viernes, 28 de marzo de 2025

La amenaza fantasma

 

Queridos lectores:

Un fantasma recorre Europa. Después de décadas de placidez (o al menos así la han descrito los medios), hemos entrado en un estado de pánico, espantados (según nos cuentan) por una inminente invasión desde Rusia - importando a estas tierras aquella máxima atribuida apócrifamente a Kissinger, "El pueblo americano tiene solo dos estados: autocomplacencia y pánico". Desde Bruselas se exhorta a los ciudadanos de la UE a preparar un "kit de emergencia" para sobrevivir 72 horas delante de riesgos de lo más variado, pero entre los que se enumera el de la guerra. Entretanto, Europa lanza su nuevo programa de defensa, denominado "ReARM Europe" (siguiendo con esa práctica, cara a las instancias europeas, de enumerar sus planes en imperativo porque, supongo, lo ven más interpelativo - una colega siempre hace comentarios jocosos sobre esta práctica: "levántate", "dúchate", "desayuna"..., como una madre en día de colegio). En España, el presidente Pedro Sánchez anuncia que el presupuesto de defensa subirá hasta el 2% del PIB (lo cual, teniendo en cuenta que los Presupuestos Generales del Estado (PGE) español son aproximadamente la cuarta parte del PIB, quiere decir que supondrá el 8% de los PGE), y eso lo hará, según él dice, sin afectar a las otras partidas presupuestarias (cosa que todos sabemos que es mentira, pero es igual, seguimos como si tal cosa). Europa quiere avanzar rápidamente al rearmamento porque, según parece, las tropas rusas ya asoman por Helsinki, Praga, Budapest y Varsovia. Hay prisa, prisa, prisa... ¿No ven el riesgo existencial para Europa?

Obviamente, no existe tal cosa como la amenaza rusa. Rusia no se va a lanzar a conquista de Europa y arriesgarse a desencadenar una respuesta de los Estados Unidos. Además, dos países europeos poseen armas nucleares (Francia y el Reino Unido), lo cual es un riesgo excesivo. Y para acabar, hay un problema meramente de aritmética poblacional: aunque el territorio ruso es enorme, Rusia posee solo 140 millones de habitantes, mientras la UE son 450 millones. De hecho, para Rusia ya sería un reto logístico intentar ocupar permanentemente Ucrania, con sus casi 40 millones de habitantes - y es que es muy diferente defenderte en tu territorio que ocupar uno ajeno.

Eso no quiere decir que Rusia sea un corderito, pero obviamente el escenario que se nos plantea no tiene ningún viso, en absoluto, de realidad. Un enfrentamiento con Rusia sería para los eslavos agotador y costosísimo, incluso si no contemplara la ocupación del territorio. Y, total, ¿para qué querría hacer eso Rusia? Europa es, aún hoy tras las quiméricas sanciones europeas, su principal comprador de materias primas. Y hay no pocas personas, no solo en Moscú sino en Frankfurt y en París, que están deseando que las conversaciones entre Putin y Trump sobre Ucrania lleguen a buen puerto (sin contar con la opinión de los ucranianos, por cierto) para reestrablecer el flujo de materias primas a buen precio a los que Rusia nos tenía acostumbrados.

No. El movimiento rearmamentísitico y militarista europeo tiene otro objetivo y otra razón, y hay que entenderlo en el contexto del resto de decretos y directivas que están firmándose en Bruselas en las últimas semanas, como una desesperada respuesta a los cambios geopolíticos telúricos que ha supuesto el Segundo Advenimiento de Trump. Ya comentamos en el post anterior sobre la legislación Ómnibus y sus consecuencias en el plano ambiental. Pero la máquina legislativa europea no se detiene, y así hace unos días nos enteramos de que la UE ha calificado como estratégicos, y por tanto subvencionables, 47 proyectos para la extracción de materiales críticos, 7 de ellos en España (liderados por grandes empresas, muchas con pleitos en materia medioambiental). Estamos hablando, en la mayoría de los casos, de depósitos de escaso tamaño y por tanto de potencial producción, o bien muy dañinos ambientalmente. Si Europa se lanza a acelerar estos proyectos es porque percibe una necesidad desesperada de acelerar. Y es que la crisis energética y de recursos avanza inexorablemente. Mientras algunos necios se entretienen en discutir sobre los galgos y podencos de cuándo será el peak oil, dando entender que "nunca", los CEOs de las principales compañías que explotan el fracking en los EE.UU. (lo único que mantiene la producción mínimamente estable, aunque por debajo de los niveles de 2018) tienen claro que el peak oil es "ahora". En este momento, en Colombia y en Bolivia la situación es bastante complicada (por decirlo de manera suave) por la falta de diésel, un problema que se va extendiendo a toda Latinoamérica y a África (con Nigeria, principal proveedor de petróleo de España) a la cabeza. Lo único que mantiene a Europa protegida de la escasez de diésel es la fuerte recesión industrial alemana, pero eso no durará para siempre - ni tampoco es deseable para nadie. Al tiempo, los problemas que su escasez están originando en zonas críticas para el suministro de ciertos materiales auguran que los problemas de la cadena de suministros de hace unos años podrían ser una broma por comparación con lo que se viene ahora

Europa necesita energía, necesita materiales, y los necesita ya. La tan cacareada transición renovable, el REI, ha fracasado y se está hundiendo, y Europa no dispone de grandes recursos naturales. ¿De dónde sacaremos la energía que necesitamos? La respuesta la podemos encontrar en la primera de las tres preguntas que formulamos hace 9 años

Europa va a invadir el Norte de África.  

O, al menos, ésta es la intención no confesada de nuestros líderes (y aplaudida por empresas como Volkswagen, que ve no solo materia prima barata sino la posibilidad de reconvertirse a la industria militar). Es para eso que quieren las armas, es para eso que quieren militarizar las conciencias, es para eso que necesitan acallar los discursos críticos hasta que ya sea demasiado tarde.

Hablamos de defensa y de rearmamento, pero es un ejemplo claro de doble lenguaje al estilo de 1984, la novela  (en su momento de crítica contemporánea pero cada vez más anticipatoria) de George Orwell. En realidad hablamos de agresión y de preparación para la guerra.

Ni que decir tiene que la propuesta es profundamente inmoral. Europa, en vez de seguir por una vez en su Historia un camino de evolución y trascendencia, quiere volver a escoger lo peor de su pasado - del cual nunca se desentendió, como demuestran tantos episodios vergonzantes en África en las últimas décadas. Pero esta vez las cosas van a ser probablemente muy diferentes.

Europa no puede conseguir la sociedad guerrera que nuestros líderes quieren, al menos no en unas cuantas décadas - pero no tienen décadas para esperar. No tenemos capacidad técnica ni experiencia, ni nuestros jóvenes tienen ese patrioterismo chovinista propio de otros lares que les hacen prácticamente desear morir por la patria. Peor aún, los pocos sentimientos colectivos que podrían ir en una dirección parecida son de corte nacionalista, y para nada paneuropeo: yo no veo a un español, un italiano, un griego o un húngaro yendo a morir "por Europa". De hecho, creo que tampoco encontraríamos en esa trinchera alemanes ni franceses...

Pero es que Europa es un continente, hoy en día, avejentado y sin recursos, y con una juventud desencantada y profundamente enfadada porque la gente de mi generación les ha robado el futuro. ¿Qué alternativas de vida se les está dando a la gente que tiene ahora menos de 30 años - o quizá 40 años?

Por otro lado, los procedimientos profundamente burocráticos que son moneda común en el hacer de la Unión Europea implican que se gastarán muchísimos recursos en informes, evaluaciones, reuniones, etc completamente inútiles pero de los que en modo alguno van a prescindir porque son los que la casta gerencial europea usa para enriquecerse, aparte de para justificar su existencia. Es decir, la manera de funcionar de Europa garantiza la ineficacia absoluta de este esfuerzo bélico.

En realidad, el esfuerzo de guerra, con los 800.000 millones de euros comprometidos para ello, pueden suponer tal sobreesfuerzo y tales pérdidas en el ya relativamente tenue estado del bienestar que Europa podría llegar a implosionar, a colapsar socialmente, como aquellas personas ya de cierta edad que se empeñan en hacer esfuerzos que décadas atrás podían hacer con sencillez y que hoy en día les podrían matar. Es algo repetido en la Historia de la Humanidad: grandes imperios que, en una época de profunda crisis, deciden intentar recuperar la gloria militar del pasado y sucumben ante el peso del gasto militar y la acumulación de problemas internos.

En realidad, deberíamos estar pensando en cosas radicalmente diferentes. En la recuperación de tecnologías humildes, en la relocalización de la actividad, en la regeneración y en la renaturalización, y en la consolidación de la comunidad como unidad de base social. Sobre esto último, es significativo el llamamiento para que los ciudadanos dispongan de su "kit de supervivencia individual de 72 horas". ¿Y por qué 3 días y no 7, o dos semanas? En realidad, dada la complejidad de los riesgos que realmente nos amenazan - que son principalmente ambientales y climáticos - seguramente reforzar tu comunidad, tu grupo local, constituye una respuesta más segura, flexible, adaptable y resiliente. 

Acabo ya. Estamos en una línea roja. Una que no debemos cruzar por un imperativo ético, pero también lógico: la guerra tiene muy mala TRE.

Queridos lectores: éste es uno de esos momentos en los que uno no se puede permitir el lujo de mirar al otro lado. Es el momento de plantar el pie a tierra y decir clara y firmemente: No.

Yo no quiero que maten a mis hijos en una sucia trinchera en medio del desierto para intentar mantener la rueda de esta sociedad insostenible rodando tres o cuatro años más. ¿Y Vd.?


 

NO A LA GUERRA.

Salu2.

