Y llegamos por fin a la quinta entrega del relato de John Michael Greer sobre la decadencia y hundimiento de los Estados Unidos. Pueden encontrar el artículo original aquí y su traducción al catalán aquí.
Salu2,
AMT
Cómo podría ocurrir
Parte V: La disolución
El
post de esta semana es la última de las cinco partes de un relato de
ficción que bosqueja un posible escenario de la derrota imperial y
el posterior colapso de Estados Unidos. A medida que una nación
dividida y en bancarrota se dirige tambaleante al encuentro de su
destino, la cuestión que queda por dilucidar es si hay algo del
experimento estadounidense que pueda salvarse.
*********
En
cuestión de horas, gracias a los medios de comunicación que
informaban minuto a minuto desde Saint Louis, la noticia sobre la
propuesta de disolver la Unión se propagó por el planeta como un
reguero de pólvora. La reacción más común fue desecharla y
tomársela como una broma de mal gusto. Un comentarista escribió
esperanzado que el bulo podría provocar que la convención entrase
finalmente en razón. Unos pocos artículos detallaron la biografía
de los dos delegados que habían propuesto la medida, dándoles sus
primeros quince minutos de fama —volvieron a aparecer en las
noticias dos años después, esta vez en relación con su boda—,
mientras los medios trataban de centrarse en los temas que
consideraban realmente importantes.
Durante
los días siguientes, sin embargo, la propuesta cobró vida propia. A
lo largo y ancho del país, en los bares, las salas de estar y los
grange
halls,
la gente no hablaba de otra cosa; reuniones públicas y mítines
atrajeron a grandes multitudes, y cada día que pasaba más personas
respaldaban la propuesta. Mientras tanto, el foro
lanzado en internet para que el público comentara los debates de la
convención se colapsó tres veces en otras tantas horas, inundado de
comentarios sobre la disolución de la Unión. Para el 4 de octubre,
el día en que estaba prevista la votación de la propuesta en la
convención, los comentarios en el foro a favor de la disolución
eran diez veces más numerosos que los de quienes se oponían a ella.
Los
políticos y expertos estaban descubriendo para su horror lo que
observadores más perspicaces habían percibido mucho antes: que
Estados Unidos hacía tiempo que se había resquebrajado
culturalmente y que el país solo permanecía unido porque el poder
del gobierno federal hacía que la secesión fuera algo inalcanzable.
Ahora, no obstante, lo impensable era una opción real. Cada región
vio la oportunidad de conseguir lo que quería sin tener que bregar
con los enormes abismos culturales del país; los estados
occidentales, en los que hasta el 90 por ciento de la tierra era
propiedad del gobierno federal y, por tanto, estaba exenta de
impuestos y tributos estatales, echaron cálculos y vieron cuán
fácilmente podrían equilibrar sus presupuestos una vez que todos
los terrenos cayeran en sus manos; los políticos estatales más
ambiciosos empezaron a soñar con dirigir países independientes, y
la idea de quitarse de encima la losa de la astronómica deuda
federal mediante la simple disolución del gobierno que cargaba con
ella rondaba por la mente de mucha gente. Para ellos y para muchos
otros estadounidenses, la disolución parecía ofrecer posibilidades
deslumbrantes, y pocos eran los que tenían en cuenta los enormes
inconvenientes.
La
noche del 3 de octubre, los detractores de la medida echaron cuentas
y se percataron de que carecían de los votos suficientes para evitar
su aprobación. Gracias a maniobras parlamentarias consiguieron
aplazar la votación hasta el día siguiente, pero eso no hizo más
que desencadenar una reacción popular que convenció incluso a los
observadores más optimistas de que algo drástico estaba en marcha.
Previamente ya se habían convocado concentraciones para el 4 de
octubre, y estas crecieron en tamaño a medida que se fue sabiendo
que la votación había sido aplazada. Aquella noche, a lo largo de
todo el país las multitudes se congregaron y corearon consignas en
la oscuridad iluminada por el fuego. Saint Louis fue testigo de una
de las mayores manifestaciones, con muchedumbres gritando y marchando
más allá del centro de convenciones durante más de tres horas. Los
delegados miraban el mar de caras preguntándose en qué terminaría
todo aquello.
La
votación sobre la propuesta de disolución de la Unión llegó
finalmente el 6 de octubre. A pesar de los exaltados alegatos de sus
detractores, la propuesta se aprobó por una amplia mayoría. Otra
votación desestimó la enmienda que hubiese servido para prohibir
los programas sin fondos —a falta de un gobierno federal esta
propuesta era irrelevante— y una tercera votación puso punto final
a la convención. En el momento en que sonó el último mazazo
dándola por finalizada, la sala estalló en gritos airados y hubo
forcejeos y empujones, pero la suerte estaba echada: la que sería,
en caso de ser refrendada, la vigésimo octava y última enmienda a
la Constitución iniciaba su andadura hacia la ratificación final.
