lunes, 31 de enero de 2011

Revueltas del hambre, antesala del caos

La cosecha perdida, de Charles de Groux. Imagen de Myartprints.co.uk
Queridos lectores,

Un fantasma recorre la ribera meridional del Mediterráneo, desde Marruecos hasta Turquía, dejando pocos países al margen de este movimiento de alcance global. Cientos, miles, incluso decenas de miles de ciudadanos saltan a la calle, a pesar del férreo y sanguinario control de los regímenes autoritarios, cuando no abiertamente dictaduras, que los controlan. En Túnez han conseguido ya que caiga el odiado presidente Ben Alí; en Egipto, Hosni Mubarak, después de sacar los tanques a la calle, sacrifica su Gobierno, en un desesperado intento de evitar caer él también a su vez. Con mayor o menor intensidad, las protestas se reproducen en Marruecos, Argelia, Yemen, Arabia Saudita, Jordania, Siria... ¿Cómo es posible que de una manera tan concertada los ciudadanos de todos estos países se hayan decidido a decir "basta" por fin, y todos a la vez? Internet, las redes sociales, los móviles... los analistas insisten en estos medios para explicar la coordinación, pero no son capaces de justificar cuáles son las causas últimas. Sólo, si se rasca un poco en las noticias, se encuentra cuál es el denominador común de esta crisis: en todos estos países la gente protesta por el incremento de precio del pan, del aceite y del azúcar (en algunos casos, de más del 30%),

Los países árabes tienen una situación muy delicada en lo que se refiere a los alimentos. Viviendo en una zona poco productiva (mayoritariamente desierto) y con una demografía en continuo crecimiento, y muy joven, nos encontramos con que el mundo árabe importa más de la mitad de los alimentos que consume, como denunciaba un informe del Banco Mundial en 2009, donde se alertaba del peligro para los países árabes asociado a su dependencia alimentaria exterior. Este problema estructural con el aprovisionamiento de los alimentos tiene dos tipos de interacción con la crisis energética del cual tanto se discute aquí: una interacción de entrada y una de salida, como ahora explicaremos.

Interacción de entrada: el precio de los alimentos (medido con el índice de los alimentos elaborado por la FAO) está bastante correlado con el precio del petróleo, como muestra Paul Chefurka en esta gráfica:




No es de extrañar, porque la agricultura occidental, que es la que está dando de comer a una buena parte del mundo, y en particular al mundo árabe, consume una gran cantidad de petróleo, así como otras fuentes de energía; una buena ilustración es la siguiente imagen: cuánto petróleo cuesta criar un buey.

National Geographic: El buey Grandview Rebel de Marina Wilson, a punto de ser subastado, ha pesado 567 kilogramos. Los barriles a la derecha representan cuánto petróleo se ha consumido en su crianza: 1.071 litros. En global, cada kilo de carne de buey necesita 6,25 litros de petróleo.


Con esos números de este caso concreto, Jason Bardford estima que se están necesitando 26 calorías de petróleo para producir cada caloría de carne de buey. Y eso sin contar los otros insumos de energía consumidos en el proceso (gas usado para generar fertilizante y en los secaderos de grano, electricidad para operar diversa maquinaria, etc). Para acabarlo de agravar, últimamente el precio de la gasolina y del gasoil sube más rápido que el del petróleo (no sólo en España, por más que los análisis que por aquí se escuchan se centran exclusivamente en la cuestión de las subidas de impuestos locales), debido al aumento del margen de las refinerías, que en buena medida viene dado por la subida de precio en las subastas de refinados al haber mayor demanda de los mismos proveniente de países como China e incluso Irán, que no son capaces de refinar suficiente petróleo; y como lo que se consume en la agricultura industrial es principalmente refinados, eso explica porqué los alimentos están subiendo ahora más rápido que el petróleo en la gráfica de Paul Chefurka. Falta decir, además, que la subida de los precios de los alimentos parece preceder en unos meses la subida del precio del petróleo. El precio de los alimentos es, por tanto, un ominoso presagio para el 2011, otro más.


