jueves, 13 de noviembre de 2025

World Energy Outlook 2025: Intentando reconciliar dos visiones contradictorias


Queridos lectores:

El 12 de noviembre, un mes más tarde de lo que acostumbraba en los últimos años, la Agencia Internacional de la Energía (AIE) ha publicado su informe anual, el World Energy Outlook (WEO). Aparentemente, el retraso en la publicación de este informe se ha debido a la reincorporación del Escenario de Políticas Actuales (escenario que se corresponde por lo esencial con el Business as Usual), el cual había sido abandonado hace unos años precisamente porque a nadie le cabía en la cabeza que se siguiera con la suicida tendencia de la civilización actual. Sin embargo, por presiones de los EE.UU., se reincorpora el escenario CPS y se hace a costa de relegar un tanto el que estos años había sido el único de referencia, el STEPS o Escenario de Políticas Declaradas, dando por hecho que las políticas que se pensaban en marcha en realidad están siendo desmanteladas y que más nos vale ver por dónde vamos si seguimos pisando el acelerador - de hecho, el Escenario de Políticas Anunciadas (APS) desaparece por completo. Un desagradable retroceso, máxime cuando este informe se ha sacado justo la semana que ha empezado la ya muy descafeinada Conferencia de Partes sobre Cambio Climático de Naciones Unidas, la COP30. Como cada año, en las siguientes líneas haremos un análisis de lo más relevante del WEO 2025.

Como siempre, lo primero que he hecho es buscar la palabra "peak". Sale un total de 225 veces en este documento, pero, sorpresa, en ningún caso se refiere al pico de producción de ninguna materia prima. Y a diferencia de otros años, en los que ha pasado lo mismo, en este caso sí que es una sorpresa relativa dada la reciente publicación en septiembre de un informe especial de la AIE sobre los picos de producción de petróleo y gas, que ya comentamos en este blog. Sin embargo, de cara al informe anual han preferido obviar completamente este hecho. Está claro que el WEO de este año es simplemente un documento para contentar a un establishment, sobre todo americano, que no quiere ver la verdad.

Este WEO2025 tiene 519 páginas, lo cual lo hace más largo que el sucinto informe del año pasado, pero bastante menos que los WEOs que se estilaban antaño. Está estructurado en 3 partes y 8 capítulos:

1.- Visión general y hallazgos clave.

2.- Definición de escenarios.

3.- Escenario de Políticas Actuales (CPS)

4.- Escenario de Políticas Declaradas (STEPS) 

5.- Implicaciones de CPS y STEPS

6.- Asegurando el acceso a la energía para todos.

7.- Cero Neto de Emisiones para 2050

8.- Análisis regionales.

 

Interesante ver como el escenario del cero neto queda completamente separado de los otros, en la parte de "Análisis de objetivos".

Antes de entrar en el análisis de los capítulos en sí, me gustaría destacar algunos conceptos que se nos ofrecen en el resumen ejecutivo.

Comienza el resumen con esta frase: "En un mundo volátil, la seguridad energética se adueña del centro del escenario". Es justamente lo que llevamos años diciendo, que en las discusiones sobre energía poco a poco el foco se irá desplazando de la cuestión ambiental hacia la de la seguridad del suministro. Y, como se ve, la cosa va tomando más peso con el paso de los años, a medida que las dificultades de mantener el suministro de energía se hacen más evidentes. Y sigue: "Las amenazas urgentes y los riesgos a largo plazo están elevando a la energía a una cuestión central de la seguridad económica y nacional. La energía está en el corazón de las actuales tensiones geopolíticas, con los riesgos tradicionales para el suministro de combustibles ahora acompañados con las restricciones que afectan a materiales críticos. El sector eléctrico es cada vez más vulnerable a ataques". En fin, es difícil decirlo más claramente. Añade que, a pesar de las dificultades, sobra suministro de petróleo (cierto, en buena parte por la debilidad de la demanda), que el actual sistema comercial está en peligro (obvio, con el desplazamiento del dólar como divisa de reserva) y que hay menos entusiasmo para limitar las emisiones de CO2 aunque los riesgos climático están aumentando.

El resto del resumen abunda en estas ideas, en la necesidad de construir un sistema resiliente, que la demanda de energía no deja de crecer y que la Edad de la Electricidad ya está aquí (cosa harto discutible en vista de lo estancada que está la electrificación de las economías más avanzadas). Y por supuesto que la inteligencia artificial (la última burbuja) va a suponer un incremento incesante del consumo de electricidad.

Desde el punto de vista del suministro, nos anuncian que la producción de electricidad renovable va a subir con fuerza, sobre todo la fotovoltaica, y que la energía nuclear está volviendo (ambas cosas son mentira, pero da igual, es demasiado pronto para que la AIE pueda aceptar la desagradable verdad).

Vamos ya con el análisis crítico de los capítulos de este WEO 2025. Excluyo los últimos 3 porque creo que no tienen demasiado contenido relevante.


1.- Visión general y hallazgos clave.

De acuerdo con el WEO, los dos escenarios principales (CPS y STEPS) corresponden a diferentes ritmos de adopción de tecnologías y por eso, aunque en ambos el consumo de combustibles fósiles se mantiene elevado o incluso crece, lo hace a un ritmo diferente. Eso sí, el CPS nos lleva a un calentamiento de +3ºC en 2100, en tanto que para STEPS es de +2,6ºC. Se tiene que decir que ambas perspectivas son horribles, pero es que en realidad probablemente se quedan cortas teniendo en cuenta el comportamiento que se está observando últimamente en el desbalance radiativo del planeta. Pero lo mejor es que se nos dice que incluso en el escenario de Cero Neto en 2050 (NZE) se llegaría a +1,65ºC en 2050, y que después comenzaría a bajar por las tecnologías que activamente eliminarán CO2 de la atmósfera. Tecnologías que a día de hoy no tenemos, difiriendo el problema a una fecha relativamente lejana para no hacer frente al desastre que estamos generando incluso en el mejor de sus escenarios...

El resto del capítulo tiene poca chicha. Se habla, por ejemplo, del aumento del consumo de energía y de la demanda de electricidad en los dos escenarios, CPS y STEPS, de la irrupción de la IA, del parón que supuso la CoVid... Todo generalidades sin demasiado contenido. Lo que sí que se ve es una diferencia enorme entre la evolución del consumo de petróleo y gas, pues mientras en STEPS bajan, en CPS suben (como si no hubieran sacado el informe de septiembre, vamos: una vez más, se nota que CPS lo han metido forzados). Por qué insisten en que el carbón bajará tan deprisa, cuando todo apunta exactamente en la dirección contraria (es decir, que será lo que más tarde en comenzar a bajar), es para mi siempre un misterio.

