Queridos lectores,
Hace ya unos días JotaEle me envió estas reflexiones sobre el actual estado de desazoramiento que envuelve a los colectivos de concienciación sobre Peak Oil. Si ya analizamos las causas más físicas de este abatimiento, él analiza las psicológicas, y sus posibles efectos futuros.
Les dejo con JotaEle.
Salu2,
AMT
Un pequeño ejercicio de Soul-Searching sobre el peak oil
Vaya por delante mi disculpa idiomática: no
conozco ninguna traducción al castellano de "soul-searching" que me
satisfaga. Pero creo que, como tantas otras expresiones inglesas,
expresa con total precisión un concepto que en este caso es necesario.
Yo topé con el Peak Oil en 2004, si la memoria no me falla. Leí algo de la ASPO, y a renglón seguido di con crisisenergetica.org.
En aquellos momentos estaban en plena ebullición, y me ofrecí a
colaborar con ellos maquetándoles su boletín en LaTeX. El currazo se lo
pegaban ellos, y sentía que lo menos que podía hacer era eso.
Creo que duró algo más de un año. Al final no
encontré el tiempo para seguir maquetando, la vorágine laboral y esas
excusas que todos tenemos. Ni siquiera puedo hablar de una decisión
explícita y deliberada por mi parte. No me deja en buen lugar reconocer
que lo dejé de hacer, pero al fin y al cabo éste es un ejercicio de
soul-searching
Mantuve el interés por el Peak Oil, pero los años
pasaban y tenía que bregar con la estupenda contradicción entre los
datos del peak oil y la continuidad de la vida cotidiana. Sabemos que el
peak oil convencional probablemente ha tenido lugar, los efectos son ya
mensurables... pero de momento nuestras vidas particulares no están
afectadas de forma explícita y perentoria por algo netamente etiquetable
como el Peak Oil. En el conflicto entre el dato vs. la experiencia
diaria no hay vencedor, y diría que quien pierde es la constancia
personal.
Para que no queden dudas: sigo dando por buenas las
conclusiones de los que han dedicado tiempo y talento a carretadas a
analizar el problema. Llegará una fecha en la que miremos al pasado y
tengamos claro a toro eso, pasado, que el peak oil llegó y se llevó
nuestro viejo mundo con él, despacio pero sin pausa.
A The Oil Drum le ha acabado pasando lo que a crisisenergética.org,
para pesar de los que seguíamos. Como el soul-searching es mío, me
parece impropio extrapolarles mi trayectoria peakoilística, y además sé
que no es cierto: han dedicado más tiempo y talento que yo a la
cuestión. Pero lo cierto es que ambos se agotaron por una diversidad de
razones que, a falta de una mejor, la resumo en el mismo conflicto entre
dato objetivo y experiencia subjetiva.
De hecho, la cosa es aún peor. 2008 fue el año de la
crisis mundial, salpimentada en España por el estallido tan brutal como
predecible (www.burbuja.info) de
la burbuja inmobiliaria. La crisis que no se acabará nunca es uno de
tantos hallazgos felices de Antonio Turiel, pero por otra parte no tiene
la etiqueta de peak oil visible. Hay demasiados factores que pugnan
como muñequitos desesperados por nuestra atención, desde la crisis
bancaria, pasando por las primas de riesgo, diversos conflictos
regionales y un etc tan largo como queramos o como nos afecte en
persona.
Y aquí estamos. Seguimos en crisis. Hemos pasado el
pico de la producción de petróleo convencional. Como recordaban el otro
día, este año se acaba el programa de megatones por megawatios. Para
sorpresa de los no avisados (entre los que medio me encuentro), el
"milagro del fracking" se muestra rápidamente con signos de agotamiento,
y no hay fuente de repuesto para el deseado crudo y derivados.
Pero seguimos con nuestra vida de consumidores. Soy
austero en muchas, muchas cosas, pero por ejemplo soy un consumidor
bastante conspicuo de cierta electrónica. Me hago cruces respecto a
necesidades laborales, pero no niego que consumo más equipamiento
(cierto tipo de portátiles, tablets, etc.), de lo imprescindible para
sacar el trabajo adelante. Y sigo pudiendo hacerlo. La anécdota es sin
duda irreverente al lado de la sombra ominosa del Peak Oil, pero no
encuentro otra ilustración más inmediata para recoger el conflicto de mi
experiencia a 11 de octubre de 2013 con lo que ya tenemos encima.
Anecdótica, también, ha sido mi contribución. En su
momento, algunos contribuyentes centrales de crisisenergetica le
echaron el resto. Lo mismo puede decirse de The Oil Drum. Antonio Turiel
sigue constante con un trabajo que nunca se le puede agradecer lo
suficiente, y diría que es de las voces más necesarias para mantener
cierta visibilidad sobre el problema del Peak Oil en español.
Digo esto, Antonio, por si puede servirte para vencer tentaciones de una justificadísima parada :)
Y
aquí llego a lo inevitable: no encuentro soluciones personales. La
contradicción entre datos objetivos y experiencia subjetiva nos tiene
como a Ulises en la isla de los lotófagos. Paralizados, desmotivados,
con la del avestruz como salida más frecuente (y progresivamente más
difícil de evitar). Para más INRI, la crisis no acaba nunca. Los signos
se suceden uno detrás de otro, pero el problema es que a priori son
dificilísimos de interpretar, y más aún de comunicar. Si a nosotros la
mencionada contradicción nos mantiene como estamos, ¿a santo de qué
podemos esperar que el seguidor del BAU haga otra cosa que creer en los
brotes verdes y que no hay mal que cien años dure?
Al peak oil se llega como a la moto: por ti mismo.
Los años me han convencido de que, precisamente, no se puede convencer
del peak oil. No sólo por el BAU, sino por algo más profundo: nuestro
mundo, hoy, es también lo que creemos que es. Diría que cada uno tiene
que encontrarse un dato en Internet (o, quizás, por sí mismo tras una
prolongada reflexión). Entonces, se da cuenta de lo que implica el Peak
Oil. No tiene solución personal, ni colectiva, y su experiencia diaria
no le dice lo mismo a sus tripas, por más que la razón apunte a donde
debe. Acaba el ciclo que empieza con el descubrimiento con un stand-by,
con un interés mejor o peor mantenido, y la vida sigue.
Sigue, hasta que acabemos de ver que no puede seguir. Hasta que la naturaleza nos derrote definitivamente como civilización.
Sé que no es una forma bonita de acabar este texto, pero nos veo como Casandras impotentes.
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