Interacción de salida: En contraste con las revueltas por los alimentos vividas en 2008, ahora los principales países afectados están en el mundo árabe. En 2008 el principal cereal afectado por la carestía fue el maíz; según se dice, desviado en un momento de carestía de petróleo para fabricar bioetanol que se consumía sobre todo en los EE.UU., donde desde hace tiempo tienen el objetivo de que la gasolina tenga un 15% de bioetanol. En la actualidad, el principal cereal afectado es el trigo, oficialmente por las malas cosechas recogidas en los EE.UU. y sobre todo en Rusia (por culpa de la sequía y los incendios de este verano), aunque otra vez la asociación del alza de precios con precios altos del petróleo alimenta la sospecha de que también esta vez se esté desviando trigo para hacer bioetanol; al mismo tiempo que el trigo, está habiendo carestía de azúcar (fácil de convertir en etanol) y de aceite de oliva (convertible en biodiésel), aunque no se oye hablar de malas cosechas de remolacha o de aceitunas. En 2008, el foco de las protestas estaba en América Latina, México principalmente por la fuerte subida de las tortas de maíz (creo recordar que triplicaron su precio); en 2011, el cereal más afectado tiene su foco de consumo en el Mediterráneo y hacia aquí se han desplazado las protestas. El problema es que mucho de los países que están ahora en el ojo del huracán tienen una importancia estratégica en la distribución regional y global de energía. Por ejemplo, Argelia, donde de momento la represión ha sido capaz de contener los movimientos, es la fuente de alrededor de la mitad del gas que se consume en España. Otro lugar crítico es Yemen, país abocado al colapso desde hace tiempo por sus grandes desequilibrios internos, y que produce unos 300.000 barriles de petróleo diarios pero que pronto dejará de exportar, dado el ritmo de declive que sufren sus campos de petróleo y el aumento de su consumo propio (el efecto del llamado Modelo de territorio exportador, ya discutido en este blog). Si Yemen colapsa en medio de sus revueltas internas, esos 300.000 b/d tendrán un efecto notable sobre el precio del petróleo. Y el miedo de todos y de cada uno se centra sobre todo en Arabia Saudita, país productor de más de 9 millones de barriles diarios, con un rey anciano y enfermo, que en este momento convalece en Marruecos de una operación en los EE.UU., con graves conflictos internos por la injusta distribución de la riqueza y el ascenso del islamismo radical, rodeado de países ahora mismo en efervescencia social y con sus propios conatos de levantamiento. En este contexto, aunque no se pueda reconocer muchas cancillerías occidentales respirarán si Mubarak consigue reprimir las protestas en Egipto, porque de ese modo se evitará que el contagio continúe. De momento, el precio del petróleo, que las últimas semanas había descendido, especialmente en los EE.UU., ha experimentado alzas importantes y los futuros sobre él crecen debido a la inestabilidad.


Está claro que el futuro no es demasiado halagüeño, y la conexión petróleo-alimentos puede ser uno de esos factores no lineales que pueden precipitar una crisis de alcance global. Posiblemente la tensión actual se resuelva cuando se produzca el siguiente pico de precios del petróleo y con la nueva ola de contracción económica que acarreará caiga la demanda y baje el precio del petróleo, y las cosas vuelvan a este estado de agitación de base que a partir de ahora será la normalidad. Eso sí, algunos analistas dicen que la era de los alimentos baratos ha terminado. La tensión, por tanto, subsistirá. Mientras tanto, continuamos ensoñándonos con soluciones tecnomágicas que resolverán todo, y no nos damos cuenta de que nuestro reloj no nos guarda tantas horas como querríamos...


Salu2,
AMT







miércoles, 26 de enero de 2011

El sistema británico de Cuotas de Energía Intercambiables (TEQ)


Queridos lectores,

La semana pasada se presentó en la Cámara de los Comunes del Reino Unido un informe elaborado por The Lean Economy Connection y apadrinado por la Comisión Parlamentaria sobre el Peak Oil (sí, el Reino Unido tiene desde hace años una comisión parlamentaria para el Peak Oil; a pesar de la relevancia del tema, como ya sabemos, ésta es una cuestión pública, pero no publicitada). El informe se titula: "TEQs: Cuotas de Energía Intercambiables. Un marco político para el Peak Oil y el Cambio Climático" (enlace aquí, informe en inglés). En él se propone un sistema de cuotas con el objetivo de implementar medidas realmente efectivas para reducir las emisiones de CO2, implicando de una manera más directa a la ciudadanía. Al tiempo, una pequeña modificación del sistema permite racionar la energía si comienza ya la escasez de combustibles que comportará el Peak Oil (esto se dice explícitamente así, y con mucha dureza; no es un informe de fácil digestión políticamente, precisamente). Dadas las muchas implicaciones de este estudio (que falta saber si jamás llegará a implementarse en la práctica), lo analizaré con un cierto detalle en el post de hoy.

Objetivo de las TEQ:
El objetivo del sistema es limitar el uso de la energía mediante la introducción de unas unidades particulares, las TEQ (Tradable Energy Quotas, que yo he traducido por Cuotas de Energía Intercambiables). Una TEQ es una medida del CO2 emitido por el uso de una determinada fuente de energía; por definición, una TEQ representa un kilo de CO2 emitido en todo el proceso de vida del combustible, no sólo al usarlo sino al extraerlo, procesarlo y comercializarlo. La relación energía producida/TEQ depende del tipo de combustible; algunos combustibles son más sucios (tienen un mayor coste en TEQ), como el carbón o el petróleo derivado de arenas bituminosas, y otros son más limpios, como el gas o las energías renovables (que también tienen un coste implicado en TEQs por el proceso de construcción, mantenimiento y desmantelamiento, aunque sea menor que el de una fuente no renovable).


