martes, 31 de agosto de 2010

Los límites de las renovables: capital

Queridos lectores,

Antes de comenzar con esta segunda parte del análisis sobre la posible implantación de un sistema energético basado en energías renovables (ver primera parte aquí) querría dejar claras un par de cosas. En primer lugar, que por supuesto yo soy partidario de las energías renovables; básicamente porque en unas pocas décadas será lo único que tendremos. Es nuestra tabla de salvación hacia un futuro en el que no tendremos ya la subvención energética de los combustibles fósiles. Dicho esto, debo añadir que eso no impide que uno tenga que ser realista sobre qué es lo que implican y, sobre todo, qué es lo que se puede hacer y qué es lo que no se puede hacer. Las renovables serán la energía de nuestro futuro si las sabemos gestionar adecuadamente, pero si pretendemos convertirlas en un sucedáneo de los combustibles fósiles pagaremos cara nuestra osadía y nos estrellaremos, y al cabo no tendremos ni las unas ni las otras.

Hoy pretendo discutir sobre la economía de las fuentes renovables, y más particularmente sobre la posibilidad de financiación de las mismas. No entraré a considerar su implementabilidad, esto es, si existen suficientes lugares para producir toda la energía que se pretende (eso será tema de un
post futuro). Es un tema escurridizo para mí: no tengo datos precisos sobre los costes ni, más importante aún, una buena manera de modelizar cómo evolucionarán estos costes en una situación de peak oil, y mis conocimientos sobre el mundillo financiero son escasos. Sin embargo, sí que puedo intentar dar una estimación de los órdenes de magnitud de la empresa, actividad ésta a la que los físicos nos dedicamos continuamente, y que nos permite ver rápidamente, a primer golpe de vista, si algo puede ser factible o no. Es un test forzosamente grosero, pero nos permite descartar de un plumazo las propuestas descabelladas. Así, bien puedo no conocer con precisión el coste de un aerogenerador, pero sí estar seguro de que como mucho es 10 veces mayor o 10 veces menor. Tal horquilla de valores es demasiado grosera para poder emprender un plan financiero para una empresa eólica, pero sí que me permite saber, por ejemplo, que si los costes estimados por mí para implantar un sistema español de energía eólica que cubra nuestras necesidades actuales son 1.000 veces superiores al capital del que dispondríamos durante los próximos 20 años, entonces no podremos acometer el proyecto a esa escala, ni en el supuesto en que el coste unitario de cada aerogenerador fuese al final 10 veces más pequeño del que yo tomé.

Se debe destacar, empero, que en esta contabilidad de costes hay, como he indicado, numerosas fuentes de incertidumbre, con lo que todo el análisis que sigue se ha de tomar con cierta precaución, a falta de un trabajo más preciso y analítico. Una de las incertidumbres mayores es sobre cuál será la evolución del coste monetario de la implantación de los aerogeneradores, sistemas de producción solares, hidroeléctricos, marinos o geotérmicos. Todos los sistemas de generación renovables reciben a día de hoy un enorme subsidio de las fuentes no renovables, ya que para fabricar por ejemplo un aerogenerador se usará cemento producido en cementeras que usan hornos de gas, acero fundido en altos hornos que usan gas y carbón, el hierro del cual provendrá de minas explotadas usando ingentes cantidades de gasoil o será reciclado en acerías usando gas o petróleo, cosa que también le pasa al cobre de las turbinas, etc. Además de estos insumos energéticos no renovables empleados en la fabricación, existen otros asociados con los equipos de instalación, mantenimiento y reparación. Ciertamente, si las fuentes propuestas tienen realmente Tasas de Retorno Energético (TRE, ya discutidas en el post sobre la curva de energía neta) sensiblemente superiores a 1 eso quiere decir que al final de su vida útil estas fuentes habrán producido más energía que la que se consumió en su fabricación y mantenimiento y por tanto son verdaderamente fuentes de energía; sin embargo, de cara a calcular los costes no nos debemos dejar engañar por los valores actuales de todas las operaciones de construcción y mantenimiento. Nuestro dinero es sólo un token, un símbolo, es una divisa fiduciaria; su valor se fija convencionalmente y depende de la capacidad de la economía de crecer. En una situación en la que la energía que continuamente nos aportan el petróleo, el gas, el carbón y el uranio sea cada vez menor, indudablemente los precios de la energía en general subirán, y esos costes están embebidos en los costes unitarios de los aerogeneradores, los paneles solares, las presas de marea o ríos, y las instalaciones geotérmicas. Por tanto, los costes de construcción y mantenimiento de todas esas fuentes alternativas irán creciendo con el tiempo, y aunque el mismo aumento del coste de la energía puede mantener y aún hacer crecer su rentabilidad económica, el coste del capital a invertir en primer lugar sin duda tiende a crecer. En el lado contrario, siempre se puede argumentar que los avances tecnológicos tienden a hacer disminuir los costes, y aunque ya hace muchos años que se estudian y mejoran estas fuentes y que por las mismas razones de estrangulamiento de capital que se describirán hoy aquí probablemente no podremos financiar la investigación en mayores mejoras, no se puede negar que por aquí aún hay recorrido para disminuir costes. Por tanto, faltando un modelo más o menos sensato de la evolución de los costes todo lo que aquí se discute se ha de tomar con cierta prevención.

Comienzo este análisis con una recomendación a los lectores: que se lean el artículo de Pedro Prieto "Crítica al artículo de Mark Z. Jacobson y Mark A. Delucchi sobre energía sostenible", publicado en investigación y ciencia". Este artículo, publicado en la web de Crisis Energética, hace una revisión crítica de un ensayo tecno-optimista de un futuro energético basado en un colosal despliegue de sistemas de captación de energía renovable publicado originalmente en Scientific American en Noviembre de 2009 (tengo un PDF del original, quien quiera me lo puede pedir por correo privado), y traducido y publicado en Investigación y Ciencia en Enero de 2010. Cuando no mencione explícitamente la fuente los datos que utilizaré después provendrán de este artículo de Pedro Prieto; creo además que leer este artículo puede aclarar muchas ideas sobre lo que en realidad son los sistemas de captación de energía renovable.

Por comodidad y hacer más directas las comparaciones, utilizaré la potencia media consumida en vez de la energía total consumida. La primera es una ficción que consiste en calcular cuál debería ser la potencia de un sistema de generación de energía que produjese a potencia constante la misma energía que se acaba consumiendo en España durante un año. Esencialmente, divido los julios de energía consumidos en España al año entre los segundos que tiene un año (31.536.000) para obtener los vatios de ese sistema equivalente, cantidad que me resulta más fácil comparar con las potencias medias de una fuente cualquiera. Cuando necesite hablar de la energía consumida, la expresaré en términos de la potencia media (en Gigavatios) multiplicada por año (potencia por tiempo es energía); no es una unidad usual de energía, pero me es cómoda aquí. Me centro en el caso de España, que es el que conozco un poco mejor, aunque muchas de las conclusiones que obtendré se podrían generalizar sin problemas a otros países.

La primera cosa que necesitamos estimar es cuál es la potencia media utilizada en España, lo cual implica calcular cuál es la energía total consumida en España al año, tomando como referencia el año 2008, antes de que la crisis se hiciera más virulenta y el consumo energético cayera considerablemente (casi un 15% en dos años, en el caso del petróleo). Esta cifra ya es imprecisa de por sí, dado que los diferentes combustibles fósiles (carbón, petróleo y gas) tienen usos diferentes, desde producir calor directamente (lo más eficiente en principio con un aprovechamiento cercano al 100%), hasta la producción de electricidad con una caldera de vapor (35% en centrales convencionales y más del 50% en las de ciclo combinado), pasando por el motor de gasolina (que aprovecha tan sólo entre el 20 y el 25% de la energía contenida en la gasolina) y el de diésel (un 30%, y en condiciones óptimas hasta un 54%); además, todas estas materias tienen también usos no energéticos (plásticos, fertilizantes, pesticidas, pinturas, etc). Por tanto, convertir el consumo de todas estas materias en la energía que finalmente se aprovecha de ellas es un poco impreciso, y según la metodología que se proponga la cifra final será una u otra. Se debe decir, además, que en nuestro ejercicio de ficción vamos a utilizar la electricidad que nos darán nuestros sistemas de captación de energía renovable para mover nuestra civilización, y aunque el rendimiento de los motores eléctricos es mucho más alto (hasta el 85%) que el de los motores de combustión interna se ha de descontar las pérdidas por transmisión de la electricidad a través de nuestra red eléctrica de gran escala (en torno al 20%), y en el caso de los usos térmicos de la energía eléctrica, la eficacia de la conversión (no tengo el dato aquí). Hechas todas estas salvedades, tomando los datos de la Corporación de Reservas Estratégicas de Productos Petrolíferos de España y utilizando las Megatoneladas equivalentes de petróleo del petróleo, gas y carbón consumidos durante el año 2008 en España, aplicándoles un factor de conversión, para calcular la potencia media asociada, y añadiendo a ésto la energía eléctrica de origen nuclear y renovable nos sale que la potencia media de TODA la energía consumida en España (eléctrica y no eléctrica) es de unos 200 Gigavatios (en vatios sería un dos seguido de 11 ceros), con un generoso margen de incertidumbre, aunque este número es bastante razonable ya que da que cada español (44 millones) consumiría unos 4,5 Kw, en línea con el consumo típico de un europeo (unos 6 Kw). De esos 200 Gigavatios, aproximadamente 32 Gigavatios corresponden a la potencia media eléctrica, y de estos últimos unos 8 Gigavatios corresponden a energías renovables (hidroeléctrica, eólica, solares y otros). Por tanto, las energías renovables representan alrededor de un modesto 4% de la generación de energía total y a los efectos de esta discusión son despreciables. Quiero destacar, en todo caso, que no deja de ser significativo que después de unos cuantos años ya, más de una década, haciendo un discurso en pro de las energías renovables y siendo España una potencia mundial en este campo la penetración final de las mismas en el mix energético total español (no sólo el eléctrico) sea tan pequeña.

Los 200 Gw que acabamos de obtener son gigavatios de potencia media, pero es importante distinguir la potencia media de la potencia instalada. Yo puedo tener un aerogenerador cuya potencia instalada sea de 3 Mw, lo cual quiere decir que en su régimen óptimo (viento constante y suficientemente fuerte, pero no demasiado) puede darme hasta 3 Mw de potencia; sin embargo, una parte del tiempo trabajará por debajo de este régimen óptimo (porque el viento sopla con menos intensidad) o simplemente no proporcionará ninguna energía durante determinados intervalos de tiempo (por estar los vientos en calma o ser demasiado fuertes). Análogamente con las otras fuentes de energía, no se puede esperar conseguir extraer de ellas una máxima potencia (su potencia instalada) de manera continua. Para garantizar que de media tendremos 200 Gw deberemos instalar bastantes más; para un factor de carga (esencialmente, tanto por ciento de energía suministrada durante un año sobre el máximo potencial) de un 20% que estima Pedro Prieto para la energía solar y eólica, esto significa que necesitaríamos instalar un teravatio (1 Tw) de potencia, es decir, en vatios sería un 1 seguido de 12 ceros.

