viernes, 31 de enero de 2020

¿Seremos ecofascistas?

Queridos lectores:

El maestro Beamspot nos ofrece esta semana un análisis nada cómodo, nada agradable, sobre cómo se está manipulando el problema (real) del Cambio Climático para imponer una política de exclusión social y de favorecimiento de los intereses de las clases dominantes. Un ensayo en tono muy iconoclasta, no para todos los gustos, pero ciertamente interesante.

Les dejo con Beamspot.

Salu2.
AMT

¿Seremos Ecofascistas? 



 


En los últimos meses se está dando mucha relevancia al cambio climático, con manifestaciones, huelgas estudiantiles y protestas de variada índole, con un nombre relevante por encima de todos: Greta Thumberg.

Se comenta mucho en las redes sociales cómo esta niña de 16 años ha sido invitada a una reunión de la ONU, al foro de Davos, y en otras partes, donde básicamente ha ido leyendo la cartilla a la flor y nata de la diplomacia, las finanzas y el poder político.

Hasta la han nombrado para premio Nóbel de la Paz, que al final no se ha llevado.

Muchos creen, esperan, que sea la fuerza que lleve adelante toda una revolución para frenar, todos juntos, el cambio climático. Ciertamente, los movimientos Fridays For Future (FFF) y Extinction/Rebellion (XR), están captando portadas y muchos minutos en los noticiarios.

Algunos se han extrañado que últimamente se ataca mucho, cada vez más a Greta.

Lo verdaderamente extraño… es que se extrañen.

Obviamente, los que no están de acuerdo (¿en qué? esa es una clave que veremos adelante) no se iban a quedar de brazos cruzados.

Entre los que la atacan, figuran muchos youtubers, una eco-comunista de afilada pluma como es Cory Morningstar, Trump (¿cómo no?), Emmanuel Macron (eso ya es más raro), y otras figuras políticas de renombre.

Pero al menos ha servido para abrir el debate sobre ‘hacer algo para frenar el cambio climático’ y una mayor concienciación para actuar.

Eso me comentaba un compañero de trabajo, camino del concesionario a comprarse un muy ecologista SUV.

Otro, me comentaba que lo que hay que hacer es contratar todos la electricidad a una comercializadora de renovables. Claro que éste ya tiene su SUV y bien que cruza la península varias veces al mes. Justo los fines de semana que no coge un avión para irse a alguna parte.



Así van las ventas de coches por tipo. Habida cuenta que los pesados e inestables SUV son los más contaminantes a la par del tipo con mejores márgenes de beneficio, el clima no sale beneficiado, precisamente.



Esos son dos grandes ejemplos de la concienciación que se estila.

Y es que esos que atacan a la Thunberg, o, mejor dicho, al movimiento que tiene detrás, lo tienen fácil. Muy fácil.

Veamos un par de ejemplos notorios.

El primero se produce justo tras la publicación de ‘Venusianos’: justamente se propone en Alemania, y posteriormente en la reunión del G7 (a petición de Alemania, casualmente), la subida  del IVA a todas las carnes. La propuesta no es menor pues del valor reducido que tiene ahora (depende del país), al valor más alto, que en España se situaría al 21%, y creo recordar que al 19% en ese país que tanto gusta de las salchichas, los schnitzel, el leberkäse y otras comidas muy cárnicas.

Al rato salieron críticas a la propuesta por parte de Der Links (La Izquierda), y además, también y en la misma línea, por AfD (Alternativa por Alemania, digamos que de ‘derechas derechas’). Ambos decían algo que al que esto escribe y suscribe, le parece acertado: que eso iba a mermar y dañar mucho a la población más necesitada, que es la que llega justa a fin de mes, y a quiénes esa subida no les viene precisamente a mejorar su situación.


”No es acerca de privarse de todo. Es acerca de crear algo mejor… Podemos imaginarnos cómo mantener nuestros estilos de vida y la salud del planeta si lo hacemos correctamente.” Cámeron Díaz.
Claro que sí, guapi. Los 8000 millones de habitantes del planeta podemos mantener tu ritmo de vida sin fastidiar el planeta.

Si mencionamos que la idea era destinar esas recaudaciones a ‘mejorar el cuidado’ de los animales, pongamos por ejemplo Wagyu, Kobe, entonces la cosa parecía ‘más noble’.

Ciertamente, los de izquierdas son aquellos que deberían vigilar por la igualdad y que las leyes favorezcan a los que tiene menor poder adquisitivo mientras limitan los beneficios de los que tienen más poder adquisitivo.