 


Después discute sobre las emisiones, y por último presenta las curvas de evolución de la temperatura del planeta. Tremendamente preocupantes porque muestran ya subidas muy importantes en todos los escenarios, que encima serán mayores teniendo en cuenta que el desbalance radiativo del planeta es mucho mayor de lo previsto (si no sabe de qué va esto, encontrará una breve explicación en este post).

 


A continuación se introducen muchos argumentos muy discutibles sobre la evolución de la energía, pero en general tienen poco interés, sobre todo por lo fantasioso de la fanfarria asociada a la proclamada "Era de la Electricidad". De lo poco salvable es esta gráfica que nos da el porcentaje del primer productor del refinado de algunos minerales estratégicos. China arrasa, y de qué manera.


Hay algunos comentarios inquietantes sobre la posibilidad de conversión de carbón en gas natural (proceso altamente ineficiente y contaminante), y una gráfica particularmente divertida que muestra a las claras a dónde está yendo el modelo de Renovable Eléctrica Industrial: comparativa entre la producción y la capacidad productiva de ciertos sectores industriales asociados al REI.


O, por ejemplo, las desmedidas expectativas de inversión en los diferentes tipos de suministro energético: ya el petróleo cuesta de mantener, y se está esperando niveles de inversión aún mayores en renovables. Poco realista, sobre todo a medida que la subvención energética de los combustibles fósiles al resto de actividades vaya disminuyendo.



2.- Definición de escenarios.

Esta sección comienza con una larga nota autoexculpatoria por presentar escenarios tan radicalmente diferentes y divergentes entre sí, al punto de que los dos escenarios principales, CPS y STEPS, son completamente disonantes. Alegan la volatilidad del momento, los cambios de políticas, la incertidumbre... Y en realidad tienen razón, en este momento es muy difícil saber qué pasará incluso en espacios de tiempo relativamente breves.

Lo cierto es que para definir aspectos clave de los diseños de los escenarios se utiliza mucho texto pero muy vacío: este capítulo está trufado de grandes parrafadas que no dicen nada, y de gráficas inútiles que aportan poca o nada de información. Vean un ejemplo de entre muchos que hay.

 


Aquí también se definen con mayor precisión los escenarios que se van a usar:

  • Current Policies Scenario (CPS): Este escenario se caracteriza porque no se implementan medidas nuevas, se sigue a partir de lo que hay ahora mismo, y cuando hay metas propuestas se eligen las más conservadores. Es lo que los gobiernos preferirían hacer, no nos engañemos, y por eso Donald Trump ha presionado para que vuelva a aparecer.
  • Stated Policies Scenario (STEPS): En el que las políticas que se han anunciado realmente se ponen en marcha con objetivos razonables. Es una versión más suave del CPS, no tan reaccionario pero no verdaderamente comprometido.
  • Net Zero Emissions by 2050 (NZE) Scenario: Un escenario en el que se intenta evitar pasar de un calentamiento global de +1,5ºC. Por contraste con otros años, se acepta que no podemos evitar pasar de ese calentamiento (de hecho, se llegaría a +1,65ºC en 2050), pero se asume que después la temperatura va a bajar porque vamos a implementar masivamente tecnologías que no tenemos.
  • Accelerating Clean Cooking and Electricity Services Scenario (ACCESS): Un escenario de relleno al que se alude poco en el informe, y nunca para explicar las tendencias generales, y con el que se pretende enjugar la mala conciencia de no tomar medidas efectivas para luchar contra uno de los mayores desafíos de la Humanidad, el Cambio Climático; en este escenario se lucha contra la desigualdad global en el acceso a la electricidad y se consigue cierto grado de justicia social. Más inverosímil que un dado de tres caras.

En cuanto a la modelización económica, como siempre es ajena a la modelización energética, que la usa como forzamiento. Se asume que el PIB del planeta crecerá un 2,6% anual en promedio de aquí a 2050, y da igual si es posible o no, los escenarios energéticos tienen que adaptarse a este requerimiento. En cuanto a la población, se asume que llegará a los 9.600 millones de personas en 2050, una marca ligeramente inferior a la de otros años. En cuanto al precio del petróleo, no pasa de media de 106 dólares por barril en CPS, de 80 en STEPS y de 33 dólares en NZE.

De otro lado, los precios de las tecnologías verdes van a seguir bajando y bajando porque no va a haber problemas de suministro de ningún tipo de materiales y el progreso tecnológico seguirá sin cesar.


Capítulo bastante insulso, en suma, teniendo en cuenta la cantidad de cosas interesantes que se hubieran podido explicar.

 

3.- Escenario de Políticas Actuales (CPS)

Creo que esta figura resume muy bien el capítulo. Básicamente, no se espera ningún pico de demanda en petróleo y gas, pero sí en el carbón.

 

La siguiente figura da una idea más precisa de la evolución prevista en CPS. Atención a las renovables, que se espera que superen al petróleo en 2050, incluso en este escenario tan poco favorable a la transición energética:


Este despliegue, por supuesto, se va a basar en la fotovoltaica sobre todo. 


Se ve que a la AIE no le han llegado las noticias del repliegue salvaje de la inversión en energía solar en todo el mundo (de aquí unos meses, con el final del NextGenerationEU, esto va a ser una masacre). También se comenta sobre el nuevo empuje de la nuclear, aunque como pueden ver en el gráfico su aportación total no es demasiado grande (por lo menos en este WEO se menciona la palabra "uranio", cuatro veces, y se dice que los proyectos de minas son importantes, aunque no hay ninguna previsión sobre la evolución de su extracción). También nos dicen lo mucho que se van a expandir las líneas eléctricas, lo cual es gracioso teniendo en cuenta los graves problemas de mantenimiento que tenemos ya con su extensión actual. No pasa nada: vamos a añadir unos cuantos millones de kilómetros más en los países más desarrollados, y decenas de millones de kilómetros en el resto.

En el resto del capítulo hay muchas discusiones sobre consumo por sectores, pero se echa bastante de menos un análisis más detallado en lo que es lo más crítico, que es el suministro de energía y no tanto su uso. Por supuesto, no hay ninguna discusión sobre las diferentes fuentes de "todos los líquidos del petróleo" o del gas - curiosamente sí que hay un poco en el caso del carbón - , así que todo se queda en meras discusiones sobre cómo usar lo que se da por hecho que va a haber. En general, este capítulo llama la atención por su superficialidad, comparado con los WEOs de otros años. 

