Ésta es la última entrada de la parte Antítesis del Discurso del Sistema, por Beamspot y Rafael Romero. En ella se analizan los efectos de la deuda.
Salu2.
AMT
El Discurso del Sistema. Antítesis (y V).
Esta es la última de las entradas de esta ‘temporada’, y en ella se ven otras dos omisiones del discurso que apenas parecen tener relación con el asunto medioambiental. Sin embargo, como se verá en la siguiente temporada, su importancia es clave en comprender cómo funciona todo este entramado, por dónde van los tiros en realidad, y cómo se interrelacionan las diferentes partes que se nos presentan por separado, bajo el clásico enfoque reduccionista que pervade nuestra cultura y que evita (razón por la que se usa) que se vea la ‘big picture’, el todo, el cuadro completo, este todo que es mayor que la suma de sus partes.
VII - La esclavitud de la deuda.
Hoy en día, lo más común a nivel económico-social para hacer operaciones económicas de cierta envergadura es ir tirando de crédito. No es que sea una opción, poco a poco se ha ido transformando en una imposición. En sí mismo no es nada malo, ya que es una de las cosas que han ayudado a la economía y la sociedad han llegado hasta donde estamos ahora. Pero cuando esta sea la única opción ya no será tan bueno.
Porque es más que una simple palanca de funcionamiento del sistema.
En anteriores sociedades y civilizaciones ya fue una palanca usada en determinadas situaciones, y también posteriormente prohibida. Es un sistema de apalancamiento que, como muchas otras herramientas socio-económicas, tiene una serie de usos y efectos, tanto buenos, como malos. Y hasta ahora hemos visto generalmente los buenos.
Pero lo que debería alertarnos es la prohibición explícita que se ha hecho de “la usura” (vamos a llamarla por su nombre) en dos de las tres grandes religiones monoteístas que se conocen y de la aplicación parcial en la tercera, el judaísmo, en la que el préstamo y la deuda sólo se permitía al infiel. Esta prohibición tiene sus razones de ser, derivadas precisamente de los efectos más perversos, que ahora tan sólo empezamos a entrever, como por ejemplo los desahucios.
La deuda, tal y cómo está enfocada ahora, tal y cómo se está usando desde la crisis económico financiera de 2008 es el gran mecanismo de expolio de la clase media de hoy en día.
Y nuestra civilización actual no se explica sin la existencia de esta clase media occidental, luego la usura es una de las principales amenazas a medio plazo a nuestra actual cultura y civilización.
Un mecanismo de deuda que usaron ya las élites romanas de la República antes de su transformación en Imperio y que acabaron con su caída.
Julio Cesar era un muy buen conocedor, gran usuario de la deuda e, incluso, esta fue la causante de su muerte. Julio Cesar consiguió zafarse del mecanismo y comprendió que era este mismo mecanismo el que estaba amenazando a la República. Era un mecanismo manejado por los senadores que la gobernaban la República y estaba siendo usado por los mismos como sistema para garantizarse el control de la península y sus ciudadanos.
Poco a poco, la mayoría de tierras de cultivo de la península ibérica (principal motor del imperio romano) pasaron a manos de dichos senadores, y muchos de los anteriores propietarios de dicha tierra ahora eran esclavos de estos al no poder hacer frente a sus deudas. Italia se había convertido en un gran latifundio, el terreno de juego de los senadores.
Esta no era una situación nueva, era un problema que ya había causado problemas y revueltas anteriormente, y que amenazaba precisamente la estabilidad otra vez
Cuando Julio César estaba preparando un jubileo, una manera de saldar deudas para reducir la presión de la deuda sobre el grueso de la población murió a manos de Bruto, uno de los principales banqueros de la República, y que como los otros, podía quedar muy afectado por como pretendía arreglar el problema Julio César,
Julio César pasó a ser una amenaza para el sistema, sus intenciones de saldar la deuda suponían una modificación del régimen en el cual, como está pasando ahora mismo, los de arriba estaban cada vez más arriba, y los de abajo, más y más abajo. Y, como es habitual, los que estaban dentro del sistema evitaron perder ese mecanismo, ese poder, no dudando en eliminar lo que era para ellos era su principal amenaza.
