Queridos lectores:
Javier Pérez ha escrito un breve ensayo mostrando uno de los flancos débiles de la argumentación contra la contaminación de los coches de diésel. Y es que ciertamente los coches de diésel contaminan, pero, ¿son lo que más contamina?
A modo de reflexión adicional, he abierto el post con una imagen de satélite, tomada sobre Europa, en la que se muestra la concentración de óxidos de nitrógeno (NOX), alternándose con la presencia de barcos en el mar (que delinean las principales rutas marítimas). De una imagen de concentración de NOX similar se ha dicho en algún artículo reciente, aparecido en medios generalistas, que muestra claramente que donde hay más coches (de diésel, se sobreentiende) hay más NOX. Sin embargo, si estudian bien la imagen verán que la concentración de NOX está más correlada con la concentración de actividad logística (portuaria y camiones). Y si vieran una imagen del mundo entero (incluyendo otros países como EE.UU., donde el coche de diésel es minoritario) verían un retrato muy diferente al que se suele mostrar.
Con su estilo directo y contundente, Javier desmonta con dos argumentos muy simples, aproximados pero que capturan bien los órdenes de magnitud del problema, por qué lo que nos cuentan sobre el coche de diésel no tiene demasiado sentido.
Les dejo con el maestro Javier.
Salu2.
AMT
El coche diésel y la cuenta del camión
Ya lo comenté cuando charlábamos sobre mi artículo acerca del poco aguante que los coches eléctricos muestran ante los hechos inesperados, pero no está de más repetirlo: la actual campaña de sensibilización a favor de los coches eléctricos parece más un sonajero que otra cosa: artefacto para entretener al crío mientras haces otra cosa y que no te jorobe.
Una de las cosas que distinguen los motivos de los pretextos es que los motivos muestran cierta coherencia interior, unos con otros, y conducen al triunfo o al fracaso de manera más o menos armónica. Los pretextos no. Los pretextos se amontonan como hojas caídas del árbol de las ocurrencias, ¡y ahí queda eso!
En este caso, yo veo muy bien todo lo que sea reducir la contaminación y defender el medio ambiente, pero lo que no veo tan bien es que se nos haga comulgar con ruedas de molino. La historia que nos están metiendo con las etiquetas medioambientales, lo malísimo que es el diésel y todo eso, me suena cada vez peor. Y es que aquí nos pasa un poco como al tipo aquel que dató un monumento contando las piedras, porque a nadie se le había ocurrido contar las piedras.
En mi caso no pretendo ser tan original, pero un poco de matemáticas puede ayudar.
En España hay aproximadamente un millón y medio de camiones. Si sumamos también las furgonetas, que serían muy interesantes para este ejemplo, nos metemos en cinco millones, pero nos vamos a centrar en los camiones, y así nos queda margen contra los discutidores. Los camiones son unos vehículos muy gordos y muy caros, y al contrario que los turismos, no se pasan la mayor parte del tiempo parados. De hecho, tras buscarlo por ahí, mi dato es que recorren de media 80.000 Km al año.
En ese mismo sentido, y también como media, porque los parámetros son muchísimos, y de todos los tipos, podemos decir que un camión viene consumiendo 35 litros de diésel a los cien kilómetros. Pongo unos datos en cifras y otros en letras por un buen motivo. De nada.
Vamos a hacer la cuenta: 800 X 35 X 1.500.000=42.000.000.000, que son cuarenta y dos mil millones de litros de gasoil. Eso es lo que la flota de camiones española consume al año.
Pero el dato, así en frío, no parece ni mucho ni poco. Ahora hay que convertirlo a maldad, y la maldad y el terror es el diesel que gastan los coches, ¿no es así?
¿A cuántos automóviles diésel que recorren 15.000 Km al año equivale esto?
Le ponemos un consumo medio de 7 litros los cien kilómetros y 15.000 kilómetros anuales de media, como dijimos.
Pues nada: 42.000.000.000 / 1050 = 40.000.000 ¿Cuarenta millones de coches? ¿De verdad? Pues es lo que dicen las cifras.
Lo repito: los camiones que circulan actualmente consumen el equivalente a lo que gastarían cuarenta millones de coches diésel. Y hemos dejado fuera de esta cuenta a tres millones y medio de furgonetas.
Pero de lo que se trata, para reducir el consumo de gasóleo, es de penalizar a los automóviles privados, ¿verdad? ¿Os dais cuenta de que reducir a la mitad el uso de camiones, promoviendo el transporte por ferrocarril, equivaldría a sacar de las carreteras a 20 millones de coches diésel? ¿Os dais cuenta de que lo del diésel en las ciudades y lo malísimo que es el coche del pobre no es más que una broma del mal gusto para meternos por los ojos el coche eléctrico?
¿Os dais cuenta de que todo es una milonga y nos quieren vender en realidad otra cosa? ¿Os habéis fijado en que si metemos en la cuenta las furgonetas, que son tres millones y medio y circulan una media de 55.000 kilómetros al año, las cifras ya son un chiste?
Pero claro... Como unos son guays y otros no saben multiplicar, pues picamos...
Válgame Dios
De verdad: no vale la pena hablar de racionalizar nada, porque no se trata de racionalizar nada. Se trata de poner un impuesto a los más humildes para reurbanizar los países desarrollados. Cuando se dificulten los desplazamientos, aumentará el valor de la vivienda más céntrica y se devaluará la vivienda que requiera un desplazamiento mayor hasta el trabajo o los centros de poder. ¿No os suena a nada? ¿A otro impuestos las clases más humildes? ¡Qué raro!
Del efecto del coche eléctrico sobre el mundo rural y la distribución de la población (aprisco 2.0 para piara 2.0) ya hablamos otro día…
Javier Pérez
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