Queridos lectores,
Durante los últimos días, aparte de dedicar mi tiempo a múltiples obligaciones profesionales y de divulgación, he estado ocupado preparando el tema del post de hoy: mi análisis sobre el informe por excelencia del panorama energético mundial, el World Energy Outlook, que en su edición de 2014 fue presentado por la Agencia Internacional de la Energía (AIE) el pasado 12 de Noviembre. Un informe como de costumbre muy extenso (748 páginas), con muchísima información sobre lo que las mentes pensantes de esta agencia de la OCDE creen que va a ser el futuro del suministro energético del planeta. Dado lo largo de este post, en el que desmenuzo muchos aspectos de este informe, lo estructuraré en diversas partes para facilitar su lectura, a saber: Perspectiva histórica, estructura del WEO 2014, petróleo, carbón, nuclear, gas, lo que queda en el tintero y conclusiones.
Perspectiva histórica
Como hemos discutido en numerosas ocasiones, la AIE es siempre reacia a aceptar la cruda realidad de un mundo finito con recursos finitos; pero lentamente los problemas asociados al suministro del petróleo han ido trascendiendo a sus informes, delante de los cuales la AIE siempre ha intentado presentar la cara más favorable de los eventos que sus modelos de previsión de oferta y demanda les ofrecían. Así, en el año 2010 la AIE reconocía por ver primera que el petróleo crudo había llegado a su máximo productivo, que se tendría que mantener constante hasta 2035, pero se consolaba pensando en que otros hidrocarburos líquidos tomarían en buena medida el relevo. En 2012 aquellos que tuvieron la paciencia de bucear en el informe se encontraron con la sorpresa del reconocimiento del declive de la producción de petróleo crudo, aunque la prensa se quedó sólo con la falacia (mil veces repetida desde entonces) de que los EE.UU. iban a ser energéticamente autosuficientes en un futuro próximo, aunque simplemente examinando la gráfica original de aquel informe en la que se apoyaba tan osada afirmación ya se veía que tal autosuficiencia sólo podía conseguirse, aparte de haciendo muchas hipótesis muy optimistas, si además los EE.UU. renunciaban a más del 30% de su consumo actual.
Evolución prevista para las importaciones de petróleo de los EE.UU. según el WEO 2012; como se ve, en ningún momento los EE.UU. llegan a ser autosuficientes, habiendo de importar aún más de 3 Mb/d en 2035; encima, se asume que otros 3 Mb/d vendrán de una mayor "eficiencia del lado de la demanda", lo que acaba siendo un eufemismo para decir que se destruirá demanda como consecuencia de un importante retroceso económico. Más detalles en el post "World Energy Outlook 2012: Haciendo de la necesidad virtud" |
Aquel año 2012 yo elaboré un análisis bastante detallado, cruzando datos de diversas fuentes con las previsiones de la AIE, para intentar ofrecer una perspectiva sobre la evolución de la energía neta del petróleo, el cual nos enseñó un panorama bastante preocupante.
Evolución de la energía neta del petróleo en un escenario realista, derivado del escenario de Nuevas Políticas del WEO 2012. Más detalles en el post "El ocaso del petróleo" |
El año pasado, el WEO 2013 nos mostraba una gráfica aún más inquietante. En esta ocasión ni siquiera tuve que trabajar sobre los datos; la gráfica 14.6 nos mostraba una rápida reducción de la producción de petróleo en los próximos años si no se mantenía una inversión suficiente.
Y como hemos explicado repetidas veces en este blog, a pesar de ese "aviso a navegantes" de la AIE la política de las grandes compañías ha sido más bien la de anunciar recortes en la inversión. La razón de tal estrategia de desinversión es que el negocio petrolero ya no es muy rentable, ya que las inversiones en producción no convencional son ruinosas. No sólo eso, sino que todas las tensiones acumuladas en el sistema incrementan el riesgo de un desenlace brusco en el que algunos países y productores podrían colapsar, especialmente si se prolonga la actual situación de precios de petróleo a la baja.
En este contexto, he analizado con cuidado los parámetros del WEO 2014, intentando averiguar cuáles de las tendencias arriba enunciadas recoge y cuáles se permite obviar o dulcificar, y en su caso con qué motivos. Y mis resultados son bastante sorprendentes, como verán.
Estructura del WEO 2014
El WEO 2014 está estructurado en tres partes:
- La parte A habla de las tendencias energéticas globales, de acuerdo con sus tres escenarios de referencia: Políticas Actuales, en el que se supone que no hay cambios sobre las tendencias actuales; Nuevas Políticas, en el que se asume que las políticas que se están anunciando entran en vigor; y Escenario 450, en el que el mundo se embarca en un ambicioso programa de lucha contra el cambio climático con el objetivo de mantener la concentración de gases de efecto invernadero por debajo de las 450 partes por millón equivalente a CO2. El escenario de base para la AIE, como siempre, es el de Nuevas Políticas, y así salvo cuando se diga explícitamente lo contrario todas las gráficas están referidas a él.
- La parte B está dedicada a hablar en detalle de la energía nuclear.