Sin embargo, el asesinato de César, lejos de causar alegría en el pueblo, que según cuenta la historia empezaba a estar asustado ante la concentración de poder del César, se revolvió contra los senadores en unas revueltas que acabaron con Augusto Octaviano como emperador, con la deuda saldada y con los senadores más poderosos eliminados, única solución ante la situación límite a la que habían llevado las cosas la avaricia de los senadores.
Que eso mismo está pasando ahora, es evidente. Quienes controlan las finanzas, al menos en Europa, son entidades no democráticas (FMI, BCE, etc.) con líderes que dictan las políticas económicas a los presidentes electos. Condiciones económicas donde algunas de estas personas compran deuda, manejan los préstamos a placer, controlan bancos, y dan préstamos a interés muy bajo por no decir nulo, a las empresas que ellos mismos deciden, empresas grandes (Tesla, Amazon, Facebook, Netflix, etc), así como estados que a su vez dedican estos préstamos a empresas grandes, habitualmente bancos (Bankia), que lo redirigen a otras empresas grandes.
Préstamos que salen de endeudarse la Unión Europea, es decir, todos. Préstamos que no llegan, o al menos no con estos intereses tan bajos, al resto de población que es precisamente quien, en teoría, lo financia. Población sobre quién repercutirá la próxima quiebra del sistema, como ya pasó en la crisis del 2008 y los posteriores recortes del “estado del bienestar” europeo.
No hace tantos años, las clases medias, e incluso trabajadoras, podían adquirir la mayoría de las cosas que necesitaban e incluso algunos lujos (segundo coche, segunda residencia, vacaciones,…), sin apenas necesidades de crédito y con el sueldo de una sola persona. Y gracias a ello, se crearon puentes sociales a través de la mejora de la educación y su extensión que permitían a amplias capas de la población tener más posibilidades para seguir ‘progresando’ en su propia generación y en las siguientes.
El proceso se inició con el estancamiento del poder adquisitivo de los trabajadores manuales en la década de los 70, la extensión de la cultura del crédito, en la mayoría de sectores, primero en los más bajos, luego en los más altos, el aumento del peso del crédito, la situación real es que el poder adquisitivo real ha ido descendiendo desde hace tiempo.
Sin embargo, ahora lo normal es pedir un crédito incluso para ir de vacaciones y necesitar de dos sueldos importantes (no de mil eurísta o inferior) y una hipoteca incluso para comprar un coche.
Por otra parte, se ha legislado de manera que sea imposible comprar nada con dinero efectivo (ahora ya limitado a 1.000 €), incluso se han limitado las cantidades de dinero físico que se pueden extraer de los cajeros, y se ha incrementado hasta el absurdo las comisiones por sacar dinero (que es tuyo) de un cajero.
Todo esto no se hace para reducir los costes, ni controlar el fraude (si realmente quisieran acabar con el fraude se eliminarían de entrada las emisiones de bonos que es la manera más fácil de limpiar dinero), que siempre encontrará otros canales para operar al margen del sistema (o con la connivencia del sistema), sino porque es una manera más de controlar la privacidad de las clases medias y trabajadoras (las que menos pueden escapar del control de sistema) y controlar cada uno de sus pasos, desde a qué hora se toma un café hasta donde comen, con que regularidad van al supermercado o cuantos condones utilizan al mes. Y aún más, le da la potestad al Estado, a través de los bancos, de confiscar de forma automática la riqueza de los ciudadanos o de controlar las cuentas de los disidentes.
