viernes, 21 de junio de 2019

Una paradoja extraña… el petróleo arde (I)


Queridos lectores:

Edgardo Farías nos ofrece esta semana la primera de dos entregas, en las que analizará la situación geopolítica de los 10 principales productores de petróleo del mundo, con el objetivo de hacer más comprensible cuáles son los riesgos que nos esperan en los próximos años. Un análisis muy detallado que creo que ofrece muchas pistas sobre cosas que ya están pasando y algunas otras que se irán desarrollando en los próximos años.

Les dejo en las capaces manos de Edgardo.


Salu2.
AMT

Una paradoja extraña… el petróleo arde (I)
 

“Ha habido en el mundo tantas pestes como guerras y sin embargo, pestes y guerras cogen a las gentes siempre desprevenidas.”
Albert Camus. La Peste.


La paradoja que enuncia el título de este post es, per se, extraña; claro, porque lo que esperamos es, precisamente, que el petróleo arda. Ignición y combustión que mueva pistones y engranajes, ruedas y motores… ¿Qué es el petróleo sino esencialmente combustible?…¿dónde está entonces la extraña paradoja de la que hablo?…¿existe acaso?

Entendemos el peak oíl como un fenómeno, presente o futuro (cada uno sacará sus cuentas y hará sus apuestas) que se compone de dos o tres tesis básicas y lógicas, cuales son: estamos llegando a un punto -o lo hemos traspasado- en que la producción de petróleo comenzará a declinar y luego, dicho declive provocará, naturalmente, el declive del sistema social que este sustenta. Ahora bien, por lo visto, ni lo uno ni lo otro ha sucedido (al menos aparentemente); al contrario, la producción de petróleo aumenta y el mundo crece y en esa paradoja se hunde la negra esperanza picolera. Por los mismos días en que escribo este post, se discute en Foro Crash Oil la inminente llegada a la mítica cifra de los 100 millones de barriles diarios de producción. Una paradoja, sí, pero no de la que hablo.

 Decir que Chile no es un gran país; sin embargo, goza (eventualmente) de ciertas características que pueden parecer o bien admirables o bien queribles, o sencillamente positivas cuando se habla de un país: orden y estabilidad. Será otro momento para hablar de lo que puede ocultar ese orden y estabilidad (que en Chile se resume en una frase chovinista donde las haya “las instituciones funcionan” y que, desde la perspectiva social más crítica, no es sino aborregamiento y sumisión). Pero en fin, si vemos este país desde afuera, muy posiblemente veamos un país estable y regulado, donde las instituciones funcionan… algo de eso reverbera y replica cuando hablamos de países como Uruguay, Suiza, Bélgica, Suecia, Singapur, Finlandia, República Checa, Eslovenia, Taiwan, Japón, Irlanda, España y Argentina, entre otros; todos ellos enquistados en el tramo superior de la tabla de países con mejor índice de calidad de vida. De hecho, todos los países que he mencionado -y aún algunos más- tienen algo en común, puestos más, puestos menos: todos se encuentran entre los 40 países con mejor calidad de vida del planeta, o sea en el cuarto superior de la tabla, ¿interesante o no? Sin embargo, no es lo único que tienen en común, porque lo otro que comparten es que, bueno, ninguno de los países anteriormente nombrados producen petróleo ni siquiera para llenar un Zippo (la producción de petróleo de la mayoría de ellos es cero y en otros con producciones meramente simbólicas)…y esto sí que es un paradoja extraña, porque si efectivamente las tesis picoleras son ciertas, estos países deberían ser los primeros en la lista de países sacando pasajes a Caos-Land. Claro, uno puede considerar que ciertos países de los países nombrados tienen una que otra  ventaja comparativa; desde que pertenecen al “primer mundo”, la calidad cultural e institucional de su gente o la fortaleza de la maquinaria del estado; sin embargo, otros, como Chile en este caso, que no tienen ni más ni menos virtudes que cualquier otro país del globo y que no tiene petróleo ni para encender una lámpara de mesa, debieran estar ya sufriendo, en carne propia, la inexorabilidad oscura de las premisas picoleras… y no es así. Sin duda también esta es una paradoja que valdría la pena analizar con calma y detenimiento, seguro algo se puede sacar en limpio de su estudio, pero no será en este post; tampoco es esta la paradoja de la que quiero hablar, sino, precisamente, de su antítesis, la paradoja de los países que tienen petróleo, mucho petróleo.

