Queridos lectores:
A medida que nos acercamos al final del año 2025, se va haciendo cada vez más evidente que va a haber un ajuste muy fuerte en el modelo de transición energética basado en la Renovable Eléctrica Industrial (REI) en Europa, y más específicamente en España.
Aunque jamás se va a reconocer, el modelo REI ha fracasado y lo ha hecho estrepitosamente. Ha fracasado por las mismas razones que llevamos años contando, y en el caso particular de España, porque simplemente el consumo de electricidad continúa bajando mientras que se sigue instalando más sistemas de producción de electricidad renovable. La siguiente gráfica, elaborada por el profesor Sergi Saladié de la Universitat Rovira i Virgili, sintetiza muy bien la cuestión.
La línea de color sepia es la previsión del Plan Nacional Integrado de Energía y Clima del estado español (PNIEC). La línea marrón, la realidad de por dónde ha evolucionado el consumo estos años. En 2024 había ya una desviación del 20% hacia abajo entre la expectativa y la realidad, y este 2025 la cosa irá a peor, porque según los datos disponibles hasta ahora el consumo de electricidad habrá caído al menos otro 1% este año.
No vamos a abundar una vez más en las razones de este fracaso. La clave ha estado, por supuesto, en la ausencia de tecnologías palanca adecuadas para poder hacer la tan cacareada sustitución/transición energética: ni el coche eléctrico ni el hidrógeno verde han resultado ser lo que se suponía, y al tiempo la crisis energética latente, particularmente por la falta global de diésel y de energía asequible para Europa, está acelerando la desindustrialización del Viejo Continente y con ello la caída del consumo eléctrico. No hay transición, ni la va a haber. Llevamos demasiados años instalados en la falta de decisión, las excusas y los paños calientes, y como diría Churchill, ahora nos estamos adentrando en la era de las consecuencias.
El 31 de diciembre concluye el programa NextGenerationEU y con él la brutal inyección de dinero, sobre todo en España, para favorecer la transición energética. Al mismo tiempo, y particularmente desde el apagón del 28 de abril, las renovables están teniendo problemas para llegar al mínimo de horas para cobrar la prima, problema que ya comentamos cuando decayó el primer intento de decreto del Gobierno con el que se intentaba mitigar ese problema (luego sacaron otro con agostidad y, por lo que se ve, mayor aquiescencia de los actores políticos). Se añade a estos problemas la dificultad que van a tener algunas productores de satisfacer sus compromisos contractuales de provisión de "energía verde" a grandes consumidores industriales, que necesitan justificar sus emisiones de CO2 o si no pagar por los derechos de emisión. Y si incumplen estos compromisos, tendrán que pagar sustanciosas indemnizaciones.
Y, al margen de todo esto, lo que está claro es que va a haber un parón en los nuevos proyectos. No hay mercado. Hace tiempo que no lo hay. La rentabilidad de los proyectos no solo no está garantizada: es que está garantizado que no la tendrán. Nada indica que se vaya a producir un cambio de tendencia en el consumo de electricidad, a pesar de lo mucho que se publicitan los centros de datos por la irrupción de la IA para precisamente dar la impresión contraria. Pero los datos son inapelables: el consumo de electricidad continúa cayendo. Y es que incluso si el mercado repuntara, se necesitarían unos cuantos años para que se absorbiera la capacidad excedentaria actual.
Por supuesto, nadie va a reconocer que todo ha sido un mayúsculo bluff. Nadie va a reconocer que la transición al REI estará parada unos cuantos años, quien sabe si para siempre. Del mismo modo que, en la cumbre de Bélem, la UE y la propia España siguen hablando del objetivo de no superar los +1,5ºC de calentamiento cuando el último dato diario que tenemos indica que estamos a +1,8ºC y si miramos los últimos 365 días estamos por encima de +1,6ºC. No se va a reconocer la evidencia, ni con el Calentamiento Global, ni con el fracaso del REI, porque simplemente no hay narrativa alternativa. Tenemos que mantener el discurso porque no hay ningún otro, al menos a nivel oficial y políticamente aceptable.
2025 acabará, probablemente, en un baño de sangre en el sector eléctrico, en el que muchos pequeños promotores, muchos pequeños productores y algunos pequeños distribuidores van a quebrar. Eso servirá para reajustar el mercado, pero no va a permitir continuar al ritmo que se iba. Durante un tiempo parecerá que no pasa nada, o que pasa poco, por todos los proyectos que ya estaban en marcha, licitados o adjudicados y para los que el dinero necesario ya estaba comprometido. Pero poco a poco será evidente que prácticamente no se introducen proyectos nuevos. El grueso del sector aspira ahora a retoques del sistema: introducir baterías y que entren en el mix en condiciones favorables, proyectos de sistemas de estabilización (designados eufemísticamente como "mejoras de la red"), proyectos de hibridación (pequeños parques renovables con baterías, para poder desempeñar la función de producción y regulación de estabilidad), repotenciación de parques ya existentes... y poco más: algún proyecto nuevo, de tanto en tanto, pero lejos de la enorme cantidad de ahora. El REI no desaparece, pero se va a reducir, y mucho, en el curso de los próximos dos años. El volumen de negocio va a ser bastante más pequeño del que ha sido estos años, y también la carga de trabajo. No va a haber trabajo para tantos ingenieros, y los despidos van a ser norma.
