miércoles, 1 de agosto de 2018

El discurso del sistema: Tesis (II)

Queridos lectores,

En esta segunda entrada, Beamspot, con la ayuda discursiva de Rafael Romero, continúa desarrollando la parte de las Tesis del Discurso del Sistema, que como saben es la manera institucional como se está articulando la mentalización de la masa para que acepten los importantes cambios sociales que tenemos por delante.

Les dejo con Beamspot.
 
Salu2,
AMT

El discurso del sistema: Tesis, parte II.

Esta es la segunda entrega de las Tesis del Discurso del Sistema. En ella detallamos un par de puntos de lo más usados como axiomas en dicho discurso: la electrónica y las renovables.

III - La electrónica es ‘verde’, ‘limpia’.

Resultat d'imatges de electrónica verde

Otro error favorecido por la ignorancia, siendo benévolos, cuando no favorecido por informes de grandes organizaciones “ecologistas” (Ej. Guía de la Electrónica Verde 2017)

Evidentemente, cuando se habla de electrónica se piensa en su uso, y durante su uso no se ve que esta ensucie.

Como mucho, alguien piensa en el tema de los residuos una vez se acaba la vida útil de la misma. Pero difícilmente alguien se mete en el lodazal de su fabricación, y, sobre todo, en el de la obtención de las materia primas necesarias para la fabricación.

La minería es sistemáticamente obviada de cualquier proceso de fabricación relacionado con las renovables. Desde el cobre necesario para electrificar, y acabando con el proceso de obtención de elementos básicos en la fotovoltaica “verde”, como son el teluro y cadmio, tóxicos ambos y el segundo prohibido en la electrónica.

Pero en el caso de la electrónica este descuido llega al extremo.

Al menos, 70 de los 92 elementos de la tabla periódica que se pueden encontrar en nuestra corteza terrestre son usados en la electrónica más común. Muchos de estos elementos no son reemplazables por otros más abundantes, y en aquéllos que se pueden reemplazar, dicho reemplazo implica reducir eficiencia, potencia y/o prestaciones.

Otro punto a tener en cuenta es que la mayoría de estos elementos no se extraen directamente, sino que su extracción depende de otras minerías más rentables, para reducir unos costes que harían inviable su extracción.

No hay nada que requiera mayor inversión de energía (costes y tiempo) que un proceso que ordene diferentes átomos uno al lado de otro siguiendo un patrón predefinido.

Nadie se para a pensar que la existencia de yacimientos con alta concentración de un elemento o compuesto ‘va en contra’ de las leyes de la física de nuestro universo tal y como lo conocemos, en contra de la entropía, y menos lo que de ello se deriva. Es decir, los depósitos que explota la minería son algo poco habitual, una parte muy pequeña de la probabilidad.

Para poner un ejemplo, si alguien nos propusiera hacer una barbacoa con un aparato nuevo y en vez de hacer servir carbón nos dijera que tiene una máquina para crearlo “in situ”, tal vez la primera reacción seria aplaudir encantado, pero…. Si a continuación nos dijera que el aparato iba a consumir en unos minutos la electricidad que consumimos en todo un año, la reacción pasaría a ser de escepticismo, pero si además nos aclarara que el consumo de un año no era sólo el nuestro sino el de todo nuestro edificio y 4 manzanas más, entonces ya lo que pasaríamos es a reírnos en la cara de nuestro amigo y darle unas palmaditas en la espalda junto con algún comentario sobre los efectos de la droga a determinadas edades.

Y sin embargo, como nadie nos lo explica, creemos en la “magia” de la tecnología  y asumimos que cuando se habla de que tal o cual cachivache “ecorenovable” necesita de algunos elementos raros de la corteza terrestre, por algún extraño milagro o arte de “birlibirloque”, la tecnología se va poner de nuestro lado para conseguir un sistema para producir las cantidades necesarias de esos elementos raros, sin apenas costes y en poco tiempo.

En resumen, el común de los mortales está asumiendo que nuestra tecnología puede vulnerar las leyes de la física.

Nadie explica, y por tanto, nadie comprende que sean necesarias tecnologías muy específicas, y prácticamente monopolizadas, en las que ninguna empresa (no subvencionada) se mete porque ni hay mercado ni existe beneficio que rascar, por mucho que un stepper (aparatejo electrónico/óptico que se usa en la fabricación de circuitos integrados) cueste 50 millones de €.

