Queridos lectores:
El viernes 24 de noviembre se clausuró el XVI Seminario Internacional de Lengua y Periodismo celebrado en San Millán de la Cogolla, que en esta ocasión versaba sobre la comunicación del Cambio Climático. Dándole realce y postín, presidía la sesión la reina de España, doña Letizia Ortiz Rocasolano. Seguramente, los expertos y autoridades académicas allí reunidos no esperaban de la esposa del Jefe de Estado de España que interviniera más que para dirigir a los selectos asistentes unas breves palabras de apertura y de clausura. Sin embargo, no fue así. La reina preguntó y repreguntó sobre cuestiones muy incisivas que causaron un visible malestar e incomodidad en los presentes. Preguntó sobre decrecimiento (llegando a citarme a mi), comentó sobre el juicio que actualmente se desarrolla contra 15 compañeras y compañeros de la Rebelión Científica por tirar agua de remolacha delante de las puertas del Congreso de los Diputados en abril de 2021, y comentó también sobre su preocupación por la actual debacle de la energía eólica (tema sobre el que ya escribimos en el blog, aunque tengo previsto volver sobre ello pronto) y cómo puede perjudicar a la percepción pública de la energía eólica y por extensión del Cambio Climático. Preguntas y reflexiones todas ellas muy pertinentes en el contexto actual. Adjunto aquí el vídeo de la jornada de clausura del seminario.
Sobre lo que pasó ese día se han escrito varios artículos poniendo los hechos en perspectiva. Destacaré solamente dos de ellos: el que escribimos Juan Bordera y yo para Contexto y Acción, y el magnífico análisis de Manuel Casal Lodeiro para la revista 15/15\15. Por tanto, no quiero volver a incidir en las cuestiones que abordó la reina y prefiero analizar lo que ha sucedido desde una perspectiva más amplia.
Probablemente fui yo el primero, o uno de los primeros, en darle publicidad, a través de las redes, a lo que había sucedido. El acto de clausura había tenido lugar esa misma mañana. A las 15:02 salió publicada una reseña en la web de un revista especializada en el público femenino (en un cierto tipo de público femenino, diría yo). Habiendo aparecido en ese tipo de medio, lo más normal es que nunca hubiéramos sabido de ello. Sin embargo, alguien puso particular interés en que a mi me llegara esa reseña, la cual me envió a las 18:35. Yo estaba a punto de dar una conferencia en Vitoria y no pude ver el mensaje hasta las 22:35. Lo cierto es que cuando me enteré me quedé en estado de shock, particularmente al ver que mi nombre era de hecho uno de los pocos citados por la reina. "Tierra, trágame", pensé. No sabía qué hacer, si compartir esta información o simplemente ignorarla. Se lo envié a varios amigos y al final decidí que esto era demasiado bueno como para no utilizarlo. De este modo, en menos de 24 horas las palabras de la reina comenzaron a difundirse masivamente.
Durante esta última semana, numerosos medios de comunicación (sobre todo radio y televisión) se han hecho eco de las palabras de la reina, siempre en bloques breves y en muchos casos con un análisis muy simple y ramplón de los conceptos en discusión. Se puede decir que ha tenido cierto impacto, pero bastante moderado.
Desde el principio, una de las cosas que más me ha llamado la atención es el tono generalizado de condescendencia y desdén, cuando no desprecio, con el que muchas personas han tratado a la reina, ya en el mismo seminario, ya después en las noticias aparecidas. No es que yo sea precisamente muy fan de una institución de origen medieval como es la monarquía, pero eso no es óbice para reconocer que en nuestro ordenamiento jurídico y social la reina de España ejerce un importante papel de representación institucional como consorte del actual Jefe de Estado. Precisamente por ese papel que desempeña, me parece que lo juicioso sería, cómo mínimo, tratarla con el especial respeto que merece su cargo. Se puede discrepar con ella sin necesidad ser grosero, se le puede replicar sin tratarle de boba. Yo no sería tan maleducado con nadie, y me parece que con menos que con nadie lo sería con la reina.
Me parece particularmente grave la mala baba que le ha sido dispensada a la reina cuando cualquiera un poco avispado puede darse cuenta de que lo que ha pasado no es fruto del azar. Ella no soltó ocurrencias que le vinieron a la cabeza en el momento, sino que claramente traída preparadas las cuestiones que suscitó. De hecho, interrumpió a quien hablaba e introdujo estos temas, sin que estuvieran relacionados con lo que se estaba comentando. Y más aún, a pesar de que claramente se le invitaba implícita y explícitamente a callar, ella no se arredró sino que dijo todo lo que quería decir. Seguramente, lo que había venido a decir.
Porque para mi ésa es la cuestión clave. Es muy necia esa manera de tratar a la reina como a una especie de niña malcriada que va soltando lo primero que se le pasa por la cabeza. Se vio que lo tenía pensado, preparado y estructurado; no siempre los conceptos fueron completamente precisos, pero el hilo conductor era muy consistente.
Yo no creo en las coincidencias. Todo parece muy preparado, aunque seguramente nunca lo llegaremos a saber. En cualquier caso, yo no descartaría que todo sea simplemente un acto de comunicación promovido por la propia Casa Real, sin darle una gran publicidad pero asegurándose que el tema es difundido por los canales que han creído más oportunos para que el mensaje llegue. No podían usar al rey, porque entonces el impacto mediático hubiera sido descomunal; han utilizado a la reina y así el impacto ha sido más moderado y contenido, y ya han conseguido poner un pie en estos temas.
Quien ha promovido esto, quien ha ideado y orquestado esto, lo ha hecho con una cierta intención. El caso es que ahora la Casa Real ha dado un primer paso y ha hecho un primer posicionamiento delante de un debate que será crucial en los próximos años. Y por eso mismo, quienes se han enfrentado a la reina no solo han hecho el ridículo por la endeblez de sus argumentos (particularmente penoso ha sido el papel del ministro Escrivá), sino que encima han cometido la osadía de enmendarle la plana a la Casa Real.
Si no voy desencaminado, este tipo de pronunciamientos volverán a repetirse en los próximos meses. Por otros cauces, de otras maneras, con otras intenciones, pero se repetirán. De ese modo, la Casa Real no solo abre el debate, sino que se posiciona muy claramente en su seno.
Siendo realistas, yo no tengo muy buenas sensaciones con toda esta historia. El tipo de decrecimiento en el que yo estoy pensando seguramente tiene poco o nada que ver con el que se está pensando en las altas esferas. El riesgo de ser manipulados y tergiversados para promover su agenda es enorme (de hecho, esta semana ya he visto varias veces cómo mi discurso real era tergiversado en algunos aspectos fundamentales).
Lo que sí tengo claro es que las preocupaciones por el futuro de la Humanidad en España ya son reales, en el sentido de ligadas a la realeza. Ahora solo nos hace falta llegar hasta las preocupaciones reales de la gente.
Salu2.
AMT
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