Funcionamiento del sistema: 
El Gobierno decide la asignación de las TEQ y controla su contabilidad mediante un sistema de cuentas electrónicas. Al principio del sistema, las TEQs se asignarían con un saldo inicial para un año, y después se irán asignando nuevas cuotas semanales cada semana vencida. El 40% de las TEQ son asignadas automática e incondicionalmente a todos los ciudadanos adultos, en tanto que el 60% restante es ofertado a las empresas mediante subasta; esta repartición entre individuos y empresas es semejante al impacto de emisiones en el Reino Unido actualmente.

Realmente, las TEQ no son algo nuevo; fueron propuestas por primera vez en 1996; solamente, ahora se está planteando su implementación en la práctica, con algunas modificaciones sobre el diseño original. Este plan está previsto que lleve por lo menos un par de décadas antes de estar completamente implementado, lo cual es realista aunque quizá no lo suficientemente rápido para lo que se pueda necesitar.


Ventajas del sistema de TEQs: 
La principal ventaja del sistema de TEQs, desde el punto de vista del control de emisiones, es que simplifica la contabilidad. No es preciso saber exactamente quién está emitiendo y cuánto; simplemente, el coste de la emisión se descuenta en el momento de usar la fuente de energía, de acuerdo con el nivel de emisiones, conocido, de la misma. Este sistema es además compatible con el sistema de intercambio de emisiones de la Unión Europea (EU ETS). Además, el consumidor final tiene una percepción real del impacto de su consumo, con lo que se implica con la lucha contra el cambio climático en primera instancia, y tiene todos los incentivos para reducir su consumo energético, especialmente en una situación de escasez. Dado que cada ciudadano adulto tiene derecho a sus cuotas personales, se asegura que todo el mundo tendrá acceso a un mínimo de energía (nadie podrá gastarlo por él si no lo vende). Un punto clave del sistema es que se puede comerciar libremente con las TEQ; quien quiera las puede vender (aquellos a los que les sobren) y comprar (aquellos que necesiten más). En suma, como dice el informe, se transforma un problema ambiental y energético en uno de dinero, que se supone que la gente sabe manejar mejor... Además, se prevé que el precio de las TEQ irá en dirección contraria a la de los combustibles (ya que cuando más suba el petróleo menos se consume, y por tanto las TEQ valen menos), con lo que las TEQ producen una estabilización del precio final (combustible+TEQ), lo cual es más conveniente para la economía. Además, una vez el sistema en uso, si es necesario racionar uno o más combustibles, se puede usar el mismo sistema creando cuotas específicas para cada combustible donde se necesite (e.g. para el petróleo las TOQ, para el gas las TGQ, etc).

Tono del informe:
El informe está trufado de frases demoledoras cargadas de un realismo hiriente. Por ejemplo: Página 18: "...la cancelación de las TEQ se produce al mismo tiempo que el pago en dinero, como parte de la misma transacción. Éste es un sistema con niveles de ruido y administración reducidos, que permite que la gente se concentre en el desafío de vivir dentro de un descenso abrupto de la cantidad de combustibles fósiles disponibles"; Página 19: "El coste de alcanzar la reducción de la energía consumida será alto, requerirá cambios profundos en las vidas y en las expectativas, en el uso de la tierra y la tecnología, y en los patrones de la industria y el transporte. Más aún, la economía puede entrar en una recesión profunda por el efecto combinado del Peak Oil y el cambio climático. Los individuos y los hogares necesitarán por tanto todo el dinero que puedan conseguir para pagar la transformación."; Página 25: "En resumen, es razonable concluir que estamos corriendo peligro. Habrá escasez de energía. No sabemos cuándo, pero que sucederá es indiscutible y no será en un futuro distante (Capítulo 5)."


Consecuencias del sistema:
Este sistema conlleva varias consecuencias de gran alcance, aunque el impacto exacto que comporta no se podrá conocer hasta que no se implemente en la práctica y se vea. Llama la atención que las cotas atribuidas a los individuos sean sólo para "ciudadanos adultos". De manera indirecta (no se explica el por qué de esta restricción) se está favoreciendo el control de la natalidad, ya que los niños no aumentan las TEQ de una familia. La distribución 40%-60% entre individuos y empresas intenta fijar el tamaño relativo de cada grupo, y en una época de contracción económica se favorece adicionalmente la contracción de la población. También se favorece la compactación de los núcleos familiares: seguramente interesa tener más de dos generaciones en el mismo hogar, de modo que los abuelos que ya no trabajan aporten sus TEQ para calentar el hogar; eso es también una disminución implícita del consumo total de combustibles fósiles, al reducirse el número de hogares. Por descontado, a medida que el número de TEQ asignados a los individuos se reduzcan las familias comenzarán a prescindir del vehículo privado para garantizar tener combustible para calentar el hogar (no hay que olvidar que el Reino Unido es un país muy frío).


