lunes, 30 de junio de 2014

Consideraciones sobre el apocalipsis (II)



CONSIDERACIONES SOBRE EL APOCALIPSIS II  

Por Edgardo F. (Parroquiano)


                                                   Si no esperas lo inesperado no lo reconocerás cuando llegue
Heráclito


Al final del día me he quedado con 3 alternativas para un posible evento apocalíptico y que corresponden a las de probable génesis humana. Crisis o guerra nuclear, colapso financiero mundial y crisis sanitaria. Por alguna razón, llámese simple ignorancia o sentido común, estas tres, aunque cada una en distinta medida, me hacen ruido. Por de pronto una prevención, yo no soy ni economista, ni científico, ni, en último término, estratega militar; por lo tanto, el desarrollo analítico de estas tres situaciones son las de una persona común y corriente. Invito, por lo mismo, a quienes tienen los pergaminos para un estudio y análisis más exhaustivo y cabal de alguna de ellas, a complementar y eventualmente confirmar o subvertir las afirmaciones que “desde la calle” realiza este servidor. Bueno, comenzare por la que, estimo, tiene menos asidero de realidad de las 3; a saber:   
1) Crisis sanitaria: Entiendo este posible (que no probable) Evento Apocalíptico, como el desarrollo de una peste, epidemia o pandemia mortal que en un plazo acotado de tiempo (días, semanas meses) puede extenderse por extensas áreas geográficas y siempre con un alto índice de mortalidad. Es la que,  desde mi sentido común, considero como la más improbable. Aunque los virus, las enfermedades y las  pandemias existen, algunas de ellas con el carácter de cotidianas e inclusive altamente ominosas, la posibilidad de que un agente patógeno pueda, en poco tiempo, infectar y matar partes importantes de la población de uno o más continente y de esa manera tener el carácter de Evento A. es más bien improbable, más cerca de la fantasía hollywoodense (Guerra Mundial Z, Amenaza de Andrómeda, Epidemia) que de una realidad mínimamente objetiva. Desconozco lo que guardan los laboratorios militares y/o civiles repartidos en el mundo, pero, en efecto, la imagen cinematográfica de un centro de comando bajo tierra, en el que mandos militares y civiles observan en una pantalla como una gran mancha roja les muestra cómo se expande un virus mortal por el mundo  mientras “el jovencito y la reportera” buscan una cura, está más cerca de la distorsionada imagen que también Hollywood nos ha impuesto sobre los científicos, tipos locos y maquiavélicos que esperan una oportunidad para satisfacer su sed de poder esparciendo el caos y la muerte por el globo . Es cierto que la ciencia no es neutra;  el 99% de armas nucleares, biológicas químicas o simplemente convencionales no surgieron por generación espontánea. Tras ellas hay miles de horas de trabajo en laboratorios; pero que un científico loco pueda destruir la mitad de la población esparciendo un virus mortal, que los hay, es estirar demasiado el argumento. Y si bien el descarte no es absoluto, lo veo como un escenario muy poco probable. Sin mucho más que agregar, reitero la invitación a alguien con más conocimiento en estos temas, de suyos técnicos, para que ahonden en la temática planteada. Por ahora prosigo.
Entonces, al final del día, me  voy quedando con las últimas dos: Crisis o guerra nuclear y colapso financiero mundial, a las cuales les quiero prestar un poco más de atención. Permítanme, primero, realizar algunas apreciaciones generales sobre las mismas ¿Porque me parecen merecedoras de atención? Bueno, porque precisamente ambas engloban fenómenos que a) son reales. Evidentemente lo son las guerras en general y particularmente, en estas últimas dos  décadas, las guerras por recursos energéticos. Por su parte la realidad de las crisis económicas es incuestionable, aunque solo reparemos en ella cuando nos toca directamente el bolsillo (Por ahí hay un viejo chiste de economistas que refleja muy bien esta situación, dice “Crisis económica es cuando tu vecino se queda sin trabajo, depresión económica es cuando tú te quedas sin trabajo”) y  b)  porque ambas tienen conexión directa con el fenómeno del peak oíl y el declive energético.
Vistas desde una cierta perspectiva ambos fenómenos –guerra y crisis económica-  son las caras de una misma moneda. Por un lado las sociedades organizadas en macro sistemas (países, continentes, alianzas regionales de países, ej: Mercosur, Unión Europea, ALCA.) cada día estarán más dispuestos a tomar medidas drásticas (o si se quiere dramáticas), por acceder a niveles de energía que les permitan mantenerse cohesionadas. Actualmente dichas acciones han pasado sin pundonor, del ámbito económico y diplomático, (Mercosur, UE, Alca, Nafta, Aladi; Ocde, UNASUR, Pacto Andino)  al ámbito militar, (Irak, Afganistán, Libia, Siria, Sudan, Mali, Rep. Centroafricana y, ya más cerquita de vuestro barrio, Ucrania). Recordemos que la energía  es la sangre que mantiene viva a una sociedad y, en un tiempo y espacio determinado, la que posibilita su crecimiento, su desarrollo y mantenimiento; en último término su supervivencia. En ese contexto no debemos hacernos ninguna ilusión, la utilización del conflicto diplomático y comercial por sobre el militar, estará, como ha estado, supeditado a su simple eficiencia, no a un altruismo pacifista…por esa misma razón en la misma medida en que la energía decline, la guerra, como medio de ultima ratio será cada vez más frecuente, seductor y lamentablemente necesario (No hay  nada nuevo bajo el sol, dice el refrán…excepto lo que ha olvidado…si la historia no miente, Luis XIV hizo gravar esta leyenda en sus cañones “ultima ratio regum”, “este es el último argumento de los reyes”). Hacerse de recursos energéticos que le permitan atomizar o mitigar el efecto que esa misma falta de energía necesariamente provoca a nivel interno: la desintegración. El fenómeno interno de desintegración (des-cohesión), entendida como caos y desorden social se combate energéticamente excluyendo del reparto de energía a todos los sectores sociales que se consideren prescindibles. Así, clases medias y bajas tendrán, por tanto, menos salud y educación cuantitativa y de peor calidad, menos ayudas sociales, menos seguridad y justicia, en definitiva menos Estado y más mercado…la afirmación no es ideológica, el mercado es la forma (más menos) “civilizada” en que se aplica la  ley del más fuerte. Lo anterior, en términos energéticos, es un axioma simple: la mayor cantidad de energía posible para el menor número de personas posible. Así se está dibujando  naturalmente el futuro cercano. En este punto, una crisis mundial con carácter de Evento Apocalíptico, producto de una guerra o crisis nuclear, o un colapso financiero mundial, seria naturalmente el acelerante de un proceso necesario para la sobrevivencia de sistema o alguno de sus componentes –sociales, económicos o políticos- en tiempos del peak oil.