Este es, probablemente, uno de los principales puntos ciegos que tenemos como sociedad, el centrarnos en unos pocos puntos de forma aislada obviando las relaciones e implicaciones con el resto del mundo.

Desconocemos, y en algunos casos se obvian a conciencia, la enorme cantidad de mínimos de Liebig que afronta la electrónica de nuestros días, ni las limitaciones físicas que sus procesos de fabricación ya están afrontando, con el fin de la ley de Moore, ni la existencia de factores limitantes en el futuro. Y no sólo me estoy refiriendo a elementos como el Helio y el Indio, estoy hablando de tecnologías y procesos de abastecimiento.

La complejidad de la producción energética renovable en ningún caso se vincula a la electrónica necesaria para su funcionamiento. Se da por hecho que la electrónica siempre estará ahí y siempre responderá a las necesidades de la producción energética renovable, obviando que la electrónica NO es “verde” y que tampoco es “mágica”. Y si la electrónica está limitada y es sucia, la producción energética renovable que depende de ella también está “limitada” y es “sucia”.

IV - Renovables = Sostenibles.

Resultat d'imatges de Ciclo Sostenible energias renovables

Es generalizada la equiparación del término ‘renovable’ con el concepto ‘sostenible’, como si de sinónimos se tratasen y fueran intercambiables.

Sin embargo, para que el uso de algo (un vector energético o un material) pueda considerarse sostenible deben cumplirse dos condiciones:

  • Que con un mínimo coste y en poco tiempo se renueve
  • Que el ritmo al que se consume (tasa de uso) sea inferior al ritmo al que se renueva (tasa de reposición).

Es decir, para que una fuente energética sea sostenible, el uso de la misma debe ser renovable, como por ejemplo la biomasa, y además, su consumo debe ser inferior a la tasa a la que se genera dicha biomasa.

Pero una sociedad es sostenible sólo si TODO lo que usa dicha sociedad lo es. Y eso aplica a otras cosas además de la energía, como por ejemplo el agua fósil.

Y también a las materias primas que utiliza dicha sociedad, cosa que no aplica a la mayoría de sistemas de captación de flujos de energía renovable, como es el caso de la fotovoltaica y la eólica, o la maremotriz, ya puestos.

Un ejemplo próximo, tanto geográfica como temporalmente, es el caso del acuífero del Plà de Sant Jordi de Mallorca, la llanura al lado de Palma donde se ubica el aeropuerto de Son Sant Joan, que se halla llena de restos de antiguos molinos extractores de agua, mayormente construidos con piedra (la obra) y madera (las palas y buena parte de la estructura de los más antiguos) y/o algo de hierro y acero (los más nuevos y algunas partes de los más viejos).

Con tanto bombeo eólico (energía renovable), el acuífero (renovable también), se salinizó debido a que el nivel freático bajó tanto que la proximidad del mar se fue infiltrando, al usar el recurso renovable a una tasa muy superior de reposición, usando energías (y una gran parte de materias primas) renovables.

Seguramente, alguien que tuviera experiencia en el sector logístico o comercial, tendrá claro lo malo que es para un negocio que:

  1. Te quedes sin stock.
  2. Se produzcan más ventas de las previstas.

Pero sin embargo parece que cuando hablamos de energías renovables nos olvidamos de que siguiendo el principio básico de la física, todas las fuentes de energía que utiliza actualmente el ser humano son renovables, la única diferencia estriba en su consumo, si es sostenible o no.

Sí, el petróleo, el gas, el carbón, el uranio, el agua, el viento, el sol, son todas renovables.  Pero el término sostenible no es utilizado porque tiene implicaciones indeseadas, si el problema es que la tasa de consumo es superior a la de reposición, la solución no puede ser variar la fuente de energía.

Así pues, el error no es sólo tremendo, sino que se huele a error intencionado.

Poner el acento en el término “energías renovables” es una manera de encauzar al observador en la dirección deseada evitando el escollo que supondría evidenciar el problema de fondo, la sostenibilidad.

NO, señores, esto no puede ser simplemente un error.

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