domingo, 10 de abril de 2022

Las guerras COB (VII)

Queridos lectores:

Llegamos a la penúltima entrega de esta intensa e interesantísima serie de Beamspot sobre lo que está pasando en el mercado mundial de los chips (el cual, según todos los indicios, no se acaba de recuperar, y lo que le queda).

Salu2.

AMT

 

 (enlace a la 6ª parte). 

Las Guerras COB. 7ª parte.

Himalaya.


Prólogo.

En las dos entradas anteriores se ha hablado propiamente de ‘las hostilidades’ propiamente dichas de esta escasez: una primera parte de ‘posicionamiento geoestratégico’, seguido de lo que es la mayor ‘fuente de historia’ de este siglo (de momento).


Ciertamente, el virus ha causado, por sí solo, una gran problemática. El posicionamiento geoestratégico está determinando parte del camino que se ha seguido, pero sin embargo, eso ha sido sólo la parte visible.


El posicionamiento real del mercado de semiconductores es bastante anterior, y tiene mucho más que ver con las 5G de lo que la gente piensa, pero por razones bastante diferentes y menos agradables.


Además, una parte importante de este trasfondo está compartida con el mercado de la automoción, así como otros mercados.


Por si fuera poco, las previsiones hechas por ciertos analistas antes de que llegase la pandemia, arrojan ciertas consecuencias sociopolíticas que, de no tomar medidas en el asunto, podrían derivar en problemas muchísimo más serios incluso a nivel mundial.


La idea de este artículo trata precisamente de estas condiciones preexistentes, que son las que causaron la ‘declaración de guerra comercial’ de los EEUU a China (y de paso, Europa).


Si dos entradas antes se hizo la analogía con la anexión de Austria y Checoslovaquia al Tercer Reich, ahora vamos a analizar la contrapartida del Tratado de Versalles (que es la pieza clave para entender cómo el pueblo alemán pudo terminar por elegir democráticamente al que figura tercero en el podio de grandes exterminadores).


Obviamente, aquí no estamos hablando de tratados humillantes con condiciones políticas, económicas y sociales imposibles de satisfacer sin causar mucho daño: estamos hablando de situaciones bastante más embarazosas para ciertas narrativas modernas y que podríamos definir como ‘sucesión de picos’.

 

En geografía, un montón de picos agrupados se conoce como cordillera o macizo montañoso. Y dada la situación, es preciso compararlo con el más alto de los existentes en la tierra. 

 

Picos semiconductores.

 

Por supuesto, siendo esta una serie dedicada a los semiconductores, lo primero es hablar de los picos de producción que ya se han producido en este sector, que no son nimios.


Para este caso, es preciso remitirnos al excelente trabajo de Félix Moreno dónde habla de las Chip Wars y la Cordillera de la Memoria, y dónde hace un compendio de los muchos picos que se han producido en muchos sectores importantes de la fabricación de semiconductores:

telefonía móvil, ordenadores, tabletas, memoria, capacidad de almacenamiento, procesadores, tarjetas gráficas.


Aquí debajo hay una lista de todos los artículos y libros de Félix Moreno al respecto.


Chip Wars:

 

1. Taiwan

2. ARM e IP

3.  Huawei y SMIC


Peak Memory:


1. Peak computing

2. Peak memory

3. Peak internet

4. El futuro


El fin de la memoria y la informática.

 


En la anterior entrada se explicó con bastante detalle que la planificación es algo esencial, incluso cuando se trabaja con campañas anuales. Y la planificación de los fabricantes de semiconductores tienen claro que la demanda no sólo se ha estancado: está en bajada en muchos frentes.


Por eso, un repunte inesperado de la demanda en ciertos productos donde por previsión se había reducido la capacidad de producción, ha causado tantos estragos.


No es simplemente que haya habido un repunte de pedidos, es que la tónica era ir reduciendo capacidad de producción.


Lo más revelador de todo, es que pese a la gran demanda de sistemas de comunicaciones obvia por los temas del teletrabajo, en 2020 no se ha superado el pico de producción de 2018, aunque se mejorase con respecto a 2019. Eso dice mucho.