La
decisión del Congreso de exigir que las enmiendas fuesen ratificadas
por convenciones estatales en lugar de por las asambleas se estaba
volviendo, pues, en contra del establishment de la capital. La
balanza de la lucha de poder entre los estados y el gobierno federal
se había inclinado en favor del pueblo, y si los delegados que este
eligiera para las convenciones de ratificación apoyaban la
disolución, no habría forma constitucional alguna de detener la
propuesta; por ley, una enmienda a la Constitución estadounidense
entraba en vigor en el mismo momento en que era ratificada, sin que
fuera necesario promulgar ninguna legislación adicional. A medida
que las multitudes marchaban, sin embargo, había al menos una
persona que estaba planteándose hacer caso omiso de la Constitución;
y en teoría tenía el poder para hacerlo.
*
* *
El
almirante Roland Waite, presidente del Estado Mayor Conjunto, andaba
con paso firme por un pasillo del Pentágono hacia “el tanque”,
la sala de conferencias insonorizada donde los miembros del Estado
Mayor solían reunirse. El vicepresidente y los altos mandos de las
diferentes fuerzas armadas estaban allí, pero también el DCI y el
DNS, los directores de la CIA y la NSA respectivamente, junto con los
principales funcionarios de los organismos que conformaban el poder
ejecutivo. La mayor parte del poder que aún detentaba el gobierno
federal estaba concentrado en aquella habitación.
—¿Ha
visto al presidente? —preguntó el general Mendoza, comandante del
Cuerpo de Marines.
—Sí.
—Waite tomó asiento en una silla de la larga mesa ubicada en el
centro de la habitación—. Cada vez que voy allí estos días me
pregunto si soy el único adulto en el edificio. —El comentario
provocó risas incómodas—. Sigue obstinado en una respuesta
militar —continuó Waite, y las risas cesaron—. Hoy me ha
ordenado literalmente “poner en marcha el asunto”: movilización
de tropas, logística, todo. Tiene a los del Departamento de Justicia
trabajando en pretextos legales.
—Los
necesitarán para imponer la ley marcial —dijo el general
Wittkower, el vicepresidente del Estado Mayor.
—No
se trata solo de la ley marcial. —Waite se inclinó hacia
adelante—. Quiere todo el país bajo un régimen militar. El
Departamento de Seguridad Nacional está confeccionando una lista de
personas susceptibles de ser confinadas en campos de internamiento,
ese tipo de cosas.
—¡Santo
Dios! —dijo Wittkower—. Pretende dar un golpe de Estado.
—¿Creen
que podríamos lograr que triunfara? —preguntó Mendoza.
El
director de la CIA contestó.
—En
el mejor de los casos sí, pero ahora mismo tenemos que afrontar una
gran insurrección en el Oeste respaldada con armas y dinero por
China; Beijing no será tan estúpido como para perder una
oportunidad como esa. ¿En el peor de los casos? La Guardia Nacional
y algunas unidades del ejército se pondrían del lado de la Unión y
tendríamos una nueva guerra civil, con China respaldando al otro
bando. ¿Podríamos ganar? Demonios, esa es una buena pregunta.
—Eso
ya se planteó en 1861 —dijo Mendoza.
—En
1861 —terció Wittkower— una región quería escindirse y el
resto del país dijo que no. ¿Y ahora? El Norte quiere deshacerse
del Sur tanto como el Sur quiere hacerlo del Norte, por no mencionar
a los estados del Oeste. Me encantaría poder decir que contamos con
el ejército, pero lo que estoy oyéndole decir a nuestra gente de
seguridad no es nada bueno, y respecto a la Guardia Nacional es peor.
—Parece
haber un montón de dinero apoyando la disolución —dijo Waite—.
¿Dinero chino?
—Esa
es una buena pregunta —respondió el director de la CIA—. Estados
Unidos se ha creado un montón de enemigos, y China solo es uno más
de ellos. Hemos intentado rastrear los fondos, pero quienquiera que
sea sabe cómo borrar sus huellas.
—¿Qué
opina Wall Street de todo esto? —preguntó Wittkower.