AMT

lunes, 10 de marzo de 2025

Abandonad toda esperanza

 

Queridos lectores:

Durante los últimas semanas, se han producido cambios de gran calado en el mundo, sobre todo a raíz de la llegada de Donald Trump a la presidencia de Estados Unidos. Desde su toma de posesión, el Sr. Trump se ha lanzado a una frenética actividad de firma de decretos que ponen patas arriba todo el estado norteamericano y por ende el mundo entero. Las medidas más impactantes han sido el despido masivo de trabajadores públicos en numerosas agencias estatales dando igual la importancia de la tarea que estuvieran desarrollando, la salida de los EE.UU. de organizaciones como la OMS o tratados internacionales como el Tratado de París, la fuerte disminución de la ayuda internacional americana y la aplicación de aranceles a la práctica mayoría de las naciones con las que los EE.UU. tienen actividad comercial.

Entre las múltiples áreas afectadas, están todas las relacionadas con la transición renovable. Particularmente, el Sr. Trump no tiene absolutamente ninguna fe en la capacidad de la Renovable Eléctrica Industrial (REI) para mantener la competitividad de la economía americana, y por el contrario se ha decidido a extraer todo el combustible fósil extraíble, y quemar todo lo quemable. En paralelo, la fuerte reducción de personal decidida para la NASA y la NOAA garantizan una pérdida de la capacidad de los EE.UU. no solo para seguir estudiando e intentar disminuir el impacto del Cambio Climático, sino que hasta su capacidad para hacer previsión meteorológica a corto plazo se va a ver afectada.

Hay una cierta tendencia a decir que el Sr. Trump es un loco o un extremista, y que no entiende lo que está haciendo; más aún, que todo lo que está haciendo acabará volviéndosele en contra. Por el contrario, yo creo que Donald Trump entiende bastante bien lo que hace y, peor aún, aunque sea inmoral sus acciones tienen una lógica que pueden proporcionarle un beneficio a corto plazo (aunque a largo plazo nos condene a todos).

Ya hemos hablado aquí con frecuencia de por qué el modelo REI no funciona, al menos no a la escala que se pretende implantar. Yo no creo que Donald Trump haya hecho un análisis tan detallado, pero seguro que sabe - porque es muy evidente - que la producción de energía renovable no es económicamente competitiva, ni probablemente lo será nunca, con respecto a los combustibles fósiles. Pero los miembros de la administración Trump no son unos ceporros que no sean conscientes de lo que implica la quema de combustibles fósiles; por ejemplo, el propio Elon Musk afirmaba en 2016 que "el Cambio Climático es el mayor riesgo que afronta la Humanidad en este siglo". Entonces, ¿cómo puede ser que Musk esté ahora aceptando que se recorten los subsidios a la instalación de nuevos puntos de carga, lo que va en contra de los intereses de su empresa Tesla? La clave es simple: a estas alturas, ya saben que no hay futuro en el REI. El REI fue una apuesta por una revolución tecnológica pero ha resultado fallida. Y el nuevo gobierno de los EE.UU. está pasando página. El propio Musk está pasando página: sabe que Tesla será una compañía de vehículos para ricos con una producción limitada. Del mismo modo que saben que en un futuro nada lejano la mayoría de la población no poseerá coche propio...

Pero eso no quiere decir que el gobierno de los EE.UU. no se dé cuenta de que el Cambio Climático es un riesgo existencial. Su apuesta, al final, es muy sencilla. Los EE.UU. tienen una cantidad considerable de recursos en su propio territorio, y una población seriamente amenazada por la pobreza: aunque la estadística oficial dice que solo el 11% de los estadounidenses viven por debajo de la línea de la pobreza, alrededor del 40% no pueden hacer frente a un gasto imprevisto. El gran problema para una gran parte de la población con poca o nula cualificación es la deslocalización de las fábricas que se viene verificando en las últimas décadas. Ergo, lo que interesa es relocalizar la producción. Para ello, EE.UU. se ha embarcado en un proceso de poco disimulado de desmantelamiento del sistema de comercio mundial, imponiendo aranceles de manera masiva. De esa manera, consigue que las fábricas vuelvan a los EE.UU. y consigue un empobrecimiento generalizado de todo el mundo (también en su país al principio), con lo que las emisiones globales de CO2 disminuyen. EE.UU. contaminará más, pero los demás contaminarán menos, y al final compensarán por los excesos del país del dólar. Hasta los recortes masivos del gasto estatal tienen perfecto sentido en este plan: al fin y al cabo, la apuesta energética de los EE.UU. implica explotar fuentes con baja Tasa de Retorno Energético (TRE), y por tanto en la situación de la tercera de mis famosas tres preguntas. Solo sacrificando partes del Estado del Bienestar se pueden explotar estas fuentes, cosa que en Argentina están experimentando con intensidad (lo cual será tema de un próximo post).

Hay, por supuesto, numerosas objeciones no solo morales sino también técnicas a este plan, y es dudoso que pueda funcionar en el largo plazo por las cuestiones que se han discutido a lo largo y ancho de esta bitácora - mayormente, la creciente escasez de recursos y particularmente de los combustibles fósiles. Pero no se puede negar que el plan tiene su lógica, e inclusive es probable que en el corto plazo pueda surtir los resultados deseados por sus promotores. El mensaje del "Make America Great Again" vendría por tanto a ser: "Dado que no se va a poder implantar el REI, que al menos nosotros podamos prosperar (por un tiempo) mientras vosotros os sumís en la miseria".

Quien ha quedado muy mal colocada en este nuevo escenario es la UE. Sin recursos, con una población avejentada y con una desindustrialización galopante, Europa se enfrenta a una nueva situación en la que el "amigo americano" nos ha dicho que nos apañemos por nuestra cuenta y que cada palo aguante su vela (de paso, que si queremos defender Ucrania, que nos encarguemos nosotros solitos). Da toda la impresión de que EE.UU. está soltando lastre con Europa. A fin de cuentas, es lógico: Europa no tiene recursos que aportar, y sí que tiene un gran nivel de consumo que a los EE.UU. no le reporta ningún beneficio. Así que para los EE.UU., de una manera cínica, lo mejor es dejar que Europa se vaya empobreciendo.

Delante de este panorama, y con la crítica situación industrial de Alemania (caída del 20% de la industria de 2020 a 2024, después de haber caído un 20% desde principios de siglo hasta 2020), a la UE no le ha quedado más remedio que reaccionar a la desesperada para intentar recuperar competitividad. En enero se aprobó la denominada "Brújula de la Competitividad", que teóricamente mantiene la descarbonización en el centro de las políticas, pero que al tiempo apuesta por la "simplificación administrativa" para facilitar la competitividad económica. Ya después de las elecciones de Alemania (con el miedo de ayudar a la ultraderecha si la reculada en el frente renovable se evidenciaba antes de tiempo), la nueva regulación Ómnibus - en particular la simplificación administrativa - conlleva una reducción de la exigencia en materia ambiental y de respeto a los derechos humanos. Se anuncian también moratorias para el destierro final de los coches con motor de combustión interna, mientras las compañías europeas siguen manteniendo el coche eléctrico en el congelador y algunas, como Stellantis, apuestan para simplificarse (eliminando marcas) para sobrevivir.

Europa está desubicada, hace ya tiempo que lo está, pero el mundo no va a esperar a que la UE reevalúe su posición en el mundo y decida la nueva dirección que quiera tomar. Los grandes fondos de inversión se están retirando aceleradamente de la inversión verde, y hasta el fondo Kanou Capital LLP, que hace un año promovía inversiones 100% verdes, considera que el mercado está muerto "por ahora". Éstos y otros indicios indican que estamos llegando al final de la primera burbuja renovable, es decir, al final de la apuesta por el REI. Mientras se mantengan los fondos NextGeneration seguirán tirando adelante algunos proyectos, y de tanto en tanto veremos planes de rescate encubiertos (como los 1.200 millones de euros anunciados por el presidente Pedro Sánchez para el cada vez más arrinconado hidrógeno verde), pero cada vez habrá menos fuelle. Ciertamente nunca se reconocerá que el REI fue un fracaso, pero progresivamente se irá hablando menos de él, poniendo de vez en cuando excusas de acuerdo con la coyuntura para justificar por qué no acaba de tomar impulso, hasta que por fin dentro de 5 ó 10 años se reconocerá por primera vez que no era viable - no a la escala que se pretendía.

No espero que los (no tan numerosos pero sí bastante ruidosos) adalides del industrialismo reconozcan jamás que se equivocaron. No espero que aquellos que defendieron y promovieron desde instancias públicas la falacia del Green New Deal asuman la responsabilidad por los dineros públicos malgastados y, sobre todo, por el coste de oportunidad de poner tanto empeño en un camino errado, destructivo y colonizador. Sé que durante un tiempo negarán que esto está pasando, que el Green New Deal se va por el desagüe de la historia, que los macroparques renovables no valen para nada, que el REI ha muerto, que no habrá ni coches eléctricos a mansalva ni hidrógeno verde hasta en la sopa; y cuanto más evidente sea el final de esta burbuja, más lo negarán. En su crispada exasperación, espero que más que nunca nos señalen a aquéllos que alertamos de todas las contradicciones técnicas de estos proyectos, que nos acusen a los que pusimos sobre la mesa su inviabilidad energética, económica y ecológica. Llegarán a decir, estoy seguro, de que todo esto es culpa nuestra. Cualquier cosa antes de aceptar que en realidad ha sido ellos y solo ellos la causa de este fracaso estrepitoso, cuya onda expansiva va a perjudicar al ambientalismo durante muchos años. Porque, por desgracia, es más que previsible que, en una Europa dominada por el discurso del populismo, se aprovechará el fracaso de estas políticas verdes (en realidad, industrialistas) para decir que el Cambio Climático y el resto de problemas ambientales son falsos, y fruto de una conspiración de izquierdosos camuflados. Cuando, por desgracia, la crisis ambiental no solo es real, sino que está llegando a un estado crítico

Vendrá entonces el llanto y el rechinar de dientes. Y nos tocará a todos los que estamos intentando concienciar de los problemas ambientales hacer nuestro descenso al infierno social. Malos tiempos para la lucha contra el Cambio Climático, algo que sinceramente me desazona, viendo la gravedad de la situación actual, viendo cómo podemos descender a un infierno literal por culpa de la codicia y el ego de unos pocos. "Abandonad toda esperanza, los que entréis aquí".