Ojo: que vendan menos procesadores no significa que facturen menos dinero.


Claro que también la falta de capacidad productiva ha colaborado en que no se produjese más, obviamente.


Pero eso plantea otra cuestión nada baladí: si la demanda generalizada ha ido bajando, ¿este repunte es puntual, o es que estamos de nuevo en una tónica sostenida al alza?


Para la gran mayoría de fabricantes de commodities asociadas a electrodomésticos o a automoción, o a industria, lo más lógico es ser conservadores tras la pillada de dedos de estos dos años, y plantearse esto como algo puntual.


Para los que se dedican a las comunicaciones, encima de la mesa está, de nuevo, la clave: las 5G.


Es la última palanca de crecimiento que les queda a los semiconductores, no sólo de forma directa (centralitas, telefonía, ordenadores, tabletas). También de la industria y los electrodomésticos (industria 4.0, IoT), la automoción (vehículos autónomos) y energías renovables (sin los sistemas de gestión Smart Grid, el apagón que se anuncia en Austria, Alemania y Suiza será inevitable).


Otra razón para esa gran apuesta: es la última oportunidad para todo el sector de seguir creciendo.


Por supuesto, la geoestrategia aquí es de nuevo importante, ya que incluso con un gran despliegue de esta tecnologías, no es seguro que el crecimiento dure mucho más de una década. Y ahí es dónde viene todo esto de la geoestrategia.


Cualquier empresa que vea venir una contracción en su producción, sea bien por bajada de demanda, o sea porque las nuevas tecnologías les permiten producir más con menos sitio, personal y/o insumos, necesita un plan de reestructuración de esta capacidad productiva.


No tiene sentido mantener ciertas cosas si éstas van a desaparecer en un período relativamente corto.


La salida habitual es la de ‘concentración’ en ciertas partes, con el ‘abandono’ de otras.


Y esa es la apuesta americana: crecer con nuevas instalaciones de semiconductores en los EE.UU., para que cuando llegue la contracción se ‘abandonen’ las instalaciones más antiguas.


Traducido al román paladino: que TSMC construya ahora en Texas o Nevada, y que para cuando el boom de las 5G caiga, ‘abandone’ Taiwan.


De esta forma, China podría ‘apropiarse’ Taiwan sin meter sus manos en la tecnología más avanzada, si es que queda algo que llevarse.


Ese es el plan, que para 2025 o algo más tarde, China pueda anexionarse la isla sin que haya problemas para el resto del mundo por falta de semiconductores. Y eso puede ser una forma de acelerar o precipitar los acontecimientos, si bien puede que a China no le convenga por otras razones realizar este movimiento ahora: su intención es que la ‘anexión’ sea ‘pacífica’ y ‘voluntaria’, al estilo de lo que ocurrió con Austria y Alemania en 1935.

 

Aplanar la curva.


Por otra parte, si las previsiones no son optimistas en cuanto a crecimiento, y si además resulta que con las tecnologías actuales ya se cubren buena parte de las necesidades sin que haya demanda excesiva para nuevas tecnologías (un ordenador de alrededor de 2010 puede mover un LibreOffice tranquilamente), no tiene sentido invertir en dichas nuevas tecnologías.


Si un teléfono de 200 € ya me cubre todas las necesidades, no tengo porqué gastarme 1200€ en la última novedad pija. Máxime si tenemos en cuenta la situación económica.


Rendimientos decrecientes, lo llaman.


Esa es la razón por la que la carrera por los nm se ha medio detenido. No hay tantos incentivos.


Si nos atenemos a las circunstancias, igual los incentivos son precisamente otros: retrasar, alargar la demanda, aplanar la curva de fabricación, especialmente si eso eleva los precios y las ganancias.


No tiene sentido que, por un repunte puntual de demanda, se pongan nuevas instalaciones que suplan esta demanda (aunque sea a elevado precio, cosa que seguramente iría a la baja al haber más capacidad productiva), si una vez satisfecha la demanda puntual ésta se seca y se acaban las ventas.


