lunes, 27 de junio de 2011
A falta de razonamiento habrá racionamiento
Queridos lectores,
Debido a los eventos recientes he decidido interrumpir por un momento la serie "Por qué los X no entienden el Oil Crash" y comentar brevemente sobre un asunto de actualidad: la liberación por parte de la Agencia Internacional de la Energía de 60 millones de barriles de petróleo para, según sus palabras, compensar el faltante libio y equilibrar los precios.
La primera aclaración que conviene hacer es que todo ese petróleo no está almacenado en instalaciones propias de la AIE; ni tan siquiera es propiedad de la AIE. Según recomendaciones de la AIE que datan de las primeras crisis del petróleo, cada país miembro de la OCDE (a la cual está vinculada la AIE) debe almacenar el equivalente a 90 días de consumo interno reciente o a 90 días de importaciones recientes (por reciente se entiende en un período de tiempo prefijado, e.g., el promedio del año anterior), la mayor de estas dos cantidades; por simplificar, hablaremos de 90 días de suministro. En realidad estas reservas no suelen ser propiedad de los Gobiernos sino que son sólo controladas por ellos, estando físicamente bajo la gestión y logística de las grandes petroleras y empresas especializadas locales e integradas en la dinámica logística de las mismas; por eso a veces la separación entre reservas estratégicas y reservas operativas (las que se usan en el día teniendo en cuenta las perturbaciones en el tráfico de petróleo: un petrolero que se retrasa, un oleoducto que se cierra por una avería, etc) es un poco difusa, sobre todo cuando el total de reservas almacenadas se acerca mucho a los 90 días de suministro. Éste sería el caso de España, que al comienzo de la guerra civil en Libia tenía reservas equivalentes a 99 días de suministro y a estas alturas está alrededor de los 90 días (según datos de la Corporación de Reservas Estratégicas de Productos Petrolíferos, CORES, dependiente del Ministerio de Industria). Interesante coincidencia, las reservas totales se acercan al volumen de las estratégicas en el caso de España.
No lo es, por supuesto; la guerra civil en Libia ha implicado la total detención de los 1,5 millones de barriles diarios (Mb/d) de petróleo de alta calidad que salían de ese país norteafricano, los cuales no han podido ser compensados por la OPEP y particularmente por Arabia Saudita. De poco sirve que teóricamente la OPEP tenga hasta 4 Mb/d (3 Mb/d sólo en Arabia Saudita) de capacidad ociosa (el petróleo que podrían producir de más pero que deciden reservarse para controlar los precios), dado que, como ya hemos comentado, ese petróleo es de baja calidad (alto contenido de azufre) y no puede ser refinado en las refinerías europeas dada la normativa ambiental (y, por lo que se ve, es difícil encontrar algún sitio donde lo quieran y poder redirigir el petróleo de más calidad hacia Europa); no vale ni siquiera la mezcla especial que prepararon los saudíes. Así que nos encontramos con que, a efectos prácticos, hay un problema de falta de fungibilidad entre el petróleo de la capacidad ociosa y el que se consume, y ésa es una de las primeras piezas para entender el actual rompecabezas: deberíamos hablar de petróleo apto para el consumo y petróleo de baja calidad (el caso de los 0,9 Mb/d de Manifa es paradigmático), sólo aprovechable para ciertos usos. De lo cual se sigue que 1) la capacidad ociosa de petróleo apto para el consumo es virtualmente cero en este momento y 2) las actuales estadísticas del petróleo, en las que todo se mezcla (incluyendo los menos energéticos petróleos de arenas bituminosas y de biocombustibles) confunden y dan una visión distorsionada de la realidad.
Stuart Staniford acaba de hacer un interesante análisis en su blog Early Warning, de donde extraigo la siguiente gráfica:
Esta gráfica simplemente nos da, para un ritmo de liberación de petróleo (en Mb/d) desde las reservas estratégicas, cuánto tiempo (en años) durarían las mismas, suponiendo que no hay reposición (lo cual implica detener la liberación de las reservas); la gráfica es una obviedad para quien sepa un poco de matemáticas (D=E/R; D: duración; E: tamaño de las reservas, fijadas en 1500 Mb; R: ritmo de liberación de las reservas) pero ilustra visualmente el punto para quien es menos ágil con los números. Al ritmo de liberación actual (60 Mb a ser liberados en 30 días, por tanto, R=2 Mb/d) las reservas durarían aproximadamente dos años. Por supuesto que el objetivo no es pasarse dos años poniendo ese petróleo encima de las mesas del mercado, ya que al finalizar esos dos años los países de la OCDE ya no tendrían manera de amortiguar cualquier variación de precio. El objetivo declarado de las reservas estratégicas es combatir las interrupciones de suministro para evitar que el precio del petróleo se dispare, y por un período limitado de tiempo. En ese sentido, si la OCDE piensa que en 30 días se puede solucionar el problema actual en Libia el movimiento podría tener sentido; sin embargo, hay una pregunta importante a hacerse: ¿por qué hasta ahora no se había actuado?
Probablemente, la AIE había esperado inicialmente que Arabia Saudita incrementase considerablemente su producción; pero, como ya hemos comentado, no sólo no ha sucedido eso sino que Arabia Saudita se mueve en dirección contraria, posiblemente porque aparte de este petróleo de baja calidad que nadie quiere ya no puede ofrecer nada más, y ya sabe que en realidad cada vez ofrecerá menos. Descartada la opción saudí, seguramente las mentes pensantes de la AIE creyeron que el mercado podría autoregularse, pero lo que se ha observado es que el precio se ha mantenido alto y la propia AIE alertaba de que se observaba destrucción de demanda, cosa que es evidente consultando los Oil Market Reports (OMR) de la propia AIE. El lector avispado constatará, leyendo los OMRs, que desde Mayo de 2010 hasta Diciembre de ese mismo año la demanda de petróleo en el mundo había excedido en 1 Mb/d. Se preguntará el lector, ¿de dónde había salido ese faltante? Es obvio: de las reservas totales de petróleo de los países, es decir, de las operativas. En suma, la tensión en el mercado del petróleo, que es evidente desde hace más de un año, ha hecho que hayamos llegado a la crisis libia en una situación de reservas totales muy bajas, y con el conflicto libio nuestros problemas se han agudizado. Por eso el precio ha ido al alza, ya que los importadores han tenido que jugar con comprar petróleo para no llegar al final de las reservas operativas y tener necesidad de tocar las estratégicas (lo cual en muchos países requiere autorización del Gobierno) y al tiempo no permitir que el precio subiera demasiado alto y acabara lastrando la recuperación económica (la cual, como hemos discutido aquí, no llegará nunca). Pero la situación era ya insostenible, y encima al llegar ahora el verano del hemisferio septentrional, período turístico por excelencia y de gran consumo de aire acondicionado, se anticipaba un gran aumento del consumo de petróleo y precios por las nubes, los cuales darían la puntilla a las maltrechas economías occidentales. Había que hacer alguna cosa y la AIE ha reaccionado: liberaremos las reservas estratégicas por un período limitado, anunciado inicialmente como 30 días pero que seguramente durará hasta Septiembre, poco más o menos.
Hasta aquí el por qué. Ahora veamos cuáles serán las consecuencias.
Cuando acabe este período los Gobiernos de la OCDE tendrán que forzar la reposición de las reservas, en un escenario en que ellos esperan que los precios serán más bajos. De alguna manera, usar las reservas es vivir a crédito: pagas menos ahora con la condición de pagar más después. El problema grave se planteará si el precio del petróleo no baja lo suficiente después del verano. Yo creo que el precio sí que bajará mucho, debido a que probablemente vamos hacia una ola recesiva como la de 2008, pero la economía estará agonizante, y la reposición de las reservas estratégicas y operativas implicará un sobreprecio de unos 10-15$ extra durante unos meses, hasta llegar al invierno, y atosigará aún más a la economía. Con lo que la medida de la AIE hará que los efectos sobre la economía sean posiblemente menos intensos pero más duraderos. Y dado que no es previsible que la producción libia recomience en un futuro próximo, los problemas estructurales persistirán, combinado con el declive creciente de la producción de muchos países exportadores: México, Nigeria, Irán, Venezuela... En esencia, habremos convertido un infarto veraniego en una angina de pecho que durará hasta el verano de 2012 (y a partir de ahí Dios dirá, según evolucione la producción).
Algunos analistas perciben un disgusto creciente de Arabia Saudita con los países occidentales y que esta apertura de las reservas estratégicas podría ser considerado como un acto hostil; hay quien llega incluso a anticipar un recorte de la producción OPEP destinado a contrarrestar el movimiento de la OCDE, lo cual nos llevaría a una situación semejante a la de 1973. Aunque tal visión me parece un poco extrema (la OPEP es consciente de las dificultades de la OCDE y es la última interesada en forzar una recesión y por tanto disminución de precio y consumo en su principal cliente) es verdad que la OCDE tendrá que cuidar su estrategia de comunicación en un ambiente con sensibilidades muy diversas: una Arabia Saudí que ha sido suministrador fiable y que se siente ahora arrinconada, otros países como Venezuela e Irán que apuestan por apretarle las tuercas a los occidentales, y otros países que se encuentran en una posición más tibia pero mayoritariamente amenazados por las revueltas del hambre en territorio propio. Un buen avispero.