4.- Escenario de Políticas Declaradas (STEPS) 

Enfatizando la gran contradicción con el escenario CPS, he aquí la gráfica de resumen de la demanda esperada de energía por fuente.


Como ven, aquí todos los combustibles fósiles llegan a su máxima producción en los próximos años y luego comienzan su declive, suave para el petróleo y el gas, rápido para el carbón. Al igual que en CPS, la nuclear se duplica y las renovables crecen aún más rápido en STEPS. 

El resto del capítulo es todavía más insulso que el de CPS, muy centrado en el uso de la energía y muy poco en cómo obtenerla, lo que no deja de ser curioso teniendo en cuenta el foco que se la da desde la primera frase de este WEO a la seguridad energética. Por poner una gráfica, pongo la de la generación de electricidad, y me remito a mis comentarios en el caso del CPS.


Eso sí, nos da una ligera indicación sobre la procedencia del petróleo, pero en cifras porcentuales, no absolutas. El ligero repunte porcentual hacia 2050 del petróleo convencional onshore no es porque su producción aumente, sino por que los otros caen más rápido entonces. Todo muy curioso.

 

Cabe decir que, al final del WEO hay un largo anexo con tablas y allí que hay información más detallada sobre la producción de petróleo por tipos en los dos escenarios de referencia.


 

 

Eso sí, hay toda una discusión sobre el enorme potencial, sobre todo en Europa, para el biogás y la biomasa que es enormemente preocupante, puesto que yo tengo claro que ésa será la siguiente burbuja renovable.

5.- Implicaciones de CPS y STEPS

Éste es un capítulo un tanto confuso, pero en él se pueden encontrar algunos mensajes interesantes. Por ejemplo, el de la siguiente gráfica:

 

Es la manera de la AIE de decir que ellos tienen que introducir dos escenarios para poder cubrir todo el abanico de predicciones que se están haciendo, y lo hacen desde una cierta moderación; así, su CPS no es el más pro-fósil ni su STEPS es el que da la caída más fuerte de la producción de petróleo y gas. Por cierto que llama la atención que los escenarios más pesimistas son de compañías de petróleo y gas, precisamente.

De otro lado, nos recuerdan lo que ya comentamos en el post sobre el informe de septiembre: hace falta una grandísima inversión para poder cubrir la demanda futura de petróleo y gas, y que realmente aparezcan nuevos yacimientos y en gran cantidad (cosa más que dudosa). Recordemos que el 90% de la inversión en upstream de los últimos años ha ido a mantener la producción existente, y solo el 10% a incrementarla.


Otra gráfica interesante es la situación actual y la previsión según STEPS para 2035, de cómo se cubre la demanda eléctrica tanto promedio como en momentos de pico en tres regiones: Europa, China e India.




Como se ve en la gráfica, hoy en día, aunque en promedio la aportación de las renovables es bastante significativa, en los momentos de pico prácticamente desaparecen del mix. Lo más interesante es que, en STEPS 2035 en el caso de Europa, es más importante la respuesta del lado de la demanda que las baterías. Básicamente, que la gente deje de consumir tanto en las horas pico. Una aceptación de la imposibilidad de cubrir esa demanda en esos momentos. Y no es que no se vayan a instalar baterías, no. Decir que la capacidad instalada se va a incrementar significativamente es como decir que en el Océano Pacífico hay una cantidad significativa de agua. 

 


Hay también una discusión sobre la vulnerabilidad a los materiales críticos, fundamentales para el modelo de transición REI. Una interesante figura de esa sección:

 


Y, como queriendo decir algo, hasta qué punto se podría abastecer el mercado de ciertos minerales refinados si, por alguna razón, faltara el suministrador más importante.

 


La dependencia de China no es solo en los materiales; es también en la tecnología.


Sigue después una discusión sobre el papel de la Inteligencia Artificial, un poco superficial para mi gusto, y después nos encontramos con esta bonita previsión sobre cuál va a ser el grado de penetración de electricidad sobre el total de consumo de energía final, lo que sirve de base para justificar la afirmación de que entramos en la Era de la Electricidad:


Vamos, que vamos a pasar del 21% actual al 28% en 2035. Que no está mal, pero de ahí a denominarlo "Era de la Electricidad" media un abismo, y más teniendo en cuenta que en los países avanzados el porcentaje lleva prácticamente estancado desde hace décadas (y no llega generalmente al 28%), así que aquí hay más de deseo que de realidad.

Empieza entonces una sección sobre el impacto de los eventos extremos en los sistemas de generación de electricidad. Como dice Carlos de Castro, un problema de la renovable es que tiene que estar necesariamente expuesta al ambiente porque es de donde capta la energía. Y el ambiente a veces es especialmente duro.


Lo que es más interesante, han evaluado el riesgo que suponen las tormentas de granizo para las placas fotovoltaicas. Aquí EE.UU. y Europa salen muy mal paradas.

 

Otro efecto del clima cambiante es el incremento del uso del aire acondicionado (quien lo tenga y pueda pagar la factura de la luz, claro) y que por ello se espera un importante incremento del consumo de electricidad.

 


Resumen:

Se trata de un WEO un tanto extraño y desigual, con partes que se nota que han estado trabajadas con detalle y sobre todo con lógica interna, y otras que son auténticos pegotes. El más interesante de todos los capítulos es el 5, que tiene ese extraño título de "Implicaciones para CPS y STEPS" pero que en realidad prosigue la discusión sobre seguridad energética del WEO 2024. Solo allí se pueden encontrar detalles importantes sobre las limitaciones de los escenarios que se proponen y dan un planteamiento más realista de la situación. Los otros capítulos están claramente incompletos, particularmente el de CPS, que se nota que llegó a última hora. La entrada forzada del CPS, que además desplaza al APS de otras ediciones, hace que todo el WEO quede deslavazado y un tanto incoherente, sobre todo porque desde la AIE se han visto forzados a decir que tanto CPS como STEPS son sus escenarios de referencia (lo que contradice también la práctica histórica de fijar un solo escenario de referencia). STEPS era el intento de la AIE de hacer aceptables los cambios inevitables en nuestro sistema energético debido al declive energético, con grandes dosis de tecnooptimiso. CPS es una pataleta, una rabieta de niño pequeño que se cree que si se proponía STEPS era por conciencia ambiental y buenrollismo ecologista, y por eso propone un escenario diferente, de seguir creciendo y consumiendo sin límites; la AIE lo ha intentado rebajar un poco, pero aún así se sigue viendo el disparate que es: si ya el STEPS es poco realista, el CPS es una aberración total.