Es mucho más interesante retrasar y seguir retrasando la producción, sin ningún tipo de ampliación, haciendo caja, y preparándose para que cuando inevitablemente la demanda baje, ir cerrando líneas, capacidad productiva, plantas.


Esa es la estrategia que tiene más sentido para todos aquellos que ven venir las orejas al lobo. Vista la colección de picos en la cordillera de los semiconductores, parece ser además la política lógica y mayoritaria, salvo contados casos.


Además del caso particular de TSMC y Samsung (Corea del Sur está muy próxima a China y más aún de su ‘primo pobre’ Corea del Norte) y otras taiwanesas, está el caso diferente de aquellas que apuestan también por otro crecimiento de manos de subvenciones gubernamentales: las que chupan de la teta de las renovables (mal llamadas ‘Ayudas por la CoVid’, que no van a parar a ninguno de los grandes sectores damnificados por el virus como son la hostelería y el comercio local).


Es el caso de ST Micro, Bosch Sensortech, Texas Instruments, y un puñado más de empresas.


Y punto. El resto, a verlas venir, intentar aguantar el tirón, y ver si al final las 5G realmente consiguen ir tirando del carro, otra razón más para retrasar la demanda y mantenerse conservadores.


Si añadimos lo del negocio de la escasez, este problema no tiene visos de solucionarse hasta que, si se da el caso, las nuevas plantas en construcción y que no estarán operativas antes de 2023, puedan causar un más que posible pico de sobreproducción. Pico que sería la puntilla y que precipitaría el cierre de otras plantas en otras partes del mundo.


Otra cosa que es factible, además, es la reconcentración de diversos ‘fabricantes’ en grandes ‘conglomerados’ mediante compras, fusiones, y similares. Nada raro, pero que sólo acelera la tónica de ‘concentrarse’ en ciertos sitios, y ‘desinvertir’ en otros muchos.


Otras cimas más relevantes.


Bueno, hemos hablado de los semiconductores, pero ¿que hay de la automoción?

 

Los que siguen este blog ya saben que esto parece un club de alpinistas, siempre hablando de un pico o de otro. El de la automoción es uno habitual y recurrente, aunque de los menos considerados (ojo, los semiconductores apenas han sido tratados aquí hasta hace poco, y como vemos, es algo importante).


Además, el tema del pico de la automoción ya fue tratado por el autor en el Epílogo a la serie sobre el vehículo eléctrico, si bien de pasada.


La transnacional alemana que me daba de comer hasta principios de 2021 es perfectamente conocedora del Peak Car. Lo tiene documentado internamente para que cualquier empleado con acceso a la intranet pueda informarse.


Si miramos las ventas de automóviles a nivel mundial, nos vamos a encontrar con que según la región ésta llegaron a su pico entre finales de verano de 2017, y finales de verano de 2018. Para otoño de 2018 muchos fabricantes ya fueron avisando de cierres (de nuevo, concentraciones y abandonos) en varias partes del mundo. 


Para 2017, esta transnacional alemana ya avisó que pensaba reestrucutrarse para ‘hacerse más ágil frente a los cambios’. Eso incluía el quitarse de encima varias ramas, entre las que se encuentra toda la sección relacionada con coches eléctricos.


La idea era más la de concentrarse en fabricar sistemas de conducción autónomos y redes y sistemas de gestión (basadas en las 5G y la IA) para flotas de coches para el Transporte como Servicio. En el fondo, es una renuncia a fabricar coches para uso particular, privado.


A finales de verano de 2019, se empezaron a avisar de los planes de concentración y cierre de plantas en todo el grupo, empezando, como es habitual, por algunas sedes alemanas (para dar ejemplo), pero seguidas luego por las plantas más pequeñas, viejas, mal situadas, etc. Las plantas destino dónde se concentra la producción, ojo al dato, no amplían sus instalaciones, sino que alquilan naves vacías por cinco años: la intención es que también reduzcan su capacidad en ese plazo, ya que ese incremento por la concentración es temporal.