Ahora bien, las verdades muchas veces son solo un asunto de perspectivas. La verdad del Apocalipsis no escapa a ello… Alguno de nosotros lo esperamos en diez años, otros en cien, otros tantos lo creen improbable… ¿Y si alguien nos dijera que este ya llegó?, ¿qué tan cierta sería esa información? No hemos visto desatarse la tercera guerra mundial; los mercados no se han desplomado, ni lo ha hecho el dólar: La gente no corre a saquear los supermercados, ni se montan barricadas en las esquinas; ¿será que aquí, todavía, los rascacielos ocultan las llamas, los trajes a los uniformes, los maletines a las armas, las bocinas y motores a los disparos? ¿Existe, objetivamente, una realidad menos tranquilizadora a la ahora de ponderar lo probable de un evento apocalíptico?
Actualmente en el mundo existen, algo así ,como 12 conflictos de alta intensidad (aquellos con más de 1000 muertos al año) y 40 conflictos  de baja intensidad  (menos de 1000 muertos al año) cuyas poblaciones involucradas suman sobradamente 300 millones para el primer segmento (Afganistán, Somalia, Siria, México, Irak, Libia, Sudan del Sur, entre otros); mientras que los conflictos de baja intensidad suman 1.200 millones de personas como población involucrada, y desarrollados en extensa zonas del Asia Central y Meridional, gran parte de África, casi todo Medio Oriente. En esas mismas zonas la economía de subsistencia, de sobrevivencia, y la disolución del aparato estatal campea en mayor o menor grado. Lo anterior, ya sea producto del estado de conflicto surgido en el tiempo presente en algunos casos, y, en otros, porque siempre han vivido así. Digamos, para ser objetivos, que el estado actual en que se encuentran sumidas las poblaciones de esas regiones, no tiene  que ver con un solo elemento, sino que con la convergencia de muchos factores, económicos, sociales, históricos, políticos, etc. No quiero ahondar demasiado en el tema, que es solo parte del argumento del tema central, al que luego vuelvo;  aunque estimo que todos sabemos a quienes nos estamos refiriendo, países y/o naciones con economías pobres y primarias, religiones volitiva y materialmente influyentes, estructuras estatales que existen de manera muy tenue, o son simplemente los últimos retazos de civilidad en medio del caos.  Pero, ¿por qué coloco sobre la mesa estos datos en particular? Porque, a la luz de estos someros datos, quiero dejar en evidencia que cuando decimos que no creemos posible la existencia de un evento apocalíptico, en el corto o mediano plazo, estamos realmente  diciendo que “no creemos que un fenómeno de los que efectivamente puedan provocarlo harán que las condiciones económicas y sociales propias de lo que conocemos como  apocalipsis y en la cual se encuentran actualmente sumidas una cuarta parte de la humanidad nos alcancen dentro de un plazo racionalmente prudente”. No, no me pierdo, el argumento no es ningún caso moral, ni debe serlo; si 500 millones de habitantes europeos vivieran sin sanidad, sin educación, sin un gobierno central, sin alcantarillado, criando animales en su casa y cultivando sus patios para sobrevivir, nadie dudaría que se trata de un apocalipsis en regla. Sin embargo, el que 1000 millones de personas, en África y Asia, padezcan, actualmente, la misma situación,  ni siquiera está en nuestro horizonte intelectual al momento de plantearnos la posibilidad de un apocalipsis como algo eventualmente real…y ahí está la trampa… NATURALMENTE actuamos eliminando de nuestro campo de visión todo aquello que nos es desagradable o contradictorio. Claramente esta forma de pensar no está condicionada ni por nuestra maldad ni por nuestra indolencia, sino por un simple y necesario mecanismo de defensa y supervivencia. Natural y cotidianamente, tendemos a considerar como inexistente lo que no es evidente, o aun más, lo que siendo evidente y desagradable no podemos eliminar o cambiar, ej: la pobreza. Si esas condiciones se dan  en comunidades o países que están en las antípodas del globo mayor razón para pensar que son inexistentes. PERO, hay una diferencia del porte de una montaña entre afirmar que las armas de destrucción masiva no existen pero pueden  existir, a  afirmar que existen pero que no serán disparadas. Y nosotros aunque aceptamos, racionalmente, como verdadera la segunda frase del axioma, vivimos cotidianamente como si la cierta fuera la primera…y eso es peligroso. Lo mismo sucede con lo que consideramos condiciones de vida apocalípticas, las pensamos como si no existieran y pudieren en algún momento existir, pero la verdad es que existen, son reales y no  un escenario hipotético o de pura fantasía alarmista.  Están a 1000, a 5000 a 10.000 kilómetros, en sociedades, regiones o países que las han padecido desde siempre (Afganistán, África subsahariana) hasta países que han caído ellas en apenas los últimos 10 o 5 años o meses (Libia, Siria…Ucrania). Debemos, entonces, hacernos cargo de esa realidad, aunque no sea la nuestra, porque ello nos permitirá hacer la pregunta correcta  cual es ¿cuánto podría demorar aquella parte de la población mundial que no vive actualmente las condiciones que definen un apocalipsis en caer en ellas? y ¿qué evento podría desencadenar o acelerar dicha situación? Y aquí llegamos a  uno de los puntos centrales de este pequeño ensayo, esto es preguntarnos si las actuales condiciones sociales, culturales, políticas y económicas en que desarrollamos nuestras vidas se mantendrán el tiempo suficiente, y en el espacio suficiente, como para permitirnos no tener que preocuparnos por la velocidad del cambio
Permítanme una reflexión seria, he creído descubrir que para cada uno de nosotros ese tiempo suficiente, ese plazo racional y prudente en el que pudiera sobrevenir un Evento Apocalíptico, siempre considera, como tiempo medio para que NO se manifieste, lo que nos queda por vivir. Así, aunque parezca gracioso, aceptamos de buen grado, en teoría, que destruyan -o se destruya-  el mundo en los próximos treinta años, pero no aceptamos que lo puedan hacer en dos o tres. Y también el elemento espacial cae en ese relativismo cómodo. Al final, lo que verdaderamente decimos y esperamos del futuro, es que se desencadene el apocalipsis en todo el globo… lo negaremos si no se desencadena en nuestro  país y el tiempo que a mí me queda de vida
Así, la mayoría de las personas estima que no, que no hay razones de peso como para preocuparnos por un cambio brusco e inmediato de nuestras condiciones de vida. En lo que refiere a los dos hipótesis finales de trabajo (Guerra nuclear o Crisis financiera mundial) ambas son descartadas rápidamente, tal y como se hizo con todas las anteriores. El ciudadano medio cree, firmemente, que no habrá guerra nuclear, ni un catastrófico colapso económico mundial, y nos ganamos el adjetivo de racionales y prudentes. Como contrapartida aquellos que estiman que esas, u otras causas, que pueden provocar un Apocalipsis son inminentes y se concretaran en algún momento del futuro inmediato, los llamamos apocalípticos.  Si  además, le agregan la llegada de los Annunakis  les damos el mote de frikis y si auguran que el Apocalipsis llega producto de la implantación del NWO los motejamos de conspiranoicos… y nos reímos un poco y muy orondos nos quedamos con la certeza que nuestro futuro seguirá igual, levemente direccionado al vacío, a ese largo declinar que nos resigna y nos da tranquilidad…pero, ¿es así?, ¿tenemos razones para tener, incluso por esperanza, la amarga certeza del  lánguido  menguar?     