Mientras tanto, la rueda de la Historia sigue dando vueltas, ajena a nuestras pequeñas y mezquinas disputas. La reunión entre Trump y Putin para discutir el final de la guerra en Ucrania (sin contar con la propia Ucrania, no digamos ya con la UE) ha dejado claro que entramos en una nueva fase del declive de nuestra civilización, que estamos ya en los primeros compases de la partida final del descenso energético. Mientras que en América Latina y partes de África se empieza a hacer evidente que falta diésel (espero sacar pronto la última edición de nuestra serie "El pico del diésel") y los apagones se multiplican, EE.UU. y Rusia se están repartiendo sus áreas de influencia en un mundo donde habrá menos recursos y solo unos pocos actores tendrán acceso a ellos. 

¿Dónde deja eso a Europa? En realidad, en una exclusión que muchos otros países llevan décadas sufriendo pero que la engreída Europa cree no merecer. Delante de estos retos, la respuesta de la UE es una absurda y autodestructiva militarización, blandiendo la amenaza fantasma de una posible invasión rusa. Pero es éste un tema demasiado extenso y por eso lo discutiremos en el próximo post.

Salu2.

AMT

viernes, 10 de enero de 2025

Decimoquinto año de este blog


Queridos lectores:

Como es habitual en este blog al acabar un año, haré un balance del desempeño de esta bitácora, aunque será más breve que en otras ocasiones. Como imagen representativa de este año, en un año trufado de eventos de gran impacto donde sobran imágenes representativas, he decidido poner la portada de mi último libro ya que este post está dedicado a mi trabajo de divulgación en el contexto de esta página web, pero también en general.

Como siempre, analizaré el pasado, presente y futuro de este blog.

Pasado:

El año 2024 ha sido un año de calma relativa en términos energéticos, pero bastante agitado en cuanto a los problemas ambientales y sociales. La escasez de energía se está manifestando con cada vez más fuerza en países sobre todo de Latinoamérica y África, pero poco a poco sus efectos se dejan sentir en la confiada Europa, por medio de los problemas de la cadena de suministros y el encarecimiento de todo tipo de materias primas. Además, 2024 ha sido un año pródigo en eventos extremos, con fuertes inundaciones, tempestades, sequías, incendios y catástrofes ambientales de todo signo, mientras crece la preocupación por la rápida subida de las temperaturas de la atmósfera y de los océanos, y se acrecienta el temor a que se produzca el paso de algún punto de no retorno climático. Por último, la creciente inestabilidad geopolítica, las guerras y la represión armada de todo tipo, y la conflictividad social están favoreciendo la emergencia con fuerza de opciones políticas radicales, represivas y autoritarias.

La carga de trabajo, algunos cambios importantes en mi dinámica familiar, la intensa actividad de divulgación - inferior a la de 2023 pero aún así bastante grande - y la escritura y presentación de mi nuevo libro han hecho que este año le haya dedicado sensiblemente menos tiempo a este blog, y en particular originó un considerable retraso en el análisis del World Energy Outlook, lo cual en cascada empujó a que los posts que típicamente se publicaban a finales de año no los haya sacado hasta ahora, a principios de enero, y haya dejado por publicar un par de posts sobre temas que merecen cierto análisis extra (como el espectacular incremento de la extracción de petróleo de fracking en Argentina o las previsiones para la producción mundial de petróleo que se deducen del WEO 2024), posts que espero sacar en las próximas semanas.

Todo esto ha llevado a que en 2024 haya publicado el mínimo histórico de posts: tan solo 11, menor que el anterior récord de 17 (incluso si los tres posts de finales de año hubieran salido a tiempo, seguiría siendo el mínimo histórico). Una situación que me gustaría evitar que se repitiese en los próximos años, dado que al final este blog es mi primer canal de divulgación y el que me permite tener material ordenado que la gente puede consultar libremente. Este año no hay contribuciones de otros autores, entre otras cosas porque Beamspot ha decidido continuar con su propio substack (cosa que me parece bien, porque además yo tardaba mucho en sacar sus posts).

De los posts publicados en el último año, el más popular ha sido  "Si nuestra supervivencia fuera importante", con unas 26.000 visualizaciones, siguiendo la tónica del año pasado, en la que el post más visto fue "Si no es ahora, será después". La inquietud por una posible detención de la AMOC es grande y eso explica el interés de ambos artículos.

Durante el último año se han visualizado unas 718.000 páginas de este blog, lo cual es un más que sensible incremento con respecto a las 645.000 del año pasado, la cual cosa muestra que mi trabajo es más conocido, a pesar de haber escrito menos artículos nuevos. El 53% de las visitas se originaron en España, un 8% desde EE.UU., un 6% en Hong Kong (sí, yo también me he sorprendido), 4% en Francia, 3% Singapur (!!) y también Alemania, 2% Rusia (!), y 1% Argentina y Países Bajos, respectivamente. La presencia de Singapur y de Hong Kong hace pensar en bots, pero el resto es probable que sí que sea representativo. De países de habla hispana solo vemos a España y Argentina, llamativo en un blog que está escrito en español.

En cuanto a la procedencia, este año son muy dispersas: 14% desde Google, 4% de X, y 1% Menéame; el resto son (81%) son "Otros".

En términos absolutos, contando desde el principio del blog en enero de 2010, blogger contabiliza 16,7 millones de páginas vistas, es decir, 800.000 más que el año pasado.

A día de hoy los 10 posts más vistos son "Un año sin verano" (2013), con 122.000 visualizaciones; "Digamos alto y claro: esta crisis económica no acabará nunca" (2010), con 113.000; "El pico del diésel" (2012), con 84.400 visualizaciones; "La España buena y la España mala" (2013), con 70.500; "Tus vecinos no se conformarán con un YA OS LO DIJE" (2015), con 69.300; "El por qué de un llamamiento" (2022), con 58.400; "Eres un pringado" (2020), con 58.200; "La Tormenta Negra" (2020), con 55.500; "La espiral" (2014), con 55.100; y "Fracking: rentabilidad energética, económica y ecológica" (2013), con 52.900. Es el mismo ránking que el año pasado, y eso significa también que no ha entrado ningún post de este año, cosa lógica dada la madurez del blog, que hace que los posts antiguos acumulen muchas visitas y que los nuevos solo podrán entrar cuando acumulen más de un año de visitas.

Presente.

Destaca sobre todo mi escasa presencia en el blog, y la desaparición de los canales para que los lectores puedan discutir. Abandonamos Facebook hace años, el Foro Crashoil fue cerrado hace ya un par de años, el foro de telegram tuve que cerrarlo dado el tono de las discusiones y las temáticas que se estaban empezando a tratar (poco apropiadas a mi entender y que podrían llegar a salpicarme legalmente como administrador) y el ambiente en X aka Twitter cada vez más enrarecido y con la anomalía de que su propietario tiene establecido un sistema que nos va drenando de manera perceptible de seguidores (todos los días me notifican que tengo una buena treintena de nuevos seguidores y aún así pierdo más que eso cada día). Por si eso fuera poco, los insultos y amenazas hacia científicos que hablamos de temas ambientales y de sostenibilidad se han recrudecido en los últimos tiempos. Malos tiempos para la lírica y para la discusión pública.

Futuro.

Por mi parte, mi intención es retomar cierta actividad en el blog. No volveremos a los niveles de los primeros años, pero mi objetivo es sacar un par de artículos al mes - a ver si lo consigo.

Por el lado de mi trabajo de investigación, tengo varias iniciativas en marcha en temas de oceanografía que espero que salgan a la luz en los próximos meses, con algunas potenciales noticias de alto impacto. Veremos.

Aparte, seguirá mi tarea de divulgación, teniendo ya apalabrados unos 30 actos para este año y solo estamos a 10 de enero. Como objetivo relevante, quiero empezar a relegar X aka Twitter como canal de difusión, visto la política que tiene Elon Musk: no lo abandonaré, pero intentaré explotar la difusión a través de Mastodon y Bluesky.

2025 promete ser un año pródigo en noticias relevantes relacionadas con los problemas de sostenibilidad de nuestra sociedad, e inclusive uno de relativa aceleración de estos problemas. Permanezcan en sintonía.

Y por si acaso no se lo había dicho ya, les deseo un Feliz 2025 y que personalmente sea un año venturoso para Vds.

Salu2.

AMT

jueves, 9 de enero de 2025

Predicciones para 2025


 

Queridos lectores:

Aunque sea con unos días de retraso respecto al calendario habitual, ha llegado por fin el momento de hacer las previsiones para el año que empieza, centradas en los problemas de sostenibilidad que aquejan al mundo y que van paulatinamente agravándose por la falta de reconocimiento de su gravedad y de aceptación de las verdaderas medidas a tomar. Al final, todos estos problemas de sostenibilidad acaban traduciéndose en efectos catastróficos para la economía, la sociedad y la geopolítica, que es en lo que se suelen centrar estos ejercicios de prospección que escribo en estas páginas.

