Cierra los posts de esta semana una contribución de Juan Carlos, en una discusión sobre los méritos relativos del petróleo que justifican por qué hemos llegado a ser tan dependientes de él. Que lo disfruten.
Salu2,
AMT
La sangre del Diablo
¿Por qué ha tenido tanta
aceptación el petróleo? Primordialmente por las siguientes
ventajas que no posee ninguna otra fuente de energía primaria:
1. Barato
2. De fácil extracción
3. Abundante
4. Alta densidad
energética
5. Fácil de transportar
6. Energía constante, no
intermitente
7. Desarrollo de
centenares de industrias en torno a este hidrocarburo
8. Fácil distribución y
almacenamiento
9. Indispensable en la
industria automotriz que utiliza pequeños motores de combustión
Observaciones:
1. El petróleo ya no es
un recurso energético barato.
2. El petróleo aún es
abundante, pero su extracción cada vez presenta mayores dificultades
por la profundidad a la que se encuentra. Mientras menor sea la
calidad, su refinamiento es más caro y contamina más.
3. El petróleo al entrar
en combustión emite gases de efecto invernadero.
En el precio del petróleo
influyen diversos factores que pueden ser considerados como
circunstanciales o como permanentes:
1. El aumento de la
demanda de petróleo por parte de los países emergentes BRIC
2. La debilidad del dólar
3. La especulación en los
mercados financieros
4. La disminución de los
yacimientos petroleros
5. Aumento en los costes
de prospección y explotación
6. Fuertes inversiones que
arriesgan la rentabilidad del proyecto. Baja tasa de rendimiento
energético
7. Consumo creciente de
los países productores
Los países productores
necesitan cada vez más su propio petróleo ya que son naciones con
crecientes necesidades que buscan la autosuficiencia energética. Por
esa razón ya no pueden exportar casi todo el petróleo que extraen.
Los yacimientos de México, el Mar del Norte o Rusia, por ejemplo,
están en franco declive. Ya hay un miembro de la OPEP, Indonesia que
dejará de exportar, pues el crudo que posee lo necesita para cubrir
su consumo interno.
La cuestión que
deberíamos plantearnos no es cuándo se agotará el petróleo sino
cuándo dejará de ser rentable, pues mucho
antes de un hipotético agotamiento de los yacimientos habrá que
abandonarlo como fuente de energía por ser un negocio ruinoso.
No
deberíamos confundir el síntoma con la enfermedad. El fin del
petróleo y no las hipotecas basura han sido el origen de esta crisis
económica. Si se
acabara la recesión, los precios del petróleo subirían nuevamente
propiciando que la
globalización sea económicamente insostenible. Será necesario
renacionalizar y relocalizar todo el sistema
productivo a medida que se demuestre que el alto precio del petróleo
hace inviable seguir globalizando.
La caída
de la producción anual de crudo, según los cálculos más
optimistas, es de un 2%,
con lo que pasará de los 87 millones de barriles diarios del 2011, a
únicamente 80 millones de barriles en 2015. Ese año, según un
informe de la administración Obama, la demanda mundial de petróleo
habrá aumentado hasta los 90 millones de barriles diarios. La
diferencia de 10 millones de barriles debería cubrirse en menos de 5
años con unas reservas que aún no se han descubierto. La cantidad
de 10 millones de barriles diarios es la casi totalidad de la
producción actual de Arabia Saudí. Probablemente se cubra ese
déficit de petróleo extrayendo más gas y carbón, acelerando el
pico de estos dos combustibles de origen fósil.
Según el economista y
analista francés Olivar Rech, especializado en temas de suministro y
consumo de petróleo, la caída de la producción mundial de crudo se
sitúa en torno a un 5% anual coincidiendo con la opinión de la
petrolera Shell. Desde su punto de vista, será imposible compensar
la caída de la extracción del oro negro con el aumento de la
producción de los petróleos no convencionales y la recuperación
frenética de los campos existentes.
