Seguidamente encontrarán la segunda entrada del Discurso del Sistema: Antítesis, por Beamspot y Rafael Romero.
Salu2.
AMT
El Discurso del Sistema. Antítesis (II)
En esta entrada, nos centramos en lo que podría ser una de las omisiones más peliagudas de todas las que hay, un asunto de la máxima prioridad pero del que no hay apenas constancia. De hecho, el tecno optimismo se encarga de minimizarlo al poder sacar (mucha) tajada de ello, punto que ese enfoque es precisamente otra parte del problema. Dada su importancia, la extensión es mayor.
III - El agua.
La realidad es que en un planeta lleno de agua, paradójicamente nuestra supervivencia depende de un porcentaje ínfimo del agua existente.
El acceso a agua potable es un punto crucial para nuestra supervivencia, quizás es el más problemático, no ya para sobrevivir como civilización/sociedad sino para sobrevivir como especie. Y, tal vez por ello, el menos entendido de los temas relacionados con los recursos fósiles y las dinámicas extractivistas.
Este problema a menudo es abordado desde el optimismo tecnológico. Incluso cuando se habla de forma clara sobre la problemática y sus repercusiones, el mensaje final que se traslada es el “tecno optimista”. Lo cual no hace sino evidenciar que, como sucede con otros problemas que se vislumbran en el futuro de la humanidad, (Ej. las baterías y la electricidad), acabar un análisis del problema con la coletilla “la tecnología lo solucionará” es simplemente repetir un mantra religioso que confirma de forma inconsciente la existencia de un problema para el que se sabe que no existe solución.
La realidad poco conocida es que pese vivir en un planeta donde el agua es muy abundante sólo una pequeña parte es utilizable. Los gráficos que se presenta a continuación empiezan a evidenciar el problema.
Si se analiza, en detalle lo que realmente indican estos gráficos es que el agua superficial, la más accesible, sólo constituye entre el 0,25-0,3% del agua dulce total del planeta (según el gráfico escogido).
La realidad es que si sólo dependiéramos del agua superficial o de escorrentía (ríos y lagos) para nuestra subsistencia hace tiempo que habríamos desaparecido o estabilizado nuestra población a niveles muy bajos. El agua superficial es sólo una pequeña fracción del agua que necesita nuestra civilización humana para mantenerse en crecimiento continuado, el resto lo aportan las aguas subterráneas.
Pero tampoco nos pongamos muy espléndidos pues las aguas subterráneas realmente potables solamente constituyen alrededor del 0,76% de toda el agua del planeta.
En resumen, que nuestra supervivencia no sólo como civilización (que usa cada vez más agua para usos energéticos e industriales,…) sino como especie, se basa en el uso cada vez más intensivo de, tan sólo, el 1% del agua del planeta y más de ¾ partes no son accesibles directamente, aguas subterráneas.
Sí, he dicho no accesibles porque lo que ocurre, como con otras muchas cosas, es que a menudo la gente asocia aguas subterráneas con una fuente, un manantial o un pozo artesiano. Muy poca gente lo asociará con extracciones mecánicas de un acuífero y a casi nadie le vendrá a la mente una explotación minera de aguas fósiles, agua subterránea almacenada hace miles o millones de años a más de 250 metros de profundidad.
Como siempre, más valen unas imágenes que mil palabras:
Al hablar de agua subterránea el primer error es pensar que es un recurso renovable, gracias al ciclo del agua por filtración de las precipitaciones que se producen en todo el planeta. Del segundo error se encarga la religión ecologista y su mantra renovable = sostenible donde sostenible se asocia a que se puede realizar un uso ilimitado.
Pero lo que evidencia algunos estudios es que de ese 0,76% de aguas subterráneas sólo entre un 5% y un 22% son aguas con menos de 50 años de antigüedad, contando toda el agua dulce que se estima puede haber en los primeros 2 Km de la corteza terrestre. Pero esos mismos estudios nos indican que de las aguas subterráneas más accesibles (entre 0 y 250 metros de profundidad) sólo el 6% se pueden considerar aguas modernas (con menos de 50 años de edad) o dicho de otra manera, SOLO EL 6% DE LAS AGUAS SUBTERRÁNEAS SE PUEDEN CONSIDERAR RENOVABLES.
En resumen, que decir que el agua potable es un bien renovable es mentir sin escrúpulos, cuando sólo podemos contar con la renovación del 0,05% de las aguas del planeta (0,046% de las aguas subterráneas más el 0,002% de las aguas de los ríos y el 0,0007% de las aguas de los lagos), es decir el 5% de las aguas dulces no congeladas.
Esa es la realidad, sin entrar en el % de esa agua dulce que es realmente potable, pues aunque algunos piensan que la contaminación sólo afecta a las aguas superficiales, esa no es la realidad.
Hay muchos ejemplos de cuáles son las consecuencias de considerar el agua como un recurso ilimitado, pero un caso paradigmático que se ha comentado ya, es el del Plà de Sant Jordi de Mallorca donde se ubica el aeropuerto de Son Sant Joan. En esta zona, mediante el uso de energías renovables, molinos de extracción de agua para regadío movidos por el viento, fue suficiente unos pocos años de extracción intensiva para prácticamente agotar el agua dulce y salinizar toda una zona antaño extremadamente fértil y que ahora, sólo sigue produciendo gracias, en gran parte, a los aportes externos de nutrientes y a un uso restringido del agua. Este es sólo un ejemplo, como lo podrían ser la cuenca Murray-Darling, afectada entre el 70–80% por salinidad, la cuenca del mar de Aral, afectada en un 50%, 1/3 del Delta del Nilo, el 28% de los terrenos agrícolas de Estados Unidos o ¼ parte de Pakistán y Uzbekistán, por poner otros ejemplos.