Ahora ya, para casi cualquier cosa, hace falta un crédito, una hipoteca o una tarjeta de crédito. Ir con dinero físico por el mundo parece “demodé” incluso hay países europeos, Suecia, donde ya no puedes realizar pagos en efectivo, incluso las donaciones a la iglesia se hacen con tarjeta de crédito. E incluso en países en desarrollo, ejemplo Kenia, han conseguido que más de 60% de las transacciones sean online.
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Sabéis cuales son los próximos pasos ¿no? El primero ya lo estáis viendo, la extensión del móvil como medio de pago o retirada de dinero, las monedas virtuales, las órdenes de pago con mensajes de voz,
¿De verdad creéis que esta rápida extensión es gratuita?… claro, igual que os creísteis que Internet era gratis hasta que estáis empezando a ver como se utiliza toda la información recogida por Google, Facebook o Twitter.
La rápida extensión del uso de móviles no se ha creado sólo para facilitar la vida social de las personas.
El móvil es un arma más del sistema para controlar a la población en todos los aspectos y el último es facilitar el control de la riqueza de los ciudadanos, igual que las redes sociales o las páginas de búsqueda.
Y todos hemos corrido a utilizar las unas, incrementando el gasto en telecomunicaciones de una forma absurda, y a comprarnos un móvil y renovarlo continuamente para “disponer de las últimas prestaciones” (o que otros dispongan de ellas, claro).
Ahora todos los móviles de última generación tiene instalada de serie la tecnología NFC, todos los bancos hacen publicidad de sus aplicaciones para pago electrónico cada vez más cómodo (sin contacto, por voz,….), al mismo tiempo que reducen las plantillas, oficinas y la atención en locales propios, ahora lo más innovador es que venga un asesor personal a casa y dentro de poco será a distancia hasta que acabemos hablando con una máquina programada para ya directamente indicarnos en que productos se ha invertido nuestro dinero,….
Lo más “chic” ahora es pagar con él móvil. Es un símbolo de “status” como lo fue en el pasado el coche o la casa con jardín. Ya se puede incluso hacer donaciones a la iglesia. El siguiente paso será insertar un chip a los hijos, para irlos educando en el nuevo sistema, con la excusa de facilitar y controlar su gasto
Y los ciudadanos voluntariamente harán cola para insertar el chip en sus hijos, además pagando religiosamente por ello, claro. Como lo hemos hecho para comprar los móviles incluso a adolescentes y niños (porque así los padres pueden hacer control parental de donde están sus hijos…. Los padres y el Gran Padre o Hermano, claro)
Todo este proceso forma parte de un mecanismo de manipulación que queda oculto dentro de pequeños cambios en el tren de vida, que es prácticamente el mismo. El aumento del acceso al crédito para mantener el poder adquisitivo fue el primer paso de este proceso y las consecuencias del aumento del nivel de endeudamiento son una prueba, la demostración, de este proceso.
Como se comprobó en 2008 el peso de la deuda sobre la población pretende lo mismo que pretendían los senadores de la República romana, la esclavitud. Una esclavitud que implica que para poder hacer frente a tanta deuda, la gente trabaja por un sueldo menor, de cualquier cosa, de cualquier manera.
Esta deuda ciudadana que se ha promocionado desde los gobiernos de todo el mundo está en la raíz del aumento de la desigualdad entre los diferentes estratos de la sociedad tan espectacular como se desprende de la gráfica de la evolución del coeficiente de Gini, esas creadas por el influyente teórico e ideólogo fascista italiano Corrado Gini que escribió “Las bases científicas del fascismo” (1927), esa que se utiliza precisamente para medir la desigualdad, desigualdad creciente en todo el mundo, incluida Europa donde países como España destacan por su crecimiento desde 2002.
La Deuda es una palanca que, como hemos visto, les causó la mayoría de problemas al Imperio Romano, y a muchos otros imperios, como el Español, con hasta seis quiebras soberanas en menos de un siglo. Francia es otro caso similar, con ocho.