Estamos en una situación complicada en la que muchas cosas pueden fallar, y difícil será que no falle al menos una; el problema es que dada toda la tensión interna en el sistema se pueden disparar una cascada de efectos no lineales propios del lado derecho de la curva de Hubbert. Si las circunstancias "conspiran en nuestra contra" (como diría un político para negar su responsabilidad en la previsión) lo suficiente podremos encontrarnos en un mundo más caótico en las que conflictos varios y falta de inversión a tiempo causen una disminución brusca de la producción de petróleo, una caída adicional de 2-3 Mb/d repentina, todo lo demás siguiendo el curso suave. Y si eso sucede, esta política actual de usar las reservas estratégicas, del pan para hoy y hambre para mañana nos abocará a necesitar comenzar pronto con el racionamiento, con todos los problemas asociados que ya hemos discutido.
No es de recibo que en una situación tan complicada el Gobierno español levante la medida, tímida en realidad, de limitar la velocidad máxima a 110 Km/h y volver a los 120 Km/h. La bajada de precios actual es un espejismo; si la economía occidental no comienza ya su colapso (cosa posible pero nada halagüeña) es previsible que durante las próximas semanas el petróleo vuelva a subir de precio. La medida que el Gobierno español baraja se basa más en el populismo que en el razonamiento sereno y sosegado que debe acompañar una acción de administración responsable. Y si no sabemos entender el momento, si no sabemos tomar las medidas adecuadas, si no tenemos suficiente capacidad de razonamiento, entonces anticiparemos su némesis y resultado natural: el racionamiento. Que no será sólo de petróleo, sino de bienes, incluso alimentos.
Este blog tiene la vocación de analizar, de contextualizar, de advertir. El destino no está escrito y el futuro depende de nosotros, pero hemos de tomar el control de la situación y no dejarla evolucionar a su libre albedrío. Porque sabemos perfectamente a dónde nos llevaría alcanzar nuestro cenit de necedad, a un escenario de pesadilla absurdo, que nunca debería ocurrir: aquí. No tiene por qué pasar. Reaccionemos.
Salu2,
AMT
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viernes, 24 de junio de 2011
Por qué los políticos no entienden el Oil Crash
Bueno, mientras el mercado del petróleo sufre algunas convulsiones yo voy a ir siguiendo con el análisis de los factores que explican por qué determinados sectores no entienden (en el sentido de que no aceptan y hacen lo imposible por no aceptar) qué es el Peak Oil y sus dramáticas consecuencias posibles (Oil Crash); hoy le toca el turno a los políticos. Por "políticos" entenderemos aquí principalmente los responsables de la gestión púbica a un cierto nivel (como mínimo de una ciudad grande) y no necesariamente elegidos en las urnas. Debido a sus responsabilidades, las percibidas y las reales, éste colectivo es hoy en día blanco de las iras de todos los que sienten que se les está escamoteando el futuro. Como en los otros casos, yo sacaré a colación algunos de los factores que explicarían, a mi entender, las reticencias de este colectivo a tomar en consideración y actuar coherentemente para paliar las consecuencias de este grave problema societario, a pesar de ser el sector al que más compete hacerlo en principio; y espero que los lectores lo complementen/completen con sus propias reflexiones.
Enumerando algunos de estos factores clave encuentro los siguientes:
- La política es la ciencia de lo posible: Por tanto, un problema al que no se le pueda dar soluciones posibles (sin cambiar el paradigma, se ha de entender) no puede existir. Ésa es la mayor dificultad con el Peak Oil: es muy difícil darle la vuelta a la situación y presentarla como una oportunidad (la cual es la estrategia posibilista más eficaz tradicionalmente usada por los buenos políticos). Al fin y al cabo, hacer frente al Peak Oil implica pedir a los propios ciudadanos la aceptación de grandes sacrificios y renuncias para salir adelante. No es que la ciudadanía, a pesar de estar adormecida por los placeres del consumismo, no fuera a reaccionar correctamente delante de este envite, pero ciertamente el político que ose sacar de manera dura y abrupta este tema estará martilleando los clavos de la tapa de su ataúd. En realidad no hace falta especular sobre cuál será el comportamiento de los electores si se les presenta esta verdad, puesto que ya tenemos un precedente histórico: en 1977 el presidente de los EE.UU., Jimmy Carter, hizo un famoso discurso en el que pedía a su población que se preparara para hacer un gran esfuerzo para combatir su dependencia del petróleo; su discurso habla de Peak Oil sin usar ese nombre (que entonces no existía, por cierto) y refiere la situación como "el equivalente moral de una guerra" (de hecho, ese discurso se le conoce por esa frase). ¿Y cuál fue la consecuencia? Que en las elecciones del año siguiente Carter perdió contra un ex-actor de segunda fila, Ronald Reagan (Corrección 29-VI-2011: las elecciones fueron en 1980, y por supuesto influyeron en ellas otros muchos factores). Por la vía dura los políticos aprendieron cuáles son las consecuencias de tratar a los electores como adultos y decirles la verdad, sobre todo cuando tu contricante actúa deslealmente y les sigue prometiendo Jauja.
Como consecuencia, los políticos, cualquier político independientemente del partido al que pertenece, incluso los de aquellos supuestamente menos atados al sistema, actúan siempre para edulcorar la realidad, para presentarla de forma atractiva. Por ese motivo no compran ni comprarán nunca todas las tesis del Peak Oil; si acaso, con una perspectiva posibilista, tomarán pequeños trozos: unas renovables por aquí, unas medidas de ahorro energético por allá... El problema fundamental con tal enfoque es que es lento, excesivamente lento, y no ataca la raíz del problema, que es la necesidad de cambiar el sistema económico por uno que sea sostenible de verdad; con lo que todas estas medidas son inoperantes.
Una de las consecuencias curiosas de este posibilismo es que en las raras ocasiones que un ciudadano consigue hacer llegar una pregunta sobre Peak Oil o materia similar a un político y éste la ha de contestar en público, el político da siempre una respuesta evasiva. Desde que existen las hemerotecas dar respuestas palmariamente erróneas se considera un síntoma de mendacidad o de incompetencia, así que la práctica usual es simplemente no hablar del tema. ¿Que se pregunta sobre los problemas de suministro futuros a causa del Peak Oil? Se contesta que siguiendo las recomendaciones de la AIE se están eliminando trabas burocráticas e impuestos para que el mercado sea más eficiente. En suma, pregunta lo que te de la gana que yo contestaré lo que yo quiera, o aquello tan manido de "dado que no podemos cambiar el mundo cambiemos de conversación".
- El ejercicio del poder como forma de despotismo ilustrado: Incluso los gobernantes con mejor voluntad creen que a los ciudadanos se les ha de tratar como niños, sobre todo cuando se trata de materias sensibles como el Peak Oil, que acabamos de ver le costó una presidencia a Carter. Por tanto, intentan siempre que no transciendan las decisiones en materias más sensibles y confían en un círculo muy reducido para analizar los problemas y buscar las soluciones. Pero como ya ha quedado acreditado en numerosos ejemplos, ese pequeño comité o camarilla no tiene necesariamente ni la mejor preparación ni los datos más precisos, con lo que las decisiones tomadas no son al final las más efectivas. Con el agravamiento en que en un problema como éste, donde la clave es informar al público para que vaya aprendiendo y evolucionando, lo que se hace es lo contrario: retener la información.
En ocasiones se encargan informes públicos según la normativa, pero a los que no se les puede dar mucha transcendencia, y se produce el efecto que analizamos en el post "Público, no publicitado". Ahí está el mejor ejercicio de ocultación, dejando las pruebas a la vista de todos pero desviando la atención.
- El apantallamiento con la realidad: Otro de los problemas graves de nuestro sistema político es la distancia, la real y la percibida, entre representantes y representados. Y es que ciertamente los políticos viven en un mundo aparte. No todo el mundo tiene acceso a los representantes políticos; los ciudadanos son muchos y si tuvieran que responder delante de todos ellos eso desbordaría su capacidad humana. Por lo contrario los lobbies industriales tienen un acceso privilegiado a los políticos, sobre todo porque aparte del poder económico que ostentan dan trabajo a muchas personas, y si a ellos les va bien a muchos electores les irá bien, así que es lógico que el político tenga más interés en hablar con ellos. Encima, éstos dominan a la perfección el lenguaje de la persuasión y la manipulación. Quedan para comer mientras explican su problema sectorial; aportan informes en el que sus intereses quedan bien vestidos como hechos indiscutibles y materias de interés común; adulan a la vez que amenazan, y al final, el político, que es un hombre común, sin mayor preparación que la media y no necesariamente una persona con una solidez emocional destacada sucumbe a las presiones y ni siquiera es capaz de reconocer el juego, y acaba legislando en pro de estos grupos pensando incluso que está haciendo lo mejor para el interés general. Y eso sin contar con el problema de la corrupción, del que hablaremos después.
