martes, 1 de febrero de 2022

Nuestra casa, nuestras grietas



 

Queridos lectores:

(Lo que sigue es una versión de la conferencia que el pasado 15 de enero di en La Vall d'en Bas para la Fundació Josep Irla).

Imaginen Vds. un bloque de pisos en el que, un día, uno de los vecinos descubre una grieta. Es una grieta fea, profunda, que se extiende por una de las paredes principales de la escalera. Al principio algunos vecinos se desentienden de ella, pero a medida que se hace mayor y más profunda llega un momento en que todos los vecinos se ponen de acuerdo en que hace falta hacer algo. Después de muchas discusiones, durante las cuales la grieta no hace más que crecer y crecer, deciden llamar a un albañil para que la rellene y afiance el muro. Pero por más veces que el albañil viene a tapar la grieta, y por más cemento que va poniendo en ella, la grieta sigue abriéndose y cada vez es más y más grande. La grieta se convierte en el tema obsesivo y recurrente de casi todas las conversaciones, y a pesar de su total ineficacia se sigue apostando por echar más cemento en la grieta, y en vez de cambiar de estrategia lo que se hace es ir cambiando de albañil. Un día, el mismo vecino que descubrió la grieta se da cuenta de que no hay solo una grieta, LA grieta, sino que toda la casa está llena de ellas; y que seguramente han estado ahí desde el principio, solo que nadie las miraba porque nadie quería mirarlas. Intenta alertar a los demás vecinos, pero no le hacen caso, y pronto es demasiado tarde: herida por sus graves defectos estructurales, la casa se viene abajo, pero no por donde todos los vecinos se esperaban, allá donde estaba LA grieta, sino por multitud de otros sitios. Demasiado tarde descubren que el vecino tenía razón, pero ya no hay casa donde vivir.

Nuestra sociedad se parece a esta comunidad de vecinos, en el que todo el mundo está obsesionado con una de las muchas grietas que hay, con tal nivel de ofuscación que se olvidan de todas las demás. Peor aún, muchas de las acciones que se emprenden para tapar esa única grieta visualizada hacen más profundas y peligrosas las otras grietas omitidas.

Sabemos que tenemos una grave crisis ambiental. La acción del ser humano ha alterado el medio ambiente de nuestro planeta, y eso pone en peligro el bienestar de la Humanidad y hasta la continuidad misma de nuestra especie. Pero la crisis ambiental es solo una grieta, una más de las múltiples crisis de sostenibilidad de nuestra sociedad.

Dentro de la crisis ambiental, tenemos una grave crisis asociada al Cambio Climático. La continua emisión de gases de efecto invernadero, fruto principalmente de la quema de combustibles fósiles y también de otras actividades humanas, está cambiando las proporciones de la composición química de nuestra atmósfera y de ese modo el balance radiativo del sistema terrestre. Pero, grave como es, el Cambio Climático es solo uno más de los múltiples problemas ambientales que tenemos. Es solo una grieta más.

Y dentro del problema del Cambio Climático, una de las necesidades que tenemos para luchar contra él es emprender un profundo proceso de descarbonización. Tenemos que dejar que emitir gases de efectos invernadero, y muy especialmente el dióxido de carbono. Tenemos que emitir menos dióxido de carbono, y para eso debemos usar fuentes de energía menos intensas en carbono. Pero eso es solo una pequeña parte de las cosas que tenemos que hacer. Es solamente el cemento que ponemos en una grieta concreta, en una pared concreta.

Teniendo como tenemos una grave crisis de sostenibilidad y múltiples problemas que merecen nuestra atención urgente, el debate público está mayoritariamente centrado exclusivamente en el problema del Cambio Climático. Y dentro de la multitud de actuaciones que tendríamos que emprender para combatir el Cambio Climático, nos hemos fijado en solo una en concreto: la descarbonización de la producción de energía, que además solo nos planteamos hacer mediante un modelo de transición probablemente imposible basado en los sistemas de generación renovable eléctrica.

Comencemos por el principio: tenemos muchos problemas de sostenibilidad. No es solo la crisis ambiental. Está también la crisis de los recursos, a la que está dedicada principalmente este blog. Estamos en los primeros compases de una grave crisis energética: escasea el gas, escasea el carbón, escasea el uranio y escasea el petróleo, sobre todo en forma de diésel. Pero es que también comienza a escasear un poco de todo, por las dependencias mutuas entre las fuentes de energía y los costes crecientes de extracción de algunos minerales. Volviendo a las crisis de sostenibilidad, tenemos una grave crisis de pérdida de biodiversidad. La biodiversidad garantiza tener ecosistemas sanos, que son capaces de adaptarse y responder a los distintos problemas y evita que se produzca un colapso ecológico. Sin biodiversidad, algunas zonas del planeta se pueden acabar convirtiendo en verdaderas zonas muertas, sin vida o con ecosistemas muy pobres; y son esos ecosistemas, aunque a veces no lo entendemos, los que nos mantienen con vida, proporcionando toda una serie de servicios ecosistémicos: polinización, eliminación de residuos, moderación local de las temperaturas, mantenimiento del ciclo del agua, captura del CO2 en los océanos, etc, aparte del aporte alimentario por ejemplo de la pesca. Pero es que la lista de problemas de sostenibilidad sigue: alteración de ciclos biogeoquímicos y físicos vitales, como el del nitrógeno, del fósforo, del agua; también, la escasez de agua potable; también, el crecimiento de las desigualdades económicas, sociales, de salud...