—Depende
de a quién se lo preguntes —dijo uno de los civiles, un burócrata
de carrera del Departamento del Tesoro—. Algunas empresas están
aterradas ante la perspectiva de la disolución y otras están a la
expectativa para sacar tajada. ¿Un gobierno militar? Eso no sería
un problema, ellos son conscientes de que pueden trabajar con
nosotros. La insurgencia o la guerra civil ya son otro asunto. Aunque
ganáramos, dicen, la conflagración arruinaría por completo nuestra
economía y pondría el resto del mundo en manos de Beijing. Y si no
ganáramos acabarían todos colgados de farolas, y lo saben.
—Justo
al lado de ti y de mí —dijo Mendoza. Nadie se rió; todos sabían
que el comandante de los marines tenía razón.
—Hete
aquí la cuestión que realmente importa. —Waite miró todas y cada
una de las caras alrededor de la mesa—: ¿Alguno de ustedes piensa
que podemos conseguir que esto funcione? —Nadie respondió. Tras
una larga pausa, Waite dijo—: Bien. —Se puso en pie—. Creo que
todos sabemos qué es lo que viene a continuación.
*
* *
P.
T. “Pete” Bridgeport se presentó a las ocho de la mañana
siguiente a su charla semanal con el presidente. Tras una brillante
carrera como senador durante tres legislaturas, se había convertido
en la opción más clara para asumir la vicepresidencia tras la
dimisión de Weed. A Bridgeport no le gustaba Gurney ni confiaba en
él, pero la política es la política y un trabajo es un trabajo;
adoptó su sonrisa más amigable y cruzó la puerta. Encontró al
presidente mirando fijamente en dirección a una pantalla plana, con
la cara pálida y la expresión de un hombre recién estrangulado.
—Santo
Dios, Lon —dijo Bridgeport—. ¿Qué es eso?
El
presidente permaneció con la mirada fija en la pantalla y no dijo
nada. Bridgeport se acercó para verlo por sí mismo. Un noticiario
mostraba al almirante Waite vestido de uniforme en uno de los
despachos del Capitolio. El texto “ALMIRANTE WAITE: GURNEY PLANEA
UN GOLPE DE ESTADO MILITAR” aparecía a lo largo de la parte
inferior de la imagen. “… una idea terrible”, continuó Waite
con gesto inexpresivo. El texto de la parte inferior cambió a:
“DIMITE COMO PRESIDENTE DEL ESTADO MAYOR CONJUNTO”. “No
obstante, si es así como el pueblo estadounidense decide ejercer sus
derechos constitucionales, la obligación de los militares es saludar
y a la vez decir: ‘Sí, señor; sí, señora’.”
—Lon
—dijo despacio Bridgeport—, ¿lo has hecho? —El presidente no
había comentado nada sobre los planes militares con él, pero le
miró y Bridgeport pudo leer la respuesta en su cara—. Será mejor
que hagas las maletas —le dijo a Gurney; su sonrisa se había
desvanecido y su voz era de repente la del político experimentado
que explica la realidad a un novato despistado—. Van a acabar
poniendo tus tripas sobre una tostada.
Un
presidente con un fuerte respaldo por parte del público o del
Congreso podría haber sobrevivido a las noticias, pero Gurney no
contaba con ninguno de ellos. A las diez en punto de esa mañana, un
macilento presidente de la Cámara de Representantes anunció que se
dejaban de lado otros asuntos menos importantes para someter a debate
la posibilidad de iniciar un proceso de destitución y enjuiciamiento
contra Gurney. Al final de ese día nadie dudaba de que la propuesta
sería aprobada, y un recuento en el Senado dejó claro que a la
acusación le seguiría una condena. Esa noche Gurney ordenó a su
secretario de prensa que anunciara su dimisión y huyó del país en
un jet privado.
El
presidente Bridgeport juró el cargo unos minutos antes de la
medianoche del 12 de noviembre, y en su discurso inaugural hizo un
llamamiento a la unidad para conseguir que la nación levantara
cabeza. Aunque su popularidad era alta, el mensaje cayó en saco
roto. Para la gran mayoría de los estadounidenses, la intentona
golpista de Gurney había sido la gota que colmaba el vaso, y los
medios de comunicación compararon los esfuerzos de Bridgeport por
reavivar el sentimiento patriótico con los intentos de Gorbachov de
insuflar vida al comunismo en los estertores de la Unión Soviética.
Ni siquiera sus órdenes ejecutivas para traer de vuelta a las
últimas tropas estadounidenses desplegadas en el extranjero y
desguazar la obsoleta flota de portaaviones sirvieron de nada para
modificar los términos del debate.