El acto fallido que representa este WEO es fruto de décadas de autoengaño. Durante tantos años hemos insistido en que venían picos de demanda, que se iba a producir una sustitución energética y tecnológica, que podríamos mantener el capitalismo tal cual y que todo estaba bajo control. Ahora que los hechos hacen evidente que nada de eso es posible, justo en el peor momento, sufrimos este retroceso en la aceptación de nuestra cruda realidad en forma de CPS. Más vale que en la AIE se pongan rápidamente las pilas y reconduzcan la situación, porque con el auge del populismo y la radicalidad en todo el mundo, si no se hace entender rápidamente donde estamos, podemos llegar a un punto en que la OCDE desbarate la AIE por innecesaria o inútil. Y entonces sí que será difícil entender hacia donde vamos.

Salu2.

AMT 

 

jueves, 23 de octubre de 2025

El Gran Salto al Vacío


Queridos lectores:

En este agitado 2025 se van sucediendo eventos que, si bien pueden y van siendo asumidos dentro de "la nueva normalidad", lo cierto es que cada vez van siendo más disruptivos y perturbadores. Desde la creciente escasez de combustibles en América Latina y África hasta el genocidio en Palestina, pasando por la guerra en Ucrania o los abusivos aranceles de los EE.UU. al resto de mundo, con el reciente contraataque de China limitando la exportación de tierras raras, y rematando en asuntos más domésticos con la carestía y escasez de un bien tan fundamental como es la vivienda. Y todo eso sin hablar de la inestabilidad climática y el resto de problemas, mientras los que vivimos a orillas del Mediterráneo contenemos la respiración, deseando que este año no, que este año no nos toque.

Se respira un ambiente de fin de ciclo, pero no de un ciclo cualquiera, sino de uno más importante - no sé si secular, pero de seguro es un fin de etapa importante. El mundo se prepara para una situación que, para mi, tiene mucho que ver con la creciente escasez de recursos y la dificultad de mantener rentabilidades clásicas.

Y precisamente en este momento, quizá precisamente por ser este momento, mis eternos detractores, que dicen que no es verdad que hayamos superado ya los picos del petróleo y del uranio... podrían finalmente tener razón. Aunque sea por poco tiempo, aunque sea de manera breve y poco duradera, y aunque este canto del cisne lleve a una caída más precipitada posterior, todo apunta a que podríamos (aún está por ver si lo conseguimos) pasar las marcas de producción que en el caso del petróleo se consiguió en 2018, y en el caso del uranio en 2016.

Vayamos primero con el petróleo: como nos muestran los últimos datos de la Energy Information Administration sobre la producción mundial de crudo y condensado (la parte del petróleo que puede usarse como combustible, lo cual excluye mayormente los líquidos del gas natural, que se usan para hacer plásticos), estamos a punto de superar el pico de noviembre de 2018 (fíjense en la curva verde). Por primera vez en mucho tiempo, las previsiones que hace la propia EIA (curva roja) parecen creíbles.

Imagen de Peak Oil Barrel: https://peakoilbarrel.com/june-world-and-non-opec-oil-production-rise/ 

 

No se muestra una subida continua, solamente una recuperación ligeramente aumentada de los niveles de 2018. Lo cual es curioso, porque sabemos que la producción del mundo excluyendo a los EE.UU. lleva en ligero declive desde 2015. Y es que, efectivamente, hace ya diez años que todo aumento de la producción total de petróleo depende de los aumentos de producción del fracking estadounidense. Hace 12 años, la mayoría de las empresas que se dedicaban al fracking quebraron, y el sector hubiera desaparecido de no ser por la intensa ayuda gubernamental, especialmente con la primera presidencia de Donald Trump, pero también aunque sea menos reconocido con la de Joe Biden. Sin embargo, ese milagro no podía durar para siempre, y aunque la pandemia de la CoVid dio un respiro momentáneo (al hacer caer la demanda de petróleo) estamos llegando al final del camino. Como explica Quark (alias de Antonio García Asenjo) en su magnífico blog, los aumentos de productividad de los últimos 4 años tienen que ver sobre todo con la finalización de los pozos ya perforados pero aún no completados (los DUC), que básicamente son una despensa que se agota si no se va reponiendo. Y aparentemente el ritmo de consumo de los DUCs es mucho mayor que el de su reposición, al punto de que al ritmo actual de caída nos quedaremos virtualmente sin DUCs el año que viene:

Imagen del post https://futurocienciaficcionymatrix.blogspot.com/2025/10/analisis-produccion-petroleo-usa-shale.html

 

En el fondo, perforar nuevos pozos, pese a las mejoras técnicas (que sin duda las ha habido en todos estos años) ya no es tan rentable, sobre todo cuando las mejores localizaciones para la producción ya están virtualmente agotadas. En esencia, estamos liquidando la inversión hecha ya hace unos años, sin reponer (ni tener intención de reponer) lo gastado. ¿A dónde nos lleva esto? Como dice Quark en su blog, a una caída bastante rápida de producción probablemente a partir de 2026, en función de las medidas que se tomen o no. En suma, la huída hacia adelante lo que va a llevar es a una caída de la producción total más precipitada de lo que hubiera sido de otro modo.

¿Y para qué? Probablemente para que Donald Trump pueda cumplir su promesa de una gasolina barata para los estadounidenses. En el momento actual, con la producción de petróleo apuntando hacia máximos, pero sobre todo con un consumo en decadencia por la fuerte recesión instalada en Europa y cierto parón en China, más el viento recesivo de los aranceles, tenemos un precio del petróleo relativamente bajo (60 dólares por barril de Brent, que tampoco es una bicoca, pero es aceptable hoy en día). En suma, por razones de cortas miras políticas, vamos a aumentar, por un breve momento, la producción de petróleo.

¿Sobrepasaremos la marca de noviembre de 2018? Tampoco es 100% seguro. De un lado tenemos la fortísima crisis de Argentina (que ha forzado un rapídisimo rescate de los EE.UU., posiblemente no solo por afinidad política pero también por la importancia estratégica del petróleo argentino), que pone en peligro el milagro de la producción creciente de fracking en la formación de Vaca Muerta. Por el otro, los crecientes ataques ucranianos a infraestructura petrolera rusa está poniendo en peligro su capacidad de distribución, y por ende de producción. Y no olvidemos el gran "tapado" de las crisis futuras del petróleo, Nigeria, un país superpoblado y de estratégica importancia petrolera para Europa y que es un auténtico polvorín.