- La parte C versa sobre las perspectivas energéticas para África; yo no me ocuparé de esta parte en este post.
El inicio de la parte A está dedicado a explicar algunos detalles de los modelos económicos usados para hacer los escenarios. Llama la atención, por ejemplo, los cambios introducidos en el escenario 450, ya que se reconoce que es poco probable que haya una acción concertada antes de 2020. En la parte de hipótesis económicas, la AIE nos ofrece una gráfica puesta al día sobre la relación entre energía y PIB para diversas regiones de la Tierra:
De esta gráfica es interesante destacar que aunque la relación entre crecimiento del consumo de energía y crecimiento del PIB no es constante (no son líneas rectas) en general las pendientes son positivas, es decir, que siempre que el PIB crece el consumo de energía crece y siempre que el PIB decrece el consumo de energía decrece; por tanto, la relación entre energía y PIB es casi siempre del mismo tipo, tanto en las épocas de crecimiento económico como en las épocas de recesión. Las escasa zonas con pendiente negativa (en las que típicamente el PIB crece a pesar de la disminución del consumo de energía) son raras y corresponden a períodos transitorios después de una gran recesión, en los que la economía no ha encontrado su punto de equilibro. De hecho, el período más prolongado con pendiente negativa parece corresponder a los últimos años después del 2008 y solamente en el caso de los EE.UU. Dado que en los EE.UU. durante este período se han producido dos efectos de distorsión de la relación económica (la importación de energía exportando inflación, por un lado; y el sobreendeudamiento de las empresas energéticas explotando hidrocarburos de baja calidad, por el otro), ambos transitorios y difícilmente repetibles, es difícil creer que se puede convertir este corto período en un paradigma, se dirán quizá Vds. Pues no es lo que se dice la AIE, que ha convertido tal anomalía en la pieza central de su escenario de Nuevas Políticas: por un lado, la AIE asume que el crecimiento medio anual del PIB en términos reales en la OCDE será del 1,9%, pero al mismo tiempo asume una situación de estancamiento energético para el mundo actualmente más industrializado: EE.UU. pasaría de un consumo total de energía primaria de 2135 millones de toneladas equivalentes a petróleo (Mtoe, por sus siglas en inglés) en 2012 a 2190 Mtoe en 2040, Europa pasaría de 1769 a 1697, Japón de 452 a 422, y Rusia de 749 a 819 (pero teniendo en cuenta que en 1990 consumía 880 Mtoe). Es decir: un crecimiento exiguo, del 0,3% anual para los EE.UU. y ligeramente negativo para Europa y Japón. El resto del mundo, eso sí, seguiría viendo crecer su consumo de energía, a ritmos de entre el 1 y el 2% anual, bastante considerables pero inferiores a las medias históricas de crecimiento del consumo energético; con ese crecimiento, el resto del mundo garantizaría un crecimiento del PIB real a un ritmo del 4,6% anual, ahí es nada.
¿Cómo se va a obrar semejante prodigio, que contradice la intuición y también los datos experimentales que nos ofrece la propia AIE sobre evolución del PIB respecto al consumo energético? La respuesta la tenemos en la página 53:"En el escenario de Nuevas Políticas la demanda de energía primaria mundial se incrementa un 37% entre 2012 y 2040. La demanda crecía más rápidamente en las décadas pasadas; esta ralentización en el crecimiento de la demanda se deberá a ganancias en eficiencia energética y cambios estructurales en la economía global en favor de actividades menos intensivas en energía" (énfasis mío).
Es decir: la AIE identifica que la energía no va a fluir con la misma intensidad que antes (aún no admite abiertamente que va a haber problemas con diversos combustibles, aunque sus gráficos muestran ciertos nubarrones en el horizonte, como luego explicaremos) pero nos indica que no debemos alarmarnos, porque el PIB seguirá creciendo a pesar de que el consumo energético no le vaya a la par (e incluso que se estanque en la OCDE), gracias a que nuestros procesos energéticos sean más eficientes (siguen sin oír hablar de la paradoja de Jevons) y porque además nos vamos a centrar en actividades con menor consumo de energía por dólar de PIB producido, es decir, en actividades de mayor valor añadido. Esta reflexión debería de alarmar a países como España, donde nunca se ha apostado por tales sectores y donde no se están dando las condiciones para hacer esta fortísima y rapidísima transición, sino que más bien se da lo contrario, con una expulsión masiva de jóvenes vía la emigración.