- El mito del Progreso, versión gestor: Ya hablamos en el post anterior del mito del progreso. En el caso de los gestores adopta una versión más restrictiva pero completamente obsesiva: crecimiento económico. Como un mantra, todos los representantes políticos (incluso la mayoría de los de los sindicatos) afirman y reafirman que se tiene que recuperar la senda del crecimiento. Aquí el problema de fondo es la mala formación de nuestros representantes -problema especialmente agudo en España, pero que en otra medida también se da en los países más avanzados- lo que conlleva una pésima comprensión de lo que es la economía, de cuáles son sus fines y de su funcionamiento. Nuestros gestores lo único que se saben son unas verdades de perogrullo aprendidas como un catecismo, sin razonamiento crítico detrás. Es triste decirlo, pero nuestros políticos no entienden por qué se produce la contracción económica actual de la misma manera que no entendían por qué se producía el crecimiento antes. Al final en muchos casos la actuación de los políticos no sirve para mejorar las cosas; sólo cuando es verdaderamente eficaz no las empeora.
Dado que lo único que conocen es "si la economía crece todo irá bien, disminuirá el paro y el país progresará, todo el mundo estará contento", ¿cómo se le puede hacer entender que el crecimiento económico ya no es posible y que de hecho no es -ni nunca lo fue- deseable? ¿Que el crecimiento es una necesidad de nuestro sistema financiero basado en la deuda respaldada por el interés compuesto? ¿Que llegado a un cierto nivel de deuda la suspensión de pagos -eso que ahora se llama default- o la demora de plazos -eso que ahora se llama reestructuración- es inevitable? ¿Que intentar pagar a toda costa la deuda, malvendiendo activos, hace que la ratio deuda-PIB no mejore -incluso empeora, ver el caso de Grecia- y que al final la suspensión de pagos es inevitable, pero habiendo dilapidado nuestro patrimonio en el intento? ¿Que los límites al crecimiento impuestos por el estrangulamiento de las materias primas harán que decrezcamos querámoslo o no? ¿Y que con una economía decreciente los problemas de la deuda nos pueden hacer colapsar económicamente en breve plazo? Son todos ellos conceptos muy graves, con lo que chocan con el posibilismo político que describía en el primer punto, y encima requieren cierta introspección y conocimiento, posiblemente no al alcance de gestores mal preparados y desbordados por un día a día estresante que ocupa la mayoría de su tiempo.
El mito del progreso, económico en este caso, en esos gestores poco formados, influidos por los lobbies que les aseguran que todo va a ir bien e imbuidos de posibilismo es un cóctel explosivo para la inacción del político. Esta barrera es posiblemente la más difícil de superar.
- El alineamiento de intereses y la corrupción: En un caso extremo del apantallamiento de la realidad, el esfuerzo posibilista hace que se llega a aceptar como propios los fines de los que ejercen la mayor presión (es otra forma de disonancia cognitiva o síndrome de Estocolmo, especialmente en la gente que aún se cree de izquierdas). De tanto hacer caso a aquellos que creen más solventes acaban insensiblemente adoptando sus objetivos; ya no es que le convenzan puntualmente en un caso, es que los lobbystas se apropian de su imaginación, y ya directamente lo que piensan y legislan está en sintonía con los deseos del industrial. El caso extremo es el de la corrupción, porque mediante el soborno algunos lobbystas consiguen una gran fidelidad, no tanto ya por todo el dinero que el político corrupto recibe como por el riesgo que tiene éste de que alguien del lado del lobbysta "tire de la manta. Es importante destacar aquí que el sistema de competencia bipartidista ha llevado en la mayoría de los países a acrecentar las necesidades financieras de los propios partidos. Con lo que al final, involuntaria o voluntariamente el propio partido empuja a sus representantes a ser corruptos, a aceptar dinero ilegítimo para que tomen decisiones injustas (prevaricación) y que destinen toda o una parte del dinero a financiar el partido.
En todos estos casos el político actúa como una correa de transmisión del lobby al que representa, y por tanto rechazará cualquier idea que vea lesiva para los intereses económicos del mismo, aunque ésta sea dictada por la cruda realidad. Llegados a este punto, mejor ir directamente a negociar con la empresa o empresas que está/n detrás.
En fin, éste es un resumen de algunas de las ideas que tenía en la cabeza. Critiquen y complemente, que sus contribuciones serán siempre de agradecer.
Salu2,
AMT
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miércoles, 22 de junio de 2011
Por qué los ciudadanos no entienden el Oil Crash
Lo mejor es que esta imagen es de un spot promocional de una tele brasileña... |
Como prometí, tengo cuatro post dentro de esta mini-serie "Por qué los X no entienden el Oil Crash"; hoy vamos con el segundo de la serie: por qué la gente corriente, los ciudadanos de a pié, no entienden qué es el Oil Crash y que todo les va en juego en ello. No haré una descripción exhaustiva de todos los factores que están en juego porque no los conozco, yo sólo señalaré los que me parecen más evidentes y quizá incluso me deje alguno; ya vendrán los comentaristas más tarde a rematar el trabajo (por cierto, gracias también a todos ellos por su dedicación - algún día, empero, volveremos a aquello del "A Dios rogando y con el mazo dando" ;) ).
- El mito del Progreso: Así se titulaba la presentación que Daniel Gómez, presidente de AEREN, hizo en Barbastro a principios del pasado Mayo. Éste es uno de los grandes males del la Ilustración, movimiento que despertó a la Humanidad y la liberó de antiguos yugos, pero que sin pretenderlo la unció con un yugo nuevo, el Progreso. El triunfo de la Razón sobre el oscurantismo y la superchería llevó a dar una explicación inteligible a un mundo que hasta entonces venía regido por los caprichos de seres sobrenaturales y coléricos. Con el progreso técnico que traen la Primera y la Segunda Revolución Industrial se le empieza a ganar la partida a la enfermedad infecciosa y aflicciones semejantes; simplemente, la divulgación del concepto de germen permitió vía el establecimiento de unas costumbres higiénicas mínimas (que hoy nos parecen obvias pero que no lo eran en absoluto hace dos siglos) que la esperanza de vida y la calidad de la misma mejorase enormemente. La tecnología florece, la energía es abundante y el mundo occidental experimenta una acelerada progresión. Durante las últimas generaciones, especialmente durante las tres últimas, en los países occidentales se produce un fenómeno nuevo: cada generación vive mejor que la anterior (salvo en países como España, donde la llegada tardía de las Revoluciones Industriales y la Guerra Civil retrasan la llegada de estas mejoras durante más de un siglo). Y de esa manera, insensiblemente, se instala la impresión de que todo va siempre a mejor, y no hay memoria viva de una situación diferente. La industria explota esta impresión para favorecer el consumo, para que la población sea acrítica. El problema es que la tecnología ha sustituido a la religión, y por parte de la mayoría de la gente se la trata de la misma manera: un conocimiento revelado, que prometes grandes prodigios con tal de simplemente obedecerla, sin intentar entenderla. Ése es el gran fracaso de la Ilustración: sin pretenderlo, sustituyó una religión por otra, y pretendiendo liberar al hombre sólo cambió las cadenas. El por qué de todo ello sería motivo para discusión de otra gente más versada que yo; seguramente no es ajeno a ello el hecho de que se ha necesitado una gran masa de consumidores y por ello se ha adoctrinado a la población de los países ricos en esta fe, y se les ha permitido vivir cada vez mejor (al tiempo que se esclavizaba a otros pueblos y se explotaban sus recursos).
La consecuencia de esta fe irracional en la ciencia y en la tecnología que de ella se deriva lleva a las típicas reacciones defensivas cuando alguien cuestiona que la Ciencia lo pueda resolver todo, en nuestro caso concreto el Peak Oil, sobre todo cuando se trata de resolverlo en unos plazos marcados por nuestra necesidad, y no por la previsión racional de lo que se puede hacer dados los recursos y el tiempo disponibles. Según el discurso oficial, cuando hay un problema la Ciencia lo resuelve, lo cual es en realidad bastante lejano a la Historia real de la Ciencia, en la cual los descubrimientos se consiguen con una mezcla de osadía, suerte y, sobre todo, tenacidad, y las más de las veces no se consiguen para resolver problemas concretos o bajo pago del inversor de turno, sino para ampliar el conocimiento, por el mero placer de conocer más.
Esto lleva a situaciones tan absurdas como la negociación del problema ("Si usamos más energías verdes podremos seguir consumiendo la misma cantidad de energía") cuando, en realidad, la Naturaleza no negocia; no es ni cruel ni compasiva, simplemente no es un ser racional y no se puede esperar de ella que sea justa en un sentido humano, aunque sí ecuánime (tanto le da que vivamos como que no). Es especialmente patético ver a gente que empieza a comprender el problema del Peak Oil alegar que "no es justo", como si la justicia tuviera algo que ver. Esa ofuscación con la visión de la Ciencia todopoderosa es en parte lo que lleva a algunos grupos ecologistas a empecinarse en creer que puede haber un futuro 100% renovable perfectamente asequible desde nuestra situación actual y con un nivel de consumo (incluida su injusta distribución) similar al actual, para lo cual hacen toda suerte de suposiciones, a cual más descabellada.