¿Cuanto costaría cambiar nuestros 200 Gw·año de energía consumida en España de su porcentaje actual de 96% no renovable a un 100% renovable? Tendríamos que instalar, como ya hemos dicho, 1 Tw de fuentes renovables para conseguir tal cosa. Además, nos tendríamos que conformar con no aumentar nuestro consumo energético, con las consecuencias previsibles para una economía capitalista, pero como esto es sólo un ejercicio vamos a aceptarlo. Como menciona Pedro Prieto en su artículo. de acuerdo a las previsiones de la Agencia Internacional de la Energía
(AIE) en su último World Energy Outlook, durante los próximos 20 años se deberían instalar en el mundo 3,32 Tw de potencia nueva, lo cual costará la nada desdeñable cifra de 13,7 billones dólares (aclaración: uso billones españoles, o sea que 1 billón de dólares un 1 seguido de 12 ceros de dólares. Usaré la notación científica T$ para expresar un billón de dólares, por comodidad). Eso sale a 4,12 $ (unos 3,4€) el vatio instalado; de este coste un 52% va a la construcción de la planta generadora en sí, un 15% para conectar adecuadamente la central a la red y un 33% para adecuar la red a esta nueva capacidad de producción de energía. Por tanto, el teravatio que necesitamos instalar en España para abandonar los combustibles fósiles nos saldría por 4,12 T$ o 3,4 T€. Es una cantidad colosal: casi tres veces y media el PIB de España, lo cual quiere decir que si pudiéramos convertir toda la capacidad productiva española en capacidad constructora de centrales renovables necesitaríamos tres años y medio para conseguir este hito (y no comer, ni vestirnos ni trasladar mercancías ni hacer ninguna otra actividad entre tanto). Para que se hagan una idea de la monstruosidad de la cifra, la compararé con otra dos muy significativas. Primero, la deuda que tienen las inmobiliarias, los promotores y las cooperativas con los bancos españoles: asciende a 0,445 T€, y después de más de dos años de crisis no han conseguido saldarla y pone en peligro la estabilidad del sistema bancario español. Segundo, los Presupuestos Generales del Estado español: ascendían en 2007 a 0,475 T€, casi la misma cifra. El coste estimado de la transición a una España sólo renovable es unas 7 veces y media mayor que estas cantidades. Y eso asumiendo perfecta disponibilidad de todos los materiales y energía necesarios para hacer la obra, y precios constantes. El esfuerzo económico en la práctica debería ser significativamente mayor, porque además no se está contabilizando el coste de aumentar la capacidad productiva de España al nivel requerido (formar y pagar más personal, comprar más maquinaria, etc) ni los costes de oportunidad que se incurrirían con este despliegue ni el retroceso económico de otras áreas asociado a este despliegue, por no hablar de los costes de cambiar todos los motores para que al final puedan funcionar con electricidad, el incremento de costes de mantenimiento de tan gigantesco parque de plantas renovables etc. Una parte importante de todos estos otros sobrecostes aludidos depende por supuesto de la escala temporal sobre la que se quiera hacer esta sustitución, así que seguidamente abordaremos esta cuestión.

Muy bien, ya sabemos que el coste estimado (y seguramente bastante subestimado) de la transición española a un sistema energético plenamente renovable es de unos 3,4 T€. ¿Cuánto tiempo se necesita para desplegar ese parque? Imaginaré tres escenarios posibles: cruzada energética, BAU, y trayectoria reciente.

  • En el primer escenario, cruzada energética, imaginamos que embarcamos a España en una cruzada por cambiar su modelo energético y somos capaces de destinar un 10% del PIB integramente a la transición, asumiendo que el coste de la misma es solamente esos 3,4 T€. Sería un esfuerzo titánico, comparable a una guerra, como ya discutiremos después. En ese escenario cada año gastaríamos unos 0,1 T€ en la instalación de nuevas plantas de energía renovable que equivaldrían a unos 30 Gw. Tardaríamos 34 años en completar esa transición, tal es la enormidad de las cifras implicadas; casi tres décadas y media.
  • El segundo escenario es inferir cuál será el ritmo español de despliegue analizando el escenario BAU (Bussiness as Usual) del último WEO de la AIE. La AIE calcula que el mundo en su totalidad instalará 3,4 Tw de energía (no toda ella renovable) de aquí a 2030, eso quiere decir que a España, si produce aproximadamente el 2% del PIB mundial, le correspondería, grosso modo, el 2% de este despliegue. Eso significa 68 Gw en 20 años, y 294 años para alcanzar el sueño renovable.
  • El tercer escenario consistiría en extrapolar la trayectoria reciente de España. En la actualidad España tiene 21,6 Gw de potencia instalada eólica y solar. Asumamos que este potencia instalada se ha desplegado en su totalidad en los últimos 10 años, y que seguiremos a ese mismo ritmo durante los próximos años. En este caso tardaríamos 463 años en completar el despliegue.
De cara a discutir los tres escenarios propuestos, aquellos lectores que todavía conservan la fe en la economía de mercado podrían alegar que el coste marginal de hacer la transición disminuye con el tiempo, ya que al crecer el PIB se puede ir destinando una mayor cantidad de recursos financieros y así acelerar esta empresa. Lamentablemente, y como tantas veces ha establecido la propia AIE, el crecimiento económico viene siempre acompañado del crecimiento del consumo energético, con lo que si la economía crece la necesidad energética también y en el mejor de los casos podríamos aspirar a mantener los plazos aquí marcados. Por otro lado, justamente en virtud de esa conexión causal entre crecimiento económico y crecimiento del consumo energético, la inevitable disminución del consumo energético forzada por la llegada del cénit de todas las materias energéticas y la Gran Escasez hará que el PIB se contraiga y cueste más financiar este despliegue, a no ser que nos conformemos con adaptarnos a un consumo energético cada vez menor y revisemos a la baja progresivamente nuestros planes de expansión renovable. Por último, se debe hacer notar que según el análisis de Glen Sweetnam que ya hemos citado en este blog la producción de petróleo decaería en un 4% a partir de 2012; para 2056, año en que pretendemos que podría acabar la instalación del nuevo parque renovable en el escenario más optimista la producción bruta de petróleo sería sólo un 16% de la que es ahora, y la energía neta aportada sería prácticamente nula. Es evidente que mucho antes que eso se produciría una grave disrupción en la sociedad, toda vez que las otras fuentes de energía no renovable posiblemente llegarían a su cénit en fechas cercanas (carbón en 2011, gas y uranio en 2015) y la falta del subsidio del petróleo necesario para su explotación aceleraría el declive energético de estas otras tres fuentes no renovables, así que probablemente para 2056 tampoco aportarían energía neta. ¿Dónde está el punto de transición? Por dar un horizonte de tiempo convencional podríamos fijarlo en el momento en que el petróleo decaiga a un 50% de su producción máxima, que seguramente corresponderá a una energía neta de menos del 25% actual. A un 4% anual de declive desde 2012 este momento sería el año 2029. Quizá en este contexto es más fácil de entender la frase de Chris Martenson: "Los próximos 20 años serán muy diferentes de los pasados 20 años".

El escenario "Cruzada energética", que es el único que puede llevarnos a instalar algo parecido a lo que podríamos necesitar, no se va a dar a menos que no se produzca una intervención total de la economía, cosa que no veo posible sin un golpe de estado o un movimiento de semejante profundidad (estado de emergencia económico, medidas extremas de salvación, gobierno de concentración nacional o algo parecido); en todo caso, tal movimiento pondría la economía patas arriba, forzaría a la nacionalización de fábricas y recursos y tendría consecuencias inimaginables y posiblemente indeseables (aunque su alternativa también). Por el momento no parece que vaya ser el caso; la tendencia observada es a continuar el negocio habitual mientras que la cosa no reviente. El problema es que el sistema actual no permite una mayor expansión del parque renovable. El sistema eléctrico español se regula mediante unas tarifas que hacen que el precio de toda la energía consumida durante cada período corto de tiempo se fija en función del precio de la fuente más cara que se haya necesitado para suministrar la potencia necesitada. La primera de las energías que entra es la de origen nuclear, porque las centrales nucleares no se pueden regular ni parar, y entra a coste de 0 euros el kilovatio. Después entran las renovables cuya producción no se puede moderar, lo cual incluye eólica y solar (y excluye la hidroeléctrica, ya que en ésta última sí que podemos controlar el caudal de energía que entra en el sistema), y que tienen un precio muy barato. Después entran las hidroeléctricas y térmicas de todo tipo, que proporcionan la energía que haga falta, comenzando por las más baratas. El último kilovatio que se haya usado, que será siempre el más caro de los que hayan entrado con este sistema, será el que fije el precio que se paga por toda la producción de ese período. El problema que se está presentando en la actualidad es que con cierta frecuencia, sobre todo por la noche, la energía nuclear y la eólica son suficientes, o casi, para cubrir toda la demanda, y el precio del kilovatio final es demasiado bajo para los intereses de las eléctricas, las cuales protestan habitualmente por la situación, generalmente quejándose de que el coste de las renovables es superior al declarado. Este artículo de El País que acabo de enlazar es un buen ejemplo de lo que se mueve en el sector. En primer lugar, no se entiende muy bien por qué el Sr. Vilaseca dice que el coste de las renovables es entre 2 y 12 veces más caro que el de las convencionales; ¿el coste para quién? Porque si es para el consumidor (que estaría pagando un sobrecoste vía impuestos por las subvenciones) ése es un problema de política nacional, de una decisión estratégica en la que las eléctricas no tendrían por qué entrar. Pero evidentemente entran ya que esta electricidad subvencionada ataca la base de su negocio, y yo me sospecho que en esta cifra que da el sector están incluyendo también el coste que tiene para estas empresas no poder colocar sus kilovatios más caros (y que incluirá probablemente tanto los costes operativos de mantener las térmicas a punto para cubrir la demanda cuando sea necesario, y por tanto son costes reales, con los de oportunidad, de naturaleza más especulativa). Y en segundo lugar, porque por todo ello las eléctricas protestan porque el objetivo del Gobierno eleve el 20% de energía total renovable que marca la UE para 2020 a un 22,7%. En suma, que en un caso completamente hipotético de que no aumentase el consumo energético y se pudiera financiar y hubiese materiales y emplazamientos, el plan de ruta de la UE, de mantenerse, significa elevar en un 16% la penetración renovable (del 4% actual al 20%) en 10 años, lo cual implica 60 años más para sustituir todas las energías por renovables; y las eléctricas se quejan porque el Gobierno pretende hacerlo más rápido, un 18,7% cada década y tardar así 51 años. Plazos ambos excesivamente lentos en todo caso, e irrealizables por el enorme esfuerzo de capital que implican (si en los últimos 10 años se habría instalado un 2% de eólica y solar, es impensable que en los próximos 10 se instale nada cercano al 16%).

Por otro lado, todas esas declaraciones son brindis al sol, en tanto que se mantenga un sistema económico no intervenido, simplemente por la falta de estímulo a la inversión. Cuando un inversor decide invertir su dinero en su negocio mira fundamentalmente dos variables: el plazo de amortización (cuánto tiempo tardará en recuperar la inversión inicial) y la rentabilidad final que le dará (la ganancia total respecto a lo invertido durante la vida útil de la inversión). Hoy en día, exacerbado por estos años de turbulencias económicas, los inversores buscan preferentemente inversiones que se amorticen en uno o dos años y que tengan rentabilidades tan altas como sea posible, preferiblemente por encima del 3 o 5%. Esto está haciendo que cueste invertir en la propia industria de extracción petrolera, donde pasan entre cinco y diez años hasta que sale el primer barril de petróleo, y eso después de haber perforado un par de agujeros secos en promedio; y de nuevo esto hace poca atractiva la inversión en renovables, incluso con las subvenciones, porque encima mina el negocio ya existente de centrales térmicas. Para las compañías eléctricas, las renovables ya están en su máximo de expansión por el momento, ya que la producción de energía eléctrica cubre sobradamente la demanda en España, y así ha de ser, porque no se ha producido un despegue paralelo de motores eléctricos que puedan ir consumiendo esa nueva electricidad y reemplazando los antiguos de gasolina y diésel. Por tanto, tenemos todos los incentivos para no hacer nada más, durante un tiempo crítico en el que el agravamiento de la crisis destruirá más capital y hará cada vez más difícil invertir en esta infraestructura, y por este camino ni de broma se verá en España cubrir nunca la demanda actual ni siquiera en el 20% que en Bruselas sueñan para 2020.