Que el nacionalista AfD apoye la misma idea puede llevar a pensar en una nueva coalición social-nacionalista (¿o será al revés?). Desde luego, algo de razón llevan.

Tanto es así, que cierta corresponsal española de gran reputación, en la rueda de prensa en la que el G7 explicó precisamente estas intenciones, notó y publicó en Twitter que en dicha rueda de prensas se agasajó a todos los corresponsales con un suculento banquete a base, fundamentalmente, de cárnicos. Pueden consultar el video que se hizo viral aquí.

Un claro indicativo de cuáles son sus intenciones, ¿no les parece?

Una segunda noticia, está más publicada, va sobre una cumbre sobre el clima en Sicilia, donde 300 “celebrities” estaban invitadas para hablar de cómo concienciar a la población de la necesidad de actuar contra el cambio climático.

El evento se realizó gracias a 114 jets privados, un puñado de cruceros de lujo tamaño portaaviones que gastan tanto bunker o fuel oil extrapesado (y sulfurado) con unas emisiones de 3,3 toneladas de CO2 por hora, y un número indeterminado de helicópteros, limunsinas o Maseratis ‘prestados’ por la organización para que sus invitados pudiesen pasearse por la isla y disfrutar de las magníficas vistas sin desmerecer su status en el lujoso complejo de Verdura Resort cercano al parque arqueológico de Selinunte, patrimonio mundial de la UNESCO.




Villa Verdura Resort. Todo un alarde de austeridad en pos del bien del planeta. ¿Ejemplo a seguir?

De esta noticia, justo al contrario que la del G7, hay muchas noticias en Internet. Al menos, en Google me salen un porrón, tal vez porque Google era el organizador de dicho evento, como los pasados 7 eventos.

Evidentemente, el hecho que el príncipe Henry, Enrique para los amigos, diese su charla descalzo, también tendremos que agradecerle que dijera que solamente quiere tener 2 hijos, hace que todos estos detallitos que he mencionado sobre los Maseratis, yates y jets privados sea una pequeño detalle aceptable. Se ve que el clima va a dejar de cambiar porque su Alteza Real Henry no se calce los pies un día.

En resumen: una parte importante del ‘cambio climático’ es postureo, farándula, pose, moda…… y sobretodo, impuestos.

Sí, sí, I-M-P-U-E-S-T-O-S.  cuya orientación no trata de castigar al que emite CO2, el productor industrial de carne, sino al consumidor. No hay manera de saber fácilmente si el G7 aprobó la idea de cobrarnos impuestos por consumir carne, un consumo que NO emite CO2, ya que éste lo emite la producción industrial de la misma.

Ante la propuesta de comer ‘carne vegana’ deberíamos ser críticos y contrastar tanto por que ha recibido tanto apoyo por parte de los mass media, como que hay de verdad en las críticas que reciben incluso desde informes del IPCC.

Tal vez la realidad nos la evidencie algunos de los accionistas que hay tras esos Unicornios, entre otros encontraríamos a Al Gore (y muchos secuaces) y la defensa de cuyos intereses ha conseguido hacer subir las acciones de empresas como Beyond Meat e Impossible Foods más de un 20% sin que exista ninguna seguridad de que sea comida saludable y ni si quiera que su uso generalizado ayudara a mejorar el clima del planeta.  Los movimientos realizados por esos “inversores” creo que ya son un indicativo de por dónde van los tiros.

Una de las principales críticas se centra en lo llamativo que resulta que los nutricionistas defiendan que comamos el mínimo posible de comidas procesadas, y que nos centremos en hacernos nosotros mismos la comida. Pero esos Unicornios lo que hacen, precisamente, es vender comida ultraprocesada, con muchos ingredientes producidos industrialmente. Esa “carnes veganas” son todo lo contrario de lo que representa una ensalada de vegetales. Es más, la fabricación, el procesado y transporte también emite CO2, así que está por ver realmente que ganancias comporta semejante comida.

Otras críticas se centran en el contenido de Organismos Modificados Genéticament (OMG o GMO), que no hay garantías sobre lo saludables o poco saludables que resulta la ingesta de estos alimentos o su calificación como “fake food”.

Otra cara del mismo proceso es la sustitución del azúcar de las bebidas, que se dice que es malísimo, por edulcorantes procesados que también son productos “refinados” y que aunque se venden como saludables en realidad no son garantía de nada. Pero mientras tanto ya tenemos un nuevo impuesto transversal e “igualitario”, es decir que pagan por igual ricos y pobres.

En resumen, se trata de diferentes maneras de conseguir una población más controlable a través de técnicas de control de la alimentación de la población que son sobradamente conocidas por los expertos en sectas.