- La incomprensión de la técnica y delegación de la propia responsabilidad: Ya hablamos de ello en el post sobre "Nuestra relación con la tecnología". No controlamos nuestras vidas y al final creemos ciegamente en los técnicos que manejan los sistemas para nosotros vitales. Un problema añadido es la gran ignorancia de la sociedad en lo que a conocimientos técnicos se refiere, en parte fruto de los esfuerzos de la publicidad/propaganda para conseguir ciudadanos sumisos. Para no volvernos locos, elevamos nuestra confianza en la técnica y sus gestores a una fe incuestionable, un sentimiento más religioso que racional, y reaccionamos visceralmente cuando alguien cuestiona la eficacia de la gestión, porque eso suscita cuestiones incómodas. Es lo que hace que creamos que alguien, quien está siempre al mando cuando cogemos un tren o un avión, el que organiza la red eléctrica o los grandes sistemas logísticos, en suma, el que todo lo conoce y lo controla, habrá previsto cualquier dificultad, el Peak Oil incluido, y ya tiene preparada la respuesta adecuada. El problema es que esta imagen de control es un simple espejismo. Ciertamente tenemos buenos gestores de sistemas complejos, pero justamente nuestro problema es la carencia de buenos gestores del sistema integral, el que los incluye a todos; quizá porque su complejidad es excesiva, quizá porque nuestro sistema político es esencialmente corrupto o ineficiente (cosa que discutiremos en el siguiente post). El caso es que cuando alguien levanta dudas razonables sobre el funcionamiento de los sistemas, se le exige no sólo aportar pruebas abrumadoras (mucho más exigentes que las que se exigen para poner literalmente su vida y hacienda en manos de desconocidos) sino que además aporte un sistema alternativo, porque dadas las abrumadoras consecuencias un vacío de poder es inadmisible. Y aunque la primera parte es asequible simplemente compilando e interpretando datos públicos, la segunda es horriblemente complicada y posiblemente imposible de abordar para una sola persona. No llegando a esa difícil solución alternativa, uno es rápidamente descalificado como catastrofista, cuando en realidad en una adecuada gestión de riesgos basta la duda razonable de la presencia de un peligro para reaccionar. Pero es que en esta sociedad ignorante la gestión de riesgos aparentemente no existe; cuando sucede un accidente mal controlado el político de turno se escuda diciendo "era un accidente, no se podía prever", obviando que en un accidente lo único que no se puede prever es cuándo sucede, pero sí que se pueden prever y mitigar sus consecuencias con la adecuada gestión. Pero, claro, si la Ciencia y la Técnica son todopoderosas, ¿qué sentido tiene gastar mucho dinero en costosos sistemas de prevención que sólo se usan una vez cada 10 años?
- La influencia de la publicidad/propaganda: En la necesidad de convertir a los ciudadanos en consumidores, es fundamental eliminar toda capacidad crítica. Aumentando exponencialmente el rango de elecciones posibles, todas ellas nimias variantes de un mismo producto diferentes sólo en color, volumen, forma, embalaje o sólo en la marca, se pretende saturar la capacidad de imaginar, de buscar una elección fuera del espectro predeterminado. Esta falacia de la elección restringida funciona también, con algunas diferencias, en el mundo político.
Varias décadas de investigación en marketing, bien engrasada con dinero abundante, han permitido identificar los medios más eficaces para introducir profundamente los mensajes publicitarios, la propaganda del sistema. Uno de los más importantes para influir directamente en el consumidor masculino e indirectamente (por la adopción de roles) en el femenino es el sexo. El sexo es una droga poderosa, anula la capacidad crítica y obsesiona; es por eso un medio básico de control, y por eso es necesario que los niños se inicien lo más precozmente en los ritos de la adolescencia, incluso cuando sea una mera imitación porque aún no sean púberes. Niños de 6 años se "echan novia" por aceptación social, y copian los estereotipos de los mayores. Hacer girar la vida en torno al sexo, aparte de al dinero, se promueve como el único estilo de vida socialmente aceptable, cualquier otra cosa siendo propia de amargados y fracasados.
Existen muchas otras variables de control que gente con más conocimiento les podría explicar con detalle, aparte del sexo. Por ejemplo, la tergiversación de las necesidades básicas, siendo sustituidas por los símbolos de ostentación social, y el más importante de ellos, el coche: uno puede ser un fracasado, pero si tiene un buen coche aún es alguien; el coche sublima y nos libera de nuestras frustraciones. Otra característica habitual de la publicidad es la exaltación del yo audaz ("sé tu mismo"), siempre desdeñando al yo reflexivo ("no pienses tanto y actúa"), lo que en realidad es una simple invocación del cerebro reptiliano (come, mata, reprodúcete). Y tantos más ejemplos que se podrían poner.
Uno de los grandes triunfos de la publicidad es la extensión del control a grupos sociales, y así éste se ejerce también indirectamente gracias a la presión del grupo y de la familia -en esto los peakoilers tienen mucha experiencia. Cuestionar el status quo te convierte en rarito, inadaptado, o directamente desequilibrado. Lo malo es cuando justamente los "antisistema" adoptan la estética que el sistema ha preparado para ellos, para ser atacados y descalificados sumaria y rápidamente (etiquetados): punkis, perroflautas, etc. Por tanto, resulta extremadamente difícil difundir un mensaje tan duro como éste.
- El sesgo informativo: Los medios de comunicación no son libres ni pueden serlo, y cada vez menos. En la actualidad, todos los grandes diarios son propiedad de grandes grupos económicos, los cuales tienen multitud de intereses, y eso hace que no sea admisible dar una información objetiva en temas que los comprometen... que al final acaban siendo todos. Es por eso que, salvo diferencias de matiz - este diario es de color azul y aquél de color rojo - en el fondo el discurso es monocorde, y la supuesta controversia entre dos alternativas sirve para hacer creer que hay elección, evitando imaginar que en realidad hay más dimensiones en el problema y que las elecciones lógicas pueden yacer fuera la recta que define esa espuria bipolaridad.
El caso del Peak Oil es paradigmático. A los medios de comunicación les cuesta mucho dar una información fiable (tengo algunos ejemplos risibles del tratamiento que da El País al tema del Peak Oil), y los pocos que lo hacen - porque aún se tienen por periodistas - no le da el realce que dada la importancia de la noticia se merece. No hace tanto La Vanguardia publicaba una noticia bastante contundente sobre el Peak Oil, llamándolo por su nombre, en doble página (26 y 27) en su interior. Lo malo es que todo el resto del diario es una fuerte señal, un grito estruendoso, en dirección contraria: las otras páginas hablan de normalidad, de recuperar la senda del crecimiento, de consumir... Hay una evidente disonancia entre uno y otro mensaje, pero estamos tan habituados a esta disonancias que no le concedemos mayor importancia. Es evidente que para poner en el puesto que se merece, por su gravedad y consecuencias fatales, el Peak Oil y todas las noticias con él relacionadas deberían aparecer en primera plana. Pero eso no es bueno para el negocio (los depresivos no compran, y en el fondo nadie quiere oír malas noticias; bueno, unas pocas sí, sobre todo si pasan lejos de casa y así me conformo con lo bien que estamos aquí) y al final estas noticias salen en "Tendencias" o, como mucho, en "Medio Ambiente". Ni siquiera en "Economía", y si se habla de los problemas que causa el precio del petróleo en la economía se recurre a complicadas y alambicadas explicaciones, siempre mutantes.
Está, por demás, el hecho de que en este mundo complejo e incomprensible en que vivimos el mayor criterio de autoridad es salir en un mass media. Si un tema es importante se ha de hablar de él, en preferencia en la tele, y si no en el periódico o en la radio. Desde que yo salgo de tanto en tanto en Catalunya Ràdio (y ocasionalmente en otras radios) y escribo alguna cosa en ciertos diarios tengo más credibilidad, sin tener por ello más conocimiento. En mi caso en concreto me preocupa porque no sé cuánto tiempo podré estar en ese pequeño candelero al que el azar me ha aupado; dependo del capricho y voluntad de otros para poder figurar en esos medios, por lo que simplemente no cuento demasiado con ellos. Pero ahí está la cosa: la fijación de la agenda mediática responde a unos intereses de balance de noticias buenas y malas, de "pluralidad" de la "oferta mediática", y no del verdadero interés común. Así es muy complicado poner a los medios al servicio de los ciudadanos.