No es evidente que con este sistema se evite el consumo fraudulento (e.g., fuera de este sistema), sobre todo de combustibles accesibles localmente como el carbón. Se tendrán que poner en marcha medidas adicionales para evitar que la gente se vuelque en masa en el consumo incontrolado de biomasa (típicamente, leña), agravando problemas locales como la destrucción de bosques que conlleva efectos perniciosos como el aumento de la erosión del suelo y la pérdida de hábitats y recursos. No queda claro cómo se evitará que los más miserables acaben malvendiendo sus TEQ para poder comer, por ejemplo, ni si este sistema evitará la instauración de mafias propias de los sistemas de racionamiento, como ya se discutió en el post anterior.


Conclusiones:
En cuanto a las conclusiones del informe, la primera y más importante: cuando el río suena, agua lleva. Durante las últimas semanas hay nerviosismo por la subida de los precios del petróleo, de los alimentos y de las materias primas. Se empieza a hablar abiertamente de que los altos precios del petróleo pueden forzar una nueva ola recesiva a escala global. El presidente de Francia, Nicolas Sarkozy, propone regular el mercado de materias primas para evitar que los precios se disparen. En España, en aras una conciencia ecologista hasta ahora desconocida en las instancias públicas, el Ministerio de Medio Ambiente (y Rural, y Marino, y lo que a mano venga) exige a las grandes ciudades que reduzcan radicalmente sus emisiones tóxicas asociadas al tráfico; en la práctica, la manera más fácil de hacer eso es limitando el consumo (por limitación de la velocidad o del acceso al casco urbano). En suma, comienza a haber una cierta conciencia en los países desarrollados de la necesidad de reducir el consumo de combustibles fósiles. Entre tanto, en los países en vías de desarrollo, los problemas son otros: revueltas del hambre en todo el Magreb, en Asia Oriental, en el África Sudsahariana, incipientes en América Latina... En realidad, una repetición de los episodios de 2008. En los países occidentales, la pregunta es: ¿Repetirá el barril de petróleo los precios de entonces? El tiempo lo dirá.

Quizá el Reino Unido está abriendo una senda decisiva para nuestro futuro.  Como dice el informe, la primera nación en implementar un sistema como éste tendrá ventajas en las negociaciones internacionales. Lo que está claro es que esa nación no será la nuestra.


Salu2,
AMT

lunes, 17 de enero de 2011

Libre distribución y racionamiento

Cola del pan en Bexley Heath, Julio de 1946. 
Fuente: http://www.topfoto.co.uk/gallery/peakoil/ppages/ppage7.html 


Queridos lectores,

De acuerdo con las definiciones más comúnmente aceptadas de Economía (verbigracia la de la wikipedia)  su objetivo fundamental es la administración de los bienes escasos. Bienes económicos son, por definición, aquellos que son escasos y que, por tanto, tienen algún valor: si mañana hubiera en todas las veredas árboles que dieran i-pads, en número y proximidad tal que para tener uno sólo tuviéramos que alargar el brazo sin temer nunca su escasez, entonces los i-pads valdrían cero euros, dólares o pesos, ya que nadie estaría dispuesto a pagar por algo que puede conseguir sin esfuerzo. Así pues, la base de la economía es la escasez. Se puede decir que uno de los grandes fallos de la teoría económica convencional es el hecho de no añadir al epíteto "escasos" que acompaña a los bienes de los cuales se ocupa, los adjetivos "agotables y no sustituibles" que por desgracia se aplican a tantas materias primas de las que aquí discutimos. Dejando a un lado lo estúpido que resulta en un planeta de dimensiones finitas tener un sistema económico que sólo funciona bien cuando está en fase de crecimiento exponencial, el agotamiento de las materias indispensables para ciertas actividades productivas tendría que repercutirse en los costes de producción de aquellos bienes que las consuman. Un economista tradicional dirá que eso ya sucede, que el precio de hoy ya "descuenta" (anticipa) la escasez futura mediante la acción benéfica del mercado, esa "mano invisible" que todo ajusta para que las cosas cuadren y los recursos se utilicen de manera óptima. Y aunque ciertamente el libre mercado, como sistema autoorganizado que es, puede dar una respuesta efectivamente óptima cuando uno está condicionado por ciertas restricciones (en el  acceso a las materias, a la información, etc), son bien conocidos sus fallos sobre todo a la hora de gestionar bienes públicos superiores (algunos ejemplos clásicos de esos fallos se discuten en el contexto actual y con bastante gracia en la serie Citizen K del Acorazado Aurora). Pero es que, además, el libre mercado no puede descontar algo tan complejo como la escasez futura puesto que la formación de precio es de naturaleza instantánea y se basa en un equilibrio constante entre oferta y demanda, dependiendo esta última de una capacidad económica que, en el fondo, viene fijada por criterios arbitrarios. Es decir, ¿por qué los ciudadanos de Estados Unidos de Norteamérica tienen mayor capacidad de compra, tanto relativa como absoluta, que los ciudadanos de China, cuando este último país tiene una capacidad de producción muy superior? Y por ejemplo dentro de los propios EE.UU., ¿por qué un banquero de medio pelo tiene mucha más capacidad del compra que un granjero de Oklahoma? Cierta inercia social y una capacidad de influir en los órganos de decisión, y de ejercer un poder fáctico sobre la sociedad y sobre el mundo explican que algunos individuos y países sean mucho más pudientes que otros, más que el valor real de su aportación a la sociedad y al mundo.