¿Se superará el valor de extracción de petróleo de 2018, entonces? Quizá sí, quizá no. Poco importa. Porque sea lo que sea, durará poco, y seguiremos el curso de declive que ya está marcado, como comentábamos en el post anterior

Hablemos ahora del uranio: la Asociación Nuclear Mundial (ANM) publicaba cada año, hacia el mes de mayo o junio, la actualización sobre la extracción mundial de uranio. O así lo hizo hasta 2023. Entonces ya veíamos un claro declive desde los valores máximos de extracción de 2016, en buena sintonía con las previsiones que fueron enunciadas hace ya 12 años.

 


Y durante dos años, la ANM no publicó ninguna actualización, lo cual, no nos engañemos, resulta un tanto sospechoso: recordemos que algunas estimaciones previas, de las pocas que publica la Agencia Internacional de la Energía, daban a entender que en los próximos años veremos un declive muy rápido de la producción.

Pero hete aquí que a mediados de septiembre, por fin, publican una actualización. Y una que es muy espectacular:


 

Resulta que en estos dos años la producción mundial de uranio ha pegado un rebote más que considerable, hasta el punto de estar ahora cerca de superar el máximo de 2016.

Cuando uno examina la gráfica, se ve que la razón principal de este repunte es el incremento enorme de la extracción en Canadá. Y al buscar un poco más, se ve que la extracción de algunas minas canadienses había caído en picado en los últimos años debido a sus altos costes (demostrando que el silogismo que suelen aplicar los pro-nucleares de que el precio del uranio tiene poca influencia en los costes operativos no es del todo cierto). Y es que el uranio canadiense es de los más caros del mundo, vendiéndose por encima de los 200 dólares el quilo de óxido de uranio.

En fin, está claro: el mundo está dispuesto a pagar más por el uranio y eso ha llevado a aumentar la producción. ¿Superaremos el pico del 2016? En este caso es algo más difícil que en el del petróleo: Canadá básicamente ya está produciendo a niveles máximos, y en la mayoría del resto de países el declive está bien instalado, y cuando empieza es bastante rápido en el caso del uranio. Todo depende de Kazajistán, el mayor productor mundial, pero dado que hace tiempo que usan masivamente la lixiviación in situ, que es prácticamente el último recurso en extracción, es complicado que pueda mantener su producción mucho tiempo. Y no olvidemos la importancia estratégica de Rusia en este mercado.

Y mirando cómo ha evolucionado el precio del uranio de mina, del hexafloruro y del uranio enriquecido, está bastante claro que estamos disparados en una carrera que es muy difícil ganar. ¿Dónde está el límite de coste?

 


Una vez más,  estamos dando un salto al vacío, que nos deja muy mal preparados para el momento en que la extracción de uranio no pueda mantenerse. No hay anticipación ninguna, solo huida hacia adelante.

Y eso me lleva al tercer tema que quería tratar hoy, éste mucho más doméstico: la situación crítica a la que está llegando la producción de electricidad en España. Como recordarán, el pasado 28 de abril se produjo un apagón que afectó a toda la Península Ibérica (pues arrastramos a Portugal en nuestra caída). Ya comentamos en su día, con la poca información disponible, qué podía haber pasado. Después de enésimas estrategias de desinformación y de confundir a la opinión pública, últimamente se ha venido en convenir en el debate público de que hay un problema con el control de la tensión que está asociado a la manera en la que se ha instalado y se opera la energía renovable de nuevo cuño (eólica y fotovoltaica). El problema de fondo: el control de la potencia reactiva. La potencia reactiva está originada porque la propia red no es un elemento inerte, sino que tiene capacidad de almacenar energía a través de campos tanto eléctricos (debido a su capacitancia) como magnéticos (debido a su inductancia). La red, siguiendo un principio muy básico de acción-reacción, se opone a los cambios. De esa manera, cuando aumenta la demanda eléctrica y se intenta transmitir más potencia a través de ella (lo cual se hace aumentando la intensidad), ella reacciona oponiéndose y robando parte de esa energía. Del mismo modo, cuando disminuye la demanda y se reduce consecuentemente la intensidad, nos encontramos que la red nos devuelve parte de la energía que antes había tomada prestada: ésa es la potencia reactiva que lleva la tensión a dispararse.

Nada de esto es nuevo, lleva habiendo importantes variaciones de tensión desde hace años, a medida que se ha ido instalando más energía renovable, y es que las únicas centrales que están autorizadas a controlar la tensión, absorbiendo potencia reactiva, son las tradicionales que usan alternadores giratorios. Teóricamente, los nuevos inversores que utilizan las centrales fotovoltaicas podrían de manera efectiva absorber la potencia reactiva si se ponen en un modo concreto de funcionamiento (grid forming), pero la programación en una red compleja como la española no es nada sencilla y es conocido que cuando muchos de estos sistemas se conectan de esta manera se pueden producir resonancias entre ellos que conducen a altas sobretensiones y oscilaciones de frecuencia indeseadas, ambas cosas muy peligrosas. El uso de estos inversores en entornos operativos reales es ahora mismo materia de investigación muy intensa, y aún no se tiene una total seguridad de cómo operarlos de manera económica. También es cierto que con la instalación de sistemas adicionales (como compensadores síncronos) disminuyen enormemente los riesgos, pero también es más caro.

Y es en este contexto que en las últimas semanas se ha desatado una auténtica tempestad en el panorama eléctrico español, comenzando por una filtración que apuntaba a un riesgo inminente de un nuevo apagón, noticia que fue desmentida por Red Eléctrica Española (REE) pero solo a renglón seguido pedir a la Comisión Nacional del Mercado de la Competencia (CNMC) medidas extra para limitar la manera en la que se operan las renovables, y particularmente que entren y salgan de sistema de manera más progresiva (15 minutos en vez de los 2 actuales), justamente para limitar la generación de potencia reactiva. En seguida las compañías eléctricas comenzaron a protestar, y aquí es donde la cosa se hace compleja técnicamente, pero la razón de fondo es fácil de entender: dinero. Por culpa de los cambios en el modo de operación de la red desde el apagón (con un mayor uso de centrales de ciclo combinado), las renovables no están consiguiendo operar el tiempo suficiente no solo para cobrar por las horas generadas sino para acceder a ciertas bonificaciones estatales, aparte de incumplir ciertos compromisos contractuales (de todo esto hablamos sucintamente hace unos meses). El año se acaba y hay prisa por cumplir algunos objetivos de generación, cada vez más difíciles porque hacia el invierno la iluminación baja y eso afecta dramáticamente a la fotovoltaica. Por todo ello, las compañías, en su intento de arañar minutos de generación y así cumplir objetivos, no quieren oír hablar de entradas y salidas más progresivas de la red, y están forzando la negociación.