Poco
más había que Bridgeport pudiera hacer, porque el gobierno federal
se estaba desmoronando a su alrededor. El colapso del dólar hizo que
los sueldos de los funcionarios valieran poco menos que nada, y eso
cuando los menguantes ingresos vía impuestos permitían al gobierno
pagarlos, de modo que la mayoría de los funcionarios federales
fueron simplemente dejando sus trabajos. Mientras tanto, a medida que
el dólar estadounidense se acercaba día a día al momento en que su
valor final fuese cero, una pragmática mezcla de trueque, vales
estatales y dólares canadienses se convirtió en el medio de
intercambio en gran parte del país.
El
primer estado en ratificar la 28.ª enmienda, en lo que constituyó
una fina ironía, fue Carolina del Sur, el mismo que fue el primero
en escindirse en 1861. La convención de ratificación se celebró en
Charleston el 6 de diciembre, y tardó menos de tres horas en
observar todas las formalidades y votar a favor de la ratificación;
la multitud cantó “The
Bonnie Blue Flag”
hasta bien entrada la noche. Dos días después se reunió la
convención de Colorado, y aunque tardó algo más —una facción
unionista luchó con fuerza—, el resultado fue el mismo. Antes de
que Colorado votase, tuvo lugar la convención de Michigan, que
sorprendió a los observadores al votar contra la ratificación. Al
día siguiente, Iowa y Nuevo México se reunieron y votaron a favor
de ella.
Y
así fue como sucedió, día tras día, semana tras semana. Un puñado
de estados se resistieron a la tendencia, pero solo unos pocos, y la
cifra total ascendió constantemente hasta alcanzar la cantidad
crucial de 38 estados, tres cuartas partes del total. El 29 de enero,
cuando la convención de Nebraska se reunió en Lincoln, el recuento
estaba en 37 a favor y 9 en contra. Fue una reunión tranquila, al
estilo de una de negocios. Después de que los delegados tomaran
asiento y se abordasen los asuntos preliminares, por unanimidad, la
convención dio por cerrado el debate y, sin mayores preámbulos, dio
inicio la votación nominal. Por 118 votos frente a 32, la 28.ª
enmienda fue ratificada y los Estados Unidos de América dejaron de
existir.
*
* *
Tres
semanas después, Pete Bridgeport caminaba hacia el Capitolio para
almorzar, saludando a los transeúntes en la avenida Pensilvania.
Esos días, las puertas del Capitolio estaban sin vigilancia; se
dirigió al ascensor y pulsó el botón de la planta de la cafetería
del Senado. Ahora se había convertido en un restaurante, y servía
la famosa sopa de alubias del Congreso y bocadillos bautizados con el
nombre de los presidentes fallecidos para contribuir así a mantener
encendidas las luces del viejo edificio. Bridgeport conocía a los
habituales de la hora de la comida, pero esta vez se encontró con
una multitud inesperada.
—¡Pete!
—Una senadora de Pensilvania (ex-senadora, se recordó Bridgeport a
sí mismo) se acercó a saludarlo—. Llegas justo a tiempo —dijo—.
Estamos inventando un país.
—¿En
serio?
Pidió
una sopa y medio Harry Truman, pagó en dólares canadienses y se
acercó a una larga mesa donde una docena de ex-senadores y
ex-congresistas estaban sentados con sus almuerzos a medio terminar.
Las palabras de la senadora no fueron una sorpresa. Nueva Inglaterra
acababa de declararse una república, nueve estados sureños tenían
delegados en Montgomery elaborando lo que los bromistas dieron en
llamar “Confederación 2.0”, se habían proclamado las repúblicas
de Texas y California, y se decía que Florida iba a seguir su
ejemplo en breve.
La
senadora le llenó el vaso.
—Hemos
estado toda la mañana en el Edificio de Oficinas del Senado hablando
por teléfono con los estados. Los siete del Este que votaron contra
la ratificación están con nosotros, y también Ohio y Delaware;
ambos suspendieron sus convenciones una vez que la votación de
Nebraska las hizo innecesarias. Nueva Jersey solo lo ratificó por lo
ocurrido en Trenton y está de nuestra parte, y Kentucky se lo ha
pensado y ha decidido que prefiere estar con nosotros a unirse al
Sur. Así que lo que estamos diciendo es: de acuerdo, los demás no
queréis la Unión, está bien, pero nosotros todavía la queremos.
—¿Estáis
pensando en utilizar el antiguo nombre? —preguntó Bridgeport.
—Sonaría
bien, ¿no? Mira, echa un vistazo al mapa.
Le
mostró un mapa. Era el antiguo Estados Unidos con una nueva frontera
demarcando doce estados en la mitad oriental del continente: desde
Nueva York y el Atlántico Medio en dirección oeste a través de
Ohio, Virgina Occidental, Kentucky, Illinois, Michigan y Wisconsin,
enlazando el Atlántico, los Grandes Lagos y el alto Mississippi.