Sobran ingenieros, sí. Y también sobran voceros.
Todas esas personas que se dedican a hacer activamente lobby en favor del modelo REI durante estos años, personas muy activas en el frente comunicativo, con contactos en los medios, con capacidad de influencia. Personas que han estado acosándonos, a mi y al resto de personas que en el mundo académico hemos intentando explicar este sinsentido. Personas y organizaciones pensadas para la promoción del REI, ahora, van a sobrar. Ahora que el REI va a pasar a un discreto plano, la intensidad de su promoción tendrá que ajustarse a su nueva dimensión real.
Las últimas semanas han sido prolijas en manifestaciones esperpénticas de la impotencia de los proREI. Algunos intentan contrarrestar las malas noticias, particularmente las que cuelgo yo en mis ahora más escasas interacciones en las redes sociales, con argumentos cada vez más bobalicones (como que en 2025 ha aumentado la capacidad fotovoltaica instalada, eso sí, sin que sirva para nada). Otros siguen con su cruzada en pro del REI sin saber que ya está muerto: estos días un diario local se hacía eco de los resultados finales del Biopaís, un proyecto científico financiado por la Fundación Biodiversidad y que cuantifica de manera inequívoca el enorme e inaceptable impacto ambiental que tendría un parque eólico en la Bahía de Roses; pero, para contrarrestar el revés, lo contrapone a un folleto propagandístico de una asociación no científica que intenta promover el REI a toda cosa en Cataluña, al cual presenta como "otro estudio científico". Una manipulación tan artera y grosera que llama la atención por lo palurda, pero a la que por desgracia ese diario, bien engrasado por los intereses del REI, nos tiene acostumbrados. Este (enésimo) lamentable incidente me recordó al que vivimos hace unos años cuando sobre este mismo tema fuimos a hablar al Parlament de Catalunya, y, aparte de la manipulación mediática descarada (en la nota de prensa aparecía la opinión de la empresa y desapareció por completo mi intervención), tuvimos que soportar la actitud cínica, sesgada y de muy mejorable educación de la que ahora es Consellera del ramo, que contraponía a nuestros estudios científicos los trabajos de la empresa ("los otros científicos", según ella) y que nos designó de manera despectiva como "más activistas que científicos" (aparte de la falsedad evidente del aserto, da qué pensar que alguien que pertenece a un partido que se dice de izquierdas considere peyorativa la palabra "activista"). O sea, que para esta gente seguimos con la miseria de siempre. No saben, sin embargo, que los cheques dejarán de llegar.
Incidentalmente, también en estas semanas alguien me hizo notar que una buena parte de esta gente (pero muchos: hagan los deberes y lo verán meridianamente claro) están siendo financiados o lo han sido por la European Climate Foundation, una organización que parece respetable (al fin y al cabo, tiene la palabra "Climate" en su nombre) hasta que te das cuenta de que entre sus primeros financiadores se encuentra la Fundación Rockefeller. La cual tiene todo el derecho legítimo a financiar lo que quiera, pero obviamente no se puede negar de que probablemente tenga un sesgo inevitable en sus fines. Como dice Juan Bordera a los proREI que dicen defenderlo por razones ambientales: "Si tus intereses coinciden con los de Iberdrola, tienes que hacérterlo mirar".
Pero, como decimos, esto se acabó. Hay un excedente de lobbystas del REI. Y ahora viene la hora del ajuste, muchachos. Aunque no os lo queráis creer. Aunque no lo queráis aceptar.
Algunos quedarán como grupo básico de presión del REI, a menor escala, adecuado a la nueva escala del REI.
Otros, más cínicos y oportunistas, se apuntarán a la nueva burbuja renovable (como ya lo están haciendo algunos), alabando las bondades del biogás y los gases renovables, e introduciendo ya la falca de la biomasa. Ambas cosas, aberraciones abominables, de las que ya hemos hablado y de las que hablaremos a menudo en los próximos años.
Para el resto, lo mejor es que se vayan buscando otro trabajo. Sobran tontos útiles. Gracias por los servicios prestados, pero ya os podéis ir a casa, muchachos.
Salu2.
AMT


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