Por contraposición a la distribución "libre" de bienes y servicios que nos propone el libre mercado (en realidad, una distribución centrada en la capacidad económica de sus individuos), cuando se entra en una situación de escasez de bienes imprescindibles para todos los individuos (en esta categoría típicamente entran los alimentos) se acaba produciendo racionamiento, es decir, se estipula cuál es la ración mínima a la que todo individuo tiene derecho y solamente si sobra se podrá vender en el mercado ese excedente, lo cual típicamente lleva a que el precio de la parte no racionada (si es que la hay) se dispare. El racionamiento es generalmente impuesto por la fuerza por el Gobierno, pero como no sustituye al libre mercado sino que se superpone sobre él, se producen continuamente situaciones de mercado negro, en el que algunos individuos desvían cantidades del bien racionado, ya sean excedentarias o no, detraídas por la fuerza o en ocasiones vendidas de matute por los poseedores de una ración legítima que no pueden aprovecharla, o que tienen otras más imperiosas necesidades y se ven obligados a pasar sin ella. Así pues, aunque la intención del racionamiento es procurar un mínimo bienestar a todos los ciudadanos acaba inevitablemente produciendo acaparamiento, estraperlo y por ende actividad mafiosa.


La llegada del Peak Oil en particular y de la Gran Escasez en general forzará, en algún momento, a que los Gobiernos establezcan una u otra medida de racionamiento, como mínimo para intentar calmar la inestabilidad social (inestabilidad que estos días se manifiesta en países como Túnez y Argelia, con consecuencias imprevisibles en un futuro próximo). Sin embargo, como hemos comentado, el racionamiento aplicado de la forma habitual provocará que unos pocos se aprovechen del sufrimiento de todos. Si estos pocos no causan un gran efecto en el racionamiento en general, puede ser tolerable, pero si los estraperlistas y contrabandistas consiguen hacerse con suficiente riqueza la usarán para adquirir más poder, y eventualmente pueden acabar destruyendo al Estado y suplantarlo, situación equivalente a un nivel 3 de colapso (Colapso del Estado). Por tanto, el racionamiento no puede ser aplicado de una manera efectiva sin razonamiento, sin pensar en todas las consecuencias negativas que puede acarrear en una situación que ya no será coyuntural, sino estructural. En el fondo, el racionamiento es contradictorio con nuestros valores y procederes económicos, y por eso crea peligrosas disfunciones. Está claro, por tanto, que se precisa una reforma económica previa que disminuya o elimine por completo la posibilidad de tener una ventaja económica usando el racionamiento de manera torticera. ¿Cómo se consigue tal cosa? Eso, lector, se lo dejo a su opinión.


Salu2,
AMT

domingo, 9 de enero de 2011

Lo factible y lo rentable


Queridos lectores,

Al leer las discusiones que en los diversos foros en internet se encuentran sobre cómo afrontar la crisis energética que ya tenemos encima, con excesiva frecuencia se encuentra uno con discusiones un tanto bizantinas sobre la posibilidad de implementar determinadas soluciones tecnológicas que permitirían esquivar este o aquel aspecto concreto de la Gran Escasez que se viene. Aunque desde el punto de vista más holístico de un peakoiler todas esas propuestas son sólo formas más o menos acabadas de tecnooptimismo (es decir, de una fe irracional en la capacidad del ser humano de diseñar soluciones tecnológicas para cualquier problema), cualquier peakoiler se ve obligado a aventurar un análisis de por qué la concreta propuesta tecnológica no puede sacarnos de este histórico atolladero. Esto genera gran ruido y confusión, en tanto en cuanto los análisis apresurados no suelen tener en cuenta todas las variables del problema, y a veces se anticipan problemas que no son reales, o que probablemente no se manifestarán de la manera tan nociva que se pretende. Eso lleva a que, a su vez, el proponente de la solución-milagro se reafirme en que su propuesta es en realidad la solución de todos los problemas de la crisis energética, y sólo cuando pasan los años y se ve que su tecnología propuesta no acaba de despegar los argumentos concretos que en su momento se dieron en favor en la potencia invencible de la Diosa Razón se van desvaneciendo; lamentablemente, son inmediatamente sustituidos por otra nueva propuesta, y así ad nauseam, mientras el tiempo va pasando sin que seamos capaces de articular una respuesta coherente y válida para gestionar este riesgo al que estamos sometidos. Así sucedió con la tan cacareada "Economía del Hidrógeno" con la que se nos martilleaba hace unos años, y así pasará con el modelo basado en los coches eléctricos y las redes inteligentes (smart grids) dentro de unos años. El público compra esas maravillas tecnológicas que se venden con su gran aparatosidad técnica, convencidos que de manera inevitable el siglo XXI será una ampliación y mejora del espectacular desarrollo tecnológico del siglo XX, sin comprender que aparte del ingenio humano lo que ha catapultado el progreso en el siglo pasado fue la gran abundancia de energía barata. Y mientras nos entretenemos con estos florilegios tan fuertemente publicitados, defendidos por grandes especialistas de la industria y las universidades, seguimos perdiendo ese precioso tiempo que necesitamos para adaptarnos...

