Antes de partir de Chile, quería proporcionarles la cuarta y última entrega del ensayo de Edgardo Farías acerca de la interpretación de la curva de Hubbert (enlaces a la primera entrega, a la segunda y a la tercera). Como siempre, espero que sea de su interés.
Salu2,
AMT
Rompiendo una lanza por los colapsistas… o una interpretación libre de la curva de Hubbert (y IV)
Parecíamos que habíamos llegado al final del camino y resulta que solo era una curva abierta a otro paisaje y nuevas curiosidades (José Saramago)
Ya en el corolario de esta serie de posts, supongo que es un buen momento para recordar lo señalado, a modo de advertencia, en el primero de ellos: Los datos, someros y gruesos, su interpretación, no tienen tanto de rigor científico como de licencia poética; no pretendo establecer matemáticamente una hipótesis temporal respecto del desarrollo de la curva de Hubbert y en qué punto de ella nos encontramos; tanto como abrir, siquiera un poco, las perspectivas y de ser posible, observar ciertos elementos que esa nueva mirada nos entrega o que nosotros podemos interpretar, esta vez , con otros ojos.
Mi idea, mi teoría, mi divagación, como quieran llamarla, era simple, la curva de Hubbert, que es una función gaussiana, es también muchas cosas más, entre ellas es un ciclo y un reloj. Que, desde la perspectiva anterior, la asimilación de la curva de Hubbert a un reloj de 24 horas ó a un día, quizás podía (porque así lo dictaría la simetría y el equilibrio oculto de los engranajes del destino) darnos una nueva idea de en qué punto de madurez de este ciclo civilizador nos encontramos. Que, en el desarrollo de esa hipótesis, tomando un punto de partida y otro más para medir la velocidad de desplazamiento del tiempo, este reloj tiene su inicio en 1859 a las 00:00 y se detiene el 2052 a las 24:00; que el inicio de la meseta quedó fijado a las 10:00 (1940), el cenit corresponde al año 1954, y que la bajada de la meseta de la curva de Hubbert se sitúa alrededor de las 14:00 esto es el año 1972. Que el Rosy scenario de Orlov, o el colapso catabólico de Greer - el proceso de Gran Exclusión como lo denomina Antonio Turiel- no están adelante, sino que en estos precisos instantes estamos viviendo, de ellos, sus últimos estertores. Por último que hoy, año de nuestro señor Jesucristo de 2016, corresponde a las 19:30 horas y que por tanto, solo nos quedan 30 minutos, 4 años, antes de que se nos venga la noche más oscura.
Ahora, supongamos que todo lo anteriormente señalado tiene ese mínimo de probabilidad de ser cierto como para, al menos, considerarlo, darle una vuelta, sobre todo en lo referente al punto, al momento, de la curva de Hubbert, en que la humanidad, en estos instantes, se encontraría…y que en este ejercicio, deliberadamente, es muy, muy abajo. Y cuando digo lo anterior me detengo, porque, precisamente, la intención era llamar la atención a los muchos que creen que, o todavía no caímos por el lado derecho la curva de Hubbert -o recién comenzamos a hacerlo- y por tanto, el colapso, el de verdad, esta mínimo un par de décadas por delante. Y la pregunta que al final me hago: bueno…y, si lo planteado en esta serie de post tuviera un mínimo de asidero, entonces ¿qué es lo que estamos mirando mal que nos puede estar dando esa sedativa pero falsa sensación de tranquilidad? Veamos.