Esa es una de las razones por las que las grandes religiones tenían prohibido, para ellas o para todos, el préstamo con interés. La usura.
“Pecunia pecuniam parere non potest.”
Porque el problema no está en el propio préstamo, el problema está en los intereses. Y la intención de la prohibición era involucrar al prestamista en la generación de beneficios de su préstamo, que tuviera una motivación especial para asegurarse que el negocio funcionase. Evitar el rentismo, que uno pone el dinero y le importa un carajo el préstamo mientras cobra sus rentas, sus intereses.
La prohibición intenta potenciar la simbiosis y evitar que la sociedad caiga parasitada por unas élites que no aportan nada, solo reciben, y que, como suele pasar con los parásitos, acaban matando a su huésped, en este caso, la civilización.
Ergo la razón de la prohibición no es contra el mecanismo, el proceso del préstamo y la deuda per se, la palanca, sino contra el sistema que engendra, el germen parasitario de elites de la sociedad
La Usura, es el mecanismo de control de la población que ha acabado con las luchas sociales y que acabará en breve con el “estado del bienestar” occidental para mejor gloria y beneficio de los que se encuentran en situación de acaparar la riqueza dentro del capitalismo, transformando el liberalismo capitalista en un nuevo fascismo económico.
VIII - La Deuda Técnica.
Esta expresión a la mayoría le sonará a nuevo, pero el concepto en sí no lo es. Seguro que a muchos les suena o, al menos, han lo han observado sin generalizar.
Esta generalización o abstracción, eufemismo técnico de hecho, se acuñó en la década de los 90, y en realidad es fruto de la observación, no es ninguna teoría por demostrar. Como decíamos, esta evidencia enlaza los dos epígrafes anteriores a la vez, la Industria 4.0 y la Deuda Financiera, al unir ambos conceptos en uno.
El término surgió hace poco más de 2 décadas de la mano de Ward Cunnigham sobre los primeros programas comerciales en plena efervescencia de la informática, como necesidad de explicar en un lenguaje no técnico (para directivos) la necesidad de “refactorizar” y básicamente dice que si se saca una versión de un programa, aplicación o código software con un error, y éste no se corrige pronto, las próximas versiones van arrastrando y sufriendo cada vez más de ese error, como si fuese una deuda y el interés sobre la misma creciera a cada nuevo ciclo. Los programas se ‘endeudan’ (tiene errores que deberían solucionarse antes de su puesta en producción) con la primera versión, pero por falta de procesos de control (calidad) o por presión de la planificación (fechas de entrega) no se corrigen, he hipotecan las posteriores versiones de la aplicación. En el siguiente ciclo, como mínimo deberá solucionarse el error en dos versiones, sin comentar que a veces este error de la primera versión causa complicaciones codificación de la segunda versión y que si no se detecta el error a tiempo (en los primeros ciclos) igual sale más complicado solucionar el error que realizar un programa/aplicación nueva.
Ese ‘aumento de los problemas/errores’ como si del interés de una deuda se tratase, es el concepto que se esconde detrás de esta expresión. Pero el concepto, va más allá del ámbito tecnológico de la informática y es extensible a otro tipo de situaciones conocidas más mundanas.
Por ejemplo, las infraestructuras urbanas. Si se producen ampliaciones del núcleo urbano sin planificar, dichas infraestructuras pueden colapsar por aceptar más servicios de los que estaban previstos y calculados de antemano. Es el caso por ejemplo del alcantarillado, o de la red eléctrica, o la planificación de cualquier infraestructura (vías, carreteras, puertos, aeropuertos,…).
Si dicha ampliación se hace de forma planificada con todos los cambios necesarios, la inversión seguramente saldrá más cara al principio, pero luego se ahorrarán problemas. Si no se hace, luego los costes de ampliación pueden, suelen ser más elevados, sin contar los perjuicios por los problemas causados.