Como siempre, debo empezar con la consabida nota de descargo. Como es obvio, resulta muy difícil saber qué pasará en un período tan relativamente corto como son 12 meses y fijándose solamente en los aspectos que conozco mejor, que son los que definen la crisis de sostenibilidad de nuestra civilización y particularmente la crisis energética. Existen multitud de factores, más allá de los meramente energéticos y materiales, que condicionan el devenir de los acontecimientos y más aún la desigual repartición de los recursos y los problemas; y aunque en líneas generales uno puede intuir la tendencia general que sigue la sociedad, es completamente imposible hacer una predicción precisa y menos a tan corto plazo. El único interés de hacer este ejercicio no es tanto acertar lo que finalmente va a pasar como imaginar escenarios de futuro que puedan corresponderse a esas tendencias, con el objetivo principal de reconocerlos y evitar así los más negativos. Por ello mismo, nunca cabe esperar que se sigan los peores pronósticos; pero más aún: el mismo hecho de haber mostrado qué es lo peor que podría pasar debería de servir de guía para evitarlo, o en su caso contrarrestar esa manida excusa de nuestros gobernantes, ya saben, la de "nadie lo vio venir". Así pues, nadie espere encontrar aquí una respuesta clara y precisa a lo que de seguro va a pasar en los próximos 365 días, y sí el enunciado de los riesgos mayores que podríamos afrontar en este año, fruto de nuestra conducta indolente, pero no estando exento el curso final de los acontecimientos de las veleidades del azar.

Esta nota de descargo es en los últimos años muy pertinente ya que, a falta de mejores y más fundados argumentos, es lugar común en la trollesfera acusarme a mi de hacer "predicciones fallidas", cuando en su mayoría este blog habla solo de tendencias y riesgos, no de certezas y vaticinios. En realidad, estos trolls son incapaces de sustanciar "en qué me he equivocado", y eso que de seguro hay muchas cosas que he dicho en ya 15 años de singladura que no son correctas. Como norma general, o dicen vaguedades que son tergiversaciones de mis afirmaciones reales, o bien aluden a un post concreto de principios de este blog, cuando yo solamente estaba empezando a interesarme en este tema, aún no manejaba las bases de datos estándar y simplemente comentaba sobre un artículo de un analista de materias primas llamado Jack Lifton y discutía sus implicaciones sobre un despliegue masivo de coches eléctricos. Lo más cómico del asunto es que ya en 2010 alguien me avisó de lo errado de los números de Lifton y yo escribí otro post, esta vez con datos del USGS, sin que las conclusiones fueran cambiadas en lo esencial, y ese nuevo post lo enlacé al final del que blanden los trolls, sin que nunca se hayan dignado a leerlo. Lo triste es que aún hoy en día de vez en cuando algún troll me argumenta mostrándome capturas de pantalla de aquel post, por supuesto fuera de contexto y obviamente omitiendo que todo el asunto ya fue discutido hace casi 15 años. Y ya está, porque obviamente no tienen nada más en qué basarse, y ni eso es una predicción mía.

En fin, esta obsesión en buscar mi descrédito tiene sin duda su origen en el hecho de que, por desgracia, muchas de las tendencias apuntadas en este blog desde hace años se están materializando y están complicando el panorama no solo energético, sino también social; y piensan esos necios que matando al mensajero matan el mensaje. Y también, no nos engañemos, están los que sirven a su señor, el gran capital, al cual no interesa que nadie ponga en peligro sus negocios y prebendas.

Quede claro, por tanto y en resumen, que las predicciones que se enuncian en este post son de carácter especulativo y en modo alguno son precisas. Si después de decir todo esto decir todavía viene un troll a acosarme con "vaticinios fallidos" por lo que luego diré, estará claro que se tratará de un completo gilipollas.

Antes de enunciar las previsiones para 2025, y como siempre, hagamos un repaso de las previsiones que hice hace un año para el 2024.

  • Precios planos del petróleo: Previsión completamente acertada, el precio se ha mantenido todo el año en la franja de los 70 a los 90 dólares.
  • Crisis del gas: Parcialmente acertada, ya que a final de año hemos visto un fuerte incremento de su precio en Europa y problemas crecientes en su distribución debido al cierre de los gasoductos que atraviesan Ucrania.
  • La producción de carbón sigue a buen ritmo: Cierto, se han cumplido las previsiones.
  • La producción de uranio se desploma: No se puede saber con certeza ya que la Organización Nuclear Mundial no está dando los datos del 2023, y los indicios que tenemos son contradictorios.
  • Revueltas por escasez de combustible: Más o menos acertada, sobre todo en Latinoamérica y África, como comentábamos en el post anterior.
  • Fin de la guerra de Ucrania: Por desgracia, previsión incorrecta, ya que la guerra en Ucrania sigue llevándose numerosas vidas por delante.
  • Recesión económica profunda en Europa: Más o menos acertada: Alemania suma ya dos años de recesión y en Francia el crecimiento es anémico; y como se preveía, en España el impacto ha sido más pequeño.
  • Crisis de desindustrialización: Completamente acertada, viendo los recientes anuncios de BASF, Siemens o Volkswagen, y las protestas en Alemania.
  • La eólica da un paso (o dos) atrás: Completamente acertada, los proyectos han ido al ralentí y la situación de Gamesa cada vez es peor.
  • Dificultades crecientes en la gestión de la red eléctrica: Completamente acertada, como atestiguan los 5 incidentes ya de activación del mecanismo SRAD de manera masiva y prolongada en España.
  • El declive de las TICs: Más o menos acertado, aunque no había ninguna previsión concreta.
  • Inestabilidad política: Completamente acertado.
  • El desastre climático: Por desgracia, completamente acertado, habiendo sido España uno de los países afectados gravemente en el episodio de la DANA de Valencia.
  • Cierre de este blog: Acertado, puesto que se veía poco probable pero lo que sí que ha pasado es la creciente mala leche.

Ha sido 2024 un año inusual, dado que prácticamente todas las previsiones han sido bastante acertadas (excepto la de la guerra en Ucrania). Vayamos por fin con las previsiones para 2025:

  • Pico de precios del petróleo: El fracking empieza a renquear, pero el plan de Trump es incrementar su producción, igual que hizo en su primera presidencia, así que al final a los EE.UU. les interesará que se produzca una elevación del precio que incentive una mayor inversión. Únase a eso los fuertes declives en importantes productores como México, Venezuela o Nigeria, y las crecientes dificultades en Arabia Saudita. A pesar de que la recesión mundial probablemente debutará este año, haciendo caer la demanda y empujando el precio a la baja, la presión por tener precios altos del petróleo va a ser muy grande y por eso me parece probable que para el verano veamos un nuevo pico de precios, superando con cierta holgura la barrera de los 100 dólares y acentuando la recesión económica.
  • Problemas con el gas: La producción de gas natural del mundo está ya muy cerca de su máximo. Todo apunta a que los pozos de fracking de los EE.UU. están entrando ya en su proceso de declive inexorable, no importa a qué ritmo se excaven nuevos pozos. Europa tiene dificultades crecientes para suministrarse gas, y en ese sentido puede haber precios muy elevados en el Viejo Continente durante los primeros meses de 2025 y también en los últimos del año. Esto va a suponer un freno aún mayor a la economía.
  • El carbón como última salvación: fallando todo lo demás, el carbón se perfila como la única fuente de energía fósil aún fiable, y aunque no le quedan tantos años para llegar a su pico de producción es probable que en lo que resta de década aún pueda aumentar un poco su producción, y en todo caso su caída sería más lenta que la del gas y el petróleo (lo cual no es nada bueno, pues su quema es más contaminante y lo conveniente sería que bajara más rápido). En 2025 espero que la producción de carbón aún aumente respecto a los años anteriores, impulsado entre otras cosas por la falta de alternativas para garantizar el suministro eléctrico, sobre todo en ciertos países.
  • Apagones: La red eléctrica de muchos países del mundo está experimentando apagones repetidos, que de momento se están cebando en Latinoamérica y África. Sin embargo, las dificultades con el gas y el exceso de confianza está llevando a aceptar riesgos técnicos evitables en Europa y los EE.UU.. Veo una cierta probabilidad de que se produzcan uno o dos incidentes de apagón bastante serios en algún país europeo durante este 2025.
  • Recesión mundial: A estas alturas es bastante difícil de disimular que Europa está echando fuertemente el freno, sobre todo por los problemas de Alemania. Pero la mal resuelta crisis inmobiliaria en China y los problemas internos de los EE.UU., junto con el obvio fracaso de la nueva renovable, cada vez más patente, y los riesgos en el sector del automóvil, entre otras manufacturas, hacen previsible que en 2025 nos precipitemos en otra oleada recesiva importante a nivel mundial. Una de la que nos va a costar más salir. Y es que a pesar de la contracción económica preveo que la inflación sea relativamente elevada - no desbocada pero sí significativa - lo cual incrementará el malestar de la población.
  • Fin de la guerra de Ucrania: A Trump no le interesa tener dos frentes bélicos abiertos con tanta implicación de los EE.UU. (Ucrania e Israel) tan lejos de casa, y Ucrania está costando demasiado caro. Creo que de las primeras medidas que tomará Trump es favorecer un alto el fuego en Ucrania, y empezar una negociación. El problema es que con el estado actual del frente, las concesiones que tendría que hacer Ucrania serían muy onerosas y Rusia se erigiría como la vencedora de esta guerra; mala combinación con la que el nuevo presidente tendrá que lidiar. Pero me temo que lo hará.
  • Ascenso de la ultraderecha en Europa: las elecciones en Alemania en febrero darán sin duda un nuevo empuje a Alternativa por Alemania, del mismo modo que las elecciones europeas de 2024 consolidaron el bloque de ultraderecha en el Parlamento Europeo. Con cada vez más países escorados a posiciones populistas y autoritarios, le costará más al resto mantener gobiernos de otro signo o no influidos por los partidos ultras. Preveo un escoramiento significativo de las políticas europeas hacia los postulados de la ultraderecha, que en materia de energía supondrá una apuesta (al menos verbal) por la nuclear y las centrales de carbón, y en general un desprecio a la investigación en Cambio Climático y en los problemas de sostenibilidad. Podemos observar movimientos muy negativos respecto al trato al mundo de la investigación, pero como en general habrá un retroceso en cuestión de libertades individuales el ciudadano de a pie tendrá otros muchos problemas de los cuales preocuparse.
  • Protestas generalizadas en Europa y represión: La mala situación económica, el aumento del paro, la inflación, el encarecimiento de la vivienda... todo junto va a provocar un año mucho más tumultuoso en lo que a protestas sociales se refiere, y eso que el 2024 fue pródigo en ellas. Dada su mayor frecuencia e intensidad, y el ascenso de formaciones más autoritarias al poder, es previsible que comience a haber una oleada de represión policial, que no se limitará al uso de antidisturbios en cualquier tipo de manifestación, sino una verdadera persecución policial de las personas más significadas en este tipo de protestas, llegándose incluso a arrestos de mayor o menor duración.
  • El sector automovilístico entra en una fuerte contracción: La única salida a la situación de ventas débiles y problemas económicos estructurales es profundizar en el proceso de concentración empresarial que ha vivido el sector durante los últimos años, y me temo que eso es lo que vamos a ver en 2025, nuevos anuncios de fusión, de reducción de producción y de ERTEs, cuando no EREs.
  • Problemas con internet: Por primera vez en Europa se va a empezar a ser consciente de que hay algún problema de sostenibilidad con internet. Algunos servicios se cancelarán, se harán más caros o disminuirán su calidad y prestaciones. No hablo de una carestía como la que sufrirá toda la economía, sino de un fenómeno particular que la gente percibirá como un deterioro significativo de servicios en internet. Obviamente se utilizarán las excusas al uso, incluyendo que hace falta reforzar la red eléctrica para conectar más centros de datos para poder dar suficiente soporte a un sector emergente y clave de la futura economía. Todo menos aceptar que internet tal y como lo conocemos está topando con un muro y que a partir de aquí lo que le espera es una cuesta abajo, con pequeñas subidas alternando con las bajadas pero tendencialmente decreciente, en los próximos años.
  • España en crisis económica y política: La llegada de la crisis económica a España, con retraso respecto a Europa, lo hará con más fuerza que en el resto del continente, debido a la fuerte dependencia de los servicios, en particular del turismo. Esto, unido a los importantes problemas sociales actuales (fundamentalmente, la destrucción de la clase media por el encarecimiento general y de la vivienda en particular) y la fragilidad del gobierno español hará que 2025 sea probablemente un año agitado en lo político, sin que se pueda descartar, si las turbulencias son grandes, que acabe cayendo el gobierno y se convoquen elecciones anticipadas.
  • El desastre climático, nueva entrega: Por desgracia, la DANA de Valencia no es un evento raro sino que, dada las condiciones actuales, es algo que se va a repetir. No de la misma manera y no con la misma virulencia, pero por desgracia en 2025 vamos a ver en el mundo algunos nuevos episodios de eventos extremos completamente inauditos en los registros históricos, y alguno de ellos afectará seriamente a España. Esperemos que esta vez no cause tantos daños.
  • Cierre de este blog: Siempre se ha visto poco probable, y tampoco lo veo muy posible en 2025, aunque estoy convencido de que la hostilidad contra mi persona subirá unos cuantos enteros por culpa de los problemas tan serios que nos aquejan. Un temor creciente es la inquina al alza contra los científicos que nos dedicamos a estos temas. No cerrarán el blog, pero es probable que empiece a haber un acoso mayor, que inclusive podría empezar a partir de algunas instituciones.