Delante de estas tan improductivas discusiones, es imprescindible entender que la factibilidad técnica es sólo la mitad del problema. En realidad nuestra capacidad técnica actual va mucho más allá de lo que la gente se imagina; podemos construir objetos increíbles con maravillosas propiedades: casas indestructibles, bombillas de muy bajo consumo y eternas, coches eléctricos de gran potencia, ordenadores mucho más potentes que los que usamos, etc. ¿Por qué no tenemos todas estas maravillas a nuestro alcance, entonces? Sencillo: porque cuestan muy caras. Y es que para explotar comercialmente un determinado bien necesitamos no sólo ser técnicamente capaces de producirlo, sino saber cómo producirlo económicamente. Es decir, tenemos que ser capaces de producirlo con un coste unitario lo suficientemente bajo como para que se venda en una cantidad lo suficientemente grande como para que el beneficio sea adecuado. El beneficio será adecuado si permite pagar las amortizaciones y los costes de innovación y desarrollo, y al tiempo deja un margen que haga la inversión en esta actividad más interesante que en cualquier otra. En suma, que el negocio sea rentable. Existen infinidad de variables que repercuten en que un negocio sea rentable: la demanda del bien producido, la calidad del mismo, el equilibrio óptimo entre oferta y demanda, la competencia, la capacidad de innovación, el ciclo de vida del producto,... y eso hace también que determinados negocios que son rentables en un momento determinado dejen de serlo con el tiempo y viceversa. Sin embargo, hay un factor que resulta clave cuando se intenta producir un bien dirigido a un gran mercado potencial: el precio. Si queremos que muchos clientes consuman nuestro producto, como abarcamos un rango más amplio de la distribución de rentas necesitamos que su precio sea lo más competitivo posible. La manera más simple de reducir el precio es reducir costes, lo que se consigue reduciendo el uso de mano de obra y aprovechándose de los beneficios de la economía de escala, fundamentalmente a través de la producción en cadena. Sin embargo, se ha de tener en cuenta de que la producción en serie o en cadena no persigue optimizar el rendimiento del trabajo o energía empleado en la fabricación del producto, sino esencialmente sustituir un tipo de energía cara (mano de obra) por otra barata (petróleo, gas, electricidad). Por tanto, a medida que la energía que antes era barata se vaya volviendo cara esta estrategia de taylorización de la producción se va volviendo cada vez más contraproducente, si no se consigue mejorar, y mucho, la eficiencia energética. La hipótesis de que nuestras fuentes de energía son esencialmente baratas y abundantes está tan imbricada en la manera de hacer de nuestra sociedad que no tenemos presente hasta qué punto son fundamentales para que las cosas funcionen. Por eso, cuando la gente discute sobre las alternativas tanto de fuentes de energía como de modos de usar la energía no tienen en cuenta los costes, tanto económicos como energéticos, implícitos de las mismos, que cuando se consideran muestran que esas propuestas típicamente son inviables. Como las cosas se entienden mejor por la virtud del ejemplo, pondré ahora mismo dos ejemplos de cómo una mera consideración de costes hace dudosa la posibilidad de estas soluciones.