Rumores internos apuntan a una reducción del total de empleados alrededor del mundo del 50% para 2029, último año previsto en el plan.


Dicho de otra manera: ciertos fabricantes de automóviles están dando por hecho el Peak Car, hablando por su definición en lugar de por su nombre, para no asustar.


Tan asumido lo tienen, que Honda mismo, que no es un jugador pequeño en el sector de la automoción, ve claro que para dentro de un par de décadas ya no será un ‘fabricante de coches privados’, igual ni siquiera un ‘fabricante de coches’.


Nada nuevo tampoco. Al fin y al cabo, el vilipendiado ‘Limits to Growth’ de 1972 fue financiado nada más y nada menos que por VolksWagen misma. Y precisamente de eso hablaba: el pico de todo.


Queda demostrado que la planificación, a largo plazo, es sumamente importante.


En esa tesitura, precisamente todo el jaleo de falta de chips para la automoción también les ha venido al pelo para los fabricantes de coches, que tienen la excusa perfecta para ir cerrando plantas, pedir ayudas a los gobiernos de turno (son unos lloricas profesionales, ya sabéis, ‘Quien no llora…’).


De hecho, el bicho les ha venido muy bien a ciertos grupos y sectores empresariales, con la automoción en la cabeza.


Si la falta de chips se solucionase, entonces sería la falta de plástico (que tanto ha afectado al sector del juguete valenciano), o de aluminio (que se perfila como una de las grandes amenazas), u otra cosa.


En este caso, la necesidad de aplanar la curva es más explícita que nunca, y encima ya avisa de más cierres de plantas. Ojo porque en Europa los cierres se acercan al centenar.


Estos argumentos dan todavía más peso, de hecho son la razón última por la que los fabricantes están retrasando la puesta en marcha de nuevos modelos (basta ver cómo avanza, o no avanza, esto de la megafactoría de baterías en España), y encima estiran modelos viejos, especialmente de ciertas gamas bajas, aunque hay una última razón para eso.


Y es que aunque aún es pronto para analizarlo, parece ser que hay un problema económico gordo detrás de todo esto. Habida cuenta de todos los picos que se han visto hasta este momento, TODOS han sido anteriores a la aparición del oportuno virus. La economía iba mal ya en 2019.

 

Con tantos cierres de fábricas, la cosa no pinta mejor. Y la ‘resaca’ de la pandemia, que aún está lejos de finalizar (seguimos emborrachándonos), no hace más que añadir tensiones y problemas económicos y financieros.

El ‘negocio de la escasez’ está tomando un camino que no es bueno para la economía: la inflación elevada, casi desbocada (algunos elementos están subiendo más del 10%, con una inflación anual a principios de diciembre de 2021 del orden del 5 – 6%).


La subida de las materias primas como el plástico (con algo de bajada debido al incremento de la producción de petróleo), el acero, el aluminio, la madera, y, muy especialmente, los transportes y la energía, está afectando mucho todos los sectores.


Pero los salarios no suben.

 

Todo esto es razón de más para apostar por modelos ‘viejos’ y que ya estén amortizados: la gente no está para darse muchas alegrías comprándose coches nuevos.


Por otra parte, eso no es todo, está lejos de serlo todo.


Y es que esto de la escasez de chips es relativa. Dado que hay ‘escasez’, no sólo se utiliza para aplanar la curva de la demanda. Además se esté mezclando con los asuntos de obsolescencia legal por emisiones, y se está ‘encauzando’ la demanda hacia gamas más caras (aunque sean modelos con menos equipamiento): híbridos, eléctrico, con AdBlue, SUV’s, etc.


Es decir, están ‘controlando’ la demanda para vender vehículos con más margen de beneficio. Serán gamas bajas, pero de gamas de mayor valor añadido… aunque utilicen más electrónica!