- Las comodidades modernas: Ciertos individuos más críticos, que llevan años dándose cuenta de que hay cosas que no encajan y que con la actual crisis se reafirman en su disconformidad con el sistema actual son más receptivos a escuchar y entender los principios básicos del Peak Oil, pero después chocan con la dificultad de ser coherente con las implicaciones. El descenso de la disponibilidad de la energía y de las materias primas conlleva la imposibilidad de mantener este nivel de consumo, y eso se percibe como una pérdida de bienestar, con una pérdida de calidad de vida; y una cosa es hablar en el salón después de una agradable comida mientras nos tomamos nuestro café, y otra cosa es aceptar lo que se viene, aún si hacemos los ajustes apropiados. Esto lleva a actitudes cínicas ("¿y tú? ¿Ya te has mudado a una granja?") o directamente a una disonancia cognitiva ("Sé que el problema es grave, pero nos vamos a adaptar porque estamos tomando las medidas adecuadas, ya lo verás"), especialmente cuando percibimos la injusticia distributiva que subyace ya en el insostenible modelo actual. Todos estos problemas se exacerban cuando la inviabilidad del actual sistema y las dificultades prácticamente insalvables para evolucionar de manera no violenta a otro sistema desde el actual se van poniendo de manifiesto en el sufrido receptor de nuestros mensajes, llegando en algunos casos a la negación irracional, la abierta hostilidad hacia el mensajero o la depresión.
Una cuestión poco tratada en la discusión del Peak Oil es que hemos modificado nuestro hábitat hasta incluir en él una parte no natural (electricidad, carreteras, vías, etc). Somos ya entes en parte artificiales, no podríamos sobrevivir con una disrupción del funcionamiento del hábitat no natural. Por ello mismo, teniendo en cuenta el nivel de población que ya tenemos hemos de procurar preservar una parte mínima funcional de la componente no natural, aparte de por supuesto la preservación de la natural. Este problema crítico no es ni imaginado por la mayoría de la población, que da las infraestructuras por seguras y garantizadas.
- La teoría de la conspiración: Es una forma extrema de la negación/negociación del anterior. Esencialmente, tomando la Ciencia Omnipotente como una religión, los conspiracionistas serían los integristas. Por un lado les caracteriza su incapacidad de entender que las cosas no funcionan según sus deseos y que la abundancia no está garantizada; por otro lado, siendo individuos más perceptivos que la mayoría, han comprendido que el mundo está profundamente corrompido y que los Gobiernos y corporaciones no respetan el bien común. Todo lo cual lleva a la lógica conclusión de que no hay un problema de escasez sino una gigantesca manipulación y que se están ocultando inagotables energías libres y otras zarandajas termodinámicamente inverosímiles para el que tenga unos mínimos conocimientos de Física y sepa qué es la energía. Dado que cualquier revisión lógica de los hechos es incompatible con esta descripción de la realidad, los proponentes -no olvidemos que son fanáticos- van desarrollando teorías cada vez más complejas e arbitrarias, las cuales obviamente no resuelven los problemas lógicos fundamentales que las hacen no inverosímiles, sino simplemente imposibles. Pero tratándose de gente muy ignorante en los aspectos técnicos - si no aparcarían de inmediato estas teorías - se aferran a sus absurdas explicaciones con la fe del carbonero. Pero aún, las porfían a lo que las quieren oír y a los que no, como hace el amigo crosscountry por estos lares. Y por supuesto no escuchan, y así no es extraño que aunque se les argumente por qué fallan sus elucubraciones un tiempo después te las repiten tal cual. Lo que pone de manifiesto que no es razonamiento sino fanatismo lo que les mueve.
En el fondo este tipo de personas prefieren creer que hay un monstruo muy dañino y muy perverso al cual pueden combatir, que aceptar el problema que realmente existe y que no puede ser combatido sino que nos debemos adaptar a él. Y por supuesto esto les hace muy vulnerables a toda clase de charlatanes. Con el agravante de que acaben percibiendo como enemigos a los que intentamos decirles la verdad (como en parte ya está pasando) y que además son presa fácil de partidos totalitarios que den pábulo a su delirio. En suma, que los defensores de la energía libre se podrían convertir en la guardia de corps de un futuro grupo pro nazi. Y si no, al tiempo...
Ahora que hemos dicho todas estas cosas, les rogaría que volvieran a echar un vistazo a la presentación de Rafael Íñiguez en Barbastro. Fue bastante anticlimática (Rafael leyó su discurso sin la declamación teatral propia de los que nos dedicamos a esto de los powerpoints) y fue demasiado áspera y directa (se saltó los preliminares, vamos). Sin embargo, dice todo lo que yo acabo de comentar y más. El problema es que demasiada verdad concentrada en estado puro nos hace daño a la vista y se cataloga de locura.
Salu2,
AMT
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viernes, 17 de junio de 2011
Por qué los economistas no entienden el Oil Crash (II): El problema de la TRE
Queridos lectores,
La discusión en Facebook continúa, y de golpe nos hemos dado de bruces con una espinosa y repetida cuestión: el significado de una TRE (o inglés EROEI) baja (aunque en cuanto se ha visto que la discusión se complicaba el asunto ha sido abandonado). Éste aspecto en particular es bastante esquivo para los "economistas" (en el sentido del post anterior, el cual deberían leer antes que éste), en primer lugar por desconocimiento de qué se trata, y después por la dificultad de aceptar algo que escapa a una descripción (y solución) meramente monetaria.
Comencemos por definir la Tasa de Retorno Energético (TRE). Dada una fuente de energía, su TRE es la cantidad de energía recuperada por cada unidad de energía invertida. Ya hemos explicado varias veces que se necesita gastar (invertir) una cierta cantidad de energía para poder obtener energía de una cierta fuente: tenemos que construir y operar aparatos para su búsqueda, tenemos que perforar rocas en algunos casos, tenemos que procesar lo extraído para refinarlo o purificarlo, tenemos que preparar el terreno y construir aparatos apropiados para su captación o aprovechamiento, etc. Una buena fuente de energía será aquella que, entre otras propiedades, se pueda explotar a gran escala sin causar grandes consecuencias ambientales y tengo una TRE alta. Se suelen citar el siguiente diagrama realizado por el profesor Charles Hall de la University of Syracuse, Nueva York, autoridad mundial en materia de TREs. Este diagrama nos muestra el estado en términos de TRE (denotado Energy Return on Energy Investment o EROEI en este diagrama, puesto que está en inglés) y volumen de energía generada de las diversas fuentes utilizadas por los EE.UU.:
La extensión horizontal de los globos nos indica la incertidumbre sobre la cantidad de la energía que está generando en realidad la fuente en cuestión (sobre el significado de la incertidumbre en la ciencia, repásense el post "El azar y la necesidad"), mientras que la extensión vertical es indicativa no sólo de esta incertidumbre sino de la variabilidad real que tiene la fuente en cuestión (ya que no todos los lugares donde una fuente se explota da el mismo valor). A título informativo se muestra cuáles eran las TREs del petróleo en 1920 (TRE=100) y en 1970 (TRE=30); hoy en día la TRE del petróleo seguramente está alrededor de 20 o menos. Se suele decir que hay una mínima TRE para que una sociedad sea viable; algunos autores la cifran en 5; otros, basándose en estudios antropológicos que estudia sociedades antiguas como la de los cazadores-recolectores o las primeras sociedades neolíticas, apuntan a que la mínima TRE posible para mantener una sociedad estructurada es 10. Es decir, en estas sociedades se invertía una unidad de energía para así ganar 10; la ganancia neta de energía era por tanto de 9 unidades, que se destinaban a los usos discrecionales de la sociedad: cuidado de mayores y niños, calzado, vestido, construcción, sanidad, etc.
Para entender los argumentos que ahora daré hace falta hacer un poco de aritmética elemental. Muchos de Vds. estarán ahora haciendo la declaración de la renta, así que no se asusten, que esto es mucho más simple.
Denotaremos por E toda la energía que se produce en una sociedad, por N la energía neta que le queda a la sociedad para usarla como quiera y por P la energía dedicada a la producción de la energía. Por construcción,
E = P + N
La TRE de esta sociedad es, por tanto,
TRE = E/P = 1+N/P
Fíjense que una parte de la energía total que se consigue en esta sociedad se está destinando precisamente a su obtención. Como nos interesa enfatizar la relación entre la energía neta N y la destinada a la producción P volvamos a escribir la relación de arriba aislando el cociente de ambas:
N/P = TRE - 1
Recordemos que para que una fuente de energía sea tal su TRE ha de ser superior a 1; cuando la TRE cae a 1 la energía neta cae a 0 y si estamos hablando de una sociedad es imposible destinar más energía para la producción (puesto que a se estaría destinando toda la disponible).
Un fenómeno constatado con las diversas fuentes de energía fósil que estamos explotando (y también con el uranio) es que a medida que vamos agotando los mejores yacimientos los que nos van quedando son más difíciles de explotar, a pesar de las mejoras en las técnicas de extracción; por culpa de esto, la TRE de estas fuentes está cayendo. Es fácil reconocer que la bajada de la TRE crea problemas, todos los demás factores quedando igual. Efectivamente, si no aumentamos la energía total producida E, la fracción de energía neta N que nos va quedando es cada vez más pequeña al disminuir la TRE, ya que (hagan el álgebra Vds. mismos, pongo directamente la expresión final):
N = (1 - 1/TRE) · E
El factor (1-1/TRE) representa el tanto por 1 de energía total que representa la energía neta disponible para la sociedad. Por tanto, si TRE se va acercando a 1, la fracción de energía que queda como energía neta se va acercando a 0. Pero, ¿es eso tan grave?