Que la dieta vegana es desequilibrada y requiere de suplementos como la vitamina B12 debido a la falta de ciertos nutrientes, es de sobras conocido. Nuestro organismo no está genéticamente adaptado a estas dietas.

Las personas con acceso a un nivel inferior de proteínas son mucho más controlables y a ello se pretende llegar mediante la renuncia voluntariamente al consumo de ciertos alimentos, y en favor de los alimentos producido por determinados sectores alimenticios, resuena en mi cabeza el escándalo de la dieta “Ma.Pi”. Y al mismo tiempo que se incrementa el control sobre la población también se incrementa la presión fiscal indirecta, normalizando la aceptación voluntaria de impuestos que son cualquier cosa menos proporcionales al nivel de ingresos.

Con esta munición, es lógico que los partidarios de Greta vean cómo cada vez la atacan más y más duramente.

Pues lo siento. Tal y cómo ya escribió Antonio Turiel, Greta es irrelevante. No se trata de ella. Ese despilfarro de ideas comentado no lo ha creado ella.

Greta es irrelevante.

Esos que atacan a Greta son irrelevantes.

La cumbre de Sicilia es irrelevante.

El IPCC es irrelevante.

El consenso científico es irrelevante.

El Cambio Climático es irrelevante.

Sí, sí. El Cambio Climático es irrelevante.

Lo realmente relevante, lo muy muy realmente relevante, es QUE HACEMOS ANTE ELLO.

Podemos volver de nuevo sobre la pregunta ¿Hay un cambio climático?

Creo que la gran mayoría de la población está de acuerdo con ello. Yo particularmente lo estoy.

¿Ese cambio climático es creado por el hombre?

Ahí ya hay más desacuerdo, aunque personalmente creo que la fracción del cambio debida al ser humano está entre el 60 y el 80%, pero la seguridad que tengo en esa figura es bajísima.

En cualquier caso, esto es relativamente irrelevante. Hay mucha gente que cree que la participación humana es inferior, aunque pocos que digan que es nula.

A falta de datos fiables, y el IPCC no está precisamente muy claro en este punto (no hay demostración física ni científica ni matemática de qué % exacto es debido a nosotros), este punto creo que tiene que quedar como ‘provisional’.

Pero lo dicho, es irrelevante. No debería serlo, pero lo es.

Es irrelevante porque de lo que se trata, de lo que va todo el movimiento de Greta, así como el de la mayoría de sus detractores, NO es de Cambio Climático.



Das Wetter über Alles.

ESTO VA DE CONTROL, DE AUTORITARISMO Y DE IMPOSICIÓN

Imponer. De esa palabra precisamente se deriva el término impuesto(s).

Imponer. No discutir.

Imponer, no dar explicaciones.

Imponer, no consensuar. Por mucho que hablen de consenso.

Imponer, no dialogar.

Imponer, no evaluar diferentes opciones ni las repercusiones de dichas opciones.

Imponer, no evaluar los costes tanto económicos como sociales.

Imponer, pese a quién le pese, e independientemente de la opinión de la mayoría.

Imponer, nunca escuchar ni aceptar discrepancias.

Unos quieren imponer unas cosas. Otros defienden que se mantenga el orden impuesto (que, de hecho, es algo más flexible).

Pero nadie dialoga (a los españoles nos debería sonar y mucho).

En realidad, nada nuevo.

Anteriormente ya hemos visto algunos de los caminos utilizados para ejercer el control e imponer ideas de forma autoritaria, pero se nos ha pasado por alto una que tiene siglos de vida documentada.

El uso de niños en un debate para conmover a la audiencia y lograr que el público se deje llevar más por las emociones que por la razón. LA PEDOFRASTIA.



Un talante muy dialogante, sosegado, maduro, adulto, tranquilo. Un gran ejemplo.


El uso de la pedofrastia es generalizado en el ejercicio del poder, (nunca va a entrar en el código penal, visto que quienes lo usan, los beneficiarios son precisamente los que hacen las leyes) y el control de la población, y recientemente  se puede ver por ambos lados: la Thumberg, claramente la víctima, es un gran ejemplo, prácticamente calcado del de la Cumbre de Río 1992, de la que se recuerda el discurso, pero no las previsiones que se hicieron entonces, ni de contrastarlas.

Pedofrastia que también se puede ver y casi tocar en gran parte de vídeos de youtubers jóvenes donde se ataca a Greta, con más o menos fundamento, muchas veces además de forma denostable, ataques ad hominem realmente feos, y que están dirigidos al público joven. Es decir, videos pedofrastas, perpetradores de pedofrastia.