  • En un hilo de Crisis Energética se destacaba la noticia del reciente anuncio por parte de la marca automovilística Mercedes de la salida del nuevo modelo Mercedes-Benz SLS AMG E-Cell, que entre otras características tiene un motor de 525 CV, que se consiguen con 324 batería de litio-polímero. Algunos comentaristas denostaban lo absurdo de esta propuesta, en tanto que otros veían en la noticia una demostración de que no sólo el coche eléctrico tiene futuro (lo que es más que dudoso) sino que incluso podremos llegar a tener camiones y maquinaria eléctrica. Evidentemente, ese Mercedes-Benz SLS es un prototipo sin gran salida comercial, ya que el precio unitario, con la capacidad tecnológica actual, será desorbitante (se estima que entre 50 y 100 mil dólares más caro que el modelo con motor convencional). Es una estrategia lógica por parte de Mercedes-Benz, habitual en la industria, de comenzar a desarrollar una tecnología que al principio será cara, pero con el tiempo, y ganando experiencia podrá ser abaratada, fundamentalmente gracias a la taylorización del proceso productivo. Es decir, cuando las diversas fases de la construcción actual de este coche dejen de ser artesanales y puedan ser mecanizadas se podrá abaratar sensiblemente los costes, reducir el precio y conseguir la expansión comercial deseable. Dejando al lado las cuestiones no menores de la necesidad de reforzar enormemente la red eléctrica, de producir energía eléctrica en grandes cantidades en un momento de declive y de la escasa producción de litio como para poder producir coches a escala masiva, está la cuestión fundamental de que la premisa de todo el modelo productivo ("la producción en serie abarata costes") no está garantizada en un entorno de costes energéticos crecientes debidos a la escasez energética rampante que puede desencadenarse durante los próximos años. Evidentemente, este problema (la inviabilidad de la fórmula productiva que ha funcionado tan bien hasta ahora) no es privativo de la producción de coches eléctricos, sino de los coches de cualquier tipo y en realidad de la producción de cualquier bien. Pero, por eso mismo, teniendo en cuenta las grandes dificultades de mantener una base industrial suficiente como para sufragar nuestras necesidades más básicas futuras, centrar toda la discusión sobre los vehículos eléctricos resulta tan procedente como discutir si son galgos o son podencos.
  • Cuando se discute sobre la proximidad del cenit de extracción de uranio y los problemas asociados al desbalance del consumo actual (casi un tercio de lo que se consume viene de uranio extraído durante los ochenta, pero los almacenes civiles están a punto de agotarse y los militares están controlados por EE.UU. y Rusia), un argumento que suele recurrir es el de la enorme cantidad de uranio que hay en el agua del mar. Bernard Cohen, profesor de Física de la Universidad de Pittsburgh, hizo en 1983 un célebre artículo en el que calculaba que con el uranio que hay en los mares del mundo se podrían cubrir las necesidades energéticas del mundo hasta la extinción del Sol. Así es: con más de 4.000 millones de toneladas disueltas en el agua del mar daría para producir los 650 Gw de electricidad que se consume hoy en día en el mundo durante 7 millones de años, pero teniendo en cuenta el aporte constante de los ríos Cohen llega a estimar que el uranio daría para 5.000 millones de años de consumo eléctrico actual, más que lo que le resta de vida al Sol. Dejando al margen que el consumo eléctrico es un porcentaje mínimo del consumo energético total, está el punto clave de si se puede extraer uranio tan diluido (el uranio en el agua del mar tiene una concentración de 3,3 partes por mil millones en peso). Y aunque es tecnológicamente factible y se ha realizado en laboratorio, subsisten las dudas de si se puede realizar a gran escala de manera rentable. Se suelen citar precios de extracción de entre 260 y 1.000$ por libra de uranio extraída del agua del mar, lo que teniendo en cuenta el escaso impacto del precio del uranio en la energía nuclear sería perfectamente asumible; sin embargo, esas cifras esconden un coste energético que seguramente es más difícil de asumir, sobre todo en una época de escasez energética. De hecho, la mejor manera de no consumir mucha energía en el proceso es producir evaporación y decantación natural del precipitado que nos interese... pero ése es un proceso lento, con lo que producción sería pequeña. Por lo tanto, es más que dudoso que se pueda extraer uranio del mar a una escala económicamente viable.


Se podrían sacar tantos otros temas a colación: si es económicamente viable producir biocombustibles con algas o con las partes celulósicas de las plantas, si son viables los reactores basados en torio, etc, etc. Todas esas cosas son técnicamente viables y ya se han hecho, pero no han dado nunca el salto a la producción en gran escala por su escasa viabilidad económica. Por supuesto que los defensores de una u otra alternativa argumentarán que es una cuestión de precio, que si el petróleo u otras materias aumentan suficientemente de precio entonces serán interesantes... el problema es que nuestro sistema económico no puede soportar cualquier precio para una materia precursora e imprescindible como es la energía, cosa que discutiremos en otro post.

Salu2,
AMT

P. Data: Por razones personales, durante los próximos días estaré ausente del blog. Comenten lo que quieran, pero tengan en cuenta que yo no podré contestar más que de manera muy discontinua.

jueves, 6 de enero de 2011

Las arenas asfálticas de Canadá




Queridos lectores,

Querría comenzar el año zanjando algunas cuestiones pendientes de discutir del año anterior, y particularmente de una de las fuentes de petróleo no convencional que hace tan sólo tres o cuatro años se consideraba el nuevo Eldorado de la energía, y ahora ha quedado un tanto relegada por la realidad de su explotación: las arenas asfálticas o bituminosas de Canadá.

