Queridos lectores,
Uno de los memes caros a la cultura americana es el del apocalipsis zombi. Ya saben: un virus infecta a la mayoría de los seres humanos y los convierte en una especie de muertos vivientes, que caminan sobre la faz de la tierra intentando comerse a los que no son como ellos. No voy a poner una imagen de zombis para ilustrar este post porque son bastante desagradables y ésta es una página apta para todos los públicos (como cualquier lector habitual ya sabe). El caso es que hay un montón de películas, series y hasta novelas (hay gente que lee de eso) sobre el apocalipsis zombi. Ahora incluso hasta se preparan planes de contingencia militar para hacerle frente, como nos mostraba una reciente noticia de El Confidencial: el informe Conop 8888 del Ejército de los Estados Unidos prevé diversos escenarios de catástrofe planetaria y uno con los que se entrenan es, justamente, el apocalipsis zombi.
Pero, ¿a qué viene esta obsesión con un escenario imposible, en vez de contemplar cualquiera de los centenares de escenarios que más que posibles parecen casi inevitables, desde una grave desestabilización climática global hasta hambrunas y guerras por el agua, por no hablar de las guerras por los recursos? ¿Por qué es tan popular en los medios de divertimento de masas este escenario de cartón-piedra, ridículo por lo maniqueo, de malos-malísimos-perversísimos contra buenos-buenísimos-abnegadísimos?
Los que hablamos desde hace algún tiempo del problema de la creciente escasez de recursos no podemos evitar ver una cierta relación entre los conflictos que se van a desencadenar si no se toman medidas eficaces y esta especie de guerra de todos contra todos que plantea el apocalipsis zombi. Algunos como Manuel Casal Lodeiro ven el apocalipsis zombi como una sublimación en la psique colectiva de la lucha del hombre corriente e individualista contra el hombre-masa, el bautómata, que amenaza con arrasarlo todo sólo por seguir las directrices programadas ("tenemos que crecer el 2% este año","no importan pájaros y florecillas sino aumentar los beneficios","la tecnología siempre nos salvará de los problemas que provoca justamente la mala aplicación de la misma","llegaremos a Marte, a Alfa Centauri, al infinito y más allá", etc). Sin embargo, yo soy más de la opinión de Xoan Doldán, que en una reciente conversación por e-mail sobre la noticia del Conop 8888 decía lo siguiente:
Aunque la redacción de la noticia no es muy afortunada y hace risible una serie de amenazas para la humanidad que para nada debían serlo, creo que hay un aspecto que ilustra como ven estos centros de decisión a la mayor parte de la humanidad:
"Todos estos informes coinciden en que la escasez (alimentaria, de agua o energía) será la base común denominador del posible colapso civilizatorio. Es por ello que el cambio climático es otro de los conceptos más presentes en estos catastróficos documentos, y la razón de que el Pentágono eligiese el desafío zombi como metáfora de todos los posibles riesgos a los que se enfrenta la humanidad a corto y medio plazo."
Es decir, la amenaza zombi -los muertos vivientes- son las masas de gente famélicos hasta el punto de comerse entre ellos, mientras que hay que proteger a los verdaderos humanos (los no muertos de hambre: recuerda esto a otros tiempos en que determinados pueblos eran considerandos no humanos). El fin lo indican ellos mismos "ayudar a las autoridades civiles en el mantenimiento de la ley y el orden y restablecer los servicios básicos durante y después de un ataque zombie". ¿Sera este el modo que tienen previsto para adaptarse a la nueva situación?.
En suma, que detrás de este concepto de un conflicto final en el que se divide a las personas entre hombres y zombis, entre seres humanos y bestias, subyace la idea de separar a las personas de bien (que defienden sus legítimas posesiones adquiridas por su buen capital) de los muertos de hambre y zarapastrosos que, faltando agua o comida, se atrevan a entrar en su propiedad. No es por tanto extraño que la situación tipo en estas películas, series, etc sea la de los héroes atrincherados en algún lugar (lo más típico, un centro comercial, símbolo moderno de la abundancia), el cual defienden del ataque de las hordas de muertos de hambre que hay fuera, los cuales no dudarían en devorarlos -matarlos- si les ponen las manos encima. Vaya, un escenario de Gran Exclusión a lo bruto.
Yo no soy muy amigo de los escenarios apocalípticos y siempre digo que los problemas que tenemos pueden ser correctamente encauzados mediante soluciones de tipo social (aunque no nos gusten) antes que de tipo técnico, y que en realidad buscar soluciones meramente técnicas es directamente autoengañarse. Sin embargo, sé que mi punto de vista delante de la grave situación en la que nos encontramos dentro de esta crisis que nunca acabará no es el más habitual; en general, la gente prefiere ensoñarse con escenarios de confrontación y apocalipsis (incluso les parece imposible que yo no piense así). Y es que en el fondo nadie quiere abandonar el actual paradigma, porque el adoctrinamiento es tan profundo que nadie contempla que haya nada posible fuera del capitalismo actual (aunque sea sólo un pequeño paréntesis de 200 años en los 10.000 años de Historia de la Humanidad), como bien muestra un post reciente.
Por otro lado, es hasta cierto punto lógico que dentro de las élites económicas y políticas de nuestra sociedad, cuyas condiciones de vida son tan favorables que algunos sociólogos consideran que son como una especie diferente, miren con desconfianza a los que pueden plantearse darle la vuelta a la situación. No se equivoque, querido lector: Vd., como yo, somos los futuros zombis.
Y probablemente no va a estar Vd. en un barco que admite pocos invitados...
Si ha leído este post con una sonrisa en los labios, le propongo algo nuevo. Vuelva a leerlo, pero cada vez que haya un enlace (y hay muchos) pinche en él y lea lo que allí se cuenta. Seguro que se le quita la sonrisa de la cara.
Salu2,
AMT
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