Queridos lectores,
El 12 de Noviembre salió la edición de 2013 del World Energy Look (WEO 2013) que cada año publica la Agencia Internacional de la Energía (AIE), con su correspondiente presentación a la prensa. La mayoría de los diarios españoles han puesto el foco en aspectos banales de esta presentación, aunque algunos diarios como el Financial Times han destacado algunos inquietantes aspectos de la letra pequeña de este informe. He hecho una lectura rápida del mismo (son 708 páginas) y les avanzo aquí algunas de mis conclusiones generales, que desde luego son muy diferentes a las de los medios españoles y que no son nada tranquilizadoras. Posiblemente en los próximos días yo mismo o alguna otra persona haga más análisis de algunos detalles.
El WEO 2013 está estructurado en tres grandes partes. La parte A se dedica a analizar el estado de la producción de energía de todo tipo a escala global; la parte B analiza el caso concreto de Brasil; y la parte C está dedicada íntegramente al mercado del petróleo (por tanto el análisis del petróleo se desglosa de la parte A).
Como ya es habitual, los escenarios que dibuja la AIE para el futuro hasta el año 2035 son tres: Políticas Actuales (es decir, continuación de las tendencias observadas en este momento), Nuevas Políticas (si las nuevas políticas anunciadas por los Gobiernos para luchar contra el cambio climático se ponen en marcha) y Escenario 450 (en el que se toman medidas drásticas para evitar que la concentración de gases invernadero en la atmósfera supere las 450 partes por millón equivalentes a CO2). El escenario central (de algún modo, el que la AIE considera más probable) es el de Nuevas Políticas y así los comentarios se referirán a éste salvo que se diga lo contrario.
De la parte A llaman la atención varias cosas. La primera es que se considera que el verdadero "combustible del futuro" es, en palabras de la AIE, "la eficiencia energética". Según sus estimaciones la eficiencia energética "suministrará" más energía adicional que el petróleo de aquí al 2035. Tal afirmación demuestra una nula comprensión de lo que representará esta eficiencia en términos económicos (no existe ni la más mínima mención a la paradoja de Jevons en todo el documento), lo cual no es sólo sorprendente sino además preocupante, teniendo en cuenta que los fundamentos teóricos de la paradoja de Jevons son bien entendidos y explicados en la teoría clásica económica, pero está claro que la AIE prefiere evitar aludir a sus negativas consecuencias sobre el crecimiento económico. Justamente en la discusión sobre el crecimiento económico se enfatiza que el crecimiento del PIB es cada vez menos dependiente del consumo energético, como se viene observando durante las últimas décadas, aunque se reconoce que hay una fuerte ligazón entre ambos (que de hecho siempre existirá, como brillantemente exponía Tom Murphy).
En realidad, y en vista de lo persistente de la crisis en la OCDE y los signos de debilitamiento de muchas economías emergente da la impresión de que la menor dependencia en la energía del crecimiento del PIB observado en los últimos años podría obedecer más a la voluntad de maquillar las cifras de la evolución del PIB que a una verdadera desmaterialización de la economía (pero esto daría para un discusión que excede el marco de este post). Los lectores más avezados encontrarán curioso comprobar como en los tres escenarios que propone la AIE se asume que el ritmo de crecimiento de la economía mundial será del 3,6% anual de media en todo el período hasta 2035, es decir, que el PIB llegará ser ese año algo más del doble del actual. En el mismo período se asume un crecimiento del consumo de energía del 1,6% anual de aquí a 2020 y de sólo el 1% de 2020 a 2035, lo cual llevaría a un incremento del consumo de energía acumulado en todo el período del 33%. Por tanto, la AIE asume que continuará y a buen ritmo la mejora de la eficiencia energética, medida por la intensidad energética o ratio entre PIB y consumo de energía, como muestra la siguiente gráfica, que también muestra el consumo total de energía primaria.
Fíjense en el estancamiento en el consumo de energía de la OCDE; de ahí la necesidad de la mejora de la eficiencia energética: sin ella, el PIB no podría crecer. Como no hay una sólida base física para asegurar que la intensidad energética tenga que mejorar siempre, bien interpretada la previsión de la AIE de que el consumo de energía de la OCDE ya no aumentará parece bastante sombría. La cosa se pone peor si tenemos en cuenta que aunque asumen que la producción de petróleo aún puede subir hasta los 101,4 millones de barriles diarios (Mb/d) en 2035 (un poco más que lo que estimaban el año pasado), por culpa del empuje de las economías emergentes los países de la OCDE (que consume actuamente unos 43 Mb/d de los poco menos de 90 Mb/d que se consumen en el mundo) tendrán que seguir perdiendo acceso al mercado del petróleo, con consecuencias que sólo pueden ser funestas.