Claramente el peak oil es un fenómeno controvertido, se discrepa sobre su alcance, sus consecuencias, incluso sobre su existencia, pero en lo que no hay discrepancia es que el petróleo no crece en los árboles y que julios más o julios menos es nuestra principal y más crítica fuente de energía. Se puede negar el peak oil pero no la escasez evidente y creciente de petróleo. Luego, lo que deberíamos estar haciendo en este mismo instante, en un esfuerzo mancomunado y planetario,  es cuidar el petróleo como un primor hasta que podamos realizar nuestra tan anhelada (y obligada) transición energética. Por múltiples razones la lógica picolera “países con menos petróleo países con más problemas” no se cumple (por ahora); pero tampoco se cumple su contrapunto “países con más petróleo países con menos problemas” y el incumplimiento de esta premisa ya no es solo paradójica sino que, potencialmente, catastrófica. Y pregunto ¿qué panorama nos depara una mirada a la situación geopolítica de los países de la OPEP que en conjunto producen alrededor del 40% del petróleo que se consume diariamente en el planeta? ¿O qué nos depara la mirada geopolítica de los 10 mayores productores de petróleo del mundo que en conjunto producen el no despreciable porcentaje del 50% del petróleo mundial?  La situación es, por decir lo menos, preocupante.

Antes de comenzar este análisis me es necesario hacer un par de prevenciones. La primera es que el presente post lo comencé hace unos cuantos meses por lo que no es improbable que el lugar que alguno de ellos ocupa, según su producción, haya variado al día de hoy; lo anterior, creo, no le quita mérito a la lectura general que en este análisis se pretende hacer. La segunda es que, la base de este post está compuesto, por la información disponible en la red; tomando como única precaución el recoger los textos que me han parecido más objetivos al momento de incluirlos en el presente texto. Dicho lo anterior, entremos en vereda.

Décimo Lugar. Brasil: (Producción aprox. 2.600.000 de barriles diarios) es el décimo mayor productor desplazando en ese puesto a la complicadísima Venezuela. Brasil es la octava economía del mundo y el país era comparado con una gran ballena. De movimientos lentos, sin cabriolas ni grandes sorpresas. Sin embargo, después de una década de bonanza económica, en el último lustro un conjunto de eventos políticos, económicos y sociales han marcado profundamente esa visión tradicional del Brasil. La destitución de una presidente, el procesamiento y la cárcel para otro mandatario, así como de decenas de políticos y empresarios de gran poder. Lo anterior acompañado de la peor recesión de su historia en 2015 (-3,8% del PIB) y 2016(-3,6%). Esta crisis política-económica ha tensionado a la sociedad brasileña, sin duda, pero en muchos aspectos aún está lejos de ser un estado fallido o un país ingobernable. Luego, aunque estable, Brasil está complicado para mantener su producción de petróleo y gas natural, cuyo 60 % corresponde a pozos pre-sal ubicados en aguas ultra profundas. La producción de petróleo del año 2018 cayó un 1% respecto del año 2017. En ese mismo orden de cosas, se espera que este 2019 el mayor pozo pre-sal (Campo de Lula) alcance su pico con una media de producción de 500.000 barriles diarios.

Noveno Lugar. Kuwait: (Producción aprox. 2.800.000 de barriles diarios). Kuwait es una monarquía constitucional con un sistema de gobierno parlamentario​ y su capital económica y política es la ciudad de Kuwait. El país es considerado uno de los más liberales de la región. Cuenta con la quinta mayor reserva mundial de petróleo, un recurso natural que en la actualidad supone el 87% de sus exportaciones y el 75% de los ingresos de su gobierno. Los Estados Unidos lo han designado aliado importante extra-OTAN. ​ Kuwait, además, es un país miembro del Consejo de Cooperación del Golfo (CCG) donde los chiíes son percibidos como potenciales agentes extranjeros al servicio de Irán y sufren discriminación y represión; sin embargo, en Kuwait, emirato con un 30% de chiíes, se produce una de las excepciones más notables. Allí la dinastía gobernante, de confesión suní, se ha apoyado tradicionalmente en los chiíes para mantener el poder y el equilibrio entre los distintos sectores sociales, una clara muestra de que la narrativa de un conflicto irresoluble entre suníes y chiíes no se ajusta, necesariamente a la realidad de Oriente Medio. Kuwait, situado a medio camino entre Irán y Arabia saudí, entiende que está obligado a coexistir y entenderse con ambos.