¿Qué hay de raro en que se devuelva el ataque con la misma moneda? Ambos lados están al mismo nivel. A ninguno de los dos les interesa el debate realmente, ni el razonamiento, no quieren que la cosa salga del ámbito de los sentimientos y por ello usan a las víctimas más indefensas que hay: los niños.

Saben bien lo que hacen. Este truco, como hemos dicho, tiene siglos.

Y dos objetivos: el primero, llegar a los adultos, especialmente a los padres y abuelos, al corazón, que es el órgano que está más cerca de la cartera.

Visto que algunos personajes escriben sobre esto y encima dicen claramente que hay que incentivar que los colegios ‘eduquen’ a los niños en ‘esos valores’ (los de la cuerda del que escribe, y eso vale por ambos lados), es una clara alusión al adoctrinamiento infantil. Ese es el segundo objetivo.

Eso es tan viejo como la pedofrastia. Casi que es lo mismo, sólo que perpetrado por un cierto tipo particular de personas.

Pero si nos centramos solamente en el canal, los niños y la pedofrastia, también nos quedaremos en lo irrelevante. Una segunda capa de irrelevancia que ya les va bien.

Algunos participantes del foro ya han apuntado hacia el objetivo concreto, lo relevante. El uso del lenguaje (visual y oral principalmente) centrado en la forma en que se dicen las cosas, y el cómo se dicen, en este caso, mucho más que en el contenido del mensaje, que simplemente son ordenes concretas que no se aceptarían dichas de otra forma o modo.

De nuevo, y como no, en ambos lados por igual.

Estas técnicas de expresión, muchas de ellas claramente presentes en el lenguaje comercial, de la publicidad, de la venta a domicilio, de las técnicas de márquetin y de algunas otras más ocultas, tampoco son nuevas.

El hecho de ensalzar unas razones claramente morales (que es el único adjetivo aplicable) por encima de otras, articula una base ideológica sobre la cual esa ‘moral última’ o ‘moral superior’ está por encima de cualquier otra cosa.

Eso da permiso, justificación a hacer cosas que de otra manera serían inmorales, inaceptables.

Pongamos por ejemplo a ‘educar’ a nuestros hijos a que, si hace falta, denuncien a sus padres por ‘actos inmorales’, como no reciclar. Ok Boomer.

Eso va directamente a cultivar las diferencias morales, la distinción entre ‘buenos’ y ‘malos’ en base a esa moral última.

Esto fomenta claramente, y como primer paso, la ‘etiquetación’, la discriminación en base a esa etiqueta de ‘buenos’ y ‘malos’, la eliminación de los ‘malos’ del diálogo.

Maniqueísmo puro y duro. Maniqueísmo de base biológica que enlaza con el tribalismo ancestral. Y que afinando un poco más podríamos conceptualizar como de ‘política identitaria’.

 

POLITICA INDENTITARIA

¿Qué es la “política identitaria”?

Como sabéis, trabajo en una fábrica que hace componentes electrónicos para la automoción.

Y voy a contaros un secreto. Pssssst, no se lo contéis a nadie.

El negocio de mi trabajo, el objetivo secreto secretísimo de la multinacional para la que curro, es vender tantos productos electrónicos de la automoción como sea posible.

Resulta que todos los coches llevan de estos productos, como llevan el climatizador, el sistema de audio, asientos, puertas, ventanas y ruedas.

Es más: los coches eléctricos llevan mucha más electrónica, y encima más cara.

Así que a la empresa en la que trabajo, secretamente, le interesa vender cochepilas más que otro tipo de coche.

A mí también me interesa que estos entren y que nos den productos de estos a fabricar. Va en ello mi sueldo.

Lo dicho. Trabajo en el sector de la automoción. Esto me identifica como pro-coches.

Ergo, por definición, por ‘identidad’, yo estoy en contra del cambio climático.

Por supuesto, soy varón, blanco, hetero, europeo, español para más señas, de mediana edad y de clase media – alta, aunque sea un ‘soldado raso’.

Por tanto, según la política identitaria, soy machista, racista, homófobo, elitista, colonialista, retrógrado casposo – conservador, y burgués.


La foto robot de mi DNI según la política identitaria. Aplica a casi la mitad de la población. Sin embargo, no cuadra con las estadísticas de voto. ¿Manipulación?



Evidentemente, haga lo que haga, me guste lo que me guste, diga lo que diga o escriba, opine lo que opine, o vote lo que yo vote, por identidad, me corresponde votar a Vox.

Y si no lo voto (como es el caso), entonces peor: soy un traidor a mi identidad.