A medida que la infraestructura/tecnología/lo-que-sea se complica, la situación se puede volver inabordable hasta causar la ‘quiebra’ por una ‘deuda’ impagable de la infraestructura o tecnología.
Supongamos por ejemplo que intentamos montar una nueva fábrica 4.0 poniendo ordenadores basados en sistemas operativos que se sabe que fallan o que son inseguros. Pongamos por ejemplo, el Winmac (no hace falta poner el dedo en el ojo de ninguna en concreto).
Para todos aquellos que estamos en el desarrollo y/o mantenimiento de este tipo de industria y tecnología, ‘el problema’ de la Revolución Industrial 4.0 está meridianamente claro. La deuda tecnológica asociada a la Revolución Industrial 4.0, así como la financiera, es mucho mayor; hasta el punto que la enorme complejidad asociada a los procesos “más eficientes” ha llegado a un punto en que es contraproducente intentar solventar los errores iniciales.
Es el Pico de Tainter, ya que fue precisamente Joseph Tainter quien publicó un estudio donde la complejidad creciente de una sociedad es la que acaba con esta.
Supongamos que tenemos una red eléctrica pensada para suministrar energía eléctrica desde unos puntos de producción centralizados y para un consumo específico y controlado, y que ahora, una vez construida, se pretende cambiar en su totalidad el funcionamiento que debe pasar a ser de producción distribuida y con un consumo variable. ¿La cambiamos toda con su elevado coste, o vamos haciendo parches y capeando el temporal a medida que vayan surgiendo los problemas? Eso es lo que ha pasado en Australia con la eólica y los apagones por exceso de viento O el origen del cambio de legislación energética española tras iniciar la carrera hacia las energías renovables.
O la Energiewende alemana, tanto la fotovoltaica como la eólica.
Otro aspecto a tener en cuenta, asociado a la Deuda Técnica está vinculado al tema laboral, que comentábamos anteriormente. Los especialistas y técnicos, ingenieros e informáticos, que habitualmente se tienen que hacer cargo de todo este tinglado de complejidad creciente, están cada vez peor. Por una parte, el Core (procesos como facturación, cobros,….) de muchas de las grandes compañías de este país aún siguen funcionando con tecnologías y sistemas que ya se estudian en las facultades de informática o ingeniería como Historia de la informática (por ejemplo, Cobol) y, por otra parte, en España se han formado en los últimos años gran cantidad de titulados que, si son suficientemente buenos o listos, andan buscando empleo en el extranjero porque el que queda aquí es básicamente nearshoring de otros países europeos (pero ¿no debería estar esto en aumento?), que como cualquier offshoring, está muy mal pagado, pero que se alimenta de un enorme paro juvenil.
De hecho, ante este exceso de titulados lo habitual es pedir titulaciones innecesarias para cubrir los puestos, suplantando tareas de l@s operari@s por titulados superiores, informátic@s o ingenier@s, trabajando las mismas horas, por el mismo sueldo, a pesar de una inversión o esfuerzo mucho mayor en forma de titulación universitaria, de formación; con la consiguiente frustración y baja productividad.
Por suerte, ¿alguien ha pensado que todo esto de la Revolución 4.0, tan complejas y caras, ahora están en manos de mentes mucho más capaces y preclaras, con solvencia contrastada: los políticos?
Llegados a este punto, se plantean otras dos omisiones mucho más ominosas, que vienen al hilo de este último comentario y que configura la otra mitad del cuadro general, pero que dejaremos para otro post.
A falta de esas dos grandes omisiones importante, el cuadro presentado hasta aquí en lo que es la antítesis es bastante extenso, pero es inconexo con la primera temporada, con la tesis.
Así que para la próxima temporada se impone el ir enlazando todo lo expuesto hasta aquí en lo que es la Síntesis entre ambas partes, para ver la sinergia que sale de semejante engendro.
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