Queridos lectores:
Hemos discutido ya varias veces en este blog sobre la obsesión de los industrialistas en que su modelo de transición energético es el único válido y aplicable, y que todos los que señalamos sus deficiencias y limitaciones somos como mínimo derrotistas y posiblemente tenemos, a su modo de ver, algún tipo de tara mental. Esta gente, por supuesto, no entran nunca a discutir la sustancia técnica de las pegas señaladas, entre otras cosas porque su formación tampoco les permite, en muchos casos, entender de qué problemas se hablan, menudeando en el colectivo industrialista gente del ámbito de las humanidades y no siendo tan frecuentes las personas formadas en las ciencias naturales. Es cierto que en este colectivo encontramos también cierta cantidad de ingenieros, todos ellos trabajando para empresas del sector, pero éstos tampoco entran en la sustancia de las críticas y prefieren distraer la atención con otros datos no pertinentes a las cuestiones suscitadas, entre otras cosas porque son bien conscientes de que las críticas son ciertas y pertinentes. De hecho, conozco no pocos ingenieros que han trabajado en el sector y que lo han abandonado por una elemental cuestión de ética profesional y personal.
Viene esto a colación por el hastío que me ha producido leer el enésimo artículo, firmado por tres personas que dicen ser ecologistas, en el que se hace una defensa acrítica del modelo de Renovable Eléctrica Industrial (REI). Repiten, una vez más, que solo mediante una apuesta total por el REI podremos detener el desastre ambiental en ciernes, que tenemos que cumplir con nuestros compromisos internacionales, que tenemos que reducir nuestra dependencia exterior... Y delante de la evidencia que se acumula de que el modelo está fracasando, sacan a pasear uno de sus espantajos favoritos. La culpa de que haya oposición en el territorio es de los que ellos denominan "colapsistas", que están difundiendo ideas falsas, confundiendo a la población, ofuscando el debate, entorpeciendo nuestra salvación climática, energética y económica...
Esta anomalía de puro cuño ibérico, de denominar "colapsistas" a quienes argumentan que el REI está desnudo, a quienes muestran que esta transición no funciona, se gestó en el seno del partido político Más Madrid. Una élite no electa de gente con excesiva buena opinión sobre sí mismos y sus capacidades intelectuales, a pesar de que no tienen particulares méritos académicos, decidió convertir la descalificación de los argumentos contrarios al REI motejando así, "colapsista", a quien los exponía. Por supuesto en ningún momento definieron qué se quería decir con la palabra "colapsista", con la intención de dar a entender que quien defendía esa posición apostaba, por pura locura, por que la sociedad colapse. Dado que no eran capaces de proporcionar una argumentación rigurosa a favor de sus tesis, y dado que cada vez se hace más patente el atropello y la apropiación colonial del territorio, los másmadrileños de esta cuerda apostaron por la descalificación, esperando que de esa manera quedara expedito el espacio político que querían ocupar y que de alguna manera sentían en peligro.
Llevamos ya más de dos años con esta monserga, y algunas cosas están cambiando. En los últimos tiempos detecto que el manoseo del término "colapsista" por parte de los másmadrileños y su entono está consiguiendo que se devalúe tanto el término en sí como quien lo utiliza. Básicamente, cuando no tienen argumentos que oponer a la crítica, recurren al término de marras, con lo que cada vez está más claro que quien lo usa simplemente no tiene argumentos.
Algo que me ha llamado la atención desde el principio es la falta de profundidad intelectual de las personas que han escogido librar esta batalla terminológica. Viendo sus argumentos, uno se da cuenta de lo escasas, mal escogidas y peor digeridas que son sus lecturas - en realidad no solo en este ámbito: causa repetido sonrojo las posiciones dóciles y sumisas, reminiscentes del entreguismo del período entreguerras del siglo pasado en muchas otras cuestiones de la discusión pública. Pero en el caso del colapsismo, es particularmente ridículo lo menguado de su bagaje intelectual y la total ignorancia de los que son y han sido referencia tanto en la discusión del riesgo del colapso de la sociedad como los que han defendido, incluso, la conveniencia del colapso.
La discusión intelectual sobre la decadencia y caída de la civilización occidental empezó por lo menos en los años 70 del siglo pasado, y no hablo aquí de los trabajos del ámbito de las ciencias naturales como "Los límites del crecimiento", sino de los realizados en los campos de la filosofía, la sociología y la antropología. Yendo ya a este siglo, hablando de colapso sería obligado mencionar a Pablo Sevigne o a referentes intelectuales nacionales como Jorge Riechmann o Carlos Taibo, que han abordado la cuestión en diversas ocasiones, incluso argumentando sobre la conveniencia tanto ambiental como social de un colapso temprano, en la línea de aquel "colapse ahora y evite las aglomeraciones" de John Michael Greer, otro referente intelectual ignorado, como lo son Josep Tainter o Jared Diamond, ambos también completamente ausentes de sus disquisiciones. Llama también al atención, de nuevo en clave doméstica, la deliberada omisión a Félix Moreno y su manifiesto colapsista, o versiones más argumentadas sobre la necesidad de la "Incivilización" del Black Mountain Project. Nada de esto se escucha en los argumentos másmadrileños, únicamente una garrula y agañanada repetición del mantra "eres un colapsista" cuando alguien les lleva la contraria, sin obviamente saber qué narices están diciendo.
Como también he comentado muchas veces, básicamente esta gente llama "colapsista" a los decrecentistas, y particularmente a los que venimos del ámbito académico. Es decir, quienes les molestamos somos los que defendemos la necesidad de una sociedad en equilibrio con la naturaleza y que satisfaga las necesidades de su población sin necesitar el crecimiento hasta el infinito y más allá del capital. Es decir, gente que no defendemos nada que se parezca al colapso de la civilización, aunque probablemente sí sea el colapso del capitalismo.
Porque ése es el problema real. La razón por la que molestamos y nos incordian es porque somos enemigos de su amo.
El problema es que se les está viendo demasiado el plumero a estas alturas. Es obvio que el REI está fracasando: las ventas de coches eléctricos se desploman en Europa mientras las compañías automovilísticas ponen sus planes de electrificación en el refrigerador, los curtailments de extienden, el consumo eléctrico sigue bajando y ahora, para colmo de males, el Gobierno español penalizará a las instalaciones de autoconsumo, obligándolas a instalar caros sistemas de estabilización para permitir que accedan a la red (lean esta interesante entrada del maestro Beamspot sobre el tema). Mientras tanto, tanto la producción de cobre como la de plata ya bajan, anticipando un futuro en el que las renovables eléctricas serán un lujo no al alcance de cualquiera.
Y mientras tanto, estos buenos para nada, estos salvadores de la patria por nadie elegidos, estos fascistas de medio pelo, siguen apostándolo todo a un modelo que, ése sí, nos puede hacer colapsar si nos empeñamos a seguirlo a pies juntillas. Precisamente, como nos avisa el último informe sobre el estado del planeta, en el que los científicos ambientales más reconocidos del planeta nos previenen del peligro inminente del colapso de nuestra civilización si no hay un cambio de rumbo mucho más profundo que instalar renovables.
Vosotros, (eco)fascistas, sois los colapsistas.
Salu2.
AMT