Bridgeport se dio cuenta de que era una nación viable.
La
senadora miró por encima de Bridgeport y saludó a alguien.
—Hola,
Leona. ¿Te importa traerte una silla?
Leona
Price había sido delegada sin derecho a voto en el Congreso por el
Distrito de Columbia, al que pertenecía Washington DC, y era una
habitual a la hora de la comida en el Capitolio. La senadora le
sirvió bebida y preguntó:
—¿Qué
hay del Distrito de Columbia?
—¿Qué
hay del estado de Columbia? —respondió Price.
Las
conversaciones en la mesa se detuvieron un instante, pero solo un
instante; las aspiraciones del distrito a convertirse en un estado
habían sido de dominio público en el viejo Congreso.
—Rhode
Island nos ha dejado —dijo un congresista por Ohio—, así que sí,
tenemos una vacante para un estado pequeño. ¿Quieres ocuparla?
Price
sonrió.
—Tengo
que consultarlo con los ciudadanos, pero supongo que sí.
—Un
momento —dijo Bridgeport. Se levantó de la mesa, fue a ver a otro
habitual de las comidas en el Capitolio, un antiguo miembro del
personal del Senado, y habló con él en voz baja. El tipo abandonó
el comedor y volvió cinco minutos después con un rollo de tela.
Bridgeport se levantó y dijo:
—¿Podemos
hacer un poco de espacio por aquí en medio? Esto servirá.
El
miembro del personal y él desenrollaron la tela. Trece estrellas en
un círculo, trece barras rojas y blancas; una réplica para turistas
de la bandera original estadounidense se extendía frente a ellos.
—Fue
un país muy hermoso —dijo Bridgeport—, cuando solo había trece
estados y no intentábamos controlar al resto del mundo. Podría
volver a ser un buen país.
—Hará
falta muchísimo trabajo, señor presidente —dijo la senadora por
Pensilvania enfatizando las dos últimas palabras—. Un montón de
trabajo.
Bridgeport
se dio cuenta de que todos estaban mirándole, no solo los senadores
y congresistas, sino también toda la gente que había en el comedor.
—Lo
sé —dijo—. ¿Por dónde empezamos?
La realidad supera la ficción
ResponderEliminarhttp://sociedad.elpais.com/sociedad/2013/01/22/actualidad/1358865219_550162.html
Mike.
En parte se podría decir que este sr no dice la verdad. Aunque no es tema de este blog, pero todo el BAU médico oficialista aquí en Occidente, vive de cronificarnos. Les somos más rentables enfermos que muertos a la gran industria farmacéutica.
EliminarEn parte no está muy equivocado el Sr. Taro Asó, El BAU de la industria farmacéutica y la medicina oficialista consiste en crónificarnos el mayor tiempo posible, que es como les somos más rentables. Somos su mercancía.
EliminarSi Hipocrates levantase la cabeza......
El ministro Taro Aso ha expresado lo que muchos piensan. El fascismo japonés todavía vive.Preocupante para los baby boomers.
EliminarUn cordial saludo
¿Por donde empezamos? He ahi la cuestiòn
ResponderEliminarComo se ha dicho varias veces las posibles soluciones pasan por la acción colectiva en grupos afines.
EliminarPodemos empezar por reunirnos y hablarlo.
Aqui un evento para este sábado 26 en la Sierra Norte de Madrid:
http://unipopularsierranorte.wordpress.com/2012/12/26/borrador-programa-aula-energia-uniposible-2013/
La URSS se hundió sin necesidad de una derrota, y no pasó nada. Absolutamente nada.
ResponderEliminarSi un día se hunden los EEUU posiblemente tampoco pase nada. El problema será el que aquí se trata habitualmente: que sin energía nada flotará...
Hombre eso de que no paso nada, que se lo digan a los cubanos.
EliminarDos millones de páginas vistas
ResponderEliminarQuiero felicitar a AMT por el número de páginas vistas en su blog. Es una cifra significativa y una señal clara del éxito que ha tenido. El temario tratado es riguroso, extenso que toca muchos aspectos no solamente técnicos sino también sociales acerca del impacto que supone para todos nosotros el peak oil y el crash oil. Sin duda este blog se ha convertido en un sitio de referencia para todos aquellos internautas interesados en el tema energético.