Termino este
post tan largo. Hemos visto como no es ni remotamente posible producir un 100% de nuestro consumo energético actual por medios renovables. Insistir en esta vía, además, llevará probablemente a la tentación de una actuación intervencionista por parte del Estado, eventualmente desembocando en una dictadura o régimen autoritario, y con el riesgo de un cierto expansionismo militar (esto me recuerda el proyecto Desertec: como me decía Quim el otro día: ¿por qué
iban a aceptar los habitantes del norte de África que les hagamos una gigantesca instalación de placas solares para suministrar energía a Europa? Quizá manu militari, he ahí el riesgo). Siendo realistas, y viendo las dificultades de materiales y de capital que ya hemos visto (y las de emplazamiento que ya veremos), creo que es más sensato pensar en intentar producir entre un 6 y un 10% de la energía que consumimos actualmente por medios renovables, y eso será todo. Tendremos que acostumbrarnos a vivir con mucho menos de lo que vivimos ahora. Que en realidad no es para tanto, como ya discutiremos otro día, cuando veamos cuál es la cantidad mínima de energía necesaria para mantener una sociedad funcional y con prestaciones avanzadas como la nuestra (sanidad, educación,...). Pero, eso sí, tendremos que acabar con el despilfarro actual.

Salu2,
AMT


jueves, 26 de agosto de 2010

Los límites de las energías renovables: materiales


Queridos lectores,

Como ya hemos visto, no hay grandes esperanzas en lo que respecta a la producción de los combustibles no renovables (petróleo, gas, carbón y uranio). Debemos por tanto comenzar el análisis de las alternativas renovables, y considerar sus límites. Ese análisis me llevará diversos posts que se irán sucediendo de manera intermitente, algunos genéricos para los dos tipos principales, solar y eólica (como éste) y otros específicos. Con el tiempo espero abordar otras fuentes minoritarias (geotérmica, mareomotriz, olamotriz, ...) y la mayoritaria (hidráulica), que la damos tanto por supuesta que con frecuencia la olvidamos. La cuestión fundamental es conocer sus límites para ver cuál es mayor potencial que estas fuentes, que son las que condicionarán nuestro futuro, pueden llegar a tener, habida cuenta también del tiempo necesario para su despliegue. El tema del post de hoy son las limitaciones en los materiales que se usan para su construcción.

Hace unos días leía el siguiente artículo de Jack Lifton: "La revolución verde en China". Jack Lifton es un analista de tierras o metales raros, del cual ya hemos hablado en un par de ocasiones en este blog (ver "El coche eléctrico, un grave error", sobre las limitaciones en la producción de litio, y "La guerra de las tierras raras", sobre la lucha cada vez menos soterrada entre los diversos países para asegurar su acceso a materiales estratégicos). En su artículo analiza los planes de expansión del parque de energías renovables de China y cómo intersecta esto con las recientes restricciones a la exportación de tierras raras que China ha impuesto a escala global (lo puede hacer, controla el 95% de la producción mundial).

Resulta que el Imperio del Medio tiene la intención de desplegar antes del año 2020 unos 330 GW de potencia eléctrica generada eólicamente (imagino por lógica que estamos hablando de potencia instalada). El Sr. Lifton hace unos números rápidamente y llega a la conclusión de qué impacto tendrá eso sobre los tres metales raros más usados en la fabricación de turbinas eólicas de más eficiencia: tres años de suministro actual de neodimio, cinco de terbio y entre dos y tres de disprosio. Estos metales se usan para hacer los imanes permanentes que hacen que esas turbinas alcancen los 3 y hasta los 5 MW de potencia. Por cierto que también se usan en los imanes permanentes de los motores eléctricos (por el mismo motivo, la eficiencia), así que si China pretende acompañar semejante despliegue energético con uno automovilístico de varias decenas, quizá centenares, de millones de vehículos eléctricos, la conclusión es clara: no va a haber neodimio, terbio ni disprosio más que para China durante los próximos 10 años. Eso va a suponer un golpe severo para la industria de aerogeneradores occidental; se podrán seguir haciendo aerogeneradores, sí, pero su potencia será radicalmente inferior, volveremos a los diseños de hasta 1 MW de potencia. Por añadidura, este movimiento será el tiro de gracia para el coche eléctrico en Occidente, porque la ya limitada capacidad de los diseños actuales no resistirá una degradación de potencia impuesta por el uso de materiales menos eficientes. Por otro lado, dado la rareza de estos metales y la falta de estudios, no sabemos dónde se encuentra su cénit de producción, ni cuál es el límite de capacidad de extraerlos (ya comentamos que generalmente se aíslan de la ganga de otro mineral más abundante, sin el cual no se justifica su extracción). Es posible que después del despliegue chino (y si hay un país que tiene capacidad de acometer con tesón, como un solo hombre, cualquier tarea, ése es China) no queden prácticamente filones explotables en el planeta (China no sólo controla su producción doméstica, sino una buena parte de la producción del resto del mundo, en buena medida por la falta de comprensión occidental de la economía de los materiales raros, también comentada en el post de las tierras raras).

El artículo de Jack Lifton no lo comenta, pero es bien conocido que las placas fotovoltaicas de mayor rendimiento también usan tierras raras, como el telurio. Es de esperar que el movimiento de China no sólo afecta a los aerogeneradores, sino a todas las energías renovables y a las de origen solar en particular. Es por los mismos argumentos previsible que habrá un estrangulamiento de materiales en los próximos años también para las placas solares de todo tipo. Para terminarlo de agravar, la falta de comprensión de la mentalidad de los chinos hace creer a los líderes occidentales que China retiene la materia prima para ganar más dinero comercializando el producto con mayor valor añadido. No es así. China quiere todo para sí, porque sabe que sin energía no hay producción.


Todo esto nos lleva a que, cuando hagamos planes de futuro sobre el despliegue a gran escala de las energías renovables, debamos pararnos a pensar de dónde van a salir los materiales, y si quizá no deberíamos considerar instalar generadores de menor potencia pero con materiales más accesibles (si es que se puede considerar que el cobre es accesible), o como mínimo reciclables. No porque queramos, sino porque no nos quedará más remedio. Lo que sucede es que si hacemos eso, las cuentas de balance energético, que ya no salían, se nos arruinan por completo.

Por hoy eso es todo. En otro momento analizaremos otro importante cuello de botella para el despliegue renovable a gran escala: el capital.

Salu2,
AMT

lunes, 23 de agosto de 2010

Más allá del Peak Oil: El rápido declive de la energía neta

Queridos lectores,



El gráfico que encabeza este post está extraído del comentario de un lector al post invitado de Artur Sixto, "A Peak Oil Ideogram". Este lector señalaba acertadamente que más que centrarse en la curva de producción de petróleo o de toda la energía de origen fósil producida convenía centrarse en la curva de la energía neta, que es sensiblemente inferior a la anterior. Este comentario resulta muy pertinente, sobre todo en estos días en los que tanto se ha discutido aquí sobre cuál será el curso de los acontecimientos, y tendrá importancia en el futuro cuando se intente aclarar qué está sucediendo y porque las cosas puede ir peor de lo que parecerían indicar los números.


Se llama energía neta a la cantidad de energía de la que dispone realmente la sociedad para sus necesidades y caprichos. Ésta cantidad no coincide con la energía total que uno asociaría directamente a los volúmenes de petróleo, gas, carbón y uranio producidos, porque para extraer esas materias primas energéticas hace falta consumir energía. Por tanto, la energía total es la suma de la energía de producción más la energía neta. Lo primero que hay que entender es que la producción de materias energéticas consume a su vez energía; por supuesto, ha de consumir menos energía que la que proporciona la materia producida, porque si no el proceso es un sumidero energético y no merece la pena destinar recursos a él. Normalmente la energía neta que se recupera es varias veces más grande que la que se ha invertido, así que es habitual expresarla como una cantidad adimensional, denominada EROEI o Tasa de Retorno Energético, que nos dice en qué proporción la energía recuperada es más grande que la invertida para recuperarla; por ejemplo, el petróleo que se extrae hoy en día nos devuelve, en media, alrededor de 20 veces más energía que la que invertimos en obtenerlo y por tanto tiene un EROEI de 20 a 1 (20:1). Cuando el EROEI de una fuente energética llega a 1:1 la fuente deja de ser interesante, ya que retorna tanta energía como se consume para extraerla. En realidad, las fuentes dejan de ser interesantes posiblemente mucho antes de llegar a ese valor límite; como comentábamos en el post "El EROEI de diversas sociedades históricas", se estima que el EROEI mínimo de las fuentes que nutren a una sociedad para que permanezca estructurada como tal debe ser un valor entre 5 y 10 a 1 (la cantidad de energía total que consume la sociedad depende de su población; el rendimiento determina la calidad de los usos que se le da a esa energía).

La gráfica que precede a estas líneas está sacada del informe "Searching for a miracle" de Richard Heinberg, basada en un estudio efectuado por Charles Hall, de la Universidad de Siracuse (Nueva York). Se representa cada fuente de energía con un globo, cuyo contenido es el nombre de la fuente (en inglés). El eje horizontal nos indica cuánta es la cantidad de energía que se está empleando actualmente en EE.UU. de la fuente en cuestión; la extensión horizontal de los globos indican cuál es el margen de variación que los distintos estudios dan de esa fuente de energía, y por tanto nos informa de la incertidumbre y error en esa medición. El eje vertical expresa el EROEI de las diversas fuentes, y la extensión vertical de cada globo nos informa tanto de las incertidumbres metodológicas de la medida como la diversidad de EROEIs que tiene la fuente en cuestión (por ejemplo, el globo del carbón tiene una gran variación vertical, que va desde 50:1 hasta 85:1 aproximadamente, debido al hecho de que hay tipos muy diversos de carbón, desde la antracita hasta el lignito, cada uno con diferente EROEI. Esta gráfica es muy rica en información, y posiblemente volveremos a ella en futuros posts, pero de momento quiero que se queden con la enorme diversidad de EROEIs medios que tienen las fuentes analizadas; destaco aquí (valores aproximados) el 10:1 de la energía nuclear, el 15:1 del gas y el 65:1 del carbón. En cuanto el petróleo, el gráfico nos permite apreciar cómo ha ido evolucionando el EROEI con el tiempo en los EE.UU.: desde 100:1 en media en los años 30 del pasado siglo hasta el 30:1 de los años 70 y llegando ahora a poco menos de 20:1 para el petróleo importando y alrededor de 15:1 para el petróleo producido dentro de los EE.UU. Como se ve, el EROEI ha ido declinando a lo largo del tiempo, lo cual tiene que ver con el hecho de que cada vez se están explotando fuentes más profundas, de acceso más difícil y que producen petróleo de cada vez peor calidad. Lo cual quiere decir, también, que cada vez nos está quedando menos margen de energía disponible para usos societarios, menos energía neta.