jueves, 26 de junio de 2014

Consideraciones sobre el apocalipsis (I)



Queridos lectores,

Edgardo F., también conocido como Parroquiano por estos lares, me ha hecho llegar un largo ensayo, en cuatro partes, sobre el Apocalipsis y su significado. Una mirada analítica a un tema que es dado a su tratamiento emocional.

Salu2,
AMT

CONSIDERACIONES SOBRE EL APOCALIPSIS  I

Por Edgardo F. (Parroquiano)

La última voz audible antes de la explosión del mundo será la de un experto que diga: es técnicamente imposible.
(Peter Alexander Justinov)

Las primeras palabras son para felicitar y agradecer a Antonio Turiel por su trabajo y por estimar que este post merece ser difundido en su blog, sobre todo considerando lo polémico del tema a tratar, tal y como lo señala su título. Las siguientes para enviar un saludo a todos los que siguen al pie del cañón y de este blog.  Señalar, ya entrando un poco en materia, que quienes esperan encontrar en este texto una alabanza profética a los “4 Jinetes del Apocalipsis”, o la confirmación pseudocientífica de lo posible de la inversión de los polos, están leyendo el texto equivocado. Pretendo, en lo posible, una mirada racional de un tema cruzado y salpicado de ficción y fantasía, embadurnado de descredito y sorna lamentablemente para el análisis, las más de las veces, bien ganada. Pero, ¿cuánto de esa sorna tiene que ver con un viso de realidad distorsionada por el miedo?, ¿cuánta de esa ficción intenta ocultar algo, un mínimo de realidad? Consensuemos que la gravedad del tema implica que, si existiera siquiera una mínima posibilidad que nuestros peores temores del futuro pudieran hacerse efectivos, esa posibilidad debiera ser estudiada con toda la rigurosidad posible. Vemos, entonces, si es factible esa meta.   
Anecdótico, sino irónico, es señalar que no existe quizás palabra que haya mutado en un sentido más contrario a su definición originaria que la palabra Apocalipsis… de la revelación al desastre, de la luz a la oscuridad, de un Alfa a un Omega. Particularmente, para nosotros, los pikoleros, el concepto tiene un sabor especial; sí, porque nos guste o no, lo que predecimos en el futuro más o menos mediato es, precisamente, una suerte de Apocalipsis… está bien , o.k , atenuado en su desarrollo temporal y espacial sí , pero un Apocalipsis al fin y al cabo. Pensándolo, básicamente nuestro discurso es, dadas iguales condiciones de comportamiento social y energético, la civilización (entendida esencialmente como el paradigma occidental) colapsará en un futuro relativamente cercano. Así lo entiende la gente de a pie y muy probablemente sea por eso que no nos quieren escuchar. Podemos adornar el discurso, colocar nuestros acentos en la transformación como salida y alternativa, hacer hincapié en la solución, pero en esencia estamos diciendo que, de continuar por el camino en que vamos, el mundo va de picada al abismo. En este punto son estériles nuestros esfuerzos por argumentar que, esta futura catástrofe, es evitable si se toman las medidas adecuadas; si se asumen y se actúa sobre las causas que lo provocaran. Tristemente debiéramos quizá reparar que la imposibilidad que tiene la mayoría de las personas de visualizar ese cambio salvador que nosotros sí observamos  sea porque el mismo es, al menos en este punto de la humanidad, irrealizable…triste, pero no menos cierto. Así, al espejismo del futuro maravilloso que ellos nos oponen; nosotros, los pikoleros, oponemos el espejismo de una cuenta tras que nunca llega a cero.  
Es de la manera anterior que los pikoleros tratamos de alejarnos de esos otros locos apocalípticos, que denuncian, acusan y profetizan el fin del mundo al estilo Hollywood; atrapados casi por culpa en la obligación de darle un carácter racional y mesurado a un tema naturalmente plagado de oscuras imágenes oníricas y dantescas pesadillas…Aquí permítanme una primera vuelta de tuerca…¿ si un Apocalipsis, la destrucción de la humanidad ( así tal como suena), no estuviera tan envuelta en la fantasía y la ficción, y la comenzáramos a considerar como posible y probable, eso no nos daría más oportunidades de plantear relevantemente el discurso pikolero? ¿Acaso el argumento pikolero, más que cualquier otro, no tiene una base racional aceptable a la hora de plantear la probable causa de un “Apocalipsis”?, ¿No es esa nuestra preocupación, más allá de la velocidad espacio-tiempo en que este se produzca?, ¿No nos encontramos acaso con cientos de personas que niegan el fenómeno del peak oil, simplemente porque no están dispuestos a aceptar sus consecuencias?, ¿En qué trampa estaremos cayendo los pikoleros, cuando aceptamos el fenómeno pero, al igual que el resto, negamos o relativizamos sus probables consecuencias?. Bien, como el tema es árido, trataré de ir  por partes:
Lo primero, a mi entender será definir ¿Que entendemos por Apocalipsis? Por de pronto la definición del la RAE es sintética, Apocalipsis: fin del mundo. Necesario es, entonces, desmenuzar la definición a fin de darle la sustancia que requiere su estudio. Cuando decimos fin del mundo ¿qué estamos diciendo, o a que nos estamos refiriendo? Por cierto que, en principio, no nos estamos refiriendo a la destrucción física del planeta; más probablemente nos estamos refiriendo a una situación de colapso civilizatorio; esto es: destrucción e inutilización de estructuras materiales de origen natural o humano que, en paralelo, o como directa consecuencia, provoca la destrucción o el desmoronamiento de las estructuras sociales. Hablamos, desde luego, de un evento o situación catalizadora de carácter casi exclusivamente material, ej: tsunami, guerra, de tal magnitud que provoca o trae aparejada, como consecuencia inmediata, o en paralelo, la destrucción de las superestructuras humanas de civilización y relaciones intersociales. Llevada la definición al nivel de país o nación, hablamos de la destrucción de las manifestaciones físicas y sociales propias del Estado, desintegración de las estructuras de gobierno y autoridad, ineficiencia funcional de autoridades políticas, administrativas, policiales, judiciales y gubernamentales; imposibilidad de provisión de servicios básicos tangibles como luz, agua, alimentos, y de aquellos intangibles, tales como defensa policial y monopolio de uso de la fuerza (legal y legítima), generación de justicia, otorgamiento de salud y educación estructurada, entre otras. En este punto hago una importante prevención; ex profeso he limpiado la definición de sus elementos temporales y espaciales (que tan rápido, que tan extenso para ser considerado “Apocalipsis”), que son precisamente, los que nos provocan los mayores problemas y sobre los cuales volveré en los párrafos siguientes como tema central.
Ya, consensuada (espero) la definición del concepto nos acercamos entonces a la pregunta central y la que, creo, es la trampa implícita en ella. Pregunta: ¿Es posible la ocurrencia de un apocalipsis, entendido este último como un fenómeno o situación de destrucción, o colapso, de las estructuras físicas y sociales, mismas que determinan una comunidad, en un momento dado y en un espacio determinado?...¿ Y dónde está la trampa?; a mi entender está en plantear una pregunta que, en principio, no tiene respuesta…¿porqué?... Porque el Apocalipsis no existe sino como consecuencia de un hecho anterior a él mismo; sí,  el apocalipsis será consecuencia o producto de un hecho o situación anterior que lo provoca…el evento apocalíptico… y sobre  este es que debemos poner el acento y, eventualmente, aterrizar la pregunta central. No nos preguntemos si un apocalipsis es posible; preguntémonos ¿existe o puede existir evento, situación o circunstancia capaz de generar, como consecuencia, un Apocalipsis?, preguntémonos: ¿es probable que se desencadene un Evento Apocalíptico?.  La disquisición semántica es sutil, pero no inoficiosa…la respuesta de lo posible de las consecuencias solo la encontraremos si contestamos, primeramente, lo probable de las causas.
A modo de ejemplo planteo la siguiente historia: 3 hermanos viven en una casa; un día llega un extranjero y les pregunta de sopetón: ¿es posible que su casa se destruya? El primero de ellos, un optimista a ultranza, contesta No. El segundo, un pesimista sin remedio, contesta Sí. Y el tercero, un pragmático, contesta: Depende. Entonces, ¿quién creen ustedes que dio, en principio, la respuesta correcta?
Pongámonos entonces pragmáticos  y veamos.  
Si recolectamos todos los posibles fenómenos capaces (en teoría o en potencia) de convertirse un EA (evento apocalíptico), podemos, con una perspectiva racional del tema, dividir los mismos en dos o tres categorías. En este punto no puedo menos que solicitar, al lector, el máximo de flexibilidad y comprensión en la apreciación de esta sistematización, puesto que se trata de un terreno que prácticamente no tiene una base racional a la que echar mano, en beneficio del tema, seremos todo lo objetivo que nos permite la materia. A saber:
1era Categoría: Ficticios. Los nombramos simplemente para descartarlos; el ejercicio, aunque no lo crean, es necesario después de que  miles de páginas de Internet,  miles de videos de Youtube  y cientos de películas de Hollywood, nos han intoxicado lo suficiente como para confundirnos sobre lo que tiene una base mínimamente racional con otros que son simple y pura ficción; tanto así que, aunque parece sencillo el descarte, nunca sabemos cuáles son unos y otros. Aquí tenemos:
  1. Plaga Zombi,
  2. Segunda Venida de Cristo,
  3. Llegada del Anticristo,
  4. Invasión Reptiliana y/o Anunnaki
  5. Aparición del planeta Nibiru,
  6. Implantación  del NWO ( New World Order, Nuevo Orden Mundial),
  7. Conspiración Judeo masónica iluminati
  8. Invasión Alienígena…
  9. Inversión de los polos y
  10. detención del movimiento rotatorio del Planeta
  11. y Godzilla.  
O. k Les damos el carácter de ficticios porque, como no sea en un escenario deux et machina, que per se no es descartable, nos encontramos con la imposibilidad absoluta de que se concreticen; de que efectivamente tengan el carácter siquiera de posibles. Nombramos entonces estas potenciales causas para, inmediatamente, descartarlas; simplemente para realizar el ejercicio básico de separar la paja del trigo. Permítanme, en cualquier caso, una pequeña anécdota: Consultado un científico sobre la existencia de vida inteligente en otros planetas su respuesta fue: Si, existe, y la mayor prueba de ello es que no han realizado ningún esfuerzo por comunicarse con nosotros.
2da Categoría: Causas Reales. Llamo causa reales a aquellas que al menos, en potencia, tienen la capacidad de convertirse efectivamente en un EA (evento apocalíptico). Esta segunda categoría la subdividiré, a su vez en 2 subcategorías: 1) de génesis geocéntrica  y 2) de génesis antropocéntrica. A saber:
  1. De génesis geocéntrica: entendidas estas como aquellas que nacen de la estructura física misma del planeta y el medio este está inserto (Sistema solar).En este grupo tenemos:

1) Tormenta Solar
2) Colisión con un Asteroide y/o meteorito,
3) Calentamiento global
4) Erupción de Volcanes,
5) Terremotos,
6) Maremotos,
7) Ciclones y/o tornados
8) Glaciación y/o Desertificación repentina

De esta segunda categoría, las comprendidas en las de orden geocéntrico, aunque anteriores a la humanidad y coetáneas con su desarrollo, estimo,  debieran igualmente ser descartadas. Esta vez no por imposibles, como en el caso de las ficticias, sino por improbables la mayoría de ellas. Aquí es pertinente hacer una reflexión; cuando nos referimos a improbables, lo que estamos diciendo es que, de acuerdo a la lógica histórica, a los conocimientos científicos adquiridos, al estudio histórico y prehistórico de los fenómenos comprendidos en esta clasificación, estimo consensuable  el que si bien algunos de estos fenómenos se han presentado con el carácter de apocalípticos en algún momento de la humanidad, o de la historia registrada o recreada del planeta -el probable asteroide que acabo con los dinosaurios en el Cretácico; la destrucción de la Civilización Minoica producto de una erupción volcánica, maremotos y terremotos asociados; los rastros geológicos que hacen estimar como probable una gran inundación en Mesopotamia, de la que dan cuenta muchas leyendas de la antigüedad-  lo cierto es que, en la línea de tiempo, han estado tan alejados uno de otros que la posibilidad temporal que alguno de los vuelva a ocurrir en una escala apocalíptica, dentro de la vida media de alguno de los lectores, es altamente improbable. Algunos otros fenomenos no se condicen con los ciclos de tiempo propios del planeta ej: glaciación repentina, evaporación de las fuentes de agua. Por otro lado, en el caso de los terremotos, volcanes, maremotos y ciclones, la dinámica es distinta. En este caso ha sido el constante azote que ha recibido la humanidad, desde siempre, lo que les impide convertirse en un evento apocalíptico. No obstante la probada capacidad de destrucción, los cientos de miles y millones de vida de los que esos fenómenos, juntos y por separado, han dado cuenta, el hecho que nuestra civilización se haya impuesto a la continuidad y recurrencia histórica de los mismos, ha llegado a una escala que haya provocado, al menos hasta el día de hoy el colapso de la humanidad aun nivel apocalíptico. El que estemos aquí, leyendo este post, es prueba de ello.

  1. De génesis antropocéntrica: entendidas estas como aquellas que pudieran ser causadas por el actuar humano. En esta categoría solo logro cuadrar 3:  
  1. Guerra o crisis nuclear.
  2. Colapso Financiero Mundial,
  1. Crisis Sanitaria Mundial
…aquí quedamos.


martes, 24 de junio de 2014

Aporía

Imagen de http://robertscribbler.wordpress.com/2014/06/20/jet-stream-tattered-by-climate-change-brings-new-bout-of-worst-storms-on-record-for-north-central-us/


Las lágrimas del Ártico caen, incesantes y copiosas, sobre mi cabeza. El Ártico se muere, o al menos lo hace la secular capa de hielo que lo cubría, cuya eventual desaparición implicará no sólo el final del hábitat de unas pocas especies, sino un desequilibrio climático a gran escala que afectará a todo el tercio septentrional del planeta.

Es normal, dicen algunos; ya sabemos que a veces llueve y a veces hace Sol; es lo normal en primavera, me repiten, pero ya no es primavera sino verano.

Caen la lluvia densa que moja nuestro grano e impide su recolección, cae el duro granizo que destroza nuestros huertos y nuestras mieses, y lo hace durante días, alternando semanas secas con días en los que parece que el cielo se abre encima de nuestras cabezas. El viento que nos trae la lluvia sopla, extrañamente, del Oeste o del Sur, y el anticiclón que nos garantizaba los típicos veranos secos y cálidos no hace acto de presencia. La lluvia constante y cerrada nos la trae una borrasca que entra y barre desde el oeste, y ya no hay las clásicas nubes de evolución que los días calurosos garantizaban las típicas tormentas de verano al caer la tarde. Llueve, sí, pero no es la misma lluvia, no son los mismos fenómenos, no son los mismos mecanismos, no son las mismas consecuencias. Llueve mucho más de lo que llovería, en cantidad, extensión y duración y nuestra tierra no se adapta tan rápidamente a este nueva forma de llover, tan diferente.