Que casi la mitad de casi todos los países (excluyamos el Vaticano) sean hombres, importa un pimiento.

Que la mayoría de españoles, más de la mitad, sean de clase media, importa un higo.

Que la mayoría de españolas y españoles seamos heterosexuales, importa un rábano (o un higo, según el género que cada cual guste).

Que sea un ‘soldado raso’ no importa un carajo. Ese es el concepto de ‘identidad política’.

No puedes hacer nada para escapar de ella… excepto la obediencia y seguimiento ciego de los preceptos de aquellos que la aplican.

Eres culpable hasta que obedezcas se demuestre lo contrario, es decir que acates la disciplina.

Siempre habrá alguna etiqueta o identificación que te hará ‘culpable’ o ‘malo’.

Otra cosa parecida ocurre con los términos, conceptos y valores ‘morales’ de la ‘escala de valores’ de la ‘doctrina’ sobre el Cambio Climático.

Dichos conceptos son deliberadamente difusos, indefinidos, genéricos, inconcretos, imprecisos. Eso permite la libre interpretación por parte de los que dirigen.

Cambio climático: Como estar “contra” el Cambio Climático si el clima cambia de un día para otro!!

Crisis Climática: Aplicar un concepto suficientemente abstracto para poder diluir la culpa entre todos. Ahora ya la culpa de la crisis no la tiene el capitalismo, ni si quiera los políticos; el problema, “la crisis”, es de origen climático; NOS AFECTA A TODOS Y TODOS SOMOS CORRESPONSABLES:

Emergencia climática: El problema, la crisis no permite reflexionar, hay que actuar. URGENCIA!! PRISA!! Lo contrario de lo que el razonamiento impondría.

Migraciones climáticas: Los migrantes ya no son económicos o políticos, son climáticos y como todos somos culpables todos estamos obligados a acogerlos con los brazos abiertos.

Escépticos del cambio climático: malos malosos, malditamente malvados.

Negacionista: aquel que se niega a aceptar la verdad, toda la verdad y nada más que la verdad de la doctrina. Dan igual los hechos, son irrelevantes.


”Pero yo nunca he dicho que necesitamos matar, descartar o desmantelar el capitalismo para combatir el cambio climático”. Esto lo cambia todo, ¿no?

Fascismo: todo sistema político que no me gusta, que no es el mío.

Fascista: todo aquel ser que no opina lo mismo que yo, y que no atiende a razones y no se ‘doblega’ ante la evidente superioridad de mi credo-dogma-ideología-gusto-orden, todo aquel que es capaz de discutirme, independientemente de que tenga o no razón.

Aplicar esos conceptos difusos permite reinterpretarlos y adecuarlos a los cambios y gustos del poder establecido.

Este mismo léxico, además, tiene otro tipo de armas arrojadizas verbales que podríamos definir como ‘matapensamientos’.

No sólo se trata de léxico en sí, pero se basan también en la identidad política y se aplica para impedir el razonamiento del adversario. Para impedir entrar en el debate.

Unos cuantos han salido ya en la lista anterior.

¿Que no apoyas el rango de medidas contra el cambio climático que yo propongo? Eres un negacionista climático (y por eso te mereces lo peor).

¿Que tienes un diésel? Eres un criminal, un homicida (y por eso te mereces lo peor).

¿Que te parece que Greta es un producto comercial? Eres un fascista sin corazón (y por eso te mereces lo peor).

¿Que crees que hay que poner límites al uso industrial y las emisiones? Eres un marxista redomado.

¿Que eres europeo? Entonces eres un racista contra las razas indígenas de otras regiones del mundo.

¿Que me pones en evidencia porque soy una celebrity de esas que va en jet privado a un evento contra el cambio climático? Eres un fascista envidioso (y por eso te mereces lo peor).

Como eres ‘malo’, ninguno de tus argumentos y razones importará ya. Simplemente, se olvida y así la fe del que lo lanza cual conjuro, queda debidamente protegida contra todo aquello que le pueda causar una duda, una ‘crisis de fe’.

Como diría un periodista “No dejes que la realidad te estropee un buen titular” que traducido al marketing político pasaría a un “No dejes que los hechos se opongan a tu ideología”

Así resulta que, si como yo, crees que hay un cambio climático, que hay mucho que hacer, que sólo llegaremos a paliarlo, no a revertirlo, y que las soluciones que se promueven (cochepilas, renovables eléctricas intermitentes, gentrificación de los cascos antiguos de las grandes ciudades sufragados por todos nosotros), especialmente las impositivas, no son el camino adecuado, entonces eres un ecofascista (y por tanto, me merezco lo peor).

