viernes, 25 de julio de 2025

Ricochet


 

Queridos lectores:

Como seguramente sabrán si viven a este lado del Atlántico, el Gobierno de España fracasó recientemente en su intento de convalidar el decreto-ley de medidas urgentes para reforzar el sistema eléctrico. El decreto fue inicialmente aprobado por el Gobierno el 24 de junio, pero necesitaba ser convalidado por el Congreso en el plazo de un mes, y en la votación del pasado 22 de julio fue rechazado (y por tanto queda sin efecto). 

Se le ha dado mucha importancia a este decreto debido al sobresalto que causó el apagón general en España del pasado 28 de abril. Desde el Gobierno y desde las grandes compañías eléctricas se ha insistido en que este decreto era indispensable para evitar futuros apagones. En los últimos días, viendo que no habría una mayoría suficiente para la convalidación del decreto, las grandes eléctricas se prodigaron en declaraciones de todo tipo, inclusive diciendo que, de no aprobarse, se pondrían en riesgo inversiones por valor de 200.000 millones de euros.

Se ha hablado muchísimo sobre las motivaciones de carácter político de los partidos que han votado en contra, y se han agitado con gran aspaviento espantajos caros a los industrialistas, como asegurar que quienes se han opuesto son "negacionistas", "retardistas" o que "atentan contra la causa climática", dando por bueno el muy cuestionable argumento de que este modelo de la Renovable Eléctrica Industrial (REI) permite avanzar en la descarbonización, cosa muy discutible por muy buenas razones. Pero es que encima, esas posiciones maximalistas de los industrialistas generan mayoritariamente el efecto contrario al que persiguen, reforzando la visceralidad de los que rechazan el REI. 

En todo caso, yo quisiera dejar de lado esas consideraciones políticas y los dimes y diretes, y centrarme en las cuestiones más de carácter técnico. En particular, qué es lo que dice el decreto derogado y si realmente es tan grave su derogación. Y también, analizándolo, si se puede entender las causas de los partidos que han votado en contra (y a favor).

La primera observación que se puede hacer es que más que un decreto de medidas urgentes para evitar un apagón, lo que tenemos aquí es una ley ómnibus que regula muchos aspectos relacionados con el mercado eléctrico. Peor aún, las medidas que se proponen son muy dispares y algunas de ellas son bastante cuestionables. Se pueden clasificar las medidas en tres grandes bloques: medidas técnicas que efectivamente sí pueden ayudar a prevenir apagones, medidas dirigidas (aunque no se reconozca) a rescatar el sector renovable, y medidas dirigidas al fomento de la electrificación de la sociedad. Esta clasificación no es exhaustiva y así queda aún un buen puñado de medidas misceláneas que no se corresponden a estos tres tipos (incluyendo algunas muy importantes y positivas, como la extensión a 5 km la distancia para constituir comunidades energéticas), pero aún así los tres tipos definidos son el grueso de la norma.

Esto ya plantea una primera reflexión: si esta norma en vez de en forma de decreto-ley se hubiera planteado como una ley, habría dado lugar a la posibilidad de que se realizaran enmiendas a los apartados concretos que son más discutibles, y producir una ley acordada por la mayoría del Parlamento. Por supuesto que una ley tiene una tramitación lenta, pero parecería más lógico haber incluido en el decreto solo las normas de tenor más técnico (que, al tiempo, son las más urgentes) y que por tanto serían menos controvertidas, y dejar para la tramitación de una ley posterior todo lo demás. Con esta argucia de meterlo todo en el mismo decreto-ley y así intentar forzar un trágala al resto de partidos (una mala praxis legislativa por desgracia habitual en España, donde se abusa de los decretos-ley), al final lo que se ha conseguido es que se haya rechazado todo, tanto lo conveniente - y urgente - como lo discutible.

Dentro de las medidas de carácter más técnico, hay muchos aspectos regulación, de supervisión y de instalación de sistemas que dotarían a la red de transporte, que opera Red Eléctrica Española, de una mayor estabilidad y robustez. Sin entrar en el detalle de cada medida, lo que cabe preguntarse es quién pagaría todos esos sistemas que se tienen que instalar - a mi entender, parte de ellos son sistemas de planta, que deben acompañar a cada planta de generación y que por tanto deberían ser pagados por sus titulares.