Pasando al tema que ha ocupado cinco post sobre la distopía de John Michael Greer, destaco el cuidado que le pone al autor en el detalle como si fuera una crónica de noticias publicada en un periódico de gran tirada. El tema de fondo que propone, más que la guerra chino-americana, es la disolución de USA. Sin duda es un contenido reiterativo el cual tuve la oportunidad de contemplar en una serie de T.V. titulada “Jerico”. El argumento se desarrollaba en los mismos Estados Unidos, un grupo de terroristas, que son parte de un complot urdido por el mismo departamento de estado, hacen estallar una serie de bombas nucleares en varios puntos del país. Este suceso provoca una desconexión de las comunicaciones interiores y un vacío de poder. El ejército se divide y algunos estados pretenden separarse ya que los nuevos dirigentes han perdido legitimidad sobre varias regiones del país, entre ellas un pueblo pequeño perdido en el centro del país llamado Jerico, el cual ha formado su propio ejército de milicianos. La mayor parte trama de la serie, que fue interrumpida inexplicablemente, se desarrolla en ese pueblo.
Los americanos son felices imaginando miles de distopías sobre su país, esta fantasía desbordante no exenta de credibilidad ha dado pie a numerosos guiones para series de T.V. y películas tan famosas como “El Planeta de los Simios”. Pienso que la disolución de los EE.UU. aún no esta escrita, sin embargo hay 320 millones de ciudadanos que seguro la van a escribir dentro de unos lustros. Dejemos que la realidad nos sorprenda si es que llegamos a vivirla.
A veces pienso que un blog sobre un tema, en principio tan aburrido como el energético, haya dado tanto juego, se hayan tocado tantos temas interesantes alrededor de él y darnos cuenta que la energía es esencial en nuestra vida, en nuestra civilización, la energía condiciona toda nuestra existencia. Como el tema de la energía, en principio tan baladí, condiciona todo lo que conocemos y poseemos. Imaginemos un día sin luz eléctrica y sin combustibles fósiles y nos daremos cuenta en seguida que todos somos unos yonkis de la electricidad y de la gasolina. Tenemos la falsa impresión de que siempre han existido y que siempre existirán. Los asumimos como algo consustancial al entorno humano como el agua, los árboles, los bosques, los mares, los lagos, las montañas o los animales.
Un cordial saludo
Personalmente me gustó leer la serie. Me parece bastante "esperanzadora" en el sentido de que ofrece alguna luz para la humanidad: el mayor consumidor de energía del planeta colapsa y abandona su proyecto imperial sin que medie una "guerra mundial". Por otro lado, también puede interpretarse que todo sigue igual, sólo que ahora con China a la cabeza.
ResponderEliminarFinalmente es imposible construir un escenario totalmente realista (al margen de que, como muchos lectores han señalado en comentarios, la serie cae en errores técnicos, omisiones y/o exageraciones detectables por especialistas). Por ejemplo, el relato podría (o debería) incluir los problemas internos de China, que se irán intensificando cuando estalle su burbuja inmobiliaria y se frene su desarrollo económico; los efectos más inmediatos del cambio climático (ya que aumentará el consumo del carbón); la inestabilidad política mundial derivada de las guerras del hambre que aparecerán por aquí y por allá; la violencia de los cárteles del narcotráfico en la frontera mexicana, y un largo etcétera. Gracias a Antonio por el esfuerzo de difusión.
Tampoco veo que haya razón para tanta crítica. El relato no es como para un Nobel de literatura, ni creo que lo pretenda, pero al menos da una versión muy poco dramática y bastante amable del desmembramiento del imperio americano, incluso demasiado optimista, diría yo. Si esto parece política-ficción, revisad por ahí las previsiones de Igor Panarin, que sin embargo y según dicen las malas lenguas, han sido consideradas plausibles por el Kremlin...
ResponderEliminarGracias por la traducción del relato Antonio. Ha sido muy entretenido de leer.
ResponderEliminarComo se ha dicho varias veces las posibles soluciones pasan por la acción colectiva en grupos afines.
ResponderEliminarPodemos empezar por reunirnos y hablarlo.
Aqui un evento para este sábado 26 en la Sierra Norte de Madrid:
http://unipopularsierranorte.wordpress.com/2012/12/26/borrador-programa-aula-energia-uniposible-2013/
y dónde crees que está esa afinidad? dónde un ser afín a otro? el sistema, esta sociedad capitalista, ya se encargó de atomizarnos, de hacernos creer que estamos en poder de la única razón, en poder de la verdad absoluta en cada uno de nosotros... ay qué crudo que lo tenemos, pero qué crudo; quizás todo pase cuando tenga que pasar, cuando los acontecimientos nos fuercen a ello.
EliminarFino.
EliminarPor favor abre el enlace y leete el texto de dos parrafos.
Si te identificas con algo de lo que dice ya tenemos un punto de afinidad.