Lo primero, conjeturo, sería señalar lo increíblemente frágil de nuestra mente, nuestra percepción de lo real; sencillamente nos formulamos una idea de la realidad, luego la dibujamos y luego, observando el dibujo, establecemos que idea de la realidad, dibujo y realidad son la misma cosa. Observen la siguiente imagen:
De izquierda a derecha la primera de las curvas (Curva N° 1) es la que cotidianamente consideramos políticamente correcta, lo que se dice una curva de Hubbert en el sentido clásico del término. Pero, oh, contradicción, si hemos de estar solamente a los datos de producción de hidrocarburos, que (y luego me detendré en ese punto ) es la base angular para construir la curva de Hubbert clásica, en realidad la curva que está al medio (Curva N° 2) es, de hecho, mucho más cercana graficando la realidad que la anterior; en efecto, si la producción ha ido aumentando constantemente con el paso de los años, nuestra de curva de Hubbert real no puede tener curva y solo se debe expresar como una cuesta ascendente que se extiende, por ahora, al infinito. Luego y entonces pregunto: Si damos por cierta la primera, entendemos que, stricto sensu, aún más cierta es la segunda, ¿porque no puede ser cierta la tercera?, o en otras palabras: ¿se puede ir, derechamente, bajando la curva de Hubbert, aun aumentando la producción?... yo creo que sí.
Vuelvo entonces sobre mis pasos y retomo la figura de la curva de Hubbert como un reloj de 24 horas, como un día en la historia del hombre. Y mi primera impresión es que uno se asombraría con la cantidad de apreciaciones que consideramos lógicas a la luz de la mañana, pero que a veces no lo son tanto; nos parecen tan simples los fenómenos, estamos tan encima de ellos, que pocos se detendrían para verificar las conclusiones a las que llegamos. Entonces, supongamos, observando la gráfica de una curva de Hubbert cualquiera, que la línea que la dibuja es la línea en la que se mueve el sol en el firmamento. Lo primero entonces podremos concluir es que, efectivamente, el momento en que el sol está en su cenit (12:00 hrs.) es el más luminoso y más caluroso del día… o no?
Es extraño el tema de la luminosidad del día, por de pronto, apenas el sol asoma totalmente por el horizonte, digamos a las 09: 00 am, está igual de luminoso, que a las 17:00 horas. La verdad es que si nos hicieran mirar un espacio iluminado por la luz del sol, sin otro elemento para determinar la hora (sombras, el punto en que se encuentra el sol en el cielo) no muchos podrían establecer correctamente la hora. La luminosidad cotidiana no tiene una dinámica, al menos perceptible, de un in crescendo hasta alcanzar su cenit, y luego un diminuendo hasta que el sol se oculta. Lo cierto es que el sol entre las 09:00 y las 18.00 de un día cualquiera nos entrega el mismo grado de luminosidad. Pero la explicación anterior, es solo un acercamiento a otro fenómeno, mucho más interesante, si se quiere, a la hora de analizar e interpretar la curva de Hubbert. Porque, si analizando la luminosidad podemos concluir que es la misma durante todo el día, no sucede los mismo cuando se trata de analizar el calor que acumula un día, en este caso el fenómeno es totalmente el contrario. Y cuando digo calor estoy diciendo energía y más específicamente energía acumulada.
Observen un día estival cualquiera, nunca el momento de más calor del día coincide con el momento en que el sol se encuentra más alto en el horizonte o en su cenit. No señor, a las 12 del día en el cenit del recorrido del sol hace calor, pero el peak de calor se produce, entre las 16 y 17 horas. El sol ya ha bajado mucho por el lado derecho de la curva de Hubbert cuando el termómetro sentencia los 35°, 36°, 37° grados de ese día. Así, a nadie se le ocurriría decir “vaya, hay 35 grados y hace un minuto bajamos de los 36, luego son las 12:00 horas con 10 minutos y acabamos de pasar el cenit del sol”.