Cabe añadir, a modo anecdótico, que el pequeño incremento de la producción de petróleo en 2035 respecto a la previsión del año pasado proviene de las ganancias de proceso, como deja claro una nota al pie de la página 73 (muchas veces la información clave está en las notas al pie). Recordemos que las ganancias de proceso son las que se producen tras refinar el petróleo: sale un volumen de productos resultantes superior al del petróleo que entra. Como es lógico, la cantidad de energía que aporta el petróleo tras refinar no puede ser superior al que tenía antes de refinar, aunque los productos resultantes sí que pueden ser un poco más energéticos ya que en el proceso se usa gas natural. Lo que nos indica aquí la AIE es que el procesamiento de petróleos cada vez de peor calidad, más pesados (que implican grandes inversiones en refinerías) lleva a mayores aumentos de volumen y mayor uso de gas para su procesamiento. Ese gas desviado para la producción de petróleo no es detraído de las gráficas de producción de gas, con lo que una vez más se produce una doble contabilidad, que viene de no tener en cuenta cuál es la energía neta que llega a la sociedad (es decir, descontando los costes energéticos de la mera producción de energía). Significativamente, la AIE alerta (le dedica todo el capítulo 16) de que vienen tiempos turbulentos para el sector del refinado, con un "exceso de capacidad" de hasta 10 Mb/d en 2035, situado fundamentalmente en Europa (puesto que el consumo de petróleo aquí sólo puede caer).
En realidad, este WEO dibuja nítidamente algunos límites, y no sólo para el petróleo. Teniendo en cuenta que la AIE no puede aceptar que la producción de ningún combustible pueda decaer, el reconocimiento de que las producciones de algunos de ellos se están estancando es lo más parecido al reconocimiento de la llegada de un cenit productivo. Como muesta la siguiente figura, de acuerdo con la AIE se espera poco crecimiento en la producción de energía del petróleo y carbón; los grandes aumentos se fían al gas natural (confiando quizá en el fiasco del gas explotado por fracking), a la nuclear (a pesar de que el pico del uranio parece más cercano que el de otros combustibles y a que el programa Megatons to Megawatts acaba este año), a la biomasa (probablemente sin tener en cuenta el factor de carga de los cultivos y su baja TRE) y a las renovables (cuyas limitaciones hemos discutido numerosas veces en este blog en la serie "Los límites de las renovables").
Del resto de la parte A destaca la mención explícita a problemas de suministro de petróleo y electricidad en muchas partes del globo, las maravillosas perspectivas que la AIE ve aún en el sector del gas, la contradicción inherente entre el hecho de que el carbón es el recurso más abundante pero el que menos tendría que consumirse si queremos luchar de verdad con el cambio climático, el brillante futuro que le espera a la energía renovable y la producción nuclear (aunque reconoce algunas piedras en el camino de éstas, y que la nuclear sólo crecerá en China) y la loa a la eficiencia energética como el verdadero salvador del problema energético en el que nos encontramos. Llama la atención tanta insistencia cuando las ganancias por eficiencia presumibles en 2035 (como se ve en la figura de aquí abajo, del orden de centenares de Megatoneladas equivalentes a petróleo, Mtoe) palidecen por comparación con el consumo de energía primaria prevista para ese año (unos 17.000 Mtoe, como mostrábamos más arriba al discutir la intensidad energética).
Respecto a la parte B del WEO 2013, dedicada al Brasil, no haré gran comentario; solamente destactar que las proyecciones sobre la producción futura de petróleo parecen altamente sobreestimadas, a la luz de los últimos eventos con OGX y los problemas que tiene incluso la compañía nacional Petrobras.
El meollo del WEO 2013 está, en definitiva, en la parte C, en la que incluso se dedica un apartado a la discusión del peak oil (páginas 447 y 448). La AIE navega por aguas turbulentas aquí. Por un lado, continúa hablando del peak oil como de una "teoría"; por el otro, cita referencias sólidas, como Laherrère, y reconoce que el petróleo ligero de roca compacta (que se explota por fracking, como ya explicamos), no va a revolucionar el mundo del petróleo; como mucho, podría postergar el peak oil unos pocos años. Incluso osan ir más allá, reconociendo que el perfil de producción de un pozo de petróleo ligero de roca compacta (LTO, por sus siglas en inglés) es mucho más abrupto que uno de petróleo convencional y que su explotación deja de ser económica rápidamente; la siguente esclarecedora gráfica se encuentra en la página 467:
Es significativo también que se reconocen que los recursos recuperables de LTO son del orden de 345.000 millones de barriles (lo que equivale a unos 10 años a ritmos de consumo actual, si se pudieran sacar a toda velocidad; eso explica por qué el LTO no va a suponer ningún cambio práctico). En realidad la AIE da aquí un giro importante, moderando, y mucho, el optimismo expresado en previos informes respecto a este tipo de tecnología -fracking- y de recurso - petróleo ligero de roca compacta-. Incluso deja claro que fuera de los EE.UU. la producción de LTO será bastante marginal (probablemente porque no cuentan con el dólar para apalancar la mala inversión que supone el LTO).
