible, energía y demás, también se quedan aquí, y a través del IVA u otros impuestos, recuperamos un 30%. Es más, porque buena parte de la maquinaria y los consumos son de fabricación nacional, lo que también genera impuestos, y empleos, que a su vez pagan sus impuestos. Coste real, 12$.
De los 15$ de transporte, recuperamos a través de fabricación de camiones, empleos de los conductores e impuestos a los carburantes, al menos otro 40%. Coste real, 9$.
Costes de prospección, 5$, sí, pero lo hacen empresas de aquí, que pagan aquí sus impuestos, con trabajadores locales. 3$ de coste real.
Y sí, perdemos los 5$ de costes medioambientales (que nos la siguen soplando).
¿Cuál es el coste de ese barril nacional sacado mediante el fracking calculado en el despacho de un político de la vieja escuela? 20+12+9+3+5=49$
Pues a los saudíes, que les vayan dando. Con banda de música, si hace falta.
Creamos empleo, tenemos a la gente ocupada, evitamos el declive de las regiones remotas, recuperamos en impuestos y subsidios ahorrados todos los sobrecostes, y no dependemos energéticamente de nadie. La gente se convence de que hemos hecho el milagro, la crisis es para los demás, y nosotros estamos por encima de esas chorradas.
Éxito total.
¿Entendéis ahora por qué siguen sacando petróleo de las rocas a 90 € al barril cuando lo podrían comprar a 66$?
No se han vuelto locos. Los que nos hemos vuelto un poco locos somos los que , por mucho que lo neguemos, hacemos sólo las cuentas en unidades monetarias, a lo crudo. Porque a lo mejor si aplicásemos esa doctrina a algunos productos que estamos importando, descubriríamos que es mejor fabricarlos aquí a mayor coste que acudir al mercado internacional.
Y eso que nosotros no podemos imprimir dólares y obligar a los demás a aceptarlos … Que si pudiéramos, como puede EEUU, entonces sería descabellado no hacerlo.
Reflexionemos sobre este concepto, por favor…
Einfach ist nichts.
Javier Pérez
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