Las arenas bituminosas del Canadá son una mezcla de arena y una sustancia grasienta y espesa, el bitumen o alquitrán, que está formado por cadenas de hidrocarburos largas y de baja saturación en hidrógeno. Estamos hablando de un subproducto muy degradado, que en muchos casos representa el residuo de antiguas bolsas de petróleo poco cocinado geológicamente o bien en el que los compuestos más volátiles se evaporaron hace tiempo. Per se, este alquitrán tiene poco uso; sin embargo, procesado convenientemente (como discutiremos un poco más abajo) puede convertirse en petróleo sintético, de un poder calorífico inferior (en torno al 70%) al del petróleo crudo de mayor calidad pero que puede suplir, y de hecho está supliendo, una parte de las necesidades mundiales de petróleo. Debido a los costes que comporta su procesamiento es bastante menos económico de producir que el petróleo crudo (según los autores, el coste de producción se estima entre 30 y 60$ por barril), pero con precios suficientemente altos es un negocio bastante interesante. En el caso concreto del Canadá, dada la proximidad de explotaciones de gas natural necesarias para sintetizar el petróleo de arena bituminosas y las enorme reservas de este recurso (estimadas en 2006 en 170.000 millones de barriles de petróleo sintetizable, siendo las segundas más importantes después de las de Arabia Saudita) su explotación ha ido en crescendo durante los últimos años. Actualmente, Canadá es el principal suministrador extranjero de petróleo en los EE.UU., los cuales consumen la mayoría de su producción actual. Durante los últimos años su producción ha crecido a un ritmo de unos 60.000 barriles/día (b/d) hasta llegar a los aproximadamente 1,5 Mb/d actuales. En los últimos años, la Agencia Internacional de la Energía (AIE) ha publicado proyecciones según las cuales se esperaba que la producción de petróleo canadiense llegaría a los 5 Mb/d hacia el final de esta década, proyecciones que se han ido progresivamente moderando hasta los poco más de 2 Mb/d en 2020 que se aventuran ahora mismo. Sin embargo, hasta el objetivo de 2 Mb/d puede ser difícil de cumplir...

Para producir petróleo sintético a partir de las arenas bituminosas hay diversos procedimientos posibles, pero en esencia hay dos fases: una primera de extracción, en la que se consume mucha energía (típicamente procedente de la quema de gas natural) y agua (usada para generar vapor) para ablandar la pasta alquitranosa y extraer el bitumen por algún proceso de precipitación o decantación; y una segunda fase, en la cual se combinan el bitumen con gas natural para hidrogenarlo y convertirlo en cadenas más cortas y saturadas, propias de los hidrocarburos explotados industrialmente como petróleo. Por cada 2 toneladas de arenas bituminosas tratadas se consigue extraer aproximadamente un barril de petróleo sintético (1/8 de la masa de arena tratada), consumiéndose unos 2.000 pies cúbicos (cf) de gas natural (aproximadamente la mitad en cada fase) y entre 2,32 y 5,34 barriles de agua (recuérdese que 1 barril son 159 litros). El agua y los productos residuales son arrojados en ingentes balsas de residuos tóxicos como la que se muestra en la siguiente imagen, en las que entre otros subproductos se generan importantes cantidades de dioxinas, producto químico muy tóxico, el cual acaba contaminando los acuíferos y causando graves problemas de salud que son minimizados por el Gobierno de Canadá.




Sólo los problemas ambientales y de corrupción a todos los niveles que crea la explotación de las arenas bituminosas en Canadá, país hasta ahora ejemplar por su respeto a los derechos humanos, daría para hacer otro post bastante extenso; baste decir aquí que el influjo del oro negro está cambiando la manera de hacer política de Canadá hasta extremos inimaginables, y que el país tiene el dudoso honor de ser el único firmante del Protocolo de Kioto que ha rescindido su compromiso (ya que la producción de petróleo de las arenas asfálticas produce muchísimo CO2). Todo ello en aras de una nueva riqueza que ha hecho soñar que Canadá sería una nueva superpotencia energética... coloso que como cada día se va viendo más claro tiene los pies de barro.

Hay dos dificultades principales para hacer crecer la producción de petróleo sintetizado de las arenas bituminosas en Canadá: la falta de gas y la falta de agua. 

Por terminar, decir que el Tasa de Retorno Energético (TRE; EROEI por sus siglas en inglés) de esta fuente no es especialmente brillante: Charlie Hall la cifra en torno a 5, lo cual significa bajar un nuevo peldaño en nuestro particular descenso a los infiernos. Algunos autores la sitúan incluso por debajo de 2; en todo caso, lejos del 10 que se suele considerar como el mínimo aceptable para una sociedad funcional. En esencia, las arenas bituminosas aparecen como un parche para suplir una parte de la carencia actual, pero sin vocación de ser nunca una fuente mayoritaria: es sólo una muleta para que este cojo que es la sociedad basada en el petróleo pueda seguir avanzando unos pocos años más.


Hay varios aspectos adicionales que se podrían discutir (por ejemplo, la relación con los petróleos ultra-pesados de Venezuela), pero de manera introductoria esto es lo fundamental.


Salu2,
AMT

Addenda: JotaEle nos hace llegar esta gráfica que ha elaborado con datos de la Canadian Association of Petroleum Producers




Como muestra la gráfica los petróleos convencionales llegaron a su cenit en 1997 mientras que el producido offshore parece estar bastante estancado desde hace unos 8 años. El petróleo de las arenas bituminosas sube a un ritmo de unos 64.000 barriles/día cada año y se encuentra actualmente en el entorno del millón y medio de barriles diarios, y como se ha comentado en el post es difícil que nunca supere los 2 millones de barriles diarios. Así las cosas, Canadá habría probablemente superado su propio Peak Oil...