En medio de la discusión de Facebook, un interlocutor hizo referencia a un blog anti-Peak Oil que yo tengo enlazado en "La visión contraria" de la columna de la derecha, Peak Oil Debunked, y en concreto un post de ya hace unos años titulado "Errores de concepto con la TRE" (en inglés, como todo el blog). No voy a discutir aquí todos los errores que el autor, JD, vuelca vitriólicamente en su post, aunque me parece relevante citarlo aquí porque, justamente, quien me lo citó es un profesional del mundo financiero, y se ve que esto es todo lo que conoce acerca del concepto de TRE; pero sí que quiero discutir, por su relevancia, uno de esos errores (los demás los dejo a los comentaristas de este blog): el autor afirma que los animales tienen una TRE de 1 y viven tan ricamente. Es completamente imposible que los animales tengan una TRE de 1, puesto que aparte de la energía que destina a la producción (P) tienen otros usos (N) como la construcción del nido o guarida, el apareamiento, la defensa del territorio y, más importante, alimentar a las crías. En la práctica, un mamífero instalado en un hábitat sostenible tiene típicamente una TRE de 5 o superior (simplemente, para muchos animales adultos hay 2 o 3 otros animales dependientes, más los otros gastos energéticos comentados), y esas TREs implican, como dijo un comentarista, que el animal se pasa la mayoría del día en la sombra, ahorrando energía. Un animal con una TRE de 1 se pasaría todo el tiempo buscando para comer él, sin poder pensar en construir un nido o mantener una descendencia, y al cabo de su miserable existencia se extinguiría.
Aceptamos pues que no hay ejemplos naturales de TREs muy bajas, muy cercanas a 1. Pero, ¿sería posible conseguirlo de manera no natural? A fin de cuentas, volamos y no tenemos alas, entre otros prodigios. Siendo más concreto: el problema al final es la energía neta N disponible para la sociedad, así que aunque el porcentaje que ésta representa del total E sea cada vez más pequeña, si aumentamos E podemos evitar el declive. Es decir, si cada vez nos cuesta más energía producir energía neta, pues aumentemos nuestra producción de energía total con tal de mantener, e incluso aumentar, la energía neta producida.
El problema no es tan sencillo, simplemente porque hay límites en la energía total que se puede llegar a producir que vienen de los límites en la energía de producción P. Para producir energía necesitamos en primer lugar que ésta esté disponible en la naturaleza (que haya suficientes yacimientos, que haya lugares para aprovechar la energía renovable). Los economistas se suelen fijar en el gigantesco volumen de reservas de petróleo no convencional que hay en el mundo (7 veces mayores que las de petróleo convencional) y concluyen que no hay un problema energético, que sólo es un problema de inversión: invirtiendo el suficiente dinero en nuevas instalaciones podremos aprovechar esos gigantescos recursos, y aunque el rendimiento (en términos de TRE) de cada instalación sea menor, como haremos muchas instalaciones la producción podrá incluso crecer. Los defensores de la energía renovable como solución al problema, por su parte, se suelen fijar en que la energía que nos llega del Sol equivale a una potencia media de 140.000 Tw, es decir, más de 10.000 veces superior a los 12 Tw de potencia media equivalente a la energía consumida en toda la Tierra y llegan a la misma conclusión que los economistas: simplemente, hace falta invertir, aún cuando el rendimiento sea tan mediocre como esa TRE de 2 que comentaba Pedro Prieto en Barbastro.
Sin embargo, el problema es que aumentar la energía total E manteniendo la energía neta constante N implica aumentar la energía de producción P. Pero esta energía no sólo contiene la energía usada directamente por las máquinas que extraen el recurso (bombas, camiones para el transporte, trituradoras, etc) sino también la energía que contienen los medios de producción (pozos, paneles fotovoltaicos), es decir, la energía que cuesta fabricarlos, desde que se extraen los materiales que los forman hasta que se trituran y procesan para después ser fundidos y ensamblados. Pero, a medida que los recursos a explotar son más extremos requieren más cantidad de material (más acero, más cobre, con lo que se explotan minas más extremas, de menos concentración, que requieren más energía), más agua (bien cada vez más escaso) y más materiales exóticos (titanio para endurecer las aleaciones, telurio para las placas fotovoltaicas más eficientes, germanio para los semiconductores, neodimio para los aerogeneradores más potentes, etc; tienen un pequeño compendio en el post "La guerra de las tierras raras"). Cuando de uno de estos materiales no se puede producir en suficiente cantidad, entonces la industria se vuelca en buscarle un sustituto, y cuando éste tampoco puede más se le busca otro y otro... Pero ese proceso tiene un recorrido finito. A pesar de los enormes progresos de la tecnología, nuestro conocimiento de la ciencia de los materiales ha progresado muchísimo, es una ciencia bastante madura ya, y por tanto no podemos esperar, como hacen los economistas, ganancias percentuales en eficacia cada año, sino incrementos marginalmente decrecientes. Nuestra presión sobre todos los materiales, en el denodado esfuerzo por incrementar la energía de producción P y así mantener la energía neta para la sociedad N a pesar del descenso de la TRE nos ha llevado a saquear todo lo saqueable, y a sincronizar los cenits de producción de muchos materiales, en el fenómeno conocido como La Gran Escasez o Peak Everything. El problema, al final, es que llega un momento en que P ya no puede aumentar más, y por tanto la energía neta N llega a su máximo posible para una TRE dada. Y, a partir de ahí, la energía neta de la que dispone la sociedd languidece a medida que la TRE baja. En suma, hay límites a la capacidad productiva, con lo que el inevitable descenso de la TRE nos lleva a una pérdida de energía disponible para la sociedad y, si no se toman medidas drásticas, al colapso de la misma. Y esto es difícil de creer por quien cree que con dinero todo se puede comprar, porque durante dos siglos así ha sido. Pero ahora ya no.
Para terminar, no me resisto a reproducir una viñeta que Sr.Medusa enlazó en un comentario anterior, y que explica muy bien hasta qué punto estamos engañados sobre nuestro papel en el mundo.
Salu2,
AMT
martes, 14 de junio de 2011
Por qué los economistas no entienden el Oil Crash
Fuente: El País.com del 13 de Junio de 2011, tira por Ramón |
Queridos lectores,
Durante estos días he mantenido un intenso debate en Facebook en un grupo creado ad hoc para que un conocido broker del sector de los hidrocarburos, amén de articulista en diarios económicos españoles, y un servidor pudiéramos discutir sobre la realidad y los efectos del Peak Oil. En la discusión he identificado una serie de factores que son corrientes cuando los que hablamos de la necesidad de tomar en serio el riesgo que supone el cenit de producción de petróleo intentamos que los profesionales del sector lo consideren ni tan sólo. Se añade que como quiera que estos días que he estado un tanto alejado del blog se han producido discusiones relacionadas con estas cuestiones en los comentarios del post anterior, y creo que es importante dejar claras algunas ideas, que ya han sido repetidas numerosas veces aquí pero que de vez en cuando conviene glosar y resumir. Vamos a ello.
Antes de empezar, pedir disculpas por el título; queda muy comercial eso de "Por qué los economistas no entienden el Oil Crash", pero evidentemente algunos economistas -más bien, profesionales del sector, que es en realidad a lo que nos referimos- lo entienden perfectamente, como por ejemplo Jeremy Grantham. Es una posición por el momento minoritaria, aunque esto está cambiando: ahora ya el Fondo Monetario Internacional reconoce el riesgo que supone el petróleo, y algunos bancos de inversión como HSBC también empiezan a alertar de lo mismo. Y eso sin hablar de las declaraciones recientes de François Fillon, primer ministro francés.