El caso es que la situación no se evidencia ni mucho menos como alarmante. Centrándonos ahora en el caso del petróleo, vemos que en un siglo se ha pasado de un EROEI de 100:1 a uno de 20:1, lo cual significa una gran reducción de rendimiento, de cinco veces el valor inicial; pero si uno lo mira desde el punto de vista de la energía neta que queda para la sociedad, hace un siglo quedaba disponible el 99% de la energía de petróleo producida y ahora es el 95%. Eso hace que hasta ahora la cuestión de la energía neta haya tenido un vuelo rasante y pase completamente desapercibida incluso a analistas expertos en temas de energía. Sin embargo, el decrecimiento de la Tasa de Rendimiento Energético mantiene un ritmo de decaimiento bastante marcado y la previsión es que su descenso se acelerará en los próximos años: la Tasa de Rendimiento Energético del petróleo de aguas profundas de sitúa entre 3:1 y 5:1, y este petróleo, como ya hemos comentado, debería suponer el 40% del total producido en menos de 10 años. Otro 5% debería provenir de las arenas bituminosas, cuyo EROEI es de 1.8:1, en tanto que entre un 5 y un 10% adicional debería salir de biocombustibles, los cuales tiene un EROEI tan límite que se puede considerar de 1. Si asumimos el 45-50% restante tiene un EROEI de 15:1, tenemos que para el año 2020 el EROEI del petróleo puede ser tan bajo como 8:1. Lo cual empezará a tener repercusiones, porque querrá decir que la cantidad de energía que quedaría disponible para la sociedad sería sólo el 88% de la energía producida, así que para mantener la misma cantidad de energía producida desde el petróleo que hoy en día la producción debería aumentar un 8%, es decir, casi 7 millones de barriles de petróleo diarios más, hasta los 93 Mb/d. Dada la inminencia del declive de producción de petróleo, el paralelo declive del EROEI tiene el efecto neto de prácticamente duplicar la pérdida de energía a la que nos veremos sometidos. A mayor abundamiento, dado que la energía neta sigue una relación inversa con el EROEI (E. Neta= E. Total*(1-1/EROEI) ) a medida que el EROEI se acerca más a uno la energía disponible para la sociedad se hace rápidamente cada vez más pequeña.

La progresiva disminución del EROEI y su repercusión no lineal sobre la energía neta disponible es otro más de los efectos no-lineales y potencialmente devastadores que acechan en el horizonte energético. Pero en el caso concreto del petróleo la pérdida de EROEI tiene la capacidad de crear una burbuja que minaría rápidamente la calidad de vida de los países más pobres, y al tiempo crearía una falsa seguridad energética en Occidente que produciría pocos años una caída precipitada, casi forzosamente colapsante. Esta burbuja que puede agravar dramáticamente los efectos del Peak Oil se llama biocombustibles.

Tanto los EE.UU. como la Unión Europea implementan políticas obligatorias de uso de biocombustibles, lo que hace que hasta el 5% del combustible en los surtidores europeos y hasta el 10% en los americanos sea biocombustible. Pero, como muestra este estudio sobre los biocombustibles derivados del maíz estadounidense, a pesar de su aparente contribución de un 14% de la gasolina total, en términos de energía neta sólo incrementan un 0.8% la gasolina de origen fósil. Y es que para producir los 31.600 millones de litros de etanol se gastó la energía equivalente a unos 30.000 millones de litros de etanol, que palidecen frente a los 122.000 millones de litros de gasolina neta, con mayor energía por litro que el etanol, disponibles después del refinado. Creo que los datos muestran elocuentemente que el negocio del etanol de maíz es ruinoso. De hecho, ni siquiera con la caña de azúcar de Brasil las cuentas son muy brillantes (es el cultivo terrestre de mayor EROEI y éste es de tan sólo 1.8, de acuerdo con algunos estudios). Los datos, además, muestran cómo la producción de etanol de bajo EROEI falsea las estadísticas de producción de líquidos que actualmente se contabilizan como petróleo. Y es que la misma energía se contabiliza varias veces; imaginemos, por simplificar, que el EROEI de los biocombustibles fuese 1 (puede pasar que aún así se fabrique, debido a las subvenciones, siendo eso necesario incluso con los EROEIs ligeramente mayores que 1). Si yo destino un barril de petróleo para generar la misma cantidad de energía de etanol, en realidad no tengo más que un barril neto para la sociedad, pero cuento dos, y de esa manera inflo las estadísticas. Es por ese motivo que en 2005 los expertos protestaron por la inclusión indiferenciada de las categorías de petróleo sintetizado (de las arenas bituminosas y biocombustibles) en los informes oficiales de la Agencia Internacional de la Energía. Fue necesario: desde 2005 la extracción de petróleo crudo está en ligero declive, y fue necesario esconderlo.


Las agresivas políticas de implantación de biocombustibles en los países avanzados puede, por tanto, generar un doble efecto perverso. Por un lado, a base de producir más y más etanol se puede aumentar la estadística de producción de "líquidos del petróleo" y así ahuyentar el espectro de que ya estamos en el Peak Oil, aunque la realidad sea que se cuenta con este truco dos y tres veces algunos barriles, sin darle más energía a la sociedad. Como alguien tiene que disminuir su consumo de energía, son los países más pobres, que venden parte de sus cosechas para ser convertidas en etanol y en el fondo está transfiriendo una cantidad equivalente de barriles de petróleo a los países occidentales. Para acabarlo de agravar, se distrae del uso propiamente agrícola las tierras que se destinen en los países pobres a producir cultivos destinados al etanol, así que no sólo tienen menos energía disponible (que transfieren a los países ricos) sino que tienen menos alimentos. Como remate, se hace creer a los países ricos que la producción de "petróleo" aumenta, o al menos se mantiene, cuando en realidad la energía del petróleo disponible para usos societarios disminuye, con lo que en el momento en que esta farsa ya no sea sostenible y no se pueda seguir robando su parte del pastel energético a los países pobres la caída será más precipitada para Occidente. Por tanto, se impone un análisis serio de la aportación energética neta real de los biocombustibles y si es preciso desincentivar su producción.

Antes de acabar, quisiera proponer un ejercicio a los lectores. ¿Es el EROEI de la energía nuclear superior o inferior a 1, si se contabilizan todas las externalidades? Simplemente teniendo en cuenta que los residuos nucleares tienen una actividad peligrosa durante cientos de miles, sino millones, de años, una simple contabilidad de costes debería revelar la verdad. La solución a este ejercicio, aquí; es largo de leer, pero merece la pena. La pregunta es también si entonces la sociedad puede permitirse seguir subvencionando la energía nuclear.

Salu2,
AMT


viernes, 20 de agosto de 2010

Emociones en una balanza, y esbozo de un llamamiento

Queridos lectores,

Me había propuesto sinceramente dejar pasar un tiempo y acabar con el paroxismo de los últimos días, pero la cascada de comentarios que aún se suceden sobre los últimos posts creo que hacen necesario que haga algunas aclaraciones y valoraciones suplementarias, que espero que sean breves. Para agilizar la escritura de este post, contrariamente a mi costumbre no haré ningún enlace. Así también el texto será más convencional y ligero de leer.

Estos últimos días han sido como un tobogán emocional. De entrada con el post sobre qué podemos hacer a nivel individual y muy centrado en el caso de una lectora que reclamaba ayuda; después, la bomba: un post sobre el peor escenario posible (compatible con ciertos condicionantes cuasi-realistas); por último, un post valorando las reacciones al anterior como una manera de discutir las dificultades que tiene el ser humano para gestionar la incertidumbre. Las reacciones que se pueden encontrar en los comentarios de estos días son de lo más diverso, aunque creo que hay un rasgo que las unifica y diferencia del tono habitual de las réplicas y contrarréplicas que se encuentran en este blog: hay mucha emotividad, muchísimas emociones a flor de piel. Después de meses describiendo de manera paciente y machucona, tediosa incluso, los diferentes informes técnicos sobre el estado de las reservas de combustibles fósiles, hemos llegado a un punto de inflexión, y lo que antes era un sosegado y desapasionado discutir, con periódicas expresiones de lógica preocupación, se ha tornado en un torbellino de sentimientos, con sensibilidades agraviadas, otros contrariados, alguno más que declara que no se volverá a manifestar en público y finalmente quien le ve la gracia al último tándem de posts.

Es cierto que hemos cruzado una frontera, cosa que de algún modo ya avisé. He acabado la primera parte del primer ciclo, que es el análisis de las predicciones sobre producción de petróleo, carbón, gas y uranio. Como en cualquier estudio científico, hay algunas certezas (todas estas materias llegarán a su cénit seguro en las próximas décadas y probablemente en los próximos años, si no lo han hecho ya) y muchas incertidumbres. Las menores de éstas últimas son las de carácter geológico-minero, pues la fecha final puede subir o bajar unos años, pero eso no cambia la sustancia de lo que se discute; las mayores incertidumbres, sin embargo, tienen que ver con la respuesta que el sistema económico, y en última instancia la sociedad, dará a los desafíos que se le plantean. Intentar predecir qué pasará es una tarea inútil, ya que el curso de los acontecimientos depende de factores que no pueden modelizarse matemáticamente. Un ejemplo que doy en la presentación, como muestra de una dirección de adaptación: si se suprime la automoción privada por completo (los casi 1.000 millones de coches y camionetas que hay en el mundo) se reduciría en un 25% el consumo de petróleo, y eso nos puede regalar entre 5 y 10 valiosísimos años para hacer la adaptación. Sin embargo, el peor escenario que yo presentaba hace dos posts tiene un sentido per se: mostrar dónde acabaremos si seguimos como si tal cosa, y tiene la misma función ejemplificadora que mostrar dónde irá a parar un vehículo que llega a una curva a toda velocidad y se sale por la recta tangente. Para algunos lectores, es obvio a dónde se va a parar y mostrar tal escenario es obsceno; sin embargo, otros apuntan a que mucha gente no tiene el tiempo o la imaginación de entender a dónde lleva esta trayectoria estúpida, y eso mismo creo yo. Refuerza esa impresión mía algunas de las preguntas y comentarios que he recibido cada vez que termino la presentación "The Oil Crash"; paradigmáticamente, mucha gente se inquieta por pensar qué pasará con los coches sin pararse a pensar primero qué pasará con las personas. Por tanto, mostrar un retrato de la magnitud del tortazo que nos podemos dar es para mí necesario, para no tener que repetirme con "los coches son irrelevantes, lo importante es el mantenimiento de la sociedad y sus personas".

Por supuesto que esperaba unas reacciones más o menos viscerales al post, y en ese sentido he de agradecer la generosidad y confianza de la gente que abiertamente se ha expresado, porque me han dado la materia prima que necesitaba para construir un alegato en favor de la racionalidad y el sosiego. El comentario de Elisa del otro día también me ha afectado a mí personalmente, porque entre otras cosas me hace profundizar en mis propias contradicciones (como con el buen ojo que la caracteriza me señalaba el otro día mi mujer), y mi inquietud es que cómo se lo tomará la mayoría de la gente cuando el tema del Peak Oil se vuelva de dominio público (lo cual cada día se ve más cerca, teniendo en cuenta las noticias que se van publicando en los diarios británicos y en menor medida en los españoles - La Vanguardia es un ejemplo paradigmático- e incluso los estadounidenses - puedo citar más de media docena de artículos en The Wall Street Journal y The New York Times). El repliegue táctico de Gabriel, que tan activo se mostró estas últimas semanas, me preocupa, ya que siendo el un peakoiler de cierta solera me da la impresión de que está perdiendo la esperanza de convencer a la sociedad. Por otro lado, despertar a la sociedad, movilizar las conciencias, es uno de los objetivos de esta iniciativa (el lema de oilcrash.net es "La urgente necesidad de cobrar consciencia"). Renunciar a divulgar, informar y movilizar es casi aceptar seguir por la línea recta y salirnos en la curva.