Total, que en los últimos días estamos oyendo auténticos disparates y salvajadas. Por ejemplo, REE sugiere cambiar las normas de utilización (la consigna) con la que se usan las centrales clásicas para absorber la reactiva que se genere con la entrada y salida continua de renovables en la red, pero las compañías eléctricas dicen (y tienen razón) que si hacen eso las pueden dañar, porque no son tan rápidas. La contrapropuesta es, dicho así literalmente, "hacer un experimento", que entiendo que es reprogramar los inversores para que las renovables puedan absorber reactiva (y rezar para que no se produzcan las peligrosas resonancias que antes comentaba, cuya aparición es bastante imprevisible porque depende de cuánta energía se produce y consume en cada momento). Pero para poder hacer una cosa o la otra se necesita la autorización de la CNMC, que es quien puede modificar el reglamento.

La situación es caótica, es estúpida pero, sobre todo, está dirigida por el cortoplacismo económico. La único que está importando es los beneficios o pérdidas de este año, y en ningún momento se plantea que lo que se necesita es un rediseño total del sistema y la instalación de costosos (por la gran cantidad de ellos que se requieren) sistemas para garantizar la estabilidad. Mención aparte merecería la discusión de la vulnerabilidad a los ataques informáticos de una red con tantos inversores electrónicos operando en ella.

Nadie va a poner sentido común. Nadie va a dar un puñetazo en la mesa y exigir que se hagan las cosas en pro del bien común, minimizando los riesgos, mejorando la seguridad del suministro.

En este caso, como en los anteriores, vemos que la única lógica es la maximización a corto plazo del beneficio del capital. Es la lógica de la continua huida hacia adelante, pero ahora, adelante, tenemos un vacío. Un agujero enorme causado por la codicia enorme de estos años, que ha ido acumulando problema sobre problema. Ahora, en el momento en el que deberíamos pararnos y reflexionar, para intentar comprender como cerrar ese agujero, cómo seguir de manera viable para la sociedad, para que la sociedad sea viable y sostenible... ahora, precisamente ahora, el capital, en el paroxismo de su búsqueda insaciable del beneficio inmediato, solo ve un camino: el Gran Salto al Vacío, en la esperanza de que lleguemos a la otra orilla, la cual quizá no existe. Vamos a saltar al abismo porque los psicópatas que están tomando las decisiones no son capaces de imaginar otro futuro, uno sostenible y viable.

¿Lo vamos a permitir? ¿Vamos a permitir que esta gente nos destruya sin reaccionar, sin ni siquiera denunciarlo? ¿Qué piensa Vd., querido lector? 


Salu2.

AMT 

miércoles, 17 de septiembre de 2025

Si no ponemos mucho dinero, no habrá petróleo ni gas natural.


 

Queridos lectores:

En el post anterior comentábamos que la Agencia Internacional de la Energía (AIE) no había anunciado aún la fecha de salida de su informe anual para 2025, el World Energy Outlook (WEO). Esto es bastante inusual: por lo general, la fecha concreta (que generalmente se sitúa a mediados de octubre) se suele anunciar hacia el mes de julio. Javier Blas comentaba en Bloomberg que la razón se halla en que se han visto obligado a recuperar el Escenario de Políticas Actuales (CPS por sus siglas en inglés, el cual vendría a corresponder con lo que generalmente denominamos Business as Usual o BAU) por presión de los EE.UU. La decisión de recuperar este escenario no es menor: en el CPS, no hay cortapisas ni compromisos para disminuir el consumo de combustibles fósiles, la única limitación siendo por tanto la económica. De ese modo, los escenarios CPS siempre han sido escenarios de incesantemente creciente consumo de combustibles fósiles... o así habían sido hasta 2010, en la que por primera vez se reconoció que había problemas para hacer crecer la producción de petróleo. Desde entonces, la AIE ha ido capeando como ha podido el hecho de querer reconciliar escenarios de crecimiento económico que le vienen dados por la OCDE con la realidad física de las limitaciones en la extracción de petróleo primero, y progresivamente gas y carbón. Por eso, en 2020 decidieron desterrar el CPS y pasamos a los escenarios de Políticas Comprometidas, de Políticas Anunciadas, de Desarrollo Sostenible y finalmente de Cero Neto en 2050, cada uno de ellos siendo más estricto que el anterior en cuanto al descenso del consumo de combustibles fósiles. En 2018 estuvieron a punto de reconocer que el Peak Oil era inminente, lo cual no es una coincidencia con el hecho de que noviembre de 2018 marcó el máximo de producción de combustibles líquidos.

Imagen de Peak Oil Barrel, https://peakoilbarrel.com/may-world-and-non-opec-oil-production-flat/ 


Pero aceptar que un planeta que no es un plano infinito sino una esfera de 6366 kilómetros de radio (y por tanto enorme pero finita) es algo incompatible con la doctrina económica liberal. Así pues, a partir de 2020 el mantra de la AIE ha sido que no se estaba produciendo un pico de producción de petróleo, sino que era un pico de demanda. Es decir, no es que no se pueda extraer más, sino que en realidad no queremos más. De esa manera, se podía mantener la ilusión de que la demanda de energía podía seguir creciendo, simplemente siendo sustituida por cantidades masivas de energía renovable, dentro del modelo de Renovable Eléctrica Industrial (REI).

Han pasado algunos años más. El REI está fracasando estrepitosamente, por las mismas razones que señalábamos hace años y por más que los advenedizos de turno sigan intentando colocar su producto averiado. Alemania, Francia y Reino Unido están sufriendo una fuerte desindustrialización y sus economías renquean, y con ellas las de toda Europa. Alemania anuncia que rebajará sus ambiciones con la eliminación de los coches con motor de combustión interna. Y en EE.UU., Donald Trump está liquidando (con su estilo drástico y grosero) uno a uno todos los proyectos de transición renovable, pues también los EE.UU. tienen sus urgencias económicas. Básicamente, los países que lideraban la necesaria transición fuera de los combustibles fósiles han decidido que la economía va primero y es lo más importante, y por tanto quieren volver a los viejos, fiables y económicamente competitivos combustibles fósiles. Porque, a fin de cuentas y como la AIE no se ha cansado de repetir, el descenso de su producción era un pico de demanda, es decir, obedecía a una decisión. Consumíamos menos porque habíamos decidido consumir menos. Pues bien, se dicen nuestros líderes, ahora hemos cambiado de opinión y queremos consumir más.