Analicemos por fin a grandes rasgos los puntos clave del desacuerdo entre profesionales de la inversión y estudiosos del Peak Oil:
- Falacia Q/P: Q representa las reservas de petróleo, mientras que P representa la producción; ambas variables cambian con el tiempo: las reservas aumentan con la exploración y mejoras técnicas y disminuyen al ser consumidas, y la producción, al estar ligada al consumo, aumenta con el desarrollo económico y disminuye con las crisis económicas (al menos hasta llegar al Peak Oil). Si uno divide Q entre P uno obtiene un lapso de tiempo que nos dice en cuántos años acabaríamos con las reservas actuales al ritmo de consumo actual, si es que estas reservas no aumentan y si se pudiese producir ese petróleo a un ritmo constante. Pero la realidad es que ese número no tiene ningún sentido más que para expresar las reservas en términos más comprensibles para los humanos que cantidades de miles de millones de barriles. El problema es que se desvirtúa este número y da lugar a una interpretación errónea. La apelación a la falacia Q/P es recurrente al comienzo de las discusiones, que hace que los proponentes de la abundancia petrolera desdeñen sumariamente la posibilidad de una posible escasez futura. La versión resumida de la falacia es "Hace 30 años decían que quedaba petróleo para 30 años. Ahora dicen que queda petróleo para 30 años. Siempre van descubriendo más petróleo y en realidad queda petróleo para muchas décadas, incluso siglos". El problema viene de no entender que tener reservas de petróleo no es lo mismo que tener petróleo en un depósito. Ese petróleo se tiene primero que extraer, y si la fuente es no convencional encima se tiene que procesar usando otros materiales (agua y gas natural, típicamente) para producir un sucedáneo de petróleo. Lo que nos dice el Peak Oil no es que el petróleo se agote o que esté a punto de agotarse, sino que cada vez saldrá (o se producirá, si es sintético) más lentamente, y los problemas comienzan cuando la oferta no puede satisfacer una demanda creciente. Es costoso hacer entender este problema a alguien que vive de invertir en desarrollar campos de petróleo y que ve que con precios crecientes el beneficio es creciente, y que actualmente si surgen problemas es por falta de demanda, no por falta de suministro (ahora volveremos a eso); y cuando por fin se consigue que capten el concepto es prontamente desechado porque la experiencia de más de un siglo de exploración y desarrollo indica que, invirtiendo suficiente dinero, se puede sacar tanto petróleo como se quiera.
- La tragedia de la TRE (inglés: EROEI): Un concepto completamente desconocido para muchos economistas es el de la Tasa de Retorno Energético, abreviado TRE, que es la cantidad de energía que se recupera de una determinada fuente de energía por cada unidad invertida en su recuperación. Es un concepto repetidamente discutido en este blog y de implicaciones tenebrosas. Los inversores sólo entienden de dólares invertidos y les sorprende que antes que eso está la cantidad de energía invertida. Acostumbrados a que el progreso tecnológico, combinado con las economías de escala, reduzcan de manera espectacular los costes monetarios (en el ambiente de energía muy barata en el que hemos vivido), les resulta inconcebible que no se puede ir reduciendo en igual manera la energía invertida, no digamos ya que por empobrecimiento de las fuentes que nos quedan la TRE esté bajando alarmantemente y por tanto la energía invertida suba en relación a la recuperada. El problema está en que hay una energía implícita mínima, que tiene que ver con la energía necesaria para superar la tensión superficial de los líquidos que mojan la superficie de la roca, la energía para romper o disgregar esta misma, la energía para perforar, la energía para construir una estructura mínima para el bombeo, etc. Eso implica un límite insoslayable de energía mínima a gastar para poder recuperar el petróleo, y la práctica y algunos motivos termodinámicos nos enseñan que en el mundo real nuestros dispositivos más eficientes se quedan a uno o dos órdenes de magnitud por encima de ese umbral mínimo, sin que décadas de estudio consigan reducirlo sustancialmente. Se ha de entender que si una fuente energética no es rentable termodinámicamente (es decir, si su TRE es de 1 o inferior) no puede serlo económicamente (salvo que medien subsidios, como en el caso de algunos biocombustibles). El problema es que la bajada del TRE no se manifiesta directamente, sino por su impacto sobre la economía. Al bajar la TRE media de todas las fuentes de energía de la sociedad queda menos energía neta disponible para la misma, y eso, en un sistema de libre mercado, se traduce en una competencia más feroz por los diversos usos de la energía, y en un encarecimiento de los precios que acaba atravesando toda la estructura de costes de la economía. El avezado inversionista no entiende ni "cree" en la TRE, pero sí que sabe que el acero, el cemento, los equipos electrónicos, etc son cada vez más caros y eso encarece los costes de producción. El inversionista hace un diagnóstico clásico y se fija en aquellos factores coyunturales que conoce bien: repunte de la demanda, especulación con las materias primas, exceso de liquidez consecuencia de las medidas de alivio cuantitativo, etc. Todos ellos son ciertos y actúan, pero superpuestos a un factor subyacente, aún minoritario pero que sólo sigue una tendencia, que es la disminución de la energía neta disponible para la sociedad por culpa de la erosión de la TRE. Por eso, y aunque la producción llegue a nuevos máximos, si uno ve la energía neta que le está quedando a la sociedad es posible que el pico de toda la energía neta (y ya ni tan sólo de del petróleo) haya pasado ya. Pero desde el punto vista del inversionista no hay problema, ya que piensa que precios más altos en un sistema de libre mercado empuja a buscar sustitutos y mejorar los procesos productivos, sin entender que ambos caminos tienen un camino cada vez más limitado. Pero es normal que crea que son los caminos a seguir; simplemente, porque durante 100 años ha parecido que eran ilimitados.
- El carácter cíclico de los precios: Otro factor que desconcierta al analista y que favorece que busque explicaciones más estándar y coyunturales que el Peak Oil para entender qué esta pasando es la evolución que ha tenido el precio del petróleo durante los últimos años y la que previsiblemente tendrá en los próximos, con subidas y bajadas constantes. Para la gente de la calle, e incluso para el broker experto, este continuo tobogán, esta volatilidad extrema, lo que le indica es manipulación del mercado, cuando en realidad lo que indica es el estado crítico del suministro de petróleo. Como ya hemos comentado en otras ocasiones, la subida de los precios hasta niveles demasiado altos para que los soporte la economía (seguramente bien por debajo de los 200$, en contra de lo que piensan muchos analistas) hace que una parte de la actividad económica deje de ser viable y se abandonen negocios, se cierren fábricas, se impaguen pedidos, etc. Cuando el volumen de la destrucción económica es suficientemente elevado la demanda cae (generalmente la destrucción de demanda tampoco es un proceso continuo y se "pasa de frenada", se destruye más de lo necesario para contener el precio; otro efecto no lineal del lado derecho de la curva de Hubbert) y con la demanda cae el precio... es el fenómeno que la Agencia Internacional de la Energía viene detectando desde principios de año, aunque la falta del petróleo libio a causa de la guerra no está permitiendo que los precios bajen, y con el nuevo período estival seguramente subirán todavía más. El caso es que lo previsible, durante el primer período de cambio en la producción de petróleo (meseta inicial y declive ligero) es este continuo subir y bajar de precios. Pero tanta aleatoriedad en el precio tiene un efecto perverso en el medio y largo plazo. Todos los cálculos que los inversores hacen para determinar la rentabilidad de un determinado proyecto de explotación de hidrocarburos (plazo de recuperación de la inversión, retorno de la inversión, etc) se basan en un escenario estable, con variaciones suaves de los precios y generalmente no a la baja. Sin embargo, las oscilaciones tan salvajes de precios conducen a la pérdida de rentabilidad percibida de las inversiones y a la imposibilidad de sacarlas adelante; de hecho, como informaba la AIE en su informe de 2009, de 2009 a 2008 se constató un descenso de inversión en el segmento upstream de gas y petróleo del 19% (debido, sin duda, a los bajos precios del petróleo y gas durante 2009). En suma, que dado el marco de precios inciertos en el que viviremos se invertirá menos en la producción de más petróleo, y eso hará que falte más en un futuro no muy lejano. Pero, entre tanto, los brokers miran sólo hojas excel con escenarios suaves a cinco años vista con un ojo mientra con el otro están pendientes de las cuentas trimestrales de resultados.
- El carácter transversal y estratégico del petróleo: Se ha comentado aquí que la mayoría del petróleo que se consume en los países occidentales va al transporte (en otros países una parte muy significativa va a calefacción y producción de electricidad). Esto puede dar la falsa impresión de que el problema del petróleo es exclusivamente el transporte, problema que per se ya es bastante grave (no hablamos sólo del coche privado, sino del transporte de mercancías que son producidas en otros lugares donde hacerlo es más eficiente y transportadas por líneas de suministro que, como denuncia Lloyd's, la aseguradora más grande del mundo, podrían verse interrumpidas de modo abrupto). Pero, por si esto no fuera ya suficientemente malo nos encontramos que una cantidad minoritaria pero significativa de petróleo se usa para fines críticos. Es el petróleo que va a nuestros tractores, cosechadoras y pesticidas; es el que se usa para mantener la red eléctrica con excavadoras, grúas e incluso helicópteros (y justamente Richard Duncan, el creador de la Teoría de Olduvai, cree que el colapso de la civilización empieza por el colapso de la red eléctrica, un sistema tan complejo que sin insumos fósiles no se podrá mantener) y el que se usa para mantener nuestras infraestructuras vitales, el que dota del difícil binomio autonomía y potencia a nuestras máquinas, el que nos permite excavar de manera rentable minerales muy poco concentrados en localizaciones remotas, el que usamos en las minas de carbón y de uranio y para perforar los pozos de gas... Si el petróleo para esos usos críticos ha de competir con los demás usos, en un momento de precios altos muchas de estas actividades fundamentales para la continuidad de funcionamiento de la sociedad se abandonarán con consecuencias gravísimas. Por tanto, no sólo estamos hablando de transporte. Hablamos de la estabilidad de un sistema complejo y muy tensionado, muy frágil.