A finales de 2025 repasaremos esta lista para ver cuánto de cierto (o de errado) ha habido en estas proyecciones a corto plazo. Entre tanto, cuídense.

Salu2.

AMT

miércoles, 8 de enero de 2025

The Oil Crash: Año 19

 


Queridos lectores:

Con un retraso de unos días, les presento el resumen de los hechos más destacados del año 2024 en materia de sostenibilidad, y particularmente tanto en los aspectos ambientales.

Como suele pasar, este año ha estado cargado de muchas noticias y en general el tenor, en cuestiones de sostenibilidad, ha sido considerablemente peor que el de años precedentes. De hecho, hay tantas noticias que es completamente imposible glosarlas aquí todas, así que discúlpenme si algo muy notorio acaba quedándose en el tintero.

+ Creciente caos climático: El año 2024 ha estado caracterizado por una enorme cantidad de eventos extremos, con lluvias y vientos anómalos en todos los continentes, en ocasiones con efectos muy destructivos. Lo más preocupante es la ocurrencia de estos fenómenos en lugares donde no hay constancia en décadas, a veces incluso en siglos, de nada parecido. Desde inundaciones en Arabia Saudita a nieve en Marruecos. Puestos a destacar eventos particularmente destructivos, señalaríamos el huracán John en Acapulco (por segunda vez en 11 meses se produce un huracán en esa zona que sufre una intensificación explosiva hasta categoría 5 en menos de 24 horas), el huracán Helene en los EE.UU. (que trajo la devastación a estados hasta ese momento considerados seguros, como Carolina del Norte), las catastróficas inundaciones en Katmandú (más de 200 muertos), las inundaciones en Polonia, Hungría y Austria de septiembre y las repetidas inundaciones de Turquía (cada pocos meses se producen nuevas) y, en el caso de España, la DANA de Valencia.

+ Preocupación creciente con los puntos de no retorno climáticos: Durante el 2024 ha vuelto con fuerza la discusión sobre una posible ralentización e inclusive eventual detención del brazo atlántico de la Corriente Meridional del Lazo (Atlantic Meridional Overturning Current o AMOC), a partir de diversas publicaciones que, analizando datos recientes, ponen de relieve que el peligro puede ser más cercano de lo que nos pensamos (escribí un post sobre uno de esos artículos). Los hallazgos que se han ido publicando con posterioridad durante 2024 y la investigación en curso empujaron a 44 científicos a escribir una carta al Concilio Nórdico alertando sobre el peligro para sus países de una parada abrupta de la AMOC. Por desgracia, una eventual parada de la AMOC es solo uno más de los puntos de no retorno que podríamos cruzar en los próximos años, los cuales incluyen también la sabanización de la Amazonia o el deshielo de la capa de hielo continental de la Antártida Occidental, entre otros, y encima todos ellos tienen dependencias mutuas, así que sobrepasar uno puede empujar a otro, pudiéndose producir una cascada de puntos de no retorno. Por cierto que un punto de no retorno del que no se habla porque no ha sido catalogado como tal, a pesar de que parece estar en peor estado que los anteriormente mencionados, es el colapso de la SMOC (Southern Ocean Meridional Overturning Current, a veces designado también por SOOC), aunque probablemente se empiece a hablar mucho próximamente (a lo que espero que nuestro propio trabajo de investigación aporte su granito de arena).

+ Desestabilización geopolítica masiva: Durante el año 2024 ha continuado la guerra en Ucrania, pero también se recrudeció la masacre en Gaza y Cisjordania que comenzó a finales de 2023; ambos conflictos representan un grave problema para los países occidentales y particularmente para Europa, por motivos diferentes: en el caso del primero, porque el temor existencial a un conflicto en suelo europeo está empujando a una creciente militarización del Viejo Continente, pero también a un creciente rechazo a que se destinen más recursos en una Europa donde cada vez escasean más; en el caso del segundo, por el rechazo expresado por la ciudadanía europea a la masacre indiscriminada de la población civil, lo cual compromete el discurso de superioridad moral que es tan del gusto europeo. Al tiempo, el golpe de estado en Níger en 2023 ha puesto en jaque la hegemonía de Francia en el Sahel, sobre todo al fracasar la coalición de países africanos con la que Francia quería recuperar el control al producirse sendos golpes en Malí y Burkina Faso. Ahora, los países díscolos se proponen salir de esa agrupación cooptada por Francia, la ECOWAS, lo cual está debilitando aún más el poder francés en esta parte de África. La última gran noticia a nivel geopolítico del año de 2024 es el colapso de Siria bajo la ofensiva de un grupo islamista radical, un suceso tan turbio (del que rápidamente han intentado sacar provecho tanto Turquía como Israel) que daría para hablar durante años. Se publicará en breve un programa de Radioactividad con David Feria y un servidor donde se abordan éste y otros temas.

+ Problemas con el acceso a los combustibles: El 2024 se ha caracterizado por problemas crecientes en el abastecimiento de combustibles, sobre todo en África y América Latina, con algunos países de Asia afectados como Pakistán. Algunos eventos de 2024 asociados con las dificultades para mantener el abastecimiento de combustibles derivados del petróleo fueron el paro de camioneros en Colombia, la escasez en Venezuela, en Bolivia, en Ecuador, en Perú y en Argentina, pérdidas en la agricultura en Bolivia, protestas por la falta y encarecimiento de los combustibles en Nigeria, y problemas en muchos países africanos: Malawi, Egipto, Burundi, Tanzania, Sudáfrica, ... El problema empieza a estar tan extendido que parece ridículo que algunos nieguen que hay un problema global con el petróleo, simplemente porque no les afecta a ellos (aún).

 + La recesión se afianza en Alemania: Desde 2020 hasta 2024, el 20% de la industria pesada alemana ha desaparecido, y las perspectivas no pintan demasiado bien. Se anuncian despidos y reducción de actividad en multitud de empresas sistémicas, como BASF, Siemens o Volkswagen. La incapacidad de tener materias primas y energía a un precio adecuado para la industria alemana está provocando la destrucción económica del país, y tiene una buena parte de responsabilidad en la caída del Gobierno alemán. El problema es que Francia y otros países de la UE tampoco están en una situación muy boyante, excepto España.