Y aquí llego al punto al que quería llevarles a todos ustedes, pacientes lectores que han sido tan valientes de leer hasta aquí.

Y es que todo lo que estoy diciendo es viejo y probado, demostrado, utilizado e historiografiado. Se usó extensivamente hace ahora un siglo en Europa, y posteriormente en parte de Asia.

Nazismo, comunismo, Jemeres Rojos, Grandes saltos hacia adelante, fascismo. Todos ellos usaron, sin excepción, estas técnicas. Incluyendo la de la prisa: hay que actuar, no es tiempo de pensar, ya, ya, ya. La casa está en llamas. Corre, actúa.

Obedece. Paga. Acata.

Shock. Histeria.

Ario/otra raza, o comunista/cualquier otra ideología económica, proletario/kulak, chino/uigur (si, y eso es actual), etc. Hay gran cantidad de ‘etiquetas’ o ‘identidades’ que se han usado, pero todos estos han aplicado exactamente el mismo tipo de técnicas.

La situación hoy en día aplica exactamente al tema del cambio climático. Y a muchos más.

Se está forzando la radicalización de la población. Se la obliga a sentir en vez de a razonar, pasando por encima del pensamiento, el diálogo, la planificación y la crítica.

Se exacerba la necesidad de los adolescentes de pertenencia a un grupo o ‘tribu’ para acentuar los sentimientos tribales. Incluso de volverse contra sus padres (“Ok Boomer”).

Se apela a las conversaciones con un elevado tono y carga emocional para incitar al ‘cerebro reptiliano’, a los sentimientos, a las partes más primitivas de nuestro sistema nervioso, a que actúen, a que tomen una decisión binaria, maniquea: eres presa o depredador, come o huye, blanco o negro, bueno o malo.

Si después es necesario, el sistema nervioso superior y más avanzado, ya racionalizará y buscará los argumentos para dar soporte a una decisión que se ha tomado en un nivel mucho más primitivo, antiguo, ancestral.

La neurociencia actual explica unos conocimientos que tienen siglos y que se han ido mejorando y perfeccionando con la tecnología y el conocimiento, la psicología, pero que no son nuevos.

Se está aplicando una doctrina comunicativa que pretende radicalizar y atrapar a la sociedad entre dos fuegos cruzados, ambos radicales, ambos minoritarios.

¿Cuál es la sorpresa? Me preguntaran algunos.

Pues que una mayoría de población no se siente representada ni por los secuaces de Greta ni por sus detractores. De hecho, la mayoría piensa como yo, que sí que hay un cambio climático, que nos estamos cargando el planeta, y que hay que hacer algo, pero que el planteamiento no nos parece el correcto, las soluciones, las imposiciones carecen de lógica.

Que nos suban el IVA de la carne que los mismos políticos dan a los periodistas (¿sería eso entonces un tipo de soborno?) mientras nos dicen al populacho que comamos gusanos e insectos, tal y como recomienda la FAO.

Que nos crujan a impuestos por tener un coche, aunque sea uno de segunda mano, o un modesto Dacia, mientras que subvencionan y dan privilegios a aquellos que pueden permitirse un Tesla de 80.000€. Pagarles la electricidad mientras están aparcados en una plaza en la que no podemos poner nuestro coche sin pagar, probablemente ni podemos siquiera acercarnos, mientras además de la electricidad gratis, también tienen la plaza gratis durante todo el día. Peajes gratis. Eso a alguien que gana una pasta gansa para gastarla en cochazos que son de lujo y que están en el 12.5% (el octavo) superior de los coches vendidos por precio.

No nos parece lógico ni razonable.

Que se demuestre que en Noruega la aplicación de estos privilegios no hace otra cosa que bombear dinero de las clases pobres, que tienen que ir en transporte público a un trabajo, pero que llegan tarde porque su carril bus está lleno de cochepilas, de sus jefes que llevan el cochepilas de turno.

Que un país donde el 25% de mayor poder adquisitivo tiene 17 veces más coches que el 25% inferior, y que hace que se adopten políticas que les permiten dejar de mezclarse con el populacho, ya sea en los transportes públicos u en otros servicios. Una élite que una vez se compra ese segundo o tercer coche, el utilitario eléctrico (que mayormente es comprado por quién ya tiene uno o dos térmicos), con el que hace un 40% del kilometraje como mucho olvida al resto de la población y solamente se ocupa de como preservar sus privilegios.