- Las implicaciones inaceptables del Peak Oil: Si al final no podemos compensar la bajada de la producción de petróleo primero y del resto de materias primas energéticas y no energéticas poco después, y estas bajadas probablemente tendrán lugar en breve plazo, hay una consecuencia que necesariamente se sigue: tenemos que adaptarnos desde ya a esta situación de carestía, La Gran Escasez. Sin embargo, aceptar y asumir La Gran Escasez implica aceptar que no podemos consumir de manera despreocupada, que no podemos limitarnos a producir los bienes y servicios que solicita el mercado sino que tenemos que aceptar restringir nuestra actividad; peor aún, planificarla, lo que es lo contrario y veneno del libre mercado. Aceptar que nuestro mundo que ya no puede crecer porque esta crisis económica no acabará nunca significa estar dispuesto a poner del revés nuestro sistema económico y financiero, tarea nada fácil porque los pocos experimentos de algo así que se han hecho acabaron catastróficamente. En todo caso, implica que soñar en retornos porcentuales de una inversión ya no es posible. Es tan desagradable y tan violento que ningún broker aceptará jamás eso hasta que no se vea él mismo en la calle. Y es posiblemente ésta la mayor dificultad: que aquéllos que tienen la mejor preparación para guiarnos en un futuro incierto tienen todos los incentivos para cerrar los ojos delante de él. Ojalá reaccionen a tiempo.
Me voy unos días a tierras no cristianas. Peléense pero no se maten.
Salu2,
AMT
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lunes, 6 de junio de 2011
Energía libre, motor de agua, el legado de Tesla y otros desvaríos.
Maravillosas soluciones sobre el papel... pero la pringosa realidad las atrapa. |
Queridos lectores,
Como era previsible, a medida que crece el marasmo económico y social que la inexorable destrucción a la que nos aboca esta crisis que no puede acabar nunca, la angustia de una clase media que se resiste a desaparecer hace que la misma sea muy vulnerable a los cuentos de tecnologías mágicas de toda suerte de timadores que ven en esta desesperación terreno abonado para sus oscuros negocios. Para que esto funcione se necesitan ciertos ingredientes: esa desesperación que acabamos de mencionar, una ignorancia en materia científica de la población general y una credulidad generalizada en artificiosas teorías de la conspiración, las cuales se alimentan en la observación de las prácticas corruptas de siempre en el estrato político y económico pero que con la crisis se han hecho evidentes e insoportables para la mayoría - para resumirlo como lo haría UgLY YoUtH: la mierda ha salido a flote. Respecto a este último punto debo de decir que yo antes que creer en la inteligencia ilimitada y terriblemente malvada de una élite todopoderosa que lleva a cabo con precisión milimétrica un plan maestro me parece más verosímil creer en la estupidez, ésta sí sin límites, de la raza humana (y no es que no haya esa élite, es que no son tan inteligentes, ni si quiera como ellos se creen).
En fin, es en este contexto que empieza a correr todos esos vídeos de YouTube sobre la energía libre, que es una variante del viejo motor de agua pero que ahora engloba mil otras tecnologías... bueno, denominarlas tecnologías es mucho decir: lo único que se puede ver son vídeos con descripciones muy someras, pero que suenan a muy técnicas, de ciertos dispositivos. Las más espectaculares de estas tecnologías se basan en conceptos básicos de electromagnetismo clásico, nada que permita obtener energía gratis en realidad, pero con un comportamiento tan poco intuitivo para el profano que parecen prácticamente magia. Todo ello se sazona con párrafos de la triste historia de uno de los grandes genios de la ciencia moderna y padre de la electricidad comercial moderna, Nikola Tesla, y algunos conceptos completamente borrosos tomados prestados de la Teoría Cuántica de Campos, particularmente los conceptos de Energía del Punto Cero y de Fluctuaciones del Vacío Cuántico - como la Teoría Cuántica de Campos es posiblemente la rama más abstrusa y complicada de la Física, todo lo que tiene que ver con ella es ininteligible y combinar al azar palabras de ella extraída suena a inteligente.
Todos estos presuntos milagros tecnológicos reúnen siempre ciertos requisitos, los cuales son necesarios para que el timo funcione:
- La tecnología permite obtener energía en cantidad ingente, hasta al punto de que ésta es gratis y por tanto se está creando de facto un motor perpetuo.
- Cualquier persona medianamente instruida sabe que eso es imposible en aplicación del Primer y Segundo Principio de la Termodinámica, los cuales son inexorables como ya hemos discutido en este blog. Por tanto, es preciso desautorizar la ciencia clásica, y para ello se recurre a la teoría de la conspiración: los científicos forman parte de una gran mascarada, o son tan imbéciles que tras siglos de investigación no han previsto cosas que un tipo en un garaje en una tarde es capaz de fabricar.
- Pero bueno, dejemos de lado a esos pobres diablos de los científicos: tenemos esas maravillas de dispositivos que todos podríamos usar. Entonces, ¿por qué no los usamos? Pues porque hay malvadas corporaciones que han comprado las patentes y las guardan bajo llave, y en el caso de tecnologías no patentadas sus pobres inventores fueron asesinados y sus planes robados y/o destruidos. La conspiración se amplía.
- Y ahora los pueblos del mundo deben alzarse y exigir a sus corruptos líderes que se liberen estas energías libres - paradójica situación. Y así la historia tendrá un final feliz.
Pero, ¿qué hay de verdad en todo esto? Es simple: nada de nada, es todo una aberración, y de hecho los presuntos prototipos, si fueran testeados de manera controlada, revelarían que no aportan energía gratis y ni siquiera son más eficientes que las fuentes que usamos en la actualidad ni se pueden escalar ni nada de nada. Todo puro humo.
Sería largo, larguísimo, describir todas las tonterías y aberraciones que se cuentan. Aquí haré un resumen de las más básicas, y puede que en otro momento, a medida que la gente se vuelva más loca y se publiquen nuevas fantasías en las páginas de El País o La Vanguardia, añada otras.
- Una variante actualmente popular de estas fantasías es un motor que funciona con una mezcla "burbujeada" de gasolina al 20% y agua al 80%. Dada la densidad energética de la gasolina, una tal mezcla bien emulsionada (de ahí la necesidad del "burbujeador") es combustible y puede ser usada en un motor sencillo. Eso sí, como es natural la potencia retornada (típicamente medida como par motor) es suficiente para alimentar un alternador, pero es proporcionalmente menor a la que se obtiene con gasolina pura y además el invento no puede ser aplicado a todos los motores (e.g., de inyección). Lo del "estado de plasma del agua" que se comenta en alguno de estos vídeos es un desvarío absoluto
- No puede haber un motor de agua pura. El agua son las cenizas de quemar hidrógeno y por eso, porque no se puede quemar (e.g. oxigenar) más sirve para apagar el fuego. Buscar el motor de agua es como buscar el motor de cenizas.
- Se suele argüir que existen cientos de inventos colosales que nos liberarían de la tiranía de las petroleras pero que éstas han comprado las patentes y las tienen bajo siete cerrojos. Decir esto es no tener ni idea de cómo funciona el sistema de patentes - yo tengo una y sé por experiencia de lo que hablo. Una patente es un documento público (cualquiera puede consultarlo: es una publicación) en el que el titular de la misma publica los detalles de una cierta invención y reivindica que si alguien quiere usar el total o una parte de la misma le ha de pagar unos derechos. Por tanto, los detalles de esos famosos motores fantásticos serían, si realmente existiese algo operativo, perfectamente conocidos y, es más, tú te podrías hacer una copia en tu casa. Lo que prohíbe la patente es su explotación comercial. Pero es que, además, las patentes caducan a los 20 años (por eso ahora tenemos gelocatil e ibuprofeno genéricos, por ahora ya cualquiera los puede fabricar), con lo que algunos de estos motores, que ya se anunciaban como revolucionarios cuando las primeras crisis del petróleo hace ahora más de 30 años, estarían libremente a la disposición de cualquier empresa que los quisiera explotar comercialmente. Si ninguna lo ha hecho es porque, simplemente, no tienen ningún interés comercial porque, simplemente, no son mejores que lo que existe.
Creer que puede haber fuentes de energía libre, gratis y abundante, es como creer en los Reyes Magos o no querer crecer; resultaría muy conveniente para nuestro modo de vida, pero la Naturaleza es implacable y va por otro lado. Ninguna de las cuatro interacciones físicas fundamentales que conocemos permiten violar los principios de la Termodinámica, los cuales excluyen cualquier móvil perpetuo o fuente de energía inagotable. En ciencia todo se discute y rebate, y aplicando el método científico FALSAMOS lógicamente nuestras teorías, demostrando o refutando su validez. Y aunque cualquier verdad humana es forzosamente provisional, se han de aportar elementos racionales para afirmar una determinada cosa.
Salu2,
AMT
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