Creo, desde mi formación (las letras), tener una explicación para el fenómeno anterior: acumulación. La energía que no se pierde, o almacena, se acumula. La acumulación (del latín cumulus, montón, excedente) no se pierde porque no desaparece inmediatamente, ni se almacena porque no se guarda para ser, luego, utilizada. Y, sin embargo, ahí está…a las 08:00 de la mañana limpiando de humedad el pasto de los potreros, que ha dejado el sereno o el fresco de la madrugada. A las 10 de la mañana, calienta de a poco las tablas de las paredes, las tejas o zinc de los techos, los mendigos y punkies durmiendo la mona en la Plazoleta del Rosario de mi ciudad, las calles, árboles, edificios. A las 11: 00 am la temperatura es exquisita, este servidor debe vencer la tentación de salir arrancando de su oficina a comprar unas cervezas y algo de carne y no hacer nada más durante el día. Pero a las 13:00 las latas y el concreto queman, la tierra achicharra, la atmósfera se calcina en los pulmones, el agua hierve… a las 16.00 horas todo arde. ..acumulamos energía- ni siquiera eso, se acumula energía, se amontona energía- y, por tanto, doblamos su efecto. ¿Será por lo anterior que Dios, en su infinita sabiduría, solo una vez se permitió el milagro de detener el sol, a pedido de Josué (Libro de Josué, cap.10 v.12) o será que ya no le complacen las matanzas que se hicieron bajo un sol que no se movió en 2 días? Vaya a saber uno.
Pero, en fin, volviendo con el tema y el punto, digamos que nuestra sociedad sufre, por necesidad, del Mal de Diógenes en materia energética. Producimos actualmente alrededor de 94 millones de barriles de petróleo (utilizando la acepción más genérica del termino) por día, y sin duda llegaremos a los 100 millones de barriles de petróleo por día. La pregunta que cabe hacerse es si el simple aumento de la producción es indicativo que aún no hemos llegado al cenit de la curva de Hubbert? Parece que muchos pensamos que sí, que el razonamiento anterior es el correcto. ¿Nadie se ha puesto a pensar que, tal vez y solo tal vez, la forma en que está construido nuestro sistema civilización (que en realidad es solo otra forma de decir la forma en que está construida nuestro sistema de generación y distribución energética) provoque que aun bajando la curva de Hubbert y posiblemente en razón precisamente de ello, nos veamos obligados a producir más energía que menos? Piénselo, hemos construido estos últimos 50 años la mayor cantidad de represas hidroeléctricas, centrales térmicas, a gas, a carbón, centrales nucleares, líneas de tendidos eléctricos, plantas de distribución de electricidad, fabricas, carreteras, vehículos, maquinarias, edificios, ciudades, hemos duplicado la cantidad de personas sobre el planeta, todo lo cual no puede funcionar (o vivir) sino con una fuerza de succión (producción de hidrocarburos) que solo debe ir a más.
Son siempre los arboles los que no dejan ver el bosque, hemos construido tanta civilización, que hemos confundido más con mejor, y eso, en el ámbito energético, será fatal. ¿Tenemos más energía? sí claro que sí; ¿es más fácil de conseguir? No, claro que no… y así, aunque nunca podamos calcular la TRE de la actual producción de energía, una cosa es ley universal:
…si nos cuesta más producir hidrocarburos, aunque estemos produciendo más cantidad, no estamos subiendo la curva de Hubbert, sencillamente la estamos bajando….
Y si el enunciado anterior es cierto, esconde una tragedia entre sus líneas porque, bajando la curva de Hubbert, más producción de hidrocarburos no es más crecimiento, es más velocidad…en la caída.
Y ¿efectivamente nos cuesta más producir petróleo? No respondo ahora, pero dejo aquí el título de un siguiente post que cualquiera de nosotros se puede animar a esbozar “Métodos EOR, TRE y curva de Hubbert… delineando el Seneca Cliff”
En el mismo orden de cosas hay, nuevamente, otra percepción, ya no gráfica como a la que aludía al principio de este post con la forma en que nos imaginamos y dibujamos la curva de Hubbert; extrañamente, este error de percepción no es visual…es verbal (bueno, no estará de más recordar que en el principio era el Verbo, y el Verbo era con Dios, y el Verbo era Dios. Juan cap.1 v.1) y, ciertamente, afianzada en la forma interiorizada de nuestra clásica curva de Hubbert. Así, nos decimos con indulgencia y suavidad “vamos a deslizarnos por el lado derecho de la curva de Hubbert”, “nos estamos deslizando”, “el año x comenzará la bajada por la pendiente” etc. etc., y naturalmente, la frase, nos impresiona con una sensación de suavidad que tranquiliza y da consuelo, tanto que casi nos obliga a rememorar gratos juegos infantiles, carritos, trineos…el más primoroso de los resbalines. Seguro a todos nos traiciona nuestra memoria infantil, pero la realidad es más cruda…en principio era el verbo…caer no es los mismo que deslizarse.