Las
imprecisas
conjeturas efectuadas
sobre
las reservas mundiales de petróleo
se evidencian en los últimos estudios realizados. La Universidad de
Kuwait asegura que las reservas totales de petróleo en el mundo son
2,14 billones de barriles y el petróleo recuperable restante es de
sólo 1,16 billones de barriles, mucho menor de lo previsto hasta
ahora. Según un informe de la Smith
School of Enterprise and the Environment
del Reino Unido, calcula las reservas reales de crudo extraíble
entre 900.000 millones y 1,1 billones de barriles.
La
producción
de los campos de crudo que se explotan en estos momentos cae a un
ritmo de 6,7% al año. Las
producciones de Rusia, China, Irán, México, Emiratos Árabes
Unidos, Venezuela y Noruega empezarán a reducirse en poco tiempo;
las de Kuwait e Irak se mantendrán, y sólo 6 países de los 15
principales productores del mundo podrán aumentar de forma
significativa la extracción del combustible fósil.
El
petróleo es y ha sido la sangre del diablo. Ha permitido a la
humanidad expandir y llevar a la práctica toda una serie de
innovaciones tecnológicas, ha dado vida y consistencia a las ideas
de la ilustración, hizo realidad los sueños de escritores
decimonónicos de ciencia ficción como Julio Verne, hizo posible lo
imposible. De repente, por el azar, durante los primeros años de la
revolución industrial encuentran al petróleo como sustituto ideal
del carbón. El pacto con Mefistófeles ya estaba firmado, la
humanidad viviría una época de bonanza como nunca antes a cambio de
entregar su alma al diablo. La gran fiesta no iba a ser eterna, algún
día tendríamos que pagar la desmesura que nos proporcionaba un
elemento energético insustituible por sus maravillosas
características y aplicaciones. El líquido negro viscoso ha sido y
es la fuente principal del progreso humano y también de numerosas
guerras. Voluntad e ingenio humano unido en santa alianza con un
potente combustible ha dado como resultado una civilización con tal
cantidad de adelantos, que nuestros predecesores no se lo creerían
si salieran de sus antiguas y mohosas tumbas.
Acogemos
el progreso en el campo social y técnico que nos ha proporcionado
el petróleo como un derecho que siempre hubiéramos poseído, como
si asumiéramos que este crecimiento exponencial nunca cesará, como
un período eterno de bienestar y avances sin límites. Nuestras
mentes desasosegadas, nuestro espíritu tranquilo y satisfecho ante
la prosperidad nos dificulta pensar que sería de nosotros sin la
sangre del diablo, la cual alimenta la sala de calderas del barco a
su máxima potencia propiciando una velocidad de crucero del progreso
humano nunca antes alcanzado.
Desde
nuestros camarotes contemplamos el futuro con el ingenuo optimismo
que nos da los soberbios logros alcanzados. Volvemos la mirada a popa
con orgullo pensando que los tiempos duros no volverán jamás. El
horizonte de proa nos ofrece esperanza, no hay tormenta, la mar está
en calma. Damos por supuesto que el viaje seguirá su curso sin
apenas inconvenientes. La energía fósil solamente es otra variable
logística que maneja la tripulación para que el barco siga
navegando a toda marcha y llegue a buen puerto.
Hasta hace algunos
años, no reparábamos en semejantes fruslerías ya que
considerábamos a la sangre del diablo como un combustible que
siempre fluiría por el aparato circulatorio de nuestra
civilización.
Hasta
que no se detengan las máquinas no seremos conscientes de lo
importante que era y es el petróleo. Y Mefistófeles, en algún
lugar del infierno reclamará la justa recompensa, las almas de los
condenados que en algún momento las vendieron a cambio de disfrutar
los placeres que brindaba una enorme civilización compleja
sustentada por el petróleo barato y abundante.
Juan
Carlos