El clima es un factor que limita el desarrollo de la agricultura. Como consecuencia, con la excepción del pescado, depende casi por completo de las importaciones para la comida. Igualmente, el 75% del suministro de agua tiene que ser desalada o importada. Kuwait está formado principalmente por desiertos, con pequeñas diferencias de altitud. Es el único país del mundo sin lagos o reservas de agua naturales, con la vulnerabilidad que ello representa.

Octavo Lugar. Emiratos Árabes Unidos. (Producción aprox. 2.900.000 de barriles diarios). Los Emiratos Árabes Unidos corresponden a una federación de siete estados (emiratos) constituidos como monarquía federal: Abu Dabi, Dubái, Sarja, Ajmán, Ras al-Jaima, Umm al-Caiwain y Fuyaira, que son regidos cada uno por su emir (título nobiliario de los jeques) con poderes específicos. El gobierno central lo detenta el Consejo Supremo, formado por los siete emires, el presidente del país suele ser el emir de Abu Dabi, y el primer ministro, el emir de Dubái. EAU. Zayed bin Sultan Al Nahyan fue la figura central de EAU desde su creación en 1971. Su liderazgo dotó a la política nacional emiratí de unas pretensiones y un perfil diplomático concreto, señalando las tendencias sobre las que construir el futuro de la nación. Fue el jeque Zayed, hasta su fallecimiento en 2004, quien hizo hincapié en la diversificación económica y la importancia en ganar peso geopolítico en clave diplomática y poder blando. Sin embargo, al fundador de la nación, le sucedió su hijo, Mohammed bin Zayed (MBZ), quien en principio siguió la línea iniciada por su padre, pero ha virado luego la postura de EAU respecto a ciertos temas en su política exterior, como el enfoque hacia el conflicto palestino-israelí o la intervención militar en Yemen. Es, precisamente, la implicación militar en este último país lo que ha puesto en evidencia la permuta en la estrategia geopolítica de los EAU, la referida participación militar encierra unos intereses más amplios que la confrontación por las áreas de influencia con Irán.

La guerra en Yemen ha destapado el peso y las ambiciones geopolíticas de Emiratos Árabes Unidos, hasta la fecha aparentemente a la sombra de Riad; mismas que apuntan al Golfo Pérsico como primer radio de influencia, pero que no se limitan a la península arábiga. Su intervención en la guerra civil yemení esconde el anhelo por aumentar la prerrogativas en los puertos de la costa oriental africana y ciertos enclaves del Índico; una evidencia de que su proyección no es la de un actor secundario. Un estado hasta entonces más conocido por proyectar atributos de ponderador, hoy es uno de los países que más desembolsa en defensa del mundo (4,8% del PIB), y uno de los agentes regionales con más presencia en la zona: los puertos en los que los Emiratos tienen intereses son prueba de una política regional más intervencionista, de la que quedó constancia al contrarrestar los levantamientos en Bahrein en marzo de 2011. Hoy sus zonas de influencia al sur de Yemen, y los puertos y bases militares a lo largo de la costa oriental de África – Barawe, Mogadishu, Bosaso (Somalia), Berbera (Somalilandia, Somalia), y Assab (Eritrea) – dejan pruebas claras del giro en la política exterior emiratí.
 