Tal año en Junio llovió más en Madrid, tal otro en La Coruña, otro más en Barcelona. Pero por más que busquen y rebusquen en los anales no encontrarán años tan lluviosos en todos esos sitios al mismo tiempo. El sistema climático es turbulento con un número de Reynolds muy elevado a las escalas humanas y regionales, y por tanto es muy ergódico, palabreja esotérica de los físicos estadísticos que significa, entre otras cosas, que para entender la estadística del sistema se pueden considerar series temporales muy largas de un solo punto o series de muchos puntos diferentes en un sólo instante. En suma, que si uno quiere caracterizar que está habiendo un cambio tanto puede observar series muy largas y observar cambios que por probabilidad no pueden ser debidos al azar (por ejemplo, la tendencia al calentamiento del planeta que nos muestran las series de temperatura) o bien observar patrones de eventos a gran escala cuya coincidencia simultánea es también poco probable y por tanto no es debida al azar. Los patrones actuales no son debidos al azar, y no son comparables a lo observado décadas atrás. El tercio norte de la Península Ibérica está en la vía de salida de un tren continuo de borrascas, que en invierno fue terrible y en verano, aunque debilitado y discontinuo, tiende a reproducirse. El tercio sur vive ajeno a estas alteraciones y conoce el año más cálido y seco que se recuerda. La tierra de nadie entre estas dos partes vive en medio de continuos sobresaltos. Y eso es sólo mirando a esta pequeña península; en Europa los cambios están siendo radicales, desde temperaturas 20 grados más elevadas que la media en el Círculo Polar Ártico hasta inundaciones recurrentes en las Islas Británicas. ¿Por qué pasan tales cosas? Sabemos en parte por qué, pero cuando nos lo contaron la primera vez nos tomamos a burla el titular: ¿un año sin verano? ¡Qué tontería, qué fabulación! No leímos la explicación, no entendimos el verdadero riesgo que corríamos. Ahora simplemente la padecemos, esperando que la cosa no vaya a más.

Oigo truenos. O quizá es el lamento grave del Ártico moribundo, no lo sabría decir. Se queja repetidamente. Se muere, se muere pronto. Quizá sólo le quedan unos años, en el peor caso posible quizá sea éste el año de su defunción. Seguiremos discutiendo si pasará antes o después, repetiremos interminables discusiones y apuestas sobre el índice de extensión de hielo ártico que publica el Centro Americano de Datos sobre Nieve y Hielo. Este 2014 la cobertura de hielo marino en el Ártico en este momento es mejor que en las mismas fechas de 2012 (el peor año hasta la fecha), dirán algunos; y otros dirán que igualmente 2014 es el tercer peor año hasta la fecha y que el hielo es más delgado que nunca, con lo que es más frágil. Y así seguiremos hasta que un verano cualquiera de repente no haya hielo en el Ártico, seguramente después de varias semanas de una tormenta intensa. Entonces, en ese justo momento, comenzaremos a discutir cuánto hielo se puede reponer durante el invierno septentrional...



¿Qué está pasando? ¿Por qué está pasando esto? ¿Cuál es la causa última de todo este desvarío? Es simplemente que queríamos crecer infinitamente en un planeta que es finito. Y cuando decíamos crecer queríamos decir aumentar nuestro consumo de materia y energía, como si nuestro planeta, nuestro entorno, nuestro hábitat en suma nos fuera a proporcionar todo lo que quisiéramos y al ritmo que le exigíamos. Olvidamos que somos animales también, que tenemos necesidades básicas materiales, que dependemos de este hábitat porque no tenemos ningún otro.

Pero hacer notar esos límites es de mal tono, es ser un inmaduro idealista, es ser un peligroso inconsciente. Lo correcto es pensar sólo en el crecimiento económico, como si la producción de valor pudiera desligarse de las realidades físicas que las limitan; pensar en productividad, cuando el planeta ya está a su máximo ritmo de explotación de recursos y de absorción de residuos; pensar en finanzas, cuando al valor nominal de la deuda harían falta varias decenas de planetas para cancelarla; pensar en progreso, cuando la masa de excluidos y esquilmados crece sin cesar. Contradicciones evidentes que los expertos económicos (aparentemente, los únicos que cuentan) no son capaces de ver por más que se las repitas, paradojas imposibles de un sistema que se hunde, porque la gente cada vez más rechaza lo que es imposible y es inhumano.

Llueve sin parar, como un llanto sin consuelo. Llanto inane, porque no puede lavar el mayor pecado, el de la avaricia, de nuestros corazones hueros.

Antonio Turiel
Figueres, Junio de 2014



Nota: La imagen que abre este post representa el estado de la Corriente de Chorro Polar el día 20 de Junio de 2014, estimado con un diagnóstico basado en un modelo meteorológico con asimilación de datos. Una corriente con meandros tan profundos que ya está deshecha y ha perdido su coherencia interna.

lunes, 23 de junio de 2014

Revista de prensa."El viejo orden petrolero se impone". El País, domingo 22 de Junio de 2014



Queridos lectores,

Varios lectores me han pedido que haga una crítica razonada de un artículo que acaba de aparecer en el diario El País, firmado por los señores Gualtieri y Bolaños, en el que se hace un rápido repaso de la situación energética actual partiendo del hecho de la rápida subida del precio del petróleo de los últimos días y llegando a diversas conclusiones, muchas de las cuales pueden inducir a error al lector cuando no son ellas mismas directamente erróneas. Tratar de desmontar todos los artículos llenos de tópicos y de graves confusiones que publican los medios de comunicación sería una tarea ímproba, aparte de inútil puesto que los blogs y páginas web que se dedican a la divulgación del peak oil y la escasez de energía no tienen ni de lejos el alcance de los medios de comunicación convencionales. Sin embargo, de vez en cuando resulta conveniente desmontar detalladamente alguna de estas piezas de desinformación o de mala información para mostrar algunas falacias recurrentes, ya que eso ayudará al lector avezado a hacerlo por sí mismo con futuras piezas periodísticas de semejante jaez que a partir de ahora menudearán a medida que nos adentramos en la siguiente fase del descenso energético inevitable de nuestra sociedad.

No copiaré literalmente todo el artículo, el cual pueden encontrar siguiendo este enlace: "El viejo orden petrolero se impone".

El subencabezado deja claro lo que nos va a transmitir el artículo: "La escalada del crudo por la guerra iraquí renueva el temor por la gran dependencia de Europa de las zonas inestables y la necesidad de avanzar en alternativas". Transmite las que a mi parecer son las dos ideas erróneas clave del artículo: en primer lugar, que el problema de depender de zonas inestables es sólo de Europa, y el segundo que existen ya disponibles alternativas viables a gran escala al petróleo. Como iremos explicando, ambas ideas son radicalmente falsas pero están en consonancia con la propaganda que difunde una parte de la industria.