En cuanto a las medidas de rescate, aparecen mezcladas con otras y a veces tienen una componente de carácter general y otra realmente pensada para favorecer (por no decir rescatar) al sector renovable. Conviene recordar que estamos viviendo, desde hace ya unos meses, un progresivo hundimiento y desinversión en energía renovable y sus derivados, no solo en España sino en el mundo, fruto del fracaso a estas alturas innegable del REI que tanto hemos discutido y sobre al que ahora no volveré. Lo que más se ha discutido estos días es la pérdida por caducidad de las concesiones de acceso a la red para los proyectos aún no acabados (los llamados hitos administrativos), con fechas de ejecución en varias fases y que el decreto ampliaba por tres a cinco años. Obviamente, la pérdida de estos derechos de conexión es un gran varapalo, pero no olvidemos que actualmente hay un exceso de capacidad de generación eléctrica en el estado español (130 GW de potencia instalada para un consumo medio de 26,5 GW) y que realmente ya no hay tanto negocio (y por eso los inversores llevan tiempo retrayéndose). Para mi son mucho más importantes otras medidas que claramente buscaban mejorar la rentabilidad de los proyectos renovables con argucias cuanto menos feas (como eximir en ciertos casos de las declaraciones de impacto ambiental, promover la utilidad pública que favorece expropiaciones forzosas, o dar ciertos privilegios de acceso a las instalaciones con baterías). Justamente, uno de los aspectos que probablemente va a ser el caballo de batalla de los próximos años va a ser el de las instalaciones híbridas, consistentes en renovables y bancos de baterías, que tanto servirán para generar electricidad como para almacenar y ayudar a regular la red. En realidad, dada la clara contracción del negocio de la producción renovable, muchas empresas del sector se están posicionando para dar un nuevo servicio, el de regulación de la red usando baterías. El problema de las baterías, además de sus elevados costes, es que no son generación de electricidad, no producen energía, sólo la gestionan, así que en realidad son más bien un coste. En ese sentido, el decreto abonaba el terreno para que se retribuyese de varias maneras este tipo de instalaciones, siendo el modelo de hibridación una de las fórmulas que más posibilidades ofrecía, tanto a través de ayudas y subvenciones como con un acceso ventajoso a la red.

Otra de las medidas llamativas de rescate es la rebaja temporal y solo aplicable a 2025 de las horas mínimas de funcionamiento exigidas a las plantas fotovoltaicas para poder acceder al régimen de retribuciones que tienen. Esta medida busca compensar el hecho de que desde el 28 de abril se ha forzado una mayor generación con centrales de ciclo combinado para garantizar la estabilidad de la red, y en general el aumento de curtailments por necesidades técnicas. Con una red saturada de plantas fotovoltaicas, es imposible que todas las plantas puedan acceder al régimen de retribución, no ya este sino ningún año a partir de ahora, pero obviamente la esperanza del legislador es que muy rápidamente se instalen un montón de baterías y sistemas de estabilización y se puede conseguir producir más y más energía fotovoltaica. 

Por último, están todas las medidas pensadas para favorecer la electrificación de la sociedad, que en realidad son medidas pensadas para incrementar el consumo eléctrico. Recordemos que en España, al igual que en la Unión Europea, el consumo de electricidad lleva cayendo, con altibajos, desde 2008.

 

Estas medidas son las clásicas, incluyendo - cómo no - el fomento del coche eléctrico. Por supuesto, una perspectiva completamente alejada de la realidad social de España, y es que aún no han conseguido entender por qué el consumo de electricidad continúa estancado desde hace años en el 23% del consumo de energía final, y que, de hecho, en cifras absolutas sigue cayendo. Algún día, alguien debería plantear una auditoría del Plan Nacional Integrado de Energía y Clima y hacer una reflexión crítica de por qué las previsiones están tan alejadas de la realidad.

El fracaso de la convalidación de este decreto supone que el negocio renovable en España se encuentra en una situación crítica. Entre los curtailments y la desinversión, se vivían momentos muy críticos; pero sin el balón de oxígeno del decreto, necesario para sobrevivir el tiempo suficiente para hacer las reconversiones necesarias, muchos proyectos echarán el cierre y hay el riesgo de que el goteo se convierta en desbandada, y la desbandada en pánico. El sector entero podría colapsar, causando un daño gigantesco a la imagen pública de la energía renovable, y por abuso de extensión, ay, a la lucha contra el Cambio Climático. Todo por haber apostado ciegamente por un modelo erróneo, el REI, ignorando los repetidos signos de que no estaba funcionando. El Gobierno de España intentará relanzar el decreto por otras vías, pero el tiempo se agota y el calendario estival no ayuda. Dependiendo del clima internacional, si no hay un cambio rápido, a la vuelta de vacaciones se puede vivir una auténtica debacle. Y entonces, todos esos industrialistas que nos hostigaron a los que avisábamos de que este modelo era insostenible, deberían de reflexionar si realmente no se han equivocado con su actitud. Y, ya puestos, podrían pedir perdón. Aunque lo más importante en ese momento será ver cómo recomponer los platos rotos y cómo plantear rápidamente un modelo de transición que, éste sí, funcione, porque lo necesitamos urgentemente.