Un coche eléctrico utiliza muchos mas chips que un gasolina básico, aunque sea un eléctrico básico en equipamiento. También cuesta mucho más dinero: el Clio gasolina anda por los 12000€, su equivalente eléctrico, el Zoe está en el triple (si te lo compras todo, batería incluida, y si miramos precios, quitando subvenciones y demás distorsiones o sistemas de bombeo de riqueza de las clases bajas a las rentas más altas).


Aunque el margen de beneficio en los eléctricos puros no es muy elevado, precisamente, sobre todo si lo miramos de forma relativa: pongamos que el gasolina tiene un 5% de margen de beneficio, y el eléctrico el 2%: sigue dando más beneficio el eléctrico, 720 € frente a 600. 


De todas maneras, habría que ver exactamente cómo está esto del margen y los costes de las baterías, contando especialmente subvenciones y demás.

 

Al final, como un servidor avisó, el coste de las baterías se está disparando debido al coste de las materias primas que las componen, con BYD anunciando públicamente que sube el precio un 20%. 

El precio de los cochepilas ha dejado de bajar para ir subiendo más rápido que el precio de los convencionales, aunque éstos sean acribillados a impuestos (obsolescencia legal). Y mientras los sueldos sigan sin subir, esto va a acabar de la forma prevista: para 2030 se van a vender menos de la mitad de coches de los que se venden ahora, al menos en ‘occidente’ (o sea, en todo el mundo sin contar China).


Y eso sin hablar del precio de la electricidad, que cuantas más renovables tenemos, más cara nos sale. Claro que el precio de los paneles fotovoltaicos también está subiendo (se ha multiplicado por 4).

La hipótesis del Peak Car se refuerza.


Aún así, es en los SUV y especialmente en los híbridos dónde se obtienen las mayores ganancias. Los primeros porque aparentan mucho, cuestan bastante más, pero la diferencia de materias primas con respecto de su base ‘no SUV’ son mínimas. En cuanto a los híbridos, porque también se venden más caros pero al ser las baterías más pequeñas y baratas, el margen de beneficio relativo sigue siendo elevado.


Así no es de extrañar que algunas automovilísticas hayan tenido más beneficios a pesar de vender menos coches por la ‘escasez de semiconductores’. Además los que se han vendido tienen más semiconductores que los que no se venden porque los semiconductores ‘escasean’.


En resumen, que la automoción se está aprovechando de la escasez, y que hay otros motivos e incentivos detrás que no ayudan a que se tomen medidas paliativas para arreglar ese problema.


Everest.


Haciendo un acopio de problemas con los semiconductores, podríamos enumerar una larga pero incompleta lista:


* Cierres debidos a la pandemia.

* Geoestrategia.

* Picos de producción.

* Intereses económicos por ‘el negocio de la escasez’.

* Rendimientos decrecientes.

* Desequilibrio entre la demanda y la capacidad productiva.

* Minado de criptomonedas, demanda de sistemas de comunicaciones.

* Cierre y cancelación de pedidos por la automoción.

* Mínimos de Liebig.

* Problemas con las obleas de 200mm y de otros proveedores.

* Desfase entre los cierres y aperturas en diferentes partes del mundo.

* Problemas logísticos relacionados con el tratamiento tanto de barcos como de contenedores.


Podríamos añadir dos más: el cambio climático y los accidentes.

En el primero podemos poner como ejemplo las restricciones por sequía que tuvo precisamente Taiwán, y que puso en jaque la capacidad de producir semiconductores, muy ávidos de agua ultrapura (que luego resulta difícil de utilizar para la agricultura, más aún para otros usos, debido a los contaminantes).

Una anterior estación monzónica escasa, junto a un mayor uso del agua (algo cada vez más habitual por el sector tecnológico) fue otra de las grandes razones de la problemática.


En el lado de los accidentes, además del cierre del Canal de Suez por un barco encallado que puso muchos titulares en muchas partes, hay que destacar el incendio en una planta de Renesas, fabricante muy habitual en el sector del automóvil.