Todo el primer párrafo está trabado con precisión para transmitir toda una colección de tópicos sobre el petróleo. Se nos dice que seguimos los dictados de la OPEP, sin nunca mencionar que ésta extrae menos de la mitad del crudo que se consume en el mundo y que en realidad ya no tiene capacidad de modular los precios. Alude a continuación a que la OPEP manda a pesar, dice, de "la apuesta por las energías renovables, la moda de los coches híbridos o las técnicas de explotación alternativa como el mentado fracking", que según los autores no están teniendo el impacto adecuado en disminuir nuestra dependencia de la OPEP porque son demasiado caras, están verdes o falta la voluntad política que las respalde. Esas tres características, enunciadas en ese orden, muestran claramente la intención del artículo: dado que nadie atribuye al fracking ser caro (a pesar de que en realidad no es rentable) ni el estar verde, queda claro que el problema del fracking es la falta de voluntad política. Esto enlaza con la entradilla: si Europa está acogotada por las veleidades de la OPEP (y de Rusia, que se dice de pasada a pesar de que en realidad el 46% del petróleo consumido en Europa es de origen ruso) es porque falta voluntad política para apostar por el fracking. En suma, tenemos aquí otro artículo que tomando un tema de actualidad va dirigido a defender esta burbuja financiera antes de que acabe de reventar y sea ya invendible.

A continuación nos explican que de momento el precio del petróleo no sube demasiado porque la economía de los países desarrollados aún no sube, pero que "en cuanto la recuperación se afiance, las preocupaciones por los posibles cortes de suministro y la escalada de precios pesarán como una losa sobre las naciones desarrolladas y emergentes". El primer argumento es cierto a medias, como muestra este gráfico:


Gráfico del post http://ourfiniteworld.com/2014/05/21/the-connection-between-oil-prices-debt-levels-and-interest-rates/ de Gail Tverberg
En realidad, después del infarto económico masivo de 2008 y la recuperación paulatina del precio durante 2009 el precio del barril de  petróleo se ha mantenido casi siempre por encima de los 90$ y durante los dos últimos años por encima de los 100$ frecuentemente. Los 7 dólares de repunte de la semana pasada no son despreciables, pero obviamente la cosa no estaba demasiado barata antes. De hecho, ese tipo de redactados sirve para que al lector medio, que no sigue para nada la evolución del precio del petróleo, le parezca que el precio era "normal" hasta hace unos días y ahora esté muy elevado. Por otro lado, respecto a la segunda frase sirve para meter miedo, útil para defender ciertas opciones como el fracking, e introduce un concepto que en unos años será moneda común: interrupciones del suministro, recuperación económica tan ansiada que descarrila por el alto precio del petróleo. ¿A qué esperamos para sacarnos de encima esta losa? A continuación nos habla sin entrar en detalles, de los planes para "lograr una mayor independencia energética" de los EE.UU. (de nuevo, el fracking) y el resto de América (¿de qué hablamos aquí? Fracking en Argentina, aguas profundas en Brasil, extrapesados en Venezuela... YPF, Petrobras, Pemex y Petróleos de Venezuela están intentando encontrar inversores estratégicos que no encuentran pues las compañías multinacionales ya no quieren perder más dinero), y que China hace sus apuestas energéticas. Los únicos sin un plan son los europeos, según se desprende.

A continuación, se reconoce sin incidir demasiado en los inquietantes detalles, en los problemas de Libia, Nigeria o Irán; por cierto risible lo de que Irán "aún está tocado por las sanciones internacionales"; está claro que estos periodistas no reconocerían qué es el peak oil de un país aunque les mordiera una mano:

Gráfico de Flujos de Energía (http://mazamascience.com/OilExport/index_es.html), elaborado con dados del BP Annual Review 2014
Después, un par de mentiras o errores en una sola frase: "Los saudíes, primeros productores mundiales de crudo, han conseguido ajustar bastante la extracción a la demanda del mercado y controlar los precios". Primera mentira o error: el primer productor mundial de crudo es Rusia; Arabia Saudita es el primer exportador. Segunda mentira o error: Arabia Saudita ya no controla nada. El año pasado puso en producción los últimos grandes campos que le quedaban por explotar y que no explotaba por sus enormes costes e inconvenientes: Shaybah, Khurais y Manifa. Y ya está: ya no le queda más, y con eso se ha podido mantener cerca de la raya de 10 millones de barriles diarios (Mb/d) de petróleo. Pero el campo supergigante de Ghawar (que él solito producía el 6% de todo el petróleo del mundo y más de la mitad de la producción de Arabia Saudita) ya ha iniciado su declive, así que el futuro no es precisamente brillante para el reino wahabita. Por tanto, se está intentando proyectar una imagen de tranquilidad y de control que para nada casan con la realidad.

Pero a continuación nos comienzan a comentar sobre los problemas en Irak y nos dejan ver que era un país productor importante y que de algún modo, pese al control que tiene la OPEP sobre precios y producción, no podemos prescindir de él, y de hecho se reconoce que según la Agencia Internacional de la Energía (AIE) la mayoría de la nueva producción de la OPEP tendría que venir de allí (el falso eldorado iraquí, como ya comentamos). Este trozo del artículo se remata con la clásica confusión entre reservas y producción.

Empieza entonces una fase diferente de este largo artículo, consistente en describir (y alabar) el milagro de la producción de petróleo norteamericana. De paso y de rondón, se deja caer que la reforma energética en México será beneficiosa para ese país (cosa que no todo el mundo ve tan clara). Por cierto que hay un detalle que demuestra que los autores entienden bastante bien de lo que hablan, pues en los parráfos que versan sobre la OPEP usan la palabra "crudo", pero hablando de los EE.UU. dicen "petróleo", que en realidad quiere decir "todos los líquidos del petróleo", una espuria categoría contable que inventó la AIE para maquillar la realidad, y que tanto incluye petróleo crudo como biocombustibles, líquidos del gas natural y otros sucedáneos por malos que sean. Los párrafos sobre los EE.UU. concluyen con una comparación, por supuesto negativa, con Europa (ignorando por qué la experiencia americana no es exportable a ninguna otra parte del mundo, confundiendo gas y petróleo como ya es habitual, y haciendo oídos sordos al reciente análisis de Bloomberg que muestra que las empresas que se dedican al tight oil de fracking - mucho más rentable que el shale gas que se explota del mismo modo- están en quiebra técnica).