Salu2.

AMT  

jueves, 3 de julio de 2025

Distopia XIII: Ordre d'evacuació

   

- Però, per què hem de marxar?

- Avi, ja ho saps. Ja ho hem parlat moltes vegades. Va, vinga, que els pares ens esperen al cotxe. 

L'avi mirava el Jaume amb cara de perplexitat, sense entendre res, sense voler entendre res. El Jaume va sospirar, i amb veu suau i calmada, li va dir.

- Au, avi. Agafa les teves fotos i posem-les a la meva motxilla.

- Les meves fotos, no, noi. Les meves fotos, no! - va reaccionar, irat, el padrí. Va remugar dos o tres frases que el Jaume no va arribar a sentir, i després va dir, amb veu baixa - Ningú no toca les meves fotos.

El Jaume es va mirar el seu avi de fit a fit, i sense aixecar la veu però amb fermessa li va dir.

- És clar, avi. Són les teves fotos. Ningú més que tu les tocarà. Però no les voldràs deixar aquí, oi que no? 

- No, no, és clar - va dir l'avi - això mai... Però, per què hem de marxar?

- Avi, ja ho saps. Han donat l'ordre d'evacuació. Tothom ha de marxar - va donar uns segons perquè l'ancià assimilés el que acabava de dir, i va afegir - Avui és l'últim dia per marxar. No podem esperar més. Avi, que ja comença a fer massa calor, pensa que demà som abril ja!

- Sí que fa de calor, sí - va dir l'avi, pensiu - Què dius d'abril, nen. Al mes d'abril no fa calor encara, mainada!

- Això era així quan tu eres nen, avi, però ara el mes d'abril fa una calda de morir-se. Avi, no podem esperar més, hem de marxar.

De sobte, el pare va aparèixer a la porta de l'habitació.

- Què feu encara aquí? Hem de marxar ja, au. Ja són les vuit del matí.

L'aire tenia aquell sobreescalf enganxós de quan ja no refreda a la nit molts de dies seguits. El pare estava tot suat, només de l'esforç de carregar les últimes coses al cotxe. Va mirar l'avi amb cara de pomes agres, amb un indissimulat retret als ulls, i va obrir la boca per dir quelcom que segur no calia, però el Jaume va fer un xiscle i li va fer que no amb la seva mirada, ben enfadat. El pare es va quedar parat, va tornar a mirar a l'avi, després al Jaume i va dir.

- Hem de sortit quan abans millor. El cotxe ja no està per a gaires romanços, i si ens agafa la calor forta no sé jo si el radiador aguantarà. M'estimo més marxar amb la caravana de refugiats, com a mínim no hi serem sols, o sigui que espavileu. Teniu cinc minuts.

I sense donar temps a respondre va marxar.

El Jaume es va quedar quiet un moment, mentre l'avi semblava estar paint el que acabava de dir el pare.

- Però - va dir amb un fil de veu - quina dèria l'ha agafat a tothom de voler marxar...

- Avi, ho ha ordenat el Govern. Ningú no es pot quedar aquí ja. Tots hem de sortir d'aquí, o sinó...

- O sinó què, fill? O sinó què? - l'avi va clavar la seva mirada sobre el seu net.

- O sinó morirem, pare - la veu suau però plena d'autoritat de la mare va respondre des de la porta.

La mare va entrar a l'habitació, i es va posar molt a prop del seu pare, front gairebé fregant front, els ulls mirant als ulls, mentre l'agafava les mans.

- Pare, agafa les fotos. Les de la mare, les del casament, les del meu bateig i el meu casament, les del bateig de la Marina i el seu casament, les fotos amb els nets... 'gafem-ho tot i marxem, pare.

Els ulls de l'avi tremolaven, una mica humits.