Pasemos ya a los problemas ambientales. Tenemos el Cambio Climático, claro está; pero también el avance de la desertificación, la pérdida de agua potable, la contaminación de los acuíferos, la contaminación del aire, la contaminación por metales pesados, por plásticos, por sustancias orgánicas tóxicas... La lista de problemas es larguísima y abrumadora.

Veamos ahora el cemento. Para luchar contra el Cambio Climático se nos dice que tenemos centrarnos en la descarbonización, principalmente de las fuentes de energía. Y no de cualquier manera: tiene que ser con una instalación masiva de sistemas de generación eléctrica renovable, acompañados de una implantación no menos masiva de motores eléctricos con baterías y de sistemas de generación y aprovechamiento de hidrógeno verde. De las otras maneras de luchar contra el Cambio Climático, ninguna mención. Es especialmente llamativo que, por ejemplo, el informe del Grupo III del AR6 del IPCC filtrado hace unos meses decía, textualmente, que la preservación de los ecosistemas es el mejor mecanismo para luchar contra los efectos del Cambio Climático, ya que un ecosistema fuerte proporciona los mecanismos de mitigación más eficaces, e incluso que se debe considerar la preservación de los ecosistemas como la estrategia prioritaria. Eso implica, necesariamente, la preservación de la biodiversidad de los espacios naturales protegidos. Sin embargo, la implementación masiva de parques eólicos y fotovoltaicos que se está planteando ahora mismo en España y en otros países amenaza a alguno de esos espacios naturales que podrían hacer más para mitigar el Cambio Climático que los parques que se desean instalar. No solo eso: como ya mostramos en el análisis de escenarios del modelo Medeas, una transición masiva y rápida al modelo renovable propuesto (si es que fuera posible) implicaría pasarse del umbral de 1,5ºC de calentamiento debido a la quema masiva de combustibles fósiles requerido. Pero es que además hay muchas dudas de si hay suficientes materiales críticos para hacer esa transición, al menos a escala global. No solo si los hay: si con el descenso de la producción de los combustibles fósiles se van a poder extraer y procesar todos ellos. Encima, la gran cantidad de minerales que se requieren para estos sistemas agravan los problemas de contaminación del aire, del agua y del suelo en múltiples territorios, dejándolos más indefensos para luchar contra el Cambio Climático y agravando los otros problemas ambientales y de sostenibilidad. La realidad es que apostarlo todo a este único modelo de transición va en detrimento de otras medidas más eficaces y agrava otros problemas ambientales y de sostenibilidad, y nos demuestran que cuanto más de este cemento renovable eléctrico echemos en este grieta, más grande se hará ella y todas las demás grietas de la casa.

Mirar el conjunto de grietas de nuestra casa, y no una sola en la que caprichosamente hemos preferido fijar nuestra mirada por no ver el resto, significa aceptar que el problema de nuestra casa son sus cimientos, sus fundamentos. Hemos basado toda la construcción en unas premisas erróneas e intrínsecamente insostenibles: nuestro modelo económico y social se basa en el crecimiento infinito en un planeta finito. Las grietas son solo la manifestación de que los problemas que tenemos tienen que ser abordados conjuntamente y yendo a la raíz, so pena de agravar unos cuando estamos intentando solucionar otros. La obcecación en la descarbonización mediante el modelo de renovable eléctrica solo pretende distraer la atención de que nuestro modelo económico y social es inviable; es un intento desesperado de mantener el modelo de crecimiento ignorando el resto de problemas gravísimos que nos acosan, imaginando con una ingenuidad solo al alcance de los economistas liberales que de alguna manera serán resueltos por un milagro técnico que llegará algún día.

Hay que parar de decir tonterías, hay que dejar de engañarse y de engañar a los demás. Éste no es el modelo, ésta no es la solución sino, al contrario, el camino que nos lleva inexorablemente a nuestra perdición. Hay que abordar todos los problemas conjuntamente y comenzar por aceptar que el crecentismo, esa doctrina ecocida, ha muerto.

Salu2.

AMT

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