Un punto clave para el milagro que la AIE está pidiendo es la evolución del desarrollo tecnológico; en la página 46 detalla cuáles son los principales logros que espera: más renovables (aunque reconoce una caída en la inversión en éstas), más nuclear (donde parece apostar más fuerte en este informe), sistemas de captura y secuestro de carbono (CCS; es interesante destacar que, de acuerdo con las regulaciones de la EPA americana, las nuevas centrales térmicas de carbón tendrán que estar equipadas con CCS en 10 años - ya veremos en qué queda eso), más biocombustibles (se reconoce que hubo una fuerte caída en 2012 - coincidiendo con el fin de los subsidios en EE.UU. - pero que ha habido una gran recuperación en 2013), más vehículos híbridos y eléctricos, y la consabida eficiencia energética (Lord Jevons, ese gran ignorado). Todo ideas viejas, todas ellas ya probadas en algunos casos durante décadas, y todas ellas han demostrado tener límites prácticos que niegan cualquier posibilidad de que tengan ya un impacto significativo a gran escala. Por ejemplo, a pesar de estas expresiones de buena voluntad, podemos leer más adelante dentro del informe (caja 2.2, página 61) que la fotovoltaica proporcionará en 2040 el 4% de la electricidad mundial, mientras que la eólica dará el 8% de esa electricidad; resulta que el incremento de electrificación durante ese período será, de acuerdo con este escenario, moderado, con lo que la contribución de las renovables a la energía primaria del mundo pasaría del 12% en 2012 al 19% en 2040 (y no olviden que la mayoría de la renovable es la biomasa - principalmente, la leña que usan los campesinos del mundo - y la hidráulica). En ningún momento de discute con qué cobre se va a producir este incremento de electrificación, sobre todo teniendo en cuenta que el pico de producción del cobre parece estar en un horizonte cercano; tampoco hay alusiones a los posibles problemas de abastecimiento de tierras raras, que son necesarias para las tecnologías más eficientes. Como ven, nada realmente excitante se identifica en el horizonte energético, no es en absoluto evidente que se pueda conseguir incrementar nuestro suministro de energía por nuevas fuentes y mejor eficiencia; y sin embargo, hé ahí la apuesta de la AIE para el futuro.
Petróleo
Para la AIE está claro que el consumo de energía seguirá creciendo durante los próximos años, con tal de atender la demanda creciente de una población que ellos ven siempre en aumento; recordemos que, a igualdad de otros factores, el crecimiento de la población es el factor que más contribuye a la subida del PIB, y con el pensamiento económico clásico - la doctrina religiosa imperante - el PIB tiene siempre que subir ergo la vía más fácil es mediante el aumento de la población. En el caso particular del petróleo, se prevé una subida durante los próximos 26 años de unos 14 Mb/d, hasta llegar al nivel de los 104 Mb/d; qué lejos queda aquel WEO del 2007 en el que se esperaba alcanzar una producción de 120 Mb/d en 2025 (según el WEO 2014, hacia 2025 la producción de todos los hidrocarburos líquidos - lo cual no es exactamente petróleo - será aproximadamente de unos 96 Mb/d).
El panorama puede parecernos un tanto menos prometedor de lo que era antaño, y la AIE se esfuerza en proyectar un mensaje positivo, aunque no puede evitar lanzar advertencias de que el camino hacia el futuro puede tener graves complicaciones. Así, en la página 74 podemos leer: "Los recursos restantes económicamente explotables de los combustibles fósiles y uranio a escala global son más que suficientes para cubrir el crecimiento proyectado en la demanda hasta 2040 en el escenario de Nuevas Políticas (...). Pero si estos recursos serán finalmente desarrollados es bastante menos claro, dadas las incertidumbres resultantes de la confluencia de factores geopolíticos, económicos y políticos, y el impacto del cambio tecnológico."
Para alimentar más la confusión, la AIE muestra en la página 75 la típica gráfica de años restantes de cada combustible: es la típica falacia Q/P, de la que ya hemos hablado algunas veces, que suele servir para ilustrar algunos artículos de opinión que aparecen en la prensa; para que no tengan que molestarse en buscar la gráfica en cuestión, ya se lo copio yo aquí. Por supuesto, no hay ni una sola mención a la TRE en todo el informe.
En la página 76 se reconoce, de palabra, que la producción de petróleo crudo convencional va a caer ligeramente: de los 70 Mb/d en 2005 (este dato no se menciona en este WEO, pero sí que se ha dado en ediciones anteriores) se mantendría en los 68 Mb/d hasta 2030, y después caería hasta los 66 Mb/d en 2040. Y es que este WEO es muy textual y menos gráfico y menos basado en datos que los anteriores, en lo que se refiere al petróleo. No hay ninguna gráfica como la del 2012 con la que hice el análisis del post "El Ocaso del Petróleo", pero hay algo mejor: una tabla en la página 117 con los valores numéricos de producción por tipo y año (según la cual, por cierto, la producción de petróleo crudo en 2013 fue de 68,6 Mb/d: saquen sus conclusiones); el análisis de esta tabla será la materia del próximo post. En general la AIE saca en este WEO su información sobre el petróleo con cuentagotas, y las pocas cosas que muestra las presenta de una manera inusual, intentando disimular los hechos: fíjense si no en esta gráfica que ocupa la página 79:
En realidad son gráficas de las producciones estimadas de los países reseñados, pero a todos ellos se les ha restado su nivel de producción en 2013. Si nos fijamos bien, estás gráficas nos están diciendo que la producción de petróleo (no se dice "convencional", así que tenemos que entender que se refieren a todos los hidrocarburos líquidos) va a disminuir en Rusia y en el Mar del Norte (muy ligeramente, si se compara con otras estimaciones), va a aumentar muy poquito y sólo a partir de 2025 en Arabia Saudita, tocará su techo productivo en los EE.UU. hacia el 2017 ó 2018 (¿dónde quedaron esos sueños de independencia energética?) y realmente dependerá principalmente de Canadá y en mayor medida de Brasil e Irak para no empezar un declive irreversible. Teniendo en cuenta que en Brasil las perspectivas en la práctica no están siendo tan buenas, y que en vista de lo visto es posible que en 2040 no exista un estado llamado Irak, todo parece un ejercicio de voluntarismo más que otra cosa.