Debo hacer aquí dos incisos necesarios. El primero, en respuesta al comentario de Jacobo sobre la excesiva calidad del lenguaje que uso en este blog, que dificulta que se me pueda seguir y hacen mis escritos completamente crípticos al común de los mortales; en suma, mi registro no se adapta bien a mi audiencia. Debo alegar en mi descargo dos motivos que justifican que me exprese como lo hago. La primera, que el objeto de mis ensayos los va a hacer completamente insoportables para mucha gente, no acostumbrada a razonar en términos analíticos; no olvidemos, además, que nuestra sociedad ridiculiza el esfuerzo, sobre todo el intelectual, y ensalza el pasotismo y el desdén. Por tanto, aunque cambie el lenguaje The Oil Crash no será nunca una lectura de masas. Tampoco pretendo que lo sea; como le comentaba ayer a mi amigo PPA por teléfono, TOC es más un manual para profesores que un libro de texto para los alumnos. Y en segundo lugar, creo que un uso cuidado del lenguaje reviste de la seriedad que se requiere los ensayos técnicos, lo cual ayuda a su credibilidad; de alguna manera, un lenguaje formal es la vestimenta adecuada para mi trabajo, del mismo modo que el uso de una ropa adecuada en determinadas ocupaciones ayuda a construir la necesaria imagen de profesionalidad. Por resumir: expresarme de manera coloquial no hará que el público generalmente despreocupado preste atención a estos temas, y sí que me restará credibilidad.

El segundo inciso es sobre mi opinión personal sobre cuál es el curso que seguirá la crisis energética en la que, a mi entender, ya estamos inmersos. A estas alturas creo que debería de estar bastante clara, para cualquiera que lleve algún tiempo siguiendo el blog, pero para lectores como Miuda y quizá otros creo que es importante explicitarla. Yo creo que estamos a tiempo de hacer cambios que nos lleven a una adaptación razonable, aunque al mismo tiempo observo ciertos factores preocupantes que pueden agravar la situación. No tengo una idea clara de qué pasará: mi intuición es que en algún momento del declive que seguramente traerá restricciones en pocos años (2012 como dice Lloyd's, 2014 como dice ahora ITPOES) se impondrán medidas de contingencia que evitarán un agravamiento continuado de la situación ya que, como ya hemos comentado, los poderes políticos conocen y comprenden la situación. Sin embargo, aún conociéndola, la inercia de los intereses corporativos les mueve a ser demasiado conservadores, apostando como mi amigo Hank a que esta crisis es en el fondo pasajera y de algún modo resoluble por los cauces tradicionales, y eso nos llevará a malgastar un tiempo precioso en mejorar nuestra adaptación. Habrá adaptación, que duda cabe, en muchos casos la que improvise gente como Gabriel, como Hortelano y como tantos otros, y por eso el golpe no será tan catastrófico, pero sin un cambio de la sociedad igualmente puede haber mucho dolor y sufrimiento completamente innecesarios y evitables. En añadidura, no podemos descartar que una sucesión de eventos no-lineales, en este mundo tan interconectado, no desemboque en un proceso de degradación más acelerado de lo deseable; mi preocupación mayor en este momento es que si China entra en recesión dejará de comprar deuda de los EE.UU. y de otros países, como España, y puede desestabilizarlos afectando al comercio mundial, a los beneficios de las empresas, de rebote a la exploración y desarrollo de los campos de petróleo y gas que necesitamos solamente para mantener la producción actual, e inducir así una bajada precipitada, económica y no geológica, de la producción de energía y desencadenando el Oil Crash de manera plena. Ciertamente, tampoco podemos descartar que otros factores también no-lineales produzcan el efecto contrario y el declive sea más gradual. De ahí la necesidad de contar con un buen modelo de gestión de la incertidumbre.

Ya por acabar, la cuestión final es: ok, ya sabemos que las reservas declinan o lo harán en breve, y ya sabemos que si no se hace nada podríamos colapsar. ¿Qué hacemos, pues, cuando resulta que la sola contemplación del Oil Crash repugna al entendimiento y puede asustar a la gente? Pues delante de una noticia negativa, lo importante es saberla presentar de manera positiva, por increíble que parezca. No le ofrezcas a la gente un mundo de terror y desesperación; al contrario, invítala a participar en un proceso constructivo y desafiante, en un reto colectivo comparable a la construcción de las pirámides, por el cual seremos recordados por las generaciones futuras. De igual manera que la sociedad inglesa fue enardecida por los discursos de Churchill llamándoles a resistir hasta la muerte en pro de una Gran Bretaña heroica y mejor, así nosotros hemos de construir un alegato que saque lo mejor de nosotros mismos y de nuestra sociedad, que nos haga luchar por un futuro brillante y más justo.

Señores lectores, recojan las velas de las tempestades emocionales de los últimos días y usen el impulso de ese torbellino para ayudarnos a escribir esa arenga, ese alegato. Yo compilaré los inputs que me den, y espero que el OCO redacte con todo ello una declaración, para que sea su bandera y la de Vds., la de todos nosotros.

Salu2,
AMT

jueves, 19 de agosto de 2010

Gestionar la incertidumbre

Queridos lectores,

Con este post estoy batiendo un récord personal; nunca antes había escrito tres posts en tres días consecutivos y además de esta extensión. Lamentablemente no podré mantener este ritmo en un futuro próximo, así que mejor aprovechar lo que hay en este momento.



Como cabía esperar, mi último post, "El peor escenario posible", ha creado una reacción bastante intensa: en pocas horas tiene ya 18 comentarios de lo más diverso. El tema tratado en ese post es proclive a generar angustia, ya que se trata de delinear un escenario posible en el que todo lo que pudiera ir mal fuera mal, aunque dentro de un orden. Los límites declarados de tal escenario son asumir que los cénits de producción de energía de todos los combustibles fósiles son los más cercanos en el tiempo de entre los que proponen los diferentes análisis y estudios que sobre el tema existen, y que delante de una situación de escasez magnificada como ésta la reacción sea intentar continuar con el Bussiness as Usual (Negocios como Siempre, BAU), o sea, como si tal cosa. Lo que se pretende con este análisis es mostrar la cara más negra que pueden tomar los acontecimientos para, como muy bien indica el comentarista Jose, "para mi es un escenario posible y aleccionador sobre lo que puede ocurrir. Para gente que no tenga mucha imaginación sobre cuánto pueden torcerse las cosas, puede abrirle los ojos". En cierto modo, era también un post-experimento, para suscitar reacciones en los lectores con las cuales construir el siguiente post, éste que ahora leen. Pues aparte de plantear un escenario, posible aunque improbable, de caos y destrucción, quería ver cómo la gente que ya tiene un mínimo nivel de conciencia sobre el problema reaccionaba. Todas las reacciones comparten un rasgo en común: todas eligen un modelo, aunque diferente, de gestión de la incertidumbre sobre el futuro. La cuestión ahora es si esa elección es óptima y racional.


No sorprendentemente, la reacción de mi amigo Hank Rearden (el cual ya se ha identificado como empresario en un comentario anterior, con lo que yo ya no revelo nada) es absolutamente contraria, hasta las vísceras, al planteamiento expresado en este post. Él califica el escenario de imposible, y el primer argumento que da para respaldar esta afirmación de imposibilidad es que las previsiones de producción de materias energéticas no se ajustan a las del informe ITPOES de este año, particularmente porque las espectativas que estoy usando para el gas no son tan malas en el informe ITPOES (para los recién llegados, el Industry Taskforce on Peak Oil and Energy Security es un grupo de trabajo constituido por algunas empresas británicas de importancia para tratar el Peak Oil y exigir a su Gobierno la toma de medidas de mitigación, evidentemente dirigidas a preservar el BAU). Sin embargo, tengo la impresión de que mi amigo ha asimilado aquellas partes del informe ITPOES que mejor cuadran con sus deseos y expectativas. El único análisis en profundidad sobre el gas que hay en el informe en cuestión se encuentra en el capítulo "Opinion A: Chris Skrebowski", que recoge la opinión de uno de los dos expertos designados por el ITPOES. En la página 24 y siguientes el señor Skrebowski analiza la cuestión del gas, valorando pros y contras y analizando el hecho que tiene revolucionada la industria durante los últimos dos años, que es la creciente producción de gas de pizarra en los EE.UU. Sin embargo, el Sr. Skrebowski evoca toda una serie de dificultades y restricciones que amenazan a esas fuentes de gas, como que en particular su producción decae muy deprisa y en poco años se hacen no rentables; su conclusión final es que el gas puede ser una opción a corto plazo, pero que hay no pocas dudas sobre él. Sin salirnos de los análisis que está haciendo la industria, en términos más duros se expresan los autores del informe de Lloyd's, más reciente que el de ITPOES, "SUSTAINABLE ENERGY SECURITY: Strategic risks and opportunities for business". Que nadie se deje engañar por el título; este informe pinta un panorama bastante complicado para los próximos años, y en cuanto al gas, y particularmente el de pizarra, identifica multitud de otros problemas, incluyendo los ambientales y los geoestratégicos. Se puede añadir, incluso, que la presunta "inundación" (glut) de gas en los mercados mundiales por la incorporación masiva del gas de pizarra es un gigantesco espejismo orquestado por la industria para engañar a los inversores, como argumenta Dave Cohen en Decline of the Empire, ya que como Cohen dice, ¿cómo se puede argumentar que la producción ha aumentado un 10% cuando el consumo + almacenamiento ha disminuido ligeramente? Claramente las cifras están manipuladas, y eso aumenta la incertidumbre.

Todo esto nos reporta a otra cuestión clave, y es la de la independencia de los analistas. La gente que trabaja con ASPO u otras organizaciones científicas que analizan la cuestión del cénit de la energía no tiene intereses económicos o corporativos a los que atender; al contrario, tienen todos los estímulos para ser conservadores y prudentes, dala la mala experiencia previa del Club de Roma. Por el contrario, la industria general, la productora de energía en particular y los órganos gubernamentales tienen una malla de intereses cruzados que hace que les sea más difícil reconocer la verdad, cuando la simple aceptación de que las reservas son menores de lo esperado puede hacer caer las acciones de una compañía o aceptar que habrán restricciones generalizadas hundiría las bolsas mundiales. Justamente es por eso que prefiero respaldar mis afirmaciones con informes surgidos del mundo académico antes que del mundo de los negocios, aunque saludo iniciativas como las de ITPOES o de Lloyd's que comienzan a abordar el problema; añádase que estos últimos no hacen el análisis de las fuentes de energía, simplemente toman los datos de la literatura existente, con objetividad y sin aspavientos. En este contexto, me resulta interesante en el comentario de mi amigo Hank la siguiente frase: "supongo que habrás leído también otras cosas que te han llevado a pintar este escenario". Dejando al margen el hecho de que el propio informe ITPOES cita tanto los trabajos de ASPO (en línea con las fechas que yo doy) como los de CERA (el lobby de la industria, que defiende la sumaria estupidez de que la producción de petróleo permanecerá en una meseta durante un siglo, sin respaldarlo con ningún dato objetivo y verificable), no deja de ser reseñable que, siguiendo con mi costumbre de referenciar profusamente, en mi apocalíptico post citaba varios trabajos que permiten fijar la fecha del cénit del gas en 2015. Sin embargo, ese filtro de paso bajo que tiene Hank le impide haber sido consciente de esos enlaces o haber intentado leer lo que hay detrás, no siendo el caso que desmonte su fe en el libre mercado ;) . Ironías aparte, delante de la incertidumbre que suscita la amenaza de la Gran Escasez, Hank decide gestionarla usando aquellos datos que le son más favorables para continuar con el BAU, y de tal manera no intentar adaptarse a la misma. Esta estrategia asegura un daño terrible cuando la Gran Escasez se presente al fin (si no lo está haciendo ya), ya que nunca será el momento de comenzar la adaptación. Llevamos 40 años negando la necesidad de adaptación a un mundo con menos energía.