Otro ejemplo es la cuenca Mediterránea Oriental que sustenta al 4,4 por ciento de la población mundial, pero sólo contiene el 1,1 por ciento de sus recursos hídricos renovables. El uso del agua, principalmente para el regadío (Ej. Siria), ha conducido al rápido agotamiento de las aguas subterráneas, mientras que la construcción de presas altera los flujos (Ej. Frontera Turquía-Siria), y la contaminación agrícola y doméstica causa otros problemas adicionales. Además, el cambio climático está llevando a un aumento de las temperaturas medias anuales. La disminución de los flujos de agua ha provocado la pérdida total de algunos cuerpos de agua (por ejemplo, el lago Amik en Turquía y el oasis Azraq en Jordania) y el desecamiento estacional de ríos permanentes (por ejemplo, el río Queiq en Turquía y Siria).
Lo importante del ejemplo, la lección a aprender, importante en grado sumo para el caso, es que lo importante no es el tipo de energía utilizado por una sociedad, pues incluso haciendo uso de energías renovables podemos vivir de un modo no sostenible.
Este extractivismo también se encuentra tras muchos otros problemas en el mundo, como la ‘sequía’ en Siria que sirvió de factor desestabilizador de un territorio dentro de una guerra geoestratégica global que está asolando esa parte del mundo. Así en pocos años se pasó del ‘creciente fértil’ en realidad se ha convertido en ‘fertilidad decreciente’ por este punto en concreto, que está arrasando y acelerando el proceso descrito en el punto anterior.
De hecho, Siria era un gran exportador de grano hasta no hace mucho. Pero con el cambio climático, el tipo de producción intensiva, así como la incentivación por parte del gobierno sirio de usar aguas freáticas para el regadío, la situación terminó de una forma parecida a la del Plà de Sant Jordi, sólo que con el añadido de una subida de precio del agua y del coste de bombeo en unos acuíferos cada vez más vacíos.
Los problemas de producción agrícola (menor producción), junto a una subida de precios del grano en todos los mercados (que corresponden con la subida de precio del petróleo en 2008, entre otras razones, por el uso de dichos granos para hacer biocombustibles), junto a los problemas de bajada de ingresos por su producción petrolífera, y a la presencia de intentos internacionales de desestabilización internacional por la lucha de intereses en hacer pasar gaseoductos y oleoductos por su territorio, hicieron que el malestar entre la población se incendiase.
Nada casualmente, coincidiendo con las mal llamadas ‘revoluciones de la primavera árabe’ que al principio, y todavía en según qué sitios continúan llamándose ‘las revueltas del pan’, ya que el origen principal tenía que ver con la subida de precios de los granos en países fuertemente importadores de grano, como Egipto, o aquellos cuya balanza comercial salió perjudicada por ello… o por la posterior caída de los precios, tanto del grano como del petróleo.
A nivel global la inseguridad hídrica es uno de los principales factores a tener en cuenta en el futuro pues:
(Fuente UNCCD: https://static1.squarespace.com/static/5694c48bd82d5e9597570999/t/5aa7c295419202c439f6a920/1520943804300/GLO_Spanish_rev1.pdf, capítulo 8 – Recursos Hídricos).
Pero esas son las consecuencias del problema, el problema sigue siendo considerar el agua potable como un recurso renovable, cuando nuestra tasa de extracción ya hace tiempo que ha superado la tasa de reposición y estamos haciendo uso continuado de depósitos de agua que tardarán más de 50 años en reponerse. Como ya vimos en la anterior entrada (enlace) lo renovable es renovable mientras la tasa de extracción es menor que la tasa de recarga, en el caso del agua también tenemos que fijarnos en el punto anterior (peak-oil) y empezar a hablar de “peak water”, no como un hecho del futuro, sino como un hecho del presente en algunos lugares del mundo, o un hecho del pasado en otros, donde ya ni siquiera explotando los acuíferos más profundos, y utilizando unas inversiones millonarias en tecnología y energía, es posible extraer el agua necesaria para mantener el ritmo de crecimiento social planificado.
Como leíamos, ya hace tiempo que algunas partes del planeta han dejado la etapa de plateau de la típica curva de Hubbert (que también es aplicable a las extracciones no renovables de agua) para adentrarse de lleno en la fase de restricciones y cortes del suministro. Así, se espera que en unos pocos años, 2025, 2/3 de los habitantes del planeta estén ya de lleno en esta fase.
Sin embargo, la principal razón por la que este problema se acalla no es porque este sea un problema de difícil solución, del que se pretenda desviar la atención como en el anterior punto. El problema real es que si el agua deja de considerarse un bien renovable, se tendría que reexplicar el concepto de lo que es un bien renovable y aclarar el concepto de uso sostenible de los bienes naturales, y entonces, el mantra ‘renovable = sostenible’ perdería su razón de ser. Esa es, a mi criterio, la auténtica clave del problema.
Aquí el silencio clamoroso no es sobre el importante problema del agua, sino sobre qué pasa cuando de un bien “teóricamente” renovable se hace un uso no sostenible.
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