Hay un problema, obviamente. Y es que no se había producido un pico de demanda. Lo que había pasado es que se había producido un pico de producción. Simplemente, los recursos que restan son cada vez más caros de extraer, tanto energética como económicamente. Simplemente por eso, no se puede evitar que su producción (es decir, la cantidad que se extrae cada año) entre en un proceso de descenso, de modo que año a año se extraerá cada vez menos petróleo ahora, y en unos pocos años les pasará lo mismo al gas y al carbón. De nuevo, la aberrante teoría económica hoy en día dominante piensa que todo es cuestión de inversión y de precio. Pero no es verdad. Si el rendimiento energético de los recursos extraídos no es lo suficientemente elevado, el precio de extracción es demasiado caro para que la sociedad se lo pueda permitir. Las empresas empiezan a cerrar y se entra en la peligrosa espiral de destrucción de demanda - destrucción de oferta que tantas veces hemos comentado. De hecho, el umbral máximo que puede soportar la economía no es tan elevado como se piensan tantos analistas: hace unos años se situaba en torno a los 120 dólares por barril de petróleo, pero en el deteriorado panorama económico actual es dudoso que se puedan soportar siquiera 100 dólares por barril. Y ni siquiera hace falta que el precio del petróleo se mantenga sistemáticamente elevado: basta con que lo haga un par de semanas para desencadenar la espiral de destrucción de demanda primero y de oferta después, y así nos mantenemos con precios relativamente bajos hasta el siguiente pico de precios. Llevamos viviendo eso desde 2008 y así seguiremos, y lo único esperable es que los ciclos (y su destrucción) se aceleren a medida que la producción de petróleo descienda.

En estas circunstancias, la AIE tiene una dificilísima papeleta. ¿Cómo explicará ahora que eso del pico de la demanda era mentira? ¿Cómo explicará que, en realidad, va a faltar petróleo primero, y luego gas y más tarde carbón? ¿Que no va a ser posible mantener el crecimiento económico? ¿Cómo conseguirá que los países occidentales acepten que, de una manera u otra, esto va a cambiar forzosamente, que el juego se ha acabado?

Y es en este contexto que la AIE acaba de publicar un informe especial que nadie se esperaba. Un informe con revelador título: "Las implicaciones de los ritmos de descenso de los campos de petróleo y gas". Un informe con el que la AIE espera allanar el terreno para las amargas píldoras que habrá que tragar los próximos años. Dada la importancia de este informe, he decidido escribir este post, analizando su contenido.

Comencemos por lo más básico: la palabra "pico" ("peak") y sus derivados aparece la friolera de 92 veces, y eso en solo 73 páginas de informe; y en todos casos, se refiere a pico de producción, nunca al pico de demanda (parece que estamos recuperando el tiempo perdido en los últimos años). Un vistazo rápido al informe muestra que estamos delante de un documento fundamentalmente técnico, con mucho análisis numérico (hasta mencionan cuestiones técnicas del lenguaje de programación usado en el análisis) y muy poca interpretación política.

El resumen ejecutivo marca las líneas maestras de lo que es este documento. Algunos mensajes clave:
 

  • Literalmente la primera frase del resumen ejecutivo: "El debate sobre el futuro del petróleo y del gas tiende a centrarse en las perspectivas de demanda, con mucha menos consideración concedida a cómo podría desarrollarse el cuadro del suministro". Y a continuación nos dicen que esa asimetría es un error y que en realidad la AIE lleva calculando los ritmos de caída de producción de petróleo y gas desde hace años. Como si no hubieran sido ellos mismos los que hubieran causado esta asimetría...
  •  "Aproximadamente el 90% de la inversión en upstream de petróleo y gas desde 2019 se ha dedicado a compensar las caídas de producción más que en alimentar el crecimiento de la demanda".
  •  En 2000 el petróleo convencional representaba el 97% de la producción, pero en 2024 su contribución se ha reducido al 77% (en el gas, al 70%). La mayoría de lo no convencional (por lo menos, lo que más ha crecido) es petróleo y gas de fracking (algo que como sabemos tiene los pies de barro).
  •  El ritmo de caída de producción de los campos de petróleo convencional es del 5,6% anual, mientras que para el gas convencional es del 6,8% (los ritmos de caída de los no convencionales llegan al 35% el primer año y un 15% anual los años siguientes, aunque en éstos la clave es la rápida sustitución de pozos). Esos son los ritmos de caída (denominados "descensos observados") si asumimos que destinamos el 90% de la inversión en upstream a compensar su caída: si se cortara esa fuerte aportación económica, el ritmo de toda la producción (no solo la convencional) caería al 8% anual para el petróleo, y del 9% en el caso del gas: éstos son los denominados "descensos naturales". Cabe decir que con esos ritmos de caída, la producción sería prácticamente testimonial en solo 10 años...
  •  Los ritmos de descenso natural se están acelerando. Y si nos atuviéramos solamente a los descensos naturales (es decir, se cortara en seco la inversión), la producción quedaría rápidamente concentrada en Oriente Medio y Rusia. Así de claro.
  •  Mantener la producción de petróleo y gas en los niveles actuales implicaría encontrar cada año nuevas reservas por 10.000 millones de barriles de petróleo y 1 billón de metros cúbicos de gas natural. Esto es más del doble de lo que se está encontrando ahora mismo.


Analicemos ahora los capítulos del informe. No entraré en todos los detalles, solo los más relevantes para los temas que quiero discutir.

Capítulo 1: Producción e inversión en petróleo y gas natural.

La primera figura habla por sí sola:



A pesar de las repetidas veces que encontramos informes que dicen que hemos sobrepasado los 100 millones de barriles diarios (Mb/d) de producción de todos los líquidos del petróleo, la AIE es clara: no, aún no hemos pasado ese umbral. Y eso teniendo en cuenta que esa categoría, "todos los líquidos del petróleo", es engañosa porque contiene un epígrafe, "líquidos del gas natural", que se utiliza mayoritariamente en la producción de plásticos y no en la de combustibles líquidos. De hecho, es claramente la categoría que más crece (en realidad, todo lo convencional declina) y sin los líquidos del gas natural la producción de líquidos mostraría una caída, a pesar del petróleo de fracking (la única otra categoría que crece de manera apreciable).

Cuando se separa por regiones, se ve claramente que lo único que evita que se desplome la producción es los EE.UU. La OPEP y Rusia aguantan más o menos el tipo, con una ligera caída, y el resto excepto EE.UU. están en franca caída. Cosa que ya sabíamos.




En el caso del gas natural, la situación es bastante peor en realidad, dada la absoluta dependencia en los efímeros pozos de gas de fracking. De hecho, sin su aportación la producción estaría prácticamente estancada desde 2010 y en declive desde 2020 (lo cual me recuerda un viejo post que escribí hace 15 años).