Caer no es lo mismo que deslizarse. Recuerdo alguna vez a Claudio Lucero, el decano de los montañistas chilenos, quien en alguna entrevista, dijo: “Sin duda, es más sacrificado subir una montaña que bajarla, pero bajarla es más peligroso. Y lo anterior porque, para subir una montaña solo existe una forma, con esfuerzo, paso a paso y vivo, siempre vivo. Pero para bajar una montaña hay siempre dos formas: bajando o cayendo… o en otras palabras, vivo o muerto”.
El dar por sentado que vamos a bajar la curva de Hubbert deslizándonos y no cayendo, como muchos bienaventurados por aquí conjeturamos, supone, necesariamente, el desmantelamiento (ordenado) de nuestra civilización…en otras palabras recoger el mantel (desmantelar, del latín mantellum, mantel)…y nosotros, ¿que hemos hecho?, pues nada, hemos armado la mejor orgía sobre el mantel, hemos pedido prestado manteles y, a esta hora, todavía seguimos invitando gente a la fiesta. Este último, un punto no menor, porque, claro, los últimos invitados (sudamericanos en general, asiáticos, incluso algunos europeos por lo que vislumbro de los comentarios de algunos compañeros españoles del Foro Crash Oil) tendrán más propensión a creer que si la fiesta ha durado 50 años, durará otros cincuenta más… y ese es otro error de apreciación que nos puede resultar fatal, porque la fiesta va a durar 5 minutos más solamente y los que llegamos al final (léase en chileno) bueno, mala cueva, llegamos al final no más poh´…por favor, que alguien le avise a los chinos.
En fin, decía que caer no es lo mismo que deslizarse, y que el error en el verbo se afianzaba en la forma como dibujamos e interpretamos (o interpretamos primero y luego dibujamos) la curva de Hubbert, que es generalmente así…
…cuando la deberíamos dibujar e interpretar, más concretamente, así…
Hace 40 años atrás, justo bajando la curva de Hubbert, el Informe Meadows sentenció: si no hay desmantelamiento (decrecimiento) habrá golpe y caída. Lo dijo justo cuando debimos haber comenzado el proceso de retirar el mantel, recoger las sobras y volver a casa. Empero, lo único que hemos hecho es encender más y más luces para esconder que el sol ya comenzó a declinar en el horizonte, le hemos puesto más volumen a la música y servido quizá, la última o penúltima ronda de tragos (cantinero, sírvame un crudo ligero…¿Qué dice? ¿Solo extrapesado?). Hemos subido muy arriba en esta torre petrolera, más alta que la Torre de Babel y parafraseando a Amado Nervo que dijo: hay hombres que parecen encumbrarse solo para caer desde más alto… concluyo que esta civilización no sería el primer borracho que, tropezando, cree que puede volar.
El mundo va en caída libre y estamos a minutos o segundos de darnos contra el suelo… pero, ¿quién sabe?... hemos tirado tanta porquería y tanto desperdicio en nuestro camino a la cumbre que, capaz, ni siquiera nos demos de lleno contra el suelo de piedra, capaz terminemos estrellados contra una pila de bolsas de basura, muñecas inflables, colchones viejos, ramas, verduras podridas y, ciertamente, un montón de neumáticos viejos y gastados, que -oh ironía- amortigüen nuestra caída. Pero, de que va a doler va a doler… y mucho…y pronto.
Edgardo Farías (Parroquiano).
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