- Però, Marta, filla, perquè moriríem si ens quedem aquí? Aquesta és casa nostra, bé, és casa vostra però també d'aquest pobre vell.

- Demà tallaran l'aigua i la llum, pare - la mare va començar a agafar les fotos amb moviments lents però precisos, una per una, donant-li al seu pare i guiant la seva ma tremolant i confosa dins de la motxilla del Jaume - i no podem viure sense llum i sense aigua, pare. La calor ens mataria el primer dia.

- Però, Marta, perquè tallen l'aigua i la llum? Aquest dròpols ens volen fer fora a la força!

- No, pare. Aquí ja no es pot aguantar. Aquesta casa fa figa, pare. Les parets estan cremades pel sol i la pols, i no sé jo si aguantarien una nova tempesta.

- Però Marta - els ulls de l'avi es van il·luminar de cop - podem anar a la masia! Jo allà hi he viscut tota la vida, tenim aigua al pou i s'està més fresc.

La mare continuava guiant les mans del seu pare, poc a poc endreçant les fotos dins la motxilla.

- Pare, la masia ja no hi és. No te'n recordes? Es va enfonsar amb la tempesta del 34. Per això et vas venir a viure amb nosaltres.

- És cert, és cert - l'avi semblava una mica confós - aquest vell cervell meu a vegades té problemes per recordar.

La mare seguia endreçant, guiant les mans del iaio amb suavitat, a la velocitat justa per no esverar-ho. Mirant el quadre, el Jaume va pensar en com s'ho feien les mares per fer-te fer el que elles volen i que sembli que ho has fet tu.

- A sobre - va prosseguir la mare - el pou es va assecar, pare, se'n recorda? Quan tots els arbres es van morir...

- Ai, sí, i els que van arrencar aquells malparits! - la ma de l'avi es va tancar en un puny, i la mare es va esperar uns segons, els precisos però cap més, perquè es relaxés de nou i seguir endreçant.

- Sí, pare, vam perdre els arbres i sense ells el terra es va assecar, i després el pou, i en poc temps allà no creixia res. I després va venir la tempesta i adéu-siau masia.

- Adéu-siau... - va repetir maquinalment l'avi. Les fotos ja estaven totes endreçades a la motxilla, i la mare va començar a passar la cremallera - Però, Marta, i la Marina? Perquè no anem amb la Marina? Té una casa enorme i preciosa, més amunt, a la muntanya, allà mai fa calor - els seus ulls l'humitejaven.

El Jaume va sentir fred al cor. La mare es va aturar de cop. El seu cos va reaccionar instintivament, com si de cop li faltés l'aire. Va respirar fondo i es va donar un segons per refer-se, recuperant la compostura. Després, va tornar a parlar amb el mateix to suau però ple de seny i d'autoritat.

- Papa, la Marina és morta. Ella i tot la seva família. Jo ho saps. No hi ha casa a on anar. Només podem marxar, papa - la Marta va tocar la galta del seu pare amb el palmell - Papa, si hi hagués alguna manera de quedar-se aquí, saps de sobres que jo em quedaria. Però no pot ser, papa. I hem de pensar en els nens - va desviar la seva mirada al Jaume, conduint també la carona del seu pare cap al net.

El Jaume es va sentir molt incòmode, però no es va moure del lloc. El seu avi però va reaccionar per fi, com sortint d'un somni.

- Tens raó, Marta. Tens raó. Tens raó com l'has tingut sempre, filla. Pobre Marina - l'avi no va fer res dissimular els dos reguerots que li baixaven per les galtes, però se'n va encaminar a la porta mentre la mare li passava el braç per les espatlles. Just en passar la llinda, va girar el cap al Jaume i li va assenyalar la motxilla, que havia quedat al terra.

El Jaume va agafar la motxilla i va començar a caminar seguint les seves passes, però es va aturar uns segons per mirar enrere. Aquella era la seva casa, el lloc al que havia passat la seva infància. Tots aquells records quedarien sepultats sota la pols seca de l'ardent desert en que acabaria convertint-se tota la seva ciutat.

El Jaume, però, ja no era un nen. Ja no. El poc que li quedava, l'havia arrencat aquella calor, aquelles tempestes, aquelles morts de la gent que s'estimava... Com trobava a faltar el seu cosí Oriol, Déu meu.

Ja no ho era, de nen, però tampoc no hi havia temps per ser-ho. Va sentir la veu del seu avi, uns metres endavant, una mica esmorteïda pel clàxon que el pare, impacient, havia començat a fer sonar.