Yemen también ha servido para comprobar las disonancias estratégicas entre Arabia Saudí y EAU, especialmente dada la disposición del primero a tratar con Islah, la versión yemení de los Hermanos Musulmanes; una línea roja para Abu Dabi, que se ha centrado en apoyar los movimientos secesionistas del sur. Cuando el Consejo Transicional del Sur (CTS), respaldado por los Emiratos, se hizo con el puerto de Adén a finales de enero del 2018, quedó reflejada la independencia con que está obrando EAU. Esta organización militar secesionista que pide la división del Yemen en dos estados, Norte y Sur, tardó tan solo dos días en arrebatar el puerto de las manos del gobierno reconocido internacionalmente, que llevaba casi dos años controlándolo. El hecho de que Emiratos respalde al CTS no sólo demuestra que este Estado del Golfo está dispuesto a diferir de la coalición saudí, sino que también, en algunos sentidos, está superando a sus aliados de la coalición sobre el terreno. Así, la guerra en Yemen ha descubierto la influencia real de EAU; unas preferencias no tan supeditadas a la diplomacia y al poder blando como la comunidad internacional había percibido hasta la fecha, y que también prueban que Riad y Abu Dabi pueden tener agendas parecidas, pero estrategias divergentes. La guerra civil ha puesto de relieve las discrepancias entre los dos Gobiernos, un hecho con peso suficiente para marcar un precedente hacia un distanciamiento más marcado. La costa oriental de África bien puede resultar una zona en disputa a medio y largo plazo, donde las esferas de poder saudí y emiratí aspiran a asegurar en Etiopía una fuente crucial de alimento, y en Djibuti y Somalia sus correspondientes líneas de aprovisionamiento.

Sin embargo, se suele pasar por alto que las capacidades militares emiratíes siguen dependiendo de la presencia de mercenarios. Desde finales de la década de los 2000, el país ha estado construyendo un ejército de mercenarios liderado por Erik Prince, el fundador y propietario de la empresa estadounidense Blackwater Worldwide. Prince, cuya organización se vio obligada a desplazarse desde Estados Unidos a Abu Dabi tras su controvertida actuación en Irak, recibió un contrato de 529 millones de dólares de Bin Zayed para construir este ejército de mercenarios de élite e instruirles personalmente. Pero, ¿qué futuro le aguarda a un país protegido por un ejército de mercenarios extranjeros a los que no les importa la situación de la población civil, y con ambiciones e intereses que no necesariamente son los objetivos de la coalición del Golfo ni siquiera del estado que los contrata? Esta “pequeña Esparta”, como se la ha denominado, cada vez parece más un campamento de mercenarios de corte occidental que un Estado independiente capaz de resistir la supuesta amenaza iraní ni, mucho menos, cualquier otra amenaza.

Séptimo Lugar. Canadá: (Producción aprox. 3.700.000 de barriles diarios). Canadá cuenta con más de 175 mil millones de barriles de crudo extraíble, de acuerdo a los datos de 2010 de BP. Sin embargo , como sabemos, el crudo canadiense es pesado y viscoso y extraerlo puede costar más de US$60 por barril. El producto obtenido es betún o bitumen, rico en crudo, que debe ser separado de las arenas de alquitrán, o como el gobierno canadiense prefiere llamarlas, arenas de petróleo. A diferencia del crudo que se extrae en pozos petroleros, el bitumen requiere una operación de minería a cielo abierto, en la que grandes extensiones son lavadas con una mezcla de agua y sustancias químicas para separar el betún de una mezcla de arena y arcilla. Son ingentes las cantidades de agua que se requieren para extraer y procesar el bitumen en comparación con el petróleo convencional. Además, extraer el betún y procesarlo, es una operación altamente intensiva desde el punto de vista energético. Por tanto, la producción canadiense está lastrada por ingentes costos energéticos, económicos y medioambientales; lo que en definitiva define la capacidad del país para aumentar, o incluso mantener su producción, con miras a un escenario global de eventual escasez. 
 

En lo geopolítico, Canadá, como todos saben es un estado pacifico hasta el aburrimiento. Sin embargo, lo anterior, no ha impedido que actué como consorte de los Estados Unidos, dentro del contexto OTAN, en la invasión a Afganistán. Que, igualmente, Canadá ya esté involucrado en el norte de Irak contra el Estado Islámico; que tenga presencia militar en Malí; presencia en Letonia contra los rusos, nuevamente bajo el paraguas de la OTAN. Por último, el año 2018, bajo el gobierno conservador de Stephen Harper, aviones caza CF-18 canadienses participaron en bombardeos aéreos en Siria como parte de las operaciones de la coalición militar internacional contra el grupo armado Estado Islámico (IS) en ese país e Irak .