Un poco más tarde se analiza el ritmo de descubrimiento de nuevos yacimientos de petróleo y gas. Aquí la AIE utiliza uno de sus viejos trucos sucios, y en vez de presentar los hallazgos separadamente para el petróleo y el gas, los presenta conjuntamente, convirtiendo el gas en "barriles de petróleo equivalente". Tengan presente que, cuando se presentan de esta manera, el gas representa alrededor del 60% de los descubrimientos, y el petróleo el 40% restante. Creo que la gráfica es muy elocuente sobre la situación actual. En el período 2020-2024, los descubrimientos de petróleo deben estar por los 3000 millones de barriles anuales (cuando antes ya han dicho que deberían rondar los 10.000 simplemente para mantener la producción).


También muestra la AIE una gráfica sobre la evolución de la inversión en upstream (búsqueda, puesta en funcionamiento y mantenimiento de nuevos pozos) de petróleo y gas. De nuevo hay un par de trucos sucios: el consabido de mezclar gas y petróleo, y el de comenzar la gráfica en el año 2015, cuando 2014 es el año del máximo de inversión y de 2014 a 2015 se produjo una caída del 26%; aún así, se ve que la inversión actual está bien por debajo de la de 2015, pero obviamente se pretende transmitir una cierta (falsa) idea de estabilidad. 


Combinando esta gráfica con la anterior queda claro que la inversión está siendo cada vez más insuficiente, y que, al ser de peor calidad los yacimientos que quedan, cada vez se consiguen menos barriles nuevos con la misma inversión - lo cual es lógico, porque los yacimientos que quedan son cada vez peores y de acceso más complicado. Y se evidencia que la situación está peor en el caso del petróleo, pues si bien el 40% de los barriles encontrados son de petróleo, en cuanto al gasto en upstream el petróleo representa el 76% del total.

 

Es interesante ver también el gasto por región: en la actualidad, América del Norte (EE.UU., Canadá y México) es donde más se invierte, un 34% del total, bastante por encima del peso de su producción.

Capítulo 2: Ritmos de descenso observados y naturales de los yacimientos de petróleo y gas natural.

 
De nuevo, la primera figura habla por sí sola. "Post-peak" quiere decir yacimientos que ya han pasado su pico de producción y están disminuyendo; "ramp-up" son yacimientos que entraron en funcionamiento después de 2015 y aún no han llegado a su pico, y "legacy" son yacimientos anteriores al 2015 que aún no han llegado a su pico.
 

 

La inmensa mayoría de la producción proviene de  yacimientos de petróleo y de gas que han pasado ya su pico de producción (80% y 90%, respectivamente). Ésta es la situación que tenemos que manejar.

Y de eso va este capítulo, de dar muchas métricas del desastre. Se definen convencionalmente tres fases del declive: la fase 1 (del pico hasta el 85% de la producción), la fase 2 (del 85% al 50% de la producción) y la fase 3 (del 50% hasta el final de la explotación). Con esta definición, tabulan las tasas promedio de declive anual observado según diversas tipologías de yacimiento.

 

Como pueden ver, la tasas de declive observado aceleran a medida que avanzamos a fases más avanzadas del declive productivo. Por eso, cuando se dice que la tasa de declive observado promedio es del 5,6%, está claro que aún predominan los pozos en la fase 1; pero a medida que vayan envejeciendo, cada vez más pozos pasarán a las fases 2 o 3 y la tasa promedio de declive anual se disparará.

Los números promedio son semejantes para el gas natural (fase 1: 4,5%; fase 2: 11,5%; fase 9,7%), aunque su tasa promedio es algo mayor (6,8% anual), lo cual indica que tiene más pozos en fase 2, y también que la aceleración de su declive está más avanzada que en el caso del petróleo.

Hay muchos más análisis interesantes en este capítulo, pero no me detendré ahora en ellos.

Capítulo 3: Implicaciones de las tasas de declive en la producción, inversión y seguridad energética.

Como en cada capítulo, la primera figura habla por sí sola. Así evolucionaría la producción de petróleo y gas si se detuviera la inversión en upstream, es decir, si se la dejara caer a sus tasas de declive naturales:

 

Como pueden ver, a la vuelta de 25 años la producción de petróleo y gas natural sería prácticamente marginal. Lo cual es obviamente malo; pero además, como nos explican, debido a que cada vez se explotan más yacimientos de petróleo y gas no convencional, que duran poco y cuya producción decae más deprisa, los ritmos de caída natural están empeorando con el tiempo. Básicamente, que cada vez cuesta más simplemente mantener una producción constante.

 

 

Han analizado también cómo evolucionaría la situación si se invirtiera de la mejor manera posible en los campos existentes y en todos los que ya están aprobados pero no explotados. La cosa mejora, pero no crean que es para tirar cohetes. La conclusión es clara: no basta con mantener lo que hay, no basta con explotar lo que ya se conoce. Hay que encontrar nuevos yacimientos, y a mansalva (y cada vez más rápido).

 

Después, analizan en qué nivel se tiene que mantener la inversión en upstream para que la producción no caiga. La conclusión es que si nos mantenemos en los 500.000 millones de dólares al año actuales, hasta 2050 la producción de petróleo y gas natural subiría un poco. Es interesante la gráfica que dan sobre cuál sería el nivel de producción según diferentes escenarios de inversión, entre 0 y 500.000 millones de dólares anuales. También es importante hacer notar que esa gráfica asume que el ritmo de declive es constante (lo que no es cierto).

  

Y al final ésta parece ser la conclusión que quieren transmitir con este informe: que se puede conseguir una cierta estabilidad durante los próximos 25 años, con tal de mantener un nivel de inversión de alrededor medio billón de dólares anuales. 

Es una lástima que el informe acabe así, con esa conclusión.  Por supuesto, falta en este análisis una mejor comprensión de la geología de los yacimientos, puesto que en el fondo se asume que los yacimientos van a aparecer simplemente si se pone más dinero. En realidad, como muestra su gráfica de descubrimientos, a pesar de mantenerse el nivel de inversión cada vez se encuentra menos petróleo y gas. Simplemente, porque cada vez queda menos, accesible y fácil de explotar.

La AIE, con este informe, se ha cubierto las espaldas, como es su costumbre. Ellos ya han avisado del problema del declive productivo, y han dado la receta para evitarlo: hay que invertir más dinero, y por lo menos medio billón de dólares. Por lo menos, porque como ellos mismos advierten, los declives van a empeorar en los próximos años.

Vamos a ver cómo se presenta el WEO de este año, al final. Pero seguramente vamos a encontrar algunas sorpresas. Por lo pronto, vayan preparando la cartera, porque al final pagaremos por ese petróleo, tanto si se pone la inversión en upstream como si no se pone.

Salu2.
AMT