- I ara, on anirem, Marta? On anirem?

- Al nord, papa. Sempre cap al nord.

 

Antonio Turiel.

Juliol de 2025.  

 

P. Data: Los lectores habituales habrán comprobado que, contariamente a lo normal en este blog, este post no está escrito en castellano sino en catalán, pero creo que la ocasión lo merecía.

miércoles, 2 de julio de 2025

Yo acuso


 

*En vísperas de la tormenta que destruirá la ciudad de Barcelona.

Yo acuso.

Acuso a las administraciones, pasadas y actuales, que en medio del caos climático creciente, decidieron que no era un tema lo suficientemente importante como para tomar medidas adecuadas para prepararnos.

Pero acuso principalmente al actual Govern de la Generalitat y al actual consistorio de l'Ajuntament de Barcelona de vivir de espaldas a los crecientes signos del peligro. Los acuso por ser los que conozco mejor, pero también acuso con ellos a todos los gobiernos municipales, autonómicos y del estado español, por la misma temeridad e imprudencia.

Cuando tenemos, ahora mismo, un mar Mediterráneo con una temperatura superficial 3 grados superior a la que tenía en 1980, y en algunas zonas llegando a 5 grados. Cuando estamos sufriendo una de las peores olas de calor marina, en extensión, duración y amplitud, en el Mediterráneo Occidental.

Cuando sufrimos una terrible DANA en la ciudad de Valencia hace 8 meses, lo cual pudo ser tan destructiva, entre otros motivos, por un mar anómalamente cálido, que proporcionó más energía y más agua precipitable a las tempestades.

Cuando los estudios recientes nos muestran que la tasa de calentamiento global se ha multiplicado por cuatro durante la última década y que se está alterando completamente la circulación del océano y la atmósfera, con consecuencias que aún no somos capaces de anticipar. 

Cuando se están ignorando todos los avisos de la comunidad científica, de los grupos ecologistas, de la payesía y de la ciudadanía en general, que dicen que así no, que por aquí no.

Por todo eso, yo les acuso.

Yo les acuso de promover obras que solo sirven para acrecentar el desastre, como la ampliación del aeropuerto de Barcelona o el desbroce de amplias zonas para el paso de nuevas líneas de alta tensión para la evacuación de una hipotética energía eléctrica renovable que no tiene demanda. Simplemente porque solo son capaces de pensar en hacer negocios como siempre, cuando nuestro mundo ha cambiado para siempre y es algo completamente diferente ahora mismo.

Yo les acuso de, a pesar de tener, en este mismo momento, avisos meteorológicos muy claros, como la actual ola de calor y los nada alentadores pronósticos para las próximas semanas, de no haberse lanzado a una campaña de protección de la población, sobre todo la más vulnerable.

Yo les acuso de no haberse preparado para una necesidad masiva de refugios bioclimáticos, y máxime en una situación de interrupción del servicio eléctrico después de una catástrofe. Y de no haber previsto cómo ofrecer agua, alimentos, cobijo y asistencia médica oportuna en medio de la catástrofe prevista.

Yo les acuso de no haber previsto, ni para Barcelona ni para ninguna otra parte, de medidas para disminuir las pérdidas humanas en caso de grandes avenidas, de no haber estudiado qué zonas serían más vulnerables, qué edificios o calles se hundirían.

Yo les acuso de no haber gobernado para la mayoría, para la gente que les ha escogido para representarles.

Pero, por encima de todo, yo les acuso de todas y cada una de las muertes que podían haber evitado y no quisieron evitar por primar una visión miope centrada en el beneficio económico de unos pocos.

Y mi rencor será eterno por el dolor de todas esas personas a las que conozco y que quiero, y que perderán la vida porque ustedes estaban más pendientes de complacer al rico que de servir a los ciudadanos. 

Antonio Turiel

2 de julio de 2025

 

* No hay que tomar esa frase inicial, impactante, al pie de la letra. Obviamente, la tempestad no llegará mañana, si no en un período indefinido de tiempo aunque en todo caso no será de muchos años. Y por supuesto Barcelona no quedará completamente destruida, pero sí que sufrirá daños importantes que la afectarán durante años (o hasta que la siguiente tormenta haga aconsejable ir abandonando cosas). Por último, quizá Barcelona tenga suerte en el futuro más inmediato y sea otra ciudad la que reciba el castigo: poco importa.