Sexto Lugar. China: (Producción aprox. 3.800.000 de barriles diarios). Decir que la expansión mundial de China hace que compita de forma directa, en sus respectivas zonas de influencia, con todas las potencias existentes: con Rusia en Asia Central, India en el sur de Asia, EE UU en América Latina, los europeos en su propia casa y con todo el mundo en África. Pero desde una perspectiva meramente terrestre, la influencia china en su frontera septentrional (Mongolia) se ve limitada por la potencia rusa (Siberia), mientras que en el oeste choca con la competencia de India, que es bastante ruda en todo el subcontinente. Lo anterior tiene como consecuencia directa la urgencia china por hacerse de una salida marítima expedita, soberana y segura. Así, aunque los conflictos anteriores son de interés para un análisis geopolítico integral, nos enfocaremos en el más latente y, por tanto, el más volátil de todos ellos…el conflicto marítimo.

El Mar de China Meridional tiene un valor estratégico crucial para las economías que tienen costas sobre él. Tanto su valor en recursos como su centralidad como vía de comunicación, son elementos que juegan un rol fundamental al momento de comprender los ejes de este conflicto y, particularmente, el dogma de Pekín con respecto al mismo, esto es que se trata de un mar interior bajo autoridad china. Esta región es la segunda ruta comercial marítima más importante del mundo, ello por el flujo de bienes que la atraviesan con destino a las mayores economías asiáticas. A través de las rutas que atraviesan el Mar de China Meridional, Corea del Sur obtiene el 65% del petróleo que importa del mundo, Japón y Taiwán obtienen el 60% y China el 80% del total de su abastecimiento. De allí que el control del territorio marítimo que atraviesan estas vías sea considerado de interés nacional para el gobierno chino y que su reclamo se extienda al 90% del territorio marítimo que lo compone. Los dos archipiélagos más extensos de la zona disputada son las islas Spratly –reclamadas total o parcialmente por China, Brunei, Malasia, Filipinas y Vietnam– y las islas Paracel que China, Taiwán y Vietnam reclaman en su totalidad. China, incluso, ha reivindicado posesiones históricas más al norte, contestando de manera muy activa el control ejercido por Japón sobre el pequeño archipiélago de Senkaku/Diaoyu (con el envío a la zona de navíos y aviones, la creación de zonas de exclusión aérea entre otras), esto con el fin de probar, al mismo tiempo, los medios de resistencia de Tokio y la determinación de EE UU. Pekín ha construido pieza a pieza siete islas artificiales que albergan actualmente importantes instalaciones -pistas de aterrizaje, baterías de misiles tierra-aire y antinavales, hangares fortificados, radares, sistema de distorsión de las comunicaciones- que en conjunto constituyen un complejo militar coherente que controla toda aproximación desde todos los puntos cardinales. Allí ya han aterrizado bombarderos estratégicos H-6K (con capacidad nuclear), un gesto político en respuesta a los B-52 de EE UU. Así la militarización del mar de China Meridional es una realidad, y lo es en beneficio de China. Sin duda, Pekín, no puede prohibir el paso a la VIIª flota de EE UU y bloquear el tránsito internacional, pero Washington tampoco puede hacer retroceder la presencia china sin poner en marcha un conflicto de muy alto voltaje. Asimismo el dispositivo militar internacional de China progresa a un ritmo acelerado. Su capacidad naval se refuerza continuamente. Pekín multiplica los acuerdos por los que se autoriza a sus buques de guerra a atracar en puertos extranjeros (a efectos de avituallamiento, reparación, etc.). Participa de modo importante en operaciones de mantenimiento de la paz de la ONU con 35.000 soldados (cifra del 2015), que constituye un despliegue blando y lleva a cabo sus propias maniobras de evacuación de sus nacionales en zonas de crisis (como en Yemen).
 