En una línea relacionada, el comunicante Fernando cree que la producción de gas podrá mitigar los problemas específicos de declive de producción de Venezuela lo suficiente como para alejar el fantasma de la invasión por parte de los EE.UU. El lector atento habrá observado que en la parte geopolítica del escenario que yo planteaba no hacía ninguna mención explícita al impacto de los diversos cénits en la mala adaptación del BAU a ellas. En realidad, la proximidad de todos los cénits me sirve para saber que no habría posible transferencia de recursos entre unas fuentes y otras, así que cada sector debería lidiar independientemente su guerra por la falta de su materia prima, sin poder esperar subsidios de las otras. Esto está implícito en la suposición de que Canadá en un momento dado intentaría reducir su producción de petróleo de arenas bituminosas por una declarada lucha contra el desastre medioambiental; en realidad Canadá lo que haría sería dejar de desviar gas para la síntesis de petróleo a partir del bitumen y usarlo directamente como fuente de energía que ya se estaría haciendo escasa. En los mismos términos, para Venezuela no habría posibilidad de cubrir con una fuente declinante (en ese escenario) como el gas la falta de otra fuente declinante (en el caso de Venezuela, desde el año 2000) como el petróleo. No tiene sentido, además, hacer ese planteamiento en términos locales, cuando Venezuela no está produciendo petróleo para su solo autoconsumo sino sobre todo con vistas a la exportación, y nada indica que debiera hacer diferentemente con el gas, con lo que la escasez global de gas sería tan nefasta para Venezuela como la escasez global de petróleo. En ese sentido nuestro lector Fernando ha decidido gestionar la incertidumbre sobre la Gran Escasez pensando en términos locales, como si tuviéramos compartimentos estancos y en tal casos los recursos de Venezuela, donde él vive, se pueden quedar sin más dentro de Venezuela. Sin embargo, el hambre energética de los EE.UU. puede acabar poniendo un lobo a su puerta, como se comenta en el escenario, y esta estrategia deja a los pobres venezolanos a merced de una contingencia muy desagradable.


Otra cuestión no planteada explícitamente en el escenario pero que explica su precipitado ritmo, y que sirve para acrecentar la incertidumbre y para hacer naufragar cualquier hipótesis de adaptación técnica a la Gran Escasez es la insuficiencia de capital y el exceso de riesgo para atacar en los dos frentes fundamentales en los que se basa esa solución técnica: evitar que la producción de las materias energéticas no se desplome rápidamente por falta de inversión y facilitar la transición a gran escala a otros motores y máquinas que funcionarían con un combustible alternativo al usado actualmente. Una de las consecuencias indeseables de la actual crisis financiera acoplada a la económica acoplada a la energética es la falta de fondos para financiar nuevos proyectos que tienen una rentabilidad dudosa para los estándares aceptables para los bancos. Atención al siguiente dato, que suelo dar en mis charlas sobre el Peak Oil: la Agencia Internacional de la Energía alerta que de 2008 a 2009 la inversión en el segmento upstream (exploración y desarrollo de nuevos pozos) de gas y petróleo había decaído un 19%. Algunos indicios que he leído apuntan a que de 2009 a 2010 el descenso sería de hasta un 40%. Es bastante lógico, ya que la volatilidad hace cualquier inversión en prospección demasiado arriesgada (y eso sin contar con el riesgo de accidentes como el de BP en aguas del Golfo de México) y los grandes inversores prefieren productos más clásicos, como bancos, eléctricas o empresas de informática, porque ofrecen mejor seguridad y rentabilidad... error, porque todas esas empresas se irán al garete sin energía, pero el cortoplacismo domina la visión en el mundo de los negocios. Sé que Hank no estará de acuerdo con esta última afirmación, pero tengo tan innúmeros ejemplos de ello y experiencias relatadas por gente bien colocada a la que respeto que estoy completamente persuadido del imperio soberano y absoluto del cortoplacismo sobre la actual gestión empresarial. Hay razones profundas para ello, siendo fundamentalmente la necesidad de rendir cuentas anualmente y de mejorar los resultados de la compañía a corto plazo los principales motores de este comportamiento. Por tanto, la gestión del la incertidumbre por parte de los inversores les lleva a centrarse en los beneficios a corto plazo, aún cuando esto comprometa los beneficios del medio y largo plazo. La incapacidad de aceptar una modificación del BAU (salvo las honrosas aunque limitadas excepciones de ITPOES y Lloyd's) les lleva a ponerlo en mayor peligro con posterioridad.


Hank apunta aún a otra razón por la cual mi ejercicio de geopolítica-ficción es imposible. En primer lugar, por la rapidez con la que se describe el colapso. Estoy de acuerdo; quizá la escala de tiempo a usar no es la del semestre sino el año, aunque eso no suponga un gran cambio. Mi ritmo acelerado responde a una escasez acelerada y simultánea de recursos, la primera parte del escenario, que como ya se ha explicado impide que se puede convertir de manera práctica unos en otros. Se ha de añadir, además, que dados los subsidios del petróleo en la maquinaria usada para la extracción de todos los demás recursos, el más avanzado declive del petróleo favorecerá el declive extractivo de todos los demás, aún cuando geológicamente la producción pudiera mantenerse más elevada. Esta interacción en red compleja hace al sistema más vulnerable y proclive a las reacciones en avalancha. Fuere como fuere, el tempo preciso del ejercicio presentado no cambia la esencia de lo que se dice. Colapsos rápidos, que tienen lugar en el plazo de menos de una década, se han visto en la Historia y se ven cada día en el mundo. El ejemplo que pone Gabriel del yacimiento Loma de La Lata muestra como en pequeña escala una pequeña comunidad puede ser golpeada con fuerza por un cambio radical de la abundancia a la escasez. Que esto pueda pasar a la escala de todo un país o de una civilización no es tan improbable como podría parecer al lector bienpensante occidental; recomiendo a mis lectores la lectura del "Collapse", de Jared Diamond, para encontrar más ejemplos.


En todo caso, mi macabro ejercicio de geopolítica-ficción no pretendía describir ni plazos ni una secuencia necesaria de hechos, sino un curso fatal que no es, ni mucho menos, imposible, aunque sea horriblemente necio (como necio fue el colapso de la Isla de Pascua, y sin embargo ocurrió). Y además de las razones que expuse para justificar la presentación del escenario, está el análisis que ahora propongo sobre cómo gestionar la incertidumbre.


El ser humano está poco preparado, por naturaleza, a gestionar la incertidumbre. Delante de una situación de peligro, nuestros niveles de adrenalina se disparan, el ritmo cardíaco se acelera, la glucosa circula rápidamente para poder dar energía a nuestros músculos, que se tensan. Todo nuestro cuerpo se prepara para pasar a la acción, en una previsible lucha por la vida. Qué pasa, sin embargo, cuando el fatal enemigo no aparece inmediatamente, y van pasando las horas y los días y las semanas y los meses... Incapaz de soportar tal carga, nuestro cuerpo se relaja al cabo de unos minutos, pero nuevas señales de peligro desencadenan de nuevo la reacción descrita arriba. Y así durante horas, días, semanas, meses... el resultado es el estrés. Así como la reacción de preparación para el ataque es útil y evolutivamente ventajosa, un exceso de reacción daña el cuerpo, el corazón sobre todo. Nuestro cerebro superior nos ha proporcionado vías de escape al estrés, que son la base de muchos mecanismo psicológicos de defensa: si el problema es terrible pero tiene una gran escala de tiempo lo mejor es no estresarte y vivir tranquilamente. Éste es el mecanismo que nos permite por ejemplo vivir tranquilamente aún con la certidumbre de nuestra propia muerte. Este mecanismo puede ser conveniente para el individuo, al menos a corto plazo, pero sin duda es perjudicial para la especie; sin embargo, transcender del individuo a la especie es un paso aún más complicado para nosotros. Por otro lado, la necesidad somática de no someter el cuerpo a más estrés del que puede soportar confrontada a una mente consciente que comprende la realidad que le rodea lleva frecuente a producir un estado conocido como disonancia cognitiva; esencialmente, es esa disonancia la que hace que Hank lea sin ver la evidencia que se acumula en contra de la posición que somáticamente le es más aceptable. En mi entorno observo repetidamente esta actitud de disonancia cognitiva cuando el tema del Peak Oil se pone sobre la mesa, que van desde la ironía (bien ejemplificada por el comentarista GA con unas gotas de cinismo) hasta el cambio automático de tema (a veces uno llega a observar una especie de reset en la persona interpelada, en la que la persona vacila uno o dos segundos y mueve rápidamente sus párpados, mientras su sistema operativo neuronal carga el nuevo tema del que hablar).


Gestionar la incertidumbre implica un esfuerzo de racionalización superior, de cierto desprendimiento material y, hasta cierto punto, de alcanzar un nirvana intelectual. Poder mirar las cosas de manera distante, como si no fueran con nosotros, como si fueran un problema de lógica completamente teórico y abstracto de cualquier realidad que nos pueda afectar.

Gestionar la incertidumbre implica asignar a cada evento un valor de probabilidad (en función de cuán probable es que ocurra finalmente) y otro de impacto (en función de cómo afectará a nuestras vidas) y seguir una estrategia destinada a minimizar el impacto negativo de un evento tal; nuestra estrategia es simplemente una colección de pesos estadísticos (números positivos que sumados dan uno) y su eficacia simplemente consisten en multiplicar cada peso por la probabilidad e impacto del evento relacionado, y hacer la suma. Es sólo eso. Un ejercicio de matemáticas, de aritmética elemental. Chris Martenson propone en la parte final de su Crash Course un ejercicio de este estilo, todavía más simple, basado en variables categóricas y no numéricas.


Gestionar la incertidumbre es, por tanto, minimizar el riesgo, lo cual implica un esfuerzo para luchar contra ciertas disonancias cognitivas habituales: dado que el Peak Oil implica una realidad desagradable y la pérdida de las comodidades actuales, la reacción natural es la negación, manifestada de diversas maneras: desde la más irracional (negarse a hablar del tema) hasta la más racionalizada (pensar que los informes negativos están sesgados o exagerados, actitud ésta ejemplificada nuevamente por mi pobre amigo y continuo sparring Hank Rearden. Nota: Hank, espero que me perdones por darte tanta cera. He de reconocer públicamente la gran utilidad de Hank al asumir naturalmente el rol de contraparte dialéctica, porque eso nos permite progresar en la discusión y corregir errores). Sin embargo, si de riesgo estamos hablando lo natural es minimizarlo; si una cosa tiene poca probabilidad pero un alto impacto (por ejemplo, un accidente en una central nuclear), lo lógico es intentar disminuir su probabilidad al máximo y al tiempo disponer tantos mecanismos paliativos como sea posible para cubrir esa eventualidad. Eventualmente, si el impacto resulta inaceptable dado el beneficio de nuestra acción, aún cuando el evento desfavorable sea muy improbable lo natural es rechazar la misma acción (ejemplo que pongo siempre: te doy esta manzana a cambio de que con una posibilidad entre un millón tu familia sea masacrada. Respuesta: quédate con tu manzana). No se puede negar que llegar al Peak Oil con una sociedad mal adaptada supone un riesgo cuya probabilidad es difícil de cuantificar (aunque cuanto más tiempo pase esta probabilidad será mayor, hasta que llegue a ser una certidumbre), pero lo que es indiscutible es que su impacto puede ser catastrófico, en función de lo mal adaptada que esté la sociedad y lo errónea que sea su respuesta (y éste era el objeto del ejercicio de "El peor escenario posible": evaluar el peor impacto para la sociedad). Por tanto, lo razonable es superar nuestra natural repulsión al Peak Oil, superar la parálisis actual e ir tomando las medidas necesarias para adaptarnos. No debemos cargar esta responsabilidad sobre los hombros ajenos (aunque siempre se puede pedir consejo, como hizo Elisa) ni tampoco debemos continuar engañando a la sociedad ocultándole los hechos como se preguntaba retóricamente Gabriel, ya que eso dificulta si no impide su adaptación; esa negación a gran escala en los medios de comunicación de masas es lo que nos lleva a esta sociedad actual tan mal preparada. Sobre estas medidas para gestionar el riesgo seguiremos hablando en posts futuros.