Aunque ese incendio apenas afectó directamente unas pocas máquinas, la necesidad de limpieza extrema no lleva bien el humo que se generó en el incendio y mandó a la basura una gran cantidad de material semielaborado, produciendo retrasos de meses en servir lo que ya estaba en curso. Además, volver a reacondicionar la planta para seguir produciendo es costoso en tiempo, máxime si hay escasez de la maquinaria necesaria para dichas plantas debido a la escasez de semiconductores (aquello de la pescadilla que se come la cola).


Esto pone blanco sobre negro que no hay una razón única para toda esta problemática. Los artículos que se llevan escribiendo desde hace tiempo sobre todo este tema son correctos, pero se centran habitualmente sobre sólo uno de los puntos concretos y para cierto sector, y que no lo explican todo.


Ese es un habitual de muchos análisis: reducir todo a una única causa, por muy cierta que sea.


Es evidente que no se puede hacer tal cosa en el caso de los semiconductores: hay muchas razones, todas igualmente válidas, y encima que se realimentan unas con otras. Y otras muchas razones no son evidentes y apenas se analizan, como es el caso de los incentivos y de los picos.


La mente humana, sin embargo, es muy limitada, y es muy probable que la mayoría de los lectores hayan encontrado esta serie muy compleja y decepcionante: no es capaz de simplificar para que nuestra limitada percepción sea capaz de ver esa ‘causa común’, de ‘reducir’.


Y sin embargo SI que hay una causa común. Precisamente una, esa: la complejidad.


En física, la complejidad (o su equivalente, orden/complejidad) tiene un nombre: Entropía.


Y la electrónica es uno de los elementos que más complejidad tiene: nada utiliza tantos elementos de la tabla periódica, ordenados casi a nivel atómico en patrones tridimensionales altamente complejos.


En física, entropía además es una magnitud energética. Está relacionada con la energía, y también con el calor: es una de las claves de la revolución física de esta sociedad, la termodinámica.


Resulta que cuanto más orden queremos, cuanta más complejidad, más energía hace falta proporcionalmente. Y nuestra sociedad se está quedando sin energía para mantener tanta complejidad.


Como algunos por aquí explicamos, la TRE (tasa de retorno energético, o cantidad de energía neta que podemos obtener, relación entre la energía que necesitamos para obtener energía, EROEI en inglés) total de nuestra sociedad, en declive acelerado desde principios de siglo, ha bajado por debajo de lo que podemos mantener.


Por eso el pico de los combustibles fósiles, los elevados precios asociados a todo lo que es energía que estamos experimentando ahora que se está intentando recuperar la economía, forman parte de todo este entramado, aunque no se vea a la primera.

 

Aún así, ese enlace es demasiado sutil, y dado que va por otros derroteros, debe ser tratado por otra parte.


Pero hay otro pico importante, muy relacionado con la entropía: el Pico de Tainter. Nada que ver con los combustibles fósiles o la energía de forma directa, pero sí con la complejidad.


Básicamente, Joseph Tainter, en su libro ‘Collapse of Complex Societies’ analiza cómo varias sociedades anteriores, incluyendo el Imperio Romano, colapsaron por no poder soportar el exceso de complejidad.


Es el caso de las FPGA y el Linux: es tan complejo que está por encima de nuestra capacidad de manejarlo, así que lo hemos abandonado, ‘esa tecnología ha colapsado’.


En ese libro se publicó una gráfica que es la portada de este artículo. Y podemos reducir el problema de la escasez de chips precisamente a esta gráfica, a este pico (punto C2), el mayor de todos, el Everest de esta sociedad.


Un pico que ya ha pasado.


En la próxima entrada abordaremos los posibles escenarios de futuro.

 

Beamspot 


(enlace a la 8ª parte). 

No hay comentarios:

Publicar un comentario

La sección de comentarios de este blog ha sido clausurada por ser imposible su gestión. Disculpen las molestias. Pueden seguir comentando en el Foro OilCrash: http://forocrashoil.blogspot.com.ar/

Nota: solo los miembros de este blog pueden publicar comentarios.