Hace ya tiempo que vengo diciendo que esto del cochepilas, y también el autoconsumo, las renovables eléctricas intermitentes, y ahora ese plan de reurbanizar las almendras centrales de las grandes ciudades con el dinero de todos para el privilegio de unos pocos, con la excusa del cambio climático, se ha convertido en una lucha de clases encubierta y favorecida precisamente por aquellos que, dicen, luchan por la igualdad y la reducción de las diferencias de clase y de salariales, la ‘izquierda del cava y el caviar’.





Como de costumbre, hacen lo contrario de lo que predican.

El viejo lema de las instituciones religiosas “Haced lo que os digo, no lo que hago”. Hipocresía en estado puro.

Una hipocresía que se está interiorizando por los que estamos en el lado que ‘recibe’ los varapalos mientras nos gritan que somos ‘malos’. Los soldados “rasos” formamos esa mayoría que cada vez se siente menos identificada con ninguno de los mensajes (activistas climáticos y negacionistas). Somos esa mayoría que está empezando a despertar del sueño y las falsas promesas del sistema.

Por eso, de momento, la gente se cansa de que la insulten a la cara, que le tomen el pelo, que los juzguen por el grupo en el que se mueven y no por su valía personal. Una mayoría cada vez más desafecta que está cansada de que la acusen, la insulten, la humillen, la idioticen, y encima le enciendan el odio.

Todo esto cansa, y causa desapego. La polarización funciona…-- durante un tiempo. Pero estar permanentemente enfrentándose es cansino, agotador. Y mentalmente muy muy peligroso.

Una moda que no tiene mucho recorrido mientras se tenga la barriga llena. Algo que deja a una gran mayoría desamparada políticamente, y que generalmente es causante del desapego político y de la abstención.

Una moda que, sin embargo, se vuelve muy peligrosa cuando las estrecheces empiezan a arreciar. Una moda que exige que cada vez se sea más y más radical para seguir forzando la radicalización. De ahí el despegue de Vox en las últimas elecciones.

Hace ya mucho tiempo empecé a escribir una serie sobre el discurso del sistema, de la que se han publicado ya las dos primeras partes, y desde entonces estoy enfrascado en la tercera, la mayor, la que explica precisamente todo esto.

Uno de los objetivos de escribir, es que me ayuda mucho a aclararme las ideas, dejar aparcado a un lado el sentimiento, mientras pongo a trabajar las partes más evolucionadas del cerebro, que son precisamente las facultades que hacen falta a la hora de escribir.

Ayuda a pensar, a aclarar las cosas.

Enfrascado en ese ‘mensaje’, en ese discurso, cada día que pasa me doy cuenta de lo extenso y enrevesado que es. Y entre las cosas que he ido descubriendo, está una obvia, que más o menos entendí justo en las mismas fechas en que uno de mis referentes, John Michael Greer, publicaba exactamente el mismo desenlace: este movimiento ambientalista es una moda que en pocos años va a pasar.

Igual que el monofuturo en el que hasta ahora hemos creído, y que vemos cómo se va desvaneciendo.

Justo antes que se conociese el caso del Google Camp y sus 114 jets privados.

Todos aquellos que tienen dificultades para llegar a fin de mes y ven como la factura de la luz no para de crecer, por gentileza de las renovables (¿pero, no iban a bajar dicha factura?), que la carne se pone por las nubes y les cuesta llega la barriga de sus hijos, a los que ven cómo los adoctrinan, mientras se quitan de encima un coche por el que no conseguirán ni un duro por ser ‘sucio’, y que no tienen claro que coche comprarse porque no pueden permitirse uno ‘limpio’, mientras sospechan que los ‘sucios’ que aún se venden podrían quedar obsoletos legalmente en breve, mientras el coste de mantenimiento los hace casi tan prohibitivos como los ‘limpios’.

Gente que ve como el transporte público sigue denostado y cada vez sale más caro. Gente que vive de un turismo que ven cómo cada día que pasa está más amenazado, y que son más del 20% de la población asalariada.

Gente que vemos (incluso llevamos años diciendo) que el cochepilas no va a sustituir el coche normal, que la gente va a ir a pie o en patinete chino, y que el futuro de la automoción europea está más negro que el petróleo, y que somos el 10% de la población asalariada.

Gente que se dedica al transporte y ven como, tarde o temprano, el hecho que generen el 60% de NOx y muchas emisiones de CO2 les va a pasar factura, a la vez que la economía se enfría. Otro 5% de empleos. Cabe añadir aquí transportes portuarios (el 7.6% de NOx de Barcelona) y aeroportuarios.

Un 35% de gente que ve peligrar su futuro laboral antes que su futuro medioambiental. Algunos vamos a tener que elegir entre morir de hambre ahora porque no pueden pagar una comida nutritiva porque contamina o morir por ‘calentamiento global’ dentro de 20, 30, 40 años (ni el IPCC dice que el cambio en 10 años sea catastrófico), van a tomar una decisión.