Una de las secciones más interesantes del WEO 2014 es la que habla de las inversiones en la producción de energía. Extraigo algunas frases que creo que son bastante significativas:
Página 85: "La decisión de comprometer capital en el sector energético está siendo cada vez más modelada por medidas políticas e incentivos de los gobiernos, más que por las señales de un mercado competitivo [referencia al informe sobre inversión que sacó la AIE hace unos meses]. En el sector del petróleo, se espera que la dependencia en países con un acceso más restrictivo a sus recursos crezca, a medida que la producción de petróleo de Norteamérica [NOTA: es decir, Canadá, EE.UU. y México] se vuelva plana de 2030 en adelante. Las turbulencias geopolíticas como las que hay en Irak, Libia y otras partes de Oriente Medio y el Norte de África, son la base de los riesgos negativos sobre la producción de petróleo a largo plazo, lo que indica que hay un riesgo significativo de que la inversión no llegue a tiempo, durante la década actual, para evitar un déficit de suministro a partir de 2020." Como ven, los posibles problemas "sobre el terreno", como le gusta decir a la AIE, serían la causa de que no se produzca la inversión a tiempo, si al final es eso lo que pasa. Y como ven, nadie va a entrar a analizar si estos problemas son el resultado de una inestabilidad intrínseca fruto de los crecientes costes de explotación y la caída del beneficio que corresponde a la explotación de fuentes con TREs muy bajas.
Como sabemos, el incremento de producción de petróleo de los EE.UU. no está conduciendo a un aumento de consumo de la preciada materia prima en ese país. En realidad, el escenario que maneja la AIE, que ya es bastante inquietante para la OCDE, es mucho más preocupante en términos de petróleo: dado que la producción de todo lo que la AIE llama petróleo sólo aumentaría en 14 millones de barriles diarios (Mb/d) de aquí a 2040 sobre los 90 Mb/d de producción actuales, su escenario prevé una drástica redistribución del consumo.
Como se ve en el gráfico, el consumo de la OCDE caería en 10 millones de barriles, es decir, alrededor del 23% de su consumo actual, para que sobre todo China y India puedan aumentar el suyo. Por tanto, el escenario de referencia para la AIE, que contempla un estancamiento del consumo energético para la OCDE, es en realidad uno de fuerte descenso de consumo de petróleo en esa zona, que tendrá que ser compensado con gas, nuclear y renovables. Si uno analiza críticamente las tendencias de los últimos años una transición tan ordenada de esta magnitud parece, cuanto menos, muy improbable. No es por eso de extrañar que en la página 104 se dedique todo un cuadro a discutir las ventajas de compartir coche en los desplazamientos e incluso se menciona que posiblemente hemos pasado en la OCDE el peak car (no se puede decir peak oil, por lo que se ve, pero su sombra es alargada).
Al analizar las reservas técnicamente recuperables del petróleo, el WEO 2014 deja claro que considera que son más que suficientes para cubrir la demanda prevista en cualquiera de los tres escenarios. Dicho así no está claro si están teniendo en cuenta los ritmos reales de producción, puesto que la cuestión no es sólo si las reservas serán suficiente (que sin duda lo son), sino si la cantidad que se podrá extraer a ritmos realistas podrá cubrir la demanda (lo cual es bastante más dudoso, como sabemos). Como se comenta en la página 111, los recursos mundiales de hidrocarburos líquidos no renovables (que incluyen petróleo crudo convencional, líquidos del gas natural, extrapesados, kerógeno y tight oil) serían de unos 6 billones (españoles) de barriles de crudo, de los cuales 1,7 billones se consideran reservas probadas (expresado en términos del cociente Q/P que da lugar después a tantas confusiones, unos 50 años a niveles de consumo actuales si se pudiera extraer este petróleo al ritmo que nos diera la gana, que ya sabemos que no es el caso). Hay varias cuestiones curiosas aquí. Un billón de esos recursos corresponde al kerógeno, el cual no está claro que se pueda explotar económicamente (ver la discusión en el post sobre la rentabilidad del fracking); hay otros casi dos billones que corresponden a los petróleos extrapesados, algunos de los cuales son de muy baja o nula rentabilidad, y 344.000 millones son de tight oil. No sabemos a cuántos de estos tres recursos se les ha asignado la categoría de "reservas probabas"; dado que para el conjunto de recursos de petróleo se verifica una relación 3,5 a 1 entre recursos y reservas, parece razonable que exista una relación semejante para estos tres recursos concretos y sus reservas probadas, y por tanto hay una cantidad seguramente no muy lejana a los 900.000 millones de barriles de reservas que se están considerando probabas pero que será bastante difícil desarrollar completamente.