+ Retroceso democrático en Occidente: El ascenso de los partidos radicales en Europa es innegable: la ultraderecha gobierna en Italia, en Hungría, en Polonia o en los Países Bajos, y podría dar un gran salto adelante en las elecciones alemanas de febrero de 2025 o en las presidenciales francesas de 2027. La fuerte represión de las protestas por la matanza en Gaza (hasta el punto de detener a gente por exhibir banderas palestinas, aparte del uso indiscriminado de antidisturbios), la persecución a los grupos ambientalistas y, en general, la crispación y las amenazas en las redes sociales, junto con un control cada vez más sesgado de la información que se difunde, van lentamente llevando a Europa hacia una nueva pesadilla totalitaria. En EE.UU., la victoria de Donald Trump augura cuatro años de retroceso en las libertades a nivel doméstico y una política populista y radicalizada.

+ El "oasis" español: En medio de la debacle económica y de la agitación política de Europa, España es actualmente una especie de oasis tanto en lo político como en lo económico (hasta el punto locomotora económica). En lo económico, España aportó el 40% del exiguo crecimiento del 0,8% de la Eurozona durante el 2024 (lo que es más una muestra de la debilidad económica europea que de la fortaleza de España). En lo político, el acuerdo con casi todos los partidos del arco parlamentario excluyendo la derecha nacional continúa apuntalando al Gobierno de coalición entre PSOE y Sumar, a pesar de los múltiples bandazos y anuncios de abandono, y que el propio Sumar perdió a su coordinadora, Yolanda Díaz, dimitida después de los malos resultados en las europeas, y la mala noticia de que uno de sus socios principales, Más País, haya perdido a su miembro más carismático y fundador, Íñigo Errejón (cosa que, dada la política de acoso de ese particular partido contra los académicos españoles, solo puedo contemplar con cierto alivio). Contra viento y marea, España es aún un país económicamente solvente y políticamente... bien, no diremos que estable, pero sí más afianzado que otros de nuestro entorno. Ahora bien, viendo lo que se avecina para los próximos meses (motivo del siguiente post) veremos cuánto dura esto.


En una nota más personal, este año ha visto la publicación de mi quinto libro de ensayo, el tercero que publico en solitario: "El futuro de Europa". En él recojo tanto un análisis de los problemas de sostenibilidad que nos aquejan cómo de la inviabilidad del modelo de Renovable Eléctrica Industrial, pero también (y ésta es la parte más extensa del libro) discuto sobre soluciones y aproximaciones técnicas para conseguir mejorar nuestro aprovechamiento de la energía y acercarnos a un modelo verdaderamente sostenible.

Volvemos en breve con la previsión para 2025. Permanezcan en sintonía.

Salu2.

AMT 

martes, 31 de diciembre de 2024

World Energy Outlook 2024: Pasando los picos sin hablar de ellos.


Queridos lectores:

El pasado mes de octubre la Agencia Internacional de la Energía (AIE) sacó su World Energy Outlook (WEO), en el que la AIE informa a los gobiernos de la OCDE sobre las grandes tendencias que han de marcar el futuro de la energía durante los próximos años. Un WEO insólitamente breve, siguiendo la tónica de los últimos años: 398 páginas, pero de las cuales 109 son anexos con tablas y definiciones (algo que antes solía venir en un fichero excel aparte), así que de manera real el informe consta de 289 páginas reales. Todo un récord de brevedad.


Han pasado ya 19 años desde que la producción de petróleo crudo convencional llegase a su máxima producción, y desde entonces poder cubrir toda la demanda de petróleo del mundo ha dependido de los petróleos no convencionales, lo que en los últimos años quiere decir petróleo de fracking, porque es la única categoría que sube de forma neta desde 2015. Pero incluso contando con los petróleos no convencionales, hace ya 6 años desde que la producción de crudo más condensado llegó a su máximo, en 84,6 millones de barriles diarios (Mb/d) en noviembre de 2018, y desde entonces ha caído un 3,5%.

Imagen de Peak Oil Barrel: https://peakoilbarrel.com/august-non-opec-world-oil-production-rose/



Es importante fijarse en esa categoría  de crudo más condensado, que en esencia es todo lo que se puede usar como combustible líquido, dejando fuera el sucio truco de incluir los líquidos del gas natural, que sólo usables para producir plásticos. Dado que la producción de gas natural aún aumenta (aunque cada vez más lentamente, evidenciando la proximidad de su pico de producción), el añadir los líquidos del gas natural no deja de ser un artero truco para no mostrar lo que está pasando con los combustibles líquidos. Pero, del mismo modo que actualmente se ofuscan los datos de extracción de uranio para camuflar la amarga verdad del descenso vertiginoso de su producción (la Asociación Nuclear Mundial no ha publicado este año los datos de extracción del 2023), en el caso del petróleo todo el acento se pone en intentar hacer creer que se está produciendo un ilusorio pico de demanda y que si a partir de ahora se consume menos petróleo es porque no se quiere más. Así claramente lo refleja este WEO, que repite en 134 ocasiones el término "peak" pero en prácticamente todas las instancias en un contexto de "pico de demanda".

Y, sin embargo...

Sin embargo, tal y como anticipábamos en años anteriores, se está dándole cada vez más foco al concepto de "seguridad energética", que es la forma civilizada y políticamente presentable de hablar del peak oil y del peak everything, al punto de que, una vez más, se le dedica uno de los seis capítulos del informe, intentando diluirlo con otros conceptos como "asequibilidad" y "sostenibilidad", pero que en realidad son caras de la misma moneda. Pero es que además, otro de los capítulos del WEO está dedicado a las incertidumbres de los escenarios planteados, así que 80 de las 289 páginas, casi la tercera parte, está dedicada a explicar por qué lo que se está previendo en este informe no se va cumplir.

Y es que este WEO es un nuevo canto de sirena tecnológica y una nueva apuesta redoblada por la Renovable Eléctrica Industrial (REI), un modelo de transición energética que a estas alturas no solo sabemos que no va a funcionar, sino que encima es cada vez más evidente que está fracasando estrepitosamente en Europa, la región donde con más ahínco se está apostando por el REI. No volveremos a hablar del desplome de las ventas de los coches eléctricos, de los curtailments crecientes, del hundimiento de la industria eólica, del sinsentido del hidrógeno verde, de la escandalosa desviación entre las proyecciones de electrificación - siempre en aumento - y el consumo eléctrico en Europa (siempre en descenso)... A estas alturas, es evidente que quien crea que el REI puede funcionar sufre un proceso de disonancia cognitiva aguda, o trabaja para una de las empresas que aún quieren exprimir un poco más los fondos NextGeneration o es un político que ha puesto demasiada implicación y crédito personal en el REI como para poder rectificar.

Pero vayamos por fin a estudiar con cierto detalle este WEO.

El informe se estructura en 6 capítulos:

1.- Visión general y resultados principales
2.- Definición de escenarios
3.- Rutas para el mix energético
4.- Discusión de las incertidumbres del WEO
5.- Seguridad energética, asequibilidad y sostenibilidad
6.- Escenarios regionales.


Discutiré brevemente cada uno de los capítulos, excepto el último porque me parece que tiene poco interés general (y en realidad cuando vas mirando los diferentes WEOs, si ya sobre el cuadro global la AIE cada año dice una cosa diferente, a escala regional es impresionante cómo varía). Recordemos que, como siempre, hay tres escenarios principales, el de Políticas Anunciadas (STEPS), que es el que se toma como escenario de referencia; el de Políticas Anunciadas (APS), que es como una versión mejorada del STEPS; y el del Cero Neto en 2050 (NZE), que es el escenario ideal y deseado con una rápida transición a las renovables. Los tres escenarios se diseñan con los modelos económicos de la OCDE y son independientes (o eso dicen) de la disponibilidad de energía, porque la AIE comulga con el credo neoliberal que la demanda crea la oferta y por tanto nunca acepta que pueda haber problemas con la oferta y todos los picos observados son, para la AIE, picos de demanda. Que si por ejemplo consumimos menos petróleo no es porque falta, sino porque hemos decidido consumir menos.

1.- Visión general y resultados principales.

Es un capítulo trufado de medias verdades y de afirmaciones sesgadas. Se dice, por ejemplo, que en las economías avanzadas el consumo de energía ha caído desde 2005 a un ritmo promedio del -0,5% anual, pero no se explica que es como consecuencia de la deslocalización de la industria más contaminante e intensiva en el consumo de energía, y que eso ahora mismo está poniendo a esos países en una situación complicada (ver, por ejemplo, el caso de Alemania). En el resto del mundo, el consumo de energía ha crecido un 2,6% anual, pero solo en la última década. Y, atención, incluso en el escenario STEPS se empiezan a ver unos claros picos de producción de petróleo, gas y carbón, más evidentes de lo que se mostraba otros años. Para ello, la categoría "Clean energy" (que contiene la biomasa, la hidroeléctrica, la nuclear, la eólica y la fotovoltaica) se supone que tiene que experimentar un crecimiento sin parangón (y sin mucha verosimilitud).


Con estos mimbres, incluso en este escenario el crecimiento del consumo energético es bajo, de alrededor del 0,5% anual. La AIE nos aclara que eso no quiere decir que se detenga el crecimiento económico, el cual, al contrario, sería de un 3% anual, debido al progreso tecnológico y las mejoras en eficiencia. Tal cosa no ha pasado jamás en el contexto mundial (algunos países han podido "incrementar" su eficiencia energética pasándose a prestar más servicios, pero a cambio se desolocalizó la producción industrial a otros países como China, incrementándose el consumo de energía debido a que los productos finales viajaban distancias más largas de la factoría al consumidor final). En suma, se hace una afirmación extraordinaria para nada refrendada por la experiencia previa.