Hay un par de libros de ciencia ficción de Juan Ibarrondo dibujando cómo podría ser el crac que son muy sugerentes y entretenidos: "Retazos de la red" y "Gerotron 2050", que es como una especie de continuación del primero (aunque en realidad va hacia atrás en el tiempo).
ResponderEliminarA mí me han gustado y sugerido más que el relato de Greer.
Por cierto, otro texto, no ne forma de ciencia-ficción sino de política ficción (con muchas dosis de realidad), es "La quiebra del capitalismo global 2000-2020" de Ramón Fernández Durán. Muy recomendable.
EliminarA margen de esta obra, creo que John Michael Greer es un autor muy recomendable porque aborda el tema del Peak Oil desde una perspectiva muy coherente y creo que acertada:
ResponderEliminar- Considera que estamos en un proceso de colapso de la CIVILIZACION OCCIDENTAL, no de la especie humana. Para muchas culturas indígenas el Peak Oil puede ser hasta una buena noticia pues supone una reducción de la presión que Occidente ejerce contra ellas; de todas formas, les queda lidiar con la "patata caliente" -nunca mejor dicho- del cambio climático.
- El colapso de la civilización occidental se debe a las FALSAS IDEAS que sustenta; ideas falsas no sólo desde el punto de vista económico -como se ha discutido mucho en este blog- sino también filosóficas y religiosas; en ese sentido, creo que ha resultado nefasto ambientalmente el intenso arraigo en los occidentales del ANTROPOCENTRISMO, hasta el punto que prácticamente nadie aquí discute la bondad del humanismo, al que consideramos un valor máximo de nuestra cultura sin darnos cuenta que ello conlleva el desprecio al resto de seres naturales, a los que despojamos de todo derecho; y eso ocurre no sólo entre las personas que se consideran religiosas, sino también las que se consideran ateas o agnósticas; es decir, es una idea profundamente arraigada en la mente occidental. Considero que la ausencia de una idea ética o religiosa arraigada hacia la naturaleza, a diferencia de lo que ocurre en otras culturas, es una de las causas del colapso de esta civilización. Aquí Greer es coherente acogiendo el druidismo que, como muy bien comentó anteriormente Darío Ruarte, puede considerarse un tipo de budismo occidental.
- Para que la civilización occidental evitara su colapso no sólo harían falta cambiar sus fallos en ideas económicas sino también en la mentalidad de las personas; es por esto que los movimientos de Transición deben hacer mucho hincapié en la "TRANSICION INTERIOR" que necesitamos hacer las personas para conseguir una comunidad sostenible (en esta transición interior entraría la adquisición de hábitos saludables, comunicación no violenta, etc.).
Pongo a continuación una recopilación de las obras de J. M. Greer que he encontrado traducidas al castellano, para quien quiera ampliar su conocimiento sobre este autor tan fundamental:
Preparando el descenso
http://www40.brinkster.com/celtiberia/descenso.html
Nuestra fe en el progreso
http://www40.brinkster.com/celtiberia/progreso.html
Nochebuena del 2050 (I)
http://www40.brinkster.com/celtiberia/nochebuena1.html
Nochebuena del 2050 (y II)
http://www40.brinkster.com/celtiberia/nochebuena2.html
Claro, ese es el problema de fondo: una cultura autodestructiva que surge con la domesticación de semillas y animales. Ella lo permea todo y crea estas civilizaciones efímeras basadas en los valores autodestructivos: la dominación, la apropiación, el poder y la gloria.
EliminarLa falsa creencia que domesticación implica dominación es la piedra angular de este constructo que autodestruye su enésima civilización: la industrial.
Mientras no entendamos aquello nada entenderemos.
Y nada solucionaremos.
Solo habrá ilusión.
Suerte
Gus
Estimados todos .
EliminarEl antropocentrismo surge en Occidente al fin de la edad media en Italia, la anterior moral medieval era teocéntrica, es decir la idea de Dios y de la vida eterna lo permeaba todo.
E s en Italia en ese proceso extraordinario que significó el renacimiento que surge la moral antropocéntrica , el hombre es el referente y centro principal de la vida , el hombre desligado de los miedos y angustias generados por la moral teocéntrica , solo basta con leer la imitación de Cristo de Thomas de Kempf para entender el significado de la moral teocéntrica.
Es pues en Italia de manos de la academia neoplatónica de Florencia y de las ideas expresadas por Marsilio Ficino de las que surge la concepción antropocéntrica , mas tarde Pico de la Mirandola define el antropocentrismo como el hombre que camina seguro de si mismo y con la frente alzada. Que no teme.