Otra cuestión curiosa es que la AIE dice que, a pesar de que las reservas probadas son suficientes para cubrir la demanda esperada, es muy importante que se encuentren nuevas, debido a que la mayoría de las actuales reservas son controladas por la OPEP y, por lo que se ve, no son demasiado de fiar (controlan demasiado el precio, dice la AIE). Aquí se introduce toda una discusión sobre si la clasificación actual de reservas probadas y probables es adecuada teniendo en cuenta el modelo de explotación de los recursos no convencionales, aunque a mi me parece un tanto espuria y solamente una justificación para decir que se van a seguir encontrando recursos a buen ritmo durante los próximos años, gracias a estas nuevas prácticas contables.
Metidos en al discusión de las nuevas reservas, el WEO 2014 aprovecha para decir que de lo que se espera que se encuentre en los próximos años dos tercios tendrán que ser en explotaciones en el mar (off shore). Nada es casual: la AIE tiene a México en su punto de mira, y a pesar de no presentarnos ninguna gráfica sobre la evolución de la producción global de petróleo por tipos, sí que nos la ofrece en el caso de México.
Como ven, asumen una fortísima caída de la producción de petróleo a partir de los campos actualmente en explotación en el país norteamericano (en la notación de la AIE), que se verá compensada por un increíblemente grande aumento de la producción a partir de yacimientos por descubrir, principalmente off-shore. Todo ello esperan que pase, como dicen explícitamente, en alas de la famosa reforma energética de México, que ha de permitir que el capital privado revierta la pésima tendencia productiva actual (cosa que no pocos ponen en cuestión). Aquí la AIE se alinea con esos intereses económicos, y con esa gráfica que enlazo arriba da argumentos a favor de la apertura energética (que mucho me temo desatará mares de tinta en México, al estilo del falaz meme de la independencia energética de los EE.UU.). Cabe decir que un incremento tan rápido y brutal de la producción de petrólo a partir de campos aún no conocidos en una zona en la que aunque poca ya hay explotación y exploración resulta difícil de creer.
Los comentarios que hace sobre Irak e Irán van en la misma línea: un optimismo difícil de suscribir. Les dejo sin más comentarios la curva de producción que estiman para Irán; hasta 2013 son datos, a partir de entonces su previsión.
No me resisto a acabar el análisis de este apartado sin traducir literalmente un párrafo sobre "Perspectivas de producción" (página 114), en el que la AIE hace su pronóstico a corto y medio plazo, pues creo que los próximos años someterán a una severa prueba estas aseveraciones.
"La producción de petróleo hasta 2040 en el escenario de Nuevas Políticas se puede dividir de manera útil en dos períodos, con la transición entre ambos ocurriendo en la década de los 20 de este siglo (Figura 3.10). El primer período se caracteriza por una producción boyante en los países no-OPEP: el tight oil (y en menor medida el petróleo de aguas profundas) de los EE.UU., las arenas bituminosas del Canadá, los campos de aguas profundas de Brasil y la creciente producción de líquidos del gas natural de fuentes diversas hacen que la producción no OPEP alcance los 56 Mb/d a comienzos de la década de los 20. Pero luego la producción no OPEP se estabilizará y comenzará a retroceder, debido a la caída de la producción convencional en Rusia, China y, más tarde, Kazajstán, y eventualmente una saturación en los EE.UU."
Carbón
Aquí nos encontramos una de las sorpresas (relativas) de este WEO: la AIE proyeccta un prácticamente estancamiento del consumo del carbón a partir del 2020 (crecimientos entre el 0,2% y el 0,3% anual), dando lugar a una meseta productiva que recuerda a la que en 2010 asumían que se había producido para el petróleo crudo convencional. La gráfica puede encontrarse en la presentación a la prensa.
Dado que en 2012 se comprobó que no se había producido tal meseta, sino que el petróleo crudo convencional en realidad ya estaba decayendo, es legítimo preguntarse si algo así va a pasar con el carbón. En principio esto no es demasiado probable, pues este límite extractivo tiene pinta de ser más originado por una dificultad intrínseca de consumir más carbón por su principal usuario, China, debido a los problemas logísticos y ambientales que causa, pero no tanto a la imposibilidad de aumentar la producción. Es decir, que es posible que en este caso lo que prevé el WEO 2014 es un pico de la demanda y no de producción, que en el fondo viene a poner en cuestión una vez más la perfecta sustitubilidad de las diversas fuentes de energía. De ese modo, sería posible mantener una producción de carbón aproximadamente constante durante varias décadas, como los datos de las reservas de carbón parecen avalar.