Encuentro especialmente grave la siguiente frase: "El repunte del precio del petróleo por las razones de casi siempre (un conflicto geoestratégico en Oriente Próximo)". Según esta línea de razonamiento, la escasez de recursos no tiene nada que ver con esos "conflictos geostratégicos" y que suba el precio del petróleo, cuando en realidad todo está acoplado. Cuando sea indisimulable que la producción de petróleo baja en todo el mundo se atribuirá a "esos conflictos geostratégicos", como si al resolverlos las cosas fueran a ser como antes, confundiendo así causa y efecto.

Los autores muestran más claramente sus preferencias en el siguiente párrafo: "Embarcada en la política de recorte de emisiones contaminantes [...] la apuesta energética de buena parte de la UE en los últimos años ha descansado en el despliegue de las renovables, incentivado con dinero público, y en el gas natural, como alternativa más eficiente y menos contaminante que el carbón." (cursivas mías). Después explican los autores los, a su entender, impactos negativos en el precio de la electricidad de la inversión en renovables y lo rematan tergiversando el contenido del último World Energy Investment Outlook de la AIE que comentamos hace poco en este blog, al dar a entender (por yuxtaposición de argumentos, sin poner nunca un adverbio causal para que nadie les acuse de mentir: curiosa esta forma de redactar) que el mayor precio de la electricidad en Europa está relacionado con la inversión en renovables,  cuando en realidad lo que denunciaba la AIE es la inviabilidad del sistema tarifario europeo.

La parte final del artículo es un cúmulo de despropósitos y se pasa de las medias verdades a las mentiras como puños. El siguiente párrafo es un buen ejemplo que seguidamente analizaré en detalle:

"Más llamativo es el impacto indirecto del fracking estadounidense en la UE. No solo el precio del gas es ahora más caro en Europa que en EE UU (casi tres veces más), sino que el mercado europeo se ha visto inundado con el carbón de importación que EE UU ya no necesita. La consecuencia es que muchas plantas de carbón europeas vuelven a generar electricidad a buen ritmo, mientras hibernan las relucientes centrales de ciclo combinado a partir de gas. Es decir, que el futuro inmediato es más contaminante de lo que se preveía."

Como explicaba el geólogo Dave Hughes en su artículo en Nature, el shale gas en los EE.UU. perdió 13.000 millones de dólares sólo durante 2012, debido a que el modelo de negocio de estas compañías dependía de seguir aumentando su producción y reservas para conseguir más financiación; eso hace que el precio del gas en los EE.UU. sea, casualmente, tres veces inferior al mínimo para que sea rentable. 

Por otro lado, el mercado europeo no se ha visto "inundado" con el carbón que los EE.UU. no quieren: el mercado americano del carbón es, desde siempre, prácticamente doméstico y la cantidad exportada siempre ha sido bastante marginal, fluctuando considerablemente de año en año:


Lo que está pasando es que Alemania sobre todo está recurriendo más al carbón porque el carbón de mayor calidad es más barato por caloría producida que el gas natural (cosa que no es de ahora, sino de siempre), sobre todo si uno es mediambientalmente menos riguroso. Y Alemania hace esto para ser más competitiva económicamente, dejando al lado discursos sobre la preservación del medio ambiente. Y si se importa más carbón es sencillamente porque la producción de carbón alemán está cayendo, porque también existe el peak coal, aunque esto los articulistas prefieren ignorarlo, como a los demás picos:



Los párrafos siguientes son una apología del fracking en territorio europeo, primero directamente y luego indirectamente al aludir a que los costes son inferiores si produces tu hidrocarburo en casa. Después, se evoca el peligro chino y su compra de activos por todo el mundo. Acaba el artíclo por fin concluyendo que Occidente (y eso incluye a los EE.UU.) seguirá siendo dependiente del petróleo en el futuro próximo, lo cual es otra vuelta de tuerca, más indirecta, para que el lector acepte que necesitamos el fracking. Como guinda del pastel, y poniendo en clara perspectiva qué es este artículo que hoy comentamos,  nos encontramos una cita de Simon Wardell, del IHS Energy, antes IHS CERA, una agencia de consultoría energética conocida por su visión cornucopiana y por ser la mayor fuente de desinformación en energía a nivel mundial, como ya comentamos en su día. IHS cuenta con mucho peso en la prensa americana, a pesar de que sus previsiones son horriblemente malas y su registro patético, pero son muy buenos haciendo lobby (en realidad, representan a los intereses de las industrias petroleras, que son quienes lo financian) y así todo el mundo se hace eco de sus mentiras (se ve que ahora El País también).

Acabo mi crítica por donde comienza el artículo: el título, "El viejo orden petrolero se impone". El título evoca muchas cosas, no las mismas dependiendo del lector: que hay un "viejo orden" que se sobreentiende que se tiene que subvertir, porque es corrupto como todos los que nos atan pero que por desgracia "se impone", y ese viejo orden atañe al petróleo, petróleo que casi todo el mundo sabe que es muy importante para la economía aunque no se sabe por qué (y en realidad nadie se lo va a explicar). Como se empieza hablando de la OPEP, el título favorece que el lector medio tenga la reacción de decir: "vaya, los de siempre fastidiando". En fin, como se ve y en resumen, todo un ejercicio de mala prensa, mala información y errores mezclados con manipulación desde el título mismo. Teniendo en cuenta el cuidado con el que los periodistas manejan muchas de las sutilezas del tema y evitan escribir falsedades directas, lo triste es que no dediquen su conocimiento a una mejor causa (quizá no tan bien pagada).

Salu2,
AMT