La discusión sobre las emisiones de CO2 es un total disparate, teniendo en cuenta que intenta ocultar el hecho de que el año pasado se produjeron las mayores emisiones de CO2 de la Historia, y que encima nos dicen que aún podemos conseguir no sobrepasar los +1,5ºC de calentamiento con el NZE (cuando ya estamos en +1,6ºC) y que con STEPS, es decir, con el escenario de referencia el calentamiento sería de +2,4ºC, lo cual ya sería terrible pero en realidad todo el mundo reconoce que sería de por lo menos +3,1ºC (que sería catastrófico). En este tema, la AIE se ha desconectado por completo de la realidad de la discusión actual.

La discusión sobre la geopolítica es otra barrabasada, pues por un lado se aceptan los problemas actuales en Ucrania y Oriente Próximo, y por el otro se minimiza su impacto en el futuro. Incluso se afirma que va a sobrar petróleo (recordemos: pico de demanda) y que los precios van a ir a la baja. Qué importa toda la evidencia en contrario.

La AIE anticipa una dependencia geopolítica de muy pocos países en ciertos materiales y tecnologías críticas para la transición. No solo reconoce que puede haber problemas de dependencia muy serios en el futuro, sino que incluso admite que la producción de cobre y de litio no va a estar a la altura de la demanda esperada, aunque todo lo fía al desarrollo de nuevas tecnologías químicas para las baterías y al reciclaje (el tema del reciclaje del cobre se está convirtiendo en un mantra, toda vez que parece probable que hayamos pasado su pico de producción).

 


No obstante lo cual, en la sección siguiente se lanzan perspectivas muy optimistas sobre la implementación masiva de los coches eléctricos en los próximos años. De hecho, se supone que lo que consigue que el consumo de petróleo empiece a bajar en los próximos años (el presunto "pico de demanda") es el incremento del número de coches eléctricos.

Llama también la atención que la AIE asume que el consumo de electricidad se va a duplicar de aquí a 2050, cuando al tiempo reconoce que está estancada en porcentaje (y en realidad en descenso en valor absoluto) desde el año 2010 en los EE.UU. y en Europa. Por supuesto, dan por bueno que la demanda de electricidad desde los centros de datos y gracias a la inteligencia artificial va a crecer en los próximos años, sin problemas. En todo caso, asumen que la clave del aumento del consumo de electricidad son las dos tecnologías palanca que ya están mostrando claramente sus limitaciones, el coche eléctrico y el hidrógeno verde. Da igual lo que esté pasando ahí fuera, de momento el discurso de la transición según el modelo REI no cambia.



Introduce en este punto el WEO una gráfica que debería dar de pensar a los partidarios de las energías renovables: fíjense cómo ha aumentado enormemente la capacidad instalada de la nueva renovable, y en comparación qué poca energía eléctrica ha producido. El problema de siempre: una cosa es instalar y otra es producir. Y lo que cada vez se está viendo más claro: con la saturación renovable y los problemas de inestabilidad que causa, el factor de planta (porcentaje de energía producida respecto al máximo generable si funcionase al máximo el 100% del tiempo) va disminuyendo.


Acto seguido, se discute el papel del gas natural licuado (LNG) en el futuro inmediato. En otra muestra de la total desorientación de la AIE, asume que en los próximos años las exportaciones de gas de los EE.UU. seguirán aumentando (más aún, se incrementará su capacidad exportadora), cuando todo apunta a que los pozos del fracking están llegando a su límite terminal.


Tras eso, hay una larga discusión sobre el uso de la electricidad en diversos sectores domésticos e industriales según los escenarios; y después sobre la inversión en "energía limpia" (el término escogido para incluir la nuclear en el mix renovable), sin demasiado interés: por destacar algo, que reconocen que la cantidad de inversión que se necesita es descomunal.

2.- Definición de escenarios.


En esta sección se discuten los tres escenarios principales del WEO (STEPS, APS y NZE). Ya nos dejan claro que en todos los escenarios la economía va a crecer un 2,7% anual y la población llegará a los 9.700 millones de personas en 2050, porque en su visión eso no depende de la disponibilidad de energía, que la dan por garantizada, y lo único a discutir es el mix de preferencia. Y aunque en sus escenarios el precio de los combustibles fósiles va a seguir bajo, no excluyen que se produzca volatilidad. Vamos, que se esperan una cosa pero no descartan su contraria. Cada escenario está asociado con un incremento probable de la temperatura global: +2,4ºC en el caso de STEPS, +1,7ºC en el caso de APS y +1,5ºC en el caso de NZE. Hay varias cosas curiosas en esos escenarios declarados. La primera es que sabemos que no vamos a conseguir quedarnos por debajo de los +1,5ºC porque de hecho ya hemos superado esta marca. Pero lo que resulta más chocante es que afirmen que en el escenario APS se va a conseguir un calentamiento de solo 0,2ºC superior al NZE, cuando en el último caso se asume una drástica disminución de las emisiones con respecto al APS.

Hay una gráfica al principio de esta sección que me ha hecho cierta gracia, porque resuena con un argumento repetido por los partidarios del REI [ENLACE Algunas preguntas incómodas]: que el precio de las tecnologías renovables no hace otra cosa que bajar. Y es cierto que ha bajado más que considerablemente en la última década, pero también es cierto que actualmente se ve una cierta tendencia, de tres o cuatro años de duración, al estancamiento, como si el precio hubiera tocado suelo.

 


La mayoría del contenido de este capítulo es la discusión de la situación macroeconómica de acuerdo con los escenarios. Dejo aquí la tabla de los precios esperados por combustible, porque seguramente la comparación con la realidad de los próximos años será bastante ilustrativa.



3.- Rutas para el mix energético.

El epígrafe de este capítulo es "¿Se ven venir picos?". Desde luego, es curioso. Ya en el resumen del capítulo nos anuncian que, al igual que en el WEO 2023, se espera que los picos "de demanda" del petróleo, carbón y gas natural se den de aquí al 2030. Esto se muestra claramente en la figura 3.1, en la que se nos da la evolución del suministro total de energía primaria en los tres escenarios del WEO24.


Como se muestra, en todos los casos se espera una caída prácticamente inmediata de la producción de energía primaria fósil (petróleo, gas y carbón), que además será muy acelerada en los escenarios APS y NZE, y solo más moderada en el caso de STEPS. Se ve que estamos llegando al punto en el que se hace difícil disimular que el suministro de toda energía fósil ha pasado su máximo, pero por eso se insiste todo el rato en que se tratan de picos "de demanda", aunque los indicios indican lo contrario, que se trata de picos de oferta. En todos los casos se espera un ilusorio e imposible crecimiento explosivo de la generación renovable. Dado el tamaño en 2023 de la generación de energía renovable (la franja verde) podría parecer que lo que se propone no es tan descabellado, pero no se tiene en cuenta que la mayoría de esa generación actual corresponde a la renovable tradicional, es decir, hidroeléctrica y biomasa tradicional (leña, vamos), siendo la producción eólica y fotovoltaica - justamente la que se espera que crezca descomunalmente en los próximos años - menos del 2% del total. Otra cosa que llama la atención de estos escenarios es que solamente en STEPS se espera un cierto crecimiento de la producción de energía, mientras que en APS y NZE disminuye, teóricamente porque los sistemas que se usaran, de renovable eléctrica, serán más eficientes en el uso de la energía, haciendo de la necesidad (la incapacidad ni en los escenarios más fantasiosos de hacer crecer más la energía renovable) virtud (dando a entender que no importa porque haremos lo mismo y más con menos energía).
 
Llama la atención también cómo la AIE continúa insistiendo que en su escenario de referencia, STEPS, el primero de los combustibles fósiles en alcanzar su pico será el carbón, en 2025, mientras que el petróleo y el gas lo harían hacia 2030. La realidad es que la producción de petróleo crudo más condensado (que es lo que se puede usar para hacer combustibles líquidos) tocó su máximo en noviembre de 2018 y desde entonces ya ha caído un 4%, pero se está disimulando con el incremento de la fracción de "todos los líquidos del petróleo" denominada "líquidos del gas natural", que mayoritariamente se usan para hacer plásticos pero es con lo que llevamos unos años camuflando la caída de la producción de petróleo para combustibles. Por otro lado, el débil crecimiento de la producción de gas natural en los últimos años (menos del 0,8% anual) anticipa una próxima llegada a su pico. Por su parte, por desgracia al carbón aún le queda recorrido no solo para crecer, sino para mantenerse bastante elevado durante unos cuantos años más. Pero por razones políticas a la AIE le interesa hacer creer que es el carbón lo que primero caerá.

Una parte importante del capítulo se dedica a la discusión de las mejoras en intensidad energética. Como la intensidad de energía es la cantidad de energía utilizada por cada dólar de PIB producido, las mejoras de intensidad observadas en los últimos años tienen mucho más que ver con la proliferación de servicios que con mejoras reales en la eficiencia de los procesos; encima, con la deslocalización de empresas hacia China principalmente, nos encontramos que en cifras absolutas en el mundo se consume cada vez más energía, a pesar de esta mejora en intensidad energética. Y es que la intensidad energética no es realmente una medida de la eficiencia productiva, sino de la eficiencia en la generación de capital, la cual se basa con demasiada frecuencia en cuestiones espurias e insostenibles en el largo plazo. Eso no quiere decir que no haya habido ganancias reales en eficiencia, pero por desgracia se han visto más que compensadas por el incremento en el consumo de energía, fruto de la Paradoja de Jevons.