Ciertamente, en España nadie se muere de hambre. Y dudo que eso suceda en 20 años. Pero no hace falta llegar a extremos para que la gente se conciencie que el futuro, este presunto ‘futuro verde’, no es para ellos.

Hace más de cien años, el premio Nobel Svante Arrhenius (creo que pariente de Greta, por cierto) ya avisó que los efectos secundarios de la sociedad, nominalmente las emisiones de CO2, podían pasar factura en el futuro.

Ciertamente, los efectos secundarios que se obviaron en su momento por ser negligibles en frente de los beneficios son los que nos han llevado aquí.

Efectos secundarios que también tienen las renovables, como por ejemplo el impacto ambiental de la hidroeléctrica, o la eólica. Problemas de intermitencia. Efectos secundarios que los partidarios minimizan igual que hicieron en su momento con el tema de los combustibles fósiles.

Problemas secundarios, físicos, medioambientales, económicos, sociales, que muchos que los que nos hallamos atrapados en el fuego cruzado, pedimos que se nos explique cómo no nos van a llevar a otra situación similar en el futuro.

Problemas que, al denunciarlos, nos sitúan no en el lado de los negacionistas (no pueden, creemos en el cambio climático), sino en el de los eco-fascistas, a ojos de aquellos de defienden, intentan imponer, cierto tipo de ‘soluciones’.

Problemas que están empezando a calar en esa mayoría de la población que no es radical ni en uno ni en otro sentido.

Problemas que nos conciencian que hay más de un futuro posible, y que tanto unos como otros bandos se están montando su Bizancio mientras nos empujan al resto hacia Somalia.

Esa concienciación es lo que me está sorprendiendo. Y sin embargo, ni es rápida, ni gratis. El costo es brutal.

La mejor manera de acabar con una causa, es defenderla por las razones equivocadas.




Cuando este asunto pase de moda, dejará un poso positivo, pero también una herida negativa que no cicatrizará.

El poso positivo es que la gente empieza a tener claro que para cualquier acción diaria, hay que tener en cuenta el medio ambiente, el planeta, la sostenibilidad. Que la sociedad actual es insostenible.

Y que es muy necesario el pensarse bien, muy bien, estudiar a fondo, un debate adulto, sobre cómo debe ser esa sociedad del futuro.

Un poso que será la base de otra sociedad, todavía por ver, muy lejos de las generaciones actuales, en otro momento de la historia. Otra sociedad posible, que surja de las ruinas de esta, tras hacer tabula rasa de la sociedad actual, que morirá por las heridas que va acumulando día a día, autoinfligidas.

Y es que el discurso del sistema lo que está haciendo es sembrar líneas de falla, líneas de fractura, rupturas y descosidos en el tejido social.

El ambientalismo es uno más, como lo es también el conflicto de moda en la península ibérica.





Va prendiendo fuegos, radicalizaciones, sentimientos negativos, resentimientos.

Amplían el catálogo de fuegos para que cada uno de nosotros escoja el suyo.

Fuegos que van ardiendo lentamente en nuestro interior, esperando a que caiga el próximo varapalo económico, alimentados ya por un crecimiento anémico, sectorial, de múltiples velocidades, por barrios y clases sociales.

Un crecimiento que es un reflejo de una TRE cada vez más baja, de un problema físico, termodinámico, de retornos y recursos decrecientes, que nos aboca, queramos o no a un decrecimiento económico generalizado.

Una situación que favorece estos fuegos que son convenientemente atizados por unos grupos aspirantes al poder y que no tienen ningún escrúpulo en hacer lo que sea para obtenerlo. Fuegos que no apagan aquellos que están en el poder que constatan que el teatrillo social para mantenerse en su puesto es cada vez más difícil de mantener.

Fuegos que se avivan por el uso y abuso del poder por parte de aquellos que lo tienen, sin miramientos ni escrúpulos, para mantenerse en el poder y alejar a los pretendientes que lo acosan, sin importarles lo más mínimo aquellos que estamos por debajo: somos deplorables, carne de cañón, generadores de prole que acaban con ‘sus’ recursos. Irrelevantes como personas, como el cambio climático. Neomalthusianismo.

Fuegos que se avivarán a medida que la economía vaya fallando.

Fuegos que prenderán a lo grande cuando alguien apriete el gatillo.

Fuegos que atizan el odio.

Sembrad odio y recogeremos cadáveres.





Deseo equivocarme.

Beamspot.

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