En añadidura, no se debe descartar que el mensaje que está enviando la AIE tenga cierto contenido político: en la próxima cumbre de París se tiene que decidir cómo se van a recortar las emisiones de CO2, y el carbón es el combustible más contaminante y que produce más CO2 por caloría producida (aunque según parece las explotaciones de fracking no le van demasiado a la zaga). Es bastante significativa la gráfica de emisiones esperadas según el tipo de combustible:
Como se ve, se espera que las emisiones asociadas al petróleo y al carbón permanezcan prácticamente constantes a partir de 2020 (de hecho el petróleo aún subiría ligeramente, mientras que el carbón mantendría el nivel desde aproximadamente 2017), mientras que las emisiones de CO2 asociadas al gas subirían a buen ritmo. Obviamente ésta es una visión de cómo debería ser el mix energético en los próximos años, y una que favorece los intereses de los EE.UU. gracias al shale gas (lamentablemente en la AIE, a pesar de las numerosas noticias aparecidas en prensa aún no se han enterado de que el shale gas es ruinoso).
Y aún así estas proyecciones respecto a carbón contradicen tendencias actuales, como la de Alemania (que está consumiendo más carbón, principalmente su lignito nacional); no obstante lo cual, el WEO 2014 afirma que el consumo de carbón en Europa caerá, principalmente de la mano de la subida de la producción energética renovable (que en Europa dicen que se doblará), aunque el total de energía primaria consumida será inferior (pero el PIB crecerá, fruto imagino de la asumida mayor eficiencia en el aprovechamiento de la energía eléctrica en los usos finales, lo cual es cierto si hablamos de motores y bastante menos cierto si hablamos de otros usos). Para mayor contradicción, en otra sección del WEO se afirma que la producción de petróleo (más bien, hidrocarburos líquidos) se volverá más compleja y diversificada gracias a la incorporación masiva de plantas de conversión de gas a líquidos y de carbón a líquidos por el proceso de Fisher-Tropsch, a pesar de la evidencia de su pequeñez relativa actual (el WEO habla de unas decenas de miles de barriles diarios de producción).
La hipótesis de un pico de demanda de carbón parece, por tanto, bastante razonable. Sin embargo, en la página 190 nos encontramos con esta reveladora gráfica, en la que la producción de carbón se desglosa por tipo de mina:
La franja azul corresponde a las minas existentes, que según parece van a sufrir una bajada productiva que se va a acelerar a partir de 2025. La franja marrón corresponde a proyectos de expansión, basados en minas ya existentes; algo aportan, pero no revierten la tendencia ni modifican sensiblemente los plazos. La clave está, por tanto, en la franja verde, que corresponde a minas en las que aún ni se ha abierto el primer agujero (y en las que por tanto el volumen de reservas y la producción alcanzable tienen una componente especulativa). ¿Está la AIE preparando el terreno para discutir sobre el pico del carbón en los próximos años?
El resto de esta sección es bastante insustancial. Destaco que, siguiendo la moda del momento, una subsección dedicada a discutir los sistemas de captura y almacenamiento de carbono (Carbon Capture and Storage, CCS). Los sistemas CCS se basan en la inyección de los gases de combustión de las centrales térmicas de carbón en algún reservorio subterráneo o, ya rizando el rizo, su uso en la recuperación secundaria o terciaria del petróleo (en la que se favorece el flujo de petróleo inyectando gas a presión). Dado que el objetivo es capturar el CO2 para seguir quemando carbón, se plantean una serie de dificultades prácticas. Cualquier estudiante de primero de Física sabe que la resistencia un gas a ser inyectado en un reservorio crece exponencialmente con la cantidad de gas ya acumulado en su interior, así que estos sistemas consumen una gran cantidad de energía y eventualmente se saturan en cierto valor, en el que ya no es posible inyectar más gas; los reservorios geológicos a disposición de una de estas plantas tienen seguramente límites de capacidad inferiores a la producción potencial de CO2 de la térmica, y entonces, ¿qué se hace con el CO2 sobrante? Está también la cuestión de la estanqueidad del reservorio: si se crean grietas, el CO2 se escapará a la atmósfera y el esfuerzo habrá sido en vano (y eso sin contar con que las altas presiones podrían, en determinas situaciones, inducir sismicidad: los lectores españoles recordarán sin duda el fiasco del almacén Castor, en frente de las costas de Castellón). Por último, está la cuestión de que la inyección de gas en el subsuelo consume una gran cantidad de energía (en los prototipos más avanzados de CCS, un 25% de la producción de la planta), justo en un momento en el que seguramente no nos interesa perder más energía. Todas estas cosas son conocidas ya desde hace años, y aún así se sigue insistiendo e insistiendo en esta idea, que está derrotada de antemano por la realidad.