Una muestra de lo inverosímil (o de lo que realmente implican los escenarios de la AIE) es cómo cree la Agencia que evolucionará el consumo de combustible para el transporte. Ya no es la cuestión de lo poco verosímil que resulta la transición hacia un uso masivo de electricidad y de hidrógeno; es que en el escenario NZE se observa una caída enorme del consumo energético. Obviamente se argumenta que esa caída es debida a la mayor eficiencia, pero teniendo en cuenta que esto no se ha hecho nunca, no se puede garantizar que vaya a haber esa mejora real en condiciones reales y una implantación masiva. Seria mucho más probable que tal disminución fuera causada por un descenso del volumen del transporte, en realidad. En ese sentido, es interesante la discusión sobre micromovilidad y motos eléctricas.


Es curioso ver como para la demanda energética en edificios también prevén una fuerte caída del consumo energético actual en el escenario NZE, aunque en ese caso es difícil de justificar que sea por la mayor eficiencia eléctrica ya que el consumo eléctrico es semejante al de STEPS, pero allá el consumo total es mayor. La clave, que esperan una menor demanda de calefacción debido al Cambio Climático (cosa que, por el otro lado, traería mayor demanda de aire acondicionado: lo prevén, pero le dan relativamente poca importancia). Lo cierto es que la cosa no tienen ningún sentido, a no ser que se acepte que NZE es un escenario de descenso del consumo, no por eficiencia sino por pobreza.


El resto del capítulo se centra en la discusión de los cambios en otros sectores: en industria,  en electricidad, en el transporte... En el caso de la electricidad se se asume que la aportación de la nuclear será ligeramente creciente en todos los escenarios, una aberración, aunque en todo caso bastante minoritaria. También se marca una trayectoria de descenso de las emisiones rapidísima y poco verosímil. Hay toda una discusión sobre las necesidades de reforzar la red de alta tensión que para mi está completamente alejado de la realidad del mundo, teniendo en cuenta que ya solo mantener la red actual tiene un coste prohibitivo.

Y llegamos por fin al análisis detallado de la evolución para los combustibles, donde la AIE intenta acomodar la realidad del descenso geológico de la producción de los combustibles fósiles con la quimera de que en realidad hay un pico de demanda y no es que tengamos menos, es que queremos menos.

En la Tabla 3.1 tenemos un resumen de la previsión para la producción y demanda de petróleo en los tres escenarios. Espero dedicarle un post específico de aquí unos días, pero ya se ven cosas bastante claras: la caída de la producción de petróleo convencional desde los 70 Mb/d que se producían en 2005, el reducido margen que le queda al tight oil (y eso que el aumento de 2 Mb/d hasta 2035 es absolutamente inverosímil) y también que la principal fuente de aumento de lo que se denomina petróleo son los líquidos del gas natural, la mayoría de los cuales no se pueden usar para producir combustibles líquidos. Pero, eso sí, seguimos con el discurso de que el pico se debe a la demanda.


El resto de la sección no es demasiado interesante. Únicamente destaca que incluso en el escenario STEPS (el más conservador) se observa un fuerte desplome de la gasolina, mientras que la producción de diésel y de queroseno se mantendría elevada. Justo lo contrario de lo que se está observando, en realidad.

En el caso del gas natural, la previsión en el escenario STEPS es que sea la caída de la producción del gas natural la que acabe arrastrando a la caída del total. Lo cual es verosímil; lo que no es verosímil es el ritmo de decaimiento previsto, que es demasiado lento.


En cuanto al carbón, se prevé una caída que es importante incluso en el escenario STEPS, y con carácter inmediato. En este caso tampoco es verosímil, pero por la razón opuesta, y es que es probable que la producción se mantenga relativamente elevada durante otros diez años al menos, dadas las características geológicas de este tipo de recurso. La idea es que va a caer muy rápido el uso del carbón en las centrales térmicas de producción de electricidad. Ojalá así fuera, porque el carbón es el combustibles fósil más contaminante y con mayores emisiones de CO2, pero por desgracia me cuesta de creer que sea eso lo que va a pasar.


El resto del capítulo es una proyección de crecimiento para los sistemas renovables absolutamente exponencial. Y un gran incremento de la potencia nuclear instalada, aunque, como pasa demasiado frecuentemente, este WEO tiene la anomalía de no mencionar ni una sola vez la palabra "uranio", precisamente cuando se están viviendo unos problemas de suministro del combustible nuclear por excelencia.

El resto del capítulo es previsible: vehículos eléctricos, bombas de calor y mucho hidrógeno. Nada demasiado interesante, y mucha tecnofantasía.

4.- Discusión de las incertidumbres del WEO.

Este capítulo pretende explorar cómo de sensibles son los diversos escenarios a posibles problemas, sobre todo a nivel geopolítico. Yo, que he trabajado en temas relacionados con la sensibilidad de los modelos numéricos del océano a las condiciones iniciales, encuentro que los modelos de la AIE son muy poco sensibles, lo cual hace poner en duda su fiabilidad: si los caminos están fuertemente predeterminados y no dependen en demasía de los condicionantes externos, quiere decir que más que un modelo de predicción lo que tenemos es un reflejo de las trayectorias que se han fijado a capón. Por demás, el conjunto de problemas que explora la AIE es muy superficial y con poco contenido técnico: por ejemplo, no parecen pillar que las renovables introducen problemas de inestabilidad que limitan su porcentaje de penetración. Eso sí, el hype del momento (la expansión estratosférica de los centros de datos por la irrupción de la IA) sí que es uno de los potenciales problemas explorados. Que otro de los problemas sea el exceso de suministro del gas natural licuado demuestra cómo de perdidos andan en la AIE.


Capítulo pobre, con muy poco a aportar. Una oportunidad perdida de abordar una cuestión crucial con un poco de seriedad.


5.- Seguridad energética, asequibilidad y sostenibilidad.

Este capítulo es en cierto modo un contrapunto del anterior, pero aquí el acento se pone en las políticas económicas, como si de alguna manera se pudieran contrarrestar los problemas materiales del mundo real con las políticas apropiadas.

La primera parte del capítulo se dedica a la cuestión de la "seguridad energética", que tiene que ver con los problemas de suministro y que engloba a la forma políticamente aceptable de hablar del pico de producción de los combustibles fósiles. Pero se aporta muy poco: que si la cuota de mercado de la OPEP, que si riesgo de falta de inversión... Pero todo se minimiza con la idea de que las renovables se van a ir imponiendo y van a evitar los riesgos asociados a la concentración de la producción en pocos países y de cortes en los suministros por problemas geopolíticos. Tan absurdo como suena. Otro riesgo es el Cambio Climático, pero sus escenarios de temperaturas extremas son bastante moderados (y poco realistas) y los eventos extremos se mencionan pero no parecen interorizar lo que significan.

Mayor (y mejor) discusión merece la seguridad eléctrica. Aquí se discute de nuevo el concepto de flexibilidad, igual que en el WEO del año pasado, pero en el general hay una confianza a ultranza en la tecnología.

También se discute con cierta extensión la cuestión de los materiales críticos, pero como la visión sigue siendo la de la economía clásica, se acepta sin discusión el principio de infinita sustituibilidad de los factores de producción y que nunca habrá problemas de oferta y todo es cuestión de precio. De hecho, la volatilidad de precios de estos años (un claro síntoma de que hay problemas de suministro) es interpretada incorrecta e interesadamente como una muestra de que los mecanismos de mercado funcionan.

La segunda parte del capítulo se centra en la cuestión de la asequibilidad. No solo es cuestión del precio nominal de la energía, sino si la gente realmente se la puede permitir, teniendo en cuenta su nivel real de renta. De nuevo, se aborda un tema interesante para su discusión, pero en seguida se da por hecho de que los precios se van a mantener moderados porque la revolución tecnológica es imparable y la transición al REI será todo un éxito. En fin... Y por supuesto que no falte una loa a cuánto empleo va a generar el sector de la energía limpia.

La tercera y última parte del capítulo se dedica a la cuestión de la sostenibilidad. Un tema de nuevo muy interesante y cuya discusión se ve en seguida fallida cuando vemos que sólo quieren hablar de Cambio Climático y dentro de éste solo de las medidas de descarbonización, como suele ser habitual en medios institucionales (es la famosa "visión en túnel de carbono"). Teniendo en cuenta de lo miope y de poco alcance que es su visión sobre la gravedad del Cambio Climático, ni siquiera esta parte de la discusión es de mucha utilidad. Se habla también de inversiones, pero toda esta parte me parece increíblemente fantasiosa.

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En definitiva, este WEO es una nueva oportunidad perdida de explicar realmente el que está pasando, mientras se intenta desesperadamente vender un relato triunfalista de que se está haciendo una transición energética exitosa hacia un futuro brillante y que en los próximos años vamos a ver una aceleración de la misma. Yo solo puedo estar de acuerdo con lo de la aceleración, pero me temo que no va a ir en la misma dirección maravillas que dicen éstos. Un día llegará en el que se tendrá que poder exigir responsabilidades a la AIE por confundir no ya a la opinión pública sino a nuestros gobernantes sobre la realidad y forzar que sigamos el camino tan terrible que estamos siguiendo y que, me temo, continuaremos transitando unos años más, hasta que la disfuncionalidad sea tan evidente que algo se quiebre.

Salu2.
AMT
 

P. Data: Como verán, estoy intentando poner al día el blog. Han sido semanas muy intensas con muchas presentaciones del libro, muchos plazos de entrega de proyectos y algunos cambios importantes en mi vida personal que me han sustraído tiempo (aparte de mis obligaciones parentales con respecto a la nueva generación de futuras científicas). Espero sacar durante los próximos días los posts propios del final del año y que a partir de ahí se normalice el flujo de posts. Nos vemos en breve; entre tanto, Feliz 2025.