El arquetipo ideal es el David de Miguel Angel que se guarda en la Galleria Dell'accademia de Florencia , acaba de arrojar la piedra que ha acabado con el Goliath de la ignorancia , del oscurantismo.
Somos hijos de ese concepto, pero el antropocentrismo lo único que hace es como la inmensa mayorría de las religiones es creer que somos los reyes de la creación , que la tierra y sus recursos están a nuestra disposición y su uso y disfrute depende de nuestro libre albedrio..
Hay que decir que solo los animistas , los pueblos cazadores y recolectores se consideraban unos huéspedes de un proceso vital superior a ellos , de ello su conducta de caminar a la par de la vida y de la naturaleza.
Los pueblos que comenzaron el proceso de implementar la civilización agropecuaria trataron y tratan , tratamos de controlar , domesticar y subyugar a la naturaleza y sus complejos procesos.
Se ha hablado del budismo y de su paridad con los druidas , para nada , el budismo es una moral de fondo muy negativo, considera que la vida es sufrimiento y que el objetivo de nuestros actos es llegar al final del sufrimiento, a la nada , el budismo es ateo, , el budismo de Buda , del sakya Muni, el budismo tal como se conoce en thailandia y Birmania , el otro budismo es una escisión del primitivo.
El druidismo tal y como es expresado por J M Greer, la antigua orden de los druidas de América está relacionado con la masonería de rito Escocés de hecho en los templos Másonicos se ofician en los EEUU , Canadá o en UK ,ceremonias Druidicas , es un movimiento panteísta , deista , neopagano, el golden dawn.
http://en.wikipedia.org/wiki/Neo-Druidism
Coloco una de las triadas druidicas
3 cosas que el sabio debe de evitar: Esperar lo imposible. Llorar por lo irrecuperable. Temer lo inevitable.
Saludos
Pues se ha marcado ayer mismo un articulo el Sr. Greer en el sitio de Chris Martenson titulado "Slamming Face-First into the Limits of Growth" (con cita de Jeremy Grantham incluida) que es de aplauso, dos orejas, rabo y vuelta al ruedo.
ResponderEliminarPara mi este triunvirato, Greer, Martenson y Grantham, son de lo mejor que se puede leer en ingles en el tema del Crash Oil
Saludos!
Unelé el video de Michael Ruppert
Eliminarhttp://www.youtube.com/watch?v=LUmWdL3F7z0
Es un poco largo (1:20) y aunque le falta un poco de profundidad para tratar todos los temas, sus mensajes y análisis son sencillos, claros y directos.
Por cierto, creo que el blog: ttp://www.peakprosperity.com
Y en especial su apartado: "What Should I do?" (http://www.peakprosperity.com/page/what-should-i-do), podrían ser un espejo a la hora de iniciar la nueva andadura que proponía AMT a principios de año.
Supongo que habrá otras fuentes, pero
A mi de Michael Ruppert me sobra mucho melodramatismo y un pelin de conspiranoia.
EliminarTotalmente de acuerdo con lo del "What Should I do?", por otra parte
¿El mejor momento para la transición? Hace treinta años
ResponderEliminarque te parece este video AMT? (saltar a 1:35 para ver el quid de la cuestión)
ResponderEliminarChico, ya lo he explicado en el blog como unas cinco veces, y hay un post sobre el tema. Los combustibles fósiles tienen una densidad energética tan grande que incluso mezclados con agua queman; lo que pasa es que el rendimiento del motor (combustible por cada 100 Km) empeora muchísimo (hicieron una prueba en un canal de TV francés y salía que el gasto del motor pasaba de los 10l/100 Km).
EliminarPor favor, no vuelvas a preguntar la misma cosa una vez más.
10 litros de combustible fósil por cada 100 kilómetros, por si hay dudas; el agua, aparte.
EliminarEstimados todos.
ResponderEliminarEl final del gobierno de los EEUU , no ha de significar el fin de los EEUU, el actual gobierno de los EEUU no responde a los intereses del pueblo de los EEUU, responde a los intereses de las grandes corporaciones, y de intereses espurios manejados y manipulados por una minoría infiltrada , de una mafia político religiosa que antepone los intereses de un país foráneo (Israel) a los intereses reales del pueblo de los EEUU.
Los EEUU han sido el país de los libres y el hogar de los valientes , Land of the Free, Home of the Brave
Hemos de seguir siendolo
http://www.youtube.com/watch?feature=player_embedded&v=nG_u9TbzRwA#!.
Saludos
Gracias por la traducción es un relato interesante. Espero que si algún día EEUU colapsara fuera de manera pacífica pero lo veo bien dificil.
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