Gas
De acuerdo con este WEO, el gas superará al petróleo como principal fuente de energía de los EE.UU. antes de 2030, en parte debido a la caída de la demanda de este último (supongo que porque asumen que los coches eléctricos propulsados con renovables toman el relevo en el transporte o porque asumen que los líquidos asociados a gas se usarán más en automoción). Esta afirmación de la AIE servirá para alimentar unos pocos años más la idea de que la revolución del shale gas es la panacea, hasta que esta burbuja financiera termine de explotar. Significativamente, el epígrafe de esta sección es: "¿Líquidos del gas natural al rescate?". Para los desinformados decirles que la mayoría del contenido de los líquidos del gas natural, y de manera similar en los gases licuados del petróleo o GLP, es una mezcla variable de butano y propano. O sea que todos los progresos en automoción basados en estos combustibles consisten básicamente en recuperar, en versión moderna, aquellos taxis propulsados con bombonas de butano que menudearon en España en los años 70 y 80, cosa interesante ahora que la gente usa menos butano en los hogares, pero que tiene un recorrido limitado porque el precio de esta alternativa se disparará en cuanto el mercado crezca.
En cuanto al gas natural en sí mismo, de acuerdo con las proyecciones de la AIE su uso principal sería para la generación de electricidad. A pesar de las dificultades de crear nuevos mercados para el gas natural, sobre todo si el petróleo y el carbón no van a propulsar más crecimiento económico, la AIE apuesta a que el gas crecerá a buen ritmo, de algún modo cogiendo el relevo de los otros dos combustibles.
El lugar del mundo donde más crecería la demanda de gas natura sería China, a un impresionante ritmo del 5,2% anual; se ve que ésa es la manera en la que China podrá hacer la nivelación de su consumo de carbón. Dadas las tendencias actuales esta suposición parece bastante osada, teniendo en cuenta además que el comercio y distribución de gas precisa de costosas infraestructuras que requieren décadas para su amortización; los próximos años pondrán a prueba las hipótesis de la AIE. La segunda región con mayor incremento del consumo de gas natural es Oriente Medio (2% de crecimiento anual).
Como ya hizo con el petróleo, la AIE no ve ningún problema futuro en la producción de gas, a pesar de que a estas alturas estamos ya a pocos años de su pico productivo, el cual puede verse precipitado por las turbulencias con el petróleo. Así que, con el ánimo de poder ir comparando las diversas revisiones que irán haciendo en la próxima década sobre la producción del gas natural, incluyo aquí la gráfica correspondiente a este WEO. Por cierto que como aún no ven llegar el pico de producción del gas convencional, aquí sí que nos desglosan la producción por tipos: todo un detalle que será útil en futuras referencias.
Merece mención también el hecho de que dedican una subsección a discutir los problemas de seguridad de suministro de gas, particularmente a luz del reciente y creciente conflicto entre Rusia y la Unión Europea a raíz de Ucrania. Dan una gráfica muy interesante sobre cuáles han sido las importaciones gas natural por Europa (no la Unión Europea), que puede ser útil también de cara a trazar la ruta de nuestro futuro.
Nuclear
El WEO 2014 dedica una parte enorme a la discusión específica de esta fuente de energía, a pesar de su carácter minoritario (un 4% de la energía primaria generada del mundo) y de sus escasas proyecciones de futuro. ¿Por qué? Porque básicamente la AIE suscribe el discurso de que las reservas de uranio son enormes y de que la evolución tecnológica permitirá ampliar enormemente los recursos que pasarán a ser económicamente disponibles - y estamos muy necesitados de una tecnología que en breve plazo empiece a aportar en medio de tantas carencias. Pero la evolución de la energía nuclear en las últimas décadas no ha sido muy brillante, habiendo pasado de aportar el 18% de la electricidad mundial en 1998 al 11% actualmente (ver gráfica más abajo). Pero para la AIE la cuestión clave es las bajas emisiones de CO2 de esta fuente: de hecho, en el escenario 450 la energía nuclear crece a un ritmo tremendo.
El WEO 2014 asume que se van a instalar 332 Gw de potencia extra de aquí a 2040 (lo cual es una barbaridad: actualmente hay 392 Gw), principalmente en potencias emergentes y los EE.UU., al tiempo que apuesta porque se extienda la vida de las licencias de explotación en Occidente. Llama la atención la poco delicada hipótesis de que Japón irá progresivamente recuperando su potencia nuclear, eso sí a partir de 2020 para no herir susceptibilidades cercanas, y sólo hasta tres cuartas partes de lo que tenían antes del accidente de Fukushima.
Hay luego una extensísima discusión sobre costes, desglosando los diversos factores que contribuyen a los mismos y sensibilidad que tienen a diversos factores (incluyendo el precio de los combustibles fósiles). Me ha parecido interesante ver que el precio del combustible es ya alrededor del 10% de los costes de la central (cuando yo empecé en esto los promotores de esta tecnología se jactaban de que el combustible representaban tan sólo el 1% de los costes), y después otra discusión no menos extensa sobre la percepción pública de esta energía. Y aquí se presentan tres sub-escenarios desglosados del de referencia, uno de ellos (Low nuclear) en el que en 2040 habría un poco menos de potencia nuclear instalada que actualmente (366 Gw). En cuanto a los recursos, se dice que hay suficiente uranio para proveer cualquiera de los tres sub-escenarios. También hay un cierto cinismo implícito, por ejemplo en la gráfica que nos informa cuál debería ser el ritmo de cierre de las actuales centrales nucleares y cuál es el que ellos prevén en el escenario de referencia, dando por sentado que habrá muchas extensiones de las licencias de operación más allá de la vida útil nominal de las centrales, y que de hecho se extenderán por muchas décadas.