Así, las acciones del gobierno de Pekín para consolidar su presencia en el territorio disputado en el Mar de China Meridional se han intensificado desde la última década. La política china hacia el territorio ha demostrado su escasa voluntad de diálogo con las partes en disputa, ya sea en ámbitos bilaterales o multilaterales Desde la construcción de islas artificiales sobre bancos de arena que quedaban cubiertos con la marea, hasta la instalación de plataformas petroleras en aguas disputadas –y hasta dentro de la plataforma continental de otros Estados–, las actitudes del gigante asiático ponen en evidencia su férrea decisión de hacer prevalecer su interés territorial, incluso a través de acciones dudosamente pacíficas. Luego, el Mar de China Meridional se está convirtiendo paulatinamente en un escenario en ebullición que, a pesar incluso de la intervención de la Corte Internacional de La Haya, está mostrando que las diferencias de poder y de capacidad militar, así como de potencia económica, pueden imponerse incluso a los fallos judiciales internacionales adversos. En suma, el conflicto por el Mar de China Meridional se ha convertido en pocos años en un conflicto internacional donde, además de disputas regionales, comienza a observarse un enfrentamiento entre poderes mundiales. El devenir de los acontecimientos es incierto, aunque puede vislumbrarse que no tendrá una solución diplomática en el corto plazo. En ese escenario es de prever que China continuará avanzando de hecho sobre el territorio –con o sin fallos adversos– sobre las bases de su supremacía de poder económico y militar en la región.

Quinto Lugar. Irán: (Producción Aprox. 3.800.000 de barriles diarios). La historia contemporánea de Irán comienza el año 1925 en que llega al poder Reza Pahlaví, quien en 1941 abdicó en favor su hijo el Shah  Mohammad Reza Pahlaví. En 1953, el primer ministro Mohammad Mosaddeq fue expulsado del poder al intentar nacionalizar los recursos petrolíferos, en un golpe de estado orquestado por británicos y estadounidenses. La situación no era azarosa: Irán, uno de los países mejor situados desde el punto de vista geográfico, ha sido siempre un blanco para las grandes potencias coloniales (situación que se replicó luego en la Guerra Fría, fue el propio Estados Unidos quien se dio de la importancia de Irán como frente estratégico para defender el Gran Occidente). Luego de protestas iniciadas en los años 1977 y 1978, el shah huyó de Irán en enero de 1979, al tiempo que Ruhollah Jomeini volvía del exilio para convertir a Irán en una república islámica. Los siguientes 8 años Irán se vio envuelto en una sangrienta guerra con su vecino Irak, que costó un millón de muertos a ambas naciones. Después del ataque del World Trade Center, 9/11 el presidente George W. Bush incluyó a Irán en el llamado eje del mal.  Desde ese momento Irán, como todos en esa parte del globo, fue alcanzado por su destino…los EE.UU se instalaron militarmente en la frontera oriental y occidental del país persa, el año 2001 con la invasión a Afganistán y el año 2003 con la invasión a Irak. Serán, sin embargo, esas mismas acciones las que harán adquirir a Irán una dimensión de potencia regional, esto al eliminar a sus rivales ideológicos, los radicales talibanes suníes en Afganistán, pero particularmente a Sadam Husein en Irak, con el subsiguiente vacío de poder en la zona.

Las razones por las cuales Irán se involucra en la guerra de Siria son de variado orden. La primera de ellas es la abierta enemistad entre Irán e Israel. La República Islámica ha acusado al Mossad y a EE.UU. de estar detrás de una serie de ataques contra los científicos que trabajaban en su programa nuclear. Mientras, desde Israel, el Primer Ministro Benjamín Netanyahu y sus halcones llevan realizando una campaña de presión sobre EE.UU., la UE y su propio ejército para disponer un cada vez menos eventual sobre las instalaciones nucleares iraníes. En ese escenario Irán percibe un peligro existencial inmediato. Si en Damasco se lograse consolidar un Gobierno favorable a Arabia Saudí, este no apoyaría a Hezbollah. Es decir, la organización quedaría aislada en Líbano lo que aumentaría la viabilidad de un ataque de la fuerza aérea de Israel contra Irán. Si, alternativamente, la caída del régimen sirio es sucedida por el establecimiento duradero de un estado de caos, la estabilidad de Líbano y de Iraq podría verse comprometida, lo que amenazaría la propia estabilidad de Irán.