Salu2,

AMT

miércoles, 18 de agosto de 2010

El peor escenario posible


Queridos lectores,

Durante los últimos meses hemos discutido sobre la evolución de los recursos energéticos no renovables, analizando los picos del petróleo, gas, uranio y carbón. Como se ha visto, hay cierta disparidad e incertidumbre sobre el momento preciso en que se producirán los cénits de producción de estas diversas materias, a pesar de que parece cada día más evidente que estamos hablando de años antes que de décadas. Sin embargo, amparándose en esta incertidumbre y dado lo incómodo de las consecuencias previsibles, hay una tendencia a dar un bajo perfil de estas noticias en los medios de comunicación convencionales (a pesar del gran impacto que tendrán en nuestras vidas) y en las manifestaciones políticas públicas, a pesar de reconocer en privado su posible inminencia y su gran impacto societario (ver también los comentarios de Alfonso Guerra en el Foro de las Ciudades, en Marzo de este mismo año).

En algún momento tenemos que ser sinceros con nosotros mismos; no podemos seguir jugando a continuar nuestra vida como si tal cosa, viviendo bien todo lo que se pueda, y posponer la toma de decisiones duras pero necesarias para adaptarnos a un escenario de escasez. Hacer esto simplemente nos acerca más a una transición de fase brusca y caótica, de tanto en cuanto que nuestra sociedad es una red compleja en la que la acumulación de sobrecargas sólo puede acabar como una avalancha caótica de desorganización (para los que quieran saber más sobre redes complejas y transiciones de fase les recomiendo que se lean el trabajo de Ricard Solé). En ese sentido, enfatizar los riesgos y exigir desde ahora mismo que se tomen medidas es necesario, pues el estado final de la sociedad después de esta escasez que se avecina dependerá de cómo nos hayamos preparado para ella. Y aunque el escenario temporal es más o menos incierto, cada vez hay más indicios que apuntan a que nos quedan meses en vez de años; quien tenga estómago, paciencia y un buen conocimiento de la lengua inglesa que lea los demoledores análisis de Stoneleigh en The Automatic Earth (y por cierto que el currículo de esta señora es impresionante; escuchen el inicio de una reciente charla de su gira europea - ¿Para cuándo España?).

He aquí el sentido del análisis que haré hoy: mostrar qué es lo peor que puede pasar si nos mantenemos pasivos suponiendo que los que están al cargo están haciendo las cosas de manera lógica y correcta pero, como ya se mostró con la crisis de las hipotecas subprime, en realidad no sea así. Lo que ahora sigue NO es lo que va a pasar, pero sí que pasará si actuamos siguiendo el paradigma del Bussines as Usual (Negocios como siempre) al que, aparentemente, estamos abocados, y si en presencia de los innumerables signos de que debemos cambiar no lo hacemos. Analizaré dos factores por separado: por un lado, cuál es el peor escenario posible sobre la llegada del cénit de los diferentes combustibles fósiles; por el otro lado, cuál es el peor escenario posible de reacción ante estos hechos. La primera parte tan sólo intentará mostrar que el momento de la verdad puede ser mucho más próximo de lo que algunos creen; en todo caso, ese momento llegará, aunque fuera más tarde (aunque como veremos, todo apunta a que los escenarios más probables son los más cercanos en el tiempo). En la segunda parte se intenta demostrar cómo la adopción de políticas equivocadas sólo agravarán y acelerarán el desastre; en parte quiero con ello que si en el futuro se implementan estas políticas y los desastres se suceden, los lectores de este blog puedan alzar su voz argumentadamente en contra de estas decisiones.
Analicemos primero los diversos cénits:

  • Petróleo: Ya se ha discutido aquí que a día de hoy todo indica que se ha superado el cenit del petróleo, de manera práctica o factual. La extracción de petróleo crudo está en declive desde 2005, lo cual se agrava con la disminución de la exportación de los países exportadores al aumentar su consumo propio (la más alarmante de estas tendencias es la de Arabia Saudita ya que el reino saudí es lo único que amortigua el descenso de producción de crudo). Con biocombustibles y el aporte de las arenas bituminosas y los GLP el pico es, de momento, Julio de 2008, igualmente ya pasado. Pero mirando más con detalle los diferentes aportes, las cosas pintan mal. Los biocombustibles de origen vegetal tienen un rendimiento nulo o negativo, y en realidad la biomasa de cualquier tipo no podrá nunca cubrir el enorme hueco de los combustibles fósiles, incluyendo las algas; para los optimistas les recomiendo leer el apartado "Algal biomass" del enlace anterior y los resultados del programa estadounidense Aquatic Species Program que duró nada menos que 18 años, de 1978 a 1996. En cuanto a las arenas bituminosas de Canadá, hay un montón de estudios que muestran que su producción jamás pasará de los 2 millones de barriles diarios (mb/d), lejos de los 4 mb/d que se pretenden para 2020 (y que en todo caso serían insuficientes), aunque ya discutiremos estos estudios en un post futuro.
  • Gas: Como ya discutimos, a efectos de Europa los problemas de escasez pueden comenzar tan pronto como en 2015, aunque se prevé que este mismo invierno pueda haber cortes de gas en Europa, en línea con los actuales problemas de Argentina. La explotación incipiente de gas de pizarra en Polonia no parece que pueda resolver este escasez, dada la problemática de este tipo de explotación que fue discutida aquí en su día.
  • Uranio: Dentro del peor escenario posible discutido aquí y faltando el subsidio necesario del petróleo para la extracción de los filones de menor riqueza, la producción de uranio llegará a su cénit en 2015. Además, es previsible que haya escasez de uranio antes de 2013, debido al agotamiento de las fuentes secundarias.
  • Carbón: Un artículo recientemente aparecido en la revista científica Energy indica que el máximo en volumen de extracción de carbón será el año que viene, 2011 (el contexto del enlace anterior tiene su coña, porque valoran la noticia de manera positiva, ya que implica que los escenarios de emisiones de CO2 del IPCC están exagerados). Esto confirma otros estudios anteriores que indicaban que el cénit de la energía extraída del carbón fue en 2000 (ya que hay carbones de diversos tipos y los más energéticos son los que ya están más explotados y agotados). [Fe de erratas (16 de Agosto de 2011): En realidad el artículo de Patzek et al citado arriba dice que el cenit de energía del carbón es en 2011 y en volumen sería hacia 2025].
Por hacer un resumen de la situación, tenemos pues que en este escenario el pico del petróleo fue en 2008, el pico del gas en 2015, el del carbón en 2000 (si miramos a su energía) o 2011 (si miramos a su volumen) y el del uranio sería en 2015, con problemas ya desde 2013 por la falta de reservas secundarias. Todo esto casa bastante bien con una tesis reciente de la Universidad de Newcastle, Australia, en la que se analiza la energía neta aportada por petróleo, carbón y gas bajo tres escenarios de reservas oficialmente aceptadas (bajas, medias y altas) y tres modelos económicos límite (con oferta y demanda acoplados, desacoplados y parcialmente acoplados). El estudio es bastante exhaustivo con datos de las diversas regiones; puede verse un resumen de sus conclusiones en esta reseña de Energy Bulletin. Baste decir en el peor de los casos, el pico de la energía conjunta de esos tres combustibles (petróleo, gas y carbón) sería entre 2012 y 2013. Los más optimistas sin duda se acogerán a que con el mejor caso posible (grandes reservas, acoplamiento perfecto de oferta y demanda) el pico sería en 2029. Esto no es tan bueno como podría parecer por diversos motivos. Primero, porque en el estudio no se analiza el coste de pasar de un combustible a otro cuando el primero escasea, el cual es tan ingente que puede ser no rentable (e.g. usar gas en todas las calderas de gasoil, cambiar los motores de los coches para usar gas, transformar carbón en petróleo con gran pérdida energética); en éste estudio sólo se pretende dar cotas superiores pero en la realidad éstas serán más bajas. Segundo, porque hay una tendencia histórica a sobreestimar las reservas por motivos económicos y societarios: ya vimos cómo Noruega se vio obligada a reconocer que exageraba sus reservas de gas, y cómo los EE.UU. y Francia hicieron estimaciones exageradas del uranio finalmente recuperable que se desmoronaron rápidamente una vez pasado el pico (con la crueldad añadida de que las curvas de producción del uranio suelen ser muy asimétricas, con un rápido descenso después del cenit). En cuanto al petróleo, el Daily Telegraph publicaba en Marzo que Sir David King, ex-científico jefe del Gobierno Británico afirma que las reservas mundiales están exageradas en un 33%... Tomaremos por tanto como fecha probable del pico global de la energía fósil (petróleo, gas, carbón y uranio) el año 2012 (sí, ya sé la tontería esa del calendario maya, pero es lo que sale).

Analicemos ahora cuál puede ser la peor respuesta política a este escenario de producción. Insisto, esto NO es una predicción sobre qué es lo que va a pasar (ya verás cuánto tiempo falta para que un cabeza de chorlito venga y me diga que todo lo que digo es basura porque mis predicciones no se cumplen). Analizo el estado de la situación por semestres. Nota de descargo: Lo que sigue es una mera especulación, no un ejercicio de análisis basado en modelos numéricos:

- Dicembre de 2010: El precio de petróleo se sitúa en torno a los 100$ el barril. El PIB de las grandes potencias de la OCDE se estanca, en los países menores retrocede; China, India y Brasil consiguen mantener crecimientos importantes, aunque inferiores a lo esperado. Las ventas de coches en todo el mundo se desploman, los fabricantes de coches solicitan más ayudas a los gobiernos. Algunas pocas aerolíneas quiebran. La falta de suministro de gas en el Reino Unido son absorbidos por las empresas, que cierran hasta 40 días. En Francia se producen nuevos cortes de electricidad.
En España: el paro se sitúa en el 22%, y la campaña turística se cierra con un descenso de ingresos del 10% respecto a la de 2009.

- Junio de 2011: Se produce un nuevo oil-spike, de entorno a 120-140 $ el barril. Se comienza a acentuar la recesión globalmente; algunas personalidades empiezan a denunciar que la volatilidad del petróleo está dañando la economía, pero atribuyen los problemas de suministro a la falta de inversión y al exceso de regulación (algunas voces abogan por suprimir los estrictos controles en aguas profundas establecidos después de la crisis del Golfo de México). Los estados no tienen suficiente dinero como para seguir sufragando enormes planes de rescate y por todas partes hay sectores afectados: automoción, constructoras, aerolíneas, turismo... Venezuela tiene graves problemas para mantener sus exportaciones de petróleo, al tiempo que México se vuelve por primera vez país importador, con grave impacto sobre los EE.UU., aunque es parcialmente compensado con el aumento de la producción de petróleo de las arenas bituminosas de Canadá. Hay atentados en Arabia Saudita, y en Irak la producción no acaba de despegar. Se producen algunos cortes de luz de horas de duración en amplias áreas de Francia, España, Italia, Alemania y el Reino Unido; las empresas culpan al incremento de costes y la falta de infraestructuras, y para compensarlo se permite subir las facturas de la luz, que suben una media del 10%. En España: el paro supera el 25%, aunque algunos estudios apuntan a que en realidad es superior; hay huelgas periódicas de camioneros de escasa duración y algunos bloqueos de puertos. Ante la incapacidad de pactar unos presupuestos generales más austeros aún y con una gran contestación en la calle, el gobierno del PSOE cede a las presiones de los grandes poderes económicos y convoca elecciones anticipadas, que gana el PP con mayoría absoluta. Aún así, la calificación de España por las agencias de riesgo pasa de A a BBB; la deuda española tiene muchos problemas para colocarse, y lo hace a altos intereses.