Pero lo que resulta ya chocante hasta el extremo es el abierto reconocimiento de que con las minas de uranio existentes y con el uranio almacenado de décadas anteriores (reservas secundarias, en la jerga del sector), asumiendo además que todas las minas actualmente proyectadas se van a ejecutar a tiempo, va a faltar uranio a partir de 2020 y hacia 2040 no se podrá cubrir todo la demanda sino algo menos del 60% (faltarían unas 45.000 toneladas de uranio natural equivalente sobre unas 105.000 que se demandarían).
Esto es, ni más ni menos, que el pico del uranio; estoy seguro de que a Pedro Prieto le deleitará ver emerger las fauces del uraniator en ese "supply gap" ("falta de suministro") que tanto nos recuerda al que ya vimos una década atrás en las previsiones para el petróleo. Lo único que se le ocurre a la AIE para intentar conjurar tan pésimas perspectivas, es el siguiente párrafo que acompaña a la gráfica que les acabo de enseñar:
"La explotación de recursos de uranio aún por descubrir podría aportar suministros de uranio más allá en el futuro, siempre que se haga exploración y desarrollo a escalas significativas. Más aún, los recursos de uranio no convencionales (agua del mar y fosfatos), así como ciclos de combustible alternativos como los que se basan en torio, prometen proporcionar combustible nuclear a largo plazo si se da el necesario desarrollo tecnológico. Un amplio rango de tecnologías nucleares está actualmente en desarrollo (por ejemplo, los reactores de 4ª Generación), lo que juntamente con el reprocesamiento podrían también contribuir a alejar un plazo aún mayor cualquier escasez de combustible".
Lo que me parece preocupante de este párrafo es que todos esos argumentos se llevan usando desde hace décadas sin que ninguno de los avances deseados se haya producido por razones técnicas que son bien conocidas (para mi el summum de la ridiculez es la referencia al uranio del agua del mar). Es triste llegar a la página 430 de este informe para ver que después de tanto hablar se han quedado sin palabras.
Lo que queda en el tintero
Es muchísimo: hay varias secciones interesantes, como las dedicadas a las renovables, a la eficiencia y a la electrificación; y toda la parte dedicada a África. Según el WEO las renovables ocuparán una gran porción de la producción energética futura, y se fía bastante sobre todo de la fotovoltaica dada la bajada de coste de los paneles, aunque reconoce que los recientes cambios legislativos en diversos países las están entorpeciendo, y recuerda que las subvenciones totales a los combustibles fósiles son 6 veces mayores que a las renovables (aunque se olvida de comentar que los combustibles fósiles están produciendo más de 10 veces más energía que las renovables). En el apartado de la eficiencia no hay ni la más mínima mención a Lord Jevons. En cuanto a la electricidad, hay una interesante discusión sobre la seguridad en el suministro eléctrico, que puede verse comprometida, dice la AIE, por la mayor inclusión de energía renovable y la pérdida de interés de los inversores en plantas convencionales que sin embargo deberían estar ahí para dar respaldo. El cuadro de esta discusión lleva por significativo título: "Manteniendo las luces encendidas" (página 209).
Conclusiones
El lenguaje tranquilizador que siempre emplea la AIE sobre las perspectivas de futuro en cuanto al suministro de energía resulta rotundamente desmentido cuando uno entra en los detalles de los datos por ella misma suministrados. En el informe de este año podemos encontrar referencias nada veladas a los problemas de producción de petróleo si no hay suficiente inversión, a un pico de carbón que podría interpretarse como un pico de demanda (fundamentalmente debido a China) pero que en realidad podría llegar a ser un pico productivo real, y al reconocimiento ya sin ambages de que sin un cambio radical la producción de uranio comenzará a decaer en la próxima década. La única materia prima no renovable para la que las gráficas no muestran problemas es el gas natural, y hasta ésta es bastante discutible. Dadas las crecientes dudas sobre la buena marcha de la economía mundial (que se irán confirmando o desmintiendo en los próximos meses) no se puede descartar que se produzca una peligrosa retroalimentación negativa entre la producción de estas materias y los ciclos de inversión y desinversión en su producción. La producción de petróleo, carbón y uranio (y en realidad también la de gas natural) acumula tales tensiones que, dejada a su libre devenir, llevaría aparejada la llegada de los picos de producción de todas ellas, y por simpatía la de muchas otras materias no energéticas. Es el temido Peak Everything, cuyo efecto social es la Gran Escasez.
Echando la vista atrás, mirando al qué hacemos como sociedad con este creciente cuerpo de evidencia sobre los límites del crecimiento, lo único que yo veo es que continuamos mirando cómo de bien seguimos las líneas de evolución y degradación más o menos previstas por los modelos; en suma, cómo nos acercamos al desastre final. Si había un momento para reaccionar, seguramente es ahora.
Salu2,
AMT
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