Toda la parte C parece un compendio de excusas para tratar de justificar que el acusado declive de la producción de petróleo crudo procedente de los campos existentes hoy en día (que según el propio WEO es de un 6% anual) no va a suponer un grave problema a escala mundial. Piensen que a un 6% caída anual los campos actualmente en producción habrán decaído en 2035 a la cuarta parte de lo que producen ahora, es decir, de 70 Mb/d a sólo 18 Mb/d - una disminución de 52 Mb/d, lo que se traduce de acuerdo con el lenguaje eufemístico al que nos tiene acostumbrados la AIE a "se espera una caída de más de 40 Mb/d".
En la misma parte C hay una larguísima explicación de por qué la producción de petróleo crudo decae con el tiempo; en esencia, explicaciones técnicas del peak oil, ¡sin usar en ningún momento ese término!. Toda esta discusión incluye tablas de ritmos de declive para diferentes tipos de yacimiento, con datos signficativos como que por ejemplo los ritmos de declive terminal son de cerca del 6% anual para campos en tierra y hasta del 12% anual para campos en el mar, o que el declive fuera de la OPEP (7,8% anual) es más rápido que en la OPEP (4,5% anual). Ninguna mención, eso sí, a los crecientes gastos de extracción, que como sabemos están vinculados a la caída de la energía neta que nos proporciona el petróleo, aspecto que parece que comienza a ser preocupante. También hay un análisis que muestra que con la inversión adecuada el ritmo de declive se puede reducir en un 2,5% anual, sin que curiosamente se relacione el mayor esfuerzo extractivo con la rentabilidad. Merece también mención, por su osadía, la discusión en la página 514 sobre el concepto de "peak car" (es decir, que el uso de los coches parece haber llegado a su máximo y retrocede ya).
Pero lo que más choca de este WEO es que no se encuentra en ningún lado la gráfica de evolución de la producción de petróleo según el escenario central que aparecía en los WEOs de años anteriores. Sólo hay una tabla en la página 458, con mucho menos nivel de detalle que otros años (sólo distingue petróleo convencional, no convencional y líquidos del gas natural), pero gráfica no hay ninguna, ni siquiera en la presentación a la prensa. Quizá tienen miedo de que alguien haga análisis como el que mostré el año pasado en el post "El ocaso del petróleo", aunque en realidad creo que el problema viene de que cada vez es más difícil de disimular la caída de la producción de petróleo crudo que ya está comenzando. Para el que ha sido lo suficientemente perseverante como para llegar a la página 470 del WEO 2013 ahí encontramos la manera en la que la AIE presenta las malas noticias. La figura (ver más abajo) muestra como evolucionará la producción de todos los líquidos del petróleo de casi todas las fuentes posibles (crudo convencional, biocombustibles, LTO, pesados, de alta mar...), con la única excepción de los líquidos del gas natural (que en realidad nunca debieron haber sido contados como petróleo), bajo la premisa "si no se produce inversión". Todo un toque de alarma.
Seguramente la frase "si no se produce la inversión" es la manera políticamente correcta que usa la AIE para avisar de que "es necesario hacer esta inversión si no queremos meternos en problemas graves". Curiosamente una de las barras se refiere al año 2013, que ya estamos acabando, con lo que el observable descenso respecto a los niveles de 2012 parece indicar que la producción está cayendo ya de manera significativa.
Para acabar mi análisis de la parte C me gustaría destacar la siguiente figura, que nos muestra cómo espera la AIE que varíe la producción de petróleo en algunos países del mundo de aquí a 2035.
Se ve que todo el crecimiento de la producción de petróleo crudo se fía a Irak (con todo lo exagerado que sabemos que está), Brasil (cosa que parece poco probable a día de hoy) y Kazajstán (del cual ya hablaremos algún día). A destacar que países como Arabia Saudita o Kuwait habrían llegado a su máximo productivo.
La conclusión de este informe la sintetiza muy bien la última frase de la presentación a la prensa: "La transición a un sector energético más eficiente y menos intensivo en carbono es más difícil en tiempos de dificultad económica, pero no menos urgente". Un acabado ejercicio de eufemismo que se define por la última palabra: urgencia
Salu2,
AMT
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