- Diciembre de 2011: El petróleo ha bajado a 60$ el barril, pero la energía eléctrica sigue cara. Las economías de la OCDE están en franca recesión, y la inflación subyacente (sólo de bienes de consumo) es claramente deflacionista, el consumo cae en picado pero el coste de los bienes básicos sube. California primero y luego otros estados de los EE.UU. se declaran en bancarrota; el Gobierno de los EE.UU. intenta poner en marcha un plan de rescate pero con pocos fondos; se produce un cierto repliegue militar, los apagones son más frecuentes que de costumbre y escasean algunos productos. Marcas de electrónica de consumo entran en números rojos por primera vez. Cada vez más voces en EE.UU. claman contra Venezuela y su falta de diligencia para producir suficiente petróleo; en Venezuela se producen disturbios, que Chávez atribuye a injerencias ilegítimas de los EE.UU. La Agencia Internacional de la Energía anuncia que la producción de petróleo ha caído a 81 mb/d, aunque lo atribuye a la falta de inversión y la inestabilidad geopolítica. En España: El nuevo gobierno del PP aprueba unos presupuestos muy austeros, con una bajada de impuestos sobre el patrimonio y rentas más altas, una reducción de sueldo del 10% de los empleados públicos y una reducción de las pensiones del 5%; el nuevo Gobierno se escuda en la mala situación heredada y culpa al PSOE de haber dejado el país en bancarrota. Se adopta un plan de choque que, aparte de ciertas medidas estructurales, implica una limitación de la libertad de información sobre sectores que se consideren estratégicos por el país; para entonces tendré que dejar de publicar este blog. (Nota: Si gobernase el PSOE pasaría lo mismo. En lo que sigue no me intereso en saber quién gobierna: diversos gobiernos irán subiendo y cayendo en sucesión). El paro oficial se sitúa en el 22%, aunque algunos estudios extraoficiales apuntan que se acerca al 30%. En algunas comarcas, los agricultores organizan patrullas para evitar que les roben tractores, maquinaria e incluso las cosechas. La luz, el teléfono, el gas, etc suben en torno a un 7% adicional. Algunos ayuntamientos se declaran en bancarrota; la gestión de las basuras de vuelve caótica. En algunos casos el Gobierno proporciona ayuda económica y/o logística, en otros echa la culpa al despilfarro a las propias corporaciones y las abandona a su suerte.

- Junio de 2012: Estados Unidos ocupa una parte de Venezuela (va a ser cómico ver a un premio Nobel de la Paz ordenando la ocupación de una nación soberana sin provocación previa) para proteger a la población local de la ola de criminalidad y los saqueos que asuelan el país. De esta manera, EE.UU. pasa a controlar las exportaciones de petróleo del país caribeño, que no comercializa libremente sino que van a parar íntegramente a los EE.UU.; además, se pone en marcha un agresivo plan para la explotación a gran escala de los petróleos pesados y superpesados de la Faja del Orinoco. Aprovechando al confusión, China invade uno o dos países africanos, pero la prensa, ocupada con otros asuntos más agobiantes, le da poca cobertura al problema. A nivel internacional, hay disturbios en la mayoría del mundo: en México para protestar por el abusivo precio de las tortas de maíz, cuyo precio se ha multiplicado por cinco; en todo el Cono sur, por los prohibitivos precios de los combustibles, del gas y de la electricidad; en Europa, por el gran desempleo y la falta de soluciones, y la creciente carestía de la vida. El precio del barril de petróleo, que rondaba los 80 dólares, sube por encima de los 120$ después de las invasiones de EE.UU. y China, para relajarse hasta los 100$ al cabo de unos meses. Las materias primas han multiplicado varias veces su valor, con oro, cobre y acero en valores estratosféricos. La mayoría de los fabricantes de automóviles declaran bancarrota y cesan por completo su actividad, al igual que el 50% de las aerolíneas. El comercio mundial retrocede en un 30% respecto a su máximo de 2007. En España: Aunque la cifra oficial de paro es el 20%, algunos estudios apuntan a que está más cerca de los 40%. A algunos promotores de esos estudios se les procesa penalmente y se les condena a 2 años y seis meses de prisión ineludible por atentar contra los intereses estratégicos de la nación. La tensión entre las Comunidades Autónomas y el Gobierno central no para de crecer. Cataluña amenaza con no permitir la recaudación de impuestos estatales en su territorio; se producen pequeños atentados contra instalaciones diversas. Cortes de luz de 4 horas diarias son habituales, al tiempo que el recibo sube otro 10% más. Se reabren viejas minas de carbón, que emplean a gente desesperada por trabajar; los accidentes son frecuentes y las protestas también, algunas reprimidas con fuego real. En algunos municipios que quebraron, la gestión de las aguas y de las basuras es completamente privada, con precios que son cuatro o más veces superiores a los anteriores a la quiebra. Los robos a mano armada son frecuentes y la prensa reclama mano dura contra la rampante delincuencia. El precio de la vivienda está por debajo del 50% de lo que llegó a valer en los años del boom.

- Diciembre de 2012: El precio del barril sube en zig-zag hasta los 200$ para después caer en los siguientes meses a los 100$. Estalla un conflicto armado que dura varios meses entre China e India por el acceso al agua del Tíbet. Al otro lado del Pacífico, el nuevo Gobierno canadiense decide limitar la extracción de petróleo de las arenas bituminosas para disminuir su impacto en el medio ambiente y para conservar la energía para ellos, ya que han visto que sale más a cuenta aprovechar el gas natural y el uranio que se usan en las plantas de gasificación y licuefación de la parafina. EE.UU. lo considera un acto hostil y tras varias amenazas, acaba ocupando Alberta y los territorios ricos en arenas bituminosas. La política internacional se descompone; los diplomáticos de la ONU de algunos países considerados conflictivos son asesinados o encarcelados. La ONU cesa su actividad. Hacia el final de este período, ya sin cortapisas y sin querer engañar a nadie, EE.UU. invade el norte de México para apropiarse de los pozos petrolíferos de esa zona y de sus aguas territoriales. Hay disturbios en los suburbios americanos, y cada día la televisión cuenta terroríficas historias de gente que muere de hambre; de repente, este tipo de historias desaparecen de la pequeña pantalla y son sustituidas por viejas películas de los años 50 que muestran el sueño americano y la alegría de vivir. Algunos periodistas e intelectuales son encarcelados en todo Occidente. Italia y el Reino Unido se declaran en bancarrota, y el comercio internacional es ya sólo un pequeño porcentaje de lo que fue históricamente. En Japón el hambre diezma a la población y hay revueltas continuas; la mayoría de las fábricas del Imperio del Sol Naciente están paralizadas. En España: las cifras extraoficiales de paro hablan de un 50% de parados, aunque una buena parte de estos malviven haciendo chapuzas o directamente robando, sisando o escamoteando lo que pueden. Un trimestre el crecimiento del PIB es exiguamente positivo, lo que le sirve al Gobierno para afirmar que se avanza ya por la senda de la recuperación y que sus medidas son un éxito; un análisis más sensato de las cifras mostraría que el PIB sube porque la deflación de precios es mayor que la pérdida de riqueza producida. Dada la delicada situación del país, donde el hambre empieza a ser norma, el Gobierno saca decretos prohibiendo las manifestaciones con carácter general y limitando las huelgas de tal modo que en la práctica cualquier paro sería ilegal. El Real Madrid gana una liga de fútbol más corta en la que la mayoría de equipos de las zonas periféricas no participa. El precio de la vivienda es un 30% de su valor durante el boom, y ya no se construye vivienda nueva, sólo se hacen arreglos; aún así, escasean materiales. El Gobierno ordena reforzar las guarniciones militares en Cataluña y el País Vasco y se impone el toque de queda militar en la mayoría de España.

- Junio de 2013: El comercio mundial ha dejado de existir. Las materias primas tienen cotizaciones altísimas en algunos países y valores más razonables en otros, pero al fallar los medios de comercio no hay arbitraje posible. Se restablecen aranceles y la Unión Europea se resquebraja; se calcula que el último invierno varias decenas, seguramente centenares, de miles de personas han muerto de frío en toda Europa. Falta de todo y los únicos países que continúan funcionando más o menos eficientemente son los EE.UU., China, Rusia, Brasil y la India. En España: el "sálvase quien pueda" es la norma. La policía ha dejado de existir y algunos de sus miembros se han integrado en mafias locales controladas por caciques o señores de la guerra que hacen pagar tributos a los agricultores y ganaderos. Hay un retorno sistemático al campo pero no hay sitio para todo el mundo y las reyertas y muertes son comunes. Aparecen enfermedades evitables como el cólera y el tifus que causan gran mortalidad. Delante de la imposibilidad de hacer huelga y con salarios de miseria, algunos trabajadores roban en sus fábricas; la conflictividad laboral es máxima. El Gobierno restaura la pena de muerte en una conflictiva sesión parlamentaria en la que se violan unos cuantos preceptos constitucionales, y se aplica sin piedad a los cabecillas de las revueltas en las fábricas. Los obreros empiezan a asesinar patronos, en algunos casos asaltando sus casas y masacrando toda su familia. Si alguien pudiera medir el paro se vería que está por encima del 60%, aunque de los que trabajan la mitad de los días no pueden ir a trabajar por fallos en los servicios de transporte, de electricidad y demás. Los trabajadores públicos cobran de vez en cuando, no siempre y nunca todo. La vida es miserable.

- Diciembre de 2013: EE.UU. y China se enzarzan en una guerra por los últimos despojos de la Tierra. Si no se deciden por la destrucción mutua asegurada de ellos y todos nosotros con el botón nuclear, acabarán muy debilitados, cosa que seguramente Rusia, India y Brasil aprovecharán. El mundo está sumido en el caos; los países pierden por diversas causas de mortalidad entre un 5 y un 10% de población al año. En España: después de las revueltas de los cuarteles por los salarios impagados dejó de haber un Gobierno efectivo; España se ha descompuesto en multitud de reinos de taifas con sus líderes tribales locales. Algunas comarcas están mejor gestionadas y consiguen un cierto florecimiento local; otras se hunden en la barbarie y la mortalidad es muy elevada.

- De ahí en adelante: Comienza una nueva era de la Humanidad. Quizá, si jamás un escenario tan tétrico tiene lugar, una buena parte de los que esto leen no estará vivo. Quizá Vd. mismo, querido lector.

Releyendo esto veo que he impuesto un ritmo muy acelerado a los eventos; quizá las cosas pudieran extenderse durante dos o tres años más. Y de nuevo insisto en que éste es sólo el curso más duro de los acontecimientos, que sólo sobrevendrá si somos lo suficientemente necios para negar todo lo que puede pasar y no actuamos en consecuencia. Otro día hablaremos de mejores escenarios; en particular Jordi me ha prometido analizarlos en su blog (eso sí, sólo en catalán).

Salu2,
AMT

P. Data: Jordi ya ha introducido una primera entrada, en este caso sobre el escenario más favorable; léala aquí (venga, va, que el catalán no es tan difícil, que yo que soy de León lo aprendí con 33 años).

Addenda (28 de Agosto de 2010): Trailer de "Collapse":