Irán ha logrado establecer en Siria una infraestructura militar importante. Ha construido y entrenado a milicias chiitas compuestas por miles de combatientes y ha enviado a asesores de su poderosa Guardia Revolucionaria a bases militares sirias. Irán ha fortalecido también sus vínculos con aliados chiitas en Irak, que junto al apoyo a Hezbollah constituyen, eventualmente, un frente unido en caso de una guerra en la zona (la conocida “media luna chií” o “corredor iraní”, conceptos que definen la zona de influencia chií en Oriente Medio y que representa el eje de dominio que va desde Irán al Líbano pasando por Irak y Siria). Fuentes objetivas señalan Irán ha desplegado alrededor de 20.000 efectivos, ejército regular, guardianes de la revolución, milicias shiiies, y efectivos de Hezbollah , que no obstante ser libaneses actúan bajo la égida de los persas.

Cuarto Lugar. Irak: (Producción Aprox. 4.600.000 de barriles diarios). Al final del s. XIX, Gran Bretaña y Alemania eran rivales en el desarrollo comercial de Mesopotamia; los británicos estaban interesados en Irak porque era una ruta terrestre directa a la India. De hecho, después de la Primera Guerra Mundial, el país pasó a estar bajo mandato británico (1920). El interés de los británicos por esta zona era doble: por un lado, la explotación del petróleo y, por otro, la construcción de una línea de ferrocarril desde Europa, pasando por Turquía, al Golfo Pérsico. Los británicos impusieron una monarquía hachemita, y definieron las fronteras territoriales de Irak con correspondencia con las fronteras naturales y teniendo en cuenta algunas tribus y asentamientos. En 1929, se crea la Irak Petroleom Company (IPC), que según el acuerdo angloiraquí de 1930 (que ponía fin al mandato británico) obtenía la autorización para la explotación de la mayoría del subsuelo del país (en 1938 esta autorización se extendió a todo el subsuelo).  En 1932 finalizó el mandato británico e Irak accedió a la independencia de la mano de Londres. 

Entre 1932 y 1958 se sucedieron diversas insurrecciones, golpes de estado y rebeliones de minorías (los kurdos, en agitación permanente, los asirios, los chiítas), todas ellas sofocadas por el ejército, que cada vez tendrá mayor protagonismo. A pesar de la represión, el gobierno no pudo evitar el crecimiento del descontento popular, que cada vez iba a más de la mano de las organizaciones nacionalistas y de izquierdas (baasistas, comunistas, nasseristas). Durante estos años una serie de acontecimientos hicieron crecer entre la población un sentimiento de oposición a la continuidad de la monarquía y a la alianza con occidente. El primero de estos acontecimientos fue la renovación del acuerdo de los británicos con la Irak Petroleom Company (IPC) en 1952. Un año después, en 1953, el rey Faisal II, después de cumplir los dieciocho años, decide continuar con la opción de occidente (especialmente de los EUA), y en 1954, Nouri As-Said (primer ministro desde 1929), prohíbe todos los partidos políticos. Finalmente, la entrada de Irak en el Pacto de Bagdad (1955) acabó de encender el país. El Pacto de Bagdad fue firmado en febrero de 1955 con el patrocinio de los EUA, establecía una alianza militar entre Irak y Turquía a la que, más tarde, se unirían la Gran Bretaña, Pakistán e Irán. De esta manera, la región de Oriente Medio entraba de lleno en la guerra fría.
 

El 14 de julio de 1958, un golpe de estado llevado a cabo por oficiales nacionalistas y de izquierdas, que contaban con un amplio apoyo popular, puso fin a la monarquía e instauró la república, ejecutando al rey Faisal II, al príncipe y Nouri As-Said.  El hombre fuerte de la nueva etapa fue el general Kassem. Kassem concentró en su persona los cargos clave del poder y pasó a dirigir el país como primer ministro, ministro de Defensa y jefe de las fuerzas armadas. En esta misma línea, el General Kassem favoreció la consolidación del "Frente Nacional Unificado", que agrupaba comunistas, chiítas y kurdos. El Frente se convirtió en el principal adversario de las posiciones baasistes, representadas en el poder en la figura de Abdel-Salem Aref, viceprimer ministro, ministro del interior y segundo general en jefe de las fuerzas armadas. Esta situación provocó un fuerte aumento de la tensión entre las dos tendencias y un progresivo desplazamiento del poder de los baasistas. Finalmente, en febrero de 1963 triunfó un nuevo golpe de estado de orientación baasista. El coronel Abdel-Salem Aref fue nombrado presidente provisional de la República, y Kassem juzgado y ejecutado. A partir de este momento los hermanos Aref (cuando Abdel Salem murió en un accidente de avión, en abril de 1966, fue substituido por su hermano Abdel-Rahman) inaugurarán un corto mandato que durará hasta el golpe de estado de julio de 1968 (llamado "la Revolución de 1968" por las actuales autoridades iraquíes).

Ya en 1979 Sadam Hussein asumió un poder absoluto del país y, al año siguiente, lanzó una ofensiva militar contra Irán que, como señalamos, dio pie a 8 años de guerra. En 1990, tras llegar al fin del conflicto con Irán, se desató la Guerra del Golfo, esto cuando Sadam Hussein ordenó invadir Kuwait. Una coalición de tropas internacionales de 34 países lanzan, en enero de 1991, la Operación Tormenta del Desierto. En 2003, en el contexto internacional surgido tras los atentados del 11 de septiembre de 2001, el gobierno norteamericano y sus aliados acusaron al régimen de Husein de poseer armas químicas y de destrucción masiva, motivo que dio lugar a la Guerra de Irak, llevada a cabo por una nueva coalición internacional. La caída de Saddam Hussein implicó un enorme vacío de poder regional. En el plano interno, el fin del régimen del Ba’ath supuso una pérdida de influencia de los sunníes y un ascenso de los chiitas, que conforman un sector mayoritario de la población y que, aunque divididos en diversas organizaciones políticas y milicias, lograron imponer su peso demográfico en los primeros procesos democráticos de Irak. El Irak pos-Saddam se convirtió en un escenario adverso para los intereses de Arabia Saudí. Los aliados locales de los saudíes quedaron marginalizados y la guerra contra el Estado Islámico dio origen a la proliferación de decenas de milicias chiitas, constituidas para defender los santuarios del chiismo en Irak y Siria.

Respecto a Irak, el país que suscita este análisis cabe advertir que apenas en este 2018 se logró zafar de las garras del yihadismo al recuperar del Estado Islámico las amplias porciones de territorio que controlaba: las provincias de Al Ambar, Saladino, Nínive, Diyala y Kirkuk, entre otras. En otro frente, la posibilidad de un Estado kurdo soberano ya está abriendo nuevos amagos de guerra. En Irak, como en Siria, los kurdos aprovecharon sus victorias contra Dáesh para ganar territorio, con enclaves tan importantes como la ciudad petrolera de Kirkuk y Mosul. Eufóricos, los kurdos iraquíes llegaron a celebrar en septiembre de 2017 un referéndum para decidir la independencia respecto de Irak y constituirse por fin como Estado. Pero fue una decisión precipitada: apenas un mes después, el ejército iraquí —con ayuda de Irán— retomó Kirkuk y obligó a los kurdos a replegarse hasta sus posiciones iniciales, esto es, la autonomía reconocida como kurda en la Constitución iraquí de 2005.

Todo lo anterior, claramente, no implica paz en Irak, puesto que permanecen distintas facciones alzadas en armas, gran parte de la población está desplazada o vive en situación crítica, se mantiene en su territorio la enemistad entre las dos sectas mayoritarias del Islam, la sunita y la chiíta —actualmente en el poder—, y los kurdos quieren aprovechar la coyuntura de debilidad en el país para independizarse. Apenas así se puede ver alguna esperanza ahora, aunque todo siga siendo un peligroso coctel que en cualquier momento puede recrudecer las hostilidades.



…y así hemos llegado al análisis, espero objetivo, de la situación geopolítica de 7 de los 10 mayores productores de petróleo… el panorama no es particularmente halagüeño y según parece pintan bastos.


Edgardo Farías. Parroquiano

 

No hay comentarios:

Publicar un comentario

La sección de comentarios de este blog ha sido clausurada por ser imposible su gestión. Disculpen las molestias. Pueden seguir comentando en el Foro OilCrash: http://forocrashoil.blogspot.com.ar/

Nota: